┊Silueta
Despertarme esta mañana ha sido especialmente difícil. Las siete es demasiado temprano para mí, pero ya me acostumbraré... espero.
Miro el reloj del salpicadero y veo que tengo treinta minutos para ir a por el café de Mr. Holland y fichar antes de las nueve.
Aparco el coche en el sitio habitual en el que he aparcado las dos últimas veces que he estado en el edificio de UK Casts y creo que será mi nuevo sitio de aquí en adelante.
Miro con atención el intimidante cristal que cubre la mayor parte del edificio, intentando ver si puedo distinguir algún movimiento desde dentro.
Mis ojos se fijan en la ventana del último piso, una figura oscura parece contemplar la vista y sé por los anchos hombros que es la silueta de Mr. Holland.
Lo poco que veo de él es que tiene las manos metidas en los bolsillos del pantalón y la cabeza ligeramente inclinada hacia atrás, como si estuviera cerrando los ojos y respirando hondo.
Una vez más, la dureza que parece abarcar todo el ser de Tom Holland se borra y una sonrisa se forma en mis labios como puedo ver lo que Haz estaba hablando antes. Hay bondad y compasión en Mr. Holland, sólo hace falta demostrarlo.
Me doy cuenta de la hora que es y de que tengo que ir a por el café para no llegar tarde.
Entro en la pequeña cafetería, cojo la targeta de la empresa de mi cartera y el mío propio para conseguir el pedido diario.
— Un café con leche pequeño con dos cucharadas de sirope de avellana, extra de espuma y sin nata ni azúcar, por favor — respondo cuando el camarero me pregunta qué quiero.
Miro a mi alrededor y me doy cuenta de que la gente no va tan elegante como yo, pero lo que no saben es que trabajo para un millonario.
Mi falda es un poco más corta de lo que me gustaría, pero Charlie insistió en que me la pusiera y entra dentro del código de vestimenta, así que no es que me vaya a meter en problemas por llevarla.
— ¿Algo más? — me pregunta con una sonrisita que me hace sentir un poco incómoda, porque ¿cómo puede alguien parecer tan despierto a las 8:45 de la mañana?
— Tengo dos pedidos, este es el primero — pago la bebida de Tom con la tarjeta de la empresa antes de pedir y pagar mi propio café helado.
Tardan algo más de cinco minutos en prepararme la bebida y, mientras espero, me mantengo torpemente a un lado. Por fin me llaman y cojo la bebida con cuidado.
— Gracias — digo con una sonrisa pequeña y cansada. Balanceo mi bolso sobre el hombro para asegurarme de que no se me caerán las bebidas, especialmente la de Mr. Holland.
El camino de vuelta desde la cafetería hasta el edificio sólo dura unos cinco minutos y, una vez llego a la pesada puerta de cristal, intento abrirla con la espalda, pero pesa demasiado.
Voy a empujar una vez más, pero la puerta se abre suavemente y tropiezo para recuperar el equilibrio. Cuando levanto la mirada hacia la persona que casi me hace caer al suelo, mis ojos se encuentran con Haz y mis mejillas se sonrojan.
— Lo siento — tartamudeo con una leve carcajada y me doy cuenta de lo fuerte que estoy agarrando las tazas de café.
— Oh, no hace falta que te disculpes, debería haberte avisado de que iba a abrir la puerta — Sus ojos se entrecierran por la risa. Le sonrío y se pone a mi altura, caminando a mi lado hasta el mostrador.
Me registro y saludo a la recepcionista de esta mañana, Elizabeth.
— ¿Vas a subir? — pregunto mientras me dirijo a los ascensores.
— Sí — responde Hazz, cruzándose de brazos con la sonrisa que parece tener siempre. Pulso el botón de la última planta con el codo, ya que tengo las manos ocupadas, y me choco los cinco mentalmente por no haberme olvidado de pulsar el botón en presencia de Haz.
Él hace lo mismo que hizo ayer después del trabajo, me permite salir del ascensor antes que él.
— Que tengas un buen segundo día, t/n — Me guiña un ojo rápida y amistosamente y siento que mis mejillas amenazan con sonrojarse de nuevo, pero me lo quito de encima.
— Gracias, Haz — Hago una pequeña inclinación de cabeza en lugar de saludar por el café, y ahora me doy cuenta de que debería haber pedido un portavasos.
Me dirijo primero a mi despacho para dejar el café, pero tengo que dejarlo en el suelo para coger la llave.
Me las arreglo para no derramar nada cuando se abre la puerta, enciendo las luces con el codo y coloco el café helado en una servilleta sobre el escritorio.
Entonces me preparo para ver y hablar con Mr. Holland por primera vez en el día, mis manos tiemblan ligeramente y aprieto la taza que aún está muy caliente.
Llamo suavemente a su puerta y me encuentro con su voz, aunque no tan áspera como la última vez que la oí.
— Adelante — accedo a la orden, abriendo la puerta y cerrándola tras de mí.
— Buenos días, Mr. Holland. Aquí tiene su café, señor — Voy a darle la taza, pero me encuentro con su figura por primera vez y me doy cuenta de que su chaqueta de traje se ha caído de la silla y ahora está delante de mí con una camisa abotonada ligeramente arremangada y el pelo más revuelto que cuando lo había visto antes.
Casi me quedo boquiabierta. Es como si lo viera por primera vez y no puedo evitar que me tiemblen las piernas.
Su gran mano se extiende para coger la taza y, al hacerlo, roza ligeramente la mía. Contengo la respiración y me muerdo ligeramente el labio mientras intento no perder la compostura, pero me acuerdo de quién es, Mr. Holland.
— No tengo nada que hacer en este momento, así que espere a ver si hay alguna llamada que atender. Recuerde reenviármelas tan rápido como pueda. No quiero que seas la causa de que perdamos negocios — Sus ojos se vuelven penetrantes al recordarme el lugar que ocupo.
Bajo los ojos, pero estoy decidida a no acobardarme ante él para que sepa que no puedo dejarme llevar completamente por él.
— Sí, señor. ¿Algo más? — pregunto levantando la mirada y mirándole directamente a los ojos. No parece inmutarse lo más mínimo y me hace un gesto con la mano para que me vaya.
Cuando me doy la vuelta y salgo de su despacho, pongo los ojos en blanco. Agito la mano, burlándome de él, mientras contemplo el paisaje, pero recuerdo a la persona que vi en la ventana antes de que hablara.
Sé que puedo conseguir que confíe en mí y derribar los muros que ha levantado y he decidido que conseguir que se ablande será mi nuevo objetivo aquí.
Mi expresión se suaviza mientras espero con impaciencia el día en que por fin me diga algo agradable, pero salgo de mi fantasía cuando suena el teléfono de mi escritorio y mi corazón se desploma de nervios por mi primera llamada.
Próximo capitulo → "Primera llamada".
Subida: 4 octubre.
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