ZOOM INTO ME

By MiloHipster

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Cuando eres fan de una banda tan icónica como Tokio Hotel, vivir en la actualidad puede tener sus altibajos... More

❝❤❞
Prólogo
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¡Aviso! 🪄
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By MiloHipster


Todo se oscureció, señal de que yo estaba de camino al futuro, es decir, al presente.

Sin embargo, además de estar confundida por aquella revelación, alcancé a sentir una mano cernirse con fuerza en mi antebrazo, tal como cuando desaparecí justo antes de que esos tipos saltaran al escenario con un arma y Bill trató de detenerme, pero no lo logró.La diferencia fue que esta vez, pude sentir aun la mano de una persona sujetando con fuerza mi extremidad mientras viajaba en el tiempo.

Di traspiés al llegar a mi época y estuve a punto de caer de bruces sobre el sofá, pero la misma mano qué me acompañó en el trayecto, me mantuvo en mi sitio antes de que cayera.

Volví el rostro hacia atrás y encontré a Bill Kaulitz detrás de mí, mirándome con asombro.

Sí.El Bill Kaulitz del 2010 se encontraba en el 2023.

—¿Qué haces aquí? —entorné los ojos.

Menos mal no estaba Nathalie ni su novio y mucho menos Hein en mi departamento. Algo extraño, teniendo en cuenta que habían llevado la máquina hasta ahí para cuidar de ella y permitirme estar con Bill un poco más.

—Yo solo te sujeté al ver que estabas por marcharte—titubeó, soltando mi brazo con cautela y echando un vistazo a su alrededor— ¿estoy en el futuro?

No le respondí. Estaba demasiado en stock como para hablar.

Di un salto lejos de la máquina y me senté en el sofá para aclarar mi mente.

Bill me siguió y fue sigiloso al caminar, probablemente tenía miedo de que algo ocurriera en su presencia.

Él no debía estar conmigo. No debió venir.

—¿Te encuentras bien, Luna?

Escuché su voz, pero fue como si yo estuviera debajo del agua.

¿Qué le diría a Nathalie y Arlen Packart? Seguramente se volverían locos al darse cuenta de que me traje conmigo a Bill del pasado.

—Esto no debió ocurrir—dije con nerviosismo y lo miré—tú no puedes estar aquí, Bill, corres peligro...

—¿Por qué correría peligro? Estoy en este departamento muy lindo, contigo... —sonrió tímidamente—... y lejos de mi hermano.

Aquello me hizo sonreír levemente. Yo estaba muriéndome de nervios por su presencia en un tiempo equivocado y él parecía feliz y emocionado por tener a su gemelo a una distancia de trece años en el pasado.

—Tienes razón y ni siquiera está mi mejor amiga con su novio, quien es el creador de la máquina del tiempo y sabe cómo enviarte de vuelta, así que, en lo que esperamos a que vuelvan, podemos relajarnos un poco, ¿no? —titubeé.

Bill asintió, emocionado. Se levantó del sofá y se acercó a la ventana más cercana para echar un vistazo a la ciudad de Corpus Christi, Texas.

—¿Podemos salir a dar un paseo? —preguntó con inocencia.

Desde mi perspectiva, alcancé a verle un brillo infantil en sus preciosos ojos y me lamenté demasiado. No podía negarle nada a ese chico tan perfecto.

—No creo que sea conveniente—me mordí el labio inferior y él volteó a verme con tristeza—a menos de que cambiemos un poco tu look.

—¡Sí! —asintió, feliz de la respuesta positiva— ¿tienes ropa que yo pueda usar?

Escudriñé a mi alrededor y vi una maleta que, en definitiva, no era mía, así que me acerqué a fisgonear. La abrí y encontré ropa limpia de Arlen doblada a la perfección.

—Esta es ropa del novio de mi mejor amiga, que se mudó a mi departamento para cuidar la máquina del tiempo y no caiga en manos del gobierno—le expliqué—elige lo que te guste y tendrás que estar sin mucho maquillaje.

—No usaré maquillaje—acotó, interesado en la ropa de la maleta— ¿tú sabes cortar el cabello?

Parpadeé.

—Es decir, solo quiero rebajarlo un poco y adaptarme a esta época.

—Guapo, en esta época están más locos que nunca—bromeé.

—Me imagino, pero no puedo correr riesgos, necesito verme lo más "normal" posible.

—Bill—le acaricié la mejilla con ternura y él se estremeció bajo mi tacto—las personas "normales" son aburridas y grises, y tú eres divertido y un sol con colores brillantes.

