Redención (Inazuma Eleven-Axe...

By Otra_chica_loca

47.7K 4.2K 1.5K

[Segunda temporada de El torneo (Inazuma Eleven-Axel Blaze)] Dicen que el humano es un ser para la muerte. Lo... More

Sinopsis
Prólogo
Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capítulo VI
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítulo IX
Capítulo X
Capítulo XI
Capítulo XII
Capítulo XIII
Capítulo XIV
Capítulo XV
Capitulo XVI
Capítulo XVII
Capítulo XVIII
Capítulo XIX
Capítulo XX
Capítulo XXI
Capítulo XXII
Capítulo XXIII
Capítulo XXIV
Capítulo XXV (Parte I)
Capítulo XXV (Parte II)
Capítulo XXVI
Capítulo XXVII
Capítulo XXVIII
Capítulo XXIX
Capítulo XXX
Capítulo XXXI
Capítulo XXXII
Capítulo XXXIII
Capítulo XXXIV
Capítulo XXXV
Capítulo XXXVI
Capítulo XXXVII
Capítulo XXXVIII
Capítulo XXXIX
Capítulo XL
Capítulo XLI
Capítulo XLII
Capítulo XLIII
Capítulo XLIV
Capítulo XLV
Capítulo XLVII
Capítulo XLVIII
Capítulo XLIX
Capítulo L
Capítulo LI
Capítulo LII
Capítulo LIII

Capítulo XLVI

337 38 3
By Otra_chica_loca

Axel observa como Tessa corre de un lado hacia otro. Ha demorado en llegar al departamento y ahora el tiempo la persigue. Sus mejillas están arreboladas mientras maniobra con las fundas de armas de lo más curiosas e intenta atarlas alrededor de sus muslos, escondidas bajo el vestido dorado que llevaba aquella noche.

Sus dedos se vuelven torpes y Axel oculta una sonrisa.

—Permíteme. —se ofrece.

Ve la frustración en Tessa, pero le entrega las fundas. Axel se arrodilla en el suelo y ella extiende su pierna frente a él. Requiere un autocontrol gigante no hacer el proceso inverso y comenzar a desvestirla en ese momento.

Se conforma con entretenerse un poco más en la piel aterciopelada de sus muslos mientras termina de ajustar aquellas correas con fundas.

— ¿No vas a preguntar por que llevo armas a una fiesta de reconciliación de futbol?

—Cariño, he dejado de hacerme esa pregunta hace mucho tiempo en estas fiestas. —repuso Axel. Se permite abrir su chaqueta roja un poco y enseñarle un arma que ocultó en ese lugar antes de que Tessa llegara.

Los ojos de Tessa brillan. Axel sonríe.

¿Eran dementes o simplemente sabían a que atenerse con esas fiestas? Pero la idea de asistir a una fiesta de la AIF con Tessa ponía a Axel de los nervios al recordar como había salido la última vez.

¿Era necesaria su asistencia?

Antes de terminar con su trabajo, Axel rodeó su pierna con sus manos y dejó un camino de besos. El olor a jazmín del jabón de su cuarto de baño quedo impregnado en sus manos y Axel se pierde por un momento.

Tessa leyó sus intenciones de inmediato y se escabulle de él.

— ¡Vamos tarde! —grita mientras revuelve entre sus nuevas pertenencias y busca maquillaje. Encuentra un frasco que la hace sonreír. —Por esto, te amo infinitas veces. Ignoraba que había en Japón este labial.

Axel gruñó frustrado al ver el lugar vacío donde estaba Tessa antes entre sus manos.

—Podemos faltar. —opinó Axel, caminando hacia ella y el tocador que le había comprado. Recorre sus hombros desnudos con sus dedos, jugando con las tiras finísimas que sostenían aquel vestido dorado al estilo griego.

Tessa atrapó su mirada a través del espejo. Ese dorado cautivándolo por completo.

