ღ Ineffable husbands - ONESHO...

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┏━━━━━━━━━━━━━━┓ Crowley x Aziraphale y otras parejas paralelas del multiverso Michael Sheen-David Tenn... Více

「✦」Dolor de corazón.
「✦」San Valentín.
「✦」Sabor dulce.
「✦」Demon!Aziraphale - Te tantum diligo.
「✦」Angel!Crowley - Colonenses 3:5
「✦」Después del No-Fin de los tiempos.
「✦」Illogical! husbands-Una nueva oportunidad.
「✦」REV!Omens- Te adoro.
「✦」Puedes mirar, ángel. ANGST.
「✦」IneffablesWives -Una noche de lluvia
「✦」Killer!Husbands - Hazme gritar.
「✦」Rev!-Por ti haría cualquier cosa.
「✦」Lujuria de Ángel.
「✦」Illogical husbands! Herida por herida
「✦」Human AU- Lenguaje floral
「✦」Omnia vincit amor (Roma)
「✦」Baroque Husbands!- Búscame en Londres
「✦」Crime! husbands-- Bajo sospecha pt. 2
「✦」Inner Demons!- Tras la Caída
「✦」Una vez en el Cielo
「✦」Rev! Dolorosa tentación
「✦」Fem! Aziraphale-- Crawling back to you
「✦」Fem! Crowley -- La Esposa del Sr. Fell
「✦」Tras la s2 - «1 Timoteo, 2:6 »
「✦」Arrodíllate
「✦」Sempiternus
「✦」Vampire AU! - La tua cantante
「✦」Mano de Santo
「✦」Primera tormenta (Edén)
「✦」Segunda tormenta (Mesopotamia)
「✦」Tercera tormenta (Tierra de Uz)
「✦」Huye. Quédate [Serial Killer Husbands]
「✦」 Baroque Husbands! pt.2- Completamente tuyo
「✦」Juego de posición [Fem!Aziraphale]
「✦」Juguetes [Fem!Crowley]

「✦」Crime! husbands-- Bajo sospecha pt. 1

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A ESTAS ALTURAS SON COMBIANCIONES DE PERSONAJES QUE EXISTEN EN EL FANDOM PERO NO TIENEN NOMBRE ASÍ QUE TRATAMOS DE BAUTIZARLAS POR DARLES UNA IDENTIFICACIÓN AJAJAJAJAJJA

Crime husbands -- Es un AU! que se ha hecho popular a causa del mismo fandom de Good Omens, en el que se combinan los ya existentes fandoms de Michael Sheen y David Tennant. Se han creado varios Universos Alternativos en los que se combinan personajes de ambos actores de sus diferentes participaciones en series, muchos con el "husbands" añadido al final en honor a los Ineffables Husbands, que son el ship principal.

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Crime husbands -- Pareja entre Alec Hardy & Martín Whitley 

:・゚✵ :・゚✧ :・·Alec Hardy (Broadchurch), detective y policía (David Tennant):・゚✵ :・゚✧ :・゚✵

&

:・゚✵ :・゚✧ :・·:・゚✵ :・゚✧ :・·Martin Whitly (Prodigal Son), asesino infame conocido como El Cirujano (Michael Sheen):・゚✵ :・゚✧ :・゚✵

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Contenidos: Enemies to lovers, dinámica asesino-policía que siempre está bien AHSJA, smut

evidentemente, dinámicas de una relación poco sana.
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___________________             "Bajo sospecha" Parte I           _______________________

SINOPSIS

"En el pequeño pueblo de Broadchurch todo está patas arriba tras el reciente caso de un muchacho asesinado misteriosamente. En esos momentos, Martin Whitly se muda, buscando dar comienzo a su nueva vida en la localidad costera, apartado de las grandes ciudades y de su pasado.  Por su parte, Alec Hardy es el inspector principal al cargo del caso (según el lore de Broadchurch, también está allí para iniciar una nueva etapa en su vida, como penitencia por sus errores anteriores). Mientras estudia rigurosamente los posibles culpables en el pueblo, se topa con el expediente de Whitly y encuentra que ha sido vinculado con asesinatos antes, viéndose obligado a vigilarle de cerca y a colocarle en cabeza en la lista de sospechosos. A pesar de los prejuicios iniciales y su obligada rivalidad, la conversación con el asesino retirado no dejará de sorprenderle, desencadenando una extraña química entre ellos"

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Alec Hardy no podía creer lo que estaba pasando. Se había abierto un caso nuevo de asesinato, el personal era consciente de que Martín Whitley estaba en el pueblo y ¿a ningún oficial se le había pasado por la cabeza hacer más que interrogarle al respecto? El castaño no podía evitar considerar lo sospechoso que era que no se le relacionase con la escena del crimen después del historial enterrado que había descubierto que tenía. Aunque no concretos, ahora sabía que había tenido antecedentes penales en los que ya indagaría cuando tuviese más tiempo. En aquel instante la lluvia fría sobre su cabeza tampoco le dejaba detenerse mucho tiempo en cada detalle, no era ningún idiota. Y sabía que Martín era muy consciente de cómo debía responder a cada pregunta oficial y mover cada pieza porque no era ningún imbécil; y eso calentaba más el rostro enfurecido de Hardy. "¿De verdad a nadie se le ha ocurrido hacer unas putas pruebas en la casa en la que vive Whitley en lugar de entrevistar a doscientos ancianos cotillas que merodeaban la zona? " Después de aquél griterío y algunos que otros insultos, el inspector había decidido encarar los problemas él mismo y dejar en claro al peligris que estaba atento a cada movimiento. Podía tomarlo como una amenaza.

Llovía como el puto infierno, pero aquello no era relevante en el momento. La mano del escocés llamó a la puerta, esperando a que aquel hombre se mostrase frente a él, para enfrentarle aunque fuese con la gabardina pegada al cuerpo y el pelo empapado.

Martin descansaba en su sofá, observando su televisor que en aquel momento, su hija aparecía en él. Los canales de noticias internacionales al menos le mantenían cerca de su familia, de cierta manera.
¿Cuánto tiempo llevaba ya en aquel pueblo? Se había refugiado lejos esta vez, huyendo de todo lo que le seguía en Estados Unidos. Huyendo de su propio hijo. Aunque Malcolm seguía recibiendo llamadas y mensajes de voz de su adorado padre.

Martin frunció el ceño cuando escuchó los golpes en la puerta y por segundos miró hacia la ventana, observando la lluvia caer.

—¿A quien se le ocurre...?—murmuró mientras se levantaba, apagando el televisor incluso, una ligera manía, antes de ir hacia la puerta.


Al abrir, se encontró cara a cara con el inspector del pueblo; Alec Hardy. Claro que le conocía. Todos allí lo hacían y no había tardado demasiado en saber sobre él gracias a los vecinos, cada vez que salía a comprar o incluso cuando venían de visita a la casa.

—Inspector Hardy, un placer verle. ¿Qué le trae por aquí? —Una sonrisa apareció en los labios de Martin, que observó al castaño de cabeza a los pies antes de echarse a un lado e invitarle a pasar.—No me gustaría que se resfriase. No tengo ninguna toalla grande, pero quizás, ¿le gustaría que le prestara una bata?


