Al Loco Del Que Me Enamoré...

By anastark_

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Dicen que todo depende de la perspectiva en la que se mire. Y en cierto modo, es cierto. A nosotros nos mirar... More

00. Prólogo
01. El Padrino
02. La Estrella De La Muerte
03. Norris El Idiota
04. Chicos Como Él
05. Un Desastre De Discoteca
06. Cállate, Cameron
07. ¿Perezosos?
09. Migrañas Y Halloween
10. Estoy Enfermo, O Enamorado
11. Un Trago Y Un Baile
12. Ilusión Fallida
13. Compañero De Cumpleaños
14. Respóndeme, Lali
15. Nothing, Just An Inchident
16. Es Un Sueño
17. Chicas, Tengo Novio (Y Existe)
18. La Bella Y La Bestia
19. Mi Novio, El Gay
20. Demasiado Yo
21. El Momento Perfecto
22. Si Él Supiera...
23. La Beca

08. No Puedo Hacerlo

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By anastark_

Suelto un suspiro y le mando la publicación a la que acabo de darle like a Erika. Y luego, procedo a escribirle mil mensajes.

Yo: SU PELO
Yo: SUS OJOS
Yo: SU OUTFIT
Yo: SUS BRAZOS
Yo: Dios, SUS MANOS
Yo: No estoy soportando

Hundo la cara en la almohada para ahogar un chillido. Este hombre es perfecto, maldita sea. Y se ha pasado todo el jodido día mandándome mensajes. Principalmente eran burlas y bromas, memes y stickers... Pero me ha escrito, varias veces. En realidad, no ha dejado de hacerlo desde ayer por la tarde, cuando me sugirió lo del zoo.

He caído por Lando Norris. He caído completa y absolutamente. Voy cuesta abajo, sin frenos, sin paracaídas, sin plan B, y sin un médico cerca para cuando me estrelle contra el suelo y me meta tal porrazo que termine hecha puré. A lo mejor Cameron se ofrece a intentar recoger los pedazos que queden de mí después de eso.

Salgo del chat de mi amiga y me detengo unos buenos segundos a observar (de nuevo) las fotos que ha subido. "Simplemente" son un par de fotos con Axel, un amigo suyo que no conozco, que según tengo entendido es también su entrenador personal. Y sí, son fotos en el gimnasio. Y sí, yo tampoco sé cómo es que sigo respirando.

Lando es mucho Lando para mí.

Me muerdo las uñas distraídamente, saliendo de Instagram para dejar de mirar las malditas fotos mil veces, pero no tengo tiempo de sacar al piloto de mi cabeza cuando recibo un mensaje suyo.

Lando: te gustan mis fotos, eh?
Lando: al parecer tengo una nueva fan

Me pongo roja sólo de pensar en que él se dé cuenta de que me gusta. Eso sería muy bochornoso. No, sería patético. Y no estoy dispuesta a quedar en ridículo delante de él. De él o de nadie. Mi ego y mi autoestima no lo soportarían. Suficientes problemas tengo con saber que alguien como él jamás me miraría dos veces.

Yo: He visto que esta mañana me has pedido solicitud en Insta
Yo: No serás tú el fan, no?

Casi puedo visualizar cómo debe de estar sonriendo al leer mi mensaje. Una sonrisa que ojalá pudiera ver, no imaginar. Siento un cosquilleo en mi estómago cuando veo que me ha respondido. Pero cuando leo sus mensajes, solo puedo rodar los ojos y reír en voz baja.

Lando: simple cortesía
Lando: ya es tarde, no tendrías q estar durmiendo?
Lando: ya sabes, como los niños de tu edad...
Yo: Muy gracioso, Norris
Yo: Pero creo que las noticias han acabado, así que puedes dormirte ya, abuelito ;)

Él me manda una risa que más bien parece la representación escrita de un ahogamiento, y luego me da las buenas noches de un modo que creo que jamás voy a olvidar.

