Encadéname a tu piel

By itzel_a1

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Kamal Al-Ghurair es un atractivo y seductor emiratí, cuyas habilidades como cirujano lo llevan a Grecia a for... More

Teaser e Información❤️
Booktrailer ❤️
Epígrafe 🌹
Personajes ❤️
Capítulo 1. ¿Destinados?
Capítulo 2. No puedo ser.
Capítulo 3. No puedo sacarte de mi mente.
Capítulo 4. La noche que decidas ser.
Capítulo 5. Llévame contigo.
Capítulo 6. Buganvilias.
Capítulo 7. Ares.
Capítulo 8. Escalera al paraíso.
Capítulo 9. Mi cerebro se enredó en tu piel.
Capítulo 10. Las mentiras tienen un olor especial.
Capítulo 11. Gambito de rey.
Capítulo 12. Ares y Afrodita y... Hefestio.
Capítulo 13. En un mar de mentiras, solo tú eres verdad.
Capítulo 14. Ella es un diamante.
Capítulo 15. Pequeños sucios secretos.
Capítulo 16. Gravedad.
Capítulo 17. En cada sitio del corazón.
Capítulo 18. El centro del miedo.
Capítulo 19. Si me dejas...
Capítulo 20. Nos sobran los motivos.
Capítulo 21. El reposo de Afrodita.
Capítulo 22. Trecho largo.
Capítulo 23. El amor es sacrificio, es libertad...
Capítulo 24. Desnuda.
Capítulo 25. Cerebro en llamas.
Capítulo 26. Nadie alrededor.
Capítulo 27. Cita con una sirena.
Capítulo 28. Tormenta de arena.
Capítulo 29. Susurros de las ninfas.
Capítulo 31. Soltar el dolor y abrazar la vida.
Capítulo 32. Ajustando las velas.
Capítulo 33. La nueva dama en la ciudad.
Capítulo 34. El cielo arde.
Capítulo 35. Solo con un beso.
Capítulo 36. ¿Desplazando al amor?
Capítulo 37. El péndulo oscila.
Capítulo 38. Olimpo bajo fuego.
Capítulo 39. Hogar, dulce hogar.
Capítulo 40. Alrededor del árbol.
Capítulo 41. Noche de paz, noche de amor...
Epílogo
Agradecimientos finales:

Capítulo 30. Un tren sin frenos.

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By itzel_a1

..."Tienes que oír mi amor con su voz, tocarlo en su carne, aceptarlo como es, desnudo y libre"... Jaime Sabines.

Luego de comprobar que el estado general de Fedra mejoraba, Kamal no perdió tiempo y se marchó del cobertizo con rumbo al interior de la casa. Zoe debía aventurarse de vuelta a Atenas antes de que Giannoupolus descubriera lo que había sucedido y, Al-Ghurair no iba a permitir que se fuera sin él. Sabía muy bien que si le consentía dejarle atrás, él se moriría de la angustia en cada segundo no la tuviera a su lado. No. Zoe iba a tener que aceptar que Kamal era su compañero en todo y para todo.

Giró despacio el pomo de la puerta del dormitorio que compartían y se introdujo en silencio, al tiempo que observaba a su hermosa mujer bañada por los primeros rayos del sol que se colaban a través del deslumbrante ventanal que presidía el muro posterior.

Se hallaba en el suelo, vestida con ropa de ejercicio mientras contorsionaba su gallarda figura en una de las āsanas de yoga que él le había recomendado practicar. Una playlist de deep house se reproducía desde el ordenador, mientras los gráciles pies de Zoe apuntaban hacia el techo. Las manos sostenían sus lumbares y afianzaba la esbelta columna sobre los codos, logrando asemejarse a un trípode. Su rostro expresaba una imperturbable serenidad. El reducido corpiño dejaba a la vista su marcado y marfileño torso. Así como, las ceñidas mallas que envolvían sus espectaculares piernas le ofrecían una escandalosa perspectiva de sus firmes glúteos.

—¡Kamal! —exclamó risueña cuando lo notó allí—. ¡Ven aquí, amor!

El cirujano se acercó con despreocupado paso y una embelesada sonrisa en los labios.

—¡Hola! —ronroneó al tiempo que ponía la cabeza al revés para que sus ojos se cruzaran con los de ella y Zoe soltó una carcajada al tiempo que rodaba lentamente sobre sus dorsales.