"Será rápido. No es necesario" Fue lo que Alec Hardy y su ceño fruncido estaban dispuestos a contestar a aquella sórdida sonrisa; cuando un relámpago estalló a sus espaldas, vaticinando la creciente fuerza de aquella tormenta. El castaño suspiró en exasperación, mientras la sonrisa de Martin crecía y una ceja divertida se alzaba, esperando su respuesta.

—No tengo intención de mojarle la entrada.— Fue la única excusa que pasó por su mente.

—Está diluviando, lo que menos me preocupa es que mojes mi entrada o la sala de estar. Insisto. —Martin alzó las cejas, moviendo su mano para que pasase.— Además, me da la sensación de que va a ser una conversación larga. Pasa y quítese la chaqueta, voy a buscarle la bata que le prometí.


Terminó por decir Whitley mientras dejaba la puerta abierta, a la espera de que Hardy pasase, mientras se perdía por el pasillo interior hacia el baño, buscando la bata para cubrir al inspector.

El escocés suspiró con suavidad y se llevó una mano al rostro, frotándolo por un instante para poder digerir bien lo que estaba pasando. Terminó por rendirse y pasar, cerrando tras de sí con cuidado, retirando aquella gabardina empapada de su alrededor y dejándola en el perchero al lado de la puerta. Alec bufó al observar cómo su camisa blanca se pegaba incómodamente a su cuerpo a causa de la humedad, con impaciencia.

—Seré bastante breve, Whitley. — El policía ofreció una sonrisa que más bien parecía una mueca que se borró en un instante, mientras sus ojos patinaban desconfiadamente por todos los alrededores, cuidadosamente.— No me gustaría quitarle mucho tiempo.

—Oh, por supuesto. Entonces no le ofreceré cambio de ropa alguno. ¿Estará bien con esto? —le tendió la bata nada más volver. La lluvia le había calado por completo de la gabardina, mojando incluso su ropa.—¿De qué quería hablar, inspector? Sabe, es un pueblo tranquilo, al contrario que el caos en el que vivía estando en New York.

—Sí, se lo agradezco.— El castaño asintió y colocó aquella prenda a su alrededor, suspirando ante el agradable calor en sus huesos por un momento. Pronto, volvió su vista al peligris y alzó las cejas, entrecerrando los ojos con cierta desconfianza.— Sin embargo; he sido informado de que tiene usted unos antecedentes penales bastante, eh, algo lejanos.

Alec cruzó los brazos sobre su pecho y estudió con su mirada cada movimiento, inconscientemente.

—Comprenda que por mi parte, viendo el caso al que estamos enfrentándonos, se me hace imposible no incluirle en la investigación, mucho menos siendo un vecino tan cercano de la familia.— El tono del voz del detective fue neutral aunque contundente.—Así que quería darle el aviso de que pasará a formar parte de los posibles sospechosos hasta que se muestre evidencia de lo contrario, estaré encima de usted en todo momento. No soy nuevo en este asunto, espero que lo entienda.

—¿Y de que soy sospechoso? Estoy en todo mi derecho de saberlo. Puede obviar los detalles si aun siguen siendo secreto de sumario. —la expresión de Martin se relajó conforme hablaba con Hardy, manteniendo su mirada fija en él.— Claro... Mis antecedentes.


El peligris se cruzó ligeramente de brazos, riendose levemente por sus palabras antes de alzar una ceja.

—Y claro que lo entiendo, pero por favor... Déjeme espacio personal, inspector. No me gustaría que se llevase una sorpresa de tanto vigilarme.—Martin se humedeció los labios con la punta de la lengua, observandole de manera divertida, antes de girarse.— Le prepararé un té, le vendrá bien para entrar en calor. Tome asiento en el salón, al menos hasta que deje de llover con tanta intensidad.

—Sospechoso de secuestro y asesinato.— Hardy no titubeó en hablar con crudeza, arrugando su ceño al enfrentar aquella sonrisa traviesa que mandó un torrente de ira directo a su organismo. Torció los labios con paciencia y alzó una ceja, siguiendo sus indicaciones hasta el salón, se encargó de que Martin le oyese, mientras tomaba asiento en alguno de los sillones de la sala. — ¿Le parece divertido?


El castaño sintió las mejillas algo calientes, no sólo por la molestia, sino también por algo de vergüenza inevitable, no permitiría que se riera en su cara por una mala elección de palabras.

Martin no podía evitar reírse en voz baja desde la cocina al oír el tono en la voz de Hardy. Quizás era por su sangre fría, por lo que ya había hecho tiempo atrás, que había perdido parte de su humanidad y podía darse el lujo de poderlo tomar con humor.

—Claro que no, inspector Hardy. Un secuestro y asesinato es algo muy serio. Como médico, también soy consciente de ello. Si no recuerda mal.


Colocó la tetera con el agua caliente en una bandeja, junto a dos tazas y algunas pastas, antes de ir al salón, dejándolo en la mesa central, frente a Alec. Pasó una de sus manos por la barba, observando el rostro del castaño, ruborizado y enfadado por su desfachatez.

—No cambiará de opinión seguramente, pero.... No he sido yo, Hardy.—Tomó asiento frente a él, apoyando su espalda en el respaldo y cruzando sus piernas.—Por mucho que me emocione pensar que queráis que vuelva a las andadas... Esto no tiene nada que ver conmigo.

—El culpable nunca lo admitiría de primeras ¿cree que soy novato?— Alec bajó las pestañas, deslizando su mirada por el cuerpo ajeno, sentado no demasiado lejos de su propia posición. Realmente no podía evitar considerar sospechosa toda aquella amabilidad, aunque al fondo de su cabeza también resonaba la opción de que fuese sólo un hombre tratando de tratar con respeto a alguien de servicio.— Por tus palabras puedo confirmar mis ideas de relacionarte con asesinatos directamente aún sin conocer el carácter de tus antecedentes.

—Inspector Hardy, puedo asegurarle que El Cirujano, ahora se dedica a operar y a cuidar de sus pacientes. Como siempre hice... Hasta que las cosas cambiaron.

Hardy arrugó su ceño con molestia, más bien impotencia; tal vez por ser consciente de la inutilidad de abrir el caso sin evidencia suficiente, como en Sandbrook. No tocó el té ni las pastas, de repente su apetito se había esfumado al recordarlo; junto con la comprensión de su situación: estaba compartiendo aire con un asesino. No es que sintiese miedo, más bien repugnancia. Se frotó los brazos para entrar en calor, notando que el aire comenzaba a faltarle y su visión fallaba por un instante.

La situación actual de Martin, le recordaba a años atrás, antes incluso de conocer a su ex mujer. Cuando aún era solamente un médico respetable y vivía sus días con tranquilidad. Aquel pueblo, para alivio de todos, le había devuelto a aquel remanso de paz.

—Hardy, ¿se encuentra bien? —frunció ligeramente el ceño, comenzando a ver su comportamiento, diferente a unos minutos atrás. Se levantó del sofá y se colocó a su lado. Desconocía por completo las patologías que sufría el inspector, y aquello le venía por sorpresa. Le dijo tomando su brazo con cuidado, para tomarle el pulso de la muñeca.— ¿Toma algún tipo de medicación? Respire y trate de calmarse.


El detective cerró los ojos con fuerza frunciendo su rostro en una expresión de dolor, conocía perfectamente aquel dolor en el pecho. Con la respiración algo alterada, palmeó sus propios bolsillos lo más rápido que pudo, aunque sus movimientos fueran débiles. El castaño tragó saliva y sintió algo de sudor frío en su rostro.

