"TE PROMETO." | Omegaverse.

By K4t0o_

1K 163 117

Había una vez un amor imposible, de esos que parecen destinados a no poder ser. Dos almas que se encontraron... More

[ ♡ ]
[01]
[02]

[03]

210 35 35
By K4t0o_

Dos días habían pasado desde que había ocurrido el primer acercamiento, y ahora Kyojuro sentía que moriría de los nervios en cualquier segundo.

Se regañaba así mismo una y otra vez por lo ocurrido en el bosque; «¿Por qué no lo mataste?, ¿Por qué dejaste que se fuera?, ¿Qué te sucede?» entre otras cosas.

Y a pesar de regañarse internamente y odiarse a sí mismo, ahí estaba otra vez. Viéndolo. Estaba tras un árbol de hojas verdes; había pasado lo mismo que hace dos días. Simplemente caminó a la nada "en contra" de su voluntad y lo encontró.

Akaza también lo estaba viendo. Estaba sentado en una de las ramas de un árbol que tenían la suficiente fuerza para sostenerlo. Estaba recargado en el tronco y lo veía curioso desde arriba.

Él, por su parte, lo veía desde el suelo detrás de un árbol como si estuviera escondido.

Solo hacían eso, mirarse. Pensamientos defensivos sobre sacar su katana y rajar la garganta ajena hasta arrancarle la cabeza pasaban una y otra vez, rápidamente convertidos en «No pasará nada. Está bien, todo está bien»  y tal cuál empezaron a verse entre ambos; se olían.  Era irónico. Lo odiaba; estaba seguro que lo odiaba y que su sola presencia le irritaba por el recordatorio de su fracaso. Pero incluso odiándolo, lo sabía.

Sabía que de alguna forma, necesitaba verlo.

No tenía una razón, tampoco planeaba decírselo a nadie. Y entonces, se convirtió en una de las cosas que más odiaba en el mundo: Un traidor. Porque eso era. Estaba traicionando la prestigiosa confianza de su patrón y estaba incinerando en su propias manos todo por lo que trabajó. Miles de personas habían muerto en las selecciones de cazadores con el deseo de algún día convertirse en un Hashira y estar en el lugar en el que él estaba. Lugar que ahora estaba manchado por su incompetencia y falta de disciplina.

Los cazadores tenían normas, como todo en esta vida: Matar demonios. Era lo único que importaba. No había demonios buenos, no había demonios que cambiarán las cosas, no había esperanza con ninguno de ellos vivos. Y aquel que por alguna razón decidiera aceptar la mano de uno para convertirse en un ser nocturno o siquiera negarse a decapitarlo recibía lo esperado; Muerte. No solo para él, sino para aquel que lo entrenó. En ese caso, su padre.

Si alguien se enterará de que él se veía con un demonio y que no se esforzaba mínimamente para matarlo, su propio padre tendría que asesinarlo y después suicidarse por romper el código de honor.

E incluso sabiendo esto, ahí estaba; de pie mirándolo a los ojos. Intentando aprender cada minúscula facción. Casi como si quisiera aprenderse cada rasgo de su rostro. La luz de la Luna alumbraba su rostro blanquecino con líneas azules y sus ojos brillaban aún más de lo normal. Su rostro era tranquilo, y por un momento pensó en que era casi humano.

Escalofríos.

Desvió la mirada y un pequeño gruñido salió de su boca. Estaba mal lo que estaba haciendo.

Cuando el olor a humo empezó a invadirlo de nuevo, aquellos pensamientos sobre su traición se esfumaron por completo, casi como si no hubieran existido. «Pero, si no hay demonios buenos, ¿Qué sucede con ella?»

Ah, "Ella": Kamado Nezuko. Hermana de uno de los cazadores de demonios que últimamente se había vuelto famoso entre las pláticas Hashiras o reuniones: Kamado Tanjiro, o bien, como él le decía "Chico Kamado". Era un joven pelirrojo el cuál había sobrevivido a la selección de cazadores exitosamente, había matado a varios demonios y se caracterizaba por su enorme fuerza e impresionante resistencia. Si bien no era comparada con la de un Hashira, para el nivel en el que estaba era demasiado bueno. Sin embargo no destacaba por eso, sino por otro detalle, y ese era por su puesto, su hermana.

