Sistema de Redención del Vill...

By KumikoKazami19

102K 12.8K 3.5K

Shen Jiu sabe que la ha cagado desde el momento en que terminó en la prisión de agua, sometido a diversos cas... More

Datos
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28
29
30
32
33
34
35
36
37
38
39
40
41
42
43
44
45
46
47
48
49
50
51
52
53
54
55
Extra 1
Extra 2
Extra 3
Extra 4
Extra 5
Extra 6
Extra 7
Extra 8
Extra 9
Extra 10
Extra 11
Extra 12
Extra 13
Extra 14
Extra 15
Extra 16
Extra 17
Especial San Valentín I
Especial San Valentín II
Especial San Valentín III
Especial San Valentín IV
Especial San Valentín V
Especial San Valentín VI
Especial San Valentín VII
Especial San Valentín VIII
Especial San Valentín IX
Especial San Valentín X
Especial San Valentín XI
Especial San Valentín XII

31

1.2K 182 55
By KumikoKazami19

Capítulo 31

El pequeño Shen Fu

Un año podía pasarse más rápido de lo que Shen habría podido imaginarse. Luego del luto inicial por el que sus discípulos habían pasado y tras la conversación que tuvieron en la clase de guqin, todos levantaron sus ánimos al cielo y empezaron a entrenar duro para poder hacerse más fuertes. Aquellos que practicaban el cultivo de la tinta o la música estaban constantemente puliendo sus habilidades entre ellos. Shen les conseguía tantos libros que hablaran del tema como les fuera posible. Todos aquellos involucrados prácticamente tragaban la información que les brindaba y entrenaban, mejorando aquello en lo que se consideraban deficientes. Los tres shidi de Luo Binghe estaban constantemente entrenando, sobre todo con los discípulos mayores. Algunas veces incluso visitaban WanJian para mejorar sus habilidades con la espada o practicaban lucha libre con los discípulos de BaiZhan. Las dos shimei de Binghe hacían algo parecido, solo que era solamente Chen Mei quien iba a entrenar a WanJian y Chen Lin quien entrenaba con el pico QiongDing. Shen se enteró más tarde que Chen Lin había usado su ternura para conseguir el favor de los discípulos del primer pico. Niña lista.

El entrenamiento que todos ellos tenían era riguroso, nadie estaba contento con el fracaso, pero mejoraban con cada día que pasaba. Ming Fan incluso se recluyó un mes entero en las cuevas LingXi, con el permiso de Yue y Shen, y su cultivo fue sin dudas en ascenso. Su cultivo de tinta era más fuerte que nunca y sus creaciones eran cada vez más poderosas. Su manejo con la espada se estaba volviendo más fluido y elegante, incluso cuando la espada que usaba era de las normales que usaban los discípulos que todavía no tenían espada propia. Según palabras de él, no le importaba otra espada que no fuera BaiYe. Y si no podía volver a tenerla, entonces se las ingeniaría con su cultivo de tinta.

Yingying no se recluyó, pero sí tomó mucho tiempo a cultivarse. Su cultivo no se había vuelto tan sobresaliente como el de Ming Fan, pero sus habilidades sí que eran de admirar. Sus técnicas de pelea superaban a las de su shixiong y su cultivo de música era sin dudas excepcional. Era la mujer más fuerte del pico y competía duramente con Mingyan, la discípula principal de XianShu y hermana menor de Liu Qingge. En el último Duelo Anual de los Doce Picos, ambas se enfrentaron y, para orgullo de Shen, fue su discípula quien ganó. La fuerza y la sabiduría que estaba ganando Ning Yingying la estaba volviendo una cultivadora destacable, conocida como La Flor de Jazmín de QingJing. Cada vez que hablaban de ella, solo tenían elogios.

Muchos de sus discípulos se habían hecho un nombre, todos ayudados por las misiones a las que Shen los envió para que ganaran experiencia por sus cuentas. Yang Chen, por ejemplo, era conocido como la Luciérnaga Blanca que Brinda Paz. O Lu Song, por su parte, era conocido como...mejor no pensaba en cómo era conocido su discípulo*.

