My pace - Minsung

By 2minpudding2

3.6K 338 144

Minho se graduó del instituto con las mejores notas y eso le consiguió una beca en la universidad de Seúl, do... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Extra - Personajes
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Extra - Recopilación de temporada
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45

Capítulo 23

45 4 0
By 2minpudding2

Después de asegurarse de que a Jisung no le quedaban más lágrimas que llorar, sus amigos marcharon para ocuparse de sus tareas de personas adultas responsables con un alquiler que pagar. Le dejaron allí, con el estómago lleno y sentado delante de la lavadora viendo al peluche girar y dar vueltas cubierto de jabón. Tal y como habían hecho él y Changbin al volver, en la ducha.

Sonó el teléfono de casa. Se abrazaba las rodillas pero dio un brinco y las soltó para girarse y mirar fijamente el objeto que emitía ese estruendo. Nadie tenía por qué llamar. Tampoco tenía ganas de contestar. Lo ignoró y volvió a mirar el tambor de la lavadora a través de la puerta de cristal. Aquello se había convertido en uno de esos videos de asmr jugando con slime. Si hacía un live tenía claro que habría miles de personas mirando.

Esta vez, sonó el timbre. Frunció el ceño al girarse. Eso ya no le gustaba. Había conseguido algo de paz los últimos minutos y no iba a permitir que nadie la perturbase. Agarró el teléfono que había en el suelo junto a él, iba a mirar las notificaciones, por si acaso era un repartidor o alguna cosa por el estilo, pero recordó que había puesto el modo avión por recomendación de Felix. Él era, de los tres, el que mejor sabía qué hacer con las redes en momentos así: nada. Cerrarlo todo.

Volvió a sonar el timbre, acompañado de unos golpes en la puerta. Eso parecía serio. O peligroso. Se levantó con cautela. Movió su cuerpo lentamente evitando hacer ruido hasta llegar a la puerta. Primero, colocó la oreja.

—Cálmese, por favor, el señor está en casa, se lo aseguro.

Al escuchar una voz familiar, se asomó a la mirilla y vio al conserje. Extrañado, abrió la puerta.

—Buenas tardes, señor, hay una persona que...

—¡Jisung! 

Minho salió de detrás de aquel hombre de mediana edad, apenas corpulento pero con una gran presencia, y agarró a Jisung de los brazos con cuidado.

—Dile que me conoces. Lleva horas sin dejarme pasar.

—Caballero, suelte al señor Han o llamaré a seguridad.

—No... Está bien, es un compañero de la universidad.

Pese a que la tristeza en su voz levantó sospechas en el conserje, este se marchó tras una reverencia.

Aunque extrañamente dolido por sus palabras, Minho respiró al ver la puerta abierta que al fin tenía permiso para cruzar. Jisung no dijo nada, se adentró de nuevo en su morada y dejó paso para que el recién llegado le siguiera. No hubo un atisbo de duda. 

En cuanto entró, se quitó los zapatos y le siguió hasta el salón. Ninguno sabía bien cómo proceder, así que Minho tomó la iniciativa, pues para eso había esperado desde antes que cayera el sol. Respiró hondo y sopló. Nunca había tenido que hacer algo así y no estaba preparado.

—Jisung, siento haber aparecido así en tu casa, mierda, no sabrás ni cómo sé donde vives... 

La vergüenza y el miedo estaban creando una incomodidad que nunca antes había sentido, no paraba de escribir y borrar frases en su cabeza, buscando la única que le diera la oportunidad de no empeorarlo más de lo que ya estaría.

—Fue Hyunjin, habló con Felix y... Bueno, estamos todos preocupados, joder. ¿Dónde te habías metido?

—¿Todos? 

Sus ojos de perlas marrones abrieron de más.

—¿Por mí?

Minho se rascó la nuca con ambas manos y dejó caer sus brazos.

—Pues claro... Lo siento, no quería incomodarte con aquello, te juro que pensaba que nadie me escucharía, solo era un puto borracho llorándole a su ex.

Frenó. Estaba sonando patético y lo sabía. Se estaba alterando por momentos.

—Perdón, es que... Soy imbécil.

