ღ Ineffable husbands - ONESHO...

Par No_giving_up

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┏━━━━━━━━━━━━━━┓ Crowley x Aziraphale y otras parejas paralelas del multiverso Michael Sheen-David Tenn... Plus

「✦」Dolor de corazón.
「✦」San Valentín.
「✦」Sabor dulce.
「✦」Demon!Aziraphale - Te tantum diligo.
「✦」Angel!Crowley - Colonenses 3:5
「✦」Después del No-Fin de los tiempos.
「✦」Illogical! husbands-Una nueva oportunidad.
「✦」REV!Omens- Te adoro.
「✦」Puedes mirar, ángel. ANGST.
「✦」IneffablesWives -Una noche de lluvia
「✦」Killer!Husbands - Hazme gritar.
「✦」Rev!-Por ti haría cualquier cosa.
「✦」Lujuria de Ángel.
「✦」Illogical husbands! Herida por herida
「✦」Human AU- Lenguaje floral
「✦」Omnia vincit amor (Roma)
「✦」Baroque Husbands!- Búscame en Londres
「✦」Crime! husbands-- Bajo sospecha pt. 1
「✦」Crime! husbands-- Bajo sospecha pt. 2
「✦」Inner Demons!- Tras la Caída
「✦」Una vez en el Cielo
「✦」Rev! Dolorosa tentación
「✦」Fem! Aziraphale-- Crawling back to you
「✦」Fem! Crowley -- La Esposa del Sr. Fell
「✦」Tras la s2 - «1 Timoteo, 2:6 »
「✦」Arrodíllate
「✦」Sempiternus
「✦」Vampire AU! - La tua cantante
「✦」Mano de Santo
「✦」Primera tormenta (Edén)
「✦」Segunda tormenta (Mesopotamia)
「✦」Tercera tormenta (Tierra de Uz)
「✦」Huye. Quédate [Serial Killer Husbands]
「✦」Juego de posición [Fem!Aziraphale]
「✦」Juguetes [Fem!Crowley]

「✦」 Baroque Husbands! pt.2- Completamente tuyo

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Par No_giving_up

Uno de los AU! que se ha hecho popular a causa del mismo fandom de Good Omens, en el que se combinan los ya existentes fandoms de Michael Sheen y David Tennant. Se han creado varios Universos Alternativos en los que se combinan personajes de ambos actores de sus diferentes participaciones en series, muchos con el "husbands" añadido al final en honor a los Ineffables Husbands, que son el ship principal.

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Baroque husbands -- Pareja entre Giacomo Casanova & Robert "Robbie" Ross.

:・゚✵ :・゚✧ :・·Giacomo Casanova (Casanova) escritor, libertino y seductor (David Tennant):・゚✵ :・゚✧ :・゚✵

&

:・゚✵ :・゚✧ :・·Robert "Robbie" Ross (Wilde) periodista, crítico de arte y compañero de Oscar Wilde (Michael Sheen)):・゚✵ :・゚✧ :・゚✵

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Continuación de "Búscame en Londres"

Tras leer su carta de despedida; Casanova se decide a encontrar la manera de volver a reunirse con Robbie, completamente flechado de amor. Pasa un tiempo hasta que finalmente consigue arribar a Londres; y, una vez está allí, surgen las dudas: ¿y si Robbie ha rehecho su vida y no desea verle de nuevo? ¿Podrá siquiera encontrarle en esa ciudad después de tantos meses?


[Contenidos: Romance, fluff, smut] 

(saben que siempre les recomiendo escuchar la canción para entrar en el mood jeje)


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Segunda parte: "Completamente tuyo"

Después de sus amoríos en Francia con aquel joven, el mundo de Giacomo Casanova había dado un inesperado giro. La conexión entre ellos durante aquel baile, ese flechazo inmediato, la sensación de que algo así estaba destinado a suceder, de que se habían conocido en algún otro universo... era algo demasiado especial como para dejarlo escurrir entre sus dedos; y él mismo siempre había desarrollado su vida de manera espontánea. No había nada que le atase a ningún sitio, ni tampoco nadie que le extrañase en alguna parte. Por eso mismo, en cuanto leyó la carta de Robbie aquella mañana, se decidió a volver a encontrarle, tal y como habían prometido en la pasión de su encuentro.

— Huyes del dolor que te dejó el amor en Venecia pero... una vez estás tranquilo ¿vuelves a perseguirlo hasta otra ciudad extraña? —le había preguntado el conductor de aquel carro de transporte en el que había logrado encaramarse después del largo viaje en barco.

— ¡No, no! Pero aquello fue distinto— Casanova sonrió ensoñadoramente, contemplando el camino de tierra que dejaban tras las ruedas— Y deseo volver a verle desde entonces.

— ¿Y crees que él querrá saber de ti?

Aquello le hizo suspirar. Habían pasado seis meses, desde que se puso en marcha para reunir lo que podía requerir un viaje a una tierra como Inglaterra partiendo de su lamentable situación económica. El trayecto en carruaje había sido arduo; pero nada como el surco por mar, largo y fatigoso. Había tenido que gestionar un par de deudas y otras cuestiones en Francia antes de emprenderlo, pero allí estaba, con el pecho inflamado de amor del mismo modo, como un iluso.

Se preguntaba qué rumbo habría tomado la vida de Robert Ross para entonces, y cuando se vió bajo la lluvia londinense le asaltaron las dudas. ¿Y si había enfermado? ¿o ya no se encontraba allí? ¿Y si aquello de "volver a verse" era algo que decían los britanicos por mera educación, una frase hecha que tradujo mal?

El consuelo de Casanova fue una bonita velada la misma noche que llegó, en la que logró colarse gracias a las buenas migas que había hecho con una de las parejas encargada de su celebración. Sobre todo con la esposa de aquel matrimonio. No había hecho nada extraño; pero supuso que su labia era un don bien combinado con la lozanía italiana.

La fiesta tampoco tenía nada que ver con las que hubiese visitado en Francia o Venecia, la comida era distinta, también la música y apariencias. Después de bailar y beber tal vez demasiado para distraerse, dejó su copa en una bandeja al azar y se dirigió al balcón con intención de despegarse de los agobiantes salones al menos durante unos instantes.

Seis meses.