Su hermana era un demonio.

Y para su sorpresa, uno diferente.

Nezuko no había consumido jamás carne o sangre humana, negándose rotundamente a lastimar a alguien. Era excesivamente fuerte y tenía un poder de regeneración impresionante. Su aspecto era humano, parecía una persona cualquiera. De no ser porque tenía unos colmillos más grandes de lo usual. Cómo todos los demonios, ella tampoco podía estar en el Sol. Moriría.

La "moraleja" era sencilla: Un demonio sí podía cambiar, controlar sus impulsos e incluso trabajar como o con un cazador.

«No», se dijo; sabía el rumbo que estaban tomando sus pensamientos «Ni siquiera se te ocurra, traidor»

Salió de su burbuja en cuanto sintió una respiración cerca de su nuca, por impulso defensivo sacó de inmediato su katana y se giró con rapidez mientras la blindaba y apuntaba directamente a la cabeza de lo que sea que estuviera tras él. Pero se detuvo. La navaja del arma estaba a unos milímetros de distancia del cuello de Akaza, el cuál solo se miraba neutral, ni siquiera sorprendido. Lo estaba mirando fijamente a los ojos y parecía que ni siquiera estaba parpadeando. De nuevo se perdió en su miraba luminosa y sintió miles de escalofríos subir desde sus piernas hasta sus hombros. ¿Desde cuándo el olor a humo era tan potente?, empezó a marearse pero jamás quitó su perfecta postura de ataque. Está vez fue el turno del demonio acercarse; así que en cuanto vio que daba pasos cortos y cautelosos hacia él empezó a entrar en pánico.

Sus manos flaquearon, empezó a desviar la mirada a otros lados y ponía atención en todo lo que había alrededor menos en quien debía atacar.

En cuanto la nariz de Akaza estaba a pocos centímetros de la suya, cerró sus ojos con fuerza.

Por primera vez en años se sintió débil. Casi como si todas sus fuerzas se fueran al carajo de un segundo a otro. Se sintió como un niño pequeño recibiendo su primer regaño por culpa de algo que rompió.

Y lo escuchó.

«Sniff Sniff»

No quiso abrir los ojos, no podía hacerlo.

Sus manos empezaron a temblar y su katana siguió en la misma posición en la que se había quedado, apuntando a la nada.

— Me gusta… — escuchó, la voz grave del demonio ahora un susurro débil, casi deprimido — Me gusta tu aroma.

Abrió los ojos, pero ya no había nada.

Su corazón empezó a latir tan rápido sin una razón, como si quisiera salirse de su pecho en cualquier momento o como si estuviera bombeando tanta sangre que explotaría. Su katana había caído al suelo y estaba respirando de manera pesada con la espalda sobre un tronco.

«Traidor»

Necesitaba llegar a casa.

[ . . . ]

Ahora estaba sentado mirando a la nada. Su cabello se movía con el aire semi brusco del día y la hierba poco alta le hacía cosquillas en las piernas. Estaba sentado en el suelo; el Sol se sentía cálido, e incluso más caliente que de costumbre.

— Entonces… ¿Te vas a comer eso?

— ¿Qué?

— Qué: ¿si te vas a comer eso?

Kyojuro miró a sus amigos. Enfrente de él estaba Tengen Uzui, y a los lados de él Kanroji Mitsuri y Tomioka Giyu.

Kanroji era una Alfa, al igual que Uzui. Ella era una Hashira. Su cabello era rosado con puntas verdes limón al igual que sus ojos; su piel era demasiado blanca y tenía dos lunares bajo sus ojos que en su comunidad eran símbolo de belleza. Uzui lo estaba mirando raro, casi como si lo estuviera examinando; él era albino con ojos guinda y era el más alto de los que estaban ahí. Giyu por su parte era un Beta. Tenía el cabello negro amarrado y largo —Igual que Uzui— con toques azules oscuros y sus ojos eran de un azul marino bastante intenso.

