"THE MURDER OF ME." |⚠ +18| O...

By K4t0o_

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# 1 🎖️Traumatismo [ 09/23 ] # 1 🎖️Muerte de personajes. [ 10/23 ] # 1 🎖️Lovecraft. [ 11/23 ] # 7 🎖️Th... More

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Kaimós.
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Onsra.
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Kalopsia.
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[ × ]
[ ×× ]
[ ××× ]
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Zília.
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Serendipia.
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Hipofrenia.
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By K4t0o_

¡Hola! Me emociona mucho terminar este arco ya que como ya les había enseñado anteriormente, el siguiente arco es sobre la cocina de Douma, llamado "Hipofrenia" y omg yo amo la personalidad de ese hombre.

Pd; No podré actualizar tan seguido como antes ya que entré a clases de nuevo y bueno, es difícil.

×

Finalmente había amanecido, Akaza ahora estaba en la cocina preparando un jugo con proteína para Kyojuro. La sensación asquerosa de la inquietud aún perturbaba el ambiente, pero al menos no tanto como anoche. Incómodo, miró al reloj de la casa; si bien la mayoría de reuniones eran en las noches, está vez sería especial debido a la disolución de las cuartas Lunas Superiores, siendo la mafia de los Warabihime. Daki, al ser la líder, era quien se encargaba de todo mientras que su hermano terminaba de estudiar su carrera. Ambos se ayudaban, Gyutaro se deshacía de los que le estorbaban a su hermana, y al mismo tiempo aprendía más sobre anatomía humana para mejorar su práctica y calificaciones en su universidad.

Pero ahora que Daki estaba muerta, Gyutaro no sabía cómo manejar la situación solo, el tiempo en su escuela abarcaba casi todo su día, y el trabajo de su hermana era prácticamente de toda la noche hasta el amanecer, y para cuando eso llegara, el tenía que estar de vuelta en la universidad. Le era, prácticamente, imposible.

Así que había recorrido a Douma como apoyo. Al inicio se sintió incómodo porque otro de sus amigos posiblemente le dejaría de hablar, pero al imaginarse en la situación tan horrible por la que había pasado Gyutaro le hacía sentir culpable de nuevo. Y, aunque quisiera negarlo, tenía parte de culpa por dejar que Daki de fuera sola.

Cuando finalmente había acabado de preparar el jugo, lo dejó en la nevera con una nota sobre la hora en donde debía consumirlo. No sé había encontrado en toda la mañana con Kyojuro, y a decir verdad esperaba que así siguiera; el ambiente de sentía inquietante para él y al no estar tan acostumbrando a tanto estrés después de volverse a medicar definitivamente le hacía sentir más frustrado que antes. Con pereza, buscó entre los cajones de la despensa para tomar su medición antiestres para evitar algún ataque de ira. Si bien sus dosis eran pequeñas, ahora consumía más por el impacto que le generó lo de Daki y la pelea con el rubio, ya que se había estresado bastante.

Cuando finalmente tomó su medicación, su celular vibró y por inercia lo sacó. Habían dos notificaciones, la primera era sobre que Gyutaro se había salido del grupo de amigos, quedándose él solo con Douma en el chat. La segunda, Yushiro ya estaba fuera de la reja con Chachamaru.

Con un suspiro respondió un «Ya voy» sin ganas, y empezó a caminar al portón de la casa; cuando salió se encontró con el Beta de ojos lilas con el casco de motocicleta puesto tras la reja con una caja transportadora para mascotas. Abrió la reja manualmente, y poniendo una débil sonrisa le saludó.

— Yushiro.

— Akaza. — Le respondió, y rápidamente inspeccionó al pelirrosa mientras sostenía la caja y esperaba a que el nombrado acabará de abrir la reja. No tardo mucho en darse cuenta de la mordida bastante profunda en la mano ajena, y, por su puesto, los arañazos que tenía desde el cuello hasta su rostro — Oye, ¿Eso te lo hizo el rubio?

Hubo un silencio mientras Akaza sostenía la reja con su mano herida de la manera más fuerte que podía, casi con impotencia. Cómo si de alguna forma pudiera desquitarse con ella. Por su parte, Yushiro aprovecho para mirar más el físico contrario; ojeras enormes, ojos perdidos y rojizos, arañazos con sangre seca y como si fuera una burla: una sonrisa en su rostro.