Era el tiempo que había pasado y que para un joven Robbie, que había perdido ya a un amor, trató de enterrar su corazón para no salir nuevamente dañado.

Robbie había sentido algo muy grande, sincero y hermoso por aquel joven italiano al que había conocido de manera tan fugaz, al mismo que le había pedido que viniese a por él; pero del mismo que temía que le hubiese cambiado. Giacomo le había admitido que era un seductor nato, pero aun así, aquella noche había sido suficiente para enamorarle.

Le había extrañado a diario, pero su corazón no podía más.

Aquella noche a Robbie le acompañaba un joven a una de esas tantas y aburridas fiestas a las que Wilde aun le invitaba. La velada estaba siendo buena, pero completamente diferente a la vivida en Francia meses atrás.

Su rostro estaba serio y esbozaba suaves sonrisas educadas cuando era meramente necesario. Hasta que, a sus ojos, le pareció ver la sombra de un espectro.

Robbie palideció y se disculpó con su acompañante cuando le dejó a solas en el salón, siguiendo aquella sombra hasta las escaleras, subiendo con premura.

Por su parte, Giacomo detuvo su rumbo hacia el exterior al ver aquella salida al balcón cerrada. Fuera, el clima era húmedo y de vez en cuando las nubes dejaban caer algunas gotas, o eso pudo atisbar desde detrás del cristal.

Bufó una risa sutil, mientras accionaba el manillar sin temor alguno. La nobleza londinense que, a sus ojos, debía ser uno con la llovizna a aquellas alturas, parecía demasiado remilgada como para exponerse a un frescor semejante; que a Casanova le hinchó los pulmones agradablemente.

Uno de sus dedos paseó tranquilamente por aquel ancho barandal de mármol, cubierto de una fina capa de agua y exhaló. Aunque el clima melancólico acompañaba, su brisa redujo el aturdimiento del calor y el vino en el interior.

Tras unos pocos segundos, atisbó el sonido de la puerta del balcón una segunda vez y se sobresaltó, lanzando una mirada rápida a sus espaldas. Iba a formular un saludo, pero sus labios no lograron emitir ninguna palabra al reconocer aquel rostro, el rostro por el que había llegado hasta allí.

Robbie contuvo el aliento, aferrando su mano a la moldura de la puerta. Su mirada se encontró al segundo con aquellos orbes celestes que le habían arrebatado su corazón meses atrás. Las esquirlas de su corazón parecían unirse conforme le observaba, siendo capaz de suspirar cuando se cercioró que no era un simple espejismo o engaño de su mente.

— Giacomo. — pronunció con anhelo en su voz, incapaz de avanzar un paso. — Viniste... Has venido.

Casanova se giró por completo hacia él y tragó en silencio. Sus comisuras no pudieron evitar tirar de una lenta sonrisa, cuando su mirada se inundó de aquellos ojos y de sus rizos oscuros como el carbón, que había revisionado tantas veces visitando sus recuerdos.

— Temía no encontrarte— suspiró, dando un paso hacia adelante y buscó en el bolsillo interno de su chaqueta, para mostrar entre sus dedos aquella carta arrugada— Es... por ti que... es por ti que estoy aquí. Me negaba a no volver a verte.

Cuando se encontró su papel de despedida esa mañana, había deseado arrojárselo a la cara, entristecido por un frío adiós y la ausencia de su amado. No obstante, jamás quiso deshacerse de ella, por si era lo último que conservaba del azabache. Aquello fue su incentivo cada día, el aire que avivaba la llama de su amor.

La vista de Robbie fue directa al papel entre sus dedos y pudo rememorar sin problema alguno el dolor que sintió al dejarle de aquella manera, en que había escupido todas sus palabras de una necesidad irracional que pensaba que no se cumpliría.

— Oh, Giacomo...— susurró y acortó la distancia entre ellos, sosteniendo su rostro entre sus manos cuando le alcanzó. — Pensé... Que no vendrías nunca, había perdido la esperanza, que todo lo que ahí escribí terminara siendo el final de una ensoñación y... Aquí estás.

Casanova alcanzó una de sus muñecas con gentileza, sintiendo que su piel se inyectaba de júbilo bajo el toque de Robbie en sus mejillas; y se inclinó sin esperar un segundo más para tomar un beso efímero de sus labios.

— Soy tuyo— declaró sobre su boca al separarse, buscando su mirada una vez más— Te seguiría hasta el fin del mundo. No importa a dónde ni por cuánto tiempo, si está prohibido o es correcto, si eres sólo mío o debo soportar compartirte con alguien más... Mi corazón te pertenece, desde aquel día.

Robbie sintió que su pulso se aceleraba y tomó los labios del castaño una vez más, besándole una y otra vez, sin importar que las gotas de lluvia comenzaran a ser más notorias sobre ellos.

— Robert, querido. ¿Estás aquí? — una voz masculina preguntó en la distancia y Robbie se separó de los labios de Giacomo, girando el rostro al otro lado de la puerta abierta.

No quería marcharse, y tampoco quería que nadie más conociera a su gran amor. Robbie sabía el efecto que causaba, y no sabía si sería capaz de presenciarlo. Empujó suavemente al italiano a la zona más oscura de aquella terraza y le rodeó con sus brazos mientras rezaba para si mismo que su acompañante bajase aquellas dichosas escaleras de nuevo.

Casanova guardó silencio y echó un rápido vistazo a la silueta a las afueras del balcón, antes de volver a llevar la mirada al rostro del azabache, cubierto por la ligera oscuridad.

« Así que no estás sólo...», alzó una ceja y su boca se curvó con diversión, burlándose sin palabras.

Una de sus manos le quiso causar problemas al inglés, deslizándose lentamente por su pecho para alcanzar la pajarita alrededor de su cuello. Giacomo jugó con ella lentamente hasta deshacer el nudo con un gentil tirón de sus dedos; y no abandonó sus ojos profundos, mientras sus oídos atendían a aquellos repetidos llamados en la lejanía y a los cercanos pasos, que no parecían una amenaza desde su nuevo escondite.

— Aguarda hasta que se vaya... — susurró cercano al rostro de Casanova.

El rostro de Robbie giró hasta la claridad que asomaba de la puerta al exterior, contemplando la figura que a pocos pasos se detuvo.

