Dahlia | winrina

By paradiseworlds

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Año 1725. Winter, la proclamada pirata con peor fama del país, lleva años buscando lo más preciado para ella... More

1: El collar de diamantes
2: Rutina, ¡vuelve!
3: La historia de tus cicatrices
4: El barco
5: Primer paso; decir sí
6: La tormenta
7: Confianza
8: Antes y después
9: La vida es una caja de sorpresas
10: Hogar dulce hogar
11: Los pasos a seguir
12: Si no eres tú, ¿quién?
13: Los polos opuestos
14: La rabia que provoca (M)
15: Buenos días (M)
16: La espada de hielo
17: Rendida ante ti
18: Siguiente
20: La fruta prohibida
21: Mamá
22: El origen
23: Una verdad a ciegas
24: Bonus
25: DAHLIA
Personajes

19: El caballo de juguete

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By paradiseworlds

FLASHBACK

Año 1710

Nicholas corría por toda la casa con su nuevo caballo de juguete. Se había convertido en su principal entretenimiento y sobre todo, lo más preciado para el. El pequeño Nicholas se paseó por el jardín, seguido de la cocina hasta llegar al salón.

Al entrar a la habitación vio que sus padres estaban hablando. Ver a su padre le llenó de ilusión y quiso jugar con él, así que se acercó corriendo.

—¡Papá! Vamos a jugar con mi caballo nuevo.

Su padre le dio un vistazo malhumorado y se giró.

—Ahora no, hijo. Ve a jugar con la hija de la señora Jahyun.

Nicholas se entristeció al mismo tiempo que un enfado creció dentro de él. Siempre que quería jugar con sus padres, siempre le mandaban con la pequeña Winter, y él la detestaba por ello. El odio del pequeño a aquella niña empezó por una pequeña tontería, lo que no sabían es que acabaría desencadenando a peor.

Nicholas refunfuñó y se sentó tras el sofá. Puso al caballo frente a él y le empujó haciéndole caer. Sus padres creían que se había marchado del salón y la discusión empezó a elevarse. Tristemente, Nicho la escuchó.

—¡De ninguna manera! —gritó su padre a su madre.

—Cariño, no tienen casa. Viven aquí desde hace años, ¿qué nos cuesta ayudarles?

—Si Jahyun y su hija viven aquí es porque forma parte de su trabajo, son sirvientas. Bastante es que la dejamos traer a su hija cuando era un bebé. ¡Deja de preocuparte tanto por ello!

—¡Y tú deja de ser un hombre sin sentimientos, Frederick! Entiendo que no quieras preocuparte por Jahyun, pero su hija tiene casi la misma edad que Nicholas, ¡la hemos visto crecer!

—¿Y qué me incumbe a mi eso? Verla crecer no significa que tenga que ejercer de padre que no tuvo.

Nicholas se puso las manos en los oídos para no escuchar más, pero se le hizo inevitable seguir haciéndolo.

—Eso es cruel, y yo no me casé con un hombre cruel.

Frederick Borne suspiró y pasó sus manos por la cabeza. Estaba irritado y molesto.

—¿Qué pretendes que hagamos con todo esto, Olivia?

—Que ayudemos a Winter en su educación. Ella no tiene la culpa de haber nacido en la familia que tiene, ¡es una niña por el amor de Dios!

—¿Y qué quieres? ¿Que vaya a la escuela con Nicholas? ¡Sería el hazmerreír!

—No, pero tal vez que obtenga clases decentes en casa, que aprenda lo básico, a leer y a escribir... Ahora mismo lo único que sabe es gracias a André.

Frederick se sentó en el sofa y Nicholas se tapó la boca con las manos para no emitir sonido.

—¿André?

—Al jardinero, Frederick.

—A veces pienso que te preocupas más por esa niña que por tu propio hijo.

—No digas tonterías.

—No las digo, Olivia. Tú y yo sabemos que siempre quisiste una niña.

Su madre se quedó en silencio, no rechistó. En ese momento Nicholas, un niño de apenas 6 años, sintió como su propia familia le rompía el corazón. El pequeño solo quería jugar con su caballo, solo quería divertirse con sus padres.