—No podemos. Edgard nos asesinaría. ¿Cómo has comprado todo esto? Parece bastante especifico. ¿Sabes siquiera como se llama esto?

Tessa levanta un frasco delgado y blanco y se lo enseña.

—Le he pedido ayuda a mi hermana. —admitió Axel, tomando el frasco y encogiéndose de hombros. —Nada mejor que una adolescente para saber como destruir una tarjeta de crédito. Te lo recomiendo con Genoveva.

Tessa le ofrece una sonrisa y continúa arreglándose. Axel busca en el bolsillo de su chaqueta aquella pequeña caja que guardo antes que Tessa cruzara la puerta de entrada como una tormenta hace un rato.

Los ojos de Tessa captan su movimiento y ella se queda muy quieta.

—Axel. —advierte, con la voz entrecortada. —Sabes que no es necesario todo esto. Ni ropa cara, ni perfumes exclusivos ni joyas. Te querré con todo y sin nada a cambio.

Axel retiró el collar de la caja y lo deslizó en el cuello pálido de Tessa, cayendo justo sobre sus clavículas.

—Dejaría el mundo a tus pies para ti, Tess. Todo esto es nada en comparación.

¿De qué más serviría todo aquel dinero guardado y juntando el polvo en su cuenta bancaria que había acumulado tras años y años de ser uno de los mejores jugadores del mundo?

Incluso sin hacer nada, aquel dinero se iba multiplicando y triplicando cada año gracias a los intereses. En algún momento pensó que aquel dinero era lo que necesitaba para estar tranquilo, pero todo aquello había perdido significado cuando no hizo más que acumularse y multiplicarse. Un despropósito que solo había atraído a personas que Axel había despreciado tiempo atrás.

Al final, se limitaba a vivir con lo necesario. Se había rendido a conocer nuevas personas que eran atraídas por el brillo del jugador de fuego. Sus amigos de la infancia eran los únicos amigos que tenia por ese mismo motivo.

Pensó que el había estado justo igual que su dinero. Guardando polvo, esperando sin saber que exactamente. Rogando algún nuevo objetivo que lo obligara a desempolvarse y ponerse en marcha otra vez.

Ahora con una nueva meta, todo en la vida de Axel estaba articulándose nuevamente. Y todo estaba llenándose de una nueva luz que lo impulsaba a hacer cosas que jamás pensó que haría. Se encontraba mirando joyería de mujer, buscando en las vitrinas y pensando que podría gustarle a Tessa. Que podría ser aquello que despertara una sonrisa en ella. Viendo muebles, buscando opciones para crear un hogar para ella.

Antes se había limitado a pagarle a una asesora de compras para que escogiera todo lo del departamento y él se había despreocupado. Pero ahora no quería algo con lo que conformarse, quería algo que se sintiera correcto.

Tessa Whitelaw lo hacia querer convertirse en alguien mejor. Para ella. Por ella.

Sabia que probablemente ella podría comprarse todas esas cosas y quizás la cuenta bancaria de ella seria menos afectada en proporción. Una fortuna de un par de años difícilmente era comparable con la fortuna heredada de ella.

Pero Axel quería ser él quien la protegiera y mimara.

El collar de oro y pequeños rubies intercalados como pequeñas gotitas de agua lucen como el fuego sobre su piel, contrastando por completo el dorado de su vestido. El rojo atrapa la luz y refleja tonos oscuros de naranjas y rojos.

Pequeño y delicado, pero el efecto era poderoso.

—Muchas gracias. —susurro ella, con un hilo de voz. —Es hermoso. Parecen pequeños fuegos.

La sonrisa de orgullo de Axel fue enorme. Si, justo así.

Tessa bajó la mirada a la mascara en su regazo. La temática era de disfraces y ambos llevarían mascaras a juego. La de Tessa era de color oro, rodeada de encaje rojo con pequeñas flores doradas recorriendo las orillas. En el centro de la frente, un joya falsa en forma de fuego rodeada de cristales que reflejaban la luz. Y a un costado, en el lado izquierdo, una rosa roja y brillante. Cuando se ajustaba a su rostro, los bordes eran irregulares para dar la forma parecida a la de una flama al agitarse.

