call of silence. robert...

By targparadise

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COS. ❝ madness and greatness are two sides of the same coin, in which side landed... More

chapter zero.
call of silence.
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By targparadise


CHAPTER TWENTY-TWO















Robert acompañó a Maegelle en cada momento, intentó hacerle saber que estaba ahí para ella y que la acompañaba en su dolor, aún si su relación con Rhaegar nunca fue la mejor.

La joven observó el cuerpo de su hermano volverse cenizas con el amanecer, vestida completamente de negro y con el rostro endurecido, sus ojos reflejaron el dolor de su alma, y nadie deseó encontrar aquella faceta que muchos desconocen; esa que la llevó a matar a su padre sin pensarlo dos veces.

Eddard y Lyanna permanecieron en King 's Landing, pero ninguno se acercó demasiado a Maegelle; Robert se los pidió, que le otorguen un poco de paz antes de que las nuevas responsabilidades la azoten en la cara. A regañadientes, más Lyanna que el nuevo Señor del Norte, obedecieron y se mantuvieron lejos de la princesa.

Hasta ahora, al menos.

De pie en los jardines de la Fortaleza, rememorando a su madre y a su hermano, Maegelle se encontraba en completo silencio; no necesitaba oír ningún comentario de compasión, ni deseaba tener que asentir con su cabeza cuando le decían cosas buenas de Rhaegar; toda la situación en sí era molesta, y sentía que no podía permanecer de luto en tranquilidad con todas las cosas que debía oír y pretender que le importaba. Llevó una mano hacia el collar que ella le obsequió a su hermano, lo apretó con tanta fuerza que pudo jurar que logró hacer algunos cortes en su mano. Si la hirió o algo, no fue capaz de sentirlo.

─¿Cómo sucedió? ─la voz de Lyanna la quitó de sus pensamientos, sin ánimos de voltear, o de responder, permaneció quieta observando las flores─. Te he dado suficiente espacio, merezco respuestas.

─La espada de Ser Owen Merryweather lo atravesó en el estómago ─dijo ella, sin ponerse a pensar en ser suave con sus palabras o no─, esa espada debía atravesarme a mí.

Lyanna no dijo nada, permaneció en silencio y llevó una mano a su estómago aún abultado, el niño que llevaba dentro aún no nacía pese al sinfín de emociones que vivió los últimos días.

─¿Le dijiste que iba a ser padre?

─No tuve tiempo de decírselo ─murmuró ella, Lyanna suspiró.

─O no quisiste hacerlo ─le respondió.

─Quién sabe ─Maegelle respondió─, puede que tengas razón. Estaba demasiado ocupada pensando en cómo se dió toda esa situación. Tú padre murió, Lyanna, Brandon también. Ninguno de ellos merecía esa muerte; no aún. Brandon era joven, y habría sido un gran Señor.

─Fueron estúpidos, ya lo sé, es lo que he oído últimamente de todos ─musitó─, sé que es mi culpa lo que les sucedió.

Maegelle suspiró.

─Es tú culpa ─concordó─, pero no tienes toda la culpa. Todos somos responsables de las acciones que hacemos, y no comprendemos sus consecuencias hasta que las desgracias suceden ─musitó Maegelle─. ¿No es así como funciona todo? ─preguntó, aunque no esperaba que Lyanna respondiera─. Me alegra, al menos, saber que eres consciente de que has metido la pata y muy hondo. Antes parecías demasiado ignorante de la chiquilla insolente que eras, especialmente después de que mi hermano quedó aquí cautivo y tú intentabas convencer a Robert de huir en un barco hacia el mundo desconocido.

Lyanna tragó saliva mientras Maegelle le daba un vistazo de soslayo, debió suponer que Robert iba a decírselo, nuevamente, tanteó terreno intentando salir de todo el problema que ella causó; convencida de que en el corazón de Robert, quizá aún había espacio para ella. Pero su ingenuidad la llevó ahora a estar temblando como un animal asustado ante la princesa, futura Reina, quién parecía no importarle demasiado lo que hizo.

─Yo-...