Pero la diversión estaba prohibida en los Borne. Desde aquel momento, los ojos de Nicholas se volvieron a un tono oscuro que no sabía que existía.

***

Año 1715 — Cinco años después

—¿Cuánto queda para que vuelvan mis padres? Dijeron que estarían aquí al anochecer —le preguntó Nicholas a su mayordomo.

—No sea impaciente señorito Nicholas, habrán tenido tráfico.

Nicholas refunfuñó y se recostó en el sofá. Se suponía que sus padres llegarían a tiempo para la pequeña fiesta que les habían organizado, nada del otro mundo, simplemente de celebración por su aniversario de casados.

Nicholas con los años se volvió un chico serio, reservado. Es cierto que crecer también influye en aquello, pero su mentalidad se había tornado mucho más oscura de lo que muchos imaginarían.

Mientras Nicholas esperaba en el sofá, un par de habitaciones al fondo se encontraba una Winter de 11 años mirando por la ventana de su cuarto-trastero. Esperaba a que su madre volviera de ese trabajo tan urgentemente que le habían pedido, que simplemente era acompañar a los Borne en barco.

Al principio, cuando Jahyun le contó a su hija que no podría estar con ella en su cumpleaños la pequeña se enfadó. Le molestaba que el único día especial que podía tener Winter en medio de todo su bajo status, de nuevo se lo estropeara la alta sociedad. Al cabo de las horas acabó asimilándolo, pues qué más podía hacer.

—Mamá... Dijiste que volverías antes de media noche... —musitó pegada a la ventana.

Winter ya estaba planeando en su cabeza qué deseo pediría al soplar la vela de cumpleaños, o qué le diria a su madre cuando cruzara por la puerta.

Hasta que escuchó un estridente grito que venía del salón. A Winter le estremeció. La joven corrió hacia la sala principal cuando ella de normal siempre intenta pasar desapercibida. Su corazón latía con fuerza porque sin entender cómo y por qué, se esperaba lo peor.

Al llegar se encontró al servicio llorando, Lois abrazando a una de sus compañeras, otros maldiciéndose. Nicholas estaba sentado en el sofá sin decir nada, sin pestañear. Simplemente entró en un estado de shock.

A Winter le aterró preguntar pero sabía que debía hacerlo.

—¿Qué ha pasado? —musitó junto a la puerta.

André, el jardinero y profesor de Winter particular, se acercó hasta ella. Su rostro era triste, las lágrimas llenaban sus ojos. Parecía demasiado afectado.

—Ven cielo, vamos a la cocina.

En ese momento Winter lo imaginó. No quería imaginar lo que estaba pensando, pero lo hizo.

—¿Qué le ha pasado? —preguntó con miedo.

André negó con la cabeza y la hizo sentarse en uno de los taburetes de la cocina.

—Cariño... El barco de los Borne ha sufrido un accidente.

—¿Qué? ¡¿Y mamá?!

Él solo la miró, la miró y lloró. No fue necesario palabras, no eran nada oportunas.

—No... No puede ser... ¡No! —gritó mientras lloraba.

La vida de Winter dio un giro después de ese día. Todo lo que soñó una vez, ya no importaba. El día que tuvo que marcharse de esa casa, ese día empezó a enfrentarse a lo que era vivir de verdad.

Sin embargo Nicholas, que escuchó a Winter preguntar qué había pasado, necesitó culpar a alguien. El ser humano tiende a señalar a una persona cuando ocurre algo sin explicación o una catástrofe repentina. Lo más seguro para ellos es tener algo a lo que aferrarse, un por qué, una razón.

Entonces en ese momento Nicholas recordó el cariño que le tenia su madre a Winter. Recordó las veces que la ayudaba a peinarse cuando nadie estaba presente, recordó que le compró ropa a escondidas de su padre para que pudiera ir a gusto en verano. Y también recordó que su madre le había preparado un regalo a Winter por su cumpleaños y que pensaba dárselo esta noche.

