Horus

By bibliotecadorada

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¿Y si el amor de tu vida esta en otra galaxia? No todos los días te cruzabas con alguien como él: alto, muscu... More

Sinopsis
Capítulo 1: El misterioso chico
Capítulo 2: mitología egipcia
Capítulo 3: tropezones sin caídas
Capítulo 4: viajes acompañados de alucinaciones
Capítulo 5: biblioteca
Capítulo 6: heladería
Capítulo 7: la feria
Capítulo 8: la fiesta
Capítulo 9: estrella
Capítulo 10: Guiston
Capítulo 11: Guiston Park
Capítulo 12: inesperada visita
Capítulo 13: alucinaciones
Capítulo 14: menta granizada
Capítulo 15: ¿estoy loca?
Capitulo 16: la audición
Capítulo 17: el famoso número
Capítulo 18: nuevos cabellos
Capítulo 19: la barbacoa
Capítulo 20: la cabaña
Capítulo 21: celebración
Capítulo 22: verdades disfrazadas
Capítulo 23: miedo
Capítulo 24: playa
Capítulo 25: despertar
Capítulo 26: dura realidad
Capítulo 27: galaxia
Capítulo 28: orejas
Capítulo 29: el extraterrestre
Capítulo 30: visitas nocturnas
Capitulo 31: información
Capitulo 32: Dhimot
Capitulo 33: Daemon
Capítulo 34: visita sorpresa
Capítulo 35: nuevo mundo
Capítulo 36: Hator
Capítulo 37: verdades incómodas
Capítulo 38: el beso
Capítulo 39: el tiempo
Capitulo 40: Salix y Thorm
Capítulo 41: Guixis
Capítulo 42: información valiosa
Capítulo 43: volvió
Nota de autor
Capítulo 44: primer entrenamiento
Capítulo 45: baile celestial
Nota de autor
Capítulo 47: una hermana normal
Capítulo 48: el entrenamiento
Capítulo 49: las habilidades fallaron...de una buena manera
Capítulo 50: Gretik
Capítulo 51: Trina
Capítulo 52: almas gemelas
Capítulo 54: charlas reveladoras
Capítulo 55: elogios peligrosos
Capítulo 56: un mundo ideal
Epílogo
Nota de autor

Capítulo 46: más cosas a la luz

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By bibliotecadorada

Antes de comenzar a leerlo, les recomiendo que le echen una hojeada a los anteriores capítulos, asi vuelven a entrar en contexto, porque hace mucho que no actualizo♥ (No me odien) 

Pero si no tienen tiempo de hojear, dejo aqui un breve resumen:

Iris tiene una genética muy rara, y cuando Horus llega de la nada, le da todas las respuestas, empezando porque él es un extraterrestre, y ella tambien. Ambos provienen del mismo planeta, Khracira, un mundo más evolucionado que el nuestro, en donde no hay guerras, si no que predomina la paz y el respeto hacia todo. Horus lleva  a Iris de visita a Khracira muchas veces, en donde Iris conoce a sus padres biológicos y a su hermano, Dhimot. Allí le cuentan que cada alma tiene una misión de vida, y que la suya es la de ayudar al planeta Tierra. ¿Cómo? Iris no tiene idea, y eso lo tiene que descubrir. A todo esto, Noriah, el amigo del cual Horus siempre habla, se hace más presente y a Iris le dan ganas de conocerlo. 

En Khracira entrenan a Iris para que sus habilidades despierten y Horus y ella cada vez estan más cerca sentimentalmente... hasta que Iris se entera de que, en realidad, esta algo asi como prohibido que esten juntos y todo se va al retrete. Y para colmo, hay una estrella super rara en el cielo que siempre brilla pero solo ella la ve. 

O al menos, eso piensa.