Lando: buenas noches, Lali, espero que ningún hombre más que yo aparezca en tus sueños

Creo que he muerto. Literalmente siento mi alma salirse de mi cuerpo. Quiero chillar, quiero saltar, quiero mandarle un mensaje que diga "estoy absurdamente enamorada de ti, pedazo de capullo", quiero creer que su mensaje significa algo. Pero no me permito nada de eso. Sólo puedo sonreír, sintiendo la emoción y los nervios recorrerme de pies a cabeza. Tecleo una respuesta que no denote mis verdaderas emociones, sólo más bromas entre nosotros.

Yo: Si tú apareces en mis sueños, serán pesadillas
Yo: Buenas noches, loco

Y no me vuelvo a abrir WhatsApp. Cierro la aplicación y la silencio. Son casi las una de la madrugada, mañana tengo clase a primera hora, y me da la sensación de que lo que siento ahora mismo no me va a dejar dormir.

Sólo pensar en que dentro de dos días lo veré, siento como si flotara. Siento nervios, siento alegría, siento mil cosas. Mientras más lo pienso, más absurdo me parece. Que yo, Alaia Jackson, la chica a la que muchos habían querido pero que jamás había conseguido quererles de vuelta, enamorada perdidamente de un piloto de fórmula uno que no se fijaría en mí ni siendo la única mujer del planeta.

Llevo toda mi vida sintiéndome horrible porque jamás he experimentado un amor adolescente, un noviazgo breve pero bonito como otra gente de mi edad, un primer beso, un primer "te quiero" inocente, un cosquilleo en el estómago. Desde que tengo trece años me he sentido terriblemente sola, incapaz de amar a nadie a mi alcance, de querer al menos, y ahora, me veo totalmente enamorada de un chico que casi no conozco porque nuestras conversaciones consisten en pelearnos.

Creía que jamás conseguiría gustarme alguien, y a Lando le han bastado un par de ratos para hacerme ver que me equivocaba.

Sólo puedo pensar que ojalá las cosas fuesen distintas. Ojalá él no fuera un piloto millonario, que se mueve en mundos de lujo y dinero, entre montones de chicas (y chicos) mucho más atractivas (y atractivos) que yo. Ojalá fuésemos sólo dos personas que se conocen y se llevan bien, dos personas que inician una amistad y que quizá lo conviertan en algo más.

Ojalá fuese posible que él sintiera lo que yo siento.

Cierro los ojos con fuerza, soltando mi teléfono y abrazándome a la almohada. Es lindo enamorarse, lo estoy descubriendo al fin. Pero es una putada también. Todos hablan de lo doloroso que es no ser correspondido, pero ningún libro ni ningún vídeo de Tiktok te prepara para sentirlo en tus propias carnes. No son lo mismo simples palabras, que crueles sentimientos.

Mi teléfono vibra, y cuando lo miro, es Erika, que al fin me ha respondido.

Erika: si al natural eras pesada, enamorada eres mil veces peor
Erika: en serio, Alaia, bésalo y deja de babearle

Sonrío un poco y dejo el móvil en la balda donde pongo mis libros y mis auriculares. Me tapo bien y cierro los ojos, tratando de dormir. Mañana por la mañana le contestaré. Ahora lo que necesito es concentrarme para no pensar sin parar cómo sería oír a Lando llamarme "Lali" en persona.

« ♪ »

- Sí, Harry. Sí – me río y ruedo los ojos. Es un paranoico. Y un exagerado. Pero lo adoro. – Sí, no te preocupes. No, tranquilo. Sí, estoy segura... Vale, prometo no dejar que Lando atiborre de chuches a Tyler.

El bombero sigue hablando y hablando, sonando por el altavoz de mi teléfono. La guardia está tranquila esta tarde y al parecer ha decidido que lo mejor que podía hacer era llamarme para advertirme de mil cosas antes de ir al zoo, como si fuera la primera vez que el peque y yo fuésemos a salir de casa.

- Tened cuidado, porfa – murmura finalmente.