— ¿Robert? — sus labios se fruncieron, y contrajo el rostro para luego girarlo y observar al italiano frente a él. Al contemplar sus labios entreabiertos, Robbie los cubrió con los dedos, y le rogó con su mirada que no hablase.

La sonrisa de Casanova persistió tras su mano, pero no se pronunció, obediente a lo que pedía. Aún así, enredó suavemente aquella tela entre su índice y le acercó más a sí, con el aliento nervioso de aquel cosquilleándole en el rostro.

El caballero titubeó unos instantes cerca de la puerta pero no llegó a abrirla y el avance de sus pasos resonó cada vez más lejos, continuando su búsqueda por otro lugar; a la par que el sonido de su voz clamante también se disipó. Giacomo relajó sus hombros pero no se atrevió a moverse hasta que el peligro hubo pasado por completo.

— Querido ¿eh? —susurró al liberar su boca con la mano que tenía libre, con una mirada traviesa.

— Es...

Robbie trató de buscar las palabras, no quería que sonase a excusa; pero claramente, era lo que parecía por completo. El azabache no podía relajar su cuerpo a pesar de sentirse ahora, mucho más seguro que minutos atrás.

— Pensé que no volvería a verte, no... No quería volver a sufrir, Giacomo... — a su tono de voz, entristecido, le acompañó un mohín en sus labios. Su cuerpo se cernió sobre él y ocultó su rostro en el cuello del italiano.

Casanova se estremeció al tenerle tan cerca, pero no se molestó en lo absoluto; sólo llevó una mano a aquellos cabellos en una cautelosa caricia. No era celoso, y ¿cómo iba a serlo? No importaba si había relación de por medio; sabía que el efecto del trazo de sus manos en aquel cuerpo era único en su especie, grabado a fuego como un maleficio que le perseguiría a través de cualquier otro insípido cortejo, devolviéndole a su mente para comparar.

Además, mejor que nadie conocía la diversión de los placeres y las aventuras. Él mismo había tenido las suyas en el transcurso de aquellos meses.

— Sólo dime una cosa, Robert... —inició, con un sabor amargo en la boca por creer conocer la auténtica respuesta, vistos los acontecimientos— Si yo no hubiese podido venir... ¿Me habrías buscado tú mismo y enamorado de nuevo, tal y como prometías en tu carta? ¿O aquello era sólo palabrería?

Robbie se estremeció al oirle nombrar su nombre completo. Tragó con dificultad y bajó la mirada ante sus preguntas. Recordaba cada una de las palabras que había puesto en ella, pero era el miedo quien le llevó a actuar de esa manera.

— No era palabrería. Lo hubiera hecho, es solo... Temí que te hubieras olvidado de mi y supongo que pequé de necio al no haber ido antes a por ti, en vez de pensar eso y estar solo.

El castaño expiró suavemente por la nariz y dió un asentimiento lento. Quiso creer en que la sinceridad de las palabras, también por lo tranquilizador que resultaba pensar que eventualmente habría hecho por encontrarle, aunque sólo se lo dijera para no generar asperezas. Era mejor tarde que nunca.

— Me alegro entonces de estar aquí, supongo— Casanova forzó la curva de sus labios en una suave sonrisa; y su mirada se deslizó a otro lugar por unos instantes— Jamás te olvidé. Empecé a planificar el viaje la misma mañana que... bueno, ya sabes.

— La misma... ¿Aún en Francia? ¿Has estado todo este tiempo allí? — el tono en la voz de Robbie era de sorpresa. Había vuelto a París un tiempo, arreglando documentación de Wilde, y con su propio trabajo, pero pensó que ya había vuelto a su tierra natal. — Pensé... Pensé que volviste a Italia, o seguiste viajando como el bohemio que eres.

— No podía parar de pensar en volver a verte— Casanova sonrió ladinamente, con una astuta voz dulce como la miel, mientras sus brazos le rodeaban— Y Londres parecía un destino interesante.

Robbie bajó su mano y acarició su mejilla con el dorso de sus dedos, acariciandole como si fuese a romperse; a desaparecer de entre sus dedos.

— Nos estamos calando, querido. — trató de contener la risa, pero era imposible. Ross mordió su labio inferior y negó con su cabeza. — ¿Siempre debo de estar húmedo contigo, o...?

El castaño dejó salir una risa y ladeó el rostro hacia su dorso, buscándolo con los labios y lamiendo cautelosamente sus nudillos.

— ¿También arrastraste a aquel otro querido a un frío rincón oscuro como este? — susurró con burla, dejando caer sus pestañas para bajar la mirada y concentrarse en dejar una tierna mordida en la mano del inglés— ¿O es que no deseas que nadie más pueda posar sus ojos sobre mí?

— Los conquistarias a todos, y no quiero compartirte...— su ceño se frunció ligeramente cuando sintió que le mordía. — A él jamás le llamé querido, a ninguno de hecho. Eres el único, Casanova. — Ross se inclinó sobre su oido, susurrando sus palabras. — Mi querido Casanova...

Los labios del italiano derramaron un tenue gemido cuando la corriente le recorrió la columna, en respuesta al sonido próximo de aquella voz. A esas alturas, tenían la ropa empapada, pegada al cuerpo y eso inflamaba el deseo que comenzaba a llenarle.

— Te echaba de menos— susurró al mover el rostro, acariciando con su propia mejilla la de aquel. Trató de expresarse sin importar su respiración pesada, con intención de contener el fuego bajo su piel, a sabiendas de que le oiría de igual modo por la cercanía — Mi corazón es tuyo, ya te lo dije. Y mi cuerpo no ha olvidado tus manos. Me estoy volviendo loco sólo de pensar en tenerlas sobre mí, de nuevo; así que... ¿por qué no buscamos un dormitorio?

— Te has vuelto mucho más atrevido, Giacomo. — su voz salió como un susurro al no esperarse aquella proposición; al menos, no tan pronto.

Robbie movió su rostro y tomó los labios del moreno. Una de sus manos viajó hasta su nuca para sostenerle y lograr tener movimiento para intensificar aquel beso bajo la tenue lluvia. Suspiró sobre su boca y tiró suavemente de su cuerpo sin separarse para que entrasen de nuevo al interior del pasillo.