♥♥

La semana, para mi sorpresa, transcurrió tranquila. Horus no volvió a llevarme a ningún entrenamiento ni a contactarse conmigo, lo cual era frustrante, pero ya empezaba a acostumbrarme. Aparte, entre tantos entrenamientos de baile y exámenes estaba exhausta. El año estaba llegando a su fin y la verdad es que se notaba. Emma y Trevor estaban más nerviosos de lo normal y eso solo podía significar una cosa: el cumpleaños de Emma estaba cerca.

—Pero es que el rosa chillón esta de moda, ¿comprendes? De moda, Trevor. A ti solo te gusta el color azul. En realidad, a todos los hombres solo les gusta el azul. Son unos básicos—. Emma puso los ojos en blanco y apoyó el mentón en su mano.—¿Tú que piensas, Iris? ¿Quedarán bien globos rosas chillones combinados con blanco?

Sonreí y cerré mi libro de texto, del cual no había podido leer ni una página debido a la discusión entre Emma y Trevor. Las cosas entre ellos iban bien. O al menos, eso era lo que parecía por fuera. Ya habían superado su pelea de unas semanas atrás, y como Trevor estaba empeñado en ignorar sus sentimientos hacia ella, nunca más se comportó de forma extraña.

Así que, aquí estábamos, en Venus, luego de almorzar, organizando el cumpleaños de Emma que iba a ser pasado mañana, el viernes por la noche.

—Yo creo que rosa chillón y blanco es un poco...—. No quería ofenderla, así que pensé mis palabras con cuidado—. ¿Llamativo? Creo que quedaría muy fuerte. A lo mejor el rosa chillón pega con...más rosa chillón.

La verdad es que para mí, ningún color combinaba bien con rosa chillón.

Emma me miró pensativa unos segundos.

—¿O sea que todo debería ser rosa chillón?

Hice una mueca.

—No lo sé... ¡Oh, lo tengo!—exclamé, contenta. Trevor nos miraba aburrido desde el otro lado de la mesa, y eso hizo que riera—. Puedes combinarlo con un gris oscuro o plateado, así la intensidad no es tan fuerte.

Emma abrió mucho los ojos.

—¡Eso es fantástico! Tienes un cerebrito que me gusta, Iris. Gracias.—Sonrió aún más y nos miró a ambos—. ¿Hoy a la tarde están libres? Así me acompañan a comprar todo.

Le contestamos que sí y seguimos hablando de los preparativos. Hoy no tenía baile porque mi profesora estaba enferma, así que estaba ansiosa por ir a comprar las cosas con ellos.

—¿Quiénes irán?—le pregunté unas horas después, cuando estábamos en su auto yendo a el supermercado más grande de Mine Concect que, obviamente, quedaba a unos cuantos kilómetros por fuera de la ciudad.

—A ver—dijo y tamborileó los dedos en el volante. Trevor iba en la parte de atrás, prestando atención a nuestra conversación—. Los del equipo de baloncesto, algunas personas más del Instituto, Alex, Ian y Max...

—Oh—dije, sin poder contenerme. No veía a Ian desde que me había regalado el collar... que nunca usé. Y me sentía un poco culpable, la verdad. Me anoté mentalmente llevarlo a la fiesta de Emma, para que viera que lo usaba.

Emma giró en una esquina. Allí, a un par de metros, se leía el viejo letrero con el nombre del supermercado. Era tan viejo que la pintura estaba salida y le faltaba la primera letra, así que se leía «upermercado». Ya que era un miércoles a la tarde, se encontraba vacío. Emma entró el auto por la vieja reja y avanzó hasta llegar a la puerta principal. Aparcó el auto allí y bajamos.

—Este lugar a veces me da miedo—comentó Trevor mientras bajábamos del auto y miraba hacia atrás—. Parece un lugar típico en donde invadirán los zombies.

Reí. Tenía razón. Alrededor nuestro había metros y metros de calle vacía con lugar para aparcar autos, y al no haber nadie, parecía que un zombie iba a salir en cualquier momento. Aunque el establecimiento era grande. Estaba construido de chapa, y lo habían pintado de color violeta y rojo.

