The War [Corregida]

Af Blue_Dog1515

80 10 86

La humanidad se ve amenazada con la existencia de supuestos humanos con habilidades sobrenaturales, dando pie... Mere

Capítulo 1: «Introducción al caos»
Capítulo 3: «Traumas y un próximo resurgir»
Capítulo 4: «Luz en tiempos oscuros»

Capítulo 2: «No son zombies»

12 2 6
Af Blue_Dog1515

Antonio no se creía lo que veía. Él conocía a Lizbeth desde pequeña en la primaria, podría ser molesta, pero no era una asesina. Luego recordó lo mucho que los había cambiado la guerra a todos.

Lizbeth alzó la vista y Antonio cerró los ojos a pesar de saber que eso no lo volvería invisible. Pero no, Lizbeth no lo vio y como ya había terminado de enterrar a su hermana, se llevó la pala y caminó a la entrada más cercana a las instalaciones. Él bajó del árbol e hizo lo mismo, dirigiéndose a otra de las entradas al edificio.

La cabeza le daba vueltas, no paraba de ahondar en el nauseabundo olor del cadáver. Antonio nunca había visto uno igual. Sí, estaban en guerra, pero él no era un soldado, estaba en una oficina, detrás del café y las computadoras. Los únicos cadáveres que había visto estaban pixelados en la televisión.

De camino a las instalaciones seguía sin dar crédito a lo que había visto. Estaba mareado y no se podía sacar de la cabeza el olor del cadáver de la que en algún momento fue la ex-novia de su hermano menor, Edwin.

—Antonio, ¿dónde te habías metido? Felipe y yo te estuvimos buscando.

Pero el rubio, lejos de responder a Lily con normalidad, dio media vuelta y vomitó. Su compañera soltó un pequeño alarido y Felipe bajó las escaleras hasta dar con su amigo.

Definitivamente, Antonio no estaba hecho para ser soldado.

—¡Antonio! —clamó Felipe y entre él y Lily lo llevaron al baño personal de esta última.

Estuvo sin despegar la cabeza del inodoro por diez minutos seguidos. Lily solo podía recaer en que su amigo había caído enfermo por haber comido algo en mal estado. Nada más alejado de la realidad.

—Antonio, dime, ¿qué pasó? —preguntó Lily.

El chico permaneció en silencio unos segundos. No podía revelar lo que había visto sin comprometer a Lily a actuar en cuanto al asesinato de Elizabeth. Él estaba enamorado de Lily y ella, como capitana, tenía un deber. Si él no le decía, Lizbeth seguiría con vida, cosa que Antonio buscaba, porque después de todo, Lizbeth había sido su novia en la primaria, y aún le guardaba un tanto de cariño, también lástima, mucha lástima. No podía meterla tras las rejas, y no lo hizo.

—Me dieron náuseas, no es nada.

Y era verdad, pero aún se sintió mal por ocultarle cosas a Lily. Sus emociones, nuevamente, ganaban esta ronda.

***

Max volvió a tocar la puerta y esta vez Dani fue quien gritó.

—¡Kate, vamos a entrar!

Katherine se veía peor que nunca, no obstante, Marcela hizo como si nada, tenía otra pregunta en mente.

—¿Kate, por qué no respondes mis mensajes?

La chica miró su celular destruido sobre las encimeras de la pequeña cocina. Marcela también lo vio. Pero no preguntó, se imaginó qué era lo que debía de haber pasado.

Los chicos estaban incómodos y por más que Marcela intentaba, no traería a la vieja Kate de vuelta.

—Te perdiste esta aventura —La castaña prendió un cigarro dentro del cuarto—. Te extrañamos. Nuestras misiones no son lo mismo sin ti.

La respuesta fue lejos la que la pelirroja esperaba. Marcela se acercó a mirarle a los ojos a ella, su amiga, su mejor amiga. Esta sopló el humo del cigarro en su cara y cuando Marcela tosió, Max se enojó al ver la escena.

—¡¿Quién te has creído?!

Si la cosa le hubiera pasado a Daniela, la rubia habría dejado que Max desatara su furia. Pero se trataba de Marcela y ella era mucho más compasiva.