—Gracias—agarró mi mano y besó la palma—con saber que eso piensas de mí, me basta y sobra.

Me di una ducha primero, aunque antes, tuve que lidiar con una protesta por parte de Bill de meterse al baño conmigo para "ahorrar" agua y no desperdiciarla, pero finalmente, logré persuadirlo y hacer que esperara su turno. Además, yo planeaba confrontarlo cuando estuviéramos más tranquilos sobre la nueva carta por parte del tal «H» y la razón por la cual, según Tom, decía que Bill tenía que evitar que tuviera un hijo de su gemelo.

Había demasiadas incógnitas por descifrar.

Porque como Tom lo había planteado, claramente esa persona desconocida estaba dándole instrucciones exactas a Bill para enamorarme, lo que llevaba a la conclusión de que yo no era nada más que un experimento para él y el creador de esas cartas espeluznantes.

En lo que él se duchaba, me maquillé un poco y utilicé la ropa más casual que encontré mientras llamaba a Nathalie y a Arlen por teléfono. Ninguno de los dos me contestó y comencé a preocuparme.

¿Acaso había llegado el FBI a llevarlos detenidos por tener la máquina del tiempo en mi departamento? Pero si ese hubiera sido el caso, el aparato no habría estado aquí y yo hubiese aparecido en alguna parte extraña, a menos del gobierno.

—¿Cómo me veo?

Volví el rostro hacia un costado y observé a Bill con la ropa menos llamativa de Arlen y entorné los ojos.

Me había acostumbrado tanto a ver a Bill Kaulitz con ropa muy estrafalaria, que contemplarlo con un suéter negro de algodón muy suave, de manga tres cuartos, pantalón café oscuro y los tenis negros que él había traído consigo. Su cuerpo delgado se miraba más estilizado y parecía haber crecido unos cinco centímetros más, pero era ilusión óptica. No tenía nada de maquillaje y su cabello estaba húmedo.

—Te ves muy...

—¿Ridículo? Porque este no es precisamente mi estilo.

—¡No! Te ves guapísimo—me ruboricé.

Él sonrió y me acarició el mentón.

—¿Podrías rebajar un poco mi cabello? —estiró unos mechones que estaban más largos que el resto.

Sentí que el corazón se me salía al momento de cortarle su precioso cabello, pero al final de cuentas, todo resultó mejor de lo que pensaba.

Las piernas me temblaban de miedo, pero en cuanto Bill tomó mi mano y la entrelazó con la suya, me transmitió mucha confianza. Si él estaba tranquilo, ¿por qué yo no?

La banda completa no había tenido miedo de estar conmigo frente a las personas, sin embargo, todo era diferente. Yo no era una celebridad, Bill sí.

Mi departamento estaba a escasos quince minutos de la playa y según el reloj de la sala, eran las cuatro de la tarde. Faltaba poco para que el sol se ocultara y pudiéramos disfrutar mejor el paseo.

Salimos a la calle y Bill quedó maravillado, tal vez para él todo el mundo estaba mejorado, pero para mí era una simple calle normal.

—¡Vamos! —echó a correr, llevándome consigo.

Algunas personas volteaban a verlo y mi mente imaginaba la escena exacta en la que lo reconocían y el planeta entero ardería por haber desafiado al tiempo.

Logré tranquilizarme al percatarme que las miradas curiosas eran porque Bill parecía un niño en una juguetería y tiraba de mi mano para ir a su paso.

Había un contraste enorme entre él y yo, aparte de la diferencia de altura, puesto que él medía 1.92 mts. Era más alto que cualquier hombre que pasaba cerca de nosotros y llamaba la atención. Su atractivo físico le sumaba más al radar de los demás.

Las jovencitas se quedaban mirándolo embobadas al pasar y me hacían una mueca de desagrado al verme con él de la mano.

No podía hacer nada, solo disfrutar su compañía.

Fascinado, dejé qué Bill me llevara a donde él quisiera y nos detuvimos frente un restaurante en donde el menú se pedía a través de código QR.

—¿Qué es esto? —inquirió Bill al ver el código en la mesa.

—Tienes que escanear ese código con un teléfono—susurré y le enseñé con el mío.

Él quedó aún más maravillado.

Pedimos nuestra orden y Bill se encargó de no perderse ningún detalle a su alrededor.

—Todo parece muy normal, pero al mismo tiempo diferente.

—Es que el mundo cambió en trece años—dije—pero no a un grado excesivo como para verse futurista.

—Me encanta todo.