Las mejillas de Casanova se colorearon sutilmente por aquello que le decía pero respondió gustosamente su beso, antes de acompañarle hasta la salida. Se alejó de su boca para que no pudieran ser observados por la multitud en los salones y tomó su mano, dirigiéndose escaleras arriba.

Agradecía el gentío, que les camuflaba más eficientemente mientras llegaban a la planta de las alcobas, e intercambió alguna mirada divertida con el azabache de vez en cuando, mordiéndose la sonrisa. Cuando abordó una de aquellas habitaciones, arrastró a Ross dentro y cerró tras él, presionándole contra la puerta para volver a besarle.

— Que yo recuerde, tú tampoco perdiste el tiempo en nuestro primer encuentro— Giacomo sonrió sobre sus labios, tanteándolos con la punta de la lengua— ¿o es que ya no te parezco tan codiciable, Robert?

— Te ha gustado llamarme así, eh... — murmuró sobre sus labios, tomando su labio inferior y tirar suavemente con sus dientes hasta soltarle. — Querido, quiero que veas las estrellas a diario mientras estés conmigo, ¿eso no es codiciarte?

La sonrisa de Casanova parecía satisfecha.

— Es tu nombre. Personalmente..., amo el sonido de tu voz cuando pronuncias el mío— se relamió ligeramente, disfrutando la sensación residual de aquellos dientes en su labio. Quiso disimular el acelerón de su pulso ante las propuestas de su amante— ¿A diario?

— Olvida que te llame más Casanova, Giacomo... — susurró Robbie en respuesta. Jadeó sobre sus labios y se humedeció los propios con la punta de su lengua. — A diario. Quédate, y te lo demostraré. Quédate conmigo, Giacomo.

Robbie le rogó, bajando las manos hasta su cintura y sostenerlo entre sus manos. Su mirada buscaba sus orbes celestes, anhelante de oír la afirmación de su boca.

El italiano sonrió con ternura al contemplarle, dejando salir una suave risa, y su tacto descansó en aquellos hombros.

— Deseo hacerlo, es con lo que soñaba viniendo a buscarte— Casanova se acercó a besarle, deslizando lentamente sus labios sobre los de aquel, para deleitarse con la caricia; y le habló en un tono encandilado— Sólo esperaba... que tú sintieras lo mismo, que no hubieras encontrado otro amor aquí...

— Quería congelar y parar todo lo que siento por ti al no tenerte a mi lado, Giacomo. ¿Crees que hubiera encontrado a alguien más así?

Robbie habló entre beso y beso, para luego estrechar sus cuerpos y hacerle sentir la dureza que despertaba y crecía lentamente bajo la tela de su pantalón.

— Jamás— Casanova suspiró una risa entre los besos, pues no tenía otra respuesta que le conviniese más— Te habría perseguido en cada sueño, mis manos te habrían tocado en cada recuerdo y yo sería el hombre más feliz del mundo sabiendo que cualquier otro amorío tuyo fuese desdichado.

La creciente erección de aquel contra su cuerpo le arrancó un suspiro y sus manos sostuvieron las solapas de la chaqueta de Ross, para deslizarla por sus hombros. Su propia excitación se engrandecía al sentirle en semejante estado y oír sus palabras de anhelo.

— No dudes eso... Ya estabas en mi mente cuando alguien más besó estos labios... Y en las fantasías al caer la noche, eras tu quien las llenaba por completo. — Robbie gimió en voz baja al sentirle. Suavemente mecía sus caderas, creando fricción entre ambos cuerpos; y sus erecciones. Jadeaba sobre sus labios, tratando de hilar las palabras.— ¿Estaba yo en tu recuerdo, Giacomo?

El italiano tarareó, con el calor subiendo al rostro; y sus ojos, brillantes por la excitación, bajaron a contemplar el punto en que sus anatomías friccionaban juntas.

— En cada uno— le dió, entre pesadas respiraciones; a la par que comenzaba a mecerse contra él de manera similar, para encontrarle con mayor intensidad. Llevó la boca a su oído y jadeó sobre él mientras su lengua le recorría, antes de continuar el trazo hasta la piel de su cuello, que besó desordenadamente— En todos y cada uno de ellos.

— Dime más... — murmuró entre suaves gemidos, cerrando sus ojos cuando sintió su lengua y labios sobre la piel de su cuello. Ladeó la cabeza, dejándole espacio en su cuello para que hiciera lo que quisiera a placer.

Las manos de Robbie accedieron lentamente a la piel bajo su chaqueta y camisa, rozando con la yema de sus pulgares.

— Giacomo, fuiste mio... Quiero ser tuyo... — susurró apartándose, buscando sus labios con necesidad. Ahogó su voz en su boca, entrelazando sus lenguas mientras tiraba de su cuerpo hacia él una vez más, quedando aprisionado por él contra la puerta.

El italiano sonrió contra su piel cálida, llevando las manos bajo su camisa para rebuscar más de su cuerpo. Prestó atención a su petición y la guardó en su mente con gusto; pues era aquello en lo que más experiencia tenía, pero quiso mantener la atención en regarle con palabras amatorias.

— Regresaba a tus manos cada vez que me acariciaba a mí mismo, durante la noche. Evocaba tu boca y el tacto de tus labios, también, en otras ocasiones, para imaginarme atrapado entre ellos— Casanova arrastró su voz por la parte tierna del cuello de Ross y la siguió su lengua. Con sus manos, hizo a un lado el cuello de su camisa para alcanzar su clavícula y llevar sus besos apasionados en aquella dirección— No existía en Francia nadie como tú, y me encontraba tratando de recordar tu voz, tu aroma, tu sabor...

— Por todo lo más sagrado, Giacomo... — Ross gimió y su voz sonó ligeramente estrangulada debido a la excitación. Sentía como su ropa se humedecía en su zona inferior, al punto de contraerse. — Harás que culmine de placer solo con oirte.

Terminó de decir para cerrar sus ojos y dejarse llevar por sus acciones. Robbie tanteaba su piel, ascendiendo por su espalda mientras arrugaba la tela de su ropa, arañando esta cuando sintió aquel ataque sobre su clavícula.

— Desnudame, Giacomo, deja de hacerte el galán conmigo... — gimió suavemente y entreabrió sus ojos, tratando de encontrarse con los suyos. — Te deseo... Desde el momento en el que nos vimos y me hablaste en francés, con ese precioso acento italiano... Quiereme, amame, Giacomo, por toda la eternidad...

