La obsesión del CEO

By LunaSerena85

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Un millonario CEO se obsesiona con la bella hija de uno de sus empleados. Historia +21. Leer con discreción. More

1.- El CEO lujurioso e implacable
2.- La inocente hija del exempleado
3.- Pensando en ella
4.- Segundo encuentro
5.- Trato con una virgen
6.- Una probadita de ti
7.- Llamada caliente
8.- Castigo en el cuarto
9.- Gemidos en el coche
10.- Beso negro
11.- Sola en casa
12.- Oral
13.- Mujer
14.- Secuestrada en casa del CEO
15.- En el sofá
16.- Dolor y placer
17.- ¿Celos?
18.- Celos
19.- Conociéndose
20.- Hembra
21.- Posesivo
22.- Más celos
23.- Orgullo
24.- Mentira
25.- La invitación
26.- Cumpleaños ardiente
27.- Acoso
28.- Chantaje
30.- Tragedia
31.- La verdad
32.- Confesión
33.- ¡Eres mía!
34.- Propuesta
35.- Final

29.- Fin del trato

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By LunaSerena85

Alicia caminó lentamente hasta la puerta, quedándose en silencio detrás de la misma. Ya era muy tarde para que Alejandro estuviera parado allí afuera, ¿y qué pasaba con el idiota de su vecino? ¿A dónde demonios se había ido?

- Alicia, abre la puerta.

Ella decide abrir y al hacerlo lo primero que ve son los ojos azules de Alejandro.

- ¿Qué estás haciendo aquí?

- He venido para que me expliques qué que demonios fue todo ese show con el imbécil del vecino tuyo.

- Mi padre podría llegar en cualquier momento, ¿estás demente? Es muy riesgoso que te quedes.

Pero Alejandro no le importó, en cambio avanzó al interior de la casa cerrando la puerta a sus espaldas.

- Alejandro, por favor, este no es el mejor momento para hablar.

- ¿Y cuándo lo es? -la rubia no responde, solo se cruza de brazos.

- Quiero que me digas lo que está pasando con ese idiota, ¿es cierto todo lo que ha dicho?

Ella pestañea un par de veces al mismo tiempo que aplana los labios, la mirada fiera de ese hombre la hacía sentirse tan pequeña e intimidada.

No obstante, no estaba segura de contarle lo que estaba pasando con el idiota de su vecino. Es que sospechaba que la reacción que tendría Alejandro para con él no sería nada buena aunque se la mereciera. Pero también estaba el detalle de que ese imbécil podría decirle todo a su padre.

Alicia suelta un suspiro...

- Entonces, ¿es cierto? -ella baja la mirada, no podía seguir con eso.

- Creo que debes irte, Alejandro.

Su petición le hizo encender la sangre, lo estaba echando de la casa porque todo lo que había sucedido horas antes era cierto. Ella se estaba enredando con ese hijo de puta a quien le partiría la maldita cara en cuanto tuviera la oportunidad.

EI CEO avanza hasta donde estaba ella quedando a muy poca distancia de su persona, mira hacia abajo notando que ella ni siquiera le mantiene la mirada. La toma por el mentón y la obliga a verlo.

- ¿Crees que puedes echarme de aquí así como si nada? ¿Y que me quedaré tranquilo y conforme con lo que estás haciendo? Tenemos un convenio y no lo vas a romper así nada más.

- ¡Tienes que irte! -le dice lo más seria posible.

Luego de eso, Alicia intenta alejarse, pero Alejandro la sujeta de la cintura para envolverla con sus brazos. Seguidamente posa sus labios con los de ella y de manera inmediata, la rubia le corresponde al beso igualmente con fiereza.

Alicia encierra el cuello de Alejandro y da un pequeño salto que él capta de inmediato y termina por tomarla por la curva de sus nalgas. El pelinegro emprende el camino hasta la habitación de ella y en segundos Ilegan hasta la cama donde se tumban con violencia.

- Alicia, yo no puedo permitir que seas de ese idiota... ni de él, ni de ningún otro hombre, ¡TÚ ERES MÍA!

Alejandro suelta las palabras con desespero mientras la despoja del vestido con urgencia. Al liberar sus tetas de la prenda se mete una en la boca con tanta intensidad que la hace gemir con fuerza, su cuerpo se arqueó por instinto y todos los vellos de su piel se erizaron.

El CEO sabía que esa reacción ningún otro hombre se la haría sentir, solo él tenía ese poder sobre su cuerpo.

Conduce una de sus manos libres por el costado de su cuerpo hasta llegar a la altura de la liga de sus pantaletas, mete la mano por debajo de la prenda y termina por acariciar los labios humedecidos de su coño.

