En aquella cocina, se podía apreciar a Urami apoyándose en la mesa, estaba cruzado de brazos mientras sus ojos estaban posicionados en la tetera la cual estaba esperando a que hierva para hacer el te.
- Bueno, aprovechando el tiempo, ¿no me quieren decir de una vez? - Pregunto mirando a sobrinos, quienes estaban sentados en las escaleras.
Ante su pregunta, todos se miraron, como si estuvieran poniéndose de acuerdo en algo.
- Esque....necesitamos que vayas a la dirección mañana....por nuestro comportamiento.- Sekido agregó, los demás incluso el ya se estaban tapando con sus manos, preparándose para el golpe de su tío.
- Ya sabia. - Comento encogíendose de hombros.
- ¿¡QUE?! - Soltaron todos los hermanos al unísono.
- Si, me llamaron de la dirección esta mañana, ¿ahora que hicieron? - Soltó un suspiro el mayor mientras se cruzaba ahora de brazos.
Si se notaba algo molesto.
- Que gran pregunta! Quieres contestarla, Karaku? - El ojirojo miro con molestia al nombrado.
- ¡Al menos agradezcan que perdimos clase! - Rodeo los ojos irritado. - Hay que te la conteste la maldita directora. -
- Karaku, el vocabulario! - Urami lo apunto con un tenedor.
- Ya ya, perdón. - Se disculpo moviendo sus manos en forma de disculpa.
[••••]
Mientras tanto, en la habitación de arriba, se podía ver a Aizetsu cargando a su hermanastra Akari, esta todavía estaba dormida en sus brazos, el ojiazul al verla le dio mucha ternura.
- (Estas muy hermosa, hermanita...) - Pensó acariciando tu mejilla.
Sus ojos se bajaron a tus labios, donde los observo, Dios, se veían tan apetitosos, esos labios carnosos, color rosa hermosos los estaba volviendo loco.
Sin poder aguantar, su dedo pulgar acaricio estos, joder, incluso su textura era suave.
Con cuidado, dejo a Akari en la cama sin dejar de acariciarle su boca, eso se estaba volviendo una adicción para el, no podía dejar de verlos, por alguna razón los había atrapado.
Lamio sus labios mientras te veía, miro hacia la puerta por unos segundos, no veía ni había rastros de nadie, seguido acto volvió a mirar tus adictivos labios.
- Mhh...no se dara cuenta si solo los pruebo...¿verdad? - Se fue inclinando hacia ti....
Te tomo de la mejilla y la acaricio, antes de hacer un leve puchero estirando sus labios, los cuales se unieron con los tuyos en un beso cariñoso para el.
No era ningúno apasionado, no, el quería uno cariñoso, además solo los quería probar.
Abrió algo sorprendido sus ojos al saborear el sabor de tus labios, sorprendentemente sabían bastante bien, ya estaba entendiendo el porqué la obsesión de Karaku con ellos.
- Mhhh~ - No pudo evitar gemir inconscientemente, pues el placer y delicia que estaba sintiendo con tus besos era otro nivel.
Segundos después, se alejo de ti, miró por otros segundos tus labios antes de sonreírte.
- Sabes tan exquisito, mi hermanita....- Su mano se dirigio a tu cabello, donde lo comenzó a acariciar. - Te prometo que ahora en adelante, yo te cuidare más...~-
Un leve sonrojo apareció en sus mejillas, tenerte así...dormida debajo de el, le emocionaba por alguna manera.
Te sonrió, y cuando se iba volver a inclinar para besarte, el grito de su tío llamandolo lo interrumpió.
- (Maldita sea..., ahí vengo de nuevo, cariño...) - Te dijo aún manteniendo su sonrojo enfermo.
Se dio la vuelta y salió de ese cuarto, para después cerrar la puerta, así escucharía cuando ya estés despierta...
Baje las escaleras con cuidado, donde me encontré a mis estúpidos hermanos platicando con Urami.
- ¡Que bueno que llegaste! Te prepare un te..! - Agregó mi tío acercándome una taza.
- Gracias. - Le agradeci con una leve sonrisa, para después sentarme y tomarle un leve sorbo.
- ¿Porque estabas tardando tanto, Aizetsu? - Sekido me pregunto, sentí como si me estuviera matando con aquella mirada que traía.
Mire de reojo a mis hermanos, y estos también estaban mirándome no tan bonito que digamos...
- Recosté a Akari en su cama, por eso, ahora no se metan, que tristeza. - Comenté, mirándolos con repugnancia y asco.
- Que raro, porque escu- - Karaku no acabo de hablar.
- Ya callense! No puedo creer que vengan a mi casa solo para pelear. - Rechisto nuestro tío mientras se levantaba y se acercaba al horno.
Cuando el se dio la vuelta, mire a mis hermanos y solo me miraban más feo que antes, algunos me estaban haciendo señas de que me golpearian, etc...
Aver, que lo intenten a ver si tienen huevos.
De pronto, una bandeja de galletas apareció en medio de nosotros, era nuestro tío quien ya se estaba quitando el guante de cocina.
- También prepare estas galletas, espero les guste, recuerdo que cuando eran pequeños, las comían como locos... - El mayor soltó una leve risa mientras se sentaba de nuevo.
[NARRA ESCRITORA]
Todos los hermanos miraron con interés y hambre las galletas, Urogi agarro una y se la devoro de un solo mordisco.
- ¡Mhhh, sabe deliciosa! - Dijo abrazándo sus rodillas.
Todos también agarraron una, y si que sabían muy buenas.
- Bueno, ahora tengo que lavar los trastes.. - Soltó otra patética risa.
Antes de que se levantara, el ojiazul corrió hacía aquellos trastes para lavarlos.
- Deja que te ayude, tío, es lo mínimo que puedo hacer por ti por atendernos en tu casa. - Aizetsu le sonrió mientras empezaba a lavar.
- Muchas gracias, sobrino. - Seguido acto, agarro unas cuantas galletas y las puso en un plato. - ¿Alguien me podría hacer el favor de llevárselas a Akari? -
- Yo! Yo tío, yo! - Apenas pasaron microsegundos y Urogi levanto la mano con ansias.
- Muchísimas gracias, Urogi. - Le dio el plato. - Seguro debe de tener muchisima hambre. -
- Sisisis, ya me imagino. - Con felicidad se levanto de su asiento.
Corrió hacía el piso de arriba, también con cuidado de no tirar las galletas.
Cuando llego al cuarto, abrió la puerta, y te vio a ti, tan tierna y sumisa ante el...
Dejo las galletas a un lado, para después bajarse la cremallera de su pantalón.... Se acercó a ti, y te comenzó a mover.
- Hermanita...~ es hora de comer preciosa...~! - Dijo mientras su otra mano toqueteaba tu cuerpo con lujuria.
Los dos se divertirian bastante....
Y mucho.