—Mi abrigo...— Alec gruñó sus palabras como pudo, deslizando su mirada hasta el doctor rápidamente, nublada y con cierta desesperación, a la par que sus dedos se enterraban en su propia camisa.— Las pastillas en... uno... uno de los bolsillos.

Martin se apartó de Alec en cuanto le dijo dónde buscar su medicación. Fue hasta la entrada en unas pocas zancadas y rebuscó con rapidez, y con un ligero nerviosismo, aquellas pastillas. Lo ultimo que querría es que pensase que le dejaría morir a placer allí mismo si iba lento.

Cuando estuvo frente a él, sacó una de las pastillas del pastillero, asegurándose de que viese que lo hacia, y se la tendió.

—Tome algo, el té debe de estar ya tibia incluso. —se giró para servir un poco de la tetera en la taza y se la acercó a los labios con cuidado. Si estaba teniendo un ataque, no podría mantener demasiado bien el pulso.— ¿Problemas de corazón, inspector? —preguntó en un tono serio, quizás, sacando a la vista su lado médico, queriendo asegurarse de que pronto se podría encontrar mejor, o pudiera él mismo ayudarle. Aunque allí no tenía nada de lo necesario.

—Nada a lo que no me haya acostumbrado. —respondió Hardy con un leve gruñido después de tragar aquella pastilla, comenzando a notar como las punzadas de dolor disminuían. Tomó otra del paquete y la introdujo en su boca . —Perdón, no te dije que eran dos.


El policía habló apuradamente y posó sus manos sobre la del peligris que sostenía aquella taza cerca de su rostro, para acercársela a los labios y poder dar varios tragos. El dolor comenzó a disminuir y las cejas de Alec se relajaron; espiró al terminar de beber, con cierto alivio y su agarre se suavizó, dirigiendo su mirada a Martín que estaba inclinado cerca, probablemente con aquella situación tomándole por sorpresa. El policía se quedó algo rígido al encontrarse con su rostro tan de cerca, pudiendo ver con detalle aquellos fríos ojos azules, penetrantes en cierto modo. Sin embargo, una gota de agua sobre su propia nariz proveniente de sus mechones húmedos sobre su frente le devolvieron a la realidad y a la razón por la que había llegado hasta esta situación. Hardy dudó un poco y trató de decir algo, pero solo pudo balbucear débilmente.

—Eh...bueno, yo-- ya estoy bien. No quiero mojarte.

—Ahora mismo no me importa si mojas la casa entera. ¿Mejor? —susurró Martin cerca de su rostro, llevando sus manos a sus mejillas para moverle libremente y observar sus ojos. Parando de un momento a otro y acariciando sus mejillas.— No me lo perdonaría si te dejo enfermar aún más, puedes tomar una ducha. La lluvia irá para largo.Y no quiero pensar en lo que sucedería en juntar ese corazón tuyo, con una neumonía.


Sus manos se habían rozado por segundos y luego aquellas caricias en su mejilla. "¿Qué demonios te pasa, Martín?", se regañó a sí mismo, alejándose un poco de él, pero sin dejar de observarle. Por momentos, había deseado, hacer una locura. A un hombre enfermo, recién salido de un ataque. Debía de estar loco.

—El baño se encuentra al fondo del pasillo, puedes usar lo que gustes.—respondió algo alterado por sus pensamientos.—Soy más ancho que tu, quizás sí pueda servirte algo mio. Y no voy a aceptar un no por respuesta, Hardy.


Alec parpadeó un par de veces con cierta sorpresa, aún tratando de digerir lo que había sucedido, con el tacto del peligris sobre sus mejillas, que se calentaron. El detective gruñó en cuanto escuchó sus palabras, arrugándole el ceño.

—No tengo tiempo para estar descansando.— Hardy se incorporó de forma algo tambaleante, retirando aquella bata de su cuerpo y caminando sin mucha estabilidad hasta la salida de la habitación, pasando cerca de Martin.— La investigación sigue abierta... y... me secaré en casa...

—¿Qué no tienes....? Ahora mismo estás frente a un médico, en su casa, y siento decirtelo, vas a tener que hacerme caso a mi. —Martin frunció el ceño cuando se incorporó del sofá, agarrandole de la muñeca para que no avanzase.

El detective suspiró con cierta pesadez, sintiendo la ropa pegada a su cuerpo de forma molesta. Sin embargo; su terquedad no era algo que fuese a abandonarle fácilmente, ni siquiera los médicos habían conseguido que permaneciese en el hospital más de una noche.

Notaba su camisa húmeda y no pudo evitar bajar la mirada, observando como se pegaba a su cuerpo, haciendo que inspirase con brusquedad.

—No pienso permitir que salga de mi casa así. ¿Eres consciente de que acaba de darte un ataque en mi sofá? Y aun asi tienes suficientes ganas de salir con la tormenta. —Martin gruñó ligeramente y tiró de él, comenzando a caminar y haciendo que le siguiese hasta el baño, que cerró con llave cuando ambos entraron.— O te quitas esa ropa, o lo haré yo.

—¿Disculpe?— Espetó Hardy, arrugando el ceño con más intensidad, tratando de retirarse de su agarre; sin éxito debido a la debilidad en su cuerpo, a causa de su salud.— Usted no me da órdenes.

—Ahora mismo si.


El detective observó cómo había cerrado la puerta y tragó saliva, sintiéndose ciertamente nervioso por aquella invasión a su espacio. Físicamente era más débil que Martin, y su fama no le hacía ningún favor, en lo más profundo de su juicio sentía algo de miedo. Trató de forzar el agarre alzando su muñeca a la altura de su propio rostro, pero sus músculos dolieron ante el gesto y gimió con cierta molestia. No tenía fuerza suficiente ni siquiera para algo como aquello; sus pestañas se bajaron en cierta derrota, fijando su mirada en el suelo a pesar de la cercanía de ambos, para no tener que fijar su mirada en la del doctor, apretando los labios.

La mandibula de Martin se tensó ligeramente al ver su expresión de dolor, y aquel gemido que emitió, haciendo que soltase un poco el agarre, pero sin terminar de hacerlo.

—¿No va a soltarme?— Murmuró en un hilo de voz, arrugando más el ceño, aunque su rostro se pintaba de cierta aflicción y sus mejillas se sentían cálidas.— ¿Qué le importa?

—¿Va a hacerme caso? —Whitley terminó por suspirar y soltó finalmente su muñeca, quedando frente a él.— Hice un juramento, Hardy, y no lo voy a olvidar ahora por su cabezonería. Así que, ¿se desnuda o tendré que hacerlo yo? No se me da mal forcejear, pero lo más correcto es que colaborases.

Alec le lanzó una mirada de advertencia, con su ceño aún fruncido, de arriba a abajo y suspiró en derrota, no sería él quien se entrometiese en los juramentos de los demás. Comenzó a aflojar el nudo de su corbata con cierta timidez y fijó su mirada en sus propios gestos, dejándola en algún lugar mientras sus manos se deslizaban por los botones de su camisa, pegada a su cuerpo. Volvió a observar al peligris por el rabillo del ojo, con cierto color tomando su semblante.

