La obsesión del CEO

Da LunaSerena85

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Un millonario CEO se obsesiona con la bella hija de uno de sus empleados. Historia +21. Leer con discreción. Altro

1.- El CEO lujurioso e implacable
2.- La inocente hija del exempleado
3.- Pensando en ella
4.- Segundo encuentro
5.- Trato con una virgen
6.- Una probadita de ti
7.- Llamada caliente
8.- Castigo en el cuarto
9.- Gemidos en el coche
10.- Beso negro
11.- Sola en casa
12.- Oral
13.- Mujer
14.- Secuestrada en casa del CEO
15.- En el sofá
16.- Dolor y placer
17.- ¿Celos?
18.- Celos
19.- Conociéndose
20.- Hembra
21.- Posesivo
22.- Más celos
23.- Orgullo
24.- Mentira
26.- Cumpleaños ardiente
27.- Acoso
28.- Chantaje
29.- Fin del trato
30.- Tragedia
31.- La verdad
32.- Confesión
33.- ¡Eres mía!
34.- Propuesta
35.- Final

25.- La invitación

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Da LunaSerena85

Alejandro frota su rostro con impaciencia al verse de nuevo a como estaba antes, su viaje duró apenas dos días y cuando regresó deseó buscar a Alicia, pero luego se dio cuenta de que estaba obsesionado con ella.

Era como si ella fuese su adicción, la necesitaba, anhelaba ver su cuerpo desnudo, besarla y hacerla gemir hasta más no poder. Pero esa misma obsesión lo llevó a pensar en algo que lo inquietaba.

¿Acaso la estaba viendo de otra manera? Y es que, ya pensaba que albergaba algún tipo de sentimientos por Alicia, ¡sentimientos románticos! Sí, era evidente que la deseaba sexualmente, pero había algo más.

Y ese algo más era lo que lo tenía incómodo... la verdad es que le tenía pavor a lo que estaba sintiendo, él no deseaba enamorarse de Alicia.

- Joder, en qué momento esto se salió de control...

La distancia que tomó hacia ella no sirvió de nada, solo acrecentó las ganas que tenía de estar con ella.

Había sido un idiota, se alejó de Alicia solo para mantener distancias y resulta que ahora la deseaba más que antes.

[...]

- Papá, este restaurante es muy bonito.

- Me alegra que te guste, quería que tuviéramos una noche diferente.

Alicia sonríe al ver la sonrisa de felicidad de su padre. Era bueno verlo sonreír de nuevo...

La rubia se encamina hasta el baño, luego de llevar un rato en el
restaurante, cuando alguien la detiene por la cintura y termina por cubrir su boca.

Alicia ensancha la mirada al ver los ojos azules de Alejandro.

- Shhh... -le dice él, para luego liberar sus labios.

- ¿Pero qué crees que estás haciendo? -pegunta furiosa.

- He venido a verte, no hemos terminado de hablar en la oficina.

- Mi padre está muy cerca, si te ve aquí sospechará.

- En ese caso, ven aquí...

El pelinegro empuja el cuerpo de Alicia hasta adentrarse en el baño de damas.

Ambos se encierran en uno de los cubículos mientras se mantienen la mirada.

- ¿Qué quieres? -susurra ella seriamente.

- Terminar de hablar contigo.

- Eso me tiene sin cuidado, no tenemos nada de qué hablar.

Arruga el ceño ante su respuesta... Y justo cuando pensó en responder, alguien ingresa en el baño. Alejandro se arrima un poco más hacia la pared para que no vieran sus zapatos; sin embargo no deja de verla.

- Escucha, Alicia... -musita muy bajo.

- No, no me digas nada. No tienes que decirme absolutamente nada. Y tampoco deseo saberlo.

- Estuve fuera...

- Sí, ya me di cuenta de que regresaste hace mucho a la ciudad. No pasa nada, ¿acaso te estoy reclamando por no buscarme en esos días? Así que no tienes por qué darme explicaciones de por qué no me llamaste en toda una semana.

- Sí, no te busqué en todos estos días. Pero la razón de ello es que...

- No quiero saber, no me interesa. Y sabes por qué, porque nosotros no tenemos nada, así que no tienes necesidad de explicarme nada.

Alicia liberarse de sus manos, pero él se lo impide, y solo consigue pegar su cuerpo a la pared metálica.

Ella lo ve con expresión seria, tensaba mucho su mandíbula. En ese instante, escucharon que se quedaron solos en el cuarto de baño y es cuando Alejandro baja la mirada.

Al ver esos labios carnosos y rojos, se da cuenta de que los había extraño durante todo el tiempo que estuvo sin verla. Y sin pensárselo mucho, terminó por besar la boca de Alicia de manera fiera, apretando su cuerpo con ímpetu.