Axel por otro lado, llevaba un traje de fiesta rojo. De un rojo más intenso del que le gustaba usar siempre, pero este tenia los botones dorados con los puños del mismo color. La mascara de él era un reflejo de la de Tessa, pero donde la de ella era oro y rojo, la de él era rojo y oro. La rosa de su mascara era de un intenso color dorado. Al igual que la de Tessa, sus bordes estaban hechos para parecerse al fuego.

Le ayudo a sujetar la máscara detrás de su nuca, atando el lazo para ella.

Y luego Tessa hizo lo mismo para él.

El efecto en ambos era deslumbrante.

—Si volvemos temprano, te juro que te lo recompensaré. —pidió Axel.

Tessa se había pintado los labios del color favorito de Axel. Rojos y seductores y el no pensaba en otra cosa que besarlos. Ella le sonrió.

—Solo será una fiesta, al menos intentemos divertirnos.

Axel sentía un nudo alrededor de su corazón.

Odiaba las fiestas de la AIF.

La sujeta desde el final de su columna y la atrae hacia a él. La necesita cerca como nunca había necesitado nada antes.

—Vamos tarde. La fiesta era al atardecer y ya es de noche—repite Tessa, pero no hace nada para apartarse. Contrario a eso, ella lo atrae hacia si.

—Solo quince minutos. —le suplica Axel contra su boca, besándola despacio y suave.

Ambos saben que no serán quince minutos, pero ninguno lo menciona. Tessa se rinde por completo.

—Si rompes el vestido...

Axel sonrió triunfante.

—Juro que no lo haré.

[...]

Tras veinte minutos de llegar al evento y recibir la más mortífera mirada de un padre regañando a un hijo que les dedica Edgard, Tessa logra escurrirse del lado de Axel para ir a saludar unas antiguas jugadoras que conocía de niña.

Axel trata de seguirla con la mirada, pero ve la petición en los ojos de Tessa para que le de espacio. Se mueve entre las mesas redondas y adornadas con manteles blancos y crema ubicadas bajo los árboles, siendo consciente de cada mirada sobre ella y de las sonrisas que dedica solo a aquellos que pudieron ganarse su amistad en el pasado. Hay faroles de luces iluminando los caminos y flores y cintas colgando aquí y allá. La noche cae alrededor de todos, las estrellas más brillantes que nunca y la luna delgada como un trozo de uña. 

El logo de la Asociación Internacional de Futbol se eleva desde cada centro de mesa. Hay pantallas planas ubicadas entre algunos árboles reproduciendo antiguos partidos especialmente memorables.

Antiguos jugadores y personas estrechamente relacionadas al mundo se pasean y pavonean vestidos con trajes caros y antifaces ostentosos de todo tipo. Axel ve a una mujer llevar plumas de pavo real tan largas que cada persona que habla con ella debe hacerlo desde cierta distancia.

Ve a lo lejos a Caleb con un antifaz plateado y a Scarlette con un vestido azul. También ve a Nelly y Mark reencontrarse con algunos viejos amigos.

Pero Axel no quiere unirse a ninguna conversación y evita adrede que alguien lo salude. Las únicas excepciones son los pequeños jugadores del Instituto Raimon que también han sido invitados.

Sin una mejor idea, Axel se retira hacia una mesa con aperitivos y bebidas. Se sirve una copa de ponche sin alcohol por los jugadores más jóvenes. Procura en ningún momento perder a Tessa de vista.

¿Ese de allí acaso no era Robb, aquel jugador holandés? Con esas absurdas mascaras era difícil estar seguro, pero ¿Cuántas personas tenían los ojos violetas? Vio como llamaba la atención de Tessa. La vio girarse hacia él. Axel esta a punto de levantarse, pero entonces distinguió el destello de oro de los ojos de Tessa incluso a través de toda esa distancia. Acto seguido, le enseñó el dedo de en medio a Robb mientras hablan en susurros.