—¿Va a hacer acto de presencia hasta que esté sólo en calcetines?— Murmuró con bochorno el castaño, sintiendo sus manos torpes sobre sus botones ante los nervios de sentirse objeto de observación.

—Obviamente hasta que se quite los calcetines. No se va a duchar con ellos puestos. —Martin observó a Alec, bajando la mirada hasta sus manos, viendo como se deshacía del nudo de su corbata.


Pasó por su lado para abrir el grifo del agua caliente y se giró para continuar observandole. Sin saber muy bien ahora el por qué. Simplemente quería mirar como aquella ropa húmeda desaparecía de su cuerpo. Su mandíbula se volvió a tensar e inspiró por la nariz, bajando sus pestañas mientras admiraba el vaivén de sus manos sobre su ropa.

—Era un sarcasmo.


Alec terminó de desabotonar su camisa y la retiró, dejándola junto a su corbata, dejando ver su piel clara y el leve vello sobre esta. Cuando sus manos llegaron a su cinturón, un suspiro escapó de sus labios, desabrochándolo junto a su pantalón y bajándolo por sus piernas. Su mirada se encontró con la del médico, que parecía contemplarle con más atención de lo que era necesario y se la mantuvo, sin decir una palabra. Hardy separó sus labios por reflejo y llevó su mirada a sus propios bóxers, que eran la única prenda restante en su cuerpo, pues ya había retirado los zapatos y calcetines.

Sus dedos se deslizaron hasta el elástico de estos en tortuosa lentitud, mientras su mente parecía de llenarse de pensamientos extraños, que colorearon sus mejillas con fuerza. Decidió no pensar en más tonterías y retiró su ropa interior finalmente, permaneciendo de pie completamente desnudo frente a Martin.

—¿Contento? — Suspiró sin demasiada fuerza, cruzando los brazos sobre su pecho.

—Buen chico. —su mirada había recorrido todo su cuerpo hasta llegar al rostro de Alec cuando habló casi con un susurro.


Se había quedado completamente embelesado viendo como se desnudaba, como lo hacia lentamente, quizás por vergüenza y no podía evitar tener algunos pensamientos que iban directos a su propia anatomía. Se acercó a Alec y su mano se posó sobre la piel de su pecho, acariciando la cicatriz de alguna pasada operación. Esbozó una sonrisa, antes de alzar la cabeza y tomar su rostro con una mano, apretando ligeramente sus mejillas mientras fruncía el ceño.

—¿Cuántos médicos antes que yo te han dicho que mantengas una buena dieta? Estás delgado. Y si estás mal del corazón no es nada bueno para ti. Y si no tienes energía para seguir siendo un inspector, no lo tendrás para otras cosas, Hardy. —al finalizar su frase, alzó una de sus cejas y bajó la mirada hasta su miembro durante unos segundos, devolviendola a los ojos del castaño, esperando su respuesta.— El agua está caliente. Aprovecha.


Alec apretó los labios y arrugó su ceño avergonzado por sus palabras y su desfachatez, retirando la mano de Martin de su cuerpo, tomando su muñeca; sin embargo, sin mirarle a los ojos. Suspiró por la nariz y negó con la cabeza con exasperación, acercándose a la bañera.

—Estoy perfectamente, ahora mismo esas cosas que parecen llamar tanto tu atención no entran en mis principales intereses. — El castaño introdujo una de sus piernas en el agua templada y giró su rostro para mirarle por encima del hombro, alzando una ceja.— ¿Crees que tengo tiempo para verme con alguien o que a alguien le interesaría este despojo? Yo no lo creo.


Una risa aireada y débil escapó de los labios del inspector, que bajó un poco las pestañas y se estiró con un gruñido.

Martin le escuchó con atención antes de acercarse a él, casi restándole importancia a lo que acababa de decir. Pero no podía evitar pensar que aquello no era cierto. Al menos aquella afirmación que hizo de sí mismo.

—Yo tenía tiempo para mi trabajo, para mi esposa... Y para algo de diversión.—su sonrisa se amplió y se relamió lentamente. Alzó sus manos, alcanzando su rostro y tirando con suavidad de él para besarle. Mordiendo su labio finalmente antes de separarse.— No quiero volver a oír de esa boca la palabra despojo. Y ahora, bañate. Voy a meter todo esto en la secadora.


Aquel comentario le había cabreado. No sabía el motivo, pero lo hacia. Recogió toda la ropa mojada del suelo, echandole un último vistazo a Hardy antes de abrir de nuevo la puerta, dejándola encajada al salir.
Se acercó a la entrada y cogió su abrigo, que también estaba húmedo. Dejó sus objetos personales sobre la mesa de la entrada y el resto fue directo a la secadora.

Alec por su parte tragó saliva y se quedó rígido en su lugar , con el rostro tomando el color de un tomate, asimilando aquella situación poco a poco y la sensación sobre sus labios. Se bañó con aquella agua caliente, disfrutando de cómo su cuerpo se sentía cálido de nuevo, pero sin poder dejar de pensar en aquel beso ¿a qué se había debido? Sin embargo, tenía una erección.

—No me lo puedo creer. — Refunfuñó, llevando una de sus manos a su rostro y frotándolo en frustración.


Cuando salió del baño, no tenía la cabeza más despejada pero al menos su entrepierna se había calmado. Hardy vistió un jersey color café bastante ancho para él y un pantalón oscuro. Se encontró con Whitley en el salón y su organismo se sacudió, haciéndole tragar saliva, aunque ladeó su mano levemente como saludo, sin saber exactamente qué decir.

—¿No piensas tomar asiento? —Martin miró a Alec, que se encontraba completamente paralizado como un cervatillo alumbrado.— No te voy a comer, Hardy.


Mantuvo la mirada sobre el castaño, señalando con sus dedos el espacio a su lado, e incluso que tomase asiento en alguno de los sillones si se sentía cómodo. Por su mente volvió a revivir el beso, que sin razón alguna, le había dado. Aquellos pensamientos, hicieron que mordiera su labio inferior de manera inconsciente, pensando si hubiera estado un minuto más allí dentro con él, ¿qué hubiera sucedido?

—Yo no estaría tan seguro — Murmuró el inspector sarcásticamente, acercándose a tomar asiento a su lado, después de salir de su trance. Lanzó un suspiro al acomodarse en el mueble y cruzó sus piernas, así como los brazos sobre su pecho. Hardy arqueó una ceja al peligris y tensó los labios— ¿Puedes explicarme qué ha sido eso? Si son nervios, no voy a detenerte sin pruebas. Aunque es la primera vez que me pasa esto.


El castaño rió de forma aireada, encogiéndose de hombros, ciertamente ante la situación tan surrealista. La sonrisa cansada se mantuvo en su boca hasta que se disipó poco a poco, observando con atención a Whitley, sin tener muy claro si quería desviar su atención de su consideración respecto a ser un sospechoso de alguna forma, o estaba tan extrañado como él mismo.

Martin se quedó pensativo mientras observaba el rostro de Alec. No sabía porque lo había hecho. Su cuerpo se movió solo y pasó. Pero todo lo que dijese de su boca, quizás se quedase en el aire. No iba a creer a alguien como él.

—No lo se, Hardy. Estabas diciendo estupideces y decidí que era mejor opción callarte. —se cruzó de brazos tambien y suspiró levemente.— ¿De verdad piensas eso de ti mismo?

