¡Destroza mi corazón!

By liianshi

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¿Que harías si el hombre del que te enamoraste quisiera tu muerte a toda costa? ... Cuando lo conoció, le aca... More

¡ | [Prólogo]
P l a y l i s t
c h a r a c t e r s
A [antes del amanecer]
D [después del atardecer]

E [evadir].

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By liianshi

Capitulo largo para compensar mi ausencia. ¡Muchas gracias por leer! Disfruten ^^


Todo iba extrañamente raro en su vida últimamente.

Sus mañanas grises y sin sentido. El apetito se le había ido y sus ganas de salir de casa también.

Encerrada en su hogar, pasando de la cama al sofá de la sala de estar o tirada inclusive en el piso viendo al techo mientras su playlist se reproducía aleatoriamente.

Maps de Maroon 4 sonaba mientras expulsaba todo su sentir cantando a todo lo que daban sus pulmones.

La música y la leche con chocolate era la terapia que necesitaba para su corazón roto.

Había bloqueado a Park de todas sus redes, ignoraba el constante golpeteo en la puerta de parte de su ex amigo, quien al darse cuenta de que Paula ya no lo quería en su vida de ninguna forma, comenzaba a desesperarse.

Aún así, a pesar de estar encerrada no podía quitarse la sensación de estar siendo observada todo el tiempo, lo que la sacaba un poco de quicio, ¿acaso esa sensación era culpa por alejarlo de tal manera? Rogaba que no, porque eso significaría una fuerte dependencia al pelirrojo.

Paula quería demostrarse a sí misma y demostrar a los demás que podía sacar de su vida a quien quisiera y cuando quisiera. Cosa que en realidad no estaba demostrando, pues aquel día que por fin decidió salir de casa por provisiones tuvo que correr escaleras abajo rogando no encontrarse con Peter.

Y todo estaba yendo de maravilla hasta que se tuvo que topar con ese sujeto extraño de nuevo. No podía evitar sentirse nerviosa mientras lo tuviera enfrente. La rebasaba por mucho y con esas manos podía darle una bofetada y mandarla a otra vida.

Todo en él irradiaba peligro y un fuerte sentido de que no debería estar con ella; ayudándola con algo tan trivial como recoger sus compras fue que noto esa aura. Parecía muy, pero en serio muy fuera de lugar.

Aparentaba ser alguien genial, pero de lejitos, porque de cerca se le notaba un fuerte temperamento, cosa que Pau siempre había evitado en la gente, ya que nunca supo cómo comportarse con ellas sin que terminarán explotando.

—No me digas señor. —Frunció los labios con desagrado, resultandole gracioso a la muchacha.

Parecía que quería estallar, pero se contenía, ¿por qué lo hacía? A su parecer, el sujeto estaba diciéndose mentalmente "paciencia" para no gritarle.

¿Estaría mal tentar a la suerte?

—Ehm, ¿Don? —¿Lo enfadaría?

—Miguel. —Para su sorpresa, respondió seco solamente.

Quizá si lo enfadase él se iría de una buena vez y dejaría de mantenerla en estado de alerta ante su persistente y sospechosa presencia.

—¿Cómo? —Se hizo la tonta. Le urgía deshacerse de él.

—Mi nombre es Miguel.

"Me gusta como suena con su voz. Sin duda le queda". Penso la de trenza larga.

—¿Contraseña? —Trago saliva al ver su antebrazo pasar junto a su cabeza.

¿Por qué la insistencia de ese hombre con ayudarla, y sobre todo, de querer poner él mismo la dichosa clave? Algo no cuadraba, y cuando capto que era, no pudo evitar sentir como su espina dorsal de erizo como si fuera un gato.

—Cuando me trajo esa noche y me dejó incluso en mi cuarto, ¿cómo entró si no sabía la contraseña?

Tras aquel suceso, pasaron horas para que Paula dejara de temblar abrazándose a si misma en su hogar. Tenía miedo. Ese sujeto de apariencia peligrosa y demasiado sospechoso había estado en su casa. ¿Qué tanto habría revisado? ¿Robo algo que no había notado aún?

De repente temió que hubiera puesto cámaras escondidas por su hogar. Esa idea solo aumento sus temblores durante la noche, así como también las pesadillas.

Abrazo su almohada, y a pesar del calor que había aquella calurosa noche a mediados de verano, se cubrió con su sabana hasta la cabeza.

No, no pudo dormir, y eso Miguel lo noto en los siguientes días que vió como andaba paranoica por su sala.

Entonces la fémina cerro también las cortinas del gran ventanal y no las volvió a abrir. O'Hara comprendió que se había equivocado en grande. La había regado.

Los días de Paula continuaron con lentitud. Debía volver a la escuela aunque eso le fuera un martirio al tener que ver el rostro todo el santo día de quién le rompió su corazón.

Y, tal como temió, Peter se la pasaba casi persiguiendola por todo el campus, esperando que ella en algún momento dejara de huir sutilmente para poder hablar.

Al final, no pudo hacer más que subir al techo del edificio de su universidad. Ahí en el doceavo piso de la estructura podía sentir que podía respirar.

—No puedo continuar así con lo que queda del año. —Suspiro rendida apoyándose en el barandal del techo que le ofrecía una bella vista de la ciudad—. ¿Acaso esto es mi castigo por amar a un niño?

—Pues sí, lo es.

—¡Ah! —Brinco y se dio la vuelta para toparse con esos ojos rasgados que antes le parecían adorables—. Maldita sea, Pedro. Has ruido o algo. —Se acomodo su flequillo de lado, nerviosa por tenerlo enfrente.

—No, porque si lo hago huyes. —Se acercó a ella cruzando sus brazos—. Creó que es hora de hablar seriamente, Pau.

—¿Seriamente de qué? Ya está todo claro, gracias. —Se volvió a girar y regreso su mirada a la ciudad.

—Vamos a algún café o si quieres a mi casa, aquí estamos muy expuestos. —Le pidió echando un vistazo a su alrededor donde había algunos estudiantes en la cómoda terraza que tenía incluso una pequeña cafetería.

—¿Expuestos? Ah, es cierto. Que a tu linda rubia le gusta el aire libre. Seguro que no quieres que ella nos vea juntos. —Guardo silencio, esperando que él lo negara, pero sus esperanzas se vieron aplastadas ante su nula respuesta, confirmando que era así-. Hablo en serio, Peter. —Trago saliva queriendo deshacer ese horrible nudo en su garganta que se formó en un santiamén—. Ya déjalo así. Esta claro que mis sentimientos te incomodan, y yo no pienso humillarme frente a los demás obligándote a permanecer a mi lado como si nada.