─Excusas incoherentes son lo que menos necesito ahora mismo ─dijo ella─. He hablado con tu hermano después del… ─carraspeó, y relamió sus labios─. Hemos llegado a un mutuo acuerdo, luego de que tengas al hijo de mi hermano; te casarás con un buen hombre del Norte y permanecerás allá, cumpliendo tu deber.

─No.

─No he pedido tu opinión ─dijo ella─. Era hacer eso, o obedecer a los Señores del Norte que buscaban exiliarte, o castigarte con la muerte, porque consideran que eres responsable de lo que has hecho tras todos entender cómo sucedieron los hechos.

─¡Simplemente no deseaba aferrarme a Robert toda mi vida!

─Aún así, corriste hacia él ─dijo ella, acercándose─. ¿Era tu último seguro de vida? ¿Esperabas que él corriera contigo hacia uno de mis barcos y juntos irían hacia el paraíso prometido?

Lyanna bajó su cabeza, suspirando derrotada.

─He cometido muchos errores, lo entiendo, pero no puedo volver a donde estaba mi vida antes de Rhaegar.

Maegelle suspiró, negando.

─Eres un verdadero dolor de cabeza ─dijo─. No puedes cambiar lo que ya se ha asentado. Te casarás con un hombre del Norte, puedes escoger el que te parezca apropiado. Tu hijo siempre será bienvenido a King 's Landing, después de todo, es un Targaryen.

─¿Le permitirás llevar vuestro apellido?

─Por supuesto ─musitó─, el mocoso no es responsable de nada, lo traerás tras su nacimiento y lo presentarás en mi corte.

Lyanna rodó sus ojos.

─Como quieras ─musitó─. ¿Cuándo serás coronada?

─Mañana ─le dijo Maegelle─. Primero debo asegurarme de que no exista ningún barril de fuego Valyrio.

─¿Qué harás con el que ha quedado? ─le preguntó, Maegelle se giró para caminar hacia el mural de flores nuevamente.

─Lo enviaremos en barcos hacia la Vieja Valyria ─musitó─, pagaré una buena suma de dinero para quiénes deseen hacer ese viaje. Después de todo, la ciudad continúa maldita.

─¿Quién podría querer tanto dinero como para ir hacia allá?

─Bueno, si una princesa les ofrece dinero y no sólo eso, pone en duda su orgullo; rápidamente aceptarán ─dijo ella─, porque no soportan la idea de ser retados, mucho menos por una mujer.

─Por eso detesto a los hombres ─musitó Lyanna. Maegelle rió levemente asintiendo de acuerdo con su comentario. La joven loba carraspeó antes de continuar─. Rhaegar era diferente ─musitó─, cometí errores; pero realmente me enamoré de él. No fue un amor recíproco, pero me hizo sentir de una manera que desconocía, me hizo sentir libre; valorada. Sé que te he… quitado a una persona importante, pero sólo pensaba en que lo quería tanto como tú lo hacías.

Maegelle no respondió, se quedó en silencio mientras pensaba en las palabras de Lyanna. Alzó su cabeza para observarla.

─Está bien ─dijo, mirándola─. Si eres capaz de hacer tales cosas por amor, no soy quién para cuestionarlo. Por unos días, pensaba en hacer que te cuelguen para que Rhaegar no tenga que casarse contigo ─musitó, haciendo reír incómoda a Lyanna; a sabiendas de que de haberle pedido eso a Aerys, hoy no estarían teniendo esa conversación─. Y también quise colgar a Robert, porque ese idiota cayó tan profundo por ti, que acabó liderando una rebelión contra mi sangre; y luego comprendí que cuando te enamoras, eres capaz de lo que sea por esa persona, incluso arriesgar tu propia vida. Tuviste suerte ─musitó Maegelle─, dos de los mejores hombres que conocí, te amaron.

Lyanna sintió que el nudo en su garganta se volvía a formar.

─He visto cómo Robert te observa ─murmuró─, tal vez antes haya sido gruñón y frío contigo, sin embargo; desde que se han casado no observa a nadie más que a ti. Hace todo lo que le pidas, incluso ignorar el hecho de que arriesgaste tu vida al presentarte sola en la sala del Trono. Mi hermano y Lord Umber debieron agarrarlo, y se necesitó a dos hombres más para retenerlo; porque quería ir contigo. Seguramente me quiso, pero nunca me amó. No como lo hace contigo, así que, cuida de él, y no dejes que tome tanto vino; le hará envejecer más rápido.