— Y así lo haré: ejecutaré todos tus deseos...; pero he soñado con tenerte entre mis brazos tanto tiempo...— Casanova se sonrió al oirle tan impaciente y su mano ascendió hasta aquel rostro que buscaba contemplarle, para acunarlo y sentenciar sus labios a otro beso lento. A la par, sus dedos bajaron a ocuparse de los botones del chaleco— Permite a este pobre enamorado ser un hombre egoísta esta noche y querer disfrutar todo de ti sin ninguna prisa.

— No tienes que pedir ningún permiso por ello, mi querido Giacomo... Desde nuestro primer encuentro, ahora y siempre, seré más que un humilde siervo a tus pies, ansiando tu amor, tus caricias y todo lo que desees ofrecerme...

Cuando pudo retirar la prenda, Giacomo pasó a desabotonar su camisa y sus labios buscaron la piel expuesta una vez más, deslizando su beso por los centímetros que iba revelando el avance. Se inclinó para mostrar su adoración con la boca, recorriéndole el pecho; y permitió que su entrepierna vestida presionase contra el muslo del joven. Derramaba cálidos alientos, en jadeos de excitación, sobre aquel cuerpo sensible; mientras la punta de su lengua jugaba con uno de sus pezones.

Ross entrecerró sus ojos, nublados completos de placer; su voz escapaba entre suaves gemidos y jadeos, entremezclados entre sus alientos. Sus manos ascendieron hasta el cabello de Casanova, enredado sus dedos allí mientras descendía.

— Me.... — contuvo un gemido y tiró suavemente de su cabello. — Me tiemblan las piernas, Giacomo...

El castaño detuvo sus acciones y le miró brevemente, antes de tomarle de la muñeca con cuidado y dirigirse al amplio colchón en ese dormitorio. Arrojó a su amante sobre la tierna superficie en un suave empujón y rió con dulzura, ante la apetitosa imagen de aquel recostado con la camisa abierta y su cabello revuelto, el rostro coloreado y una mirada inundada de veneración.

— Así estarás más cómodo ¿hm? —Giacomo le contempló con una picardía que no se esforzó en ocultar y se aproximó a inclinarse sobre él, apoyando las manos a ambos lados de su cuerpo— Compensaré mi ausencia de estos meses...

Mientras hablaba, le decoraba los labios con más besos y terminaba de desabrochar la prenda, para retomar el trazo en dirección a su pelvis, arrastrando las caricias de su boca por aquella cálida piel. Con el júbilo arremolinado en el pecho, Casanova era incapaz de borrar la curva de su sonrisa, disfrutando con las tenues risas que abandonaban también al azabache cuando le hacía cosquillas, o simplemente a causa del gozo que les rodeaba al estar reunidos de nuevo, al igual que un travieso amor juvenil.

— Júrame que no estoy soñando, o febril yaciendo en la cama, Giacomo. — su respiración era pesada debido a la excitación, con aquellas suaves risas resonando en su pecho conforme descendían sus besos.

Robbie se removió en el colchón y alzó sus caderas con cuidado cuando sintió que las manos del italiano descendían al filo de la tela de su pantalón. Sus manos buscaban tapar su erección con timidez, sintiendo como humedecía su piel, una vez expuesto.

— ¿Acaso no te parezco lo suficientemente real?

Casanova retiró las manos del azabache para contemplar su miembro ansioso con descaro y tragó saliva ligeramente. No había tenido más ocasión de practicar en ello; pero esperaba que sus labios recordasen cómo hacerlo al gusto de su amante. Descendió para plasmar besos hasta el límite de su pelvis y su mirada ascendió en rápido vistazo a su rostro, con la curva sugerente de una sonrisa tomándole la boca.

— Dime si tus sueños se sentían de la misma manera— jugó grácilmente, antes de deslizar la punta de la lengua por su glande humedecido, en una lamida liviana que ejecutó sin retirar sus orbes nublados por la excitación de las facciones de Robbie.

El azabache maldijo en un sonoro gemido. No podía controlar su voz, decidiendo llevar sus manos a su boca. La mirada de Robbie seguía la de Casanova, viendo como lamía y devoraba su miembro.

— Esto... Se siente mucho mejor. — gimió y su cuerpo cedió hasta quedar nuevamente tumbado, gimiendo a la merced de la boca del italiano.

Giacomo le sostuvo entre sus dedos para poder recorrerle con su lengua apropiadamente. Cerró los ojos suavemente y algo de color se presentó en sus pómulos cuando le tomó entre sus labios por completo, tras algunas lamidas más. Respiró con fuerza por la nariz a causa de la excitación y ahogó las protestas de su propia garganta manteniendo la boca ocupada en aquel vaivén, que comenzó lento mientras trataba de habituarse a su longitud.

Las manos del castaño acariciaron los muslos de Robbie en un apasionado trazo que se esforzaba por sentir más de su piel, y se aferraron a su carne para que no pudiera retirarse; a pesar del temblor de sus caderas. Entonces, cruzó por la mente del italiano la idea de probar algo nuevo que él mismo había disfrutado en anteriores aventuras y confiaba en que podría satisfacerle.

Relajó su garganta lo máximo posible para poder inclinarse más sobre él y tomar todo de su miembro en una profunda estocada, que le arrebató el aliento y humedeció los ojos pero; al mismo tiempo, envió un placentero cosquilleo por toda su columna.

Las manos de Robbie fueron directas al cabello de su amante, tirando con suavidad cuando sintió como toda su boca, su garganta, le acogía con semejante calidez. Gimió su nombre cuando su cuerpo se contrajo y sin poder remediarlo terminó en su boca.

— Pe-Perdoname, Giacomo... — Robbie trató de incorporarse para buscar el rostro del italiano, pero sus brazos cedían aun al placer provocado y suspiró cuando su espalda tocó de nuevo el colchón.

Casanova se tensó por unos instantes, cuando aquella calidez le llenó abruptamente; sin embargo, igualmente lo recibió de buen grado y tragó, ruborizado por su falta de inexperiencia. Con una ligera tos, enderezó su respiración y volvió a ascender para mirarle.