—¿Qué te parece? ¿He mejorado?

Tumbada de espaldas en la lujosa alfombra, era la criatura más deliciosa que él hubiera visto jamás... la tentación hecha mujer, con su dorado cabello y los ojos azules como el mediterráneo. Una diosa que él veneraba.

—Yo diría que la alumna superó al maestro —respondió zalamero.

Zoe alargó la mano; Kamal enredó sus dedos con los de ella, pero no la instó a incorporarse, sino que se puso de rodillas y la montó a horcajadas. De repente, cada centímetro de su piel suspiraba por su tacto. Dolía por sus caricias. No había una sola célula de su sistema, que no suplicara por la sensación de tenerla. Kamal inclinó el rostro y con los labios tomó la tentadora boca de su mujer.

Sintió los delgados brazos de Zoe envolviéndose alrededor de su cuello, y a los dedos arando en su cabello mientras sus abiertos labios lo recibían con un rasgado gemido que vibró contra la lengua de Kamal. Ella era deliciosa. Y su sabor se le fue directo a la cabeza. Sus manos siguieron sus propios deseos y comenzaron a tironear de los delgados tirantes de su corpiño, arrastrándolos hacia abajo de los brazos. Zoe alzó las caderas retorciéndose con delicia contra él, al tiempo que tiraba de los botones de su camisa y conseguía dibujar los relieves de su torso con sus cálidas manos. Sí. Allah, era grandioso, que no estuviera él solo en esa necesidad. También podía sentirla dentro de ella, en el fuego que los quemaba y los hizo sacarse la ropa con premura.

Lahabi alsaguir, 'ant jamil... (Mi pequeña llama, eres hermosa...) —Le tomó reverente los senos con las manos y los alzó un poco para que ella pudiera observarse—. Mira como estos tiernos pezones están duros por mí, Zoe.

Su mujer lo miró a los ojos y las manos le temblaron cuando se sostuvo de sus bíceps. Su expresión era de un intenso placer, como si las caricias que él le prodigaba fueran el mayor de los tesoros.

—Kamal, me vuelves loca, amor —gimoteó ella. Su suave mano lo cogió de la base del pene y lo dirigió hasta los sedosos y resbaladizos pliegues de su sexo.

Mirándose a los ojos y con la respiración jadeante sumándose a las doradas imágenes de arena que pintaban los versos de Desert Rose que se escuchaba de fondo, unieron sus cuerpos en uno solo. Retorciéndose ante la destrucción de sus sentidos, porque ellos juntos podían hacer arder el mismo infierno.

Cada caricia que Zoe le obsequiaba, cada beso con el que bañaba sus labios formaban un sensual conjuro que lo envolvía, y lo completaba. Porque si de algo Kamal estaba seguro era que pertenecía a los brazos de Zoe. Ella lo había encadenado a su piel, él había encontrado su propio hogar.

Un agónico gemido de Zoe le bañó los labios.

—'Ana 'uhibuk, Kamal (Te amo, Kamal) —le murmuró en árabe en el preciso instante en que las intensas contracciones de su sexo presionaban el miembro de Al-Ghurair.

—'Ana 'uhibuk, Zoe. 'Ana 'uhibuk 'ant faqat (Te amo, Zoe. Te amo, solo a ti).

Apoyado sobre sus codos, Al-Ghurair movió las caderas con mayor rapidez, y ahí fue que lo golpeó un aniquilador orgasmo. Tan brutal que por un instante le pareció que perdía la consciencia. Hasta que ella lo abrazó contra su pecho con extrema fuerza logrando atravesar su embotado cerebro. Sus corazones palpitaron al unísono mientras él se derramaba en ella.

Entonces vino la calma y el cómplice silencio compartido en medio del cual, Kamal le entregaba su camisa a Zoe para que se cubriera, mientras él recuperaba sus bóxer.

Se volvió a mirarla y juró que toda la vida habría de recordar lo hermosa que estaba en ese momento, con la piel encendida, el dorado cabello revuelto y los ojos relucientes como un par de zafiros.

—Tienes la mala costumbre de hacer que una chica quiera vivir en una fantasía indefinidamente —dijo intentando reprenderlo, pero su retórica perdió fuerza ante la perezosa sonrisa que surgió en sus labios, la misma que reflejaba una absoluta satisfacción.

Kamal se rió entre dientes y se irguió en toda su altura.