El antiguo jugador de pronto retrocede, alejándose de Tessa tan rápido como sus pies le permitieron.

Axel se sintió relajarse, pero no demasiado. La inquietud lo abruma de golpe y decide alcanzarla.

Pero antes...

Rebusca en su traje un sobre de medicamento que había escondido para sacar en el momento justo sin que nadie lo viera. Toma una de las píldoras y la deja en su boca, haciéndola pasar rápidamente con el ponche.

Jude habla justo en el momento que Axel baja su copa.

— ¿Qué es eso que acabas de tomar? —pregunta en su tono inflexible habitual.

Axel se tensa de inmediato. ¿Lo había visto? Dios, como odiaba a veces esa intuición de Jude de encontrar todo lo que quisiera esconder.

—Hola a ti también. ¿Qué tal Jude?

— ¿Y bien? —insiste Jude impasible. Llevaba una mascara negra adornada lo más simple posible, sin encajes ni plumas ni cristales. Solo satén negro.

Axel aprieta los dientes, negándose a confesar. Jude un poco aburrido extiende su mano y Axel le entrega a regañadientes un sobre de píldoras que había mantenido oculto en su chaqueta durante todo el día, esperando el momento oportuno para sacarlo sin que lo viera Tessa.

Y justo en el momento en que ella no podía verlo, llegaba Jude. Que bendita suerte.

Jude frunce un poco el ceño al ver el medicamento y lo gira entre sus dedos.

— ¿Ibuprofeno? —lee, sin detenerse de abrir una capsula y frotarla entre sus dedos.

— ¿Qué estabas imaginando? —replicó Axel, quitándole el sobre.

—Cualquiera diría por como has actuado que se trataba de temas mucho más ilegales.

La verdad es que eso era terriblemente cierto. Incluso su adquisición había sido oculta y Axel había tenido que ir con gafas de sol a la farmacia.

— ¿Te duele algo? —inquirió Jude.

—No, es que solo me gusta el sabor a tiza de los medicamentos. —respondió irónico Axel.

Pero la verdad era que se negaba a admitir ante nadie que estaba totalmente adolorido y con contracturas desde la noche anterior. Prefería la muerte antes de confesarse a Tessa que sus encuentros realmente le estaban pasando factura a su cuerpo que ya había sido maltratado por casi veinte años en las canchas de fútbol.

Estaba despertando cada día con un horrible dolor de cuello y lumbar. Ocupar gran parte de la tarde en cargar los muebles nuevos y sacar los viejos chamuscados no había hecho más que empeorar todo el asunto.

Su orgullo no le permitiría admitirlo. Jamás.

Con veinticinco años se negaba en redondo a asumirlo.

Así que iría y compraría a escondidas todos los ibuprofenos que fueran necesarios para mantener su mentira. No le importaba la amenaza de una úlcera gástrica.

Detestaba que Jude lo hubiese encontrado tan rápido.

—Ya veo. —murmuró Jude. —Recordando que Tessa es una casi decente sanadora y que estas aquí escondido, prefiriendo una úlcera antes que hablar con ella, deduzco que puede ser parte del problema.

Odiaba ser un libro abierto frente a Jude.

—También supongo que las cosas están yendo bien entre ustedes, enhorabuena.

—Gracias. —mascullo Axel. En ese momento, volvió a buscar a Tessa con la mirada. ¿Acaso no estaba con Paolo no hace un minuto atrás? Pero ahora Paolo estaba hablando con Mark y Nelly, pero Tessa no se veía en ninguna parte.

Axel sintió una descarga de adrenalina.

—Jude, ¿Ves a Tessa?

Su amigo frunció el entrecejo.

—No la veo. —dijo tras medio minuto.

