KOOKGI : DESPUÉS

By yoonttom

28.9K 2.1K 141

De lo único de lo que estoy seguro es de que mi vida y mi corazón jamás volverán a ser los mismos. No después... More

PRÓLOGO
001
002
003
004
005
006
007
008
009
010
011
12
13
14
15
16
17
18
19
2O
21
22
23
24
25
26
27
28
29

11

724 70 11
By yoonttom

Llamo a JungKook, pero me ignora. Cuando ya está a medio camino del coche, se da la vuelta tan rápido que casi choco contra él.

— ¡Joder, YoonGi! ¡¿Qué mierda has hecho?! —me grita. La gente que pasa por nuestro lado empieza a mirarme, pero él continúa—: ¿A qué clase de juego intentas jugar? —Se acerca a mí. Está enfadado, más que enfadado en realidad.

— No es ningún juego, JungKook. ¿Es que no has visto lo mucho que quería que fueras? Estaba intentando llegar a ti, ¡y tú has sido tan maleducado! —No estoy seguro de por qué estoy gritando, pero no voy a dejar que me chille sin más.

— ¿Llegar a mí? ¿Qué coño me estás contando? ¡A lo mejor tendría que haberse preocupado por llegar a mí cuando abandonó a su familia! —Las venas del cuello se le tensan bajo la piel.

— ¡Deja de decir tonteras! ¡Quizá está intentando recuperar el tiempo perdido! La gente comete errores, JungKook, y es evidente que le importas. Tiene una habitación para ti en su casa, llena de ropa por si...

— ¡No sabes una mierda sobre él, YoonGi! —chilla, y se estremece de rabia—. ¡Vive en un pedazo de mansión con su nueva familia, mientras mi madre se mata a trabajar cincuenta horas a la semana para pagar las facturas! Así que ahórrate el sermón. ¡No te metas donde no te llaman!

Se sube al coche y cierra de un portazo. Me apresuro a entrar también, por miedo a que se le ocurra dejarme tirada; está histérico. Se acabó nuestro día sin discusiones. Está hecho una furia, pero por suerte permanece callado cuando salimos a la carretera principal.

Si pudiera mantener este silencio el resto del viaje, sería feliz. Pero una parte de mí insiste en que JungKook tiene que entender que no puede gritarme así. Es uno de los puntos a favor que tengo que reconocer de mi madre: me enseñó cómo no debe tratarme un hombre.

— Está bien —digo fingiendo serenidad—. No voy a meterme donde no me llaman, pero pienso aceptar la invitación de esta noche, vayas tú o no.

Como si fuera un animal salvaje enfurecido, se vuelve hacia mí.

— No, ¡ya te digo que no!

Manteniendo la falsa calma, añado:

— No es de tu incumbencia lo que yo hago o dejo de hacer, JungKook, y, por si no te has dado cuenta, me ha invitado. Puede que le pregunte a TaeHyung si quiere venir conmigo.

— ¡¿Qué acabas de decir?!

Toda la suciedad y el polvo del coche se levantan cuando JungKook gira el volante de golpe y se detiene en la cuneta de la transitada carretera.

Sé que he ido demasiado lejos, pero a estas alturas estoy igual de cabreado que él, y le grito:

— ¡¿Se puede saber qué demonios te pasa? ¿Cómo te sales así de la carretera?!

— ¡La cuestión es qué demonios te pasa a ti! ¿Le dices a mi padre que voy a ir a su casa a cenar y luego tienes el morro de insinuar que vas a ir con TaeHyung?

— Ah, claro, perdona; ¿tus queridos amigos no saben que SeokJin es tu hermanastro y te da miedo que se enteren? —digo, y me río de lo ridículo que me parece.

— Uno, no es mi hermanastro, y dos, ya sabes que no es por eso por lo que no quiero que vaya TaeHyung. —Ha bajado mucho el tono de voz, pero sigue enfurecido.

Sin embargo, a pesar del caos que reina en el coche, vuelvo a sentir un poco de esperanza ante los celos de TaeHyung. Sé que su actitud tiene más que ver con la rivalidad que con una preocupación real por que salga con TaeHyung, pero hace que sienta mariposas en el estómago igualmente.

