nunca me dejes ir »Taehyung...

By tokyojrm

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dime que me necesitas más y más todos los días. ¿puedo confiar en ti, mi amor? ¿más que en ninguno? solo quie... More

atención (!)
prólogo: La noche en que Suzume se marchaba
1: Taehyung y Jungkook
2: Okinawa, su tierra natal
4: C'est l'histoire de nos passions juvéniles

3: Oración de amor

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By tokyojrm

Jungkook

—Hoy la boda queda en el olvido, no quiero escuchar más sobre flores o invitaciones. Disfruta de tu cumpleaños, mamá —rogó Jungkook mientras veía a su madre ponerse su precioso collar de perlas.

—De cualquier manera, tú no sabes nada sobre bodas. Aunque te dijera algo, no lo entenderías.

Soltó una risa. Su madre había enloquecido en cuanto supo de los planes matrimoniales con Delilah. No paró ni un minuto, y se alivió de manera brutal. Saber que ella estaba de su lado le bastaba para mantenerlo tranquilo.

—Regresó Suzume —dijo. Sabía que le alegraría saber de ella, después de todo, se habían criado juntos—. La vi esta mañana, luce tan diferente. No la reconocerías a primera vista.

—Su padre la echaba mucho de menos. Tú también, hijo —pronunció con calma—. Recuerdo su mirada de bebé cuando llegó aquí. Tu padre se sintió conmovido cuando la escuchó hablar japonés. Siempre ha sido una niña muy hermosa.

—Espero darle la noticia esta noche. Le escribí una carta, pero no creo que la haya leído.

—Dale una invitación para que pueda venir a la ceremonia. Será muy especial para ti.

—Lo haré.

Jungkook estaba nervioso por darle la noticia a Suzume, y no estaba seguro porqué. Ella era su mejor amiga, la única que lo conocía desde que eran unos niños y quien lo acompañó cuando su padre había muerto. Aun cuando la visitó en Paris, supo que el tiempo no cambiaría entre ellos dos.

Salió de su casa con el corazón latiendo a mil, alterando la invitación que descansa en la bolsa de su saco. Saludó a las pocas personas que se encontraban en el jardín, esperando que la fiesta comenzara.

Las fiestas de su madre siempre eran grandes y ruidosas, justo como le gustaban a ella. De pequeño siempre pasaba toda la velada en el solárium que amaba con locura, esperando que todos se marcharan. Pronto creció y se maravilló de todo, no paraba de moverse por todo el lugar y charlar con todo el mundo. Algo que había heredado de su padre.

Una vez se encontró fuera de la casa de Suzume, recordó la última noche de ella en Busan. Estaba tan desesperado por su partida, que ni siquiera se había tomado la molestia de saludar a alguien. Pidió a la banda su canción y esperó a que su mejor amiga saliera. Otra vez se encontraba en la misma situación.

Suzume salió por la puerta principal con un largo vestido blanco, lleno de flores rojizas. Su cabello corto dejaba a la vista su largo cuello, donde se posaba un collar que parecía conocido a sus ojos. Se quedó sin aliento durante un segundo.

—Vestido nuevo —atinó a decir una vez que llegó a su lado—. Te ves preciosa.

—Lo sé, la señora Lee tomó cientos de fotos. Compré este vestido para la cena de graduación, pero terminé usando uno diferente.

—Aún es temprano, debemos dar un paseo por los jardines, sé que los echas de menos —era el lugar indicado para charlar a solas—. Será mejor que traigas contigo un abrigo, olvidas lo frío que es Busan.

—Lo olvidé en la cocina, ahora vuelvo.

Una vez que Suzume se abrigó lo suficiente, comenzó su paseo. A pesar de que se encontraban en pleno invierno, el paisaje lucía precioso. Los verdes campos pasaban a ser blancos durante una temporada, y aunque las flores de su madre desaparecían durante las fechas, no restaba nada.

—Extrañaba este aroma —Suzume inhaló con fuerza, haciéndolo reír—. En Paris el olor puede variar depende de dónde te encuentres. Y gracias a la panadería que estaba justo en la esquina de la calle, siempre olía a mantequilla. Pero ahora sé que nada se compara a esto.

—¿Te ha ido bien? Aunque compartimos cartas, nada se compara con una charla frente a frente.

