El Reino De Los Malditos: Jue...

By DarkJ78

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La pesadilla empeora. Para Joan y sus compañeros toda va en picada. La falta de comida y formas de defensa l... More

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Desanimo
Hambre
Rapaz
El camino
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Hallasgo
Camioneta
Oportunidad
Numero 6
Tensión
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Alfa
Reencuentro
Cazados
A las puertas
Bajo tierra
Planos
Piezas
Viajeros
Logros
-Distracción-
-Desafortunado incidente-

Suministros

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By DarkJ78


Para un hombre creyente en la ciencia, la evolución de las especies y el potencial de la genética esta oportunidad era mas valiosa que el oro. A pesar de las tensas situaciones que había sufrido el doctor John Sinclair se sentía inspirado por sus creaciones. Sus trabajos habían tenido un gran avance. Uno que en otras circunstancias no podrían realizarse. Para él sus criaturas debían que ser superiores a todo lo natural. Esa doctrina siempre había regido sus esfuerzos. Pero cuando su deseo de llegar a nuevos niveles ocasionó que aceptara la proposición del general DeadField, nunca pensó en las consecuencias que tendría para él. Una decisión que en esos momentos, en la oficina de dicho hombre y bajo la presencia de sus dos más files soldados le provocaban una fuerte duda. La recamara era grande, de tono oscuro y una sensación de inquietud dominaba el ambiente. A la derecha del general se encontraba Jéssica, una mujer de cabellos negros y físico tonificado. A su izquierda estaba un enorme hombre calvo con sus gruesos brazos cruzados. Ambos con atuendos militares negros y rifles en sus espaldas.

—Veo que la lealtad de su personal no existe. ¿No tiene idea de lo que pasando?—preguntó con seriedad el general.

—No general no es eso—dijo el científico—. Debe entender que mis investigaciones me mantienen muy enfocado en ellas. Mis mayores esfuerzos están dirigidos en lograr nuestras metas.

—¿Así que no sabia de la traición de su hombre de mayor confianza?—preguntó molesta la mujer de cabellos negros parada a la derecha del general.

—Calmate Jéssica—le pidió el general—. Dejemos que explique.

—Siempre dará escusas—respondió la mujer—. Es un inepto.

El tono frió y lento de la última frase del general casi petrifico al científico. Ya era muy bien conocido para Sinclair que el general no le agradaba escuchar explicaciones o excusas como las llamaba él. Prefería resultados. En cambio lo dicho por Jéssica ocasionó un malestar en el hombre. Removiendo por unos instantes sus espejuelos Sinclair respiró profundo. Se pasó la mano izquierda por su frente limpiando las gotas de sudor para luego colocarse de nuevo sus lentes.

—No me estoy excusando general—dijo con pausa—. Pero eh estado inmerso en mis trabajos con la nueva cepa de Rapaces. Es un poco difícil estar atento a todas las situaciones que podrían ocurrir con el personal.

—Lo ve general, son escusas—dijo ella.

—¡Usted no entiende nada!—respondió airado Sinclair—. Lo que el general intenta hacer aquí es algo fuera de lo común. Algo nunca antes hecho. Usted es solo una soldado. Lo único que sabe hacer es disparar.

—¿Esta buscando que le ponga una bala en la cabeza?—preguntó molesta ella acercando su mano a su pistola.

—¡Adelante!—respondió serio el hombre—. Maté al único capaz de lograr las metas del general. El único a parte de la doctora con los conocimientos necesarios para lograrlos. ¡Adelante!

Una tenue sonrisa se dibujo en el rostro del general. La repentina actitud de Sinclair no le molesto, al contrario, le agrado. Ver como defendía con tanta fuerza su trabajo le demostraba que lo tenia en la actitud deseada.

—¿Esta cansado?—preguntó el general.

—No general—respondió con cierta fuerza y orgullo—. Estoy enfocado en lograr lo que le prometí. Pero debo estar dedicado en su totalidad a ello.

—Parece que no puede con su trabajo—respondió Jéssica.

—Silencio—ordenó el genera mirándola con seriedad.

—Me disculpo mi general—respondió ella sorprendida.

—¿Qué sugiere entonces doctor?—le preguntó DeadField.

—Bueno, el causante de la situación ya esta eliminado—dijo Sinclair—. Así que que no hay mas que discutir sobre el tema. Pero para evitar que algo parecido vuelva a ocurrir. Podrían sus hombres de confianza realizar las tareas de control con el personal? Ya lo han hecho antes y de forma excepcional. Eso me permitiría enfocarme totalmente en las investigaciones.

Esas palabras llamaron la atención del general. Era raro escuchar al doctor hablar con esa determinación y fuerza. Siempre era sumiso en esos asuntos. En cambio Jéssica apretó sus puños con fuerza pero no dijo nada. Solo intento acercarse al doctor. Acción que el general detuvo con un gesto.