Y Axel comenzó a correr, llevado por el miedo visceral de que podía repetirse una noche muy parecida de hace diez años atrás. Eric Goldman había muerto, ¿Pero Iwan?

[...]

Mira por dónde. Robb era el problema más improbable de esa noche y ahí se me había aparecido.

—Querida Tessa. —me había dicho como saludo, zalamero como un gato. Sus ojos del color de las amatistas se habían entrecerrado ligeramente. —Ha pasado el tiempo, ¿No es así?

Quizás en otro momento hubiese sido más diplomática. Pero esa noche el tiempo me iba escaso y para peor, Axel Blaze no me quitaba el ojo de encima. Era cuestión de tiempo que se adosara a mi nuevamente.

—Querido Robb. —dije imitándolo. —Apártate ahora mismo de mi camino o te juro que sabrás como se siente que alguien desgarre cada uno de tus órganos y sane las heridas en menos de un minuto. Ni siquiera alcanzaras a gritar, te lo juro.

Para solo enfatizar mi odio por él, le enseñe el dedo de en medio.

Robb casi se tropezó cuando retrocedió apresurado.

Suspiré.

Que molestia.

Entonces, busque a Axel con la mirada solo para saber si lo había visto. Y por algún azar del destino, justo en ese segundo lo vi apartar los ojos de mí. Vi a Jude alcanzarlo y supe que no tendría una mejor ventana de oportunidad que esa.

Justo entonces veo a Paolo hacer un gesto para que me acerque. Con una sonrisa tensa, me acerco y veo mi salvación justo a mi izquierda. Nelly y Mark.

—Oh, ¿Te han dicho las nuevas buenas, Paolo? —le digo de golpe y sin saludar. —¡Mark y Nelly están esperando su primer hijo!

Y Paolo se olvida por completo de mí, se gira hacia Mark y Nelly que se acercan riendo.

Ese era mi momento.

Busco deslizarme entre la frondosidad de los árboles del parque y me sumergí de lleno en los caminos no transitados que nadie había iluminado. Me fui alejando del barullo y voces de la fiesta, la música de los violines amortiguándose por la naturaleza.

Localice a Fei Rune en el punto más alejado de mi en ese momento.

Finalmente, todo estaba encajando en su lugar.

Me abrí paso entre los arbustos y levanté un pie para esquivar las ramas más bajas.

En el centro del pequeño claro, estaba aquella caravana del tiempo que nos había hecho viajar en el tiempo brevemente hace tantas semanas atrás. Parecía haber transcurrido en otra vida. Respiré hondo, ¿Cómo Fei Rune y ese oso artificial no protegían aquello? ¿Cómo...?

Ah. Ahí, un pequeño escudo áureo. Me sentí como Vesta cuando destruía mis escudos áureos con demasiada facilidad. Pero llevaba días sin ocupar mi aura de verdad, reteniendo aquel poder solo para esa noche. Acumulándolo que casi estaba desbordándose. Un pequeño escudo áureo como ese era frágil como una hoja de papel.

Mire la maquina del tiempo, aquel eco de poder desconocido.

Esta vez, sin embargo, sabía de qué trataba. Y mi aura también la recordaba. Incline mi oído, oyendo aquellos susurros que tomaban mil formas diferentes, de miles destinos diferentes. Era oscuridad y luz, vacío y al mismo tiempo promesas.

Escuché con mi aura todo el poder que prometía esa máquina, lo diferente que era de cualquier objeto. No era luz, ni aire ni mar. Era un ruido continuo, como el ronroneo de una bestia dormida.

Preste atención a sus tonos, a lo que la hacía tan diferente del resto y tome nota de aquellos hilos áureos que formaban el corazón de esa creación. Me acerqué lo suficiente para poner una mano sobre la caravana, de obligarla a decirme los secretos que escondía y con cuidado, le di forma a mi aura imitando su poder.