Al no escuchar una respuesta ante su pregunta, volvió a hablar pero sin querer ser tan invasivo.

— Deberías tratarte esa mordida. Las mordidas de los humanos son bastante peligrosas, tienen una probabilidad de infección bastante alta.

— Es irónico que digas eso, los Alfas marcamos a las personas. — respondió, a la defensiva.

— Si, pero es distinto. Los Omegas tienen una glándula especial para soportar las feromonas de una marca en su clavícula, siempre y cuando sea ahí. Si se les muerde en otro lado como el hombro, más arriba del cuello o en algúna otra parte, es peligroso. Y tú, aparte de no tener esa glándula, simplemente no está bien que permitas eso.

Akaza se quedó en silencio unos segundos de nuevo, y Yushiro pareció dudar en darle la caja con Chachamaru al Alfa. No tenía nada en contra de él, de hecho su relación se basaba en comentarios pasivo-agresivos con afán de molestar, pero en quien no confiaba era en Kyojuro. Desde que vio su expediente con Yoriichi el día que lo internaron en el hospital, supo que no era una persona estable.

Y a pesar de los regaños que recibió de su prometida cuando le comento que consideraba a Kyojuro un peligro en lugar de un paciente, no cambio de opinión; y al ver esas heridas, solo reforzó más su pensar.

Después de todo, no se puede confiar en un loco.

— ¿Te lo hizo él, verdad? — insistió — Deberías tratarte esa herida.

— No, fui yo.

— Soy Doctor, no estúpido. La mordida que te hiciste el día del ataque de ira es distinta a esa.

— ¿Me vas a dar al gato?

Ante la negativa de responder, gruñó. Era obvio que se lo había hecho ese rubio, pero no entendía porque lo negaba tanto. Con un suspiro apretó la caja entre sus manos y se quitó el casco, para poder ver a su gatito. Está vez no tenía ropita puesta como siempre, y eso le hacía ver más peludo. Sonrió cuando soltó un «Meow» y dudó mucho más de darle a Chachamaru.

— Lo quiero sano y alimentado. Vendré en la noche por él.

Akaza solo asintió, y la plática se cortó ahí. Sin hablar, Yushiro abrió la caja y saco al gato cargandolo. El alfa lo recibió de la misma manera y lo acaricio un poco. Después de ver cómo el Beta se ponía el casco y encendía su motocicleta empezó a cerrar la reja con una sola mano.

Cuando volvió a la casa se encontró con Kyojuro mirándole desde la cocina. En una de sus manos tenía un jugo que correspondía a su hora del desayuno, en la otra tenía una galleta de avena con proteína. Cuando sus ojos amarillos enfocaron al gato que tenía en manos, dejó la cosas en la barra y sonrió corriendo hacia el animal.

Por su parte, Akaza se quedó quieto mientras el Omega le arrebataba el gato de las manos y le cargaba emocionado.

Entonces, el Alfa no quiso interactuar más. Así que simplemente apartó la vista y después de decir un débil «Voy a bañarme para irme», subió las escaleras.

Kyojuro no hizo mucho caso, toda su adolescencia se acostumbró a los comentarios poco interesados de su padre, o bien, al nulo cariño que tenía; y ahora a pesar de recibir amor y atención, le daba muy igual que le siguiera dando comentarios pocos interesados.

Asi se ponía siempre después de que pelearan porque le reclamaba sobre estar borracho.

Regresó en si cuando el gato maullo de nuevo, y entonces sonrió con emoción mientras besaba la cara del animal.

¡Blondy! Te extrañé muchísimo.

Mientras tanto, Akaza estaba en el baño de su habitación mientras se miraba al espejo. Sus rasguños estaban más rojos que en la noche, he incluso finas líneas de sangre seca los remarcaban. Sin tomarle importancia a las cosas y sin tener ganas de absolutamente nada, se tomó una ducha lo más rápido que pudo, se quitó sus piercings debido a que su padre le tenía casi prohibido ir con ellos puestos, y como era de esperarse, tenía que ir de traje.

Y así fue; ahora estaba totalmente vestido y —según el— lo suficientemente presentable para no recibir un sermón apenas llegando. Cuando volvió a salir del cuarto, y caminó hasta la sala por las escaleras, lo primero que vió fue el portón de la casa abierto de par en par dando al patio.

Él lo había cerrado al entrar.