- Lo tendremos – le aseguro con calma. – Te quiero, chao.

- Y yo a ti, bonita. Luego hablamos.

Cuelgo y sonrío. Es un hombre increíble, de veras lo pienso. Me sorprende que siga soltero, la verdad. Aunque entre el trabajo que tiene, y Tyler, es normal que le cueste un poco. Pero la afortunada que consiga enamorarlo, tendrá un gran tesoro en sus manos, de eso estoy segura.

Hablando de tesoros...

- ¡Allie, mira! – Me llama Tyler, mostrándome el dibujo en el que lleva trabajando un buen rato.

Lo observo con atención, sonriendo, y poco a poco voy distinguiendo lo que es. Son personas, dibujadas a base de palitos, y puedo distinguirme a mí por cómo ha hecho unos puntos de color celeste para representar mis ojos, a Harry por el pelo amarillo, al propio Tyler por estar dibujado igual pero más pequeñito, a Cameron y Lando dibujados igual pero ella teniendo el pelo rizado más largo, y por último una bola naranja que no sé exactamente qué se supone que es.

- Es un dibujo precioso, peque – digo revolviéndole el pelo. – ¿Eso es fuego?

- ¡Es Alf! – Replica ganándose una mirada confusa de mi parte. Pero no parece percatarse, porque sigue a lo suyo. – ¿Podemos ponerlo en la nevera? – Me pregunta haciéndome un puchero, acercándome el folio en el que ha hecho su magnífico dibujo.

- Por supuesto.

Cojo a Tyler en brazos y nos dirijo hacia la cocina, acercándome a la nevera. Él agarra un imán que estaba suelto y lo usa para sujetar su dibujo, el cual coloca en el centro del electrodoméstico. Me río al ver que ha dejado su firma en una esquina, como los artistas.

- Van Gogh tiene competencia contigo – le digo besando su mejilla. – ¿Quién es Alf? – Insisto mirando esa bola anaranjada.

- Hijo de dino – contesta muy calmado.

Me quedo pensando unos momentos, tratando de descifrar qué significa eso. Dino es como llama a Lando, porque no es capaz de decir "padrino", pero creo que si Lando tuviera un hijo yo me habría enterado. Así que... ¿Puede ser una mascota? No estoy del todo segura.

- Cariño, ¿Alf es un perro? – Sigo preguntando, dispuesta a llegar al meollo del asunto, por absurdo que sea.

- Es un gato – niega con su cabecita y entonces me acuerdo.

Hace no mucho Cameron subió una publicación con varias fotos y en una salía un gato naranja. Supuse que el gato era suyo. Pero si Tyler dice que es el "hijo" de Lando, debí suponer mal. La verdad es que me sorprende, yo habría jurado que el piloto de McLaren era una persona de perros.

Dejo a Tyler en el suelo y salimos de la cocina, él agarrado de mi mano y yo sonriendo tontamente al pensar que voy a pasar toda la tarde con Lando. No hemos dejado de escribirnos estos días, aunque no con mucha frecuencia. Él tarda siglos en responder a veces, y yo más de lo mismo. Así que tampoco nos daba para más. Pero es mejor que nada, la verdad.

- Peque, ve a por tu mochila, que está en tu cuarto – le hablo al rubito.

Él me hace caso enseguida, y yo aprovecho para revisar mi teléfono. Tengo varias notificaciones de Instagram, las cuales borro, y me centro en el mensaje de hace quince minutos de Lando que dice que ya viene. No me da tiempo a responderle cuando escucho la puerta de la casa abrirse, lo cual me asusta en un primer momento.

