Ahora tengo una familia lobun...

By isandyDS

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Un cachorro adorable. Un lobo gruñón, pero con buenas intenciones. Y, una humana egocéntrica dispuesta a apre... More

A partir de hoy, oficialmente, somos una familia
He contactado con una galaxia lejana en la que la vida parece no existir aquí
El amor nos vuelve preguntones
Lualuando con un lobo gris
Imagino un futuro lejano en el que Ra e Imri estén ahí
No hay lazos más grandes que los que se forman con la compañía
Percibo buenas vibras a partir de ahora
Él vive entre dos mundos, lo entiendo; entiendo que sea difícil
Presume un lobo I
Presume un lobo II
Dame tus latidos
El lío que el niño debe tener en su mente
Desde una perspectiva diferente
Más la culpa que los recuerdos
Te lo cuenta Lúa #2
Las personas que una vez nos importaron
Pregúntale a los personajes (Dinámica)
No extraño quién eras porque ya no me acuerdo
Lo que para mí es una familia
Todo se queda
Mundos distintos, corazones iguales
Quisiera tu mirada
Cuestión de perspectiva
Mi territorio
De vuelta, que seas consciente de mi existencia
Distancia directamente proporcional al amor
Sin raíz, muerta la hierba
Rómpeme el corazón
Pierde un grito I
Pierde un grito II
Buenas intenciones
La espera del paciente
33.5 EXTRA
Como a ti
La incertidumbre del futuro
Te lo cuenta Lúa #3
El cambio existente en mis acciones
El camino que me conduzca hacia ti
A la cuenta de tres; te quiero ver
Como en aquel ayer
Los secretos dejados al aire
Del Sahara al Polo norte
Dentro del bosque
Las lágrimas del mundo
Conquista un deseo I
Conquista un deseo II
Debajo del tapete
46.5 EXTRA
Existencia conveniente

Él y yo; yo y él. Nosotros.

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By isandyDS

Capítulo 21: Él y yo; yo y él. Nosotros.

Muy bien, aquí estoy.

Después de un corte de programación para ir a comer, Imri, mi bebé y yo regresamos a la casa.

Nosotros estamos enfrente del inmueble, tengo la llave de la puerta en mano y bueno, de nuevo me regresaron los temblores.

—¡Lúa, Lúa!— Imri me da porras y anima a Ra para que haga lo mismo —Vamos, Ra. Di «mami, mami».

—¡Mami, mami!— aplaude el pequeño, y oh cielos, no lo puedo decepcionar.

—¡Dejemos el drama!— grité cerrando los ojos y empujando la puerta, desde que lo hice, salió una gran montaña de polvo desde dentro que provocó que tosiera sin parar.

Hay que ver el lado bueno de eso, al menos abrí los ojos.

—Así que esto pasa cuando dejas una casa cerrada por todo un año— comenta Imri entrando —Oh, hay luz— enciende los bombillos, dejando ver parte de la sala.

—Umh— dudo en entrar —¿Cómo ves el suelo? ¿Hay lava?

—¿Eh?— se extraña frunciendo el ceño —¿A qué te refieres cuando dices eso?

—Casa grande— Ra se transforma saliendo de los brazos de su papá. El niño se dedica a corretear la sala y explorar los pasillos. Hay que destacar que todos los muebles estaban cubiertos por mantas blancas para que no cogieran polvo.

El motivo por el cual hay electricidad se debe a que, tal y como hice con la línea de mi mamá, seguía pagando los servicios básicos con la esperanza de regresar algún día.

Hasta que al fin se cumplió.

—Las cosas están como las dejé— sonrío apenada, dando el primer paso que, durante mucho tiempo, fue un obstáculo para mí —La posición de los muebles, los cuadros, todo.

—Hasta que al fin veo una foto de tu mamá— dice Imri tomando un retrato de la repisa, allí estamos ella y yo sonriendo —Guao, y yo que creí que te parecías a tu papá.

Cierto, nunca le mostré nada de ella.

—Sí, todos decían que era idéntica a mi papá hasta que conocían a mi mamá— echo un suspiro —Recuerdo esa foto, fue meses antes de que se fuera.

Mi mamá era un mujer delgada, de estatura promedio y cabello negro hasta los hombros. Básicamente, yo era un clon de ella, aunque con el temperamento de mi papá.