—Está bien, Max.

Kate siguió fumando como si nada.

—¡No, no lo está, nos trata como basura y no le hemos hecho nada!

—Max, calma.

—Ya estoy harto. No puedes dejar que te trate así. Está bien, sí, perdió a su hermana y a Alex, pero no es la única que ha perdido gente. No porque estés mal significa que puedas tratar a los demás como la mierda. Y mira que lo digo yo.

Max había crecido como persona en cuanto a ese aspecto. Ya no descargaba su sentir por haber perdido a alguien en los demás. ¿Y Kate? Ella había retrocedido.

Dani fue la primera en notar el llanto de Kate.

—Chicos, vámonos. Ella necesita estar sola.

Zack fue el primero en abandonar la habitación. Marcela la última.

—Kate...

—Vete.

Y Marcela se fue. Después de todo, tenía un castigo que cumplir gracias a Max.

***

Nunca fue el deber de Marcela aguantar tanto. Pero pese a haber mejorado notablemente al momento de comunicarse con la gente, seguía cayendo en sus manipulaciones. Y por si fuera poco, ella también manipulaba, solo que no se daba cuenta de ello.

Encontraba mucho parecido entre Kate y Max. Había una diferencia, Max nunca la trató mal, al contrario, la protegía pese a todo. Marcela no estaba lista para darse cuenta de esa diferencia obvia. Su cerebro la bloqueaba cada vez que trataba de pensarla.

Su cerebro...

—¡¿Qué esperas?! ¡Vamos! —Clamaba Kate, aguardando a que Marcela tuviera la valentía de lanzarse al océano—. ¡No temas!

—¡No sé nadar! —chilló la pelirroja.

—¡Yo te enseño!

Y así fue. A petición de Marcela, Kate no la soltó ni un segundo.

Max había intentado enseñarle a nadar desde que eran niños. Jamás lo había conseguido. Pero, ¿qué tenía Kate que no tenía Max? Sí, ella era una chica, pero no iba al caso. Max era impulsivo y tendía a cometer un error tras otro, pese a buscar lo mejor para Marcela. Kate era delicada. Cuando te enseñaba algo, era como una figura materna, y pese a ser impulsiva en ocasiones, se sabía controlar, o eso al menos cuando finalizó aquella época en la que eran víctimas de un asesino.

Kate le enseñó a nadar a Marcela después de 17 años en los que esta no se atrevía a hundirse en lo profundo. El agua pasó de estar fría a ser considerada tibia, las olas azotaban la arena sin mucha brusquedad. Y ellas sintieron que era un momento que, en sus cabezas, duraría horas y no un par de minutos. Marcela lo recordaba así, horas en la playa con su mejor amiga enseñándole a nadar.

Marcela y Katherine conectaban de una forma sin igual. Sí, en un pasado. Ahora Marcela era la única que intentaba revivir el momento, sin éxito. A día de hoy seguía sin darse por vencida en lograr nuevamente esa conexión entre ambas. Kate no era la misma y Marcela temía que eso continuara así. La guerra le había quitado a su mejor amiga, entre otras cosas más.

***

El grupo tuvo que ir a limpiar heces de caballo durante las siguientes cinco horas. Marcela se hallaba melancólica. Odiaba estar en donde estaba, odiaba hacer lo que hacía y anhelaba con todo su corazón volver al pasado, antes de que todo se jodiera.

—Chicos, miren, miren. Nunca había visto una mierda así —interrumpió Max.

—¿Cómo es posible?

—Acércate Zack.

—Claro, para que me hundas la cabeza en la peste. No, gracias.

Max bufó y Dani se echó una carcajada. Por otro lado, Marcela vio que esta resplandecía y se acercó con cautela. Max siguió picándole con la pala. Y fue cuando la pelirroja se enteró.

—¡Max para, eso no es...!

—¡Aaaaaah!

Todos saltaron, y ninguno como Max, porque la supuesta mierda que él no paraba de picar, le había estornudado en la cara una especie de slime.

