Actualizaremos la historia los martes.
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Louis despertó. Su cuerpo empezaba a despertar con ese frío, pero el frío no lo detendría, hoy debía estar totalmente listo.
Sus padres estaban despiertos también, ellos daban las órdenes finales a todos los de su comunidad. Él fue a tomar una ducha, el agua fría acariciando cada uno de sus poros, le hacía despertar en cada uno de sus sentidos.
Al final de su ducha, aplicó en su piel una fresca infusión que preparaba su madre. Todo estaba listo, suavemente limpio, su ropa digna para esta ocasión.
Al estar listo, salió de su casa. Fue caminando entre todas las cosas que hacían lucir más hermoso todo.
- Buen día, joven Louis -. Una omega lo saludó.
- Buen día. ¿Le gusta cómo está todo?
Ambos miraron el gran jardín que tenían delante, las mesas de madera eran adornadas por manteles especiales para esta ocasión, la comida tenía un aroma que abrazaba sus pulmones.
- Creo que es la ceremonia más hermosa que tendremos.
- Eso creo. Nos vemos después -. Se despidió Louis con una sonrisa, siguió su camino, mostrando una elegancia divina con sus pasos y su vestimenta.
- Lou.
- Papá -. Louis volteó, teniendo un gran abrazo de parte de su padre.
- ¿Estás listo? Todos se empiezan a reunir en el lugar santo.
- Perfecto, creo que la hora es la indicada -. Levantó su mirada, encontrando el cielo de un azul hermoso y el sol divino. Veía la sonrisa y bendición de la naturaleza para ellos en este día.
- Debemos reunir a todos. ¿Puedes ayudarme con eso, papá?
- Claro, hijo -. Yahir acarició su cabello y se fue.
Louis siguió su camino hacia donde le llamaban el lugar santo. Tenían un pequeño espacio para hacer sus ofrendas.
Antes de llegar, Louis miró unos cuantos pares de zapatos en una orilla invisible. Los que estaban dentro del lugar santo, estaban descalzos, algunos de pie y otros sentados en el pasto.
Detrás de él, empezaban a escucharse las voces de lo que se acercaban.
Mirando delante de él, suspiró. Suavemente sus pies se acariciaron para quitarse sus zapatos, un fresco alivio llegó a él.
Desde la planta de sus pies, llegaba ese abrazo de la tierra, haciéndolo sentirse conectado con sus raíces y su vida.
Dio sus pasos seguros, sintiendo el cosquilleo y la frescura del pasto. Todos, al verlo, avanzaron a unos metros cerca del lugar para hacer las ofrendas.
Louis sabía como se debía hacer, gracias a las conversaciones con sus padres.
Suspiró y se dio la vuelta para ver a todos los de su comunidad. - ¿Están todos aquí?
- Sí, hijo. Estamos listos, ¿deseas qué venga ya la oveja? - Abigail le preguntó respetuosamente.
‐ Sí, por favor.
Abigail hizo una pequeña reverencia y fue por Yahir.
- Familia, quiero empezar este momento, un momento sagrado para cada una de nuestras vidas y vidas jóvenes -.
Louis comenzó, seguro y con respecto. - En estos años, hemos vivido pequeñas bajas en nuestros cachorros, no por ser pequeñas, significa que duelan menos.
Algunos de los padres, asintieron totalmente de acuerdo, y otros siendo conscientes del dolor ajeno.
- Hoy, gracias a la gran Madre protectora de los cachorros, una generación ha llegado casi totalmente a su madurez. Desde antes de nacer, sabemos que dar las gracias es lo más poderoso que existe en nuestro universo.
Yahir se acercó, llevaba cargando a la pequeña oveja. Fue esta Louis, y la dejó a su lado en el piso.
Louis se puso de cuclillas, acercó suavemente su frente. Cerró sus ojos teniendo juntas sus frentes, agradeció, por motivos especiales y agradecimientos ancestrales.
Se levantó y venía algo difícil, al menos para Louis. Así que Yahir había decidido ayudarle a matar esa pequeña oveja.
