Odisea por la Campiña

39 2 8
                                    

Alexander

Una hora de viaje con los pies recogidos, se volvió una tortura. Pero la conductora estaba muy contenta. Se le notaba en la sonrisa emocionada que traía.

—Paremos por favor —le dije, esperando que con su buen humor me hiciera caso.

—Aún no llegamos —respondió en una voz cantarina.

—Un momento; ¿A dónde me lleva?

—A un lugar que he querido ir desde que llegué a Francia.

—No me digas —contesté con sarcasmo y en el mismo tono —. Le recuerdo que son mis vacaciones.

—Y usted está en mi auto.

Suspiré desalentado porque ya no sentía mis piernas.

—Por favor, ya es de noche. Paremos a descansar un momento y estirar las piernas.

Hizo una mueca y suspiró antes de responder.

—De acuerdo, en el próximo...

—¡Mire, un comedero! —exclamé emocionado. «Realmente emocionado».

—Bien —dijo y se desvía hacia el restaurante a las afueras de la ciudad de Reims.

Al fin se detuvo, me sentía como anudado y apenas podía mover las piernas. Mientras que la conductora se movía libremente y llega hasta mí.

—Ya nos paramos.

—Lo sé.

Cruzó sus brazos frente a ella y me miró como si le impacientara mi lentitud para salir de esa casita de regalos al que llaman auto. Cuando logro erguirme por completo, bajó los brazos y me dio la espalda.

—Espere señorita Parks —la llamo —. Está bien. Me disculpo por haber tratado de robarle un beso la otra noche. Como usted dijo: somos equipo. Así que tratemos de disfrutar lo más posible de este viaje. ¿De acuerdo? ¿Tregua?

Bajo la luz del farol que nos iluminaba la entrada del restaurante, los ojos azules de la reportera, no brillaban con la intensidad que suelen tener, pero su rostro mostró una sonrisa pensativa que me parecía algo hermosa.

—De acuerdo —dijo al fin —. Pero no estamos en guerra. No hay que hacer tregua. Solo que no confundas mis acciones. Por favor.

—Bien. ¿Comemos y volvemos a tutearnos?

—Está bien. La verdad me dio algo de hambre.

 La verdad me dio algo de hambre

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Loryann

Tía Clara estaba en su oficina, cuando el bullicio llegó a hasta sus oídos. Al salir al pasillo, me vio rodeada de chicos y chicas del colegio que, ignorando a sus maestros, extendían sus cuadernos hacia mí para que se los autografiara.

—¡Muy bien chicos regresen a sus salones!

Hubo un lamento general, pero los jóvenes obedecieron a la directora. Una chica se quedó rezagada. De cabello negro, hermosos ojos castaños y con rellenitas mejillas rosadas y un ligero maquillaje que me trajo recuerdos. Se acercó a mí y con una amplia sonrisa, me mostró la cubierta de su cuaderno, el cual lo había forrado con la foto que me tomaron para el anuncio de perfume.

Ladrón de Besos(Completa)Where stories live. Discover now