—En realidad, me ha ido de maravilla. Un profesor me ha ofrecido un puesto de tiempo completo en su restaurante. Quiere que esté de vuelta en Paris para febrero.

—¡Eso es grandioso! Te preocupaba tanto no conseguir empleo, pero mírate ahora. Esperan por ti en Paris.

—Es grandioso, lo sé. Aunque no estoy muy segura sobre ello —confesó con la voz en un susurro, como siempre lo hacía cuando algo la asustaba demasiado—. Si acepto ese puesto significa vivir en Paris de manera definitiva. Cuando me fui para estudiar sabía que tenía que regresar, pero tener un empleo fijo es muy diferente. Quiero estar cerca de mi padre, inclusive llegue a pensar en buscar un empleo aquí, o en Seúl.

—¿Ya hablaste con tu padre sobre esto? Si tú quieres ese empleo, no te impediría que te fueras para siempre, Hino. Ya te marchaste antes, y aunque será de manera diferente, se ha acostumbrado a tenerte lejos.

—No se lo he dicho, el profesor habló conmigo justo antes de venir aquí —frotó sus manos, tratando de calentarlas por un instante.

—No te tortures todavía. Habla con tu padre, sabrá que decirte y tú sabrás lo que debes hacer. Pero algo me dice que ya lo sabes y solo estás tratando de tantear todas las posibles salidas. Te conozco muy bien.

Siguieron su camino sin un lugar específico en mente, mientras Jungkook sentía que su momento se iba escabullendo. Para el final de la noche su oportunidad se habrá ido.

—Tienes que saludar a mi madre. Está ansiosa de verte.

Caminaron de regreso a la fiesta, el sonido de los violines se hacía más intenso. Rostros familiares lo saludaban y miraban a Suzume con curiosidad, por un momento creyó el porqué de sus miradas, pero lo rechazó de inmediato. Ella fue la primera en acercase a su madre, y como había pensado, no la reconoció a primera vista.

—Jungkook me había dicho que habías cambiado, y es cierto. Suzume, estás muy bella.

No se quedó a conversar con ellas, retrocedió un par de pasos y las dejó tranquilas. Miró alrededor, buscando a su hermano entre las personas, y cuando lo vio mirando hacia Suzume, supo que aún guardaba esos sentimientos por ella. «Ojalá fuera lo suficiente valiente para ir por ella».

—¿Cuánto planeas quedarte? —preguntó su madre, Jungkook había aguzado el oído lo suficiente.

—Aún no lo sé muy bien, tengo que consultar unas cosas con mi padre. Eso decidirá cuánto estaré por aquí.

—Espero que tengas tiempo libre en el futuro. Sé que a Jungkook le encantará tenerte aquí.

—¿En el futuro?

—La fiesta es encantadora, madre. Creo que la señora Ki te buscaba hace poco.

Intervino de manera oportuna, que su madre le diera la noticia a Suzume no era el mejor de los escenarios. Se sintió un poco tonto al encontrarse tan asustado por algo que seguramente no sacudiría a su amiga.

—En ese caso, dejaremos la charla para otro día, querida. Disfruta de la fiesta.

—Hasta luego, señora Min.

Una vez la figura de su madre estaba lo lejos posible, tomó a Suzume de la muñeca y la llevó a la pista de baile. Escuchó su jadeo sorprendido de su repentina acción, pero no le dio tiempo de incorporarse.

Su canción había comenzado a sonar de manera tenue, su indicación para llevarla a la pista.

—Tengo algo que contarte, Hino —dijo cerca de su oído, era ahora o nunca—. Creí que al final tendría que decírtelo a través de nuestra correspondencia, pero ahora estás aquí, sé que-

Y antes de que pudiera decir otra cosa, alguien tocó suavemente su hombro.

—Lamento interrumpir, señor Jeon. La señorita Jung está al teléfono y hace un rato me pidió que le notificara a cualquier momento.

—Sí, ahora voy. Muchas gracias.

—Ahora vuelo, Suzume. No te muevas, todavía no acabo de hablar. Lo siento.

Jungkook se sintió eufórico de hablar con Delilah, y aunque habían hablado hace algunas horas atrás, ya extrañaba el sonido de su voz. Corrió con apuro a la mansión, no quería hacerla esperar.

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