Con un jadeo temeroso caminó de manera rápida mientras daba un vistazo rápido por la sala, y entonces confirmo lo que más le asustaba: Kyojuro ya no estaba. Pero, ¿Cómo?, Iba a darle un ataque, iba a rascarse por la suciedad, podría incluso morir y sería su culpa.

Sin embargo todo se esfumó cuando lo vio ahí, de pie; dezcalso y con su pijama puesta sobre el pasto del patio mientras estaba sin su cubrebocas, el impermeable o los guantes.

— ¡Vamos Blondy!, ¡Ve por ella! — le escucho decir, y después miró como le señalaba una y otra vez una rama en la tierra a Chachamaru. — ¡Traela Blondy, anda! — Kyojuro entonces al ver la negativa del gato, frunció el ceño, y después, lo alzó con las manos para verle la cara al animal. — ¿Por qué no quieres ir por ella?, ¡Sé que te encanta traer las ramas!, ¿Estás enfermo?

Akaza por su parte se quedó ahí, estático. Sin saber que decir o como reaccionar, ¿Quién demonios era "Blondy"?, ¿Por qué le decía así a Chachamaru?

Cuando sintió la muerta y pesada mirada del rubio, fue cuando reaccionó, y retrocedió un paso por inercia.

— ¿Y-ya te vas a... Ir? — le escucho preguntarle, y entonces, soltó un suspiro mientras intentaba relacionar las piezas en su mente, ¿Qué estaba pasando?

— Si, ya me voy — respondió, y desvío la mirada; entonces sacó las llaves de su deportivo y lo encendio desde el llavero. Se arrepintió al instante al recordar que Kyojuro siempre se asustaba con el sonido del motor.

Pero ahí estaba él, como si de la nada simplemente no le efectara en lo más mínimo.

Incómodo, volvío a hablar.

— Dale de comer, Yushiro vendrá por él en la noche.

— P-pero... ¿Por... Por qué?

Akaza gruñó un poco, sintiéndose irritado. Quería a Kyojuro, por supuesto que sí, pero, por primera vez desde que se conocieron, cierto desagrado empezó a generarse hacia él. No a su persona como tal, sino hacia el asqueroso sentimiento de inquietud que permanecía ahora casi diario; y por lo tanto eso le generaba cierto rechazo al rubio.

— Porque es de él, no tuyo.

Solo así, la reja eléctrica se abrió por si sola, tal como siempre se abría cuando el coche era encendido. El Alfa se subió al auto y sin siquiera voltear, arranco de este para ir a la venida bajando el horrible camino rocoso.

El rubio miro a Chachamaru con matiz confundido.

— Claro que eres mío — le dijo, y lo acercó a su rostro — Yo fui quien te adoptó. — Después, volvió a bajar al gato y tomó una de las tantas ramas del suelo. La aventó lo más lejos que pudo y la señaló de nuevo — ¡Ve por ella Blondy!

[ . . . ]

Rōmanji Douma miró el vidrio del auto desde adentro, observando así la enorme mansión de los Kibutsuji, en la que siempre se hacían todas las reuniones debido a que ellos, o bueno, él pertenecía al rango número 1, siendo los más poderosos de las Lunas Superiores, más específicamente, de los Yakuza.

Él estaba sentando en el asiento del conductor mientras sus uñas largas y grises tanteaban el volante como si jugara con el.

— No podrás bajarte y entrar, ya que aún no eres oficial miembro de las Lunas. — dijo, mirando a su lado en el asiento del copiloto en donde ya hacía su acompañante. Miró como el menor se quedó firme, sin perder ni un poco su recta postura.

— Legalmente soy parte, Señor. — le respondió, mirando hacia el frente de la mansión, sin siquiera dignarse a ver a quién le había hablado — Le recuerdo que usted fue quien decidió adoptarme, lo que me hace su hijo legal; y eso significa que soy parte de su familia ahora. Según las normas entre las Lunas, los hijos de los superiores no pueden entrar a las reuniones al menos que dispongan de un negocio aparte del familiar. Pero, — vaciló — Se puede si es para acoplarse a las reuniones como futuro sucesor del negocio. No se puede opinar, o meterse entre los asuntos de los superiores, pero se puede entrar a la reunión en silencio como una acompañante analizando todo para entender como funcionan las cosas en las reuniones oficiales. Le recuerdo que usted no tiene otro hijo, lo que me hace sucesor inmediato.