— Pues si no vienes conmigo, tendré que invitarlo. —En realidad, nunca lo haría, pero eso él no lo sabe.

Jungkook se queda mirando al frente durante unos segundos y entonces suspira, con lo que expulsa parte de la tensión.

— YoonGi, de verdad que no quiero ir. No quiero estar con la familia perfecta de mi padre. Los evito por algo.

Yo también relajo el tono.

— Bueno, no quiero obligarte a ir si vas a sentirte mal, pero me encantaría que vinieras conmigo. Yo voy a ir de todas formas.

Hemos pasado de tomar un yogur a gritarnos mutuamente, y ahora volvemos a estar en paz. La cabeza me da vueltas, y tengo el corazón acelerado.

— ¿Sentirme mal? —Suena incrédulo.

— Sí, si te va a molestar tanto estar allí, no voy a intentar convencerte de que vayas —respondo.

Sé que jamás podría conseguir que JungKook hiciera algo que no quiere; no hay antecedentes de que haya cooperado nunca.

— Y ¿a ti qué más te da que me sienta mal? —Su mirada se encuentra con la mía, e intento desviarla, pero vuelve a tenerme embrujado.

— Pues claro que me da; ¿por qué no iba a importarme?

— La pregunta es por qué sí te importa.

Me mira suplicante, como si quisiera que pronunciara las palabras, pero no puedo. Las utilizaría en mi contra, y lo más seguro es que no querría volver a quedar conmigo nunca más. Me convertiría en el chico pesado que va detrás de él, la clase de chico de la que me habló Momo.

— Me importan tus sentimientos —le digo, y espero que la respuesta sea lo bastante buena para él.

Interrumpiendo el momento, mi móvil comienza a sonar. Lo saco del bolso y veo que es Jimin. Sin pensarlo, rechazo la llamada antes siquiera de darme cuenta de lo que estoy haciendo.

— ¿Quién es? —JungKook es un cotilla.

— Jimin.

— ¿No vas a responder? —Parece sorprendido.

— No, estamos hablando. —«Y prefiero hablar contigo», añade mi subconsciente.

— Ah. —Es lo único que dice, pero su sonrisa es evidente.

—Entonces ¿vas a venir conmigo? Hace bastante tiempo que no como comida casera, así que no voy a desperdiciar la oportunidad. —Sonrío; el ambiente en el coche es ahora más tranquilo, aunque sigue siendo tenso.

— No. De todas formas, tengo planes —murmura. No quiero saber si esos planes incluyen a Yuqi.

— Ah, vale —digo—. ¿Te enfadarás conmigo si voy yo?

Me parece un poco raro ir a la casa del padre de JungKook sin más, pero SeokJin es mi amigo, y me han invitado.

— Siempre estoy enfadado contigo, Yoon —dice y, cuando me mira, veo la diversión en sus ojos.  Me río.

— Yo también estoy siempre enfadado contigo —replico, y él se ríe por lo bajo—. ¿Podemos irnos ya? Si viene la policía, nos van a multar.

Asiente mientras arranca el coche y volvemos a la carretera. La discusión con JungKook ha pasado mucho más rápido de lo que esperaba. Supongo que está mucho más acostumbrado que yo a los conflictos constantes, aunque yo preferiría pasar el tiempo con él sin tener que discutir.

Me he prometido a mí mismo no preguntarle, pero tengo que saberlo...

— Y... ¿qué... qué... planes tienes hoy?

— ¿Por qué lo preguntas?

Aunque siento su mirada sobre mí, mantengo la vista fija en la ventanilla.

— Por curiosidad —digo—. Como has dicho que tenías planes, he sentido curiosidad.

— Tenemos otra fiesta. Es lo que suelo hacer todos los viernes y los sábados, excepto anoche y el sábado pasado...

Trazo un círculo en la ventanilla con un dedo.

— ¿No te cansa? ¿Hacer lo mismo todos los fines de semana con los mismos borrachos? —Espero que no se ofenda.

— Sí..., supongo que sí. Pero estamos en la universidad, y estoy en una fraternidad; ¿qué más se puede hacer?

— No lo sé..., es que parece pesado tener que limpiar lo que los demás ensucian todos los fines de semana, sobre todo cuando tú ni siquiera bebes.