Y se moría de ganas por volverlo a intentar, para saber porque lo había hecho. Había tenido a su esposa, dos pequeños y aquellas actividades extracurriculares, que no eran más que puro estudio y placer. Pero nada sexual. ¿Por qué reaccionaba así ante él?

—Míreme, por favor — Alec suspiró con cierta pesadez, bajando un poco las pestañas. Cuando Miller le hablaba sobre el tema no le prestaba la más mínima atención; sin embargo, era consciente de que era cierto. Estaba estropeado y descuidado,realmente después de todo lo ocurrido en Sandbrook ni siquiera le encontraba mucho sentido a su día a día, sin matrimonio, sin su hija. Por lo cuál tampoco es como si le preocupase mucho cómo se veía. — Este trabajo va a acabar conmigo.


Hardy sonrió con tristeza, mientras su voz sonaba casi como un suspiro cansado. También sabía que el inicio de sus problemas de corazón había tenido lugar después de todo aquello y el estrés al que estaba sometido no le ayudaba. Pero necesitaba cerrar el caso y dar tranquilidad a esas familias, algo que no había conseguido antes.

—Ya lo hago... —Martin susurró, escuchando con atención cada una de sus palabras, sin rechistar. Quería oirle y saber su versión. Quizás era al primer médico al que se confesaba.— Deja que alguien te cuide, Hardy. Deja entrar a alguien a tu vida y que mire por ti. Si tu no recuerdas cómo cuidar de ti mismo, otro lo hará por ti. No tienes que renunciar, ni estar solo. —movió una de sus manos, llevándola a su mejilla— Unas vacaciones no te vendrían mal tampoco.


Acarició con la yema de sus dedos su piel y mantuvo la mirada fija en su rostro, buscando que el propio Hardy le mirase y no huyese de su mirada. La mirada castaña profunda de Alec le contempló pronto, prestando atención a sus palabras y creyendo en ellas aunque fuese lo más mínimo, aunque aún sintiese cierta desconfianza por toda la situación, además de lo poco que conocía a Martin. Sin embargo, sus gestos le revelaban que sus palabras parecían estar cargadas de sinceridad, parecía preocuparse levemente por él, lo cuál le extrañaba enormemente por lo poco que se conocían pero ahí estaba.

Hardy se acercó un poco más a él, como si fuese un imán que tiraba de su cuerpo, y pudo sentir el calor azotar su organismo al momento en que sus dedos rozaron su piel, que aún no olvidaba la sensación de los labios del peligris sobre los suyos, estando completamente desnudo después de que presenciara cómo se despojaba de cada capa de tela. El inspector llevó la mano a la muñeca cercana a su rostro y la acarició,bajando sus pestañas para observar aquella faz ya cercana a la suya, de arriba a abajo.

—Tal vez debería...— El escocés habló con su acento derramándose sobre sus palabras, que perdían volumen; sin embargo, no terminó aquella frase, porque aquella cercanía parecía robarle el aliento. Acortó la distancia entre ambos rozando superficialmente sus labios, olvidando completamente todo lo que tuviese pensado decir con anterioridad.

Martin bajó su mirada hasta sus labios mientras escuchaba la voz de Alec. Aquel acento escocés tan marcado que no sabía que necesitaba oír hasta aquel instante. No dijo una sola palabra, no hacia falta. Sus ojos se cerraron conforme Alec se acercaba, hasta presionar sus labios contra los suyos propios.
Subió su otra mano hasta su cuello, acariciando su nuca e intentando buscar el roce entre ambas lenguas. Un beso más pasional. Uno que nada tenía que ver con el que le había dado en el baño; esta vez plagado de curiosidad y hambre.

El policía suspiró al sentir el contacto en su nuca e inmediatamente separó sus labios, dejando paso a Martin, a la par que él mismo invadía la boca ajena con su lengua, en un ritmo lento aunque profundo. Sus pestañas acariciaron la mejilla del médico con suavidad, cuando se aproximó más y ladeó su rostro; llevó una de sus manos al brazo del contrario en un cercano toque. Hardy tembló al rozar su lengua, notando la sangre dirigirse directamente a sus pantalones, le avergonzaba lo necesitada que parecía su piel de contacto íntimo, aunque debía admitir que no la había atendido en mucho tiempo.

Martin pudo notar como Alec se estremecía ante el contacto, aquello solo le hacia desear aún más de él. Su lengua acariciaba la del contrario y succionaba ligeramente, siendo quizás el beso más erótico, e incluso húmedo, se atrevería a decir, que había dado en su vida. La mano de su nuca bajó, buscando llegar a la parte baja de su espalda y juntar sus cuerpos para sentir su calor. Whitley estaba reaccionando a él, de una manera que... Llevaba años sin sentir. Y ahora querría averiguar, por qué solo con él.

Por su parte, Alec se aferró a la tela de su jersey, ansioso por poder sentirle más cerca, mientras su brazo contrario se rodeaba alrededor del cuello de Martín. Aquel besó tomó ritmo en intensidad, ambos se movían en armonía, alejándose y acercándose lo justo para tomar aire entre cada beso, más candente y desesperado que el anterior. Hardy no podía pensar en nada más por un instante, y eso no era algo que le soliese suceder. Trató de arrastrar a Whitley sobre él, en aquel sofá, pero, cuando la rodilla ajena se posó en el mueble, presionó inevitablemente su entrepierna y un gemido escapó de los labios del policía.

—Lo siento, yo... —Alec tragó saliva, avergonzado hasta morir. Ni siquiera él mismo sabía que su voz podía escapar de esa forma, y se mordió el labio con cierta timidez, aunque atreviéndose a contemplar el rostro de Martín. —No sé qué me pasa. Estoy algo sensible.

—Lo que estás... Es excitado, y por Dios, no vuelvas a disculparte, o sino tendrás que hacerlo cada vez que te haga gemir. —Observó a Alec desde su nueva posición rozando esta vez de manera deliberada contra su erección.— Además, no eres el único que está así, Hardy.


Martin notaba la presión en sus pantalones, reaccionando al sonido de su voz, e incluso a sus caricias. El peligris bajó la mirada antes de alzar el jersey que le había prestado para pasar el tiempo bajo su techo y se acercó para besarle, recorriendo su torso con pequeños besos, alternados con mordiscos suaves cada vez que se aproximaba a uno de sus pezones. Quería volver a oírle, y quería hacer que se volviese loco y que por el momento, se olvidase de todas sus preocupaciones. El castaño tembló ante la presión en su entrepierna y aquellas mordidas sobre su piel, separando los labios y dejando escapar su voz una vez más, con el rostro coloreado. Alec se apresuró a colar sus dedos bajo las prendas de Martin y le sintió estremecerse cuando sus yemas rozaron su abdomen. La idea de que el médico estuviese excitado igualmente le hacía sentirse bien, realmente creía que no se vería atractivo para nadie en su estado.

Hardy gruñó desesperado por aquellos toques en su intimidad que enviaban electricidad por su cuerpo en un segundo, meciendo sus caderas sin remedio en busca de más contacto, mientras su erección reavivaba un poco más con cada bochornoso roce.

Martin jadeó al sentir los dedos de Alec sobre su piel y alzó la mirada, observando sus expresiones, admirando aquella belleza que el escocés, ya creía perdida.