Cuando no estaba de servicio en el hospital, recuerdo que se la pasaba viendo películas y series en la televisión, era lo que más le gustaba.

—¡Hey, Ra!— Imri llama al niño. Él está escalando el sofá para, me imagino, lanzarse de allí —¡Dañarás los muebles de Lúa!

¿Eh? Pensé que le preocupaba que se cayera.

—Eso es lo de menos, se puede caer— sermoneo yendo hacia él —¿Qué te he dicho de escalar grandes alturas?

—¿No te importa que aplaste los muebles?— cuestiona Imri.

—Es peor que se caiga— lo tomo en mis brazos.

—¿Qué se caiga?— sonríe —El niño no se va a caer desde esa altura— me lo quita de los brazos y lo coloca de nuevo en el sofá —Ra, salta al suelo.

—¡Ah!— obedece la indicación dando un salto casi perfecto para él, haciéndome tener cuatro mini infartos en el proceso.

—Pe-pero— lo cargo y abrazo fuerte —¿Y si se rompía la mandíbula?

Recuerdo muy bien cuando se cayó por estar haciendo eso, hasta un chichón se hizo.

Aunque sucedió hace meses.

—Ra todos los días perfecciona sus habilidades— le alborota el cabello con orgullo.

—Mami, bájame— guao, de las pocas veces que lo pide en vez de transformarse e irse.

—¿Qué vas a hacer?— le doy un beso y lo bajo —¿Quieres seguir explorando?

—A ve'— se separa de mí y corre hacia los pasillos, abriendo cada puerta que se encontró por su camino.

Ya veo que se convirtió en uno de sus pasatiempos favoritos.

—¿Cómo te sientes?— Imri me abraza por detrás, apoyando su mentón en mi hombro.

—Ump, no tan mal— dándole un beso, me separo de él y jalo las sábanas, revelando el sofá gris en juego con unos sillones del mismo color —¿Me ayudas a desempolvar?

—Por supuesto.

Mientras que Ra recorría la casa, desde las habitaciones a la cocina y de la cocina a la sala, para luego salir al patio; nosotros nos encargamos de transformar la vivienda en un lugar habitable. Me sorprendió la cantidad de polvo que había regado por ahí, y admito que solté un par de lagrimones al encontrar objetos que me hacían recordar momentos con mi mamá.

Sin embargo, seguí limpiando y acomodando. Mi antigua habitación está igual a como la dejé, todo en su sitio; también la de ella...

—Aquí mucha cosa, mami— me señala Ra. Ambos estamos en mi habitación, y en lo que cambiaba las sábanas por otras, el niño navegaba por mi armario.

Él intenta ayudarme, lo que, como todo lo que hace, me parece tierno.

Esta habitación es mucho más grande que la actual, aunque no le quita lo humilde. Nada más tiene una cama King size, cortinas blancas, varios cuadros de flores colgados en las paredes, algunos adornos de mariposas y colgantes de hojas artificiales que iban de un extremo a otro. Si he de mencionar mi armario, también es humilde, es la mitad de grande del baño de mi apartamento.

Guao, qué humilde era la Lúa de hace un año.

—Mira, mami, mira— Ra llama mi atención saliendo del armario con un peluche en manos que no tiene nada de normal. Este es un lobo de pelaje gris con blanco en el medio —¡Graf! ¡Un lobo!

No puede ser, recuerdo que cuando era niña me gustaban mucho. Ese peluche fue un regalo de mi mamá cuando tenía cinco.

—¿Te gusta?— me pongo de cuclillas, viendo al pequeño abrazándolo con cariño.

—Chí— lo abraza más.

—Recuerdo que hubo un tiempo en que este peluche me gustaba mucho, pero como todos, al crecer, lo dejé de lado— además de que al ser una niña mimada, tuve un montón de peluches y juguetes. Gracias a esto, no tuve la oportunidad de apreciarlos por separado —Creo que tú le darás mejor atención que lo que yo pude darle— le acaricio la mejilla —Jum, veo que desde siempre tuve una conexión con ustedes los lobos.

—¿Lobito mío?— pregunta con interés.

—Te lo regalo con todo mi amor— lo como a besos.

—Papi— se marcha con el peluche en brazos, imagino que se lo va a mostrar. Imri está recogiendo las cosas que saqué de las habitaciones, él las está depositando en varias bolsas de basura.