— No hay nada que disculpar— ronroneó, componiendo una sonrisa audaz y movió su mano para acariciarle la mejilla, enrojecida y brillante por el sudor— Me agrada ser capaz de hacerte disfrutar.

Permaneció erguido frente a él y disfrutando que sus orbes nublados estuvieran sobre su figura aún desde allí, comenzó a mostrarse al azabache retirando sus capas. Inició por aflojar el pañuelo alrededor de su cuello sin apartar la mirada de sus facciones, deslizando la punta de la lengua por sus labios secos. Después dejó caer la chaqueta por sus hombros y sus manos buscaron los primeros botones de su camisa.

— Me harías disfrutar con tan solo verte acariciarte, querido. — suspiró sus palabras entre jadeos.

Robbie observó como Giacomo se desnudaba frente a él, mordiendo su labio inferior cuando sintió que su respiración se volvía a alterar ante aquella imagen. Giacomo era perfecto, descrito y creado para seducir, amar y ser amado.

Se incorporó en el colchón, quedando de rodillas y acercándose a él, para ayudar a retirar la tela de su cuerpo; sus manos aprovechaban para acariciar su piel, bajando su mirada siguiendo la sinuosa linea de su cuerpo. Descendió hasta desabrochar sus pantalones y dejandolos caer en sus muslos cuando ambas manos sostuvieron su miembro.

— ¿Puedo...? — le observó por encima de sus pestañas, inclinándose hasta dejar su rostro sobre su miembro, jadeando contra su sensible piel a espera de su respuesta.

Casanova tragó cuando el calor comenzó a subir por su organismo, a causa de la excitación y dió un asentimiento, sin verse capaz de dejar de contemplarle desde arriba.

— Por favor— incorporó con una mirada de complicidad y exhaló, llevando su mano hasta sus cabellos oscuros, para dar una gentil caricia amatoria a aquellos mechones rizados— Ni siquiera debes preguntar; yo mismo te lo ruego. Tócame como te plazca, Robbie. Cada centímetro de mi cuerpo es tuyo. Sólo... Líbrame de este tormento...

Su sonrisa se enterneció, taladrado por la adoración de los ojos del inglés y un aliento tembloroso le abandonó, a la par que sus caderas se mecían ligeramente hacia adelante para obtener más de su placentero roce, con anticipación. Descendió el contacto de sus dedos hacia la tersa piel de los rasgos ajenos; y tanteó la zona con el cuidadoso desliz de uno de ellos por la línea de su sien hasta las mejillas y finalmente el mentón.

Robbie giró su rostro para besar la plasma de la mano del italiano y luego, sin dejar de mirarle, abrió sus labios y tomó su largura en su boca. Un suave gemido resonó en lo más profundo de su ser cuando le saboreó, entornando los ojos cuando su cabeza se meció; su mano se apoyaba una sobre la piel de su vientre, y la otra sujetando su base, finalizando el movimiento que su boca no podía hacer.

Casanova dejó sus labios entreabiertos para derramar sus suspiros y se vió obligado a cerrar los ojos durante unos segundos, invadido por el placer intenso que le brindaban sus caricias. Sus dedos ascendieron a buscar aquellos cabellos, para acompañar el adictivo vaivén de la cabeza del azabache.

Las caderas de Ross se movían suavemente y abandonó la mano de su vientre para tomar su brazo y guiarle hasta su espalda baja, rogandole entre suaves gemidos. Giacomo no titubeó y mantuvo los ojos entreabiertos para contemplarle entre la bruma de la excitación, llevándose algunos dedos a los labios para humedecerlos y dirigirlos allí donde aquel le pedía. La yema de su índice acarició su entrada con cautela, comenzando por masajear la zona y provocarle algún placer, antes de introducir el primer dedo. Sin que él lo pudiera controlar, sus caderas tartamudeaban en busca de más de su boca, con la excitación en su cuerpo creciendo al oirle en ese estado.

Ross comenzó a gemir cuando sintió que sus dedos se adentraban lentamente en su interior, moviendo con suavidad sus caderas para invitarle a entrar y profundizar más en aquella postura. Su boca se abrió y trató de tomarle en su interior, dejando que marcase el ritmo que quería en su boca.

Los gemidos se agolpaban en su garganta, y su saliva resbalaba suavemente entre sus comisuras mientras trataba de centrarse en sus dedos y en el placer que le proporcionaba a su amante.

Los dedos del italiano se curvaron habilidosamente, buscando acertar en su punto más dulce y, conforme aquel cuerpo se acostumbraba a sus movimientos, aumentó la intensidad con que lo arremetía, no sólo sus caderas sino también sus labios.

— Eres encantador...— Giacomo se relamió al alabarle, mientras sus orbes celestes se deleitaban con la imagen de aquel hermoso rostro recibiéndole por completo. Su mano libre mimó el mentón de Robbie con una gentil carantoña y se deslizó hasta los rizos de su nuca, acompañando el ritmo de su boca.

Un estremecimiento le recorrió todo el cuerpo ante sus palabras, y su cuerpo se contrajo en respuesta a sus dedos, sintiendo como a cada movimiento, Giacomo acertaba en lo más profundo de su ser.

Robbie sentía como su miembro volvía a despertar, goteando sobre la cama mientras disfrutaba de la sensación que invadía su boca por completo. Sus manos se aferraron a la piel de su cintura, y trató de imitarlo, abriendo su boca y tratar de tomarle por completo.

Cuando Casanova se vió demasiado embriagado por el placer, detuvo su movimiento y abandonó aquellos labios cuidadosamente. Tenía la respiración pesada y el rostro acalorado, su cuerpo reaccionaba hasta el punto de ser casi insoportable a la imagen ante sus ojos y a los sonidos que su amante abandonaba a efecto de sus manos.

— Necesito tenerte— suspiró cuando bajó a besar sus desordenados labios. Con un toque suave en su pecho, dejó que la espalda de Robbie descansase sobre el colchón y se cernió sobre él, abordando la blanda superficie con sus rodillas— Déjame hacerte mío.

Sus dedos buscaron la entrada del azabache una vez más, mientras le hablaba entre aquellos besos y le invadieron una última vez, con intención de prepararle apropiadamente para su propia longitud.