Eran sus mejores amigos.

— Si, si me lo voy a comer — le respondió al albino, notando como todos lo miraban. Le hizo sentir nervioso eso. Frente a ellos había una canasta con comida y postres que la misma Kanroji había preparado. Todos estaban comiendo; menos Tomioka, quien parecía estar pensando en algo mientras veía su comida. Kyojuro entonces tomó los palillos y revolvió el plato de fideos que tenía enfrente.

Uzui miró a Kanroji, Kanroji miró a Giyu, Giyu miró a Uzui y Uzui de nuevo miró a Kanroji.

— Sobre eso, Kyo — Habló la chica, jugando con una de sus trenzas — Estuvimos hablando antes de que llegaras. Y bueno….

Uzui se rasco la cabeza, Tomioka desvío la mirada al cielo como si fuera lo más interesante del mundo.

— Hemos hablado sobre el pequeño cambio de actitud que has tenido en estos días.

Kyojuro ladeó un poco su cabeza, llevando a su boca sus palillos con fideos.

— ¿Y? — respondió, pasando todo sin siquiera masticarlo — ¿Qué pasa?

Kanroji le sonrió a su amigo, y le dió un pequeño codazo a Tomioka.

— Pues. — Hablo el beta — Estás algo…. ¿Disperso? Ya sabes, como… Como Obanai cuando se confesó a Mitsuri. ¿Recuerdas que ese día estuvo súper distante y actuaba rarito? Bueno, algo… — vaciló intentando no ser tan directo; no le gustaba hablar mucho — Algo parecido. Sé que me entiendes.

— ¿Disperso?

— Si, que estas todo ido — le respondió Tengen— Todo raro, todo menso. Mira, yo te explico mejor. Cuando Mamá y Papá se conocen-

— ¡Dijimos que nada de eso!

— ¡Pero míralo!, ¡Solo míralo! ¡Apenas procesa lo que le decimos!

Kanroji giró su cabeza a su amigo, y efectivamente, ahí estaba. Mirando fijamente su plato de fideos sin parpadear ni moverse. Parecía una estatua.

— ¿Si está respirando cierto?

— ¿Si….?— respondió Tomioka.

— Mira hermano — Siguió Tengen, dejando su plato sobre el suelo y juntando sus manos; dándole un aire serio. — Lo que queremos decir, es que cuando una abeja encuentra a una flor-

— ¡Dijimos que no!

— ¡No se me ocurre otra cosa!

— Rengoku — Interrumpió Tomioka, extendiéndole un Origini de la canasta para que comiera — Solo… ¿Sabes que puedes confiar en nosotros, no…? Cualquier cosa, aquí estamos.

Ahora estaba Kyojuro caminando entre el bosque, como era costumbre. Está vez hubo un cambio de rutina: En vez de que Tengen lo acompañe a casa, ahora era Tomioka. Uzui no quiso arriesgarse de nuevo, y bueno, él también quería evitar las preguntas de su padre.

Estaba de nuevo sumido en su mente, más bien, en la plática que había tenido con sus amigos. Estaban caminando ahora, y como era de esperarse, había silencio. No era incómodo, pero si era ciertamente abrumador.

Tomioka habló.

— ¿Estás bien?

Kyojuro levantó la mirada del suelo y miró a su amigo; le sonrió.

— Si, lo estoy. ¿Qué tal tú?

— Estoy… Pensativo. Has estado… Bueno, creo que fuimos algo claros. Nos preocupamos por ti, es todo. — Le dijo, caminando un poco más lento listo para alargar la plática.

«Tú puedes, solo debes preguntar que es lo que pasa y todo será como antes», «Si, tú puedes...» Se dijo, y después jalo aire. Listo para hablar y comentar sobre el notorio cambio de actitud en el Omega, el más destacado era que Rengoku era muy hablador, y ahora era muchísimo más callado que costumbre. Flaqueaban con su katana, parecía olvidar cosas, se veía más nervioso y distante, se preocupaba un poco más por su aspecto cuando antes le daba relativamente igual e incluso parecía estar perdido en la nada por momentos. Tenía problemas para concentrarse y lo que más le preocupaba: Comía poco a comparación de antes.