Jisung retrocedía en cortos pasos, deslizaba sus pies gracias a los calcetines de algodón y aumentaba la distancia entre ellos a cada frase. Lo veía. Se veía en él a sí mismo. Esa inseguridad, la necesidad de justificarse, de saber si el contrario le odiaba, de rogar para que no se enfade contigo. ¿Así se veía él? Era triste. Tenía ganas de acunarlo entre sus brazos, decirle que todo está bien como hizo él cuando más lo necesitó. Pero no podía. Jisung no tenía la fuerza suficiente como para dársela a los demás. Cerró los puños con frustración al sonar el pitido de la lavadora como si fuese el pistoletazo de salida.

—¿Por qué lo vas a perder todo?

Jisun recordó la pregunta que no se había ido desde que la escuchó. Necesitaba respuestas, la duda le estaba amargando desde dentro y ahora no eran más que dos muchachos inseguros cara a cara.

—¿Qué tiene que ver Jungwoo con esto? ¿Es tu ex, verdad? ¿Por qué siempre le llamas a él? ¿No guardaste mi número? ¿Es que aún le amas? ¿O ahora te interesa la chica de la academia?

Estaba asustado y tembloroso como un cachorro en la consulta del veterinario. Sabía que eso era necesario pero no dejaba de sentir pavor en sus huesos. Las piernas le temblaban y juraba que si no se sentaba pronto, caería de rodillas. Había sido un día agotador, física y emocionalmente, no se veía capaz de aguantar un asalto más. 


Minho, por su parte, había obtenido una sarta de preguntas que le habían dado una clara respuesta. Se llevó las manos a la cara y se escondió tras ellas ocultando su vergüenza. Gruñó de pura frustración. Odiaba sentirse así, la incertidumbre, los nervios, no saber qué hacer, el miedo a su reacción. Todas las incógnitas que tenía Jisung le hacían entender una cosa: lo último que le había importado era la confesión. Y eso le hacía sentir todavía más miserable. Exhaló una risa triste, un golpe de aire seco con la comisura de los labios levantada.

Sus pies descalzos dieron largos pasos que le permitieron acercarse lo suficiente para rodearlo con los brazos y seguir pidiendo perdón en susurros.

—Lo siento.  Te lo explicaré todo.

Cuando estrechó el cuerpo de Jisung junto al suyo, se dio cuenta de lo mucho que había añorado su presencia. Inhaló ese aroma que recordaba, el cosquilleo de su cabello le hizo arrugar la nariz y vio lo importante que había sido para él algo de una sola noche. Algo que fue tan inocente como permitir que Jisung abriera su alma y encontrase en él un refugio por unas horas.

No quería apartarse. Jisung tampoco. Había tardado en reaccionar, pero en seguida Minho sintió en su espalda las frías manos de aquel chico que llevaba tanto sin ver. Solo necesitaban un segundo.


La conversación en el sofá estaba siendo densa. Había mucha información que Minho tampoco sabía cómo explicar a un chico que vivía entre montañas de oro. Cuando iba diciendo una a una todas las dificultades a las que se enfrentaba día sí y día también, porque la vida no le daba tregua, recordaba que el dinero daba la felicidad. Ni que fuese un rato. 

Habló de la tienda de su familia, que llevaba generaciones y había sido muy difícil recuperarla después de la guerra pero ya estaba muy desactualizada. Le explicó la beca de la academia y cómo la ganó, eso supuso varios minutos hablando de música y baile. Minho pudo descubrir, por fin, que compartían amor por el hip hop, el rap e incluso el edm, al contrario de lo que pensaba. Siempre había imaginado que los de la academia de canto serían más clásicos. Después, contó la aventura de encontrar piso y trabajo, y cómo tenía que combinar el proyecto con todo eso, además de estudiar. 

Tanto darle vueltas y ahora estaba siendo fácil, demasiado fácil, hablar.  

Jisung prestaba atención a sus palabras y observaba sus gestos, apreciando cada nimiedad y percatándose de las pronunciadas ojeras que días atrás parecían más tenues. Ahora conocía el motivo. 

—En resumen, si no apruebo todo con buena nota, el año que viene no obtendré de nuevo la beca y tocará volver al pueblo.

Abrió los brazos con un gesto de resignación. 

—No habrá ni universidad, ni academia, ni nada.

—No lo permitiré, puedo pagarlo yo —se ofreció Jisung, totalmente convencido.

Minho sacudió las manos en negación.

—No, no pienso aceptar tu dinero. No quiero deber nada a nadie. Es mi responsabilidad, mis padres ya me advirtieron que solo si era capaz de subsistir por mi cuenta, me permitían continuar con mi sueño.