—Pero tú no me obligas nunca. —Protesto acercándose un paso más.

—Claro que sí. El universo así lo quiere al parecer, siempre de alguna forma que no logro explicar, las cosas siempre terminan así. Tú siempre terminas estando donde yo estoy, o viceversa. Eso al final nos junto aunque tú eras muy renuente de querer tratar conmigo al principio. —Sonrio con melancolía—. ¿Recuerdas que fue así que comenzamos a tratar? —Lo miro de reojo; ahora tenía toda su atención—. Tu abuelita nos obligó a socializar en aquella fiesta del edificio en la que mis padres tuvieron que marcharse, pero insistieron que yo me quedara para que no volviera a encerrarme en mi burbuja.

—Bueno... Sí, todo comenzó así, pero ahora somos amigos.

—Eramos. —Se dio la vuelta y decidió encararlo. Park la miro con cierta angustia—. Ya no necesitas estar junto a mi como amigo, porque yo te quiero como hombre, y sería realmente doloroso e incómodo tenerte cerca y ver cómo tú quieres a otra.

Peter titubeó. No había manera de contradecirla, pues tenía razón. Él no la
quería de tal modo, la veía más como especie de hermana mayor muy peculiar. Aún así, le dolía que ella quisiera apartarse, realmente extrañaría su compañía y complicidad.

Pero Spiderman siempre se había sacrificado, siempre perdía algo por su deber, incluso había perdido ya a varios amigos debido a su constante ausencia, y en este caso, estaba perdiendo a su mejor amiga, a la única que en realidad le quedaba, solo por enamorarse de la chica que tantas veces había salvado, Gwen Stacy. Así que Peter Park decidió que quería ser un poco egoísta solo está vez.

—Entonces, por favor ya no nos evitemos y simplemente pasemos del otro cuando nos encontremos. Tú ya no serás importante de manera romántica para mí y yo no seré importante para ti, solo seremos antiguos conocidos, ¿sí? —Lo miro con cierto tono de súplica, tomando su mochila del suelo, preparándose para irse.

Todo estaba mal, la estaba perdiendo.

—Es-espera, primero escúchame. —Intento detenerla tomando su brazo.

—¿Quieres a fuerza rechazarme en voz alta? —Paula se arrebato con decepción plasmada en su rostro.

—No, no es eso. Escúchame. —Se estaba desesperando demasiado rápido a diferencia de otras veces en las que había sido paciente con su amiga.

—Peter, hola.

Esa voz, esa maldita voz perforó los oídos de la de piel trigueña. Park vio como enseguida el ceño de la mujer que tenía enfrente se frunció e intento evadir la sonrisa amable de la rubia que se acercaba.

—Ho-hola. Estamos algo ocupados. —Intento con sus palabras hacer que se detuviera y dejará de caminar hacía ellos.

—Oh, perdón. Es solo que vi tu nota. —Mostro en su mano una pequeña hoja amarilla que Peter había dejado pegada en la libreta de su amor secreto, a quien por cierto tenía planeado declararse esa misma tarde. Solo que el pelirrojo no estaría en paz y tranquilo si no aclaraba las cosas antes con Paula—. ¿Quieres que aparté una mesa mientras tanto?

—Mejor me voy, no quiero interrumpir más. —La de trenza saco fuerzas para poder hablar y que su voz no saliera quebrada. Quería huir de esa escena.

—No, vamos a hablar. —Peter apretó su agarre.

—¿Entonces quieren que me retire? Podemos charlar en otro ocasión. —Gwen volvió a hablar está vez un poco confundida, no entendía que pasaba, pues la nota decía que quería hablar a solas con ella.

—No, espérame. En un segundo voy. —La vio con cierta inquietud. Tenía que ser esa tarde, sinó el pelirrojo nunca podría decirle lo que realmente sentía.

—Solo ve de una vez, Peter. —Paula comenzaba a desesperarse, ya que le estaba apretando fuerte el brazo sin darse cuenta. Trato de safarse pero no podía, por lo que solo retrocedía hasta chocar con el barandal.

—Que no. Necesito que esto quede claro. —La vió algo irritado por su actitud arisca sin darse cuenta que la estaba lastimando.

—Ya lo quedó. No entiendo que más quieres de mí. —Subio su mochila a su hombro que ante su arrebato se le caía, ese no era el hombro que acostumbraba sostenerla.

—¡Te necesito como mi amiga!

—¡Pero yo no a ti! —Le grito e hizo por irse, creyendo que si avanzaba él la dejaría marchar.

—¡Paula, no seas necia y escucha! —Exclamo molesto y terco de no querer soltar el brazo de su ahora ex amiga.

—¡Que no es el momento! —Le grito furiosa y harta de todos los que miraban como si fueran una telenovela.

Está vez hizo realmente fuerza para sacarse de encima al chico, así que tuvo que empujarlo con sus gruesos brazos, tomándolo por sorpresa, sin percatarse que por tanto jaleo entre ellos él estaba sobre el escalón que era la base del barandal.

Entonces Park sintió como su espalda se arqueo de más con su mochila haciendo peso para jalarlo al precipicio.

Todo paso tan rápido. En un segundo Peter estaba deslizandose hacía el vacío. Sin embargo, tenía la situación bajo control, lanzaría una corta telaraña rápidamente sin que nadie lo notará a tiempo exacto para sostenerse del tubo que estaba clavado al concreto, pero algo fallo.

Su brazalete no respondió, perdiendo la oportunidad para que su telaraña pasara desapercibida. Lo único que tenía que hacer era darle unos golpes para que lo último que quedara en ella se disparara, aunque esto implicaría seriamente quedar expuesto. Antes de siquiera poder pensar su siguiente movimiento, lo que vio fue como Paula intento sostenerlo, obviamente lanzándose para alcanzarlo.

—¡Peter! —Grito aterrada Gwen al ver cómo el chico caía sin saber que hacer.

—¡Park! —Las lágrimas saltaron de los ojos de Paula mientras extendía su mano para alcanzarlo. Ni siquiera le importa haber saltado por él.