— Lo es, pero no he encontrado nada mejor que hacer con mi tiempo, así que... —Se interrumpe. Sé que todavía me está mirando, pero mantengo la vista apartada.

El resto del viaje transcurre en silencio. No es incómodo, sino tranquilo. Mientras camino solo desde el aparcamiento hasta la residencia, estoy tan atacado que creo que me va a dar algo. Acabo de pasar la noche y la mayor parte de la tarde con JungKook y nos hemos aguantado, más o menos. Me lo he pasado bien, muy bien. ¿Por qué no podré pasarlo tan bien con alguien a quien le guste de verdad? Como Jimin. Sé que debería devolverle la llamada, pero quiero disfrutar del momento.

De regreso en mi habitación, me sorprende ver a Momo; normalmente pasa el fin de semana fuera.

— ¿Dónde has estado, jovencito? —bromea, y se lleva un puñado de palomitas con queso a la boca.

Me río, y me quito los zapatos antes de desplomarme sobre la cama.

— He estado buscando un coche.

— ¿Lo has encontrado? —pregunta, y me dispongo a contarle los cuchitriles en los que he estado, sin mencionar la presencia de JungKook.

Unos minutos después, alguien toca a la puerta y Momo se levanta para abrir.

— ¿Qué haces tú aquí? —gruñe.

«JungKook.» Levanto la vista, nervioso, y él se acerca hasta mi cama. Tiene las manos metidas en los bolsillos, y se balancea sobre los talones.

— ¿Me he dejado algo en tu coche? —pregunto, y oigo un gritito ahogado de Momo. Tendré que explicárselo después, aunque tampoco tengo muy claro cómo hemos acabado pasando el día juntos.

— Eh..., no. Es que, bueno, he pensado que quizá podría llevarte a casa de mi padre esta noche. Como no has encontrado ningún coche... —suelta de golpe, sin que parezca que se esté dando cuenta o que le importe que Momo esté en la habitación con la mandíbula inferior rozándole el suelo—. Si no..., tampoco pasa nada, sólo quería ofrecerme.

Me incorporo, y él se muerde el aro del labio con los dientes. Me encanta que haga eso. Estoy tan sorprendido por su oferta que casi se me pasa responderle.

— Sí..., sería genial. Gracias.

Sonrío, y él me devuelve la sonrisa y se muestra agradable y visiblemente aliviado. Saca una mano del bolsillo y se la pasa por el pelo antes de volver a meterla donde estaba.

— Vale... Me paso sobre las seis y media para que llegues a tiempo.

— Gracias, JungKook.

— YoonGi —dice con suavidad, y sale de la habitación y cierra la puerta tras de sí.

— Joder, ¡¿qué me he perdido?! —exclama Momo.

— La verdad es que no lo sé —admito.

Justo cuando pensaba que JungKook no podía ser más complicado, va y hace una cosa así.

— ¡No me puedo creer lo que acaba de pasar! O sea, JungKook..., su forma de entrar, ¡como si estuviera nervioso o algo! ¡Madre mía! Y se ha ofrecido a llevarte a casa de su padre... Un momento,¿por qué vas a ir tú a casa de su padre? Y ¿pensabas que te habías dejadoalgo en su coche? ¡¿Cómo es que estoy tan perdida?! ¡Dame detalles! —grita prácticamente, y se coloca al pie de mi cama.

Así que se lo cuento todo, le explico que se presentó aquí anoche y que vimos una película y se quedó a dormir, que hoy hemos ido a mirar coches... y que no le he mencionado antes que él ha estado aquí porque suponía que, si había insistido tanto en que me ayudara a mantenerlo alejado, habría sido un poco raro admitir que había estado con él. Apenas digo nada sobre el padre de JungKook, excepto que voy a ir a su casa a cenar, pero de todas formas Momo parece estar más interesada en la noche anterior.

— No me puedo creer que se quedara aquí, es todo un acontecimiento. Momo nunca se queda, nunca. Y nunca deja que nadie se quede con él. He oído que tiene pesadillas o algo parecido, no lo sé. Pero, en serio, ¿qué le has hecho? ¡Ojalá hubiera grabado la forma en que te ha mirado cuando ha entrado! —chilla, y se ríe—. Sigue sin parecerme una buena idea pero, visto lo visto, te llevas mejor con él que la mayoría. Aun así, ten cuidado —me advierte de nuevo.