Douma sonrió mostrando sus dientes mientras sus colmillos sobresalían; eso era algo que lo caracterizaba siempre: sonreír. Siempre lo hacía, sea cuál sea la situación. Su palma fue a su mejilla y recargo su rostro en ella mientras soltaba una risa cínica y falsa.

— Eres inteligente — le halago, mirandole intensamente mientras veia al menor seguir con su postura recta, mirando hacia el frente y con expresión neutral — Eres como yo, piensas siempre con la cabeza fría.

El ajeno cambio su expresión está vez, y sonrió con sorna.

— Usted piensa con la cabeza fría porque no puede sentir nada, Señor. — dijo, perdiendo cierto respeto y mirandole de reojo, como si fuera inferior a él — No soy como usted. Soy muy diferente.

Douma rió con fuerza ante eso, y respondió enseguida.

— ¿Qué me hace diferente a ti, ah?

— Usted es una persona asquerosa porque desea serlo — continuo — De niño tuvo todo; lujos, amor, una familia. Todo lo que pedía se lo daban, le trataron siempre como una especie de Dios. — entonces, se quedó unos segundos en silencio, mientras se dignaba a girar su cabeza lentamente en dirección al rubio cenizo para verle directamente — No tiene pasado que justifique todo lo que hace, no tiene excusas para matar personas, no siente ni la mínima culpa de todo lo que ha hecho. Solo quiere ver el mundo arder entre sus manos porque no siente nada a menos que vea a los demás en agonía y desesperación; porque ese es su único consuelo, ¿No? Odia tanto su vida que lo único que le hace sentir menos insignificante es ver qué los demás sufren por la suya.

La sonrisa del menor se hizo más grande, y también mostró sus colmillos mientras empezaba a reír sin siquiera parpadear. Su mirada color infierno estaba clavada en el rubio cenizo, y después su risa incremento, casi burlándose de él. Douma, por su parte, hizo exactamente lo mismo.

Cuando el menor llegó vivo a las puertas de su secta como mercancia, no era nada más y nada menos que un platillo para él, sería servido cuál cerdo en un festín para gente de élite. Era un Beta, por supuesto, pero era exactamente la casta que habría en el menú ese día. Sin embargo, al llegar la noche y a solo tres horas para su preparación, un olor empezó a desprender de él. Al inicio no lo quiso creer, puesto que jamás le habían traído el ganado equivocado.

Pero aún así, pasó.

Para su neutral sorpresa y estrés, el joven había resultado ser un Alfa. No era un Beta, solo era un adolescente que no mostraba aún su casta por un retraso de feromonas. Al inicio pensó en matarlo, sería sencillo.

Una bala en su cabeza volandole la tapa de sesos era lo único que le esperaba.

Pero no lo hizo, porque el ajeno resultó ser interesante. Al despertar, parecía que el saber que podría morir le daba prácticamente igual. Incluso cuando la boca de la pistola estaba directamente en su frente, le sonrió con sorna, diciéndole un «¿Qué esperas?» Nunca rió tanto en su vida, y decidió no matarlo tan fácilmente y hacerlo pasar por una muerte larga y desesperante. Lo encerró en una especie de celda que tenía colgada del techo de una heladera para carne, esperando a que el frío o el hambre lo mataran.

Pero no pasó eso; el Joven no solo mostró un alto grado de inteligencia y estrategia logrando salir de la celda y la heladera, sino que también logró asesinar con un tenedor a uno de sus meseros de la secta y robarse su traje para colocarselo y mezclarse con las personas del enorme lugar pasando como un mesero. Estaba dispuesto a escapar y le emocionó ver lo fácil que le fue manipular a la mayoría de personas dentro para no solo obtener información, sino descubrir la ubicación exacta del lugar y también aprenderse casi todos los pasillos de la enorme mansión.

De no haber sido que él estaba pasando por la entrada para recibir a sus invitados, estaba seguro que el adolescente hubiera podido escapar fácilmente.