Maegelle asintió.

─No huyas del Norte ─musitó.

─No huyas de la coronación y quizá considere obedecerte.

La princesa rió, viendo hacia el cielo.

─No puedo huir ─dijo─, tengo una deuda con quiénes ya no están, y con las futuras generaciones por venir ─miró al estómago de Lyanna, quién sonrió asintiendo.

─Mi reina ─la voz de Vargo las hizo voltear a verlo─, se ha visto el barco de los Baratheon 's; parece que Lord Stannis ha llegado con vuestros hermanos y el príncipe.

─Ve ─musitó Lyanna─, Viserys ha de estar desesperado por verte.

Maegelle asintió y pasó junto a ella para poder salir; pero antes de irse, volteó a verla por última vez.

─Cuida de ti misma.

─Siempre.

Vargo caminó junto a Maegelle, quién no dijo nada en todo el camino y simplemente mantuvo su mirada al frente, sin ver nada en específico. Su cuerpo se encontraba allí, pero su mente seguía reviviendo todos los recuerdos que compartió con toda su familia, incluso con su padre.

Al llegar hacia donde esperaban los barcos cuando descendían, Robert estaba de pie allí. Estaba arreglado, no utilizaba el traje azulado que usualmente llevaría, estaba de negro y con un pequeño bordado en el que divisó la cabeza del dragón tricéfalo; Maegelle se colocó junto a él, su Señor bajó su cabeza en señal de respeto.

─¿Cómo te sientes, Mae?

─He estado mejor ─admitió, mostrándole una pequeña sonrisa─. ¿Cómo te encuentras tú?

Robert se sorprendió de oírla preguntar aquello, lo observó con ojos expectantes y concentrados en lo que tuviera por decir.

─Aún proceso los sucesos ─dijo él, mirándola─. Todo sucedió demasiado rápido. Tuvimos un hijo, al que aún no hemos nombrado, y luego nos enfrentamos a un montón de pérdidas… Ha sucedido demasiado. Quizá debamos tomarnos un par de semanas y enviar a todos a sus jodidos hogares.

Maegelle asintió.

─Lo bien que me haría que no esté nadie en la Fortaleza ─musitó ella─, deseo hacer cientos de remodelaciones, por cierto.

─Entonces así será, mañana después de la ceremonia, King 's Landing queda oficialmente cerrado hasta nuevo aviso.

─Serás Rey ─dijo ella─, puedes ordenar lo que quieras y se cumplirá.

Robert negó con su cabeza.

─¿Me dejarás dar órdenes?

─Siempre dependerá de si me darán dolores de cabeza luego ─dijo ella─, pero podemos conversarlo.

─Bueno, prefiero eso a ser completamente ignorado.

Ambos se sonrieron antes de poder ver cómo Viserys saltaba de los brazos de Lord Steffon para dirigirse hacia ella, se aferró a su hermana con fuerza, sintiendo el calor de la mayor mientras ella le murmuraba palabras de cariño en el oído. Su hermano menor había estado desesperado por verla, cada noche un sinfín de pesadillas atormentaban su cabeza y la preocupación que sentía sólo incrementaba con cada segundo que no estaba junto a Maegelle.

─Valonqar.

─Estás bien ─murmuró él mientras apoyaba su cabeza en su hombro. Maegelle asintió con su cabeza y lo abrazó.

─Todo está bien, valonqar ─le dijo ella─, todo está bien.

Viserys asintió con su cabeza.

─¿Dónde se encuentra Rhaegar, Mae? ─preguntó, buscándolo con su mirada llena de esperanza de verlo ahí. Maegelle tragó saliva, y Robert no pudo evitar bajar la cabeza.

─Él… Rhaegar… Él sacrificó su vida por nosotros, Valonqar ─musitó ella, tragando el nudo que se formó en su garganta─, y debemos recordarlo así. Nos salvó. Viviremos honrando su sacrificio.