—Pero apenas duermes —añadió Jisung— y te veo más delgado que antes.

—Es que el otro día subieron el alquiler y he tenido que ajustar un poco más la cesta de la compra pero eso se llama resiliencia.

Alzó las cejas con orgullo.

Jisung, por encima de muchas otras personas, conocía a la perfección esa sensación gutural y putrefacta de tener una deuda que era difícil de saldar. La independencia era paz mental. Si por él fuera, tenía claro que preferiría estar exactamente igual que Minho y subsistir a base de sacrificios antes que continuar debiéndole su existencia a sus padres; pero él era un cobarde.

—No te preocupes por mí, me estoy esforzando y seguro que me dan otra beca.

Minho se acomodó en el sofá. Ambos estaban cara a cara, sentados con las piernas cruzadas, pero empezó a recostar su espalda sobre el grueso reposabrazos y estiró una pierna dejándola caer. El mueble era bastante amplio para los dos, teniendo tres plazas.

—Y en la academia de baile ya me han dicho que la beca del concurso solo cubre un año pero si sigo trabajando en proyectos, pensarán en rebajar el precio del próximo año. Todo ventajas.

—Eso se llama explotación laboral, ¿has oído hablar de las prácticas no remuneradas alguna vez?

Jisung levantó las cejas para dejar aún más claro el sarcasmo.

—Nimiedades.

Jisung abrazó sus rodillas y se encogió sin dejar de mirarle.

—Minho, ahora en serio, no puedes irte. No quiero que te vayas. Prométeme que si alguna vez de verdad necesitas el dinero, vendrás a mi. No haré preguntas y si te hace sentir mejor, me haces tú un favor para equilibrar.

Minho asintió con la cabeza, de acuerdo con ese nuevo enfoque.

—Sé que es egoísta, pero te necesito... —Jisung fue escondiendo la barbilla lentamente tras las rodillas y su tono de voz quedaba ahogado contra su cuerpo.

Por eso, Minho mantenía silencio para oírle.

—No sé qué haría si te vas, es fácil existir contigo, parece como si te dieras cuenta de las cosas que para mi son importantes.

—¿Y sólo soy yo? —Minho no entendía por qué decía eso, e incluso sintió cierto malestar al pensar que había sido él quien precisamente desapareció. Mas intentó apartar ese pensamiento y continuó—. Tienes dos amigos que parecen de los buenos, es más de lo que podía decir yo cuando llegué. Los pueblos son pequeños, te juntas con quien hay, no puedes escoger y no siempre son buen material. En cambio tú... 

Le miró con socarronería y cierto tono de reproche.

—Tus amigos se desviven por ti a su manera. Yo no sé cómo lo hago, para mi eres tan evidente que me cuesta entender que los demás no lo vean pero cada persona es un mundo, Ji, y si encima no pides ayuda, mucha gente no puede saber lo que necesitas por arte de magia. 

—¿Y si les pido una pijamada para contarles todo?

A cada palabra costaba más oírle. Se sentía idiota al preguntar eso. Jisung ya sabía la respuesta y, aún así, la desconfianza habitaba en su pecho.

—Felix te haría un chocolate caliente, te arroparía y te daría un beso en la frente. Claro que sí, idiota. 

Minho estiró la pierna que aún conservaba en el sofá y le golpeó con cariño.

—¿Por qué eres tan inseguro con ellos pero lo tienes tan claro conmigo?

Esa pregunta deseó haberla formulado primero en su cabeza. Minho no quería pensar en ello pero tenía ciertas sospechas que ojalá no fueran ciertas. Jisung no era egoísta por necesitar a alguien pero a Minho le preocupaba que fuera tan consciente de ello. No quería esa responsabilidad. Lo último que faltaba en su vida era que alguien dependiera de él. 

Los sentimientos que tenía el bailarín eran diferentes. Minho quería cuidarlo pero no como un deber. Le gustaba tenerlo entre sus brazos. Era un remanso de paz, silencio en una tormenta de arena. Veía en aquel chico una persona que solo buscaba la tranquilidad en su vida pero por vicisitudes del destino lo único que tenía era caos. 

Frente al silencio de Jisung, sintió agradecimiento, prefería no conocer aún su respuesta.

—Por cierto, ¿Cuánto llegaste a oír de la llamada? No recuerdo ni lo que duró pero sé que estuve gritándole bastante tiempo.