Por fin, tras extender su mano lo tomó y lo abrazo.

La chica no lo pensó, enseguida giró su cuerpo, poniéndose ella debajo suyo, protegiéndolo mientras lo abrazaba con fuerza.

Y justo cuando el asiático decidió salvarla aún con el riesgo de revelar su identidad, un zumbido paso por su oído y su piel se erizo.

Alguien sostuvo a ambos con un solo brazo, apresandolos con fuerza. Al menos la que estaba más segura en aquella situación era la trigueña, pues había quedado justo en medio de ambos.

Solo demoraron unos segundos para ser dejados en el techo del mismo edificio de donde cayeron.

Apenas se sintió segura y sobre suelo firme, Paula sintió como sus brazos perdieron la fuerza, dejando ir por fin a su ex amigo y siendo sostenida por el extraño héroe, quién noto como estaba por desvanecerse en su pecho en el que ella estaba apoyada.

—Hey, ¿todo bien? ¿Necesitas un médico? —Le pregunto el sujeto dándole palmadas en su mejilla al ver cómo sudada frío y como su piel comenzaba a palidecer.

—Yo... Yo... —Intento separarse del hombre, empujándolo levemente del pecho pero no tenía ni un poquito de fuerza.

"No sé puede morir. No aún." Pensó Miguel.

—Tienes que ir a un hospital. Agárrate como puedas. —La apretó contra su cuerpo y se lanzó al siguiente edificio sin siquiera dejar que Peter dijera algo.

—¡Es-espera, tú! —Cuando reaccionó y corrió para alcanzarlos ya era demasiado tarde.

—¡Peter! ¡¿Estás bien?! —Gwen fue tras él con el resto de las personas que estaban en el tejado preocupados por el joven que parecía estar completamente normal, como si no acabará de tener una experiencia cercana a la muerte.

Paula cerro los ojos mientras se aferraba con fuerza al hombre que se columpiaba por los edificios de la gran ciudad. Ocultaba su rostro en el pecho de él temiendo caer, y entonces el aroma del cuerpo de aquel Spiderman le produjo un Deja Vu. Ya había sentido ese olor antes.

—Pe-peter. —Llamo a su amigo aferrándose al cuerpo masculino que la sostenía.

—Él está bien. Tú no. —Fue lo único que comento antes de llegar a la zona de urgencias de un hospital algo mal trecho que era el más cercano—. Tiene una baja de tensión, ayudenla. —Les dijo a los enfermeros que fumaban en aquella zona y ellos se acercaron a auxiliar después de tirar su cigarro—. Estarás bien. Peter vendrá por ti en un rato.

—¿Có-cómo sabes? —Lo dejo ir mientras seguía temblando, así que se abrazo a si misma en un intento de detener la reacción de su cuerpo ante la experiencia cercana a la muerte.

Los enfermeros la ayudaron a levantarse y comenzaron a hacerle preguntas, pero la morena no respondía, solo seguía viendo fijamente al héroe de enfrente. Lo estudiaba con la mirada de pies a cabeza, todo en él le parecía muy extraño.

—Porque así debe ser. —Le respondió—. Atiendan a la señorita bien y no dejen que se muera. —Les indico a los enfermeros para huir de la escena segundos después.

Paula lo vio marcharse y desaparecer entre la tumultosa ciudad, mientras era casi arrastrada por un hombre y una mujer hacía adentro de hospital.

En su cabeza la voz de aquel nuevo y extraño héroe resonaba con autoridad y potencia. Sintió miedo al recordar su gran tamaño y la facilidad con la que los cargo a ambos. Y por un instante una idea cruzó en su mente.

"Fácilmente podría parecer un villano".

Permaneció en la camilla hasta que se sintió mejor, pero Peter jamás llegó a verla. Sola en la helada zona de urgencias se destapó sus piernas y se colocó sus valerinas, pero, ¡oh, sorpresa! No se había dado cuenta que ya no tenía un zapato. Seguramente este se había caído durante el salto que dio.

Vio su pie vendado, lo cual le ayudaba a qué lo gélido de la losa no penetrara a sus huesos. Cierto, al saltar detrás de Peter se dio un tirón en un tendon y ahora apoyar su pie le dolía.

Observo a su alrededor en busca de algún rostro conocido, sin embargo no había nadie ahí esperando por ella. Y para colmo ni siquiera tenía su mochila o su celular, todo se había quedado en el edificio.

¿Cómo pediría ayuda? O más bien, ¿a quién se lo pediría? Y como aguas brotando de un manantial, un horrible sentimiento se clavo en su corazón: otra vez se sentía patética y terriblemente sola.

Mordió su labio y aguanto sus lágrimas. Salió con cautela y a escondidas de aquella sala sin que nadie la notará y cojeando llegó al patio del hospital donde logro conseguir un periódico y una cinta con unos pacientes que descansaban con compañía en el sitio. Se amarró el papel con tinta negra a su pie y emprendió un largo camino hasta su edificio.

No muy lejos de aquel centro médico, un hombre se columpiaba entre los edificios intentando deshacerse de un molesto bichito que lo perseguía insistente.

O'Hara se harto y se detuvo en la punta de la antena de un edificio de una televisora. Quería ver hasta donde era capaz de llegar el torpe Spiderman asiático/occidental.

—¿Dejaras de seguirme de una buena vez o quizá quieres hacerlo por las malas? —Saco sus garras mientras veía al contrario subir por la antena.

—¿Quién eres?

—Siempre la misma pregunta. —Aunque él no lo vio, el moreno rodó sus ojos ya hastiado—. Si no me hubieras seguido, niñito, nunca más te hubieras topado conmigo. Pero ya note que tú curiosidad es una de las razones por las que eres tan mal Spiderman.

—¿Y tú qué sabes de ser un Spiderman? Tus mallones ni siquiera tienen buen diseño, se te ve todo, grandote. —Se burló.

—¡Cierra la boca! —Le grito enfurecido tirando el primer golpe.

—Wow, vamos a calmarnos, "doppelganger". —Esquivo fácilmente el golpe pero su pie falseo sobre un hueco en la estructura.

—¡No deberías estar aquí! —Pero el de garras simplemente lo ignoro—. ¡¿No te interesa ni un poco tu amiga?! —Lo cuestiono enfurecido al momento en que le dio una patada para derribarlo apenas él se intentó poner de pie. Aquel movimiento hizo temblar toda la estructura.