Nunca buscaba más poder, apenas me esforzaba por aprender lo suficiente para controlar aquel que se agitaba en mis venas. Pero esto...la idea de viajar en el tiempo, de avanzar o retroceder...

Oh, solo esa clase de poder era capaz de despertar mi codicia. Jensen nunca quiso educarme sobre esto. Y mi curiosidad era gigante, deseaba entender los principios, el funcionamiento de esa máquina y bajo que leyes funcionaba. ¿Sería suficiente imitar su poder?

Las luces de la caravana se encendieron y el motor comenzó a ronronear. Su poder se despertó, aquellas partes de la maquinaria que funcionaban para unirse y permitir el viaje en el tiempo, cada una de una naturaleza tan diferente y que yo nunca había visto o sentido antes.

¿Funcionaria para mí?

Di un paso a su alrededor, como un depredador acorralando a una presa, especulando mientras seguía haciendo a mi aura cambiar, siendo polimorfa para que imitara cada parte de esa maquinaria que permitía el viaje.

Los colores se vieron diferentes, de pronto los árboles no fueron tan firmes y se vieron translucidos. El suelo mismo parecía estar hecho de algodón, pero la caravana fue estable a pesar de que todo a su alrededor estaba perdiendo brillo y forma.

El poder de mi aura corría dentro de mí, y lo alimenté, motivándolo a seguir probando sus límites que sabía que eran muy amplios y desconocidos.

¿Tuve miedo? Oh, mi cuerpo temblaba en partes iguales de miedo y excitación. Y...esperanza. Viajar en el tiempo, ya sea futuro o pasado.

Si pudiera viajar al pasado...No. Me replantee la pregunta, ¿Qué sucedía si decidía viajar al pasado?

¿A qué fecha?

¿En qué momento comenzó a torcerse todo?

Me di cuenta de que ya sabía la respuesta. Ese día estaba marcado en mi memoria a fuego.

Pero no. Tenia que enfocarme en Iwan. Él había tenido el tiempo de cazarme en las sombras durante mucho tiempo. Era hora de cobrar ventaja. Era de aquellos hombres que sus secretos tenían secretos, tan bien guardados y protegidos que apenas eran simples mitos.

Pero para estar en igualdad de condiciones, necesitaba conocer de verdad a Iwan Sarsfield. Solo podía destruirlo conociendo de que está formado.

— ¿Tessa? ¿Qué...? No.

Levanté la cabeza de golpe al oír la voz de Axel. Vi su expresión de alarma y de miedo al ver mi mano sobre la camioneta. Los objetos a mi alrededor comenzaron a recobrar forma, solidez y el mundo a mi alrededor recuperó la realidad de ese momento.

Él dio un paso adelante, su cuerpo tenso y rígido. Se arranca de golpe la mascara y la tira al suelo. La rosa dorada queda aplastada sobre la hierba.

— ¿Qué estás haciendo?

Bajé la mirada a mi cuerpo y me di cuenta de algo que me tuvo que haber asustado como el infierno, pero que en realidad no me hizo sentir miedo. Mi piel estaba impregnada de un color dorado y los bordes de mis extremidades no era tan solidas como...bueno, como debería ser normal en una persona. Mi propia persona se difuminaba alrededor.

"Tiempo" pensé. Todo tenía nombre en la lengua del aura. Si quería que mi aura formara ventiscas y tornados, tomaba aquellos hilos de realidad que conocía como "Aire" y dejaba que mi aura se transformara, que tomara cualquier forma que conociese y se adueñara de ella.

Pero esta nueva sensación...no tenía nombre antes conocido por mí. Era el tiempo, los hilos del tiempo que mi aura ya estaba dominando, aprendiendo de él y copiando cada ondulación y secreto. Dejé que mi aura soltara aquel hilo y mi piel volvió a la normalidad, mi cuerpo volvió a verse normal y el mundo a mi alrededor recobró la forma solida de las cosas reales.

Mis labios se abrieron y el deseo me golpeó.

Podía viajar en el tiempo.