Le bastaba con saber una cosa: si había escuchado claramente la confesión o no. Sin embargo, Jisung, de nuevo, no quiso responder, esquivaba su mirada y las manos le temblaban. Era evidente que no quería hablar de eso. Tocaba ir cambiando de preguntas hasta dar con la adecuada. 

—Y, ¿has faltado tantos días por mi culpa? ¿Te agobiaron mucho las dudas que tenías? Ya ves que está todo bajo control.

Respondió rápido esta vez. 

—No, volvieron mis padres sin avisar y me dejaron sin fuerzas. He tenido que seguirles la corriente con unos asuntos de la empresa. Ayer estuvimos fuera todo el día.

—Ahora entiendo el soju.

Minho se percató de que la broma aflojó la tensión del aire. Intentar saltar de temas importantes a pequeñas nimiedades daba resultado. El lenguaje corporal de Jisung decía que ya no estaba incómodo pero sí nervioso. Aun así, todo estaba yendo demasiado lento. Llevaba días esperando para poder hablar y ahora llevaban horas para no decirse nada en realidad.

Minho carraspeó. Cuando el anfitrión quiso ponerse en pie para buscar un poco de agua, sus piernas fallaron. Habían estado dobladas por mucho más tiempo del que recordaba. Un hormigueo doloroso e intenso subía por su pie derecho y le hizo tropezar. 

Minho, con los reflejos de un felino, le sujetó de la cintura y guio la caída de nuevo al sofá, encima de él. Sentado entre sus piernas, Jisung apoyó las manos sobre su pecho para no chocar.

—Perdón. Se me ha dormido una pierna.

—Está bien.

Minho le miraba. No había tenido su rostro tan cerca ni aún durmiendo en la misma cama. Era fácil vislumbrar la sombra de su vello justo en la barbilla. Incluso podía ver que no tenía solo la peca que ya conocía, sino que había otra más diminuta un poco más arriba. 

Aún sujetaba su cintura. Sus manos le habían echado de menos. Quizá era eso lo que hacía falta. Menos esperanzas en las palabras y más confianza en el contacto. A fin de cuentas, Minho no creía que fuese buen orador.

Luchaba contra la tentación de deslizar los dedos por sus costillas como si fuese un piano que se moría por tocar. Era difícil hacerse a la idea de que esos sentimientos eran suyos. ¿Cómo podría entonces verbalizarlos? Le gustaba. Quería conocer el sabor de esos labios. Si continuaba sintiendo su aliento iba a ser difícil resistirse.

—Mierda, quiero besarte.

 De nuevo, su pensamiento tomó la delantera. Simple y breve. Aunque esta vez lo agradeció. Se mordía el labio con miedo a levantar los ojos y encontrarse con los suyos. 

El silencio después de aquella confesión no fue en absoluto tenso, salvo si se tenían en consideración los ojos suplicantes y marrones de Minho. Brillaban bajo la luz blanca del salón y se enfocaban únicamente en los labios rosados delante de él. Suspiraba en una respiración agitada.

—¿Puedo?

Jisung no iba a engañarse, no necesitaba tiempo para pensarlo, ni distracciones en las que pensar para evitar llegar a la conclusión más evidente. Asintió. Sus manos sobre el pecho musculado lograban percibir sus latidos incluso tras la ropa. Su ritmo era frenético. No sabía cómo podía moverse con tal gracilidad estando tan nervioso. 

Nervioso por mí, pensó. 

El primerizo sonreía tímidamente de orgullo. No sólo le sujetaba por la cintura como si pudiera romperse, además, acompañó aquel beso con unas caricias en su cuello. Le hacía sentir seguro. Como si aquel agarre fuera suficiente para no dejarle caer jamás. 

Era la primera vez, pero sus labios reconocían aquel gesto igual que si las miles de veces que le había besado en sueños fueran reales. Jisung supo cómo moverse por puro instinto. La piel de sus labios era fina y podía sentir el equilibrio en sus formas. Se ajustaban como piezas de un puzle que llevaban tiempo separadas y se encontraban de nuevo.

Todo el miedo que albergaba su cuerpo unos minutos antes se esfumó entre los murmullos húmedos de sus labios. Inhalaban como si les faltara el aire, disfrutando el aroma del otro. Los recuerdos de la noche en el apartamento de Minho volvían a sus mentes, evocando las huellas que el mayor dejó en su cuerpo al descubrir que encajaban como si su destino fuese estar juntos.