Le pareció tan intrigante todo, y la siguiente semana, el joven fue sometido a varias pruebas para ganarse su vida y una garantía de seguridad; fue metido a celdas más complejas, se le planteaban situaciones en diversos escenarios en donde siempre salía victorioso, se le tomó en cuenta su inteligencia para poder jugar estratégicamente con las palabras, ya que su gran nivel de facilidad para manipular y mentir era de utilidad. Lograba idear planes en su cabeza siempre y tenía una memoria impresionante. Sin contar que, por supuesto, tenía un nivel de obediencia increíble sin tener que ir a algún tipo de entrenamiento y sabía hacer cosas bastante complejas para su edad; además de que actuaba de una manera tan frágil y tímida que parecía casi imposible que te mintiera; usando su imagen tierna y sensible a su favor para poder moldear a las personas a su antojo, tomando también en cuenta que lograba acoplar su actitud con cualquier persona para que esta se sintiera encariñada con él, y por ende, un instinto de protección se generaba hacia el adolescente.

A la semana de su encuentro, lo trato como un secretario, después como un compañero de negocios y estratega, luego como un amigo y finalmente, decidió adoptarlo.

No podía tener hijos por ser un alfa con feromonas deficientes, de hecho jamás había presentado celo y apenas tenía un olor, era muy tenue, pero al menos tenía uno. En su mente nunca había pasado siquiera ser padre, pero el adolescente le recordaba por alguna razón a si mismo en su infancia, además de que su madre por cuestiones de edad moriría antes que él, pero cuando él muriera, no había otro sucesor de los Rōmanji ya que era hijo único. Podía juntarse con alguien, claro; de no ser por su problema de feromonas y tetosterona. Tarde o temprano tendría que adoptar a un niño para que la mafia siga teniendo sucesores, y no había mejor candidato para un hijo que aquel adolescente con ojos infierno.

Consideraba que aún era joven para tener un hijo, pero daba igual; ya lo había hecho y no estaba seguro de encontrarse con otro muchacho tan ejemplar como el ajeno. Nadie sabía que lo había adoptado más que su madre puesto que no quería revelar nada sobre su identidad tan pronto. Si bien los demás de las Lunas sabían que había adoptado a un niño, nadie sabía quién era ni como lucía; haciendo una obvia excepción por Nakime y Enmu, el cuál ahora estaba metido en su vida privada e íntima ya que se había convertido en su pareja. A pesar de no sentir nada hacia él, le era agradable pasar su tiempo con su compañía; sin contar que el instinto materno del Omega acogió bastante rápido a su hijo, y su hijo por igual logró usar su personalidad e imagen a favor para ganarse su cariño incondicional y lealtead en unas horas.

La única persona con la que no se mostraba frágil, tímido o inseguro, era con él; porque estaba seguro que en el fondo el adolescente sabía que jamás podría engañarlo.

Y esa era una de los otras razones por las que le agradaba. Además de su gran honestidad.

Cuando el menor dejó de reír y afiló su mirada con interés hacia atrás de Douma, el último también dejó de hacerlo, y con intriga giró su cabeza para ver de qué se trataba.

Akaza.

Sonrió con sorna y después volvió a dirigirse al menor en un tono burlón.

— Es él, él es Akaza. — le dijo mientras de nuevo jugaba con el volante en manos. Hubo un silencio en donde miró las facciones contrarias para analizarlo por completo, encontrando, por su puesto, burla.

— Significa que firmó el contrato, ¿No, señor?

Douma ensanchó su sonrisa, y después asintió. A él nunca se le ocurrió hacer un tratado para unir las Lunas, y de hecho, no le interesaba; pero no fue su idea, ni su plan.

Fue del niño.

— Dime, — le dijo, observando cómo Akaza bajaba de su auto y se acomodaba el cuello de su traje — ¿No es muy obvio que hay una trampa?