«¿Que qué le he hecho?» Nada, seguro. No está acostumbrado a ser amable, pero por alguna razón lo está siendo conmigo. ¿Quizá es su forma de vencerme en alguna clase de juego o de demostrar que sabe fingir tener modales?

Saco el tema de NaYeon, y a partir de ahí Momo toma las riendas de la conversación. Intento prestar atención a sus historias de la fiesta de anoche, a cómo Yuqi acabó sin camiseta (qué sorpresa) y cómo Lucas venció a Chan en un combate ebrio de pulso (jura que es una de esas cosas que tienen mucha más gracia cuando estás allí). Mis pensamientos vuelven a JungKook, claro, y miro el reloj para asegurarme de que tengo suficiente tiempo para arreglarme para esta noche.

Son las cuatro en punto, así que debería empezar a vestirme a las cinco.
Momo sigue hablando hasta las cinco y media, y se vuelve loca cuando le pido que me arregle. No sé muy bien por qué me estoy esforzando tanto en estar presentable para una cena familiar a la que no debería ir, pero sigo adelante igualmente. Ella me maquilla de una forma tan sutil que apenas se nota, pero me veo genial. Natural pero guapo. Luego me riza el pelo igual que la otra vez. Decido ponerme mi overol marrón favorito, a pesar de los intentos de Momo por que me ponga la camisa con dos botones. El overol marrón es bonito y conservador, perfecto para una cena familiar.

Momo me dedica una extraña sonrisa mientras se acerca a abrir la puerta tras unos toques.

— YoonGi, estás..., eh..., estás muy lindo —masculla JungKook entrando y yo sonrío.

¿Desde cuándo dice un «eh» en cada frase?
Momo nos acompaña a la puerta, me guiña un ojo y exclama cual madre orgullosa:

—¡Pasadlo bien!
Jungkook le enseña el dedo corazón y, cuando ella le devuelve el gesto, él le cierra la puerta en las narices.












El trayecto a casa del padre de JungKook es agradable. La suave música de fondo no parece más que una distracción, y me fijo en que agarra el volante con demasiada fuerza. Durante el viaje tengo la sensación de que está de los nervios, pero sé que, si quisiera hablar sobre algo, no tendría problemasen exponerlo.

Me bajo del coche y subo los escalones del camino de entrada. Con el sol todavía en lo alto del cielo, distingo unas viejas enredaderas que ascienden por los lados de la casa y las pequeñas flores blancas que las acompañan. De improviso, oigo cómo se abre y se cierra la puerta de JungKook, y el ruido de sus botas en el camino de entrada. Me vuelvo para ver que está a unos pocos pasos detrás de mí.

— ¿Qué estás haciendo? —le pregunto.

— Es evidente: ir contigo. —Pone los ojos en blanco y da una larga zancadapara colocarse a mi lado al final de la escalera.

— ¿En serio? Creía que no...

— Ya. Vamos a entrar ya y a pasar la peor noche de nuestras vidas.

Contrae las facciones y esboza la sonrisa más falsa que he visto en mi vida. Le doy un codazo y llamo al timbre.

— Paso de timbres —me dice, y gira el pomo.

Supongo que no importa porque es la casa de su padre, pero aun así me hace sentir algo incómodo.

Cruzamos la puerta y entramos en el vestíbulo cuando su padre aparece. La
sorpresa es evidente en su rostro, pero nos muestra su encantadora sonrisa y se acerca a abrazar a su hijo. JungKook, sin embargo, lo esquiva y pasa de largo. El bochorno se hace patente en las hermosas facciones del
señor Jeon, pero aparto la vista antes de que se dé cuenta de que he visto su expresión.

—Muchas gracias por recibirnos, señor Jeon —digo mientras nos adentramos en la casa.

— Muchas gracias por venir, YoonGi; SeokJin me ha hablado un poco sobre ti. Parece que te tiene mucho cariño. Y, por favor, llámame Ken. —Sonríe, y lo sigo hasta el salón.