Viserys era un niño grande, y reconocía la crueldad bajo esas palabras dulces; sabía y entendía lo que sucedió con Rhaegar durante la Rebelión, y lo que Maegelle debió hacer cuando fue humillada por su propia sangre. Entendía que estás acciones nunca son impunes, y que los Dioses acaban haciéndote pagar por ello tarde o temprano.

Rhaegar escogió a Lyanna, y los Dioses no perdonaron el orden que alteró, para Viserys, éstos entes eran superiores y no les gustaba cuando las cosas no salían de acuerdo a lo que ya se encontraba escrito. Al menos, ésto fue lo que su madre supo leerle.

─Entiendo ─musitó─, rezaré por él, porque los Dioses lo resguarden y protejan.

Margelle no supo diferenciar qué la sorprendía más, la reacción de Viserys o el hecho de que mencione a los Dioses. No dijo nada al respecto, sin embargo, besó la cabeza del menor antes de poder poner su mirada sobre Steffon Baratheon, quién bajó su cabeza ante ella, hincando levemente su rodilla.

─No es necesario que haga eso ─le dijo, Steffon se alzó nuevamente─, especialmente si ha desobedecido mi orden de ir a Storm 's End.

─Lo lamento, su Majestad ─musitó el hombre─. Nunca dudé de que usted iba a obtener su primera victoria, me da mucha pena que haya acabado como acabó, sin embargo, el resultado ha beneficiado a muchas vidas.

Robert observó a Maegelle, preguntándose si debería intervenir para que las palabras de su padre no tuvieran ningún impacto negativo en ella. Su Señora solamente suspiró, cansada; no tenía mucho qué decir al respecto.

─Supongo que agradezco vuestra confianza y haré un esfuerzo por ignorar su falta al hacer caso omiso a mi orden ─musitó─. ¿Dónde se encuentran mi hijo y mi hermana pequeña?

─Allí mismo ─señaló hacia las dos nodrizas que traían en brazos a los pequeños críos de su dinastía.

La princesa se acercó primero a Daenerys, asegurándose de que estuviera bien, y cuando la nodriza que la cargaba le dijo que la pequeña princesa se comportó como toda una dama; los ojos de la Heredera del Trono fueron hacia su primogénito.

Envuelto en una manta blanca con pequeños detalles en dorado se encontraba el crío que nació no hacía mucho. Maegelle lo tomó en brazos y aferró contra su pecho, recordándose nuevamente que tenía muchas razones por las cuáles mejorar y ser una buena gobernante.

─¿Ya tiene un nombre en mente para el pequeño príncipe, su Majestad?

─Aún no lo hemos decidido ─musitó─, mañana lo sabrán, cuando le nombre príncipe de Dragonstone.

Todos ellos asintieron mientras la heredera giraba y caminaba hacia Robert, permitiendo que él vea de cerca a su primer hijo también.

─Será un niño muy fuerte ─musitó Lord Steffon─, tiene la tormenta y el fuego corriendo por su sangre.

Robert asintió y colocó una mano sobre la cintura de su esposa.

─Vayamos adentro, Viserys se está quedando dormido de pie.

El mencionado fue tomado en brazos por Robert, y pronto cayó rendido sobre su hombro. Maegelle llevaba en brazos a su hijo, y la nodriza que cargaba a Daenerys los siguió de cerca mientras que Lord Steffon fue dirigido hacia sus aposentos temporales.

La pareja quedó en la soledad del solar de Maegelle en un total silencio, los dragones descansaban sobre sus jaulas y la princesa no dejaba de observar a través de la ventana. Robert depositó a su hijo sobre su cuna para poder caminar hacia ella, colocándose detrás mientras que la joven llevaba una mano hacia la de él para poder tomarla con fuerza. No necesitó decir nada, sabía que no deseaba oír ninguna palabra bonita, sólo quería a alguien que la ayude a mantenerse de pie y era eso lo que él estaba dándole.

Maegelle giró hacia él y lo observó fijamente.

─Gracias, Robert ─murmuró, él negó con su cabeza colocando una de sus manos sobre la mejilla de ella.

─Haría lo que fuera por ti ─le aseguró─. Creía que eso estaba más que entendido.