Nunca he sido muy valiente, pero saco un poquito de valor para asomarme al pasillo y mirar la entrada de la casa, encontrándome que Lando está limpiándose los zapatos en la alfombra, con el ceño fruncido y las manos en los bolsillos. Está ligeramente despeinado, lleva unos vaqueros claros y una sudadera gris, junto con unas Nike blancas y negras. Lleva la sudadera arremangada un poco, dejando ver su muñeca repleta de pulseras y la otra totalmente desnuda, sin nada alrededor de ella. Me quedo unos instantes observando lo hermoso que es este hombre, hasta que siento sus ojos en mí, esos ojos verdes tan lindos, y debo volver a la realidad y fingir que no tengo cada vello de mi piel erizado y que en mi estómago parece haber una estampida de elefantes.

- ¿Cómo has entrado si puede saberse? – Bufo sonriendo, acercándome para recibirlo.

- Tengo llave – responde muy tranquilo, sacando una de sus manos del bolsillo y mostrándome un llavero de Scooby–Doo que está repleto de llaves. Me sonríe muy orgulloso y yo me río.

- Bonito llavero.

- Gracias, Laia.

Y ya empieza...

- A, l, a, i, a. Alaia. ¡No es tan difícil!

- Lo que no es tan difícil es hacerte rabiar – se burla pasando su brazo por encima de mis hombros, como si fuese su colega de toda la vida. – ¿Y mi ahijado?

- En su cuarto – musito demasiado nerviosa como para hablar más.

Está muy cerca. Y joder, huele muy bien. Como no me aleje pronto de él empezaré a temblar e hiperventilar. El corazón ya me late exageradamente deprisa.

- Un momento – aparto su brazo bruscamente y me cruzo de brazos, mirándolo con el ceño fruncido. – Si tienes la llave de la casa, ¿por qué tocas el timbre siempre que vienes?

Él me da una de sus sonrisas de travieso mientras caminamos por el pasillo, y suelta una risita a la vez que se encoge de hombros.

- Si entro directamente, no vendrías tú a abrirme, con tu característica simpatía – añade lo último de forma sarcástica, poniendo los ojos en blanco.

- Te encanta mi simpatía – lo chincho, chocando mi hombro con el suyo.

- No te voy a decir que no.

Y tras decir eso, me guiña un ojo y entra al cuarto de Tyler para saludarlo, dejándome a mí en modo pánico en la puerta, con ganas de chillar porque... ¿Necesito explicarlo? Quiero creer que eso ha sido un coqueteo. Me está coqueteando. Quiero que lo esté haciendo. Porque lo está haciendo, ¿verdad?

Sacudo la cabeza, tratando de no emocionarme demasiado por cada palabra que me ha dirigido, y respiro hondo. Veo con una pequeña sonrisa cómo carga en brazos al pequeño, besando su rostro y hablándole. El niño sonríe y lo abraza, y Lando sonríe, dejándome atolondrada. Este hombre tiene la sonrisa más bonita del mundo. Ya basta de ser tan perfecto, por favor.

- Bueno, ¿vamos? – Dice el piloto, mirándome a mí.

- Claro, claro. Vamos – sonrío y agarro la mochila de Tyler, siguiendo el inglés por el pasillo.

« ♪ »

Me hago la ofendida, riendo descontroladamente y golpeando su hombro con mi puño. Se lleva la mano a donde le he dado el golpe, fingiendo dramáticamente que le he hecho mucho daño, y Tyler se ríe a carcajadas, viendo el pequeño teatro que estamos montando los dos mientras empieza el espectáculo de los delfines.

- Se lo pienso decir a Harry – protesta Lando, hablando como un niño.

- Pues díselo, Tyler y yo lo negaremos, ¿a que sí? – Miro al pequeño, buscando un poco de complicidad, y él se ríe más y asiente.

- Eres un traidor – le acusa el piloto, comenzando a hacerle cosquillas en los costados, consiguiendo que el rubio ría a carcajadas y se retuerza encima de su regazo.

- ¡Monstruo! – Chilla él, aunque más bien dice "mostuo".

- Soy el monstruo de las cosquillas – responde Lando en un tono grave y gutural, siguiendo con su juego.