Podía hacerlo por mi cuenta.

Que terror tuve que haber sentido, que pánico. Odiaba el poder de mi aura, aquel descontrol apenas domable que me volvía loca cada día.

Pero esta vez, abracé mi poder con una sonrisa.

Miré mis manos, sorprendida de eso. De lo que podía hacer.

Y entonces, levanté la mirada y vi el terror marcado en los ojos de Axel. El miedo que tuvo que haber sido mío.

Tuvo que haber leído mis pensamientos.

—No lo hagas. —suplicó. —Por favor.

El dio un paso hacia delante, vacilante. Sabía lo que había descubierto.

—El tiempo no es algo con lo que jugar. —continuó, sus ojos impregnados de desesperación. —Cualquier cosa que cambies en el pasado, afectará el presente. Y créeme que nada vale eso.

Recordé las historias de él, contadas en susurro en las noches junto a mi oído. Los dolores de cabezas con Fei Rune, los cambios en la línea del tiempo que desestabilizo todo.

Pero eso era diferente. Eso fue hecho para herir y lastimar.

— ¿Nada lo vale? —repetí, titubeante. — ¿Ni si quiera nuestra felicidad?

Algo cambio en la expresión de Axel. Sentí el dolor en mi propia piel, estábamos muy cerca y mi aura estaba vuelta loca tras días de mantenerla bajo capas y capas de autocontrol, tan enterrada que se había asfixiado por completo. Habíamos casi destruido el departamento de Axel por aquel desborde de poder. Mis emociones y las de él estaban expuestas para ambos.

—Una acción afecta a docenas de personas. —advirtió Axel. —No sabrás el alcance hasta que ya sea tarde e irreversible.

Pero sacudí mi cabeza, negándome a creer eso.

— ¿Qué estas buscando, Tess? ¿Buscar a Goldman, es eso?

El nombre me desestabilizo. Goldman. Hombre de oro. Eric Goldman.

Aquel sujeto que me había secuestrado y asesinado. Aquel del que nadie pudo rescatarme por más que lo desee. Parpadee, dándome cuenta del paralelo de la situación. Una fiesta, un baile preparado por la AIF para celebrar lazos mientras que en medio se filtraban aquellas personas con otro planes en mente.

El dolor se sintió como un nudo en mi garganta. Desterré aquellas imágenes de Eric Goldman que mantenía escondidas. Aquellas cadenas de obsidiana, aquella oscuridad. Aquel dolor que no era de este mundo.

Estaba inestable, reconocía las señales.

Le había puesto cadena corta a mi aura los últimos días para prepararnos para hoy. Pero ahora que había cortado esa cadena, mi aura se agitaba bajo mi piel y me estaba robando la concentración. No podía pensar con claridad, no podía razonar con ella como siempre.

Se estaba alimentando de mi dolor, pena y rabia. De las emociones más terribles que se escondían en mi corazón.

Había querido viajar al pasado para buscar aquellos secretos de Iwan, colarme entre sus defensas y conseguir la información que necesitaba. Era un plan burdo, pero ¿Qué podía lograr con pocas herramientas y el limite de tiempo que el me había dado?

Pero ahora Axel sin querer había infiltrado otra idea. Eric Goldman.

No solo se podía viajar al pasado para ver y escuchar como fantasma, ¿Verdad? Se podía actuar para cambiar los hechos.

El ruido del aura, del tiempo no dejaba mucho espacio para mis pensamientos. Apenas podía reunir dos ideas con esfuerzo. Pero ¿Acaso Eric Goldman no era quien había iniciado este perverso juego mucho antes que Iwan?

Él me había condenado. ¿Y si la clave está en aquel hombre? Era la pieza que, al sacarla, desarmaría la torre por completo. Todo a partir del momento en que Eric Goldman me había secuestrado había comenzado cuesta abajo. El fue el punto de partida, no Iwan.

Los ojos de Axel se ensombrecieron de dolor.

