Dahlia | winrina

By paradiseworlds

26.7K 4K 683

Año 1725. Winter, la proclamada pirata con peor fama del país, lleva años buscando lo más preciado para ella... More

1: El collar de diamantes
2: Rutina, ¡vuelve!
3: La historia de tus cicatrices
4: El barco
5: Primer paso; decir sí
6: La tormenta
7: Confianza
8: Antes y después
10: Hogar dulce hogar
11: Los pasos a seguir
12: Si no eres tú, ¿quién?
13: Los polos opuestos
14: La rabia que provoca (M)
15: Buenos días (M)
16: La espada de hielo
17: Rendida ante ti
18: Siguiente
19: El caballo de juguete
20: La fruta prohibida
21: Mamá
22: El origen
23: Una verdad a ciegas
24: Bonus
25: DAHLIA
Personajes

9: La vida es una caja de sorpresas

1K 169 34
By paradiseworlds

Karina

Imbécil, idiota, estupida... ¿En qué momento decidí besar a una idiota como ella? Necesito lavarme la boca con jabón. Ya puede ser esa caja una bomba o un mismisimo tiburón que no me importa, que le den.

Me senté sobre la cama y me miré las muñecas. Estaban rojas de la fuerza con la que me habían bajado. Esta gente no entiende lo que es la delicadeza, normal, son todo burros... Como su capitana.

El plan que habíamos montado para mañana era peligroso, casi imposible, pero con cosas como estas me daban ganas de ignorarla y simplemente escapar de ella. Maldita sea.

A la media hora seguía acostaba en la cama sin pegar ojo. Bueno, una bomba no sería o ya estaría durmiendo bajo el océano. Entonces escuché la puerta abrirse y a ella entrar.

El sonido que hizo al descalzarse me hizo resoplar, ella supo en ese instante que yo seguía despierta.

—Perdón por lo de antes, pero te dije que te quedaras aquí —musitó sin mirarme.

Me incorporé de la cama y me giré a ella.

—No eres nadie para ordenarme qué hacer  —espeté enfadada.

—Aquí sí, aquí soy tu capitana.

Rodé los ojos. Me incorporé mirándola.

—Te repito, no eres nadie para mí ni vas a serlo, y si quiero estar en proa voy a estarlo.

Quizá la rabia e impotencia habló por mí, tal vez había cosas que no pensaba y que en cualquier otra ocasión no habría dicho.

Ella se puso seria y se acercó hasta mí.

—Te recuerdo que estas secuestrada, por si se le olvidó a tu cabecita —ironizó.

—Eres odiosa —susurré en su cara.

La cercanía era de nuevo notoria. ¿Por qué me ponía nerviosa? Tenia que ser una broma. Ella esbozó una sonrisa burlona.

—Tan odiosa no seré cuando me has besado.

Oh. Golpe bajo.

—Tranquila que no volveré a hacerlo ni muerta.

—Como si me importara.

Winter rodó los ojos y se apartó para meterse en la cama, no sé por qué el enfado había crecido dentro de mí. Quería gritarle y a ella parecía no importarle ni lo mas mínimo.

—Me voy a dormir fuera —dije seria.

Ella se incorporó para mirarme.

—No digas tonterías.

Agarré mis zapatos y me los puse. Fui hasta la puerta decidida y la abrí, pero antes de dar cualquier paso más allá ella cerró la puerta con fuerza poniéndose tras de mi. Notaba su torso pegado contra mi espalda.

—Te he dicho que no te vas —musitó seria, parecía enfadada.

Por fin un maldito ápice de sentimientos. No es una maldita piedra.

—Y yo te dije que no me importa lo que me digas —musité sin mirarla.

—Karina, es tarde. Vuelve a la cama, no hagas tonterías.

Me giré como pude sobre mí misma y quedé acorralada entre la puerta y su brazo que aún seguía apoyado en la puerta. Su rostro reflejaba desesperación, ira, enfado.

—No —susurré—. Déjame salir.