—¡¿Qué es eso?! —dijo Dani.

—¡Parece un moco! —proclamó Zack.

—¡Quítenmelo!

Pero esa viscosa gelatina no fue fácil de quitar. Daniela tenía un mal presentimiento con el tema, pero no lo hizo saber a los demás porque no quería asustar más a Max y porque creyó que estaba siendo paranoica. Pero no lo fue.

Esa misma noche, Max comentó a Zack que estaba demasiado cansado como para ducharse, que lo haría mañana a primera hora, ya que de momento solo necesitaba dormir. Y durmió como un bebé. Zack notó que no se movía estando a cinco minutos del desayuno, entonces lo picó con la pala.

—Hey, ¿no que te ibas a duchar?

Un gruñido. Debió de ser la primera señal de que algo andaba mal, pero Zack conocía a su amigo y era de hacer cosas de este estilo. Entonces no fue motivo de alarma.

Zack lo siguió picando. Fue cuando Max soltó un alarido demoníaco y asustó a Zack después de quitarle la pala y aventarla por la ventana. El vidrio se hizo añicos y los cristales saltaron hacia todos lados, tanto dentro como hacia afuera de la habitación. Había un agujero gigantesco.

Zack volteó nuevamente hacia Max, el cual parecía cada vez más un zombie. Sus ojos no tenían ese brillo natural, su piel estaba reseca, descascarada, tomando un tono grisáceo, sus gimoteos parecían sacados de una película de horror, pero lo que hizo que Zack se decidiera a huir del cuarto y encerrar a Max con llave fue que este se le lanzara encima de él de una manera bestial, como un animal en busca de presas.

Aunque Max no fue el único en caer poseído por el moco verde. Él y muchos otros fueron víctimas, aunque eso no quita que su situación fue notificada como la primera entre todos los soldados.

—No lo entiendo.

—Nadie lo entiende, Lily —replicó Antonio.

—¿Y cómo se supone que deba actuar? ¿Primero los magos y ahora una horda de zombies?Además, ¿dónde está ella? ¿La necesitamos y se da el lujo de llegar tarde?

—A de estar ocupada. La llamaste de improvisto —volvió a arremeter el rubio.

—Antonio, no me vengas con patrañas, ella puede desaparecer y aparecer en un abrir y cerrar de ojos.

—Han avanzado —habló Felipe. Lily y Antonio detuvieron la plática para escuchar—. Los Wizards, primero fueron con brillitos envenenados y ahora esto.

Pero antes de que alguien pudiera decir otra cosa, apareció a quien tanto esperaban.

—¡Chloe! Ya me estaba imaginando lo peor —dijo Lily y complementó con un abrazo. Chloe Baker le correspondió.

—Cielos Lily, ¿tan poca fe me tienes?

Chloe Baker era una Wizard, la cual traicionaba a los suyos para ayudar a los Red Soldiers. Jamás se sintió parte de los Wizards y una traición a ellos era prueba más que suficiente. Pero ese no era el caso, y es que Chloe había logrado completar casi un año de traición sin que ninguno de los suyos se diera cuenta. Astuta, ¿no?

—Es que no puedo contenerlos más —dijo Lily mirando a los ojos a Chloe, uno verde y otro azul. Llamativos era decir poco.

Chloe era de contextura delgada, estatura promedio, cabello negro, y como ya saben, ojos interesantes. Se trataba de una de las Wizards más poderosas, por lo que tenerla de su lado les convenía bastante. Lily sabía darle esa utilidad que en las instalaciones de Wizard no.

Le tomó media hora hacer que un zombie volviera a la normalidad. En efecto, se trataba de una poción hecha por los Wizards, la cual fue enviada a las cañerías. A eso se debía el slime sobre Max y al envenenamiento a muchos refugiados que bebieron agua de la llave. Eran ellos, no buscaban atacar de manera activa, sino indirecta. Lily tronó los dientes pensando en que ellos no los veían como un oponente digno como para atacar con todo lo que estaba en sus manos.

Frustración.

Pero la chica estaba decidida.

—Chloe, ¿cuántas personas se necesitan para hacer esto?