—Bueno, duchémonos de prisa —propuso al tiempo que le ofrecía su mano para ayudarla a erguirse—. Debemos aprovechar la ventaja que tenemos sobre Ezio antes de que note que Fedra falló de nuevo.

—Sería mejor que yo fuera sola y tú permanezcas aquí —replicó ella en tono neutro.

Kamal negó con la cabeza.

—La última vez que fuiste sola casi no vuelves.

Los azules ojos de Zoe parecían librar una tormenta mientras le sostenía la mirada.

—Soy tu compañero, Zoe. Mi sitio es a tu lado.

Zoe abrió la boca para decir algo; Kamal no titubeó ni un ápice. Y luego, de lo que pareciera una eternidad ella miró a otro lado, gruñó una majadería y se pasó los dedos por el dorado cabello. Kamal la envolvió en un abrazo y le acarició la sien y la mejilla con la nariz.

—De acuerdo —se rindió a regañadientes—. Vendrás conmigo.

Él se apartó un poco y la miró desde su altura con una sonrisa.

—No siempre vas a salirte con la tuya, ¿estamos?

—Estamos.

Una hora más tarde, vistiendo ambos con chaqueta y pantalones de cuero, estaban listos para partir.

La potente y exclusiva Ducati de Khalid estaba aparcada en la entrada principal de la residencia. Era la opción más adecuada de movilidad y lo más sencillo de transportar a bordo del ferry.

—Qué bonita.

La miró inclinarse con reverencia para observar los detalles del asiento cosido a mano, pero Kamal estaba más interesado en su bien formado trasero, por supuesto.

—No te preocupes por nuestra huésped del cobertizo, yo mismo la custodiaré —ofreció el mayor de los Al-Ghurair a Zoe.

Zoe asintió agradecida y le dejó un beso en la mejilla a Khalid.

—Es extraño verte sin esas Gloks que siempre llevabas sobre tus muslos cuando ibas de cacería —señaló Deo y soltó una risa cuando Zoe hizo un puchero con sus labios—. ¿Te gustaría tenerlas?

Kamal buscó la mirada del viejo tabernero.

—¿Las tienes?

Su ronca risa fue amplia y brillante.

Zoe sonreía entusiasmada al tiempo que se abrochaba el cinturón y luego ataba con correa las pistoleras a sus muslos. Un gesto de concentración apareció en su rostro mientras comprobaba con rapidez las Glocks, y colocaba los cargadores.

—Estoy lista —le dijo a él. Kamal no tuvo ninguna duda al respecto.

Apenas desembarcaron del ferry, condujeron con rumbo a la jungla de ladrillos y asfalto que conformaba el curioso barrio de Gazi en los alrededores del centro de Atenas.

El distrito había albergado en 1857 una importante planta industrial francesa, que luego cerró operaciones en 1984. El conjunto de edificios de piedra caliza con techos de madera y tejados de estilo galo, se habían convertido en su mayoría en bares y clubes nocturnos donde los locales y los turistas solían gastar sus noches. Pero camuflados entre aquella atmósfera se encontraba la base de Veneno Vil un grupo de hacktivistas que se habían adjudicado un ataque a La Liga de Defensa Helena meses atrás.

A pesar del bullicio que desprendían las tabernas, se respiraba un ambiente de peligro y Kamal se sintió agradecido de que Zoe le hubiera permitido acompañarla. La sola idea de que se internara por allí sola, era suficiente para descomponerle el estómago.

Pararon delante de una ruidosa taberna y con todos sus sentidos en alerta caminaron por la acera rodeando un edificio. Unos sujetos cargaban un camión con mercancía.

—Autopartes, consolas de videojuegos y así —señaló Zoe entre dientes—. Los roban en Atenas y los venden en mercadillos de pulgas al norte del país, donde resulta más difícil rastrear los artículos.

—Qué lindos —murmuró Kamal.

—Cualquier proyecto requiere financiación, y para poder tener libertad de movimiento deben poder controlar el pequeño distrito en el que operan. Dentro vas a encontrar no solo habilidosos hackers, esta gente tiene su propia seguridad, su mercado negro y sus códigos de conducta. ¿Seguro que aún quieres entrar en ese submundo?

Kamal se encogió de hombros mientras continuaba su andar firme.

—Mientras puedan ayudar y sepan aceptar una pequeña contribución mía para su empresa...