— No deseo otra cosa que no ser tuyo ahora mismo, mi querido Giacomo. — susurró entre gemidos y jadeos, sintiendo que su aliento faltaba, pero sintiéndose vivo una vez más. A su lado.

Ross separó sus piernas más, dejandole acceso por completo a su interior, sintiendo como su cuerpo temblaba en suaves espasmos conforme sus dedos entraban y salían preparandole. Nadie antes había sido tan amable con él.

— Entra ya, Giacomo. Te lo ruego, te quiero a ti.

Casanova besó sus labios amatoriamente y sonrió contra su boca. Con un tarareo gallardo, sus dedos le abandonaron y acunó con las manos la carne de sus muslos, posicionándose entre sus piernas. Derramó un gemido bajo a causa del placer, cuando presionó la tierna entrada y comenzó a irrumpir en su acogedor interior lentamente. Llegó hasta el final cómodamente y su pelvis chocó contra las caderas de su amante, haciendo que le diera vuelta la cabeza por su asfixiante calidez. Ningún otro encuentro le había proporcionado jamás un placer tan intenso, como aquel que se manifestaba magnificado por sus sentimientos de predilección y adoración por el muchacho entre sus brazos.

— Dios mío... —su acento empapó el suspiro que amortiguó en los labios de Robbie cuando estuvo dentro por completo. Acabó con la distancia entre ellos para besarle con deseo, susurrándole algunas delicias más— Te sientes de maravilla. Es enloquecedor.

— Sigue...Sigue hablandome así y... — Ross gimió con la voz temblorosa.

Sus manos se aferraban a su espalda, clavando suavemente sus uñas en su piel conforme sentía aquel suave vaivén en su interior. Su cuerpo se estremeció escuchando su acento, marcado por la excitación mientras sus caderas se movían, invadiendo su interior por completo.

Robbie apoyó su cabeza contra el colchón, tratando de mantener sus ojos abiertos y mirar el rostro excitado de Giacomo sobre él, recordando sus facciones y como el placer le invadía por completo.

— ¿Sí? — el italiano se relamió la sonrisa, ligeramente jadeante por la bruma de la excitación; mientras su mirada encandilada seguía sobre su rostro— Déjame oírte más...

Casanova sostuvo apropiadamente sus muslos para mantenerle cercano a su anatomía y poder clavarse en sus deliciosas entrañas con mayor destreza. Guió las piernas del azabache alrededor de sus caderas y enterró en su tierna piel las yemas de los dedos.

— Muévete profundo, más y más en mi interior hasta que me hagas pedazos. Pedazos que suspirar por ti, Giacomo.

Terminó por pronunciar. Sus mejillas estaban sonrojadas y él completamente jadeante y a la merced de sus movimientos. Su interior se contraía a su alrededor y Ross se sentía en el mismisimo cielo ante su tamaño y la destreza en sus movimientos.

El castaño gruñó por la vehemencia que inflamaron en él aquellas palabras y no contuvo el anhelo de su cuerpo, aumentando la ferocidad de las embestidas. El exquisito sonido de la voz de Robbie, extenuada por el placer y la falta de aire, mandaba los más deliciosos estremecimientos por su columna y le conquistaba como el efecto de un embrujo.

— Me obligas a ser codicioso— Casanova susurró entre dientes y apresó sus labios por un instante, a merced de sus dulces peticiones— Haré mío cada rincón de tu cuerpo cuantas veces me lo pidas. Cuando veo esa expresión en tu rostro... sólo deseo consumirte por completo..., fatigarte con tanto placer que no sea capaz de invadir tu mente el pensamiento de nadie más.

Robbie sonrió mientras le oía, sintiendo que su corazón se llenaba más y más a cada palabra. Sus gemidos resonaban por encima de la lluvia que parecía apretar fuera de aquellas paredes y los jadeos contenidos de Giacomo era la más dulce melodía que podía oir.

— Y ver las estrellas solo bajo tu cielo. Solo tu estás en mi mente...

El cuerpo de Ross se contrajo ante los espasmos y se aferró al de Giacomo clavando inconscientemente sus uñas cuando gimió sin poder evitarlo; un orgasmo tan intenso que sin embargo, no dejó marca entre sus cuerpos. Fue entonces que los ojos de Robbie se llenaron de lágrimas por el placer, y sollozó entre jadeos mientras se aferraba a él para que siguiese, sobreestimulado.

Giacomo le acogió en sus brazos, pegándole más a su piel, mientras buscaba más de su cálido interior, arremetiendo contra sus caderas temblorosas para permitirle disfrutar de la intensidad de su orgasmo.

— Eso es, eso es. Muy bien— alabó sobre su oído mientras una de sus manos acunaba aquellos rizos oscuros desordenados. La voz le escapó agitada y entre dientes por el placer— Lo estás haciendo tan bien...

Contemplar a Robbie deshacerse bajo su cuerpo en tal éxtasis, pronto le llevó al límite y desbordó en excitación. Posó algunos besos en su pómulo húmedo y arrastró el trazo de estos hasta las primeras lágrimas resbalando por sus mejillas. Casanova dejó que sus formas se mecieran juntas sin orden sobre ese colchón hasta que se perdieron y confundieron, hasta que los límites se difuminaron y no supo distinguir dónde acababan los suyos e iniciaban los de su amante.

A la par que tomaba el miembro del inglés entre sus dedos y comenzaba a estimularle, deseoso de ver cómo se derramaba finalmente; el culmen burbujeó progresivamente en su propia anatomía y le terminó por arrancar los gemidos de la garganta. Con algunas embestidas más profundas, sentenció aquel clímax y se vertió en su interior.

Robbie gimoteaba y sus piernas se enrollaban al cuerpo del italiano ante los espasmos, contrayendose a su alrededor sintiendo la sobreestimulación en su interior.

Al sentir como tomaba su miembro, y alcanzaba el clímax, Robbie se revolvió sintiendo dolorosa la estimulación sobre él. Era placentera, pero sentía como su cuerpo había culminado segundos antes. Gimió y lloró del propio placer que le entregaba su amante, sollozando mientras aferraba sus manos a su piel una vez más.

Se revolvió bajo su cuerpo cuando el suyo propio se sacudió, culminando una vez más, manchando esta vez la mano de Giacomo y su cuerpo.