Sin perder el tiempo hace a un lado sus labios e introduce unos de sus dedos en su centro hasta llegar al fondo de esa vagina.

- ¡Ahhhh! -Alicia gime con fuerza al sentir que su coño es invadido sin nada de sutileza-¡Alejandro! -jadea su nombre con pasión y lujuria.

Él sigue penetrando su coño con su mano mientras besa sus labios de manera feroz y apasionada, su lengua jugaba un papel importante en la boca de Alicia. Ella jadeaba sin parar, lo que lo quemaba por dentro.

Se separa lo suficiente de Alicia para bajar su pantalón y quedar desnudo de cadera hacia abajo, luego levanta la falda de la rubia para hacer a un lado sus pantaletas. Abre un poco más sus piernas y se cuela entre ellas con su verga erecta.

Inclina su cuerpo ansioso hacia la vagina de Alicia y en una única embestida penetra su coño con frenesí.

- ¡Ah! ¡Alejandro! -clama con fuerza mientras se aferra a sus brazos.

Ella mantenía los ojos cerrados al mismo tiempo que Alejandro entraba y salía de su coño como un animal.

Empujaba su pelvis contra la suya con mucho ímpetu, y eso la estaba volviendo loca.

Alicia mordía sus labios para reprimir las ganas que tenía de gritar, pero ese hombre sobre ella no se lo ponía nada fácil, le penetraba tan rico que ya no lograba aguantarse. Alejandro la enloquecía, estaba completamente enamorada de él, no deseaba estar con nadie más que él.

- Alejandroooo -grita con todas sus fuerzas, abre sus muslos lo más que puede sintiendo las manos del pelinegro aferrarse a sus caderas.

Unos segundos después, la rubia siente una especie de presión en el interior de su coño que la lleva a morder sus labios, la experiencia de sentirlo correrse dentro de su cuerpo era tan maravillosa y placentera que su boca se hacía agua.

Su corazón no dejaba de palpitar, cada que vez que estaba con Alejandro era como una aventura. No se aburría, cogieran como lo hicieran siempre era placentero y satisfactorio para ella.

Pero solo era sexo para Alejandro, mientras que para ella era otra cosa muy diferente. Eso la hizo abrir los ojos y pensar en todo sus problemas una vez más. Luego observa al pelinegro quien también la estaba observando.

- Dime que todo es mentira, Alicia...

Era su oportunidad para aclarar las cosas; pero debía tomar en cuenta su situación con Alejandro primero y todas las tenía muy en claro. Él no la amaba, y entre ellos solo quedaba una semana y eso sería el fin de todo.

Y a pesar de haberse enamorado de él, sabía que no iba a ser correspondida. De nada serviría confesarle sus sentimientos hacia él, puesto que solo conseguirá alejarlo más y quedar en ridículo.

Lo mejor era que le hiciera creer que estaba hablando en serio y concluir ese tema de una vez por todas. Lo mejor para ella era terminar aquella loca aventura de la manera más tranquila, sin que su padre se enterase y perdiera su empleo y lograr que Alejandro les devolviera su casa.

Le dolía lo que estaba a punto de hacer, pero era lo correcto.

- ¡Sí, es cierto! -su confesión hizo que Alejandro retrocediera un poco.

- Estás mintiendo, no es posible que me estés diciendo la verdad -le dice poniéndose en pie, sin importarle seguir con los pantalones abajo y su pene aún endurecido por la excitación.

- ¿Por qué no?

Alejandro guarda silencio, pero no deja de mirarla.

- No estás diciendo la verdad, ¿Qué es lo que está pasando, Alicia?

- No pasa nada -dice ella poniéndose en pie, se despoja del vestido ante la atenta mirada de Alejandro para luego tomar una bata y cubrir su cuerpo- Ya no nos queda mucho tiempo de contrato.

- ¿Eso qué significa?

Alicia muerde sus labios.

- Que debo hacer mi vida, seguir adelante...

- No puedes hablar en serio -le dice furioso haciéndola dar la vuelta para que lo enfrentara.

- Alejandro, contigo no tengo futuro, me lo has dejado muy claro ¿no es así?

Su pregunta lo descolocó bastante, no se esperaba que ella le saliera con algo como eso, lo que lo lleva a tragar saliva en seco mientras le mantenía la mirada.

Desde un principio todo quedó que sería complemente sexual, que el romanticismo no estaría involucrado en aquel contrato, y Alicia estuvo de acuerdo con eso, por eso se sentía algo confundido con su pregunta.

- ¿Qué me estás queriendo decir con eso?

Su pregunta decía mucho, Alicia baja la mirada y analiza la situación. Era una inexperta en el asunto, pero claramente entendía que Alejandro no la miraba con otros ojos. Solo le importaba su cuerpo y tener sexo.