Muy sutil.

—Me da escalofríos solo de escucharte decir eso, Trev—cerré la puerta del auto y entramos al lugar.

A diferencia de afuera, aquí adentro había algunos empleados que lograban hacernos sentir un poco más tranquilos y menos solos.

—Bueno, traje una lista—comentó Emma y sacó su celular—. No sirve para un ataque zombie, pero para mi cumpleaños número 18, sí. Veamos... Primero necesitamos patatas fritas. Y todo lo que las complemente.

Fuimos a ese sector, agarramos un carrito y comenzamos a poner todo lo que Emma nos iba diciendo. Luego de unos muy largos minutos, el carrito estaba lleno hacia arriba. Habíamos puesto de todo: desde globos rosas y plateados, guirnaldas, vasos de plástico y servilletas, hasta patatas, bebidas, sándwiches y demás.

Cuando estábamos en la caja para pagar y Emma pasó una de las cervezas que había agarrado, la cajera, que aparentaba tener unos sesenta años y demasiado aburrida, nos miró enarcando las cejas.

—¿Documento?

Emma parpadeó y sonrió, mucho.

—Pues ¡qué bueno que preguntas! En menos de 48 horas es mi cumpleaños y, oh, casualidad, ¡cumplo 18! Así que, si solo me dejaras...

—Documento—. La interrumpió la empleada, con cara de pocos amigos.

Emma suspiró y nos miró a Trevor y a mí.

—Trevor, dime que has traído tu documento. Iris no cumple hasta Marzo, así que espero que lo hayas agarrado—dijo y lo miró, suplicante.

Trevor frunció el ceño y se revisó los bolsillos.

—Diablos, creo que...—Su cara se iluminó y dejó de tocarse el pantalón—. Oh, casi lo olvido. Esta en mi mochila, la dejé en el auto.

Ella asintió.

—¿Puedes ir a buscarlo?—preguntó Emma y cuando Trevor comenzó a caminar, lo detuvo con un grito—: ¡Espera! Mejor que vaya Iris. Tú ayúdame a poner las bebidas en el carrito, que pesan demasiado.

Asentí y Emma me dio las llaves del auto. Me dirigí allí y abrí la puerta trasera, para agarrar la mochila de Trevor. El interior era un desastre: lapiceras tiradas, papel suelto, cuadernos arrugados...pero en el fondo estaba su billetera. La abrí y saqué su documento. Salí del auto y apenas lo cerré, una luz en el cielo llamó mi atención. Me quedé parada, en el medio del aparcamiento al aire libre, mirando a la luz dorada que estaba sobre mi cabeza. Tragué saliva. Era la nave de la comandante Trina. Lo sabía por el color y la forma de la luz.

Lo que no sabía es qué hacía en un aparcamiento terrícola a las cinco de la tarde.

La miré, frunciendo el ceño, e hice lo que Hathor había hecho unos días atrás: alzar la palma de la mano y saludarla. O saludarlos. No sabía si Trina estaba sola o si había alguien más.

Para mi sorpresa, la nave respondió haciéndome luces, y luego una voz demasiado cálida y suave como para ser real me llenó la mente:

«Espero conocerte pronto, Zhelig».

La fiesta estaba en su total apogeo. Emma había hecho un gran trabajo decorando el jardín de su casa. Había lucecitas colgadas por el techo, enredadas en el tronco de los árboles y por las paredes, que me hacía acordar a Khracira, en cierto punto.

Aunque no quería pensar en eso. Ni en que una comandante se había comunicado telepáticamente conmigo en medio de un aparcamiento desierto. De la Tierra.

Era descabellado.