Había pasado un año, un año en donde se habían logrado muchas cosas. Pero lo que Shen nunca tuvo durante ese tiempo, fue información sobre Luo Binghe. Hablando con Shang, por no decir intimidando a Shang, descubrió que la rata no había tenido contacto con Mobei-jun desde la Conferencia y que contactarlo le era imposible. No tenía forma de comunicarse con el demonio y, por ende, no tenía información de ese mundo para brindarle. Así que luego de varias amenazas y promesas vacías, Shen decidió regresar a su pico resignado a no poder tener información de Luo Binghe hasta que su discípulo se dignara a regresar.

Los reportes esta vez eran más que antes, pero como Ming Fan no estaba, no tenía más opción que hacerlo solo. Tanto él como Ning Yingying habían ido juntos a una misión a un pueblo acechado por un demonio. La misión no era apta para un solo cultivador, así que Shen consideró que ambos eran indicados para la misma. Claro que antes le dio una advertencia poco sutil a su discípulo principal sobre mantener la dignidad de su shimei intacta o el pico QingJing tendría un discípulo menos. Ming Fan, como el discípulo brillante que era, entendió perfectamente y juró no hacer nada que pusiera en riesgo la integridad de su shimei. Shen sabía que cumpliría.

—Shizun, hemos llegado—informó Ming Fan entrando a la sala de la casa de bambú, donde Shen estaba terminando un reporte.

Al verlo notó que estaba al lado de la puerta cerrada, sin querer acercarse a él.

—¿Y tu shimei?

—Ella está afuera. Shimei...quiere saber si tiene permiso de entrar con...lo que trajimos del pueblo al que fuimos enviados.

¿Traer? ¿Qué pudieron traer de un pueblo acechado por un demonio?

Shen asintió con dudas. Ming Fan abrió la puerta y se inclinó para hablarle a Yingying que estaba afuera. Ella no tardó en entrar.

En sus brazos cargaba a un pequeño niño. Tenía el cabello suelto y largo, peinado para que pudiera ver su cara. Su ropa era sencilla, limpia, pero de colores apagados. Tenía ojos grandes y oscuros, con un brillo tenue que parecían demostrar miedo. Sus mejillas no eran redondas y grandes como las de un niño saludable. Tampoco su cuerpo diminuto parecía serlo. Sus manos eran muy delgadas, frágiles, y sus tobillos eran demasiado delgados.

Shen miró a Ming Fan, esperando una respuesta. Su discípulo se acercó a él mientras Yingying mantenía la distancia.

—Es el único sobreviviente del pueblo al que fuimos enviados, shizun. Todos los demás murieron a manos de ese demonio. No pudimos salvarlos, solo a ese niño. Yingying lo bañó y cambió antes de que viniéramos hacia aquí—susurró su discípulo, como si temiera que el niño pudiera escucharlo.

Shen se preguntó, en ese momento, por qué antes no había visto a ese niño en su primera vida. La misión, por lo que podía recordar, había existido. No era algo nuevo de ese mundo, incluso sabía que enviando a dos personas sería suficiente para librar al pueblo del demonio. Sin embargo, cuando recordó los detalles se dio cuenta de algo: la misión había sido tomada demasiado tarde y, en consecuencia, no hubo sobrevivientes. En su primera vida, ese niño había muerto.

Si Shen hubiera tomado en su primera vida la misión y no la hubiera ignorado ¿ese niño se hubiera salvado también?

—¿Cuál es su nombre?—preguntó a su discípulo.

—No lo sabemos, no ha hablado desde que lo encontramos.

Shen asintió y miró a Yingying, quien parecía hablarle suavemente al niño, señalando algunas cosas al azar para distraerlo.

—Ning Yingying, ven.

Ella detuvo su charla y se acercó con el niño en brazos. Más de cerca Shen notó el rostro delgado de ese pequeño. No debería verse así, no a esa edad. A menos que sus padres hayan sido tan pobres que ni siquiera tenían para alimentarlo.

—Trae algo de arroz—le indicó a Ming Fan.