Inspiró por la nariz, y sus manos fueron directa a los pantalones de Hardy, bajandolo lo suficiente para tener su erección a la vista.

—Esto es lo que necesitabas...—susurró acercándose a su rostro para besarle con suavidad, mientras su mano se aferraba lentamente a su miembro. Acariciando con lentitud para oír cada dulce sonido salir de entre sus labios.—Déjate llevar, Hardy.

El castaño correspondió aquel pequeño beso, bajando las pestañas y se estremeció frente al contacto directo con su piel, en aquel ritmo deliciosamente lento, que le dificultaba el poder mantener los ojos abiertos. Gimió en disfrute, relamiendo sus labios inconscientemente y trató de mantener sus pestañas algo alzadas para no perder detalle de su mirada celeste, cargada de lujuria, seguramente tanto como la suya propia.

Hardy no podía evitar sentirse ansioso con cada estocada, en la que escapaba su voz. Deseaba tanto que aquellas manos le recorrieran por completo que le dolía.

—Martin... —Alec suspiró su nombre, enterrando sus dedos en su piel, para mantenerle cerca, y echó la cabeza algo hacia atrás, pudiendo ver sus mechones salir del camino y así tener la visión al frente más despejada. Llevó una de sus manos a la nuca ajena y le acercó a sí, alcanzando a susurrar con la voz ronca— Muérdeme.


Whitley cerró sus ojos y buscó contacto con la mano de Alec que mantenía en su nuca, haciendo que se acercarse. Gimió y gruñó en respuesta ante su proposición, y no dudó ni un solo segundo antes de acercarse a su cuello, lamiendo y besandolo, antes de comenzar a dar pequeños mordiscos sobre su piel, apretando lo suficiente para hacerle estremecer. Aunque quizás al día siguiente, necesitase una camisa de cuello vuelto.

Su mano comenzó a moverse con más intensidad, alentado por sus palabras. Si Alec quería sentir aquello, iba a hacer que lo sintiese y recordase toda su vida. Alternaba sus caricias sobre su longitud, con unas lentas y suaves sobre su glande, notando la humedad en él.

Hardy sintió su rostro arder ante la evidente humedad en su miembro, que se hizo más evidente con la sensación de aquellas mordidas en la piel sensible de su cuello. Estaba viendo las estrellas, acompañando aquel ritmo con sus caderas con sed. Sus manos tropezaron hasta llegar al cinturón de Martín, que desabrochó y retiró, así como su bragueta. Quería tocarle igualmente, no permanecería al margen en todo aquello. Alec retiró su ropa interior y se relamió al dejar ver el miembro del peligris al descubierto, que pedía atención; comenzó a estimularle igualmente, en un ritmo rápido sin aviso alguno, disfrutando de cómo el semblante ajeno podría contraerse en placer.

—Se siente demasiado bien. —Habló el policía en un hilo de voz, retorciéndose al compás al que aquellas manos jugaban con su glande, enrojecido.—No voy a aguantar mucho más.

—Joder....—Martin tembló al sentir la mano del castaño sobre su miembro, con aquel ritmo acompasado que tan solo podía hacerle estremecer y gemir.— No voy a dejar que te corras, Hardy.


Susurró contra la piel de su cuello, lamiendo con lentitud hasta su clavícula. Comenzaba a detestar en aquel mismo momento el jersey que le había prestado. Totalmente innecesario en ese instante. Cuando notó que su miembro se tensaba, paró en aquel instante la estimulación; aprovechando aquel momento para ayudarse y retirarle por completo el jersey, dejándolo caer al suelo.

Martin se relamió observando su cuerpo semidesnudo, con sus piernas aún ocultas por sus pantalones. Su miembro, húmedo y necesitado temblando sobre su abdomen, aquello era la más deliciosas de las vistas para el médico. Pasó las yemas de sus dedos por la piel de su torso, arañandole con suavidad conforme bajaba y se acercaba a su abdomen. Se apoyó sobre el sofá, llevando de nuevo su mano a su miembro, sin llegar a rodearlo por completo. Jugando con la estimulación y las caricias.

Aquello estaba volviendo loco al policía,que no podía evitar suspirar cálidamente cada roce con su piel. Alec tragó saliva al sentir la mirada hambrienta de Martin sobre su cuerpo semidesnudo acompañando sus restos tentadores, algo que no le ayudaba demasiado. Podía sentir sus mejillas arder de la vergüenza por la exposición tan evidente de su miembro tembloroso, enrojecido y húmedo como si fuese un adolescente con las hormonas disparadas. El castaño maldijo por lo bajo, frente a la negación de aquel orgasmo, sintiendo que la sensibilidad en su cuerpo solo aumentaba.

—Bastardo—El escocés se mordió el labio, cerrando los ojos para dejar escapar su aliento por un instante, sin poder hablar con demasiada facilidad en el momento. Cuando sus ojos se volvieron, a abrir su mirada lastimosa se clavó en la de Martin,algo más alta, casi suplicante—¿En ningún momento?

—Estás demasiado tentador así, me gustaría dejarte en este estado todo el tiempo que pueda.—Martin sonrió y se acercó a sus labios para besarle, mordisqueando su labio inferior con suavidad. — Por desgracia no tengo lubricante, deberá servirnos...


Murmuró pensativo, acariciando con sus dedos su glande, recubierto de líquido preseminal, llevándolos hasta su entrada. Rozó lentamente su orificio, presionando con cuidado; lo suficiente para ser invasivo y hacerle el menor daño posible. Estaba delicado del corazón, lo último que quería Martin, era causarle otro ataque mientras mantenían relaciones.

—¿Tentador? —Una risa aireada escapó de los labios de Hardy, sin aliento, que se curvaron en una sonrisa corta e irónica, que no dejaba de estar acompañada de la evidencia timidez en su rostro. El inspector desvío la mirada y bajó las pestañas. —¿Cómo podría--?

Sin embargo, la frase murió en sus labios, que apretó ante aquella extraña sensación en sus entrañas a la que no acostumbraba. Alec se estremeció y bajó un poco su barbilla, para contemplar de alguna forma los gestos del médico, aunque distrayendose al tomar su miembro entre sus dedos de nuevo. Un suave quejido escapó de la boca de Hardy cuando Martin introdujo un primer dedo por completo, gentilmente para su sorpresa; que luego se convirtió en dos, que invadían su interior sin vergüenza, registrando cada rincón de su interior, haciéndole temblar. La mano del detective no se detuvo, y estímulo con mimo el glande del peligris a la par que sentía una pulsación en su cuerpo que le hacía echar la cabeza hacia atrás en éxtasis. Toda aquella situación, su miembro adolorido, la visión de Martin siendo tocado como a él le apeteciese le excitaba demasiado.

Martin deslizaba su mirada por todo el cuerpo de Alec, relamiéndose al ver como se estremecía y retorcía su cuerpo a su contacto en su interior. Cuando se acostumbró a aquellos dedos, comenzó a buscar su próstata, sabiendo que podría hacer que se corriese sin tocar su miembro. Y que quizás, él no supiese aquel detalle, lo hacia mucho más tentador.

—Puedes ser más intenso...—gimió sus palabras al sentir los dedos del inspector acariciar su glande para estimularle. Al ver cómo el cuerpo de Alec daba un respingo, sonrió y se encorvó sobre él, mordiendo su piel, antes de reír.— No voy a parar aunque me lo digas, inspector.