Estar aquí se siente raro, tengo nostalgia combinada con un gran sentimiento de pertenencia. Es como si estuviera regresando después de un largo sueño.

—Oh, no recordaba lo cómoda que era— me acuesto bocarriba en la cama, mirando el techo y transportándome en el tiempo a través de mis recuerdos.

Cierro los ojos y visualizo cada día que pasé aquí, desde los buenos hasta los malos; los divertidos y aburridos.

Es como si otra Lúa se hubiera pasado por este lugar. Las imágenes, como si fueran una película de mi vida, pasan por mi cabeza y no sé, me siento tan desapegada con la persona que fui que le comienzo a dar vueltas a la paradoja de Teseo:

«Según la historia, Teseo, un héroe griego, navegó en un barco hacia Creta para enfrentarse al Minotauro y liberar a Atenas de su amenaza. A su regreso, el pueblo de Atenas preservó el barco como un objeto histórico y lo exhibió en el puerto. Sin embargo, con el tiempo, las partes del barco comenzaron a deteriorarse y a necesitar reparaciones. Como resultado, los ciudadanos reemplazaron gradualmente las partes desgastadas con madera nueva, manteniendo el barco en exhibición».

La pregunta es, ¿sigue siendo el mismo barco después de sufrir tantas modificaciones?

Todas las partes del barco original fueron reemplazadas, por lo que ninguna pieza original está presente en el barco actual.

Cuando crecemos, nuestro cuerpo va cambiando continuamente, igual que nuestra mente. Tomando eso en cuenta, ¿seguimos siendo los mismos que hace años?

Las células con las que nacimos ya no existen, muchos de los pensamientos que tuvimos, tampoco. Tal y como el barco, nosotros tenemos una continuidad física por la que nos reconocen las personas que conocemos. Aun cuando por dentro, y puede que por fuera también, ya no seamos los mismos.

Aunque, claro, no somos objetos. Que nos compare con uno es algo ambiguo.

—Creo que ya terminamos— Imri entra al cuarto, sentándose en la cama al lado de mí —Increíble, hasta tu habitación es enorme— comenta observando su alrededor.

—Debiste sentir claustrofobia en mi apartamento— sonrío con la vista en el techo, todavía tengo mucho que pensar.

—Tampoco es como si tu apartamento fuera tan pequeño, aunque, esta casa es genial.

Él desde que entró no ha dejado de elogiar la casa, parece que le gustó mucho.

¿Y sí...?

—Veo que te gustó— me siento.

—Me gu'ta 'qui— interrumpe Ra entrando, el niño escala la cama hasta situarse en medio de nosotros.

De acuerdo, eso me tomó de sorpresa.

—¿En serio?— lo siento en mi regazo.

—Chí— apoya la cabeza en mi pecho —Casa glande.

Ah, verdad que el niño es un humilde.

—Por lo que parece, a Ra le encantó el patio para correr. Además, puede que se sienta menos encerrado en esta casa— dice Imri —Me alegra verlo a gusto.

—Todo luce mejor ahora que sacamos el polvo y cambiamos las sábanas— me acuesto con mi bebé en brazos, él me está abrazando con su bracito —Qué reconfortante se siente, es como si me hubiera quitado un gran peso de encima.

—Si ustedes son felices, yo también lo soy— sonríe respirando profundo.

Nosotros nos quedamos un rato en silencio. Solo somos Imri, Ra y yo en mi antigua habitación.

El hombre también se recostó en la cama, yo me eché un poco para atrás para que se acomodara frente a mí, cosa que hizo.

Hay ocasiones en las que las palabras están de más. Los momentos en los que no se comparte nada, además del calor de la compañía, son igual de buenos. Ahí estamos nosotros, sin hacer ni decir gran cosa; solo mirándonos entre veces y en otras, cerrando los ojos.

—¿Podríamos quedarnos a dormir?— le susurro a Imri luego de un rato. La verdad es que después de tanto tiempo, no tengo ganas de irme.

—Si eso es lo que quieres, está bien— me acaricia la mejilla con sus dedos —Sé que no es el momento, pero estaba pensando en nuestra discusión y en las cosas que dijiste.

—¿De qué forma?— cuestiono tensando el mentón. No supuse que quisiera hablar de eso de nuevo.