—Depende del nivel del mago, mientras mayor sea su avance, menos Wizards se van a necesitar.

—¿Qué nivel eres? —cuestionó Antonio, apoyándose en Felipe.

—Nivel 245. Y se requiere un mínimo de 10.

Lily, Felipe y Antonio intercambiaron miradas triunfantes.

—Chicos, es momento de enviar zombies a nuestro enemigo.

***

Tras las rejas de la prisión que tuvieron que ampliar para retener a todos los zombies, estaba Max, quien ya no era capaz de razonar. Poseído por aquel slime, y sus amigos fueron a verlo, no porque no sabían que tuviera cura el estado en el que se encontraba. Era por Marcela. La pelirroja insistió en estar con él en todo momento. Zack y Dani iban a cerciorarse de que esta no cometiera una locura en un momento de fragilidad mental.

—Marcela basta, los zombies no comen arroz.

Daniela estaba perdiendo la paciencia. ¿Cómo la pelirroja podía ser tan estúpida?

—¡Dani! —reclamó Zack como si le hubiera leído el pensamiento a su amiga.

—Sé que los zombies no comen arroz, pero Max no es un zombie. Así como todos los demás en esta celda. Están poseídos.

Zack y Dani guardaron silencio. A Dani le hervía la sangre; ¿cómo es posible que esa perra estúpida le haya corregido?

Su odio a Marcela había incrementado desde la desaparición de Sole, porque Sole, su mejor amiga, era la única capaz de calmarla en uno de sus arranques, que limitarían sus homicidios potenciales a cero. Sabía cómo actuar porque la conocía como ningún otro, y podía ayudar con estrategias para calmarla. Los demás no eran así. Max, por ejemplo, veía a Dani y se desesperaba con ella.

—Es como cuando Max creía que Zack era un vampiro. Dejemos a la loca soñar, yo me voy a mi cuarto —y Dani dio media vuelta y se marchó.

En cuanto a Zack, se acercó a Marcela y la ayudó a alimentar al poseído. No hablaron mucho, en parte porque Zack no era de hacer plática, lo cual no importó porque Marcela, pasados los tres minutos, inició un monólogo.

Fue cuando Max habló, con los ojos inquietos y de un color azul claro, algo ido, que daba una apariencia acorde a la situación.

—No hay forma... de evitar... la muerte.

Marcela y Zack guardaron silencio. Max solo dijo eso, nada más. Después volvió a ese estado en el que no era capaz de formular oraciones como la anterior. Marcela pensó que era una clase de profecía. Zack era más realista y supo que lo que Max dijo, era algo que un Wizard le envió como recado. Pero por más catastrófico que sonaba, no lo hicieron saber a nadie. Después de todo, ¿quién iba a escucharlos?

***

Con el pasar de los días, Marcela no dejó de visitar a Max. Daniela seguía molesta con ella, lo que complicó más las cosas que compartieran cuarto. Hacía que Kate tuviera algo más con lo que lidiar, aparte de su salud mental. Ahora los gritos y comentarios negativos eran más significativos.

Tras pasar una semana, Marcela había empezado a llorar por las noches. A Kate y Dani al principio se les hizo molesto, sobre todo a Kate. Era como si su empatía se hubiera desvanecido. Dani tuvo que ceder ante la presión.

—Marcela, ¿qué pasa?

Dani se veía contrariada con sus pensamientos. Siempre había sido una manipuladora, pero algo la había vuelto más humana los últimos años. Ese algo se había ido con el inicio de la guerra el 2018. Con el pasar de los meses se volvió inmune al sentimiento. No sentía ni una pizca de humanidad, todo era fingido porque tampoco quería levantar sospechas de haber sido insensibilizada por la guerra. Sin embargo, toda esa coraza fue rota esa misma noche, porque al escuchar a Marcela llorar una vez más, la rompió.

—¿Dani? —murmuró Marcela.

Eso solo hizo que la rubia sollozara más fuerte. Kate tenía la empatía apagada, por lo que solo se puso la almohada en los oídos y se quejó, ignorando todo.