─Aún así ─dijo ella, con una leve sonrisa asomándose sobre su rostro─, has sido mi pilar más fuerte en el último tiempo, desde que llegué a King's Landing hasta ahora mismo, no sabía que te necesitaba en mi vida hasta que fuiste abruptamente metido a ella, y siendo honesta, no me arrepiento de nada.

Robert colocó sus labios sobre los de ella, y se mantuvieron en ese estado por un largo minuto, la calidez de Maegelle era algo que constantemente lo sorprendía, y los ásperos del Baratheon era algo que le hacía entender que él era real.

─Nunca creí que ésto acabaría así ─musitó─. No me arrepiento de haber liderado una rebelión si eso significó que conocería a la persona correcta. Mierda, Mae, te has metido en lo profundo de mi piel; estaba listo para arrancar a tú padre con mis propias manos si llegaba a hacerte daño…

─Lo sé, por eso te envié en otra dirección.

Robert rió y besó su cabeza.

─Eres una tonta realmente.

─Cállate, el único tonto aquí eres tú.

Robert bufó.

─Bruja.

─Te amo, Robert.

Él pestañeó varias veces, sintiendo la calidez que provenía de oír esas palabras. Ya las escuchó de su madre, y de su abuela, pero nunca de otra mujer, nunca imaginó hacerlo después de lo que sucedió con Lyanna.

Consideró que nunca nadie sería capaz de quererlo lo suficiente, ni mucho menos que él llegaría a querer a alguien como quiso a Lyanna; pero ahora estaba seguro de cuán agradecido estaba con Rhaegar por haberlo hecho enfurecer tanto, lo guió hacia la persona indicada desde el primer instante en que ella caminó en la Sala del Trono en su máximo esplendor, luciendo tan imparable con esa actitud arrogante que correspondía completamente a quién era realmente.

Esa actitud jamás fue cierta, detrás de ese humo de mentira y un falso ego, se encontraba el verdadero ser, el de una cría con pocos pelos en la lengua, que le provocó dolores de cabeza y siempre habló con la verdad que ella creía. Robert debía haber caído por ella completamente cuando la sacó de la lluvia tras el fallecimiento de la Reina madre, recordaba cómo el corazón se le hizo añicos al oírla sollozar y luego temblar en sus brazos no sólo por el frío, sino porque su cuerpo respondía a su dolor.

Robert la volvió a besar, sintiéndose desesperado por volverla a sentir; por comprobar que esos sentimientos eran tan reales y honestos como ella misma.

─Realmente te has adueñado de cada parte mía ─dijo Robert─, no sólo estabas en mi cabeza, ahora cada parte de mí cuerpo te corresponde. Has conquistado toda mi vida desde el primer día, Maegelle Targaryen. Te he llamado silenciosamente desde el principio y recién ahora me doy cuenta de ello. Mierda. Te amo tanto que no puedo creer que estoy poniéndome así de cursi ante ti.

La princesa soltó una corta risa.

─Eres tan tierno.

─Veremos si eres capaz de decir algo que soy tierno cuando termine contigo.

Maegelle sonrió:

─Hagamos que las nodrizas se lleven a los niños ─musitó. Robert asintió, bajando sus labios hacia su cuello.

─Hecho.

























Con el alba, ambos fueron obligados a levantarse de la cómoda cama y posición en la que estaban, con sus cuerpos desnudos; fueron llevados a meterse a una bañera para tomar un baño apropiado y afrontar el gran día.

Mientras ayudaban a Maegelle a meterse bajo el vestido negro, la joven no pudo evitar sentir que los nervios se adueñaban de todo su cuerpo. Jamás aprendió mucho sobre cómo gobernar y qué hacía a un monarca un buen gobernante. No tenía mucha idea, y confiaba en que Robert sería de ayuda al respecto; porque él fue preparado para asumir como Lord, y aunque no era lo mismo, podría servir.

Robert utilizó un traje negro que combine con el que se su señora llevaba, ambos se encontraban increíbles en aquellos atuendos. Desde el lado izquierdo de su abdomen bajo hasta caer por encima de su hombro y llegar a su talón, se encontraba una tela rojiza que hacía que el aspecto de la princesa heredera fuera un poco más intimidante. Según Iseneya, la joven tenía todo el aspecto de ser una conquistadora; y que posiblemente así fue cómo sus ancestros lucieron al tomar los Siete Reinos.