—¿Amiga? ¿Que ami... Oh... —Aunque sus ojos estaban cubiertos por un antifaz, su boca siendo lo único que se veía de su rostro, se tenso y apretó sus labios—. ¿Cómo me conoces?

—Eres verdaderamente un desastre con este poder. Tu no deberías ser el Spiderman de este universo. —Apreto su cuello con su antebrazo—. Regla básica, cabeza hueca, todo lo que tus rivales crean saber de ti, niegalo rotundamente, o a este paso todo el mundo sabrá quién eres. —Ejercio un poco más de presión antes de dejarlo ir.

—¿Quién eres? —Tosio poniéndose enseguida de pie, listo para pelear.

—Eso no te importa. Ahora ve por la chica si no quieres que te reemplace con una araña más competente. —Le dio la espalda y salto de la antena abriendo un portal a media caída.

Park se quedó de piedra viendo como el desconocido que los salvo desapareció, entonces sintió un fuerte sentimiento de miedo al pensar que Paula pudiera correr peligro. Mientras que a él solo le había interesado ir tras aquel hombre sin siquiera considerar si su amiga estaría bien o viva después de que se la llevará casi a la fuerza.

Veloz, emprendió una búsqueda por los hospitales cercanos a la universidad, pero no la encontró en ninguno. Cuando comenzó a temer lo peor, que su amiga había sido secuestrada, la señorita de la recepción del centro médico más descuidado le dijo que una paciente se escapó sin pagar la cuenta y sin haber sido dada de alta.

Aún más preocupado, se dirigió a la casa de la joven, entonces la ubico entre el gentillo saliendo del subterráneo del metro.

Bajó y cayo frente a ella, provocando que saltará hacia atrás por la sorpresa.

—Auh. —Se quejo la de trenza al haberse apoyado sobre su pie malo y del cual el periódico ya estaba casi roto después de todos los pisoteos que sufrió debido a la hora pico—. ¿Spiderman? —Fruncio el ceño viendo la expresión agitada y descompuesta del héroe.

—¡Dios! ¿Dónde estabas? ¿Estás loca? ¿Por qué te largaste así del hospital? —La tomo de los hombros y comenzó a inspeccionar si no estaba herida—. ¿Que le pasó a tu pie?

—Tú no me salvaste, ¿cómo sabes de mí? —Cautelosa, se alejo de él un paso. Últimamente sus niveles de desconfianza habían aumentado bastante hacia cualquier desconocido.

—¡Eso que importa! —De nuevo no estaba conteniendo sus emociones, hasta que las miradas de la gente alrededor que salía del metro le indico que debía calmarse y pensar con la cabeza fría.

"—A este paso todo el mundo sabrá quién eres."

Paula lo miraba con recelo, pero detrás de esos ojos que ya no lo veían con cariño como antes, noto rastros de lágrimas.

Respiro hondo antes de volver a hablar:
—M-mi compañero me dijo que comprobará que estuvieras bien. —Volteo a ver a otro lado antes de comenzar a sentirse culpable por no haberla ido a ver antes.

La morena abrió sus ojos con sorpresa. Nunca creyó que aquel desconocido se preocupara por ellos tras su trato algo rígido. Y Paula pensó que quizá idealizaba mucho a los superhéroes, encasillandolos en que todos debían ser amables. El sujeto nuevo los había salvado, y con eso le bastaba para estar agradecida.

—¿Entonces ya viste a Peter? —Indago acercándose para ver a los ojos de Spiderman—. ¿Cómo está? ¿Se desmayó o estaba conmocionado? —No dudo en mostrar su angustia, confundiendo la que tenía delante.

"Aún se interesa en mí. Sabía que no podía odiarme como asegura." Inconcientemente sonrió mostrando sus hoyuelos y le revolvió el cabello.

—Él está bien.

—Ah... Gracias a Dios. —Exhalo aliviada con una mano en su corazón.

—Pero tú no pareces estarlo. ¿No puedes caminar? —Señalo su pie y ella asintió—. Vamos, te llevo a casa. —Y sin permiso, la tomo de la cintura para comenzar a volar por la ciudad.

—¡Ah! ¡Espera! —Grito aterrada escondiendo su rostro en el cuello de él.

No eran muy diferentes en tamaño, por lo que el viaje fue muy turbulento a comparación del nuevo compañero de quién alegaba Spiderman, que era mucho más grande y casi podía cubrirla por completo.

Por una pantalla, Miguel observaba la escena con seriedad mientras acariciaba su barbilla pensativo.

—¿Y? ¿Ya estás más tranquilo? —Le pregunto Lyla.

—No. No lo estoy. —Nego con la cabeza y se pasó una mano por sus cabellos.

—Ahh, nunca estás contento con nada. —Se quejó con desgano la IA.

—¡Es demasiado tonto! Así la niña nunca creerá que le importa al chino.

—¿No era mitad taiwanés?

—Chino, taiwanés o lo que sea que sea no sirve como Spiderman, ni como amigo ¡y menos como amante! Así jamas se reconciliaran por lo que ella de verdad lo odiara, ¡y así ni se le ocurrirá ir tras él y morir en el intento!

—Wow, que cruel suena cuando lo dices así. —Expreso con desagrado la pelirroja.

—Lyla, ¡¿quieres dejar de pensar en trivialidades y darte cuenta que ese universo se perderá si la chica no muere?! —Estaba realmente disgustado. Molesto, golpeó una pantalla a su lado, quebrandola.

—Okey, okey, calmemonos un poco y...

—¡No me digas que me calme! ¡Tú eres quien no le da la importancia debida!

—No me hables en ese tono. —Se cruzó de brazos.

—Yo te hablaré como quiera. Y si no me ofreces una solución entonces no sirves para nada. —Mascullo y Lyla reflejo dolor en su expresión.

—¿Entonces tengo que hacer todo por ti? ¿No eres capaz de pensar siquiera en una insignificante idea? ¡Ja! Y yo soy quien no sirve, ¿no? —Esta vez si que la ofendió y se noto en su tono de voz despectivo—. Tu la regaste está vez, Miguel. Resuelve tu problema solito. -Con eso desapareció de su vista.

—Lyla. —La llamo firme pero no regresó—. Maldición. —Se sobo su entrecejo tratando de calmarse.