Al principio, Alicia se resiste a su beso, pero a medida que pasan los segundos deja de golpearlo y termina por cruzar los brazos alrededor de su cuello. El CEO aprovecha para sostenerla de la cintura y volver más intenso el beso.

Ambos se estaban comiendo con lujuria en el baño, pero Alicia reacciona y se da cuenta de que lo que le estaba permitiendo hacer a Alejandro y termina por alejarlo.

- No -lo separa por completo.
La rubia se cuela a su lado y sale del cubículo del baño para regresar al lado de su padre.

Se sentía enojada por haber cedido a los encantos seductores de Alejandro. No era posible que cayera como una tonta en sus brazos, aparece después de tanto tiempo y viene acosarla de esa manera.

- Si no me quiso ver en toda una semana, qué le hace creer que yo lo quiero ver ahora. ¡Qué idiota es! - farfulla irritada.

Alejandro la ve alejarse, pero no la sigue. Solo consigue apretar la mandíbula con fuerza ante el rechazo de Alicia. Ella estaba muy molesta por haberse desaparecido una semana, y no tenía por qué estarlo.

Pero es que ni le dio tiempo de explicarle porque estuvo ausente..
luego levanta la vista y decide seguirla.

- Bueno, ya has regresado. ¿Qué quieres ordenar, hija? -Alicia nerviosa se sienta en la mesa, aun cuando sus piernas temblaban.

- Lo que tú quieras papá...

- Buenas noches -la fuerte voz de Alejandro llama la atención de padre e hija- ¡Qué sorpresa verlos aquí! -agrega el ojiazul.

- Señor Sangenis.

- No imaginé encontrarlo por aquí, Jaime.

- Siéntese por favor, ¿o ha venido con alguien?

Alicia ni siquiera mira al jefe de su padre, estaba tan tensa y nerviosa en la mesa. Sus piernas comenzaron a temblar de nuevo y todo su cuerpo empezó a sudar.

Alejandro observa de soslayo a Alicia notándola algo inquieta, lo que causa una sonrisa disimulada en su interior.

- He venido solo -dice tomando asiento, lo que provoca que Alicia pestañee varias veces.

- ¿Qué lo trae por aquí, señor Sangenis? -pregunta Jaime.

- Me gusta este restaurante -responde el ojiazul inclinándose hacia atrás, la verdad es que mentía. Nunca había ido a ese lugar.

- En ese caso, ordenemos...

La cena terminó no saliendo tan mal después de todo, aunque Alicia no le dirigió una sola palabra al jefe de su padre, sin embargo, podía sentir la fuerte mirada de Alejandro posarse sobre ella varias veces.

La rubia creyó que como siguiera viéndola de esa manera su padre iba a terminar dándose cuenta de que entre ellos existía algo... estaba tan asustada de ser descubierta.

Al salir del restaurante, la brisa fría de la noche golpeó el rostro de Alicia. No iba bien abrigada para esa noche, así que se abrazó a sí misma mientras esperaba que su padre y su jefe dejaran de hablar.

- No era necesario que pagara la cena, pero muchas gracias señor Sangenis.

- No pasa nada -Alejandro ve de reojo a Alicia quien se abrazaba por el frío.

- Bueno, en ese caso nosotros nos marchamos.

- Yo los llevo a casa, no tengo problema.

Jaime lo piensa, ¿desde cuándo su jefe era tan amable?; pero decide aceptar... los tres se suben al coche y Alejandro lo pone en marcha... no se demoró mucho en llegar a la casa de los Guzmán.

Cuando aparcó el coche el padre de Alicia se despidió; pero la primera en bajarse fue la rubia.

Alejandro la vio descender y sintió que su sangre hirvió, le molestaba que lo esquivara de esa manera. Vuelve la vista al frente mientras que empuña el volante con fuerza.

Jaime terminó por despedirse de él y padre e hija se alejaron hasta la casa.

El CEO los ve y siente en lo más profundo un extraño vacío inexplicable.

Luego pone en marcha el coche y se pierde por la calle.

[...]

Al día siguiente, Alicia no vio a Alejandro, muy a pesar de que el CEO reventara su móvil con las llamadas... sabía que debía contestarle, ya que ambos tenían un convenio, pero estaba tan enojada con él que no le importó.

Y al salir de la universidad divisó el auto deportivo de Alejandro, pero como pudo logró escabullirse y llegar a casa sin tener que lidiar con él. Ya le faltaba poco para no tener que seguir viéndolo y enamorándose más de lo que ya estaba.

Creía que estaba haciendo lo correcto, por su propio bien...

Por la noche, su padre llegó a casa y la miró con una gran sonrisa. Alicia no entendía por qué llegaba tan contento; y tardó mucho en enterarse de las noticias que su padre le traía.