Nesa hizo un moño trenzado con el largo cabello de la princesa, dejándole suficiente espacio para que puedan colocar la corona, y cuando se encontró lista, Mae observó a Robert ubicado a unos metros de ella, bebiendo té.

─Aún no hemos discutido sobre el nombre de nuestro hijo, Robert.

─Escoge cualquiera, Mae.

─No soy buena con los nombres.

Robert rió.

─Escoge el nombre que nadie nunca olvidará, uno que inspire lo mismo que tú inspiras como princesa de los Siete Reinos.

Maegelle musitó una maldición por lo bajo, el trabajo ahora era el doble de difícil y no tenía muchas opciones.

─Solo sé que no deseo llamarlo como ninguno de mis ancestros.

Robert simplemente se encogió de hombros:

─Solo has la elección antes de que seas nombrada reina, tienes que presentarlo ante todos.

─Es mucha presión ─musitó ella, Robert estiró su brazo y ella lo tomó. El Lord de Storm 's End besó la cabeza de su esposa.

─Utiliza el primero que salga en tu mente cuando termine de contar ─musitó él, ambos comenzaron a caminar a través de los pasillos con Nesa e Iseneya siguiendolos─. 1, 2… ¡3!

─¡Aegar! ─exclamó Maegelle, Robert asintió.

─Bueno, pensé que iba a ser peor.

Ella suspiró.

─El segundo nombre lo escoges tú.

Robert asintió con su cabeza.

─Tengo algunos en mente.

─Menciona uno.

─Lyonel ─Maegelle detuvo su paso, viéndolo seriamente.

─¿Odias a nuestro segundo hijo? ─Robert pestañeó confundido.

─¡Claro que no! Es un excelente nombre.

─Le tirarán piedras cuando salga a la calle si es llamado así ─musitó ella, negando con su cabeza. Nesa suspiró, era increíble como ambos acabaron complementando la estupidez del otro.

─Se sabrá defender.

─Para nada, Lyonel queda descartado.

Robert y ella se detuvieron frente a las puertas de la Sala del Trono. Él la observó, Maegelle no lucía para nada nerviosa y eso solamente logró calmar los propios nervios del Baratheon. Nesa asintió en dirección a Iseneya, y pronto, ambas comenzaron a abrir las puertas de madera.

Tras pasar saliva para que su garganta deje de estar seca, Maegelle comenzó a caminar con pasos seguros y decididos. La gente que ingresó a la Fortaleza volteó a verla, vistiendo con sus colores oscuros y representativos, la princesa de los Siete Reinos jamás les pareció más aterradora.

Detrás de ella con su prominente altura y mucho más grande que cualquiera de los hombres presentes, se situaba orgulloso el Ciervo de Storm 's End. Sus ojos hacían que fuera simple ver cómo se le inflaba el pecho de completo orgullo al ver a su esposa estar a punto de ser coronada bajo los ojos de sus ancestros y el mundo entero.

Se situó a un lado de su padre Steffon, quién llevaba en brazos a su hijo, Aegor, y a Viserys a un lado, mirando a su hermana con una pequeña sonrisa en el rostro mientras una nodriza sostenía a la pequeña Daenerys.

Ante Maegelle se encontró el Gran Septo, un hombre orgulloso de su religión y el que había visto cómo ningún Rey alcanzaba sus expectativas como gobernante, viendo fijamente a la cría que una vez se adentró en su Septo y le exigía que le cuente la realidad de los Dioses, no podía evitar pensar en cómo volaba el tiempo y cómo se había convertido en la única opción razonable.

Sir Jaime Lannister se encontró detrás de ella, Sir Arthur Dayne, Sir Baristan Selmy, Sir Lewin Martell y Sir Jonothor se alinearon detrás de ella, observándola.

─Hoy, ante los ojos de los Dioses, Maegelle Targaryen, Heredera del Trono y Princesa de Dragonstone, recibirá su corona para así ascender al Trono de Hierro ─exclamó, sosteniendo la corona de la joven dragón en alto─, para proteger al indefenso, impartir justicia y traer a los Siete Reinos prosperidad y buena fortuna.