—¿El futuro? —bromeé. Y alcé la mirada a él y lo descubrí mirándome.

—Tú—dijo—me encantas tú.

Dejé de comer y me ruboricé. La atmósfera se volvió un poco intensa y cubrí mi rostro con ambas manos,

—¿Qué ocurre?

Sentí la mano de Bill en mi muñeca derecha, haciendo qué descubriera mi cara qué parecía un tomate.

—Cada vez que me dices algo romántico, no puedo digerirlo con normalidad. Sigo sin procesar qué está sucediendo esto.

Bill soltó una risita maliciosa y me atreví a mirarlo.

—Cariño—dijo con su acento alemán muy marcado—te he metido la lengua hasta la garganta y mis manos han tocado la gloria de tu cuerpo, aunque encima de la ropa—aclaró, ensanchando su sonrisa— ¿y todavía tienes pena de mis halagos?

Eso incrementó el rubor en mis mejillas y negué con la cabeza, mordiendo mis labios.

—¿Y qué me dices de las cartas que te envían anónimamente? —logré decir—la más reciente, antes de que regresara al 2023, según tu hermano, eran sobre instrucciones exactas para impedir qué yo tuviera un hijo con Tom.

Bill se rascó la ceja del piercing con incomodidad.

—No son instrucciones—me contradijo—son advertencias.

—No sé si creerme el cuento de que yo te atraigo, no después de saber que un desconocido te da indicaciones para saber cómo comportarte conmigo.

Él se limpió las comisuras de sus perfectos labios y me miró con atención, Sus ojos casi mieles ardían de algo indescriptible.

—Lo que siento por ti es real, independientemente de lo que esa persona escriba en las cartas—aseguró—pero lo único que he de decirte que ese tal "H" me entiende. Sabe ciertas cosas que he deseado y pensado, por eso decidí creerle y obedecer a lo que me diga.

—Has recibido esas cartas mucho antes de que yo apareciera en tu vida, ¿verdad?

—Un par de meses antes de conocerte recibí la primera carta y por eso te esperé con ansias. Y cuando te vi, supe que eras tú.

—¿En las cartas decía el día, hora y lugar exacto?

—Sí—asintió—todo, incluso como estarías vestida y en donde te sentarías—hizo una pausa para suspirar—en cuanto obtuve toda la información sobre ti, me dispuse a maquinar un plan. Yo manipulé todo para que saliera perfecto. La guardia de seguridad logró meter a escondidas a varias amigas de sus hijas porque fui yo quien autorizó qué eso ocurriera, de ser lo contrario, nadie se habría infiltrado al concierto porque la seguridad que manejamos es alta. Todo lo hice por ti.

—No puede ser, ¿Cómo es que alguien que no conozco, me conoce y sabía perfectamente lo que pasaría?

—Debe ser una persona que ha viajado en el tiempo también.

—De hecho—se inclinó a mí para susurrar en mi oreja—en esa última carta qué recibí, decía que yo tenía que venir contigo al año 2023—confesó—porque según, debo pasar más tiempo contigo y estando en mi época no podré porque Tom seguirá interfiriendo.

—Nadie puede manipular el orden natural de las cosas—mascullé—en ningún momento he llegado a pensar en acostarme con Tom y tener un hijo suyo. Las cartas quizá son de alguien que solo quiere molestarnos.

—O de alguien que nos quiere juntos y sabe que debemos estar unidos por sobre todas las cosas.

Sacudí la cabeza con indignación.

Terminamos de comer y pagué la cuenta, ignorando a Bill, quien insistió en hacerlo.

—No trajiste dinero contigo—le recordé—después me invitas a cenar.

Complacido, asintió.

Emprendimos la marcha hasta la bahía. Atravesamos lo poco que quedaba de la ciudad para llegar a la playa qué estaba llena de gente esperando el atardecer.

—No quiero irme de aquí... —murmuró Bill cuando nos detuvimos junto a una pequeña tienda de helados—... sin antes probar todas las delicias qué este lugar me puede ofrecer.

El sabor menta parecía ser su favorito y decidí probar también el helado de ese sabor.

Verlo sonreír me llenó de entusiasmo. Era demasiado perfecto como para ser una persona real.

Nuestras miradas se encontraban de vez en cuando mientras saboreábamos nuestros helados y una sonrisa dulce me era obsequiada de su parte.

—Hola.

Ambos nos quedamos quietos ante una voz detrás de nosotros. Era una chica.

Bill se tensó y volvió el rostro hacia atrás y abajo para buscar a la dueña de la voz.