—Bien doctor, es posible hacer eso—dijo el general—. Cambiemos de tema. Cuénteme de sus avances, los que lo tienen tan enfocado.

El doctor respiró con cierta calma. Con visible orgullo Sinclair presto toda su atención al general. Jéssica en cambio cruzó los brazos regresando al lado del general. El enorme hombre observó a la mujer para luego dirigir su atención al científico.

—La nueva cepa de rapaces esta sobrepasando las expectativas—dijo el científico con emoción.

—¿La misma cepa de la diminuta rapaz?—preguntó el general.

—Esa misma. Su desarrollo esta sobrepasando a sus antecesores. Su inteligencia en la caza esta dando unos sorprendentes resultados.

— Muy bien. ¿Y que sera el siguiente paso con ellos?

—Por el momento se obtiene muy impresionante date de ella. Solo debo canalizar y ampliar esas mejoras en los próximos especímenes y tendremos una mejor generación.

—Así que muy pronto sus esfuerzos darán su fruto.

—Cada nueva generación nos acerca a ello. Pero debo mencionarle que estamos comenzando a tener escasez de suministros de materiales genéticos y eso es muy problemático para adelantar las investigaciones.

El general se incorporó de su asiento y se acercó al doctor que de inmediato apretó sus dientes con fuerza como esperando un golpe. El golpe no llego, en cambio el general le toco el hombro al diminuto hombre.

—Solo diga lo que necesita y se lo conseguiré—dijo él.

—Muchas gracias mi general—respondió sorprendido el doctor—. Nuestros abastos de material genético puro están muy reducidos. Sin el no puedo adelantar el proyecto.

—Jéssica, tráele una silla al buen doctor y déjennos solos por un momento—ordenó DeadField.

Tragando su rabia la mujer tomó una de varias sillas al otro lado de la recamara y se la coloco delante del escritorio del general antes de salir acompañada del enorme hombre calvo. El general se sentó en su silla con una leve sonrisa. Tocaba sus dedos entre ellos y miraba al pequeño hombre.

—Debo admitir que su programa Rapaz sigue sorprendiéndome—dijo el general—. Tuve dudas que después de la traición de la doctora hubiera mayores logros. Pero me ha impresionado de una forma positiva. Puede contar con todo lo que necesite.

—Se lo agradezco general—respondió Sinclair.

—Pero hablemos de algo mas importante, del premio mayor. ¿Cómo van los preparativos?

—Si todo sale como se espera en varios días estará listo. Tendré que viajar pronto hacia las instalaciones centrales para comenzar el proceso.

—Excelente doctor, ante que se marche espero que el problema de la doctora sea resuelto.

—Se hará, las rapaces están detrás de sus pasos. Es solo cuestión de tiempo para que ya no sea un problema. Es una lastima en realidad, sus conocimientos en la genética son una maravilla.

—Esperare las noticias, ahora continué con su trabajo, debo organizar todo para que sus materiales lleguen lo mas pronto posible.

El doctor Sinclair se levanto, sacó un paño de su bolsillo y limpiando el sudor de su frente se retiró de la habitación. Al salir fue mirado de mala manera por la mujer. Sinclair se detuvo, giró su rostro hacia ella y le dio una seria mirada para luego retirarse. Jéssica apretó sus puños sin dejar de mirar al hombre. Solo al escuchar al general llamarla fue que dejo de mirarlo y entró junto a su compañero en la recamara.

—A sus ordenes mi general—respondió ella parándose recta.

—El doctor necesita material genético limpio lo mas pronto posible—dijo el general.

—Mi general—respondió ella—. Conseguirlo en el exterior es casi imposible. Me temo que es imposible encontrarlos en el exterior.

—Eso tiene una solución muy sencilla—respondió el general con una tranquilidad impresionante—. Esta base debe tener personal de poca importancia que pueda ser usado. Solo deben hacerlo con sutileza y traten de no romperles la cabeza. ¿No te parece una buena idea Gabriel?—le preguntó al enorme hombre sin cabellera.

—Lo intentare general—respondió él con una gruesa voz—. Pero no es mi culpa que sean tan débiles.

—No cometan errores. No quiero mayores problemas—dijo el general—. No ahora que estamos tan cerca.

—¿Cuántos quiere que obtengamos?—preguntó Jéssica.

—Creo que cuatro seria un buen numero—respondió el general—. Asegúrense que el doctor no los conozca o los necesite.

Enfocándose en el general la mujer sonrió mientras que Gabriel mantuvo su expresión seria. Realizaron un saludo militar con sus manos y se retiraron a ejecutar las ordenes de este frió hombre. El general solo puso los pies sobre el escritorio y se inclino en la silla como si lo que había ordenado fuera algo insignificante. 

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