—¿No te das cuenta de que es tarde? Deja de ser tan cabezota, si quieres mañana dejas de dirigirme la palabra pero el mar esta revuelto y no vas a quedarte deambulando por el puñetero barco —espetó enfadada.

—No, escuchame tú a mi —le golpeé en el hombro—. No vuelvas a tratarme como me trataste antes, como si fuera una maldita mierda. Soy una persona, me gusta que me traten con respeto. Mandarme a bajar a rastras de mano de tu gente no fue nada respetuoso.

Winter tragó saliva.

—No tenías que estar ahí. No era tu maldito sitio.

—¿Y cual es mi sitio? ¡¿Quedarme aquí esperando a que vuelvas si es que no te han matado antes?!

—¿Qué más te da, Karina? No debería importante.

Me quedé callada. Tenia razón, no debería importarme nada... Y aquí estaba, preocupandome por ella. Ya me había cansado de eso, y la ira se empezaba a adueñar de mi.

—Y no me importa ni lo más mínimo, Winter, me da igual lo que te suceda. Recuerda que te odio por haberme traído aquí, debería estar en casa con mi prometido.

Ella se quedó en silencio mientras nos mirábamos a los ojos. No decía nada, solo me miraba. Sentía que se iba a burlar de mí en cualquier momento, así era ella.

—Te odio, te odio, ¡te odio maldita sea! —exclamé.

Entonces ella agarró mi cuello pegándome contra la puerta y atacó mis labios de la manera más intensa y feroz que he podido ver nunca.

Estaba enfadada, al principio no quería esto así que intenté separarme pero ella lo hacía prácticamente imposible. Después me hice al beso y... No pude evitar besarla de vuelta contradiciendo mis propias palabras.

El beso fue haciéndose cada vez más lento, ella pasó sus manos por mi rostro acercándome aun mas para profundizarlo, como si fuera posible. Poco a poco nos separamos. Las respiraciones agitadas, mi corazón a cien por hora...

—Siento haber mandado que te bajaran de esa mandra —musitó sobre mis labios, aun con los ojos cerrados.

—Lo siento por haber dicho todo lo que acabo de decir, estaba enfadada —respondí yo.

Su frente contra la mía. No sabía si esto iba a seguir o pararíamos, aunque no me apetecía nada parar. Entonces ella se apartó para ir a la cama, la notaba ida. Ese beso desde luego le había afectado tanto como a mi, pero entonces noté como me daba un pequeño vistazo primero.

—¿Y eso? —preguntó mirando un punto fijo.

—¿El qué?

—Tus muñecas.

Sus ojos se quedaron embobados observándome.

—Oh —dije apartándolas de su vista—, tus compañeros supongo.

Ella se acercó hasta mí para verlas de cerca.

—Nunca quise que te hicieran daño, ni que fueran tan brutos.

—Igual son tus hombres, les da igual eso.

Ella me agarró una de las muñecas para observarla.

—Karina, si les mandé llevarte a abajo fue porque no quería que te pasara nada.

Una sensación extraña me recorrió todo mi interior al escucharla decir esas palabras.

—¿Pretendes que me crea que estabas preocupada por mí? —pregunté confusa.

—Me preocupo por mi tripulación, Karina. Eso siempre.

Asentí. Claro, cómo no. ¿Cómo pude pensar que era por mí?

—Por tu tripulación, ya —dije con rentintin—. Pues ya pudiste ver, no les importa lastimar a alguien si se trata de tu bienestar y lo que tú mandes.

Ella se quedó en silencio unos segundos.

—Yo no te haría daño nunca, Karina —musitó.

Ahí fue cuando me quedé muda.

Su voz ronca, el susurro, la sinceridad en sus ojos...

Oh vamos, ¡reacciona Karina! Muévete, grítale, imponte. Se merece todo eso y más... Pero a quién voy a mentir, mi corazón estaba latiendo con fuerza en ese momento.

—Ven —dijo ella agarrándome de la mano con suavidad.

Deja de producirme esas corrientes eléctricas cada vez que me tocas, deja de hacerme perder la cabeza... Lo detesto.