Yo me río viéndolos, con el corazón enternecido. Lando puede ser un auténtico idiota, un picaflor, un arrogante creído, y mil cosas más, pero con Tyler es sólo un chico que ama a su ahijado. Cuando lo veo con el peque en brazos, es cuando realmente veo que se quita toda esa carga de persona famosa, de piloto de F1, y simplemente es él. Un chaval de veinticuatro años normal y corriente.

Por el rabillo del ojo, veo el flash de una cámara, y sobresaltada me giro para mirar. Un grupo de chicos nos está mirando, móviles en mano, y de nuevo vuelvo a la realidad. Él es internacionalmente famoso, no puede huir de eso. Y todo el que se acerque a él, deja de ser anónimo, eso ya lo sé.

Miro a Lando, que no mira con buena cara al grupo de personas que yo estaba mirando. Aparta la cara rápidamente e intenta centrarse en el niño que sigue riéndose sentado en su regazo. Veo cómo intenta ignorar la incomodidad que se ve que está sintiendo, y cómo no lo consigue.

- ¿Quieres que nos vayamos? – Le susurro, realmente preocupada.

- No – niega apretando la mandíbula. – Tengo el mismo derecho que cualquier persona a estar aquí, disfrutando con mi ahijado.

Me mira muy serio, muy solemne, pero notoriamente molesto. Y yo asiento con la cabeza y sonrío, entendiendo y respetando cómo se siente.

- ¿Suelen molestarte mucho? – Inquiero, mirándolo a él y solo a él. – Los fans, las cámaras, los paparazis...

- Generalmente me da igual – suspira y acomoda a Tyler en el asiento que hay entre nosotros. – Me gusta tratar con fans, suelen ser muy dulces y cariñosos conmigo. Me apoyan y me hacen regalos – sonríe levemente y se muerde el labio, mirándose la muñeca repleta de pulseras. – Y estoy acostumbrado a las cámaras. Pero cuando estoy con Tyler, no, ahí no admito nada – su rostro se vuelve a tornar serio. – Ya he dicho públicamente miles de veces que cuando estoy con él, no admito fotos, no firmo autógrafos, ni quiero que nos hagan fotos. Los periódicos y los paparazis lo respetan y, cuando me ven con él, si hacen fotos procuran recortarlas para que solo salga yo. Pero algunos fans no son tan considerados.

Asiento con mi cabeza a todo lo que dice, y no me cuesta comprenderlo. Es normal que no quiera envolver a Tyler en todo su mundo, que quiera mantenerlo relativamente privado. Es un niño pequeño, y exponerlo tanto, podría pasarle factura cuando sea mayor. Además, es totalmente aceptable que Lando pida que lo dejen en paz cuando está con él, sobre todo con la condición que tiene el peque; a veces se pone muy nervioso cuando tiene gente desconocida cerca, y como es muy difícil saber cuándo va a llevarlo bien y cuándo no, es mejor no arriesgarse.

- Debe de ser una putada – murmuro asegurándome de que el niño no escuche la palabrota.

- ¿El qué, exactamente?

- No tener vida privada apenas. Sentir siempre mil ojos sobre ti. Juzgando lo que haces o dejas de hacer, juzgando con quiénes te juntas y con quiénes no. Miles de personas difuminando esa delgada línea entre lo público y lo privado... – él me mira muy concentrado en lo que le digo. – No debe de ser fácil vivir con eso.

- No, no lo es – mira a Tyler y le peina un poco con los dedos. – Y perdóname, pero creo que te acabo de meter en mi mierda de mundo – me sonríe amargamente, a lo que yo frunzo el ceño.

- ¿Por qué lo dices?

- Porque dudo que en esas fotos sólo salga yo con Tyler. Me han reconocido. Y tú estás conmigo. Te vas a convertir en la extraña chica con la que han visto a Lando Norris.

Miro una vez más a los chicos que han hecho las fotos, y una punzada de una sensación bastante desagradable se instala en mi estómago. No me gusta la idea de que vayan a estar circulando fotos mías, de que empiecen a especular qué soy de Lando, a opinar de cómo me veo, a qué me dedico y todas esas cosas. Y no tardarán en encontrar mi perfil de Instagram, porque yo sigo a Lando y él me sigue a mí.