Lentamente, Maegelle se agachó lo suficiente para que sus rodillas toquen el suelo, bajando su cabeza mientras el hombre posaba la corona de acero oscuro con diamantes rubíes incrustados a su alrededor y tres cabezas de dragón que sobresalían.

─Por el poder que me compete, nombro a Maegelle de la casa Targaryen, Primera de su nombre, Reina de los Andalos, los Rhoynar y Primeros Reinos, Señora de los Siete Reinos y protectora del Reino ─la corona se acentúo sobre la cabeza de la pelo platinado, encajando como si fueran dos piezas destinadas a unirse. Ella se alzó del suelo y giró para ver cada uno de los rostros presentes.

Los Stark estaban ahí, acompañados por los norteños. Cersei Lannister se unió a ellos junto a su tío Kevin, y ahora señor de Casterly Rock. Los Hightower. Olenna Tyrell y su hijo, Mace. Oberyn y Elia Martell. Robert, bajó su cabeza al verla, casi robándose una sonrisa de ella, pero la misma apareció al ver a Viserys correr hacia ella, sin que pudiera ser detenido, la abrazó por encima del enorme vestido que llevaba.

─Luces hermosa, Mae.

Robert rió al ver como Viserys regresaba junto a ellos tras decirle el cumplido que estaba en su boca desde que ella entró a la sala del trono.

─¡Que largo sea su reinado! ─exclamó alto y claro, Robert Baratheon.

─¡Que largo sea su reinado! ─corearon al unísono los presentes.

Maegelle esperó porque callen y cuando así lo hicieron, carraspeó levemente.

─Los tiempos de guerra acabaron, es hora de construir el reino y reparar el daño que se ha hecho ─musitó ella─. Eso será mañana. Esta noche, os invito a comer un buen banquete junto a mí y mi familia, celebremos el comienzo de una nueva era.

Todos aplaudieron mientras celebraban ante la idea de comer, beber y bailar hasta que las piernas duelan.

Las largas mesas de madera se extendieron por toda la Sala del Trono y las sirvientas pasaron con bandejas llenas de bocados pequeños para que fueran degustando hasta que el plato principal se encuentre listo.

Robert se acercó hacia Maegelle, quién sólo observaba al Trono, sin intenciones de sentarse ahí. Al sentir su presencia tan cerca suya, la joven se relajó.

─Dicen que el Trono está embrujado con las vidas de los enemigos caídos de Aegon el conquistador ─musitó ella─. Dicen que corta profundamente a aquellos que no son dignos de sentarse en el, y lentamente los lleva hacia la locura por el poder.

─El Trono no corrompe a las personas que se sientan en él, la mayoría ya es así desde mucho antes; les das un poco de poder, no tienen consecuencias y luego causan estragos que todos sufren, menos ellos ─musitó él─. Estarás bien, si el Trono te llega a hacer daño en esa hermosa piel que tienes, lo quemamos y construimos uno nuevo.

Maegelle rió.

─Idiota.

─Te amo ─musitó, haciendo que Maegelle sonría.

─Ven conmigo.

Musitó ella, tomando su mano para caminar hacia el trono, Robert la acompañó y subieron juntos escalón por escalón, Steffon se encontraba junto a Stannis, ambos veían atentamente cómo los dos se acompañaban mutuamente.

Steffon observó a Stannis:

─Nunca imaginé verlo enamorado. Necesito traer a tu madre para que lo vea con sus propios ojos.

Stannis asintió, llevando una copa de vino a su boca.

─Ya envié por ella, llegará en unos días junto a Renly.

Steffon asintió y golpeó el hombro de su hijo.

Maegelle se sentó en el Trono con un sinfín de temores y dudas, Robert la observó sonriente mirándola.

─Luces tan hermosa que podría follarte aquí mismo.

Maegelle rió y rodó sus ojos.

─Eres tan romántico ─musitó ella─, quizá debamos hacerlo cuando la multitud se vaya a dormir.

Robert la observó con sorpresa de oírla aceptando.

─Mierda, eres la mejor esposa del mundo ─musitó Robert. Escuchándola murmurar un «ya lo sabía».