Yahir fue a ese lugar para sacrificar a los animales jóvenes y más sanos.
Debía hacer un corte en su cuello, dejando caer su grande a un pequeño traste de madera.
Louis nuevamente habló :
- Sabemos que la sangre inocente a caído, pero nuestra sangre, sigue aquí. Nosotros seguimos aquí, corriendo y siendo cada vez más nuevos y mejores, cómo la sangre que corre en nuestras venas y se renueva.
Todos asentían, en cada una de las palabras de Louis. Había sido un cachorro único, pero cada vez veían un buen líder en él.
Al tener el pequeño traste lleno de la sangre. Louis hizo una fogata, dejando un espacio en el centro y empezó un pequeño fuego, todos se sentaron, respetando el momento y dando atención.
Louis empezó a vertir la sangre en el pequeño espacio.
En voz baja, empezó con unas palabras ceremoniales antiguas, que habían tomado fuerza desde ese lobo solitario.
- Por favor, gran madre protectora de los cachorros, guía nuestro camino, cada uno de nuestros pasos.
En susurros, las voces de todos repitieron esas palabras. Las madres omegas, tomaban fuertemente las manos de sus cachorros, rogando con esas palabras para tener la protección de ellos.
Las madres con cachorros bebés, los abrazaban llenas de esperanza y ser bendecidas con la vida y seguridad para la vida de sus bebés.
Louis podía sentir el calor en sus mejillas, gracias al fuego que bailaba suavemente.
- Esta sangre representa la vida que llevamos en nuestras venas.
En cada fragmento, dejaba caer una cantidad de sangre. - Protege a tus nuevos cachorros y a nosotros de las sangrientas huellas del lobo.
Levantó el plato hacia el cielo y terminó de vertir toda la sangre. - Es y será.
- Es y será -. En una fuerte unión, todos levantaron su voz para hacer sonar esas últimas palabras.
Louis dejó el plato y empezó un aplauso. Todos lo siguieron, aún con más emoción lo hicieron sus padres. Louis podía ver el orgullo en los ojos de sus padres por él.
- Nuestra ceremonia ha comenzado -. Louis avisó con una sonrisa.
Todos empezaron a hablar entre ellos, otros felicitaban a sus cachorros, o a los jóvenes que eran de la generación de Louis.
El aire pasó suavemente, Louis suspiró. Sentía un suave abrazo lleno de cariño y aprobación. Pero en este se olía un aroma demasiado nuevo.
Miró a todas las familias, regresarían a las mesas con todas las comidas especiales. Él, lentamente se fue. Tenía curiosidad por saber de dónde venía ese aroma.
Su lugar santo estaba algo apartado de sus casas. Rápidamente sus pasos apresurados, cambiaron para correr, sus pies descalzos la daban una buena potencia.
El aire pasa rápidamente a su lado, los arbustos y árboles pasaban fugazmente a su lado.
Definitivamente se estaba alejando, así que sus pasos se detuvieron al llegar a los límites de los que siempre había escuchado.
Sus ojos alcanzaron a ver una silueta, que, al enfocar bien, era el cuerpo de un lobo, y parecía negro aunque no se veía del todo bien.
- ¿ Lou, qué rayos haces aquí ?
- ¡ Aaah ! - Louis volteó asustado por la voz molesta de su padre. - No hagas eso, papá. Casi muero.
- Tú tampoco debes de hacer esto -. Yahir frunció sus cejas y se acercó. - ¿ En qué estabas pensado al venir solo hasta este lugar ?
Louis susurró. - Creo... que vi a un lobo...Era negro.
Yahir miró a su alrededor. No había nada, tampoco había el rastro de un aroma. - Hay que irnos. Y no quiero que vuelvas aquí, nunca más.
- Bien -. Louis asintió. Sintió la mano de su padre en su hombro y los dos se fueron de ese lugar.
Quizás no volvería, pero definitivamente no dejaría de pensar en lo diferente que era ese lobo negro a todos los que había conocido, a pesar de no poder ver todo su cuerpo.