Winter me llevó hasta la cama sentándome en la orilla, entonces fue hasta el botiquín y se sentó a mi lado.

—Déjame ver eso —susurró observando la muñeca, pero yo no dejaba de observarla a ella.

Era increíble como una persona podía pasar de ser un ogro, un ser lleno de rabia, a ser tan dulce y cuidadosa. Era lo que más curiosidad me provocaba de ella.

Winter sacó un par de gasas y desinfectantes y empezó a curarme.

—Esto va a acabar siendo una rutina —bromeé pero ella se mantuvo seria—. No hace falta prestarle tanta atención Winter, es solo una rozadura —comenté al notar el algodón sobre mi muñeca.

—Sí debemos porque te han hecho daño.

—Pero no me duele.

—Me da igual Karina, podría haber sido más grave.

Suspiré mientras seguía observándola.

—¿Por qué? —pregunté de la nada. Ella me miró confusa.

—¿El qué?

—¿Por qué hace una hora estabas siendo de una manera y de repente cambiaste por completo?

Ella siguió curándome y preparándolo para la gasa.

—Soy así.

—¿Solo vas a decir eso?

—No tengo más que decir.

Asentí. Winter siempre fue un enigma, pero cuando pensaba que estaba empezando a descubrirlo me di cuenta de que solo estaba en el comienzo.

—¿Qué había en la caja? —pregunté.

—Nada importante.

Me puso la gasa y me incorporé.

—Te lo pregunto de nuevo, ¿qué había en la caja?

—Y yo te digo de nuevo que nada importante.

—Por favor Winter, deja de tratarme como una estupida —dije alterada—. Si no me cuentas que ha pasado allí arriba te juro que vuelvo a marcharme a dormir a cualquier otro camarote de un tripulante que tengas.

Ella rodó los ojos.

—¿Por qué me amenazas con eso? Es tu salud la que pones en juego.

—Porque sé que te importa, sino no me hubieses parado antes —concluí dejándola en silencio.

Ella suspiró y negó con la cabeza. Apartó su mirada de mi unos instantes y se puso en pie.

—Nicholas mandó un paquete.

Mi cara parecía un poker face. Me incorporé de inmediato.

—Espera... ¿Qué?

—Sí, una caja con comida.

—Oh... —tragué saliva—. ¿Pero eso es bueno, no?

Noté como suspiraba.

—Venía con esto.

Ella agarró una nota de su bolsillo y me la pasó. Nada más ver la caligrafía terminé de confirmar que sí, era él.

"Aquí tienes un manjar, Winter. Un manjar de comida para todos tus amigos.

Disfrútalo, come despacio y saborea cada bocado, porque va a ser lo último que comas. Te tengo vigilada, cada paso que des, cada lugar donde te escondas... Ahí estaré, recuérdalo, siempre serás la escoria que fuiste.

Como habrás podido observar esta caja trae comida, pero hay otras cajas mucho peores. ¿Y sabes qué es lo más divertido? Que entre toda esa comida hay un par de cosas no tan buenas, ni tan sanas... Siempre pensé que la ruleta rusa era un juego entretenido. Dile ahora a toda tu tripulación que es momento de tirar la comida por la borda, ¿o prefieres que se alimenten con ella?

Recuperaré a Karina, pero no sin que pagues antes las consecuencias.

Att: Nicholas"

—No... No sé que decir...

—No hace falta que digas nada —dijo quitándome la nota—. Así es él, aunque te cueste creerlo —ironizó.

—Yo sabía que era duro, sabía que era serio con sus cosas pero esto...

—Supongo que no solo fue una sorpresa para mí —suspiró—. Ya hemos tirado toda la comida por la borda. Nadie va a probar un ápice de esa caja.

—Winter... Por lo que veo esa gente es muy peligrosa...

—Es gracioso que venga de ti, mi rehen secuestrada en un barco pirata —esbozó una sonrisa.

Negué con la cabeza. Esto era mas serio de lo que imaginaba.

—Vamos a hacer ese plan que organizamos y saldrá todo bien. Volveré aquí con el collar y obtendrás lo que buscabas.