Hace unas semanas fácilmente podía comerse toda una canasta de comida que traía Karonji —por eso siempre llevaban dos, más postres— y ahora apenas y se había comido tres platos. Kyojuro comía bastante para tener un nivel suplementario de calorías debido a sus arduos entrenamientos que realizaba y que literalmente no pasaba un día sin entrenar para mejorar, Todo lo que comía, fácilmente podía bajarlo en dos días.

«Si el ve que estás preocupado, lo va a entender y quizá te diga que sucede. Pueden encontrar una solución juntos. Él te apoyo con lo ocurrido con Sabito, regrésale el favor»

Abrió su boca, listo para sacar sus mejores cartas pero el rubio le interrumpió.

— ¿Qué opinas de la hermana del Chico Kamado?

Bueno, no lo esperaba.

— Nezuko…. Ahm… Pues, es un demonio.

— Osea si, pero, ya sabes, ¿Tienes fe en ella? En qué puede redimirse y eso.

— Supongo. Después de todo mi cuello está en juego.

Kyojuro se sonrojó de inmediato por la vergüenza, ¿Cómo pudo olvidar eso? El mismo Tomioka fue quien se hizo responsable de los Kamado ya que él los había encontrado y dejado vivir a pesar de que el chico protegía a un demonio. Había decidido hacerse responsable de él e incluso lo llevó con su maestro, quien lo entrenó para hacerlo cazador.

El trato era; si Nezuko comía carne humana alguna vez, o bebía sangre, Tomioka, su maestro y Tanjiro debían cortarse el cuello por deshonra.

Escalofríos otra vez.

— Lo siento, es solo que…

— ¿No sucede nada, seguro?

Kyojuro rasco su brazo, nervioso. Después mantuvo su sonrisa tímida y desvío la mirada al camino.

— Tomioka, yo… Bueno, sé que fui muy descortés la vez que dijeron que fuiste tú quién dejó vivir a los Kamado — dijo recordando que él fue el primero en decir «¡Matenlos! ¡No hay mayor tontería que decir que un demonio es distinto!» — Pero, bueno, quería disculparme por eso. Supongo que sí pueden redimirse.

Giyu tardó un poco en procesar todo, sabiendo el rumbo tan extraño que estaba llevando la plática. Lo sabía, le estaba cambiando el tema a propósito.

— Kyojuro — le habló por su nombre, sabiendo que lo tenía permitido — Mira, te conozco. Sé que siempre le das vueltas a los asuntos. Voy a volver a preguntarlo: ¿Seguro que está todo bien?

El nombrado sonrió nervioso.

— ¿Si?

— Voy a ser más directo, ¿Te has estado viendo con alguien? Y por alguién me refiero a "Alfa".

— ¡No!, no, no. Jamás. Sabes que no me interesan esas cosas.

— ¿Entonces?

— Solo…. Es un conocido. No somos amigos, no somos nada.

«Traidor»

— ¿Y eso te afecta?

— No, realmente no. Solo es… Raro, es todo.

Hubo un corto silencio, Tomioka mantenía su vista al frente mientras caminaba y su rostro era neutral; apenas parpadeaba.

— ¿Desde cuándo se conocen?

Kyojuro vaciló un poco, empezó a jugar con el mango de su katana.

— Supongo que hace unos meses. No hablamos. Solo nos hemos encontrado de casualidad. Pero ¿Por qué preguntas esto?

— Es solo que, los chicos y yo estábamos hablando de que a Tengen le pareció olerte como un Omega marcado.

[ . . . ]

Estaba acostado en su cama; la ventana estaba abierta de par en par y el viento helado se metía a su habitación. Estaba empezando a nevar. Apenas eran unos pequeños copos de nieve pero para mañana estaba seguro que todo el bosque estaría blanco en el amanecer. No tenía su pijama puesta, de hecho seguía con su vestuario de cazador pero sin su capa. Su katana estaba en el suelo, y él solo miraba fijamente el techo sin una razón. Ya era de noche, ni siquiera sabía qué hora era.