— Lo es — le respondió, enderezandose de nuevo y mirando hacia el frente — Ese es el punto. Que sea tan obvio que no sea creíble. Vera, Señor Rōmanji; cuando las personas de élite juegan con las palabras, ocultan sus intenciones bajo palabras complicadas o con doble sentido para que el usuario se confunda. Pero pocos saben que la probabilidad de que pase lo que uno quiere, es poca; al no entender las palabras, la gente duda en firmar, y eso da, obviamente, la derrota. A lo que voy, es — sonrió, mirando por la ventana como el tal llamado "Akaza" ahora se dirigía a la entrada de la mansión — La mejor forma de ocultar algo es ponerlo frente a los ojos de alguien, el punto es que sea tan obvio el ataque o la estrategia que es casi imposible de ver, ya que nadie deja sus intenciones al aire total. Ignoraran toda esa parte y analizarán cosas que no tienen sentido, cosas que no tienen otro significado pero ellos intentan dárselo en busca de grietas. Buscarán trampas en donde no las hay, e ignoraran la única porque no está escondida; entonces, se les hará creer que hay una grieta: "En caso de que una de las familias caiga... La otra se quedará con todo", eso, señor, es nuestro mejor anzuelo. Porque para sus ojos estamos en desventaja y somos unos estúpidos por hacer un tratado que nos desfavorece, y eso les hará creer que cuando tengan nuestras armas, podrán acabarnos. — Entonces, soltó una risita tímida mientras cerraba sus ojos y se tapaba su boca con su mano como si sintiera vergüenza. Haciéndose ver frágil — Pero nuestra mejor arma, ya está acabando con ellos desde hace tiempo y ni siquiera lo sabían.

Douma entonces arqueo una ceja mientras sonreía de nuevo. Entonces, mientras miraba interesado al ajeno, le pregunto:

— ¿Y cuál es esa arma?

— Rengoku Kyojuro.

[ . . . ]

— ¡Akaza-dono! — Le dijo, saludándole mientras se aproximaba a él, interceptando al nombrado desde la base de las escaleras mientras subía — ¿¡Te enteraste de lo que pasó!? ¡Gyutaro renuncio a su mafia! ¡que horror! — exclamó, exagerando.

Akaza por su parte soltó un gruñido de fastidio; si bien Douma antes era su amigo, después de sus celos en el restaurante empezó a agarrarle cierto odio, como si le hechara la culpa de su ataque de ira.

— Douma. — le saludó, subiendo las escaleras mientras miraba hacia enfrente, sosteniendo un maletín de cuero en su otra mano sin dignarse a siquiera mirarle. Su voz salió gruesa, casi como si estuviera molesto. Entonces, miró de reojo que el rubio cenizo no tenía absolutamente nada en sus manos; supuso que ya había llegado desde antes y todos los documentos se encontraban ya en la oficina de reuniones. — ¿Tu madre? — le pregunto, doblando el la esquina camino a la sala.

— ¡Llegó desde hace tiempo! Yo también; que aburrido, ¡Pase casi una hora en el auto, ¿Puedes creerlo!?

Akaza solo gruñó. Se sentía de pésimo humor ese día. No solo por Kyojuro, sino porque era tanto el estrés que se había acumulado por lo ocurrido con Daki que ni siquiera podía dormir bien.

Entonces, soltó un enorme suspiro mientras ignoraba todo lo que siguió diciéndole Douma y se dirigió a la puerta de la oficina, abriendo la puerta despacio. El rubio pareció callar por fin cuando ambos entraron a la sala, y al parecer eran los únicos que faltaban dentro.

Keizo estaba cruzado de brazos sentado en una larga y transparente mesa a uno de los costados, a su lado, Hakuji. Koyuki fue excluida por su embarazo y fue dejada en el cuidado de las amas de llaves de la mansión de su tutor; sentada al frente de ellos estaba la madre de Douma, y hasta el final de la mesa, en la silla más grande, se encontraba Muzan.

Douma tomo asiento al lado de su madre; Nakime entonces miró con algo de enojo a su hijo mientras de acomodaba su larga cabellera negra. Nakime no tenía un ojo, por lo tanto usaba un parche del mismo color que su cabello. A Akaza le daban escalofríos siempre que la veía.

Todos venían de traje, y todos eran del mismo color: Negro con camisa roja y corbata negra; en las mangas con color rojo intenso venían los kanjis "Luna superior (...)" Y el rango al que pertenecía cada quién.

Akaza tomó asiento al lado de su hermano mientras dejaba el maletín a una silla a su lado. Miró como Douma se sentó frente a él, sonriéndole casi con burla mientras su madre jugaba con los mechones de su propio cabello y terminaba de organizar unos documentos, dejándolos frente a ella.

Muzan, como siempre, fue el primero en hablar. Su aspecto era diferente al de antes, su cabello semilargo color negro ahora estaba mucho más largo y amarrado en un chongo; su característico sombrero ya no estaba y en su lugar usaba unos palillos de vidrio sobre su cabello. Sus ojos rojos se veían cansados y unas enormes enojeras venían en compañía de sus ojos. Su piel estaba mucho más pálida que antes y sus labios estaban casi grises y rotos.