Regreso su mirada a la pantalla rota y entre píxeles distorsionados y glicht, observo como aquel chico dejaba a la fémina en el techo de su edificio para después revolver su cabello y marcharse.

—¿En serio? ¿Eso es todo? —Exclamo cada vez más frustrado—. Ni idea de cómo se enamoró de él. —Paso su mano por su rostro—. El Canon ha de ser. —Trono sus dedos y abrió un portal de nuevo—. ¿Acaso ahora tendré que ser cupido para ellos?. —Rodo los ojos exasperado.

Vio una flor sencilla de campana amarilla en un vaso con agua; flor que le había traído Jessica para adornar su "gélida oficina".

—A las mujeres les gustan este tipo de cosas, ¿no? —Fruncio su boca y movió la florecita en sus dedos. Hacía años que no cortejaba a nadie y de repente se sintió perdido en un campo ya casi desconocido para él.

Entonces atravesó el portal y apareció justo a un lado del pequeño cubículo por el que se bajaba a las escaleras del edificio de Paula.

"¿Es enserio? Ni siquiera la ayudo a llegar a su departamento viendo que no puede caminar. Es un verdadero inepto."

—Hey. —Fue lo único que pronunció cuando la mujer se dio la vuelta para entrar.

—¡Ah! —Exclamo asustada por la silueta en las sombras.

—Soy yo. —Salio de allá y el sol del atardecer le dio, deslumbrandolo un instante. No se había dado cuenta de cuánto se había acostumbrado a la oscuridad del cuartel donde residía la mayoría de las horas del día. Su visión se había vuelto aún más sensible a la luz.

—Oh, hola. Regresó pronto. —Se relajo y le sonrió amable—. Antes no le pude agradecer por salvarnos. Muchas gracias. —Le dio una corta reverencia, causando que algunos de sus cabellos sueltos se fueran a los costados de su rostro. Aquello por alguna razón le desespero a Miguel.

Había quedado muy despeinada entre tantos viajes por los aires.

—¿Estás mejor? —Le pregunto y vio su pie, su expresión se torno en desagrado al ver el periódico todo roto y en pedazos que cubría su extremidad ahora manchada por tinta—. ¿Qué es esa porquería que tienes? —Se agachó y examinó la cinta que lo envolvía—. No creo que eso te lo hayan echo en el hospital. ¿Qué paso? —Alzo su cabeza para verla, y la encontró avergonzada y desmoralizada.

Al instante Paula cambio su expresión y sonrió falsamente.

—Larga historia. No tiene de que preocuparse.

"Tiene razón, lo importante es que ya está a salvo. Bueno, a lo que vine; que ella lo perdone."

—Tu amigo se desmayo también.

—¿Peter? ¿Y por qué no lo llevaron al hospital? —Ahí estaba de nuevo esa chispa de interes en sus ojos redondos de venado.

—Lo llevaron a la enfermería de tu escuela. Lo traje recién.

—Oh, eso no me lo menciono Spiderman.

—No es muy listo que digamos. —Solto como desahogo suspirando.

—Jaja, sí. Eso he notado. De todos modos, gracias a usted, hm, ¿cómo se llama? —Se agachó también aunque con algo de dificultad, quedando frente a frente con esa sonrisa curiosa en sus labios cafés.

"No te importa. " Quería responderle, pero se contuvo.

—2099. —Formulo sin pensarlo demasiado.

—¿2099? Jaja, ese es un nombre muy peculiar. Dígame, ¿recién inició? ¿nos volveremos a ver?

—Veo que ya estás muy bien para alguien que casi muere. —Enarco una ceja.

—Eh, bueno, estudio periodismo. Así que con miedo o no, debo hacer preguntas.

Miguel chasqueo la lengua y la tomo de la mano para levantarla.

—No lo sé. Quizá, o quizá no. —Sin darse cuenta, al moreno se le dibujo una tenue sonrisa de lado que la chica no lo aprecio por su máscara, pero que si lo percibió en su tono de voz.

—Lo tomaré como un "probablemente".

—Oh, cierto. Venía a entregarte esto. —Se acordó de la florecilla pero ya estaba aplastada al tenerla en su puño que estaba tenso por alguna razón, a lo mejor era el estrés del día.

Paula abrió sus ojos con repentina sorpresa y no pudo evitar soltar una corta risa divertida y enternecida al ver aquel detalle.
Por un segundo, en la mente del varón no pudo evitar ocurrirsele la idea de que quizá su regalo y la excusa que daría eran muy sosas. Y entonces se sintió algo avergonzado.

—Vaya, pues... Gracias. No me lo esperaba. —Se paso un cabello detrás de su oreja pero al ser lacio éste se reveló y volvió a caer.

"Es un desastre." Pensó O'Hara y acercó su mano a la oreja de la chica, acomodando bien el mechón.

-—Mejor. —Hablo un poco más neutral y no tan rígido.

Entonces se dio cuenta de lo que hizo sin pensar un segundo, y noto el sonrojo en el rostro de Paula.

—Estás muy despeinada. —Intento explicar.

—Ay, que pena. —Sonrio incómoda y avergonzada para comenzar a pasar sus dedos entre sus cabellos intentando peinarse nerviosa por el gesto del varón. Una vez que creyó estar mejor, tomo la flor de campana magullada de la mano de él—. Gracias.

—De nada. —Respondio por inercia, hasta que reacciono—. Es decir, no es de mi parte.

—¿Ah, no? —Pregunto algo perdida.

—No, es de parte de tu amigo. Se preocupo por ti cuando lo deje en su hogar. —"que estupido, casi se me olvida el objetivo principal de todo ésto"—. Dijo que te entregará esto apenas te viera, porque no lo quieres ni ver.

Los ojos de Paula se abrieron con cierta sorpresa, entonces volvió a ver la flor y de repente ese sentimiento dulce que se le produjo en el pecho al recibir aquel detalle de alguien, se torno en algo amargo.

—Okey. —Hablo después de suspirar—. En ocasiones, Peter puede ser tan espontáneo que me saca de quicio, jaja.

—¿Y eso te gusta?

—No lo sé. Es Peter. —Se encogió de hombros y vio por fin al héroe frente a ella—. Cómo ya no se que esperar de él, mejor ya no me haré ideas ni expectativas.

"Si tú universo no dependiera de tú muerte diría que eres sensata."

—Creo que eso mismo deberías hacer con todos. Si no esperas nada de nadie, no te lastimaran. —Sin embargo, no pudo evitar opinar y concordar con la morena mientras apoyaba una mano en su cintura.