SeokJin está sentado en el sofá con el libro de literatura en el regazo cuando entro. Se le ilumina la cara y cierra el libro en cuanto me acerco y me siento a su lado. No sé adónde ha ido JungKook, pero aparecerá tarde o temprano.

— ¿JungKook y tú vais a darle otra oportunidad a vuestra amistad? —pregunta SeokJin con el ceño ligeramente fruncido.

Me gustaría contarle lo que está ocurriendo entre JungKook y yo pero, para ser sincero, ni yo mismo lo sé.

— Es complicado. —Intento sonreír, pero titubeo.

— Sigues con Jimin, ¿no? Porque parece que Ken piensa que JungKook y tú estáis saliendo. —Se ríe. Espero que mi risa no suene tan falsa como me parece a mí—. No he venido valor para contárselo, pero estoy seguro de que Jungkook lo hará —añade.

Me revuelvo incómodo sin saber qué decir.

—Sí, sigo con Jimin, es que...

— ¡Tú debes de ser YoonGi! —La voz de una mujer resuena en la habitación.

La madre de SeokJin camina hacia mí y yo me levanto para estrecharle la mano. Tiene una mirada radiante y una sonrisa encantadora. Lleva un vestido turquesa, y encima un delantal estampado con pequeñas fresas y plátanos.

— Me alegro de conocerla, gracias por invitarme. Tiene una casa preciosa —le digo.

Una amplia sonrisa se extiende por su rostro, y me aprieta la mano.

— De nada, cielo, el placer es mío. —Un pitido comienza a sonar entonces en la cocina, y ella se sobresalta un poco—. Bueno, voy a terminar de preparar la cena. Os veo a todos en el comedor dentro de unos minutos.

— ¿En qué estás trabajando? —le pregunto a SeokJin cuando ella sebmarcha, y él me muestra una carpeta.

— En los deberes de la próxima semana. El ensayo sobre Tolstói va a acabar conmigo.
Me río y asiento; me costó horas escribir ese ensayo.

— Sí, es mortal. Lo terminé hace unos días.

— Bueno, si los empollones han acabado de comparar apuntes, me encantaría cenar antes del año que viene —dice JungKook.

Lo fulmino con la mirada, pero SeokJin se limita a reírse y a dejar el libro antes de dirigirse al comedor. Parece que, después de todo, la pelea les ha ido bien.

Los sigo a los dos hasta el enorme comedor. Hay una larga mesa decorada con muy buen gusto, con los cubiertos ya dispuestos y varias fuentes de comida en el centro. No cabe duda de que Elizabeth se ha dejado la piel en esto; será mejor que JungKook se comporte, o tendré que matarlo.

— YoonGi, JungKook y tú os sentáis en este lado —nos indica Elizabeth, y hace un
gesto hacia la parte izquierda de la mesa.

SeokJin se sienta enfrente de JungKook. Ken y Elizabeth toman asiento junto a él.
Le doy las gracias y me siento al lado de JungKook, que está callado y parece
incómodo. Observo cómo Elizabeth sirve el plato de Ken, y él le da las gracias con un beso en la mejilla. Es un gesto tan dulce que tengo que apartar la mirada. Me sirvo rosbif, patatas y calabacín, y por último coloco un panecillo encima. JungKook se ríe por lo bajo ante tal cantidad de comida.

— ¿Qué? Tengo hambre —susurro.

— Nada, las chicos hambrientos son los mejores. —Vuelve a reírse y se sirve una montaña de comida más grande que la mía.

— Dime, YoonGi, ¿te está gustando la Washington Central? —pregunta Ken.

Mastico a toda prisa para poder responder.

— Me está encantando. De todas formas, es mi primer semestre, pregúnteme de nuevo dentro de unos meses —bromeo, y todos se ríen, excepto JungKook.

— Eso está muy bien. ¿Estás en algún club del campus? —pregunta entonces Elizabeth, y se limpia la boca con la servilleta.

— Todavía no, tengo pensado apuntarme al club de literatura el próximo semestre.

— ¿En serio? Jungkook era miembro —añade Ken.  Miro a JungKook. Ha entornado los ojos, y parece molesto.