Carraspeó quedándose en silencio unos segundos.

—¿Y tu, Karina? ¿Qué harás tú?

—Yo... —me quedé en blanco.

No lo habia pensado. ¿Qué haría yo? Volveré a casa, ¿no? Es lo que debería hacer... ¿Pero casarme con él? Me daba angustia de pensarlo. Mi vida esta hecha un absoluto caos.

—¿Volverás con él? ¿Es lo que quieres?

—No lo sé, Winter.

—¿Quieres estar con él?

Tragué saliva por su proximidad.

—¿Influirá en algo mi respuesta, Winter?

Mis ojos y los suyos se quedaron fijos. Noté mi corazón acelerarse, las manos empezaron a sudarme, apenas la veía con claridad. Solo nos iluminaba la luz de la luna que atravesaba la ventana.

—Simplemente no quiero que te hagan daño, ya te lo dije.

—No has respondido a mi pregunta.

—Karina, no es necesario.

—Habla.

Ella resopló.

—Sí, tal vez influye en que me enerve que ese hombre este cerca de ti. Que me enerve pensar que puede lastimarte o jugar contigo. Que me enerve tan solo recordar que estáis prometidos. Detesto pensarlo.

Sus palabras aceleraron hasta la última de mis partículas. Mi corazón latía tan rápido que me asustaba que fuera a salir de mi pecho.

—No me van a hacer daño —susurré.

—No sabes cómo es... —dijo sobre Nicholas.

—¿Y qué pretendes que haga? No tengo a nadie más.

Ella negó con la cabeza.

—Me tienes a mí —musitó.

Oh por favor. Lo que me faltaba.

—Tu misma lo has dicho antes, Winter. Soy tu rehén, eres mi capitana. Quiero ayudarte pero vivir aquí es demasiado.

—Esta bien —asintió—, tienes razón.

Ella se metió en la cama y volvió a hablar.

—Pero si cambias de opinión aquí siempre vas a tener un lugar, y estoy segura de que será mejor que con él.

Ella se giró hacia la pared y me quedé ahí muda, pensando en sus palabras. ¿De verdad estaba planteándome algo así? ¿Qué me había ocurrido? Puede ser que sea el síndrome de estocolmo, o yo que sé.

Me metí a la cama junto a ella y me quedé observando su espalda marcada. Llevaba una camiseta de tirantes, podía ver parte de sus hombros y las cicatrices asomarse. No sé qué me ha pasado con ella, no sé por qué necesito tanto estar cerca de ella o tocar tan solo un centímetro de su piel.

Probablemente mañana se termine todo y tenga que volver a esa mansión custodiada por soldados, esperando a que llegue el día en el que me case infelizmente con ese hombre. Y sinceramente no sé si estoy lista para dejar atrás lo único que me ha hecho sentir algo en mi interior practicamente muerto.

Me acerqué a ella por la espalda y rodeé mis brazos tras ella. Mi rostro se posó en su cuello y mis brazos la abrazaron pegándola a mí.

—¿Karina? —susurró confusa.

—Abrázame, por favor —susurré.

Ella se giró de inmediato y parecía asustada, pero yo no tenía mas ganas de hablar. Me rodeó con sus brazos y posé mi cabeza sobre su pecho, escuchaba su corazón latir. Me mantuve así unos minutos más hasta que terminé quedándome dormida a los pocos segundos.

Continue Reading

You'll Also Like

609K 81.5K 46
Una sola noche. Dos mujeres lesbianas. ¿Un embarazo? ¡Imposible!
693K 89.9K 63
"Y si no eres el amor de mi vida diré que me equivoque de vida y no de amor" Cuando Izuku observó como Kacchan le decía que sería padre, supo que en...
45.3K 4K 19
¿que pasa cuando la novia de tu padre se muda a tu casa, y con ella, su sexy hija? yu jimin es una universitaria, buena onda, amigable y abiertamente...
519K 53.3K 133
La verdad esta idea es pervertida al comienzo, pero si le ves más a fondo en vastante tierno más que perverso. nop, no hay Lemon, ecchi obviamente, p...