—Ademas de fuerte y valiente, ¿también es filósofo? Jaja, es el paquete completo de un buen héroe, señor.

Se quedaron por un breve instante viéndose, con Miguel apreciando los cabellos aún alborotados de la mujer, con sus mejillas pintadas de un tenue rosa y con rastro de lágrimas ya secas. Su nariz nada perfecta y gruesa parecía abrirse por milisegundos como si fuera un conejo, seguramente estaría nerviosa. Y su boca no dejaba de entre abrirse como queriendo decir algo pero dudando.

Paula, por su parte, tenía la cabeza llena de preguntas, y sin embargo no quería romper el ambiente y espantarlo con su enérgico lado de entrevistador. Prefería simplemente admirar cada detalle de su máscara trazando en su imaginación un rostro según lo aparentaba la malla de buena calidad que lo cubría.

—Bueno, debo entrar. Estoy agotada, ha sido un día muy largo. —Se disculpo con una sonrisa al romper el contacto visual.

—Te ayudo. —Se dio la vuelta y se agachó, ofreciendo su espalda.

—No. No sé preocupe, ya ha hecho mucho por mí. —Nego con sus manos.

—Solo sube. Al paso que vas te volverás a lastimar y seguro no tienes ni tu celular para pedir ayuda.

—Vale. —Acepto algo cohibida, se echó sobre la gran espalda del hombre y lo tomo de los hombros para sostenerse, enseguida Miguel se puso de pie y sostuvo con una mano una de las piernas de Pau mientras que con la otra abría la puerta—. ¿No peso mucho? —Le pregunto con el rostro rojo como tomate.

—Para mi no.

—Jaja, ¿eso que significa? ¿Halago o insulto? —Trato de alejar sus nervios con bromas.

—Ninguno. Para mí no pesas, pero por como vi que te cargaba Spiderman diría que no eres tan liviana.

—Señor 2099, si va a halagar o a insultar a una mujer mejor no se vaya por las ramas. —Comento divertida por su respuesta sincera y sin rodeos.

—No me digas señor... Solamente 2099 está bien.

—Perdon, es que su voz suena muy madura. —Se disculpo mientras sintió un enorme Deja Vu—. Si no es indiscreción, ¿cuántos años tiene?

—No los suficientes como para que me trates como un anciano.

—No, no, no es eso. Es que lo acabo de conocer y parece tener esos aires de jefe en esto de los superhéroes.

—¿Jefe? Jaja, no estás muy alejada de la verdad.

—Entonces, ¿usted conoce la identidad de Spiderman?

—Eso es confidencial.

—Así que si lo conoce, ¿y cómo es? ¿Siempre es tan divertido y carismático como cuando tiene el traje?

—Diria más bien que es irritante e indeciso. Nunca hace caso a pesar de las señales obvias que se le dan. —Comentó recordando todas las veces que le dejo pequeños y discretos mensajes para que no fuera a cometer alguna estupidez, y aún así, siempre las ignoraba y terminaba haciendo las cosas a su estilo, lo que terminaba haciéndolo siendo más problemático que otros Spiderman.

—¿De verdad? O quizá no es el tipo de persona que a usted le caiga bien.

—La verdad, me da igual, mientras no meta la pata y no se mate. —Comentó negando despacio con la cabeza. Entonces sus oídos captaron una risa contenida de parte de Paula después de unos segundos en silencio—. ¿Qué?

—Es que dice cosas graciosas.

—¿Graciosas? ¿Qué tengo? ¿Cara de payaso? —La miro de reojo con el ceño fruncido, aunque la verdad es que no sabía si se sentía ofendido o curioso por la manera en la que la joven lo veía. Era la primera vez que alguien le decía eso.

—No, no es eso. Me refiero a que su actitud tiene como una actitud paterna hacia su hijo más problemático, jaja, o eso parece. —Fue bajando poco a poco su voz y vio sus manos sosteniendo los hombros del varón—. Perdón, tiendo a analizar mucho algunas cosas, y usted me causa mucha intriga. Parece intimidante pero es amable.

Llegaron al elevador, pero antes de presionar el botón, O'Hara se detuvo. Si picaba el número cuatro la desconfianza de la mujer se mostraría enseguida, igual que las vez que se encontró con él como civil.

—Cuatro. —Paula hablo primero, él giro levemente su cabeza, indicando que le prestaba atención—. Piso número cuatro. —Y ella le sonrió amistosa y agradecida.

El elevador descendió lentamente mientras ellos permanecian en silencio. Cuando las puertas se abrieron, la morena tocó el hombro de Miguel antes de que echara a andar.

—Puede dejarme aquí, ya me ha ayudado demasiado.

Sin responderle, decidió ignorar su petición y salir del ascensor.

—¿Cuál es? —Freno frente a las puertas de los departamentos.

Paula suspiro rendida y habló:— La puerta negra a mitad de pasillo.

Una vez frente a ésta, y de hecho la única de tal color, la de trenza recordó que su mochila se había quedado en el edificio de la universidad. Se golpeó su frente por olvidadiza y maldijo en voz baja.

—¿Qué ocurre? ¿No tienes tus llaves?

—Agh, no.

—¿No hay nadie en casa?

—Los dos trabajan. De hecho, yo debería estar en mi trabajo también. —Chasqueo la lengua.

—¿La rompo? —Ofrecio sacando sus garras.

—No. Tengo una solución más fácil. Bajeme por favor. —Pidio y el moreno la bajo con delicadeza—. Gracias. —Entonces se dio la vuelta, con la mirada rojiza de Ohara sobre ella.

Paula tocó la puerta que enfrente y se preparó mentalmente para lo que venía. Debía ser rápida si no quería un interrogatorio y de.paso toparse con Peter que según le habían dicho ya debía estar reposando en casa. Unos pasos se escucharon al otro lado y los seguros se quitaron. Paula rogó mentalmente que no fuera el pelirrojo quien abriera la puerta.

—¡Paula! Nena, ¿dónde habías estado? —Una dulce voz maternal salió de la mujer de cabellos blancos cuando abrazo a la muchacha.

—Por todos lados, tía. —No se negó al gesto de cariño, pues hacia tiempo no la veía por evitarla a ella y a su sobrino con el que vivía. Sabía bien que si se la topaba, comenzaría el cuestionamiento acerca de ellos dos y su relación fracturada.