Marcela se levantó de la cama y tomó asiento en la de Dani.

—Últimamente todo parece negro, ¿no? —comentó la pelirroja.

Dani tomó asiento en el colchón, duro e incómodo. Cómo extrañaba dormir en su cama, la de su casa, en un vecindario bonito. Odiaba la situación en la que se hallaba, y nada podía cambiarlo.

—Es un asco, ¿no? —Dani asintió ante el comentario de Marcela.

Fue cuando empezó a llorar de manera catastrófica. Marcela la abrazó y lloró con ella.

—Estoy harta de esto —comentó la rubia entre lágrimas—. Harta de dormirme sin saber si voy a seguir con vida al día siguiente, harta de limpiar mierda gracias a los castigos que ganamos por los planes de Max, harta de perder a la gente que me importa. Se van a cumplir dos meses y todo no hace más que empeorar.

—Sin mencionar los constantes ataques de los Wizards y el ambiente negativamente tóxico —dijo Marcela.

Dani se limpió una lágrima de la mejilla y le dio a su amiga una media sonrisa.

—Eso está implícito.

Ambas rieron para culminar con otro abrazo.

—No sé si ayude, pero estamos juntas en esto.

—Sí ayuda —sentenció Dani.

Ellas compartieron lo doloroso de estar en esa situación mientras Katherine se reacomodaba en su cama una vez tras otra, molesta y dando a entender que no la dejaban dormir. Pero Dani y Marcela no estaban para las tonterías de Kate porque era la primera vez que se desahogaban de esa forma. Nada podía estropearlo.

Y era verdad, y a riesgo de sonar repetitivo, sí que estaban en juntas en esto. Aunque no por mucho.

***

Max era incapaz de tener ideas disparatadas o de simplemente pensar. Se hallaba atorado en una especie de limbo o subconsciente. Había perdido la noción del tiempo y no tenía idea de que había pasado una semana atrapado en el mismo sitio. Ninguno de los que estaban en la situación de Max lo sabían. Pero cada uno se encontraba atorado en su propia mente.

Y como él era terco, decidió probar una vez más eso de gritarle al oscuro vacío.

—¡Holaaa!

La garganta le dolía, eso lo detuvo porque había llegado a un punto crítico. Él aún no entendía dónde se hallaba. Al quedar encerrado era capaz de gritar y pensar, cosa que ahora no. Es más, había olvidado cosas fundamentales, como si estaba aquí por su cuenta, nombres de personas, la situación actual del mundo, entre otras cosas.

Uno. Su cuerpo empezó a moverse. Algo que no era capaz de hacer desde que llegó, ahora funcionaba y no a su voluntad.

Dos. Tosió, tenía la garganta en extremo irritada y no sabía a dónde lo llevaba su cuerpo. Se percató de la sangre en su camisa. ¿De dónde...? Ah, claro, se había provocado una hemorragia de tanto gritar.

Tres. Dolor y más sangre. Su cuerpo avanzaba a paso lento. Se movía, pero no era capaz de distinguir nada. Todo era negro a su alrededor, no había objetos, ni otros seres vivos. Fue cuando se dio cuenta de que estaba brillando, solo él, brillaba de forma natural e ilógica.

Trato de controlar su cuerpo, pero este no obedecía.

Entonces una mano negra y gigantesca se le aproximó desde lo lejos... y le perforó el estómago.

***

Chloe Baker tenía bien claro cómo era y por algún motivo no le costaba admitirlo de manera no verbal. Porque solo ella podía saber.

Era manipuladora, detestaba perder, mentía a sobremanera y le salía de forma natural. Vivía por y para el caos, no le importaba usar a los demás para cumplir sus objetivos. Quedémonos con eso último y podremos descifrar por qué traicionaba a los Wizards.