- Alejandro, terminemos este contrato -le pide con voz baja- Por favor.

- ¿Terminarlo?

- Solo nos queda poco menos de una semana, ya no hace diferencia.

- ¿Quieres terminarlo para estar con ese sujeto? -frunce la mirada- ¿Eso es lo que deseas?

- Es un chico de mi edad y a mi padre le agrada, por qué no intentar con alguien de mi edad.

Sus palabras fueron como si un puñal atravesara su maldito corazón, la respiración de Alejandro se hizo rápida y todos los dientes de su mandíbula estaban chirriando. Ella lo dejaba por un hombre más joven.

Estar en ese mundo de la universidad le hizo ver todo muy diferente.

- ¿Es eso entonces? -frota su rostro con impaciencia y se da la vuelta, luego relame sus labios y piensa.

- Esto se iba a terminar tarde o temprano, da igual como lo terminemos ¿no es así? No puedes ser tan egoísta conmigo, yo tengo derecho a hacer mi vida con alguien.

No, no es así, Alicia, él lo piensa, más no lo dice. Solo consigue asentir y termina por darse la vuelta.

- No te creo una sola palabra, Alicia -algo le decía que no le creyera nada, es que sospechaba que ella le estaba mintiendo y no sabía por qué.

- ¡Es la verdad!

Alejandro pretendía objetar, pero entonces observa algo en el cuello de Alicia. Era como una especie de chupete, lo que lo lleva a fruncir la mirada. Eso no se lo había hecho él, ya que ninguna de las dos veces que estuvieron ese día había tocado esa parte.

Y si no fue él, entonces...

Ese maldito sujeto de mierda la tocó, y ella se dejó.

Ahora sí estaba realmente furioso, por otro lado también estaba muy decepcionado, ya que lo que Alicia estaba diciendo era cierto... el pelinegro irgue su cuerpo, se sube los pantalones, compone su saco y relame sus labios.

- Bien, Alicia...-Alejandro saca algo de su saco y lo deja en la cama- ¡Esto es tuyo!

Cuando ella escucha esas palabras, ensancha la mirada al ver un sobre sobre su cama.

Segundos después, el pelinegro se encamina hasta la puerta y sale de la habitación sin decir una palabra más.

Exactamente en ese instante, ella siente cómo su corazón se parte en miles de pedazos. Las ganas que tenía de llorar eran enormes puesto que no estaba equivocada, Alejandro no la quería de la manera en la que ella lo deseaba a él.

Y esa partida tan fría se lo confirmaba con creces.

No le importaba dejarla, no estaba enamorado de ella y eso le dolía profundamente. Ahora se felicitaba por no haberle confesado sus verdaderos sentimientos, hubiera quedado en completo ridículo.

La rubia escucha el portazo de la puerta de entrada, se estremece, y es allí cuando empieza a soltar las lágrimas. Baja la mirada y se siente tan sola, usada y abandonada...

Luego observa aquel sobre y con manos temblorosas lo toma, cuando lo abre, más lagrimas se deslizan por sus mejillas; eran las escrituras de la casa de su padre.

Alejandro se las devolvía, tal cual como habían acordado.

Todo había terminado...

[...]

Al subirse al coche, Alejandro mira fijamente al frente, aprieta el volante del automóvil mientras respira agitadamente y rememora las palabras de Alicia.

"No puedes ser tan egoísta, tengo derecho a hacer mi vida"

Sí, ella tenía todo el derecho del mundo de hacerla, pero...

- Maldita sea, ¿Por qué demonios me encabrona que no sea conmigo?

Golpea varias veces el volante, esa chica lo mandó a la mierda sin importarle un carajo. Y ese maldito chupete en su cuello le encendía la sangre.

Alejandro cierra los ojos, mira hacia la casa y ve cómo la luz del cuarto de ella se apaga.

¿Y si era lo mejor para ambos?
Se pregunta, pero sin obtener una respuesta... sin embargo, debía respetar su decisión, tan solo le quedaban unos pocos días para disfrutar de ella, al final de eso iban a terminar y ambos ya no se volverían a ver, ni mucho menos a tener sexo.

Inclina la cabeza hacia abajo, porque no se sentía nada bien con ese pensamiento. Era lo que iba a suceder tarde o temprano, él estaba consciente de eso y lo aceptaba, ¡claro que lo aceptaba!

Alejandro niega una y otra vez ante algo que rondaba su cabeza... algo que no creía para nada posible, y tanto fue que una sonrisa tonta salió de sus labios sin que pudiera evitarla.

- Joder, ¿acaso me he enamorado de Alicia?

Continuará...

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