Yingying se sentó frente a él, el niño en su regazo. El pequeño miraba hacia abajo, no parecía tímido, parecía asustado.

—Hey, pequeño, mira, él es shizun, el hombre del cual te hablamos. Él es nuestro maestro y puede ayudarte.

El niño siguió mirando hacia abajo, como si temiera ser golpeado en algún momento. Shen estaba pensando en una manera de poder comunicarse con un niño que claramente no confiaba en ellos. ¿Cómo se supone que le hablaba a alguien así?

—Déjalo solo—pidió suavemente a Yingying.

Ella obedeció y amablemente dejó sentado al niño en su lugar, solo frente a Shen Jiu. Ming Fan llegó con unas gachas de arroz que puso frente al niño. El pequeño seguía sin mirarlos, todavía su mirada fija abajo.

—¿Cuál es tu nombre?—preguntó Shen tan suave y cálido como pudo.

No necesitaba al niño más asustado.

El pequeño no dijo nada, solo callado y encogiéndose en su lugar. Shen se acercó un poco más al niño, tomando la cuchara que estaba en el arroz para tomar una cucharada y ofrecérsela. Como esperaba, él no la aceptó por más hambre que parecía tener y por más que su mirada dijera otra cosa. Tanta desconfianza y determinación a tan corta edad.

—Mi nombre como maestro de pico es Shen Qingqiu. Pero el nombre real de este maestro, el que me fue concedido, fue Shen Jiu. Jiu como el número—ese dato, que no le daba a casi nadie, fue lo que hizo que el niño lo mirara.

Sus ojos oscuros parecían brillar de manera diferente. Shen Jiu lo pensó y comenzó a darse una idea de por qué.

El niño se retorció, jugando con sus manos pequeñas. Parecía indeciso, pero al final habló.

—Wu.

—¿Ese es tu nombre?—el niño asintió.

Fue como sospechó. El niño era un esclavo, como lo fue él, solo que su pueblo fue arrasado por demonios y, de alguna manera, fue liberado de eso.

—¿Qué tipo de padres le ponen como nombre cinco a su hijo?—dijo Ming Fan frunciendo el ceño.

Wu se encogió en su sitio, Shen palmeó suavemente su cabeza.

—Este maestro fue como tú—dijo y el niño volvió a mirarlo—, entiendo lo que es llevar un nombre que no te gusta.

Con su nombre Jiu había hecho las pases hacía mucho tiempo en esta segunda vida. Era el Qiu lo que seguía desagradándole.

Volvió a ofrecerle el arroz al niño. Este se acercó tímidamente, rindiéndose ante el hambre, y comió el primer bocado. Estaba tan hambriento, tan pequeño y desnutrido. Él no recordaba sus primeros años de vida, por lo que no estaba seguro de si se veía como el niño o no. Solo sabía que Qi-ge lo cuidó durante esos años y siempre, de alguna manera, le dio algo de comer.

Este niño parecía no haber comido nada bueno en, al menos, dos días.

Tras el primer bocado, Wu comió lo demás, casi desesperado. Shen miró a sus discípulos.

—No quiso comer cuando estuvo con nosotros—dijo Yingying quien miraba preocupada al pequeño Wu.

Shen Jiu, mientras dejaba que Wu comiera, pensó en qué hacer con el niño. Sus discípulos habían hecho un viaje largo cargando a un niño con ellos, cruzando diferentes sitios hasta llegar a QingJing. A Shen no le extrañaría que el que barría las escaleras los hubiera visto y ahora mismo estaría esparciendo rumores sobre el pequeño niño que sus discípulos habían cargado hasta su vivienda.

Pensó en dar en adopción a Wu. Muchas familias seguramente querrían un niño pequeño que criar y amar, pero la desconfianza de Shen era demasiado grande y no podía creer que esas familias pudieran hacer un gran trabajo con el pequeño niño. Además, el niño había sido un esclavo, estuvo bajo esclavistas seguramente desde toda su corta vida. ¿Y si esas familias consideraban que era mejor entrenar un pequeño esclavo a criarlo como un hijo? Muchas familias, aunque se mostraran honorables, no lo eran en absoluto. Ningún noble nacido en una buena familia podía mirar a alguien que había sido un esclavo como otra cosa que eso.