—Ya lo creo que sí —ronroneó Zoe y le acarició el pecho, allí donde sabía que llevaba oculto un sobre con dinero—. Pero también son muy territoriales y peligrosos, por lo cual será mejor que me dejes hablar a mí.

—Es lo que llevo haciendo desde que te conozco —murmuró Al-Ghurair.

—¿Qué se te perdió, rubia? —gritó uno de los fortachones que cargaban el camión, al ver que se acercaban.

—Busco a TriCk. ¿Se encuentra aquí?

—No lo sé. —El tipo se sacó el gorro que cubría su cabeza y se mesó el pelo—. ¿Quién pregunta?

—Dile que Lady Hawk está aquí.

Kamal la miró de reojo, divertido. Qué curioso que Al-Ghurair y Hawk significaran: halcón, meditó Kamal sintiendo como las emociones estallaban en su pecho y su corazón brincaba de alegría. Esa mujer siempre había estado destinada a él. Siempre existió un lazo, un inquebrantable vínculo entre ellos, aunque ninguno hubiera sido consciente de ello, hasta ahora.

—Lady Hawk, ¿eh? ¿Y ése quién es? —El tipo señaló a Kamal con la cabeza.

—Es León —replicó Zoe, con suavidad—. Dile a TriCk que estamos aquí.

Kamal permaneció junto a ella, alerta, mientras su mujer miraba fijamente al bruto aquel.

—Ya vuelvo —gruñó finalmente el sujeto. Se adentró dentro del lúgubre edificio con desgarbado paso. Luego de unos minutos volvió—. TriCk dice que pueden entrar.

«¡Qué honor!» murmuró Kamal en su cabeza y siguió a Zoe.

Mientras se adentraban en aquella aciaga bodega, Kamal contó mentalmente al personal que estaba allí entre los que estaban delante de sus ordenadores en una larga estación de trabajo compartida y los que parecían cuidarlos. Quince. Mientras que afuera había al menos doce cargando el camión. El sujeto corpulento y de movimientos pesados los condujo a una estrecha escalera de lámina por la que subieron a un gabinete suspendido entre gruesas vigas de acero.

—TriCk. —Zoe le saludó con una engatusadora sonrisa.

Kamal ocultó su asombro. TriCk era un jovencito, que apenas debía tener unos veinte años; pero la vida en las calles solía ser corta y brutal. El típico chico de barrio, aunque de innegable atractivo, poseía unos perspicaces ojos y una ladeada sonrisa burlona. Iba vestido con unos vaqueros rotos, una sencilla camiseta blanca y un estructurado abrigo de paño en color camel. Alrededor del cuello una maxi bufanda de cuadros. Y gruesos anillos de calaveras de metal, completaban su atuendo.

No se molestó en erguirse cuando ellos entraron, pero pateó la silla situada frente a él en dirección a Zoe, ofreciéndole asiento con un insolente gesto de su cabeza. Kamal apretó los dientes, recordándose que había aceptado mantenerse callado mientras durara la visita.

El corpulento tipo que los había conducido hasta el cabecilla, se plantó entre ellos con tres cervezas en las manos y les entregó una a cada uno.

—Cristo —silbó el mozalbete al tiempo que desplazaba su mirada sobre Kamal de la cabeza hasta los pies—. Por fin tienes un socio, Lady Hawk. Son bienvenidos.

—Gracias, TriCk. —Zoé levantó el botellín de su cerveza en deferencia al muchacho—. Sabes esto no es una visita social, ¿podemos hablar en privado?

El jovenzuelo se rió con ligereza, pero decidió complacerla y despachó a su siniestro guarda con un principesco gesto de su mano.

Cuando la puerta se cerró, Zoe se volvió hacia Kamal con una significativa mirada que él comprendió enseguida. Al-Ghurair extrajo del interior de su chaqueta el sobre con dinero y lo dejó sobre la mesa.

TriCk lo abrió y ojeó dentro de este.

—No tengo noticias nuevas, ni diferentes sobre la colisión de Tesalia. Deberías aceptar que en esta ocasión Ezio tiene razón y ese desastre no fue tu culpa.

En los azules ojos de Zoe apareció un helado destello al tiempo que fruncía el ceño y sus labios se apretaban de disgusto.