— ¿Qué tal se vive en los alrededores de la WCU? —pregunto para desviar la atención de él.

Su mirada se suaviza, y me imagino que es su forma de agradecérmelo.

— Muy bien. Cuando Ken fue ascendido a rector vivíamos en una casa mucho más pequeña, hasta que encontramos ésta y nos enamoramos de ella al instante.

Se me cae el tenedor en el plato de cristal.

— ¿Rector? ¿De la WCU? —digo tras dar un respingo.

— Sí. ¿JungKook no te lo ha dicho? —pregunta Ken al tiempo que desvía la mirada hacia su hijo.

— No..., no lo he hecho.

Elizabeth y SeokJin siguen la mirada de Ken hasta JungKook, y éste se revuelve nervioso. Por su parte, JungKook le devuelve a su padre una penetrante mirada de odio. De pronto, se pone en pie y empieza a gritar:

— ¡No! Vale, no, no se lo he dicho, y no entiendo por qué coño es tan importante. ¡No necesito ni tu nombre ni tu posición!

Mientras se aleja de la mesa echando humo, Elizabeth parece que va a echarse a llorar, y a Ken se le ha puesto la cara roja.

— Lo siento muchísimo, no esperaba que... —empiezo a decir.

— No, no te disculpes por sus malos modales —me dice Ken.

Oigo el portazo de la puerta trasera y me levanto.

— Si me disculpan —digo, y salgo del comedor para buscar a JungKook.

Cruzo corriendo la puerta trasera y veo a JungKook caminando de un lado a otro en el porche. No sé qué puedo hacer para ayudar, dada la situación, pero sé que prefiero estar aquí fuera con él a enfrentarme a su familia en el comedor después del numerito. Aun así, me siento culpable, ya que he aceptado la invitación a pesar de que Jungkook no quería. Si de pronto él comenzara a quedar con mi madre, sé que no me haría mucha gracia.

«Ja, seguro que ella permitiría que eso ocurriera», señala mi subconsciente.

Como si me hubiera leído el pensamiento, JungKook me mira enfadado. Cuando me acerco a él, se aparta.

— JungKook...

— No, YoonGi, para —dice tajante—. Ya sé que me vas a decir que tengo que entrar y
disculparme. Pero no voy a hacerlo ni de coña, ¡así que no gastes saliva! ¿Por qué no vuelves adentro, disfrutas de la cena y me dejas en paz de una vez?

Doy un paso hacia él, pero lo único que consigo decir es:

— No quiero volver adentro.

— ¿Por qué no? Encajas de miedo con sus remilgadas y aburridas personalidades.

«¡Ay! ¿Qué hago aquí otra vez?» Ah, sí, eso es: ser el saco de boxeo de JungKook.

— ¿Sabes qué? ¡Genial! Me voy. ¡No sé por qué no puedo dejar de intentarlo contigo! —grito, pero espero que no me oigan dentro.

— Porque no eres capaz de captar la indirecta, supongo.

En cuanto las palabras salen de su boca, siento que se me forma un nudo en la garganta.

— Ya me ha quedado bien clara —replico.

Permanezco mirando el patio de piedra e intento tragarme la punzada de dolor de sus palabras, pero es imposible. Cuando levanto la vista para mirar a JungKook, sus fríosojos se encuentran con los míos.

— ¿Ya está? ¿Ésa es tu respuesta? —Empieza a reírse y se revuelve el pelo con las manos.

— No te mereces ni un minuto más de mi tiempo. ¡Ni siquiera te mereces que te hable, ni que esa buena gente se moleste en organizar una cena para que tú la fastidies! Eso es lo que haces: fastidiar cosas, ¡fastidiarlo todo! Y ya me he hartado de ser una de esas cosas.

Las lágrimas me empapan la cara cuando JungKook se acerca a mí. Retrocedo, y tropiezo con algo. Él me sujeta, pero me agarro a una silla del patio en su lugar. No quiero ni necesito su ayuda.

Al levantar la vista, noto que parece agotado. También lo percibo en su voz cuando dice por lo bajo:
— Tienes razón.

— Ya lo sé. —Y me aparto de él.