Para Wu, la mejor opción, era quedarse en el pico QingJing. Pero ¿no era este pico acechado por idiotas que seguramente criticarían al niño por ser esclavo? Lo habían hecho con Chen Mei y Chen Lin solo por ser hijas de cortesanas. ¿No lo harían con Wu también?

—Creo que hay que darte un nombre de verdad—dijo Shen luego de que el niño se comiera todo el arroz y Yingying le ofreciera agua—. Y un apellido.

—¿Por qué no lleva el apellido de shizun?—opinó Yingying, sonriendo al ver al niño aceptar más lo que le ofrecían.

—¿El apellido de shizun?—preguntó sorprendido Ming Fan.

Shen pensó que el niño bien podría llevar otro apellido diferente. Él llevaba un apellido que los esclavistas le dieron y fue un apellido común para que al menos tuviera uno. El niño ni siquiera tenía apellido por lo que los esclavistas seguramente lo consideraron menos que una persona.

Podía llamarse Chen o Yang. Apellidos así no eran extraños y bien podría ser un buen comienzo para Wu. Pero su apellido también era común y bien podrían no tener parentesco uno con el otro solo por eso. No era una mala opción, aunque Shen no estaba del todo de acuerdo con esa decisión porque los rumores que se esparcirían serían peores de los que ya eran. Pero entre eso y los rumores que podrían esparcirse de sus discípulos, Shen decidió de nuevo ser quien cargara con ellos.

—No es una mala idea. Solo queda un nombre.

Wu los miró con curiosidad. Como si la idea de un nombre propio jamás hubiera pasado por su mente. Shen consideró que era afortunado. No solo había sobrevivido en esta vida, sino que también consiguió liberarse de sus esclavistas y terminó en una secta donde sería criado. Realmente a Shen le hubiera gustado tener la misma suerte que ese niño.

Suerte...Fortuna.

—Fu—dijo mirando al pequeño—. De ahora en más, te llamarás Shen Fu.

—¿Shen...Fu?—el pequeño parecía perdido, como si no terminara de entender lo que estaba pasando.

—Sí, así es. Shen Fu. Y serás discípulo del pico QingJing de la secta CangQiong. Aunque comenzarás a entrenar cuando sea bueno para ti. ¿Qué edad tienes?

El niño pareció pensarlo mientras usaba sus dedos para guiarse.

—Tres.

Tres años. Shen Fu había muerto a los tres años en su primera vida.

—Entonces solo esperarás siete años para empezar a cultivar—informó Shen levantándose—. Ning Yingying, ¿le has conseguido algo más de ropa?

—Solo un conjunto más.

—Bien, ve al pico HePing y consigue túnicas de QingJing para el tamaño de Shen Fu. Ming Fan, envíale una carta a Zhangmen shixiong para que venga aquí. Necesito hablar con él.

Ambos discípulos asintieron, pero ninguno se marchó.

—Shizun, ¿quiere que instale a Fu-er en los aposentos de los discípulos?—preguntó Ming Fan.

—No, él se quedará aquí conmigo. Es muy pequeño como para compartir una gran habitación con demasiadas personas más grandes que él. Es mejor si tiene su cuarto propio aquí.

Ning Yingying y Ming Fan lo pensaron antes de asentir de acuerdo con su maestro. Fue entonces cuando ambos se marcharon y lo dejaron a solas con Shen Fu. El niño no lo miraba por demasiado tiempo o, cuando lo hacía, era en momentos donde pensaba que Shen Jiu no lo veía.

Shen Jiu se acercó a él y le ofreció su mano.

—Ven, te llevaré a tu cuarto.

Shen Fu parecía dispuesto a negarse, pero al final extendió su pequeña y delgada mano para tomar la de Shen. Estaba fría y reseca, el cuerpo de Shen Fu parecía tan frágil.

Caminó al ritmo del niño hasta llegar al cuarto lateral donde alguna vez Luo Binghe se quedó. Al ingresar lanzó un talismán de aseo para que todo polvo o suciedad se fuera de ahí. El cuarto no era grande ni estaba demasiado amueblado. Pero era acogedor y cálido para el niño.