Tampoco le importaba.

No había cenado, no tenía hambre. Su hermano había intentado hablar con él desde que llegó a casa y su padre también; pero de nuevo, solo se había encerrado en su cuarto. No podían culparlo, ¿Qué podía hacer después de escuchar a Tomioka decir «Omega marcado»?

Se rascó el cuello.

Y lo olió.

Casi nulo, pero ahí estaba de nuevo.

«Traidor»

Se levantó de su cama sin hacer ruido, deslizó la puerta de su habitación y empezó a caminar por el pasillo. A juzgar por la enorme oscuridad sabía que era de madrugada.

Salió por el umbral de la puerta y empezó a caminar, ya era un ritual. Ya ni siquiera le importaba. Para su sorpresa todo estaba cubierto de nieve, o al menos la gran parte del pasto y copas de árboles. El aire era tan frío que de inmediato pensó en regresar a casa y envolverse entre las cobijas de su cama; pero aún así siguió caminando.

Y ahí estaba él, caminando también a su dirección. Apenas había salido de su patio y ahí se encontraba. Era la primera que —según él— Akaza lo buscaba.

No supo cómo sentirse.

Cerró la pequeña barda de madera tras él y recargó su espalda contra la puerta. Lo vio de pie frente a él; sus brazos fueron a su pecho y se cruzó de manos para mantener el mayor calor posible sobre sí. Ver a Akaza con un chaleco corto puesto y con una bermuda le hizo sentir escalofríos, ¿No sentía lo helado que está el aire? Bajo su vista a los pies ajenos, y como esperaba, lo vio descalzo.

Cómo costumbre, nadie habló, nadie dió un "primer" pasó y nadie intentó hacer contacto. Solo estaba ahí, de pie.

Kyojuro se preguntó si Akaza sentiría el frío, si sintiera el calor en los días de primavera, si sentía el clima tibio del otoño y del verano. Se preguntó si alguna vez había sentido dolor, en sí sentía algo más allá de hambre infernal, o si dormía alguna vez.

Pensó en que tan humano podría llegar a ser, en que tanto podría moldearse a voluntad.

Se dió cuenta que no tenía su Katana a los pocos segundos de mirarlo, y su mano instintivamente fue a dónde debería estar.

Empezó a entrar en pánico.

Iba a matarlo, iba a matarlo.

Su respiración se agitó de nuevo, y su pecho empezó a subir y bajar de una manera extraña para él, ¿Qué estaba sintiendo? ¿Desde cuándo sentía miedo? Cada uno de sus bellos se erizó y miles de escalofríos empezaron a atacarlo. Su vista miró a todos lados menos a quien tenía enfrente, pero en cuanto sintió una abrumador aroma colarse en cada extremo de su piel, volvió a quedarse estático.

Olfateo un poco, encontrando aquel aroma a incendio al que tanto se había acostumbrado.

Y lo miró a los ojos.

Su rostro era iluminado por la Luna, su cabello se movía con el gélido aire, su aroma a cerezo estaba disperso en todos lados porque el viento lo movía de un lado a otro; sus brazos volvieron a abrazarse solos, y entonces el demonio percibió de nuevo aquel brillo peculiar.

Solo ahí, Akaza se preguntó si su piel sería igual de cálida que el mismo Sol.

«A mi…. A mí también me gusta tu aroma»

Continue Reading

You'll Also Like

193K 11K 18
El maldito NTR pocas veces hace justicia por los protagonistas que tienen ver a sus seres queridos siendo poseidos por otras personas, pero ¿Qué suce...
120K 21.3K 58
Jimin es un humano común y corriente, un día va a una excursión en el bosque y al recostarse en un árbol es transportado a un mundo mágico, llamado f...
159K 22.1K 21
Viajar al Amazonas a pesar de su disgusto le abrió los ojos para darse cuenta que al final... Todavía no era verdaderamente libre. . . . No. 1 en #t...
342K 46K 64
Jimin es el coronel encargado de los nuevos soldados que acaban de iniciar su servicio militar de dos años, aunque debe mantener en secreto que es un...