La gente estaba bailando al ritmo de la movida música, con los brazos arriba de la cabeza y con sonrisas salvajes. Si bien era el cumpleaños de mi mejor amiga, a la gente de Mine Concect siempre le gustaban las fiestas. Era una buena excusa para alocarse un poco y divertirse en este pueblo tan...aburrido. Para el que no sabía mirar bien, claro. Porque si tan solo salías de tu caparazón un poco, podías apreciar tranquilamente las estrellas en el cielo, el ruido del lago y la simpleza de la gente. Si algo había aprendido con Horus era a disfrutar de las pequeñas cosas. De los pequeños momentos. Del silencio. Todavía podía sentir el silencio mágico de aquel día en el que me llevó a ver la danza de Khracira.

Suspiré, y sonreí más cuando vi cómo Emma bailaba entre medio de la gente. Estaba hermosa, con un vestido celeste ajustado que hacía que su cabello ya color negro (por suerte el naranja había muerto hacía un tiempo) resaltara más y pareciera de color azul.

—¡Eh, tú!—me llamó Emma y me hizo un gesto con la mano para que me acercara—. ¡Ven aquí a mover el trasero, nena!

Reí con sus palabras y le di el último sorbo a mi zumo de naranja y melón.

—¡Ahora voy!—le respondí también gritando, porque la música sonaba fuerte, y me dirigí a la mesa a buscar más zumo. Extrañamente hacía calor, y tenía mucha sed.

Me abrí paso entre la gente y fui hacia el otro lado del jardín, que estaba medianamente tranquilo. Había una mesa en una esquina alejada, con toda clase de bebidas y vasos. Apoyé el mío vacío y busqué con la mirada el zumo que quería.

—¿Buscas esto?

Me di la vuelta, y un Ian muy bien vestido apareció detrás de mí con una sonrisa de oreja a oreja.

Reí y asentí con la cabeza.

—Sip. Justo lo que necesito. Gracias.—Lo tomé y me serví un poco.—¿Quieres?

Negó con la cabeza y apoyó la cadera en la esquina de la mesa. Aquí la luz no era mucha, así que veía sus facciones más misteriosas de lo normal. Solo le distinguía el contorno de los ojos y la nariz.

—Na, paso. Prefiero tomar agua, la verdad. El zumo es demasiado... dulce.

Le di un sorbo.

—Sí, por eso me gusta. Siento que me refresca más que el agua. Sobre todo, cuando tiene...

—¿En dónde estas?

La muy reconocible voz de Horus llenó mi mente. Parpadeé y miré alrededor, pero no había nadie tan cerca mío como para haberla confundido. Solo estábamos Ian y yo.

—¿Horus?—pensé.

En seguida me llegó su respuesta.

—Sí, soy yo. Lo siento. Pero no logro localizarte y es un tanto... extraño. ¿Estas bien?

Fruncí el ceño. Eso era extraño. Horus podía localizarme en literalmente cualquier parte del mundo. De los mundos.

—Hey, ¿todo bien?

La voz de Ian hizo que mi atención fuera hacia él y volví un poco al presente.

—Sí, lo siento. Me quedé pensando—reí nerviosamente.

— Estoy en la casa de Emma. Es su cumpleaños—le respondí mentalmente a Horus.

—Me encantaría saber en qué piensas—dijo Ian y rio.

Me sonrojé un poco.

—Pues en nada especial.

Negó con la cabeza, pero no dijo nada. Se acercó más a mí y miró mi cuello. Sus ojos parecieron volverse un poco más oscuros.

—Llevas puesta la piedra que te regalé.

Sonreí e inconscientemente me llevé la mano a la cadenita del cuello. Me había acordado de ponérmela justo antes de venir hacia aquí. Era la primera vez que la usaba, pero me gustaba. Sobre todo, porque la gente parecía tener más curiosidad sobre la piedra que por mis ojos.

—Sí, es preciosa. Muchas gracias por regalármela.

—No hay de qué, Iris. Te queda muy, muy linda.

Justo en ese momento, me volvió a llegar la voz de Horus:

—Ya llegué, ¿en qué parte estas? Esto de no poder ubicarte me esta poniendo nervioso.

Traté de no reírme en voz fuerte, para que Ian no pensara que estoy loca.