Sus dedos finalmente, habían dado con el punto dulce de Hardy, y ahora no iba a darle descanso alguno. Notaba como su propio miembro lubricaba, quedandole poco para correrse, pero no iba a parar con lo que tenía entre manos. De manera insistente y rápida, Martin movió sus dedos en el interior de Alec, introduciendo un tercero y rozando deliberadamente contra aquel punto, arrancándole de entre sus labios aquellos gemidos que le hacían estremecer a sí mismo de tan solo oirle.

Alec se removió sobre aquel sillón, separando instintivamente sus piernas y dejando escapar su voz sin aliento por la intensidad de sus caricias. No haber experimentado algo similar antes, pintaba las mejillas del policía de carmín, que no podía mantener los ojos abiertos durante mucho tiempo, tembloroso.

—Puedo... decir lo mismo.— Hardy gruñó, derramando su acento por sus palabras, con cierta picardía, que escapaban de su retorcida sonrisa, a pesar de que su risa escapase aspirada por la falta de aliento en sus pulmones con cada estocada más profunda. Sus orbes castaños se enfrentaron a medias a los celestes del peligiris, mientras ejercía algo más de presión en sus movimientos de muñeca, pero se detenía, rodeando su miembro con algo más de fuerza y cubriendo su glande, impidiendo que Martin se corriese.— Vas a tener que pedirme alto y claro lo que quieres.

—¿Quieres que te ruegue? —gimió Martin, notando como su mano se aferraba a su miembro, haciendo que se estremeciese al frenar aquellas olas de placer que estaba proporcionándole.


El peligris mordió su propio labio, sacando los dedos del interior de Alec, tomando sus manos con las suyas y poder así inmovilizarlo. Martin se relamió y besó sus labios con intensidad, lamiendo su interior; finalmente mordió su labio antes de jadear sobre estos y continuar hablando.El castaño trató de removerse bajo su control, cerrando los puños y con el rostro encendido; sabía lo que Martin tramaba a la perfección.

—Te falta mucho para que puedas hacer que te ruegue. —sostuvo sus muñecas con una mano y ayudándose de la otra, comenzó a invadir su interior con lentitud. Su interior se iba expandiendo poco a poco a su paso, hasta dar una ligera estocada final, quedándose completamente quieto en su interior. Ahogó un gemido contra la piel de su cuello, antes de alzar un poco su rostro y observarle.—Quiero hacer de ti un desastre.

Los ojos de Hardy se cerraron con fuerza al sentirle irrumpir en él aunque a ritmo tan lento, no estaba acostumbrado a aquella sensación. Ciertamente, dolía en parte, pero no iba a negar que lo excitado que estaba en el momento aligeraba mucho mejor todo aquello. El escocés, terco como nadie más, se mordió el labio con fuerza y sus pestañas se bajaron para observar su propio miembro tembloroso sobre su abdomen, haciendo que la humillación invadiese su rostro enrojecido.

—¿Sí? —Hardy escupió sus palabras en un hilo de voz, aun con sus brazos tensos bajo aquellos dedos fuertes y arrugó el ceño al peligris, alzando un poco la barbilla. —Pues buena suerte.

—La suerte la tengo de mi lado, Hardy. —susurró Martin conforme se acercaba a sus labios, lamiendolos con lentitud mientras comenzaba a mover sus caderas. Eran movimientos cortos pero profundos, que sacaban leves gemidos al peligris mientras se movía.

Su mano libre viajó hasta el miembro del escocés, continuando aquel movimiento suave con su muñeca, tal y como lo estaba haciendo minutos atrás. Whitly deseaba verle retorcerse de placer bajo su cuerpo, por sus caricias y que se olvidase de todo lo que tenía en su cabeza. Que se entregara por completo a él.

Alec sabía que no aguantaría mucho más, pues prácticamente ya se estaba derramando entre aquellos dedos, con su miembro humedecido; pero se preguntaba si Martin pretendía hacerle terminar dos veces seguidas porque si era así, definitivamente acabaría hecho un desastre. El castaño tragó saliva sin saber si resistiría la intensidad de todo aquello, dejando que un gemido ahogado escapase de sus labios, mientras trataba de huir del contacto sobre su miembro. Sin embargo, cada estocada le hacía perder un poco más la cordura y sentía el calor latir en sus oídos, y su cuerpo pegajoso por culpa del sudor.

—Martin —Le llamó en un suspiro, tratando de advertirle, aunque la situación le dificultaba, por no hablar de su propio orgullo. Las caderas del policía temblaron contra la pelvis del médico y sus cejas se arquearon a causa del placer, que tomaba su rostro. —...Espera...

—No voy a esperar, Hardy... Correte. —gruñó ligeramente contra sus labios, notando como se contrae alrededor de su miembro, causándole escalofríos a lo largo de su cuerpo que hacían que se estremeciera.


Martin continuó con aquellas embestidas lentas, centrándose en el propio placer del inspector, sobretodo con lo tentador que se encontraba bajo él; completamente rojo, estremeciéndose y gimiendo su nombre. Era irresistible.

La mano del médico no paró, sino intensificó su movimiento de manera circular sobre su glande, notando la humedad que ya recorría todo su miembro, que estaba a punto de desbordarse en el orgasmo.

Hardy no pudo hacer más que aferrarse a las sábanas y echar la cabeza ligeramente hacia atrás, derramandose sobre su propio abdomen, entre aquellos dedos. La respiración del castaño estaba agitada y sus pestañas se bajaron, mientras su semblante se coloreaba de vergüenza y mordía ligeramente su labio.

—Joder —El escocés gruñó en un aliento, sintiendo aún el calor en su cuerpo con cada embestida en su interior y sus orbes castaños se deslizaron hasta el rostro del de cabellos rizados, mientras sus labios se mantenían separados para jadear levemente a cada placentera punzada menor en su interior. Hardy tragó saliva ante cómo sus caderas buscaban ese roce sin siquiera contar con su permiso y su voz escapó como un hilo, definitivamente abochornado por aquella necesidad que parecía padecer. —No puedo detenerme.

—No te detengas. —gruñó Martin, lamiendo sus labios entreabiertos antes de juntarlos para besarle con intensidad.


Las manos de Whitly se aferraron a la cintura de Alec, acompasando sus movimientos al notar como el propio inspector, buscaba el moverse para sentirle en su interior. Martin no podía negar que el inspector no fuese una tentación en aquel momento, con sus movimientos y con esa dulce voz que escapaba de sus labios a pesar de tenerlos apresados. Las embestidas del médico comenzaron a ser más profundas y rápidas, sintiendo la propia necesidad de su cuerpo aflorar; mordió el labio inferior de Alec, gimiendo mientras cerraba los ojos al sentir las oleadas de placer en su cuerpo .Los brazos de Hardy se establecieron alrededor del cuello de Martin, estremeciéndose al oír su voz escapar, acompasando aquellas deliciosas embestidas directas a aquel punto dulce en su interior. Ladeó el rostro para fundirse más apropiadamente en aquel beso que el peligris le proporcionaba, que inevitablemente hacía que el pecho de Alec se sintiese algo cálido, había pasado un tiempo desde la última vez que tuvo un contacto tan íntimo con alguien, qué decir de recibir un beso en los labios. Se sentía algo ridículo no pudiendo contener ese pequeño nerviosismo que se creaba en su interior.