A una velocidad que no esperaba, me agarra de la muñeca y tira de mí hacia su pecho. Me apoyo contra él sin dudarlo, con unas ganas tremendas de tocarlo. No obstante, he aprendido la lección: siento la alarma en los latidos de mi corazón, acelerado bajo mi pecho. Me pregunto si JungKook también puede oírlos, o notar mi pulso en su mano. Su mirada está cargada de rabia, y sé que la mía es un reflejo de la suya.

Sin previo aviso, estampa los labios contra los míos, y el ímpetu de su boca me resulta casi doloroso. Su reacción está tan movida por la desesperación y el deseo que estoy perdido. Perdido por JungKook. Perdido en el salado sabor de mis lágrimas en nuestros labios, perdida en sus dedos enroscados en mi pelo. Desliza las manos desde mi cabeza hasta mi cintura, y me levanta hasta la barandilla del porche. Separo las piernas para él, y se coloca entre ellas sin despegar un solo instante la boca de la mía. Nos enredamos el uno en el otro en una ola de calor y gemidos. Mis dientes rozan su labio inferior, lo que lo hace gruñir y apretarme aún más contra sí.

Entonces, la puerta trasera chirría al abrirse, acabando así con la magia. Al mirar hacia allí, me horroriza encontrarme con la dulce mirada de SeokJin. Se ha puesto rojo, y tiene los ojos muy abiertos. Aparto a JungKook de un empujón, salto de la barandilla y me coloco bien el vestido en cuanto toco el suelo.

— SeokJin, yo... —empiezo a decir.

Él me muestra la palma de la mano para acallarme y se acerca a nosotros. La respiración de JungKook es tan pesada que juro que retumba entre la casa y los árboles. Tiene las mejillas encendidas, y una mirada apasionada.

— No lo entiendo. Pensaba que os odiabais mutuamente, pero mira por dónde... Tienes novio, YoonGi, no me esperaba esto de ti. —Las palabras de SeokJin son duras, pero el tono de su voz es suave.

— No es lo que... No sé qué es. —Hago un gesto entre JungKook y yo. Él permanece en silencio, de lo cual me alegro—. Jimin lo sabe, bueno..., lo de antes. Iba a decírtelo, pero no quiero que cambie tu forma de verme —replico casi a modo de disculpa.

— No sé qué pensar... —dice SeokJin, y vuelve a entrar en la casa.

Y entonces, como sacado de una película, el estallido de un trueno atraviesa el aire.

— Parece que va a haber tormenta —comenta SeokJin estudiando el cielo, que ha empezado a oscurecerse. A pesar de estar tan alterado, su voz suena tranquila.

— ¿Tormenta? SeokJin acaba de pillarnos... besándonos —digo mientras siento cómo la pasión entre nosotros va desapareciendo poco a poco.

— No te preocupes por él —repone.

Lo miro y espero ver en él una expresión engreída, pero no hay ni rastro. Lleva una mano a mi espalda y me la frota suavemente.

— ¿Quieres volver a entrar o prefieres que te lleve a casa? —pregunta.

Es alucinante la velocidad a la que su estado de ánimo puede pasar de la ira al deseo o a la calma.

— Me gustaría entrar y terminar de cenar. ¿Qué quieres hacer tú?

— Supongo que volver a entrar; la comida está bastante buena —dice sonriendo, y yo suelto una risita—. Es un sonido adorable —señala, y nuestras miradas se encuentran.

— Ahora estás de mucho mejor humor —digo, y él vuelve a sonreír.

Se frota la nuca, como hace siempre.

— Yo tampoco lo entiendo.

«Entonces ¿está tan confundido como yo?» Ojalá mis sentimientos por él no fueran tan intensos; podríamos llevarnos mucho mejor. Cuando dice cosas así hace que me preocupe mucho más por él. Ojalá él pudiera sentir lo mismo, pero ya me han advertido tanto Momo como el propio JungKook que eso no va a suceder nunca.
Vuelve a tronar, y JungKook me da la mano.

— Entremos antes de que empiece a llover.