La mayor sintió una mirada sobre ambas, así que fue alzando su mirada poco a poco hasta toparse con aquel hombre erguido dos metros.

—Oh, ¿y él? —Se despegó y lo miro de pies a cabeza—. No es Spiderman.

—No, él es 2099. Me ayudó a volver a casa.

—¿Ayudarte? ¿Qué te paso?

—Me... -"casi mato al que considera su hijo y de paso a yo también"— me lastime el pie. —Sonrió incómoda por tener que mentirle, pero sabía que Peter tampoco querría que su tía se enterara de aquel suceso.

Cuando la mayor se fijo en la "venda" que traía, su rostro se pinto de horror.

—¡Por Buda!

—Tranquila, yo me encargo de ello, pero perdí mis llaves, ¿puedes prestarme las que te dimos?

—¿Por qué no fuiste al hospital? ¿Cómo se te ocurre regresar en ese estado? Tendré que llamar a tus padres. —Comentó a reprenderla con angustia, a lo que Paula solo bajo la mirada. No quería responderle por el cariño que le tenía, y porque no eran familia.

Sin embargo, la incomodidad de ella no paso desapercibida para Miguel, quién se cruzó de brazos al ver qué la morena no decía nada y aceptaba la reprimenda que se tornaba más severa conforme continuaba.

"Ojalá así fueran los Spiderman de la sociedad cuando les exijo cuentas por sus errores." Entonces frunció el ceño al notar que la joven realmente no pensaba refutar todo lo que su vecina le decía. "No es momento para dejarse." Mostro el fastidio en su tono de voz y rostro al decidir hablar.

—Señora, las llaves. La chica ha tenido un día largo. —Intervino y avanzo a ellas para extender la mano, exigiendo lo que pidió.

—Es un asunto de familia, agradecería que no se entrometiera. Usted no sabe, pero está niña hace siempre lo mismo. Nunca se cuida.

—Que yo sepa no son familia, y la señorita ya no es una niña. Ahora, las llaves. —Se puso aún más firme en su tono de voz, enojando a la tía.

—Usted no es amigable como el hombre araña.

—No, yo soy más radical. Ahora las llaves o tendré que romper la puerta para que Paula descanse.

—No. —Por fin, la de trenza alzó la cabeza para verlo, preocupada porque cumpliera su palabra—. La tía Mei ya me lo iba a dar. ¿Verdad? —La miro con sus cejas fruncidas.

La asiática suspiro un poco molesta y le entrego las llaves que estaban colgando a un lado de la entrada.

—Espero que sepas lo que haces, Paula.

—Gracias tía. —Fue lo único que dijo antes de tomar las llaves con la punta de sus fríos dedos por el sudor ante la tensión.

Hacía días no veía a May, y realmente le dejaba una extraña sensación en el estómago encontrarla de tal manera y con el héroe nuevo siendo tajante.

La mujer de cabellos blancos con algunas mechas aún castañas observo con fijeza al hombre de dos metros que se colocó a lado de Paula, quién intentaba meter las llaves sin mucho éxito.

"¿Y ahora que le pasa?" O'Hara frunció el ceño y vio como la morena mordía su labio con frustración.

—Deja lo hago. —Sin esperar respuesta, le quitó las llaves de sus dedos temblorosos y abrió la puerta—. Entra, ya tuviste un día largo. —Le dió un leve empujón en la espalda para que ella no volteara a ver a May que la observaba de una manera extraña.

Una vez adentro, O'Hara se tomó el atrevimiento de cerrar la puerta tras de sí, no sin antes oír una leve expresión de sorpresa e indignación de parte de la vecina íntima de Paula, que se sintió escandalizada por el hecho de que la muchacha haya dejado entrar a un hombre desconocido a su casa, y peor aún, que no le hubiera importado que fue codecendiente con ella, quién se consideraba casi como una abuela para la morocha.

—Ahg... Esto se pone cada vez peor. —Exclamo la morena cubriéndose el rostro con ambas manos.

—Concuerdo. —Afirmo O'Hara dejando las llaves en la meseta del comedor.

—Lamento que hayas quedado en el medio de nosotras. La tía May no tiende a ser así.

"Lo sé, se supone que debe ser un amor contigo y alentarte en lo tuyo hasta el mismo día de tu muerte."

—No importa. Se nota que tienen confianza entre ustedes, pero tampoco deberías dejar que te trate así.

—¿Cómo una niña? Ahg, creo que eso es lo único que odio de ella y de mis padres. —Se dirigió a la cocina a servirse un vaso de agua—. ¿Gustas? —Ofrecio pero el negó con la cabeza—. Cierto, la máscara. —Sonrio sintiéndose tonta—. ¿Nunca la levantas ni un poco para tomar algo mientras tienes el traje?

—Solo si estoy completamente seguro de que no hay nadie viéndome.

—Oh, cierto. Entonces si me doy la vuelta y no te veo, ¿tomaras? —Él alzó una ceja—. Okey, ya entendí. Es solo que yo parezco un camello en ocasiones, y viendo todo el trabajo que has hecho me sorprende que no tengas sed—. Objeto mientras dejaba un vaso con agua fresca frente a él—. Voy al baño un momento, tómalo si quieres. —Sonrio levemente, amigable tamborilero la meseta antes de darse la vuelta y desaparecer en el pasillo.

La verdad era que el agua se veía apetecible para el varón, pero era una norma que se tenía puesto rigidamente mientras estuviera en otros universos.

Trago saliva y entonces noto que su garganta estaba realmente seca. Así que tomo el vaso se levantó a la mitad la máscara y bebió todo el contenido en tres tragos seguidos. Suspiro más relajado y escucho el ruido de la puerta del tocador abrirse.

Cuando Paula entro a la cocina y vio el vaso vacío sus labios se curvaron satisfechos.

—Es lo que puedo hacer por ti. Pero incluso si tienes hambre puedo preparar algo. —Recogio el vaso y lo volvió a llenar, dejándolo frente a él.

—¿Cómo por qué? —Cuestiono incrédulo.

—Porque me has ayudado demasiado en solo un día. Cuando Spiderman me ha ayudado en dos ocasiones nunca puedo intercambiar ni una palabra con él, porque enseguida escapa.

"Claro, teme que lo descubras a penas habrá la boca."

—Es solo deber.