- Alaia – me llama el piloto, mientras por los megáfonos empieza a sonar musiquita y la voz del presentador del espectáculo, mientras los delfines dan vueltas por la piscina, sus entrenadores saludando con la mano. – ¿Te has enfadado?

Lo miro y se me escapa una sonrisa. ¿Yo enfadarme con él? Sólo de broma. No podría enfadarme con él en serio por nada del mundo.

- No estoy enfadada – digo, tranquilizándolo. Veo como deja escapar un suspiro aliviado y siento la necesidad de darle un abrazo y decirle que todo está bien, que no debe preocuparse. – Tarde o temprano me tendré que hacer famosa, ¿no? – Bromeo, mirando por el rabillo del ojo a Tyler, que está embobado con el espectáculo.

- ¿Y eso por qué, lista?

- Porque sí.

- Magnífica respuesta – se burla.

- Lo sé – le guiño un ojo y él se ríe. – Así que voy a ser la chica misteriosa de Lando Norris – pienso en voz alta.

- Eso van a decir – asiente sonriendo. – Imagina un periódico en el que dijeran que somos una familia – suelta una carcajada y yo hago lo mismo.

- Sería muy raro – señalo haciendo una mueca que parece hacerle gracia.

- ¿Raro por qué?

- Porque eso querría decir que tuve a Tyler con... ¿Trece años? Y tú veinte.

- Joder... Eso suena a cárcel asegurada.

- Sí, suena justo así.

Los dos sonreímos, dando por terminada la conversación, y dirigimos la vista al frente, donde los delfines hacen trucos y piruetas. El espectáculo no dura más de media hora, y cuando termina, anuncian que en cuarenta y cinco minutos cierra el zoo. Llevamos casi tres horas aquí, y Tyler está cansado, así que nos vamos para casa seguido de salir de ver a los delfines.

- Veo, veo – dice Lando mientras conduce.

Yo, que estaba mirando sus brazos y manos bastante concentrada, alzo la vista y me río.

- ¿Qué ves? – Respondo.

- Una cosita.

- ¿Qué cosita es?

- Una cosita que empieza por la letra... A.

- Esto es un juego de niños – me vuelvo a reír, pero él simplemente me mira de reojo.

- Perdone, señora adulta menor de edad.

- ¡Cállate! El trece de noviembre cumplo dieciocho – me defiendo cruzándome de brazos.

- ¿El trece de noviembre? – Gira su cabeza para mirarme, y yo asiento. – Ese día es mi cumpleaños también.

- ¿En serio?

- Sí. Así que... Cumplimos el mismo día. Como Shakira y Piqué.

- ¿También vas a casarte conmigo y a engañarme? – Bromeo viendo cómo aparca frente a la casa de Harry.

- Habría que ser muy idiota para engañar a una chica como tú – murmura poniendo el freno de mano, orientando todo su cuerpo hacia mí.

Una descarga de emoción me recorre de pies a cabeza, y la forma en que me mira... Dios, estoy temblando. Me arde la cara, seguramente porque estoy sonrojada, y miro de reojo a Tyler, que se ha dormido en su sillita.

- Debe de estar cansado – susurro abriendo la puerta del auto y saliendo de él, terriblemente nerviosa.

Sólo es amable. Sólo es dulce. No te emociones. No te hagas esperanzas. Respiro hondo y camino hasta la parte trasera del coche, abriendo la puerta y sacando a Tyler mientras escucho que Lando sale del vehículo. Procuro no mirarlo mientras cargo el peque en brazos, caminando hacia la casa, y él tampoco dice nada. Abre la puerta y yo agacho la cabeza y voy hasta la habitación de Tyler, quitándole los zapatos y acostándolo en su cama, arropándolo bien; en el zoo comimos bastante, y ya es tarde, así que dudo que se despierte de madrugada con hambre.