—Puedes descansar aquí si quieres hasta que sea hora de la cena—informó Shen—. No hay juguetes, pero tus shixiong y shijie se encargarán de eso.

Soltando su manito, dejó que Shen Fu caminara por la habitación. El niño miraba todo con curiosidad y apenas se animaba a tocar los muebles. Como si temiera romperlos. Lo último que vio fue la cama, donde se subió sin hacer demasiado ruido y se sentó en el medio del colchón. Shen decidió que era mejor dejarlo solo.

Yue Qingyuan llegó poco después a su casita de bambú y Shen no tardó demasiado en explicarle la historia de Shen Fu. Como esperaba, Qi-ge simpatizó rápido con la historia del niño y también consideró que se quedara en QingJing hasta los diez años.

—Cuando llegue a esa edad podrá elegir a que pico desea ir—dijo Yue.

—Estoy de acuerdo, pero eso será solo si él lo desea.

Y si sus hermanos marciales lo dejan ir. Todavía los demás discípulos no habían ido a su casa, quizás dándole tiempo a Shen Fu de adaptarse, pero estaba seguro de que cuando lo vieran no querrían dejarlo ir.

Al final el líder de secta aceptó que el niño se quedara y fuera criado por Shen hasta que este tuviera la edad suficiente para decidir a qué pico ir.

No creía que fuera demasiado difícil aceptar que el niño al que cuidaría durante siete años se fuera a otro pico.

.

.

.

.

.

Como se había esperado, los demás discípulos de QingJing prácticamente se adueñaron de Shen Fu en cuanto lo vieron. Las tres únicas discípulas femeninas se habían encargado de sus túnicas y peinado, haciéndole un adorable moño para que su bonito rostro quedara al descubierto. Los discípulos masculinos se habían turnado el quien llevaba de paseo a Shen Fu esa tarde para jugar con él. Generalmente iban en grupo de cuatro o cinco discípulos, pero en el medio siempre se agregaban algunos más.

Shen Fu parecía haber tenido algún tipo de apego a He Xian y Chen Mei. Siempre eran los discípulos con los que más iba, incluso después de haber tomado la confianza suficiente como para pasar el tiempo con los demás.

Su pequeño y desnutrido cuerpo había tomado color y relleno, viéndose más saludable con el correr de los días. Sus mejillas se estaban volviendo redondas y suaves y sus manitos rechonchas. Ning Yingying siempre que iba los miércoles y viernes lo abrazaba hasta el hartazgo. Ming Fan, por su parte, dibujaba con el niño, halagando sus dibujos sin forma como si fueran obras de arte.

Durante esos dos días de la semana, el niño no salía de paseo con sus demás hermanos marciales. En su lugar, se quedaba a hacerles compañía mientras escuchaba atentamente las historias que Shen Jiu tenía para contar. Una de sus historias favoritas había sido la de La historia de la princesa Hua. Una historia de amor entre una princesa y un plebeyo que había terminado con la muerte del plebeyo, quien ascendió al cielo y se dedicó a cuidar a la princesa desde lo alto, enviándole mensajes a través de las nubes para que ella supiera que su amor seguía existiendo.

Shen Fu no decía nada durante esos encuentros, solo escuchaba en silencio con un pastel entre sus manos y una taza de té a su costado. Absorto en cada palabra que Shen Jiu tuviera para decir. Al finalizar la reunión, el niño iba a su cuarto a jugar con los juguetes que sus compañeros le hicieron hasta que era hora de la cena. Una comida y un baño más tarde, el pequeño estaba en la cama, envuelto en suaves y cálidas sábanas.

Pero las madrugadas eran complicadas para el pequeño. Shen ya esperaba que fuera así. El niño habría pasado por muchas cosas durante sus tres años de vida y sumándole la masacre del demonio en su pueblo, no debía tener muy lindos recuerdos para tener dulces sueños. Se le había hecho normal despertarse a la mitad, con los gemidos lastimeros y pequeños gritos de Shen Fu. Así que intentando imitar a las mujeres del Pabellón Rojo Cálido, Shen lo despertaba y le ofrecía quedarse a su lado para cuidarlo de las pesadillas. Al principio Shen Fu había aceptado, dejando que se sentara a su lado hasta que volvió a dormirse. Solo así Shen pudo regresar a su cama para seguir durmiendo. Pero las cosas cambiaron en la segunda noche.