─¡Mae, vamos a bailar! ─gritó Viserys, mientras continuaba bailando con la sobrina de Oberyn, Arianne.

Robert estiró su mano y ella la tomó, comenzando a descender del Trono para así poder unirse a los críos que bailaban. El resto de gente no tardó en hacer lo mismo, y pronto, todos continuaron riendo y bailando alrededor de ellos, disfrutando de la cálida escena.

Steffon se acercó a su hijo cuando lo encontró en soledad, dándole una copa de vino. Robert dejó de ver a Maegelle y a su hijo para mirar a su padre.

─¿Cómo te encuentras hijo?

─Siendo honesto y después de todo lo sucedido, nunca estuve mejor.

Steffon sonrió.

─Tu madre aún quiere golpearte por la rebelión ─Robert hizo una mueca.

─Ahora con la cabeza fría si me doy cuenta de lo estúpido que fui al liderar esa rebelión ─musitó él─, y aún me sorprende que Mae haya permitido que continúe con vida.

─De acuerdo a tu madre, ustedes estaban destinados ─musitó Steffon, recordando las palabras de su Señora─. Y no voy a discutirlo, Maegelle te ha hecho bien.

─Me ha hecho mejor. Ella y nuestro hijo, todavía no puedo creer que sea padre ─musitó─. Después de Lyanna, no creí que sería capaz de querer a una persona. Pero Mae cambió muchas cosas, inspira a los demás y sin dudas también se mete bajo la piel de los otros. Es un dolor de cabeza.

Steffon rió.

─Estás muy enamorado de ella, hijo ─musitó el hombre─. Me alegro, siempre temía que no fueran capaces de encontrar a la persona correcta. Cuida de ella, cuida de ti mismo y protege a tu familia. Viserys y Daenerys son bienvenidos en Storm 's End cuando quieran. Podría tomar a Viserys como pupilo.

─Lo hablaré con ella, duro que desee separar a Viserys y Daenerys de ella ─musitó─. Aún son pequeños. A Viserys lo puedo entrenar yo.

─Oh, hablando del príncipe…

Viserys se acercó hacia ellos.

─Robert tengo sueño ─musitó él menor─. ¿Me llevas hasta mis aposentos?

─Maegelle te ha malacostumbrado ─musitó Robert, tomándolo en brazos y su padre sonrió viéndolo─. Me llevaré al mocoso, hablamos luego padre.

Robert se acercó a Maegelle y dejó un largo beso sobre su mejilla, la Reina observó a su hermano menor sonriente para luego desearle dulces sueños. Aegor y Daenerys no tardaron en dejar la sala tras ellos, puesto que también debían descansar.

Ned aprovechó la soledad de Maegelle para poder acercarse a la joven.

─Mañana partiré al Norte ─le informó─. Debo resolver asuntos de matrimonio.

─Oh, por supuesto. ¿Con quién te vas a unir, Lord Eddard?

─Llámame Ned ─le dijo él─. Planeo honrar la unión que mi padre planeó para mi hermano, Brandon.

─Lady Catelyn entonces.

─Sí.

─Pensé que escogerías a Lady Ashara… ─musitó apenada, Eddard asintió con su cabeza.

─Los tiempos han cambiado.

─Lo lamento, Ned.

─Gracias por la hospitalidad ─musitó él─, puede visitar el Norte cuando desee huir del molesto de Robert.

Maegelle rió.

─Creo que él querrá huir de mí.

─Imposible ─musitó alguien a espaldas de ellos. Nadie necesitó voltear para saber que se trataba del mencionado─, que tengas un buen viaje, amigo. No envidio para nada que tengas que ir a ese maldito lugar helado.

Ned no se sorprendía de oírlo insultar el Norte, siempre que tenía la oportunidad lo hacía.

─No derrumbes la Fortaleza Roja, Robert, y cuida de Maegelle.

─A sus órdenes, Lord Stark.

Él bajó su cabeza hacia ellos.

─Sus Majestades.

Robert observó a su Señora.

─¿Estás cansada?

─No, aún tenemos que honrar nuestras posiciones en el Trono. ¿No crees?

Robert lamió sus labios asintiendo.

─¡Ya salgan todos de aquí, Siete Infiernos!

















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