Lo subestimé, omití el hecho de que Imri no es del tipo de persona que ignora las cosas como si nunca hubieran pasado. Apuesto que tenía rato dándole mente al asunto, buscando el modo de abordar el tema una vez más.

—No quiero perderte a causa de mis inseguridades— baja las cejas —No comprendo por qué soy así, siempre me ha dado miedo echar las cosas a perder gracias a mis decisiones. Siento que todo se puede ir a la basura por una sola elección que haga y ese hecho me aterra.

»Además, te veía tan entusiasmada con tu propuesta que intenté convencerme de que lo nuestro era suficiente para aceptarlo. No te hice saber lo que pasaba por mi cabeza, aun cuando tenía un mar de dudas al respecto.

»Quiero que tengas claro que eres la persona en la que más confío, todos los días incrementa mi confianza en ti y si no te dije nada fue porque temía entristecerte.

»Desearía ser más espontáneo, así como tú, pero por más que trate, no puedo. No entiendo, de verdad no entiendo por qué soy de esta forma.

—No debes tener miedo a equivocarte— coloco la mano en el costado de su rostro. Me duele verlo con los ojos enrojecidos —Ningún ser vivo es perfecto, todos cometemos errores; lo que hace la diferencia es lo que hacemos para resolverlos.

»Sí, para ser sincera, amaba la idea de vivir todo el tiempo juntos. Sin embargo, entiendo que todavía no te sientas listo para dar ese primer paso por más que, honestamente, me apene.

Esto no solo se trata de nuestra relación. No, claro que no. Conocí a Imri siendo como es, incluso antes de que nos acercáramos como pareja, él era así.

Se supone que las personas nos comportamos de una manera conforme a lo que hemos vivido en nuestras vidas, por lo que me sigo preguntando por la razón del actuar de Imri.

Lo malo es que es imposible tener ese tipo de respuestas. Hasta para él es una incógnita.

Por ahora, será mejor que vayamos despacio, tampoco quiero presionarlo. Habrá que equilibrar la balanza entre mis necesidades y las suyas.

—Los cambios no vienen de la noche a la mañana— teniendo cuidado con el niño, le plasmo un beso en la frente para después mirarlo sin apartar los ojos de él —Perdóname si herí tus sentimientos con lo que dije.

—No, no lo hiciste. Simplemente, me hablaste con la verdad, necesitaba oír eso— me devuelve el beso.

—Bueno, ahora que aclaramos todo, estamos bien— lo vuelvo a besar, esta vez en los labios —¿Verdad?

—Claro— corresponde mis besos.

Aunque, siento que falta algo, ¿qué era?

—Ump— Ra de repente se separó un poco de mí y puso la mano en nuestras caras —No— dice inflando las mejillas.

—¿Qué pasa?— le pregunta Imri, él está igual de extrañado que yo.

—Papi, no— el niño escala a la altura de nuestros rostros, esto para poner una distancia entre ambos —Mi mami mía.

—¿Cómo?— levanta las cejas.

Me está celando. Jamás creí ver esto.

—Ow, claro que soy tuya, mi amor— le doy varios besos en el rostro.

—Pero Lúa— Imri nos ve indignado —¿Entonces, qué? ¿Soy el mal tercio?

—Mi mami mosa mundo, mía— me abraza poniéndose encima de mí con una pequeña sonrisa que me llena el alma.

—Ay, Imri. No digas eso— jugueteo meciéndolo. Es tarde para él, es bueno que se duerma —Dime, mi amor. ¿Tienes sueño?

—No— claro que sí, se le nota en los ojos.

—El lobito más hermoso del mundo debe dormir.

—Ump— va cerrando los ojos poco a poco —Lobito moso yo— susurra frotando su rostro en mi pecho —Mami, te quiero mucho.

Es inmaduro que me ponga a competir con Larimar por el amor de Ra. No tengo idea de si el niño la quiere más a ella o a mí, y ni siquiera quiero saberlo. Es muy probable que el amor que me tiene, no sea igual al amor que les tiene a los demás.

Es como si me preguntaran a quién quería más, si a mi mamá o a mi papá. Es ilógico.

El amor no va por grados, siempre es distinto.

—En lo que lo duermes, iré a verificar que todas las puertas estén cerradas— Imri se va no sin antes darle un beso al niño.