Se veía mal.

Pero nadie quiso preguntar.

— Ya que estamos todos — Dijo, soltando un suspiro ciertamente largo mientras pasaba sus delgadas y pálidas manos llenas de costras por su cabello — Declaro está reunión de las Lunas Supierores abiertas: Como pueden ver, el espacio de los Warabihime está vacío. Las cuartas y últimas Lunas en la lista han caído, ahora solo quedan los rangos uno, dos, y tres. Gyutaro como segundo sucesor de las cuartas Lunas ha renunciado a su puesto como dueño de los bienes, propiedades y negocios, dejandolos en las manos del... — Vaciló, pensando en si debería llamar a Douma "Señor" en vez de "Joven", ya que ahora era padre — ¿Señor...? Rōmanji.

Kibutsuji siguió hablando sobre todo lo que había sucedido en el mes, dando actualizaciones sobre todo lo que podía. Mientras esto pasaba Akaza estaba perdido en la nada. No dejaba de pensar una y otra vez en Kyojuro. Le inquietaba.

Lejos de brindarle la sensación agradable que siempre tenía, ahora se sentía incómodo con el mínimo contacto físico.

Sintió el codazo de su hermano en sus costillas y escuchó un susurro molesto diciendo «¿Estás poniendo atención verdad?», y el respondió con un «Si», pero no lo estaba haciendo realmente. Cuando enfocó mejor su vista se dió cuenta que Douma no dejaba de mirarlo con su típica sonrisa sornosa. Parecía como si de alguna manera se estuviera burlando de él.

Cuando la voz de Nakime se escuchó; siendo fuerte y demandante, puso atención.

— ¿Entonces, hay alguna duda? — dijo la mujer, mientras se levantaba elegantemente de la silla y extendía sus delgadas manos de porcelana sobre la mesa, alcanzando los documentos que tenía. — He hecho las escalas de los bienes monetarios que esperan poderse acumular este año. También hice otras sobre las expectativas que tenemos.

Keizo respondió. Poniéndose también de pie para alcanzar los documentos y veía las gráficas. Hakuji miró la hoja de su padre y lo sorprendían los números que habían en ellas.

De nuevo, el trato era conveniente. Pero tomando en cuenta que ahora los negocios y todo lo que tenía Daki ahora era de Douma, sin duda sería difícil exterminarlos.

Exterminar, Akaza pensó que era una palabra curiosa. Destruir, Acabar, Asesinar.

Sin saber porque, se preguntó si algún día Kyojuro pensó en matarlo.

— ... aza.... Akaza.

¿Y si si lo había pensando? Sería tan fácil. Dormían juntos, hacían todo juntos; el cualquier segundo podría simplemente apuñalarlo, golpearlo con el bate de metal de cuarto, podría incluso tirarlo de las escaleras.

— Akaza.

¿Kyojuro quería matarlo?

Cuando sintió el golpe en la cabeza por parte de su hermano fue cuando reaccionó y miró a los lados rápidamente mientras se sintió apenado por todos los ojos de los presentes mirandole extrañados.

— Creo que mi hijo necesita tomar aire — dijo Keizo sonriendole a los demás mientras tomaba del brazo al alfa pelirrosa y lo arrastraba por la oficina con el fin de llegar a uno de los balcones de la mansión.

Akaza escuchó la voz de su hermano soltando un «Idiota» y frunció el ceño mientras miraba de manera aburrida al patio de los Kibutsuji desde el balcón mientras su tutor le regañaba.

— Akaza. Vas a dejarme mal con Kibutsuji y con Nakime. Mira, se que lo de Daki es difícil para ti pero...

Dejó de poner atención después de eso y se dedicó a suspirar mientras la frustración le comía por dentro.

Cuando escuchó la puerta del balcón cerrarse, supo que estaba solo. Por órdenes de su mayor se quedó en el balcón hasta que tuviera las ganas de poner la atención suficiente. Apretó el balcón entre sus manos y sintió sus ojos cristalizarse. Las emociones le estaban ganando. Extrañaba a Daki, bastante a decir verdad; la culpabilidad de sentirse responsable por la muerte de la Omega le estaba matando por dentro. Se llevó la uña de su pulgar entre sus dientes y empezó a morderla mostrando su estrés.