Me giro y veo que Lando está en el umbral de la puerta, mirándome, y me cuesta interpretar lo que me dicen sus ojos. Normalmente es sencillo ver cuándo habla en serio, cuándo bromea, cuándo está feliz, cuándo está molesto... Pero justo en ese momento, no entiendo lo que el brillo de sus ojos verdes está intentando decirme.

Voy hasta la puerta, pasando por su lado al salir del cuarto, y no dejo de sentir su mirada sobre mí, sus pasos siguiendo los míos. Y me pone nerviosa, claro que lo hace. Regreso hasta la entrada, abriendo la puerta y mirando que ya casi ha oscurecido del todo.

- Ha sido una tarde agradable – comento apoyándome en la puerta, mirando el suelo.

- Sí, lo ha sido – asiente parándose delante de mí. – La conexión que tienes con Tyler es muy especial.

- Podría decirte lo mismo – replico quitándole importancia, alzando mi mirada para buscar sus ojos. – Empieza a hacerse tarde.

- Cierto. Y tengo que recoger a Cam de su guardia – sonríe y se acomoda los rizos.

Tengo la impresión de que no tiene más que decirme, y aun así no quiere moverse de aquí. O quizá está de pie delante de mí, tratando de decir algo, pero sin poder. Miro sus cejas, su nariz, sus ojos, sus orejas... intento centrarme en cada detalle de su rostro menos en el evidente. Pero no puedo evitarlo, me veo incapaz. Mis ojos azules terminan posándose en sus labios, rosados y húmedos. Por primera vez en mi vida la idea real de besar unos labios no me desagrada; me veo capaz de besarlo sin que sea un reto o un juego, y no un pico, sino un beso de verdad.

Mi corazón da un pequeño brinco cuando veo que saca su mano del bolsillo. Las mariposas en mi estómago se vuelven locas y mi rostro arde como creo que jamás lo había hecho. Siento un extraño cosquilleo en la punta de los dedos, y un aún más extraño impulso de desear tocarlo. Es como si mi cuerpo lo necesitara, como si físicamente, no emocionalmente, ansiara su contacto.

Su mano sube hasta mi mejilla, deslizándose por ella hasta que me agarra la cara con suavidad, sus dedos perdiéndose entre mi pelo y su pulgar apoyado en mi pómulo. No sé en qué momento está tan cerca de mí, en qué momento tengo la espalda apoyada en la puerta de casa y él invadiendo todo mi espacio personal sin que me importe. Y no puedo apartar mis ojos de él, ni él los suyos de mí.

Va a pasar. Me va a besar. Lando Norris va a ser mi primer beso. Y lo voy a arruinar, porque no sé qué demonios tengo que hacer. Este chico se sabe el Kama Sutra entero y yo no sabré ni dar un simple beso.

Aun así, cierro los ojos.

No puedo hacerlo.

Siento su aliento golpeando mis labios.

No puedo hacerlo.

Su pulgar dibuja sutiles círculos en mi mejilla.

No puedo hacerlo.

Inclino mi cabeza hacia él.

- No puedo hacerlo – susurra él, apartándose de golpe, sacándome de la nube en la que estaba. Una nube de confusión, pero una confusión muy hermosa; la de las primeras veces. – Buenas noches, Lali – dice alejándose, sin darme tiempo a reaccionar.

Lo veo subirse en su auto y marcharse. Me veo a mí cerrando la puerta. También me veo a mí apoyando la espalda en la puerta y abrazándome a mí misma, deslizándome hasta que estoy sentada en el suelo. Veo todas esas cosas suceder.

Pero sólo siento que su cuerpo vuelve a estar lejos del mío; sólo siento que sus labios han podido fundirse con los míos y no lo han hecho.

Él se ha ido.

Nota de la autora:

Y bueno, arrancamos con la maratón de cinco días. Día 1 completado. Espero que os haya gustado mucho (a pesar del doloroso final) y nos leemos mañana ;).

Os ama,

A💛.

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