—Estoy en el jardín. Y bienvenido al mundo terrestre, Horus. En donde no podemos localizarnos así de fácil.

Su respuesta llegó en menos de dos segundos, en forma de murmullo:

—No me gusta mucho este mundo.

Reí mentalmente. No sabía si Horus la había captado, porque era súper extraño reírse así. Pero esperaba que algo le hubiera llegado y que no pensara que estaba teniendo espasmos o algo por el estilo.

—Espero que no hayas venido vestido con ese traje espacial. La gente pensará cosas muy raras de ti— le respondí.

De alguna forma, sentí que se reía. Eso hizo que mis labios se curvaran hacia arriba. Pero la mirada penetrante de Ian volvió a ponerme seria.

—Estoy seguro de que deseas verme con ese traje. Y también sin él, tal como vine al mundo—su voz me llegó con tono divertido, pero a la vez profundo.

Mi rostro se puso de color rojo. Traté de que mi corazón dejara de latir tan rápido, pero fallé. En ese momento, Ian estaba algo así como intentando descifrarme con la mirada.

—¿Tengo algo?—pregunté, con cautela.

Él frunció el ceño.

—No, no tienes nada. Oye, ¿cuando viste la piedra a la noche, hizo algo...?

—¿Noriah?

Saqué mi mirada de Ian para enfocarla en el recién llegado Horus. Estaba a unos metros de nosotros, con el rostro muy fruncido. Tan fruncido, que me preocupé. Vestía todo de gris, y estaba guapísimo, como siempre. De hecho, verlo con ropa terrícola de nuevo movió algo en mí. Dios, había olvidado lo bien que le quedaban las chaquetas. Subí mi mirada hacia su cara, y vi que tenía puesta una gorra negra...con el dibujo de un extraterrestre verde en el medio.

Mordí mi labio para no reír. No sabía si quería saber de dónde la había sacado. Pero aunque era muy irónico...le quedaba demasiado bien.

Mi panza se contrajo ante la intensidad de mis sentimientos y tragué saliva, nerviosa por sentir esto por un ser de otra galaxia...comprometido con su alma gemela.

La expresión de Horus volvió a llamar mi atención. Seguía mirando a Ian de manera confundida y preocupada.

Oh, y lo había llamado Noriah.

Oh, por dios...

—¿Horus?—preguntó a su vez Ian, y también frunció el ceño. —¿Qué haces aquí?

Horus se situó al lado mío y alternó la mirada entre Ian y yo. Luego miró mi collar. Y luego a Ian.

—Estoy trabajando. El caso de la Tierra que te conté...

Ian abrió mucho los ojos y se tropezó un poco cuando dio un paso hacia atrás. Fue muy extraño, porque jamás lo había visto tropezar.

—No me jodas...

Abrí mucho los ojos. Tampoco lo había escuchado decir groserías.

Horus relajó un poco su expresión, pero seguía alerta cuando le preguntó:

—¿Y tú que haces aquí?

Ian negó con la cabeza.

—Vine al cumpleaños de Emma. Nos conocimos en un concierto. Y estaba tratando de descifrar a Iris, si te soy honesto. Sabía que no era de por aquí, pero jamás... No lo puedo creer—negó con la cabeza.—¿Ya lo sabe?

Horus asintió.

—Sip. Pero no de ti, supongo.

Yo no entendía nada.

—¿Se conocen? ¿Me quieren explicar...?—No pude ni terminar de hablar, porque estaba muy asombrada.

Horus suspiró y se acercó un poco más a mí.

—Noriah...bueno, tú lo conoces como Ian—frunció la nariz—. Pero en realidad, es Noriah, mi amigo de Gretik. Te he contado un par de veces de él, ¿recuerdas?

Abrí mi boca de par en par.

¿Ian era Noriah?

¿Ian era un maldito extraterrestre?


♥♥♥

Channn, ¿sospechaban lo de Ian? He dejado algunas pistas, pero no demasiadas :)

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