Cuando le contó todo, ella seguía sin asimilar la información. Sentada en la silla del comedor, Alicia mordía sus labios disimuladamente.

- ¿Piensas que sea buena idea asistir, padre?

- ¡Claro que sí, hija! Es el cumpleaños de mi jefe, me devolvió el empleo, no puedo dejar de asistir.

- Entiendo... -Alejandro estaba de cumpleaños, y ni siquiera se lo había mencionado.

- Es por eso que debes buscar tu mejor atuendo para mañana por la noche -su padre le dice tranquilamente.

- No creo que sea buena idea que yo te acompañe, ¿qué voy hacer allá? Es una fiesta de tu trabajo.

Jaime la observa fijamente.

- A cada empleado le asignaron tres entradas para sus familias, ¿por qué no llevarte?

- Es que no tengo nada que ponerme, papá...

- Tu madre ha dejado muchos vestidos hermosos, solo es cuestión de que busques el indicado para ti.

Ese no era problema, pensó Alicia, el detalle era que ella no deseaba toparse de nuevo con Alejandro.

- No tengo muchos ánimos de asistir, padre.

- ¡Alicia! Es la celebración de cumpleaños que organizaron para mi jefe, además de eso, también queremos conmemorar que durante su viaje concretó un buen negocio que beneficiará a la empresa, y por lo tanto a sus empleados. Es lo mínimo que podemos hacer.

La rubia levanta la mirada, entonces por eso se había ido de viaje. Alicia aplana los labios para luego enderezarse.

- Muy bien, buscaré algo que ponerme para mañana -su padre sonríe con alegría mientras que aprieta su mano.

- Gracias, hija.

Ella lo hacía para apoyar a su padre, tampoco deseaba que asistiese solo a ese evento. Lo único malo de todo aquello era que tendría que lidiar con la presencia de Alejandro, pero bueno, tampoco lo podía evadir por mucho tiempo.

Aún le quedaba un poco de tiempo para que se terminara su trato. De momento, tendría que reprimir sus emociones y disimular muy bien el absurdo enamoramiento que tenía hacia él.

[...]

La noche llegó para Alicia mientras admiraba su reflejo en el espejo, había encontrado un bello vestido perteneciente a su madre, pero tenía un serio problema con el escote.

- Madre, ¿cómo usabas este vestido?

La joven reajustaba la parte del escote tratando de cubrir sus senos, pero no lo conseguía, el sujetador se notaba.

- Tendré que quitármelo.

La rubia se lo quita fijándose que le quedaba mucho mejor, sonríe un poco, sin embargo sentía mucha vergüenza por tener que salir sin sostén. Pero aquel era el único vestido que se ajustaba a las exigencias de aquel evento.

- Alicia, ¿estas lista, cariño? Ya debemos irnos -la joven aplana los labios, no deseaba ir, pero era un compromiso para con su padre.

- ¡Ya voy, papá!

Al salir de la habitación su padre admira la belleza de su hija y sonríe.

- ¡Qué hermosa estás!

- Gracias, pero creo que se hace tarde.

- Es cierto, ya debemos irnos.

Padre e hija salieron de la casa y es cuando Alicia se percata de lo que la aguardaba afuera. Marcos, el vecino, estaba en la parte exterior esperándolos.

Alicia se detiene y mira a su padre.

- Papá...

- Me he encontrado con Marcos y me ha contado que te invitó a salir al cine, pero que le has dicho que no por miedo a mí. Así que lo invité a la fiesta, para que nos acompañe.

Alicia observa a su padre con asombro, y luego a su vecino quien se encontraba recostado en un coche.

- Y el padre de Marcos le ha prestado su coche, podremos llegar en automóvil a la fiesta.

Jaime apremia a su hija a caminar hacia el coche, mientras que ella ve a Marcos sonriente. No contaba con tener que lidiar con ese muchacho también, al parecer estaba muy interesado en ella.

- Estás muy hermosa esta noche, Alicia.

- Gracias.

- ¿Ya podemos irnos? -pregunta el joven rubio.

Al subirse al coche, su padre Jaime le cedió el puesto de adelante a ella, lo que la puso más tensa que antes. Pero no podía hacerle mala cara, no cuando su vecino no le quitaba los ojos de encima.

Ella se sentó muy erguida en el asiento del coche, y rogando al cielo de que la presencia de Marcos no ocasionara problemas en esa fiesta.

Ella cierra los ojos y solo piensa en Alejandro y en su reacción. No será para nada buena.

Alicia baja la mirada y niega mentalmente... ella pensó que sería una noche normal y resulta que de tranquila no iba a tener nada.

Continuará...

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