Lo imité y divisé a una adolescente de unos quince años, mirando con cierta sorpresa a Bill.

—¿Podemos ayudarte? —le preguntó él, intentando qué su acento alemán no se notara.

—Te me haces familiar, te he visto en alguna parte, ¿eres un artista?

Me atraganté con el helado y tosí.

Bill sonrió forzadamente y se disculpó con la chica al usarla como pretexto de mi asfixia. Nos alejamos rápidamente de la heladería.

—Siento que estaba a punto de descubrir quién eras—carraspeé.

—Tranquila, no sucederá, ¿estás bien?

Asentí.

El resto de nuestros helados los tiramos a un bote de basura cercano y él optó por rodear mis hombros con el brazo, llevándome pegada a su cuerpo.

La calidez de su pecho era reconfortante, sin mencionar qué olía bastante bien a pesar de no tener su ropa habitual puesta. Quizá se debía a su olor corporal, lo cual era fascinante.

Llegamos a la playa en poco tiempo y el cielo se empezó a teñir de naranja con rosa, armando un paisaje precioso, pero no tanto como el chico que me acompañaba.

—Es hermoso—susurré, mirándolo.

Bill bajó la mirada a mí.

—No tanto como tú.

—Tus palabras siempre me levantan el ánimo.

—No son palabras falsas ni vacías.

Asentí, regocijándome en sus brazos.

Caminamos unos metros más y sentimos la arena debajo de nuestros pies.

Bill se quitó los tenis y me instó a quitarme los míos.

Entre risas, quedamos descalzos y avanzamos al mar. El sol profundizó sus últimos rayos en el horizonte para no ser olvidado y así ser esperado con ansias al día siguiente.

La brisa nos despeinó y nos sentamos a admirar el panorama, sintiendo las olas del mar acariciar nuestros pies.

Y de manera involuntaria, sonreí, con la vista en la lejanía, disfrutando de la compañía de Bill Kaulitz en pleno 2023 con su apariencia del 2010, sin que nadie supiera de ello.

Éramos solo nosotros dos.

De pronto mi mirada se encontró con la de Bill, quien me miraba a mí, en vez del atardecer.

Dejé de sonreír, sintiéndome cohibida.

—Sigue sonriendo, me gusta ver como resumes la belleza del universo en tu sonrisa.

Y me apartó un mechón de mi cabello del rostro, colocándolo detrás de mí oreja.

Mi corazón empezó a latir erráticamente ante su cercanía. A pesar de que él ya me había besado con anterioridad, seguía causándome muchos nervios.

—El dueño de las cartas me dio a elegir una opción más, además de evitar el acercamiento entre Tom y tú—dijo de pronto, sin alejarse.

Sus pupilas estaban dilatadas. Humedeció sus labios y tragó saliva.

—Tenía la opción de no conocerte, ignorarte y dejar que siguiera el curso de los hechos, aunque eso significaba perderte y jamás conocernos como ahora—explicó—sin embargo, cuando me envió una fotografía tuya, quedé perdidamente enamorado de ti—sonrió levemente y se acercó más a mi cuando alguien corrió hacia el mar sin detenerse—y decidí que pelearía por ti a cualquier costo, incluso con mi gemelo.

Abrí la boca para hablar, pero hubo algo que llamó mi atención: la persona que se había lanzado al agua sin miramientos, que empezó a mover los brazos con histeria.

—¡Se está ahogando! —grité al ver a la persona, que parecía ser un chico adolescente.

Nos incorporamos y Bill se lanzó enseguida a auxiliarlo. No estaba tan lejos de la orilla y eso ayudó a sacarlo a la arena.

Entorné los ojos al ver que se trataba de Hein. Dios mío.

—¡Hein! —grité histérica.

—¿Lo conoces? —inquirió Bill, dándole los primeros auxilios.

—¡Sí! —chillé.

Hein tosió, vomitando bastante agua, abrió los ojos repentinamente y al reconocerme, me echó los brazos al cuello. Lo abracé y me estremecí. El temblor de su pequeño cuerpo me hizo sentir muy preocupada y al mismo tiempo aliviada de que estaba a salvo.

—Oye, chico, ¿estás bien? —le preguntó Bill con el ceño fruncido.

Hein dejó de abrazarme para darle la cara y ambos se quedaron paralizados, o bueno, solamente Bill. El chiquillo simplemente le devolvió la mirada con la barbilla en alto.

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No llegaron a los 20 votos ni 15 comentarios :( pero aquí está el capítulo, disfrútenlo.

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