—¿Puedes dormir conmigo?—susurró bajito Shen Fu, extendiendo su manito.

Shen Jiu estaba en duda, principalmente por todos los rumores que caían sobre él. Si alguien supiera que dormía con un pequeño de tres años, seguramente dirían que abusaba de él.

Pero los ojitos de Shen Fu brillaban con esperanza y Shen pensó que los rumores podían irse a la mierda.

—Solo esta noche—dijo acostándose a su lado.

Sí, solo esa noche. Fácilmente cuatro veces por semana, Shen Fu dormía con él, ya sea en su propia cama o en la cama de Shen Jiu. A veces incluso se colaba en su cama sin que lo notara, despertándose al otro día con el niño aferrado a su pecho y con las mejillas sonrosadas por el sueño. Otras noches, cuando parecía ser que las pesadillas todavía lo atormentaban cuando estaba a su lado, le cantaba alguna de las canciones que recordaba de su shizun. Una noche le había cantado la que habitualmente cantaba cuando estaba con ánimos de cantar. Pero no la había considerado apta y terminó por cantarle otra que consideraba mejor para el niño.

Noche de luna llena, paz traerá a tu corazón. Escucha mi voz, te guiará de nuevo a casa. El conejo de la luna cuida tus pasos mientras te espero pacientemente. Sé que volverás, mi corazón me lo dice. Mi dulce tesoro, aquí estoy para ti.

Shen Fu lo miraba mientras le cantaba, hasta que sus párpados se cerraban por su cuenta y dormía de nuevo tranquilamente. Los ojos oscuros de Shen Fu lo miraban con tanta atención. Por dentro, muy dentro de él, Shen creía que era adorable.

—Descansa, Fu-er—susurró Shen acariciando el cabello del pequeño que se apoyaba contra su pecho.


*Lu Song es conocido como El Empalador de QingJing, por eso a Shen no le gusta pensar en cómo es conocido su discípulo.  

Para quienes no sabían:
9: jiǔ 九 (pronunciación: chiou, sin marcar mucho el ch)
5: wǔ 五 (pronunciacion: u, literalmente solo suena como la letra u) 
Suerte, fortuna, felicidad: fú 福  (mismo caracter que en Tian Guan Ci Fu)

Los tonos son más dificiles de explicar jajaja

La cancion que canta Shen a Fu-er es, bueno, inventada porque no quería buscar una en internet. Además, no es tan dificil inventar algo teniendo en cuenta cosas típicas. Como el conejo de la luna jajaj

Shen sin darse cuenta se volvió padre jajaja ¿cuanto creen que le tome a Fu-er llamarlo papá? 

Y si, Yue, seguro los demás miembros de Qingjing van a dejar que Fu-er se vaya llegada a la edad propicia para cultivar jajaja, buen chiste, cuentate otro XD 

Mañana capitulo 32: El gato acorrala al hamster 

No hace falta poner nombres para que sepan de quienes hablo jajaja

Nos vemos!!! Besos :D

Continue Reading

You'll Also Like

36.1K 3.7K 22
⚠️El fanfic tendrá un remake y no a sido finalizado, te invito a pasar por alto este y leer el mejorado⚠️ Shen QingQiu no quiere tirar a su discípulo...
10.1K 1.1K 7
Jiang Cheng creyó que había llegado el momento de que el ciclo de la vida culminara para él, para los cultivadores morir en una caza nocturna no es i...
239K 17K 35
Con la reciente muerte de su padre el duque de Hastings y presentada en su primera temporada social, Annette empieza a acercarse al hermano mayor de...
348K 23.1K 94
Todas las personas se cansan. Junior lo sabía y aun así continuó lastimando a quien estaba seguro que era el amor de su vida.