—Puedes hacerlo más fuerte, no me voy a romper. —El policía suspiró contra sus labios, que lamió levemente disfrutando de sus sabor; a la par que sus dedos se deleitaban con el tacto de la espalda de Martín, acercándole más a su propio cuerpo. Sin embargo,una suave risa aspirada escapó de los labios de Alec, recordando la situación anterior. —No todavía.

—Si supieras lo que tengo en mente... Quizás no me lo pedirías... —se rió entre jadeos y una de sus manos acarició su cuerpo por completo, parando sobre su cuello antes de inflingir una ligera presión. Se apartó de sus labios y pegó su boca a su oreja, mordiendo con suavidad su lóbulo.— Pero todo es para hacerte disfrutar.


Pasó la mano por su nuca, ayudándose para mover su cabeza a un lado y mordió la piel de su cuello, y haciéndole caso a sus palabras, sus caderas mantuvieron aquellas embestidas profundas, queriendo llegar a lo más profundo de su ser. Alec le volvía loco, y no sabía hasta qué punto era así, ni siquiera ahora que estaba entre sus brazos.

Su mano se aferró a su cabello, tirando de el al notar como su cuerpo se contrae y emitía un gemido gutural al llegar al orgasmo en su interior; aún meciendo las caderas al notar los leves espasmos recorrerle. Hardy dejó escapar un gemido al sentir cómo Martin llegaba en su interior, además de aquel leve tirón de su cabello, que le hizo arquear la espalda sobre aquel colchón. Arañó la piel del médico con desesperación, mientras su miembro temblaba sólo con poder observar aquellas expresiones en su rostro y notar el trazo húmedo de su boca sobre su cuello. Alec dejó su cuerpo reposar sobre la sábana y aquellas últimas estocadas le enviaron al borde, así como su propia mano, que se enredó alrededor de su miembro enrojecido por la sobreestimulación de su cuerpo en general, terminaba el trabajo con unas lentas estocadas que hicieron que sus ojos se cerrasen con fuerza, corriéndose una vez más.

Martin se mantuvo jadeante con la mirada atenta a la mano de Alec, observando como él mismo se autocomplace.Se mordió su propio labio al sentir como se contrae a su alrededor al alcanzar de nuevo el orgasmo y fue entonces, cuando decidió salir de su interior lentamente, queriendo sentirle hasta el último momento. Tomó su mano y la llevó hasta sus labios, lamiendo sus dedos lentamente mientras buscaba su mirada.

—¿Cómo te sientes ahora? —susurró con una sonrisa asomando por sus labios y mordió la punta de sus dedos. Al propio Martin, incluso se le había olvidado para qué había venido el inspector a visitarlo, pero poco le importaba. Ni siquiera era consciente de que lo que sostenía entre sus manos, era lo que ansiaba.

—Agotado — Una sonrisa cansada tomó los labios del policía ,que recostaba su cabeza con paz sobre la almohada, observando los gestos del peligris bajando un poco su mirada.— ¿Y tú?

Hardy alzó una ceja con cierta travesura, a la par que una risa aireada se escapaba de sus labios, y se alzaban sus mejillas pecosas algo coloreadas. No podía evitar sentirse nervioso y atraído a aquella mirada celeste que le escaneaba cuidadosamente mientras mordía sus dedos suavemente.

—Mejor que nunca. —dijo con una risa aireada mientras soltaba su mano y acariciaba su mejilla, bajando los dedos con lentitud hasta su cuello; comenzando a acariciar las marcas que le había dejado.— Será mejor que mañana te cierres bien la camisa, o tendrás mucho que explicar.


Martin besó sus labios antes de incorporarse y sentarse en el sofá a su lado, sin apartar la mirada de él y su cuerpo.

—¿Te quedarás a pasar la noche? Asi podrás descansar.

Alec guardó silencio, mientras la expresión de su cara se suavizó poco a poco, algo más seria al analizar cómo parecían unos recién enamorados, a pesar de la realidad de la situación: había ido a hacerle unas preguntas porque encabeza una lista de sospechosos en un delito grave. Además de todas las bestialidades que ya era seguro que el peligris había cometido antes de todo esto. Tal vez ¿ahora era una persona diferente?

—Debo... revisar algunos informes importantes respecto al caso en el que estoy metido de cabeza por ahora— El escocés suspiró por la nariz con suavidad y le dedicó una débil sonrisa, aún recostado en aquel sofá como si fuese un vulnerable señor cansado.— Martin, necesito que me mires a la cara y me respondas: ¿eres responsable de ese secuestro, y de ese asesinato?


Hardy frunció un poco su ceño con preocupación, no quería tomar el papel de aguafiestas pero de cara a cualquier entidad legal, Alec Hardy habría perdido su legitimidad como inspector detective al mantener vínculos con alguien con semejante historial (del que además era fugitivo), ni que decir tiene, que si además se revelaba que se había acostado con el culpable, lo destituirían del caso en el que estaban trabajando. No era algo que pudiese permitirse después de lo de Sandbrook, era su segunda oportunidad.

Martin observó la alfombra mientras escuchaba la voz de Alec, inspirando lentamente por la nariz antes de girar su rostro y mantener la mirada fija en sus ojos. No le iba a mentir, después de todo, llevaba diciéndole la verdad y siendo sincero desde que cruzó la puerta.

—No he sido yo, Alec. —dijo en tono serio, revolviendo su cabello con la mano y luego se atusó un poco la barba.— Pero quien sea, seguramente conoce lo que hice y sabe que estoy aquí. Y que probablemente será fácil cargarme a mí todo lo que haga. Puedes creerme o no, no te voy a juzgar, ni me enfadaré por ello.

El detective dejó escapar algo de aire por la nariz, mientras su mirada se suavizaba un poco. Alec posó una mano sobre su hombro con cierta duda, realmente con un debate moral cruzando su pareja. Aunque sus palabras fuesen sinceras, el hombre frente a él era un asesino en serie, que no mostraba además remordimientos al respecto. El castaño retiró su mano con prudencia en un gesto suave y la tomó entre sus propios dedos, bajando la mirada por unos instantes hasta recorrer toda la faz del peligris.

—Si realmente no has sido tú, las pruebas hablarán por sí solas.— Hardy alzó las cejas en una mueca que tensaba sus labios, para lanzarle una mirada tranquilizadora e incorporarse un poco.— Nadie irá a la cárcel injustamente. No mientras yo lleve el caso, al menos.

—Ambos sabemos que eso es difícil de cumplir, Hardy. —suspiró manteniendo su mirada en la suya antes de suspirar.— Irme me incriminaría, aún si no tengo nada que ver. Y lo más seguro es que querais tenerme bajo vigilancia, y a ser posible encerrado en un entorno controlado. No me resistiría si fueses tu quien me esposa.


Martin alzó una ceja de manera sugerente antes de levantarse del sofá, dándole la espalda por momentos, volviéndose a girar para agacharse frente al inspector, con una de las rodillas en el suelo. Frunció levemente el ceño antes de seguir hablando, llevando una de sus manos al rostro de Alec, acariciando su mejilla.

—Si pudieras darme tiempo, y un par de llamadas, podría conseguirte un posible perfil de ese asesino tuyo.

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BY @Yuukivicy yo

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