—Lo sé. Descubrí el cronograma de aquella operación hace un par de semanas —exhaló con pesar—. Yo estaba encerrada en una casa de seguridad interrogando a uno de los integrantes de la célula que había planeado el ataque. Siempre creí que había tardado demasiado en quebrarlo y que por eso no pudimos evitar ese desastre que cobró tantas vidas cuando se suscitó el choque de los trenes. Ahora tengo la certeza de que había tiempo suficiente para impedirlo, pero los planes de Ezio nunca fueron detenerlo. Él quería que pasara. Necesitaba que ocurriera. Esa fue la razón que tuvo para apartarme de la acción y enviarme lejos.

Kamal se pasó una mano por el pelo. El dolor que escuchaba en la voz de Zoe, lo había visto en sus ojos la misma noche en que se conocieron cuando ella había luchado tan férreamente contra el deseo que ambos sintieron. Ahora entendía la causa de su pesar, y saber que pese a todo ella había conseguido mantenerse fuerte y enfocada en su deber, solo lo hacía amarla más. Zoe Makris era toda una mujer.

—Él apostaba a la furia que dicho ataque provocaría y que este fuera suficiente para acabar con los derechos de los inmigrantes —aventuró TriCk.

Zoe esbozó una amarga sonrisa.

—Esta convencido de que sus acciones son por el bienestar de Grecia.

—Maldito hijo de puta —masculló TriCk—. Dime en qué puedo ayudarte, lo que pidas lo haré.

Zoe miró a TriCk fijamente.

Kamal vio la determinación en su mirada y sintió el latente volcán activo que era su interior. Giannoupolus iba a darse cuenta muy pronto de lo peligrosa que Zoe podía ser.

—Revisa esto —dictó ella entregándole la micro memoria que había ocultado en el guardapelo de Ares—. Un grupo radical afgano trabaja en conjunto con el ministro Dendias y con su principal asesor Ezio Giannoupolus. El blanco de su próximo ataque serán de nueva cuenta ciudadanos helenos y mi conciencia no soportaría que se pierdan más vidas inocentes a causa de sus siniestros esfuerzos.

TriCk la miró con un brillo furioso en los ojos. Bebió un trago de su cerveza y se limpió la boca con el dorso de la mano.

—Tendrás noticias muy pronto, Lady Hawk.

Con sus manos entrelazadas caminaron de vuelta a la Ducati. Zoe desbloqueó su casco, pero se entretuvo jugando con las correas.

—Esta vez, todo termina, ¿cierto? —le preguntó vulnerable.

Kamal le sostuvo la mirada al tiempo que alzaba una mano, sus dedos le retiraron hacia atrás el cabello que había caído sobre rostro. Una pequeña sonrisa le curvó las comisuras de sus labios, y la magia los rodeó. La misma magia que les había hecho coincidir aquella noche en El Pireo, el hechizo que alimentaba cada caricia, cada beso, protegiéndolos de la maldad que había a su alrededor. Sus almas estaban atadas entre sí. Vinculados desde siempre.

Kulu shay ' sayantahi qariban, lahabi alsaguir (Todo terminará pronto, mi pequeña llama) —prometió Kamal en voz baja. Deslizándole los dedos a través del cabello, la tomó de la nuca al tiempo le inclinaba hacia atrás la cabeza y él bajaba la suya—. 'Ant 'ushajie amra 'atan 'aladhi 'aerifuh. Ly hulw, jamila Zoe. (Eres la mujer más valiente que conozco. Mi dulce, hermosa Zoe).

Una vez que sus labios se unieron y que paladeó el breve rastro a cerveza en su lengua, así como su calor femenino, Kamal estuvo perdido. Ella lo hacía arder, lo prendía fuego. Había algo único en Zoe. Algo que lo hacía preguntarse si acaso había conocido la verdadera pasión antes de ella.

—Pronto veremos a Ezio caer. ¿Vamos a casa?

—Vamos a casa —acordó ella.

Se montaron en la moto y en cuestión de segundos estaban alejándose de aquel barrio y dirigiéndose al puerto para tomar el ferry de vuelta a Santorini. El corazón de Kamal elevó una plegaria para que la pesadilla que Ezio había conjurado no se materializara y TriCk no se sumara a lista de quienes ya habían traicionado a Zoe.

¡Gracias totales e infinitas por obsequiarme con tu lectura! Que dicha que hayan recibido con tanto afecto esta historia. El reloj entra en retroceso a partir de este episodio. Deseo que continúen disfrutando la novela, y nada, estoy ansiosa por leer sus comentarios.
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