¡ | [Prólogo]

75 9 11
                                    

—Eres basura, Parker. Tú rechazo de porquería fue aún más  humillante que si
me lo hubieras dicho a la cara. —Arrastraba las palabras mientras bebía su cuarta cerveza—. ¡Cantinero, otra más!

No debería estar tomando tanto alcohol
estando sola en una cantina donde incluso los meseros eran hombres. Pero eso poco le importa a alguien que solo quiere beber
para olvidar lo herido que está.

Comenzó con un susurro mientras ingería
su tercer tarro de cerveza. Adoraba esa
canción, y ahora le encontraba el significado que ignoro antes de que le rompieran el corazón.

Pronto, su voz levemente entonada comenzó a sonar como un alarido de dolor. No cantaba, más bien gritaba la lírica,mientras las lágrimas saltaban de sus ojos al apretarlos con fuerza, creyendo que de tal modo no se deslizarian por sus frías mejillas con manchas de sol.

Su vista comenzaba a fallarle, su mundo comenzaba a girar, provocando que se tuviera que apoyar en el tipo que recién llegaba a la barra si no quería caerse de esa silla alta de la que colgaban sus pies.

—Lo giendo... —Su lengua ya se trababa con ese último gran trago que le dio al tarro, quería continuar cantando porque solo así sentía que había algo en el mundo con que identificarse y sentirse comprendida. Sin embargo, ese no era el lugar ni las condiciones para hacerlo, cosa que ella paso por completo.

—¡Ya cállese señora y váyase a su casa!

—¡Ay, pero que original! —Dio un aplauso
con sarcasmo mientras se reía con hipo.
Todos la veían como un desastre.

Una vez más, eso le valió. Porque al único hombre que le importó tanto su opinión
durante casi una década, le había dejado
muy claro que ella a él no le importaba en
lo más mínimo.

—¡Thomas, sacala de aquí! —Le pidieron
al dueño que atendía la barra.

—Señorita, tendré que llamar a la policía.

—¡Adelante, hágalo! Quizá así ese idiota
se atreva a mirarme cuando me saque del
bote. —Murmuro lo último, reventando la
botella de cristal contra el suelo, haciendo añicos de vidrio y saltando sobre estos—. ¡Que el cielo ayude al tonto que se enamora! —Comenzo a cantar terriblemente desentonada. El grito no iba al caso, en su cabeza lo escucho mejor.—. ¡Pero yo tengo un pequeño sueldo!

—Okey, es suficiente. —El sujeto que había intentado ignorar lo que ocurría a sus
espaldas dejo su bebida a un lado para
tomar con fuerza el antebrazo de la mujer y detenerla.

—Tu no puedes sentir nada pequeño. —
Subio lentamente su mirar hasta dar con
esos orbes miel—. Cariño, te amo. —El
hombre se paralizó brevemente ante la declaración que la joven mujer le dio sin
dudar con sus ojos clavados en los suyos, a pesar de la notable diferencia de estatura. Sin embargo, pronto noto que solo era parte de la canción que sonaba de fondo en el lugar con luces tenues que variaban entre el cálido amarillo y un verde olivo.

Ella se detuvo y se tambaleó hacia atrás. El tipo dio un pequeño tirón para equilibrarla, pero solo logro que se apoyará contra su pecho.

—Haz estado en mi mente desde la inundacion. —Tomo aire y comenzó a
golpear los pectorales del hombre que parecía de piedra—. ¡Que el cielo ayude al
tonto que se enamora! ¡O-ophelia! —Canto
con euforia sin temor a destrozar sus
cuerdas vocales.

Paula Méndez no estaba para nada acostumbrada a tomar alcohol que no fuera en postres. Una pobre desdichada
estudiante universitaria de 24 años que se encontraba despechada en el bar más
barato del barrio que tuvo la suerte de
toparse con un "amable" desconocido que la saco a tirones de aquel lugar antes de que los señores de mala calaña que estaban allí la agarraran a golpes.

—¡Ya basta, basta, basta! —La tomo de
ambas muñecas para haber si así se aquietaba de querer soltarse y golpearlo. Lo había estresado con la gritería chillona.

—¡Sueltame! ¡Yo soy solo de Pedro! —Se arrebataba frenéticamente meciendo su
trenza.

—¡Lo haré si te quedas quieta! —Se estaba desesperando. Nunca le gustaron los
borrachos, y mucho menos las mujeres en
tal estado, eran aún más complicadas de manejar.

—¡Pedro! ¡Pedro, estupido imbecil desconsiderado! ¡Te haré pedazos! ¡Lo juro! —Estaba enardecida.

Y el sujeto comprendió que la rabia dentro
de la mujer chaparra solo se agotaria hasta que sacará todo lo que tenía dentro.

Durante los siguientes 15 minutos recibió maldiciones, patadas en las espinillas, que
claro que le dolían, pero nada que fuera difícil de soportar; pisotones, intentos de
cabezazos y más. El tipo solo se quedó ahí, como piedra mientras veía el rostro acalorado por la ira de la muchacha. Quiso morderla para sedarla, pero estaba en un
lugar público, así que no lo haría.

Y tras ese estallido, las lágrimas comenzaron a brotar como una cascada que no podía parar.

Por un momento creyó que se le iba a desvanecer ahí mismo, en sus pies, pues la nariz se le había congestionado rápidamente y el aire se le iba entre cada lamento que lanzaba.

—Nunca me vuelvo a enamorar. —Sollozo mientras intentaba respirar con la boca,
porque por la nariz ya no podía—. El amor es cruel. Te deja vacío y humillado. —Comenzó a relajar sus brazos que habían estado tensos todo el rato por el agarre del sujeto grandote—. No es la primera vez que me rompen el corazón.

Al notar que ya no era un peligro, la soltó,
solo para recibir el par de ojos hinchados a
más no poder llenos de lágrimas. Su nariz
toda roja y sus labios igual de inflamados
como su mirada herida.

—Pero espero que sea la última. —Entonces perdió fuerzas en las piernas, siendo recibida por el varón enfrente de ella.

—Maldicion. —Vio a su alrededor sin notar un rastro de gente que no fueran hombres peligrosos o sospechosos—. Y yo que quería una noche tranquila.

Reviso su billetera y checo su identificación.

En su foto se veía una chica asustada y bien portada. Intento no reírse de su cara en el pedazo de plástico y se centro en su
dirección.

La cargo en su espalda notando que, al
menos para él, ella no pesaba nada.

Miguel O'Hara conoció a su nuevo problema. Un problema bastante pegajoso que haría de su mente centrada un verdadero vertedero de emociones y sentimientos.

 Un problema bastante pegajoso que haría de su mente centrada un verdadero vertedero de emociones y sentimientos

اوووه! هذه الصورة لا تتبع إرشادات المحتوى الخاصة بنا. لمتابعة النشر، يرجى إزالتها أو تحميل صورة أخرى.
¡Destroza mi corazón! حيث تعيش القصص. اكتشف الآن