Los brazos de Casanova lo rodearon para sostenerle apropiadamente entre todas aquellas sacudidas, con una tierna caricia en su espalda desnuda que buscaba ofrecerle cierto cuidado tras las abrumantes sensaciones. A pesar de su respiración pesada; el italiano siseó con gentileza y acalló sus sollozos de la mano de suaves palabras.

No deseó dejarle ir durante aquellos primeros instantes, en los que sus cuerpos aún sufrían los sutiles temblores después del clímax, y permitió que descansaran yaciendo juntos, recostándose a su lado.

Los dedos de Ross dejaron de marcar su piel y comenzaron a trazar con caricias sus brazos y su pecho. Sus dedos acariciaban en círculos su piel, mientras que él con sus ojos cerrados, jadeaba contra su piel mientras trataba de recuperarse.

— Ha... Sido intenso. — logró decir aun con la respiración pesada. Buscó el calor que emanaba su cuerpo, apoyando su cabeza sobre la piel de su hombro.

La primera respuesta del castaño fue un tarareo afirmativo, dejando caer también sus párpados para relajarse en aquella cómoda postura. Una suave sonrisa traviesa tiñó sus labios en una curva, antes de volver a buscar el rostro de Robbie con la mirada.

— ¿Has disfrutado? — sus nudillos danzaron sobre la piel de su amante en una caricia en la mejilla.

— Mentiría si te dijese que no lo hice. — Ross abrió sus ojos para contemplar el rostro de Giacomo y sonreír, dejando que su caricia se mantuviese en su mejilla. — ¿Y tú?

— Enormemente— le respondió.

El azabache no quería que aquella sensación desapareciese, Giacomo le había dicho que estaría allí para él, que no se iría, y sin embargo, el temor a que su bohemio quisiera vivir sus aventuras se asentó en su pecho.

— ¿Me juras que no te marcharás...?

Casanova le contempló y una de sus cejas se enarcó con gracia.

— ¿En una carta? — entonó una pequeña risa que se enfatizó cuando sintió en su piel un golpe sutil de su amante. Mantuvo uno de sus brazos alrededor del azabache y le aproximó algo más a su pecho, apretando tenuemente, como si desease guardarlo para sí— Por Dios, Robbie, jamás... ¿Crees que después de cruzar el mar para volver a encontrarte te librarás tan fácilmente de mí?

Reposó un corto beso en sus labios, incapaz de borrar la feliz curva de los suyos propios y su mirada se inundó del irremediable amor que sentía por el muchacho entre sus brazos.

Robbie besó de nuevo sus labios, alzando su mano para acariciar la mejilla del italiano, suspirando en su boca al separarse.

— No quiero que te alejes jamás. Quiero que te quedes a mi lado, y verte envejecer junto a mi.

El pecho de Casanova se inflamó de júbilo al oirle y la calidez que se presentó en sus mejillas fue genuina. Llevó sus dedos hasta la mano del azabache cerca de su rostro y la tomó cautelosamente, para dirigirla a sus labios y besar los tiernos nudillos.

— ¿Me dejarás ser intruso en la vida que ya tienes aquí? — sonrió contra su piel, sin esforzarse en ocultar la felicidad en su corazón encaprichado— Porque no hay nada que desee más que permanecer a tu lado, amanecer contigo cada día, ver tu rostro adormilado...

La voz cantarina del italiano se deslizó lentamente y embriagada de anhelo, mientras alzaba el trazo de los besos por el dorso de la mano, la muñeca y el antebrazo, hasta el hombro de Robbie, en enamoradizos asentamientos. Sus labios acariciaron la clavícula y buscaron plácidamente el hueco de su cuello.

—... Tal vez hacerte el amor antes de desayunar,..— intercaló al llegar a su oído, para después salpicarle las facciones con pequeños ósculos— Podría cocinar, si me lo pidieras. Sería mejor que ninguna esposa.

— Cocinar... — Robbie ronroneó, cerrando sus ojos mientras sentía los besos por todo su ser, haciendole suspirar. — Podrías hacerme el amor durante las comidas, la cena... Respetaremos la hora del té, pero solo nos tomaríamos de las manos...

Robbie se dejaba adorar por sus besos y sus palabras, sintiendo como de nuevo la calidez inundaba su corazón y su ser.

— Podríamos levantarnos y llevarte a casa por fin... Esta casa está llena de alta sociedad, artistas, escritores, dramaturgos... No podría adorarte más tiempo sabiendo que puedan atravesar esa puerta.

Giacomo rió antes de plantarle un corto beso en los labios, fácilmente encandilado con sus palabras. Alzó el torso del colchón al incorporarse y abandonó las sábanas, para tomar su camisa.

— Escápate conmigo, entonces— le sonrió cuando se hubo cubierto con ella, tendiéndole la mano— Dejemos atrás todo este lujo insulso y pretensiones, al menos, por lo que queda de esta noche...

El italiano se inclinó para hablar sobre sus labios, acomodando sus ropajes de la manera más decente posible.

— Escaparía contigo para ir al fin del mundo si fuera posible, Giacomo. Donde lo que sentimos no importe, y solo seamos tu y yo.

Robbie besó sus labios una vez más, tirando de su camisa suavemente para que no se apartase, hasta que él mismo lo hizo para vestirse de nuevo. Recogió su camisa bajo su pantalón y con el chaleco abierto y la pajarita aun sin colocar, tomó de la mano a Giacomo, tirando suavemente de él para que ambos salieran de allí con premura.

La hermosa ciudad nocturna de Londres les dió la bienvenida con su frescor cuando abandonaron el edificio, aún con los dedos entrelazados; y se dieron a la carrera intercambiando algunas risas, sin importar la tenue lluvia que se cernía sobre ellos. Mayor era la emoción que les burbujeaba en el pecho por estar de nuevo reunidos, como la pareja de amantes que habían soñado ser desde su primer intercambio de miradas en aquel baile en Francia. Cualquier obstáculo que debieran enfrentar en el futuro parecía insignificante y la nueva vida juntos que les aguardaba valía la pena el riesgo. 


________

Visto que la primera parte recibió mucho apoyo y pareció gustarles;  nos encantó traerles más de esta pareja. Esperamos que les haya gustado y si tienen alguna sugerencia saben siempre que les leemos en los comentarios.

¡Saludos!

- Givin

By Yuukivic y No_giving_up

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