—Eso mismo dice él. Y... ¿puedo preguntarte algo sin afán de ser chismosa o algo así?

—No. Debo irme. —Respondio tajante dirigiéndose al ventanal de la sala para salir por ahí.

—Oh, vale. —Aquella respuesta tan seca la saco de órbita.

Sin embargo, una espinita le pico en la mente al héroe, que ante el silencio incómodo de quién había sido amable con él, suspiro resignado y se detuvo antes de abrir las puertas que daban al balcón.

—¿Qué quieres saber? —Dejo caer sus hombros rendido y cansado. Los personajes peculiares de esa dimensión si que lo agotaban.

—No, no, no quiero incomodar o robar más tiempo. —Respondio algo dolida pero entendiendo el punto del héroe.

—No te hagas de rogar, solo lanza. —Rodo los ojos y se volteo dos cuartos a verla.

Paula apretó sus dientes antes de continuar.

—Spiderman y ahora también tú, siempre dicen que es parte de su deber, que no necesitan nada a cambio a pesar de poner sus vidas en riesgo vez tras vez, entonces, ¿hay alguien más que les dice que deben hacer? ¿O alguien más les paga o los obliga a salvar gente?

Los ojos de Miguel se abrieron con cierta sorpresa e intriga. Sus cejas se alzaron levemente y entre abrió los labios. Al no responder, la mujer frente a él se sentó en la banca del desayunadero. 

—¿Qué consiguen con salvar a personas que no conocen o no saben siquiera si son malas o buenas? —Reformulo su pregunta con sus ojos atentos a la figura masculina que tenía enfrente.

Miguel no dijo nada. Trago saliva y se encontró de repente algo perdido.

—Bueno... —ninguna respuesta lograba formarse en su cabeza. ¿Que lo había motivado a arriesgar día tras día su cuerpo, su mente y su estabilidad emocional?

¿La droga que lo calmaba y estabilizaba temporalmente era lo único que lo obligaba a seguir luchando? No. Claro que no.

[★]

—Si tuvieras el poder de proteger a los demás, ¿no harías lo mismo?

Esa pregunta la hizo enfocar su vista en el vacío de la ciudad que se pintaba detrás del héroe.

—¿Y que han hecho ellos por mí? —Respondio con voz neutra, carente de emociones.

Eso hizo que O'Hara desconociera a la mujer que tenía delante suyo, a la cual había estudiado con tal de encontrar una solución a la fractura que ocasionó.

—No sé que le responderán los demás cuando le hacen la misma pregunta que yo, si ellos se atreverán a mentirle con tal de quedar bien, o si de verdad son sinceros. Lo único que puedo asegurarle y lo que probablemente ya sepa, es que lo que ustedes hacen no es para cualquiera. —Enfoco sus ojos en los de él—. Pero siendo sincera, yo no lo haría a menos que alguien me importará de verdad. Sino, ¿Cómo sé si el niño que salve hoy no se volverá un loco? ¿Entonces no habría interferido quizá con el destino?

O'Hara ya no dijo nada más, solo salio por el balcón y salto la barandilla, no sin antes escuchar como la joven mujer se acercó a dónde él, así que aprovecho para decirle:

—Por cierto, no ha habido otras respuestas a parte de la tuya.

—¿Cómo?

—Solo tú me la has hecho. Y solo a ti te he respondido, así que piensa mejor en lo que has contestado, y a la próxima vez, dime si sigues pensando así. —Estaba por saltar pero una mano tomo su brazo, tensando sus músculos por el contacto—. ¿Ahora qué?

—Solo quería agradecerte por hoy. Por todo. Por mejorar mi día. —Alejo su mano al notar que ya había captado su atención justo antes de que se fuera—. Gracias por salvarme.

—No creo que pasar a morir haya sido tan bueno como piensas.

—No, no lo fue. Pero que alguien se interesará por mi vida fue suficiente. Gracias.

Miguel trago saliva incómodo, mientras que por su cabeza solo giraba una verdad cruel: "No me interesa el salvar tu vida. Me interesa que se lleve a cabo tu muerte."

Esa noche tampoco pudo dormir. Se quedó en su silla toda la velada girando y trabajando hasta tarde. O más bien, tratando de alejar su mente de esa dimensión con trabajo.

Esas malditas palabras giraban y giraban. Parecía que el karma estaba golpeando los muros de su conciencia al pensar que la mujer no era tonta y que fácilmente podrían congeniar, porque le era, irónicamente —a pesar de todas las preguntas que le había hecho—, ligeramente menos insoportable que todos los demás.

"—¿No habría interferido quizá con el destino?"

Esa era la interrogante. ¿Y si con cada paso que estaba dando solo desviaba más el curso de la historia?

Aún no era demasiado tarde para frenar y dejar que el destino tomara las riendas del asunto, pero, ¿y si no lo hacía? Entonces, ¿qué era el destino?

Y mientras permanecía sentado, escurrido en la silla mullida con sus piernas cruzadas, tallando sus ojos cansados pero para nada somnolientos, Paula miraba el techo de su habitación con sus audífonos tocando su playlist para conciliar el sueño que se le había escapado apenas se recostó en su cama después de bañarse.

Tras la puerta de su habitación escuchaba a sus papás reír y platicar amenamente y se pregunto si sería capaz de dar la vida por ellos si fuera necesario. En seguida se encontró con la respuesta de que sí, lo haría sin dudarlo. Ellos serían la única razón por la que estaría dispuesta a hacer algo como lo que Spiderman y el tal 2099 hacían todos los días.

"—Por cierto, no ha habido otras respuestas a parte de la tuya.

—¿Cómo?

—Solo tú me la has hecho. Y solo a ti te he respondido, así que piensa mejor en lo que has contestado, y a la próxima vez, dime si sigues pensando así."

Eso fue lo último que el héroe le había dicho antes de saltar del balcón y desparecer.

Se levantó de su cama y abrió la ventana para que entrara el fresco de la noche y su largo pelo se secara antes de que le diera un resfriado.

—No cualquiera puede llevar la máscara. Aún lo sostengo. —Murmuro viendo la ciudad nocturna y bulliciosa muy lejos de su edificio marginado—. Y por eso es que lo quiero volver a ver... Porque él no es cualquiera. —Finalizo ocultando su cara entre sus brazos doblados, recargada en el marco de la ventana.

Gracias por leer ^^

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