Desde pequeña, una de sus metas era ser exitosa y poderosa. Pero con el pasar de los años, los conceptos se fueron retorciendo en su cabeza. Ser exitosamente poderosa no significaba ser buena persona. Ella sabía lo mala que era, pero era capaz de engañar a todos para introducirse en la sociedad. Como a Lily y al resto de Red Soldiers, porque si se aliaba con ellos, los Wizards se extinguirían y nadie competiría con ella por el poder. Sería la mejor y la única bruja del planeta y eso la llevaría al éxito porque los Red Soldiers habrían ganado gracias a ella, lo que significaba una vida de lujos por delante, esto sumado a que tendría la capacidad de hacer lo que quisiera con todos. Empezaría una dictadura, sería recordada y temida.

Sí, Chloe era ambiciosa y sabía que no sería fácil, pero nada en su vida lo había sido. Las circunstancias la habían vuelto cruel, y no tenía empatía como para sentirse mal por el daño que le hacía a otros. Nunca la tuvo y ella creía que eso la hacía más inteligente que el resto. La empatía solo ocasionaría fallas en sus planes.

¿Qué más esperar de quién causó la guerra de forma indirecta? Porque sí, fue una de sus acciones lo que la desencadenó. Aunque era un tema complicado de entender, pero Chloe no se sentía arrepentida.

De pequeña había sufrido y era un arma que ocupaba para manipular y victimizarse. Aunque era sumamente cuidadosa con las cosas que contaba porque no quería ser el blanco de alguien.

El día en que llegó a las instalaciones de Red Soldier comenzaba un nuevo capítulo en su juego. Porque de seguro lo habían intuido, pero fue Chloe quién convirtió a todos en "zombies". Incluido Max. Y nadie debía saberlo, porque estropearía su plan, ya que la única forma de hacer que los Red Soldiers ataquen, era si los Wizards atacaban primero. Por eso Chloe hizo pensar a Lily que se trataba de sus compañeros magos gastándoles un ataque con lo del slime.

La muchacha de ojos llamativos no podía sentirse más que realizada. Lily no era otra cosa que una pieza en su juego de ajedrez. Y cuando esta le dijo de atacar a los Wizards con su magia, sintió tanta satisfacción, que se le hizo difícil ocultarlo, aunque de todas formas lo hizo.

Se aproximaba una ofensiva y como Chloe sabía que Lily era vengativa y ambiciosa, le venía perfecto.

—Chloe, convocaré una reunión con los demás capitanes y propondremos ideas para el ataque. Necesito que estés presente.

—Lo haré con tal de ayudar —y cuando Lily le dio la espalda, Chloe volvió a comentar—. Quiero darme una ducha, ¿puedo...?

—Ten —dijo la castaña ofreciéndole a Chloe las llaves de su habitación—. Fernanda y Maybel están entrenando. Estarás sola.

—Gracias.

Chloe se fue. Sabía dónde quedaba el cuarto porque no era la primera vez que venía. Recorrió los pasillos e introdujo la llave en la cerradura. Abierto. Entró y cerró, luego caminó, grabando los objetos en su mente.

Miró la puerta cerrada y esbozó una sonrisa. Pasaron los segundos y su expresión cambió de manera progresiva. Empezó a reír, primero con discreción, para acabar de manera escandalosa. Se carcajeaba de forma siniestra y nadie la estaba contemplando.

El hechizo del slime podía llegar a matar a alguno de los involucrados, pero a ella no le importaba porque su plan iba tal cual quería.

Muchos podrían afirmar que había perdido la cabeza, pero no, todo apenas iniciaba.

Fortsæt med at læse

You'll Also Like

120K 16.4K 62
Sinopsis Tras encender el gas para perecer junto a quienes codiciaban la fortuna de su familia, Lin Yi transmigró a otro mundo, ¡y estaba a punto de...
30.8K 1.1K 32
Les vengo a informar que si demoró en publicar más capítulos es por falta de ideas o porque estoy ocupada y si no les gusta el ship por favor no haga...
24.1K 3.5K 37
toda mi clase y yo fuimos transportados a todo un mundo de fantasía lleno de magia y poderes, todo para vencer al Rey demonio. ¿¡Porqué debo pelear p...
37.4K 5.6K 29
《 Transmigré a la antigüedad para ganar dinero y criar a mi cachorro 》 Continuación a partir del capítulo 200. Para leer la primera parte, busca la n...