Después sacó su celular con su mano restante mientras sentía su vista nublada y su pecho empezar a latir con fuerza por la ansiedad. Reviso el mensaje que tenía en la bandeja de entrada de Yoriichi «Buenas tardes Akaza. Necesito hablar contigo, es sobre el diagnóstico clínico de Rengoku» lo dejo en visto, le respondería más tarde.

Cuando escuchó la puerta del balcón abrirse de nuevo, no se giró suponiendo que era su padre, pero cuando el olor a café amargo le envolvió, se giró con brusquedad al mismo tiempo que se limpiaba los ojos con las mangas de su saco.

— Akaza-dono, ¿Qué fue eso? — le dijo Douma mientras se ponía a su lado mirando desinteresadamente el patio y jugaba con el barandal con sus largas uñas; haciendo obvia su intensión de meterse en lo personal.

El nombrado no respondió y soltó un gruñido mientras desviaba la mirada a los autos estacionados, encontrando el suyo, el de su padre, su hermano, y el de Douma. Olfateo un poco solo por inercia, encontrando un tenue olor a vino entre el café amargo.

Se sintió inquieto.

— ¿Con quién más vienes? — le pregunto, mirando fijamente el auto ajeno.

— Ohhhhhh, te has vuelto curioso, ¿Ah?

— Te pregunté con quién más vienes.

El rubio sonrió complacido, mostrándose satisfecho por el comportamiento ajeno.

— Me pregunto... ¿Qué harás cuando lo sepas? — le dijo, soltando una risa sornosa mientras ponía su mejilla sobre la palma de su mano y veía también su auto, sabiendo que Akaza se había dado cuenta del otro olor — ¿Cómo sería tu reacción?

El pelirrosa miró atentamente al ajeno, encontrando esa sonrisa intacta que ahora odiaba.

— Te va a encantar — siguió, pasando sus uñas sobre el barandal jugando con el sonido metálico — Es un amor de persona, y es muy.... Flam-

Deja de ser tan patético. — le interrumpió con un gruñido.

Lejos de recibir un reclamo del porque le calló, escuchó una risa llena de cinismo y burla. Douma estaba riendo casi como si hubiera escuchado la cosa más graciosa de toda su existencia.

— Pat- pff, Pateti- — Siguió riendo mientras ponía una de sus manos en su estómago fingiendo que le dolía por reír, y con la otra levantaba el dedo índice como diciendo «Dame un minuto», entonces, cuando pensó que ya estaba algo calmado, volvió a hablar — ¿P-patético? — dijo aún riendo pero menos fuerte que antes. Entonces, todo su semblante cambio de un segundo a otro. Su rostro no era serio, pero si mostraba una sonrisa tétrica mientras que sus ojos arcoiris estaban bastante abiertos. Akaza sintió un escalofrío; esa sonrisa muerta le recordaba a Kyojuro — ¿Quieres saber que es patético Akaza? — le pregunto sin usar su manera habitual de llamarlo.

Akaza se tenso y se apartó un poco del barandal.

— Patético es creer que una enfermedad mental se cura con amor. — Y, de nuevo, empezó a reír.

Supo a qué se refería al instante, y se apresuró a abrir la puerta del barandal para entrar de nuevo a la reunión; dejando a Douma reírse solo en el balcón.

Mientras tanto en la mansión de Akaza, Kyojuro se rascó molesto su cuello mientras miraba intensamente al gato frente a él. Llevaba más de una hora en el patio aventando la rama para que fuera por ella, pero Chachamaru solo se frotaba contra el pasto.

— Estúpido perro. — le dijo, sintiendo como el gato se pasaba entre sus piernas. Entonces se sintió más molesto cuando el mínimo maullo.

Y lo pateó.

— Ve por la estúpida rama — le dijo, viendo cómo Chachamaru se quejaba en el suelo por el golpe — ¡Dije que fueras por la rama!, ¿¡Por qué mierda no me haces caso!?, ¿¡ya no me quieres, vas a dejarme también!?

Al ver que el animal seguía quejándose por el golpe, se dirigió hacia él mientras el enojo y la impotencia le comían por completo. Se agachó para tomar al gato del pellejo, y entre sus manos empezó a aprisionar su cuello sintiendo como le daba arañazos en los brazos y manos para intentar safarse mientras soltaba más maullidos de queja.

— Te odio.

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