Me quedé con él por un rato, yo lo mecía mientras que Ra emitía pequeños ruidos parecidos a los ronroneos de un gato. Él hace eso cuando lo mezco, es gracioso.

Por más que se viera cansado, el niño se tardó unos buenos minutos en dormirse. Cuando por fin lo hizo, lo recosté a un lado de la cama y dándole un beso en la frente, lo cubrí con la sábana y salí del cuarto.

Imri no regresó a la habitación. Cuando salí, me lo encontré mirando por la ventana de la cocina hacia un punto desconocido.

—¿Qué haces?— le pregunto abrazándolo por detrás.

—En esta casa estamos más cerca del bosque que en tu apartamento, aquí la conexión es más fuerte.

¿De qué conexión habla?

Me sorprende como cada día conozco cosas nuevas sobre ellos.

—¿En qué consiste esa conexión?

—Amh, es difícil explicárselo a alguien que nunca lo ha sentido— ay, al menos que lo intente —Digamos que los lobos estamos «vinculados» por así decirlo a nuestra manada. Mientras más cerca estamos de ella, más podemos sentirla. Se siente aquí— se señala el pecho —La verdad es que la sensación es reconfortante.

Ese ha de ser uno de los motivos que lo hacen dudar.

—Entonces tu conexión no es con el bosque, sino con tu manada.

—Así es.

—¿Y... solo la tienes con ella?

—¿A qué quieres llegar?— se voltea tomándome de la cintura —¿Quieres saber si siento esa conexión contigo?

—¿La sientes?— sonrío entrelazando los brazos alrededor de su cuello.

—No te voy a mentir— no me iba a quejar si lo hacía, ¿por qué tiene que ser tan franco? —Sin embargo...— en un parpadear de ojos, él me sube a la encimera portando esa sonrisa pícara que me encanta —No necesito tener esa conexión contigo para sentirte cerca— acorta la distancia entre ambos, frotando la punta de su nariz con la mía.

—Obvio, estamos unidos por una conexión psíquica— aunque tenemos que perfeccionar nuestra habilidad —Tú y yo somos tal...— lo apunto con el dedo índice —Para cual— me señalo con el pulgar.

—Tú haces que crea en las almas gemelas que aparecen en las historias.

Nosotros nos besamos tomando provecho del rato que estamos a solas. De tener las manos en mi cintura, Imri poco a poco las fue subiendo hasta llegar a mi brasier, el cual, para sorpresa mía, desabrochó a la primera.

—Uuh— sonrío sin apartar el rostro de él.

—Estuve practicando— mejor ni le pregunto cómo —¿El plan del jueves continúa en pie?

Con tantos problemas ni siquiera me acordaba de eso.

—Por supuesto— le plasmo varios besos en los labios —Aunque...— ya me prendí.

A él le encanta hacer eso. Así como se ve, este hombre es bien maquiavélico.

—¿Aunque...?— se quita la camiseta jugueteando con mis labios, tras esa acción, no pude contener el impulso de frotarle el torso de un lado a otro. —Independientemente de que no hagamos nada, podríamos divertirnos.

Menuda propuesta indecente que, como es obvio, pienso aceptar.

Me bajo de la encimera cayendo en la cintura de Imri, quien me sostiene con las manos en mis muslos.

El hombre me llevó en sus brazos hasta una tercera habitación. Al entrar, Imri me dejó en la cama y se colocó encima de mí dándome un montón de besos en el rostro y cuello.

—¿Qué piensas hacer?— susurro en lo que él hace movimientos para quitarme el pantalón, lo que consigue a los segundos.

—Hay un lado de mí que todavía no conoces por completo.

Imri está bastante cerca. Mi respiración se entrecorta a medida que el hombre sube por la superficie de mi pierna con su mano. Él frenó cuando sus dedos rozaron el borde de mi ropa interior, al mismo tiempo que parecía que el corazón se me salía del pecho.

—No sé cómo describir lo que siento por ti— me siento colocando las manos en los costados de su rostro —Me encantas.

—Eres la mujer que amo— me empuja despacio a la cama para que me recueste en ella —Sé lo mucho que te gusta planificar las cosas, por lo que no quiero romper tu plan de hacerlo cuando hayas preparado todo. Así que, mientras tanto, te puedo hacer sentir placer de otro modo.