Nicholas se cargó de irá y fue directo a la habitación de sus padres. Descontrolado y lleno de odio rompió todo lo que se ponía sobre su paso y se descargó contra el mundo. Entonces, sin darse cuenta, encontró una carta escondida en el armario. El joven curioso la sujetó, un sentimiento agridulce le llenó su interior. Conforme iba leyendo su rostro fue tornando a completamente serio, en ese momento sintió el verdadero miedo corroyéndolo por dentro. Esas palabras escritas a pluma le cambiaron por completo el pensamiento, le hicieron entender todo.

Y en el momento en el que todos los cargos superiores recayeran sobre su espalda, se encargaría de hundir a Winter lo máximo que pudiera, hasta la ultima de sus miserias.

Solo así volvería a tener paz.

Por ese motivo Nicholas entró al cuarto de las Kim, Jahyun y Winter, y lo limpió de la manera mas desagradable y desgarradora para la joven, por eso cuando destrozó el colchón de su cama encontró un cofre bajo ella, por eso se llevó aquel collar de diamantes que le pertenecía a Winter.

—La porquería no merece tener cosas como estas.

Desde ese día en adelante las cosas se volvieron difíciles para todos, absolutamente todos.

***

Año 1722 — Siete años después

Nicholas y Karina desayunaban en su gigantesca mesa del salón. Lois le trajo café a Karina y esta le agradeció con una sonrisa.

En ese momento uno de los empleados del huerto pasó con una caja yendo hacia la cocina. Nicholas frunció el ceño al verlo y exclamó.

—¿Eso son melocotones?

El hombre frenó en seco.

—Sí señor, iba a tirarlos y...

—Apartadlos de mi vista, dije que en esta casa había límites —espetó enfadado. El hombre frenó en seco—. Y lárgate. Estas despedido.

—Pero...

El hombre no pudo seguir, uno de los guardias lo sacó de allí sin explicación ninguna.

Karina se quedó boquiabierta, prefirió no opinar. Cuanto menos hablara, antes cambiaría de tema.

—Lois, rápido, tráeme la prensa. ¿Tú quieres? —le preguntó a Karina.

—Esta bien.

Al rato apareció Lois con dos periódicos y se disculpó alejándose.

Era uno de esos días para Karina que se planteaba que hacía para vivir, qué cosas la llenaban de verdad o la hacían feliz. La joven estaba cansada de ser un títere que solo servía para ser la sombra de Borne.

Karina se puso a ojear los noticieros curiosa, había un noticiero sobre cómo ciertas personas del pueblo habían sido heridas. Karina frunció el ceño y continuó leyendo.

"Los jovenes afirman que unos piratas entraron a traición en su negocio para robarles el dinero", decían el artículo.

—Sinverguenzas, muertos de hambre. Seguro que han sido los desgraciados de siempre.

—¿Quienes?

—Los del Dahlia, esos impresentables.

Nicholas sabía claramente que Winter formaba parte eso, es más, lo lideraba. Eso hacia que le creara aún más rabia, que la fama de Winter fuera cayendo en picado le ayudaba a que si alguna vez decidía hacerle daño, él siempre iba a ser el héroe.

Sin embargo Karina seguía ojeando el periódico.

"Se confirma que el dinero robado ya había sido robado anteriormente. ¿Puede ser esto un acto de justicia?"

—Mira Nicho, aquí pone esto —le dijo Karina.

Nicholas se acercó para leerlo y Karina empezó q notar como el periódico se arrugaba al apretarlo con fuerza.

—¡Lois! Llévate esta basura —dijo soltando los informativos.

Karina no dijo nada, era lo mejor. Sabía que algo le sucedía a su prometido con esa persona y que no era nada bueno, así que optó por lo más inteligente: no opinar otra vez.

El periódico cayó al suelo abierto y en una de esas páginas ponía en grande:

"Lo bueno esta por venir"

Karina quedó pensativa. ¿Qué se supone que debía venir? ¿Nuestra boda? ¿Tener hijos? No le gustaban los eslóganes publicitarios porque engañaban y jugaban con los sentimientos de la gente.

Lo bueno esta por venir... Ojalá tengan razón, pensaba ella.

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