Asiento, y me guía hacia el interior. No me suelta la mano mientras volvemos al comedor. SeokJin  enseguida se da cuenta de ello, pero no dice nada. A pesar de que no quiero que mi amigo lo vea, me encanta la sensación de tener la mano de JungKook sobre la mía. Me gusta demasiado como para retirarla. SeokJin vuelve a concentrarse en su plato mientras nosotros regresamos a nuestros asientos.

Cuando me suelta la mano, SeokJin mira a su padre y a Elizabeth.

— Siento haberte gritado así —murmura. La sorpresa es evidente en los rostros de todos los presentes, y JungKook baja la vista hacia la mesa—. Espero no haber arruinado la cena en la que ambos os habéis esforzado tanto —añade.

No puedo evitarlo. Estiro el brazo por debajo de la mesa y apoyo la mano encima de la de JungKook para darle un ligero apretón.

— No pasa nada, lo entendemos —dice Elizabeth —. No vamos a dejar que se estropee la velada; aún podemos disfrutar de la cena.

Sonríe, y JungKook la mira y le dedica una pequeña sonrisa, un gesto que sé que le cuesta horrores. Ken no dice nada, aunque asiente para mostrar su acuerdo con el sentimiento general.

Retiro la mano despacio, pero JungKook entrelaza los dedos con los míos y me mira de reojo. Espero no estar poniendo la cara de tonto que me imagino. Podría decirse que es la primera vez en mi vida que no estoy comiéndome la cabeza por todo, como, por ejemplo, por el motivo por el que le estoy dando la mano cuando estoy saliendo con Jimin.

La cena va bien, pero Ken me intimida un poco ahora que sé que es el rector de la facultad. Es un cargo muy importante. Hablamos de su marcha de Inglaterra, de lo mucho que adora Estados Unidos y el estado de Washington en concreto.

JungKook sigue cogiéndome de la mano, y ambos nos las apañamos para comer con una sola, aunque a ninguno parece importarnos.

— El tiempo podría ser mejor, pero se vive muy bien aquí —explica Ken, y yo asiento para mostrar que estoy de acuerdo.

— ¿Qué planes tienes cuando acabes la universidad? —me pregunta Elizabeth mientras los demás terminan de comer.

— Quiero mudarme a Seattle, y espero trabajar en el sector editorial mientras escribo mi primer libro —digo con confianza.

— ¿En una editorial? ¿Tienes alguna en mente? —pregunta Ken.

— La verdad es que no. Quiero aprovechar cualquier oportunidad que se me presente para meter un pie en el sector.

— Qué bien. Resulta que tengo buenos contactos en Vance. ¿Has oído hablar de ella? —pregunta, y miro a Hardin. Él ya me había mencionado que conocía a alguien allí.

— Sí, he oído muy buenas opiniones sobre ella. —Sonrío.

— Puedo llamarlos de tu parte si quieres; sería una gran oportunidad para ti. Pareces un joven brillante, y me encantaría ayudarte.

Suelto a JungKook y entrelazo ambas manos bajo la barbilla.

— ¿En serio? ¡Sería muy amable por su parte! Se lo agradecería mucho —exclamo.

Ken me dice que va a llamar a quienquiera que sea su contacto el lunes, y le doy las gracias una y otra vez. Me asegura que no es nada y que le encanta ayudar siempre que puede.

Vuelvo a meter la mano por debajo de la mesa, pero JungKook ha apartado la suya, y cuando Elizabeth se levanta para recoger la mesa, él se disculpa y se va al piso de arriba.

Continue Reading

You'll Also Like

239K 38.3K 154
MI PRINCESA HEREDERA VIENE DE LA TIERRA El príncipe de la corona del imperio Sodir estaba dedicado a un criminal que había sido exiliado. Shingen Or...
13.3K 2.1K 20
La reina Jung cansada de no poder encontrar la cura para su único hijo, decide hacer un llamado real. "Aquel que logré derretir el corazón de mi hijo...
10.4K 974 9
Re-subiendo. "In una hora ista religio est, et ego incipiam. Et beatos vos Jeon Jungkook, ego praecipio tibi, ut ex libro. Et erunt solum pro tempore...
25.2K 1.1K 25
Laia Gonzalez, una joven de 16 años nacida el 02/07/2007, es la hermana pequeña de Pedro Gonzalez, mas conocido como Pedri, jugador del FC Barcelona...