—Dijiste una vez que te arrepentías de no haber estado ahí para ayudarme.

—Y lo hago. —dijo Axel. —Si pudiera, mataría Goldman aquí mismo.

—Entonces lo entiendes.

—Pero tengo que vivir con lo que ocurrió, aunque me odie por eso. —repuso Axel, apartando la mirada de mí. No pudo mirarme cuando continuó hablando. —No sabes cuanto lo siento y cuanto daría por haberte evitado ese dolor, hubiera tomado su lugar con gusto si con eso hubieras estado a salvo. Pero, Tess...—su voz se quebró. —Esto es diferente. Tu vida ha chocado con muchas personas, ¿Cuántas personas has ayudado? ¿Cuándo posibles destinos has forjado? ¿Puedes contar cada una de tus acciones y saber exactamente cuánto has influido en otras vidas? ¿Y estarías dispuesta a sacrificar todo lo que has hecho?

Apreté los dientes con fuerza y cerré los ojos. Nombres y rostros saltaron a mi mente. Uno tras otro, innumerables.

Me sentí débil, avergonzada. Abrí los ojos, dispuesta a retroceder en mi locura.

Entonces, vi a Axel con ojos suplicantes hacia mí. El dolor grabado en su rostro. Su rostro, con su nariz recta y sus pómulos marcados. Sus labios que había besado incontables veces, que me habían susurrado y dicho palabras que brindaron calidez a mi alma. Y mi corazón se contrajo de amor por él.

Pero no estaba en una situación en la que Axel pudiera calmarme. Mi aura se agito violenta y la respuesta salió arrancada de mis vísceras, de mis entrañas. Egoísta y primitiva.

Amaba a Axel. Y lo había negado por mucho tiempo con cada célula de mi cuerpo, consciente de que eso era temporal. Que mi reencuentro con Iwan era inevitable, que aquel tiempo era robado y por eso aprovechaba cada momento con él, disfrutando cada toque y memorizando su risa, intentando que me acompañara incluso cuando estuviéramos lejos.

Porque, de alguna forma, nuestro amor siempre fue imposible. Por eso, iba a luchar por nosotros. Incluso contra Axel si era necesario.

Haría cualquier sacrificio.

—Si. —dije. —Estoy dispuesta a sacrificarlos a todos.

Por el y por mí, aunque Axel no pudiera entenderlo ahora. Sabia que algún día podría ver las cosas como yo.

Entonces, los ojos de Axel se abrieron de golpe. Gritó algo, pero entonces mi aura despertó con fuerza y el mundo se emborronó, desapareciendo de golpe y el suelo perdió solidez.

________________________

¿Quién más cree que Axel terminará con un peor dolor de espalda que ni una sobredosis de ibuprofeno le va a ayudar?  Otra pregunta, ¿De que lado están en este último conflicto? Entre Axel y Tessa siento que cada uno tiene razón en algo, ¿Que hubieran elegido ustedes? Como siempre, cualquier teoría y comentario son un gusto leerlos, un abrazo a todos ustedes y dejenme saber si les ha gustado esta sorpresa  o solo quieren matarme lentamente, un abrazooo<3

Continue Reading

You'll Also Like

1.7M 237K 58
El amor puede llegar de manera impredecible... Para aquel Omega que por mucho tiempo creyó que lo había encontrado, vendrá en su demandante e impone...
700K 56.7K 85
"Uncanny: una experiencia sobrenatural o inexplicable, extraña o más allá de lo ordinario" Todos los vampiros tienen un compañero destinado, alguien...
94.9K 6K 65
Esta seria tu vida si fueras adoptada por Sir Reginald Hargreeves. Pero sufres de una enfermedad llamada "von Willebrand" que preacticamente es sangr...
906 71 10
¿Qué hubiera pasado si nunca me encontraba contigo? ¿Y si nunca me sonreias? ¿Qué hace una chica como tú en un lugar como este? En una noche tranquil...