Había pasado un tiempo desde que empezó a tener miedo de no merecer ser deseado. Nunca antes nadie le había mirado como él. ¿Quizá sí valía la pena? Jisung estaba agradecido de haber confiado su primer beso a Minho. Él no le hacía sentirse torpe. Le guiaba con sus labios y le invitaba a jugar con su lengua mientras sus manos le daban la seguridad que necesitaba. Degustaba su sabor. No era dulce ni amargo, era como morder su aroma, ese que había inhalado toda la noche junto a él.

Aprovechó que Minho se apartó para poder tragar saliva, la humedad de su boca se escurría por la comisura de sus labios. Minho acarició su mejilla con el pulgar.

—No quiero sobrepasarme, Ji... Puedes decirme que pare cuando quieras, por favor. 

El anfitrión no era tan dado a las palabras como él. En lugar de responder, se limitó a retomar aquel beso que le había sabido a poco. Lo besó como si supiera cómo. Tomó la iniciativa con un valor que no supo de dónde sacó. Con las piernas temblorosas y apoyándose en su pecho, se sentó sobre su cadera para acomodarse y sentirle más cerca. 

Al intentar evitar pensar en él durante tantos días, no había tenido en cuenta el hambre voraz que le provocaba. Jisung arrugó la camisa ajena entre sus dedos y deslizó sus labios depositando cortos besos sobre su piel. Llegó hasta el cuello y respiró ese olor tan familiar ahora. Quería morder, lamer, besar. La inexperiencia hacía torpe sus movimientos, aunque a Minho no le importaba. Gimió ante su tacto. 

Ambas manos en la cintura de Jisung apretaron su agarre y le acercaron más a él. Minho empujó su propia cadera contra la estrecha figura, provocando que ninguno pudiera reprimir los sonidos. Jisung llevó las manos a la nuca contraria, ansiaba juntar sus cuerpos más de lo que la física les permitía, y entrelazó los dedos en su cabello para retomar los besos.

La vibración en el bolsillo de Minho, lejos de ser un estímulo agradable, asustó a Jisung al sentirlo demasiado cerca de su entrepierna. Se apartó en un movimiento brusco, alejándose hasta el otro extremo del sofá. 

Desvió la mirada nervioso, sus manos buscaban limpiarse la saliva de los labios y agarrar un cojín para esconder su erección. Estaba avergonzado. Aunque fuese una reacción natural, sentía que quizá era una falta de respeto haberse excitado de aquella manera, quizá Minho solo quería besarle, quizá eso era demasiado, a lo mejor le había puesto en un compromiso, o quizá... 

Se despejó toda duda cuando Minho respondió la llamada mientras se movía de forma extraña intentando recolocar su pantalón.

Respondía a la voz del teléfono con monosílabos mientras aguantaba la compostura y se mordía el labio. Una sonrisa pícara mostraba orgullo al ver por qué Jisung necesitaba aquel cojín. Le gustaba su timidez. Llevaba demasiado tiempo anhelando un momento que no sabía si podría alcanzar y, ahora que lo tenía entre sus manos, el animal hambriento al fondo de su ser deseaba corromperlo.

—Claro, Señor Kim.

Se acomodó en el sofá para acercarse a Jisung de nuevo. La mano libre buscó la barbilla de Jisung para depositar en él pequeños besos silenciosos.

—Me encantará hacer esas entrevistas, luego le envío un mensaje con mi agenda. Gracias.

Colgó. 

Continue Reading

You'll Also Like

19.2K 2.5K 32
-----¡No voy a dejarte aquí!-me dijo alarmado- -----¡Tienes que irte!-grite- ¡Mierda Jisung! No seas tan terco y lárgate! -----No puedo dejarte...-y...
2.8K 134 19
bueno ahora explico lo de la otra historia es que necesita una animacion una foto y me falta mucho para terminarla y hare este mientras tanto y dire...
22.2K 981 26
Donde Han y Minho se odian con toda el alma posible hasta que los profesores se dieron cuenta de eso ¿La solución? sigan viendo... La historia no es...
1.1M 180K 160
4 volúmenes + 30 extras (+19) Autor: 상승대대 Fui poseído por el villano que muere mientras atormenta al protagonista en la novela Omegaverse. ¡Y eso jus...