—Pero, Imri— mis mejillas se ruborizaron. Estoy en medio de un ataque cardíaco.

Él me besó a la vez que introdujo poco a poco los dedos en el interior de mi panty. Una descarga eléctrica se apoderó de mi cuerpo cuando sentí el tacto de su piel en mis labios.

Definitivamente, no lo he conocido en su totalidad y eso me excita.

—Imri...— emití un pequeño gemido, a su vez que me besaba sin ninguna intención de separarse de mí. Que el hombre me esté estimulando provoca que de nuevo lance mis planes a la basura —Umh— lo beso con las piernas tambaleantes, estar tan cerca suyo se siente muy bien —Olvida el jueves, hagámoslo ahora— no puedo soportarlo más, parezco una olla de presión.

—¿Estás segura?— paró lo que estaba haciendo, sacando las manos de mi interior —¿Qué hay de tu plan?

—Las cosas son mejores cuando ocurren en la espontaneidad. ¿Para qué dejar esto para después si es ahora que lo estamos sintiendo?

—Te doy la razón— se acomoda encima de mi vientre —Entonces...— me saca la blusa y como tenía el brasier desabrochado, quedé con el torso desnudo —Manos a la obra— juguetea depositándome un camino de besos que iba desde mi vientre hasta mis labios.

—Tengo preservativos en mi cartera— susurro tomándolo de las mejillas.

Primero, lo primero: la protección.

—Cierto— se levanta de la cama —¿En dónde la dejaste?

—¿Sabes cómo...?— me da cosa preguntarle.

—Los lobos también los usamos, a veces— admitió saliendo del cuarto.

Imri regresó a los minutos, él se quitó el pantalón por su cuenta y qué bueno, las dos veces que lo desabotoné, nos interrumpieron.

Ahora es distinto; estamos solos, mi bebé no es de los que se levanten a media noche y estamos más decididos que nunca.

—Quiero que me hagas tuya— le digo mientras que él me carga en sus brazos, esto luego de ponerse la protección. Imri se vuelve a acomodar sobre mí, mientras que yo entrelazo las piernas en su cintura —Que seamos uno para el otro.

—De que soy tuyo, lo soy— me da un beso acariciando mis senos con las manos —Cada porción de mí, lo es.

Lo único que faltaba para quedarme completamente desnuda eran mis pantys, los cuales Imri deslizó poco a poco por mis piernas. Su respiración caliente sobre la intimidad de mi cuerpo, provocó en mí miles de sensaciones que iban desde nerviosismo a encanto.

Lo amo.

Amo sus ojos, sonrisa, el modo en que siempre ha sido respetuoso conmigo. Incluso en este momento hace todo despacio, con cuidado de lastimarme.

En lo que nos besamos, yo repasé cada centímetro de su cuerpo con las manos, acariciando su rostro, pecho y cintura; queriendo que la distancia entre ambos se acortara lo más posible.

Nuestra respiraciones eran una sola, el ritmo de las mismas se habían combinado como si nuestro ser funcionara en conjunto.

Él y yo; yo y él. Nosotros.

Ya cuando me sentí lista, e Imri también, procedimos a concretar el acto. Ambos estábamos nerviosos y entusiasmados, no paramos de besarnos con una pasión desbordante, propia de personas que esperaron este momento durante mucho tiempo.

La experiencia fue mejor de lo que imaginé, y claro, ¿cómo no?


***


1:34 AM.

El sonido del celular me hizo abrir los ojos. Imri está dormido a mi lado, yo estaba encima de él antes de que me parara de la cama en busca del dispositivo.

Me envolví la toalla, mientras pensaba en muchas cosas horribles de camino a la sala.

Allí tomé mi celular de la mesa, levanté las cejas al ver que no era una llamada de mis papás o alguna de mis amigas, en la pantalla aparecía el nombre de Fei.

—¿De acuerdo...?— fruncí el ceño atendiendo la línea. 

.

.

.

.

.

Hola, primero:

¡Espero que te haya gustado el capítulo!

¿Teorías?

¿Opiniones?

¿Impresiones?

Hasta que al fin se dio el encuentro.

Y guao, ha pasado tiempo.

¿Y qué? ¿Qué has hecho?

La mitad del capítulo anterior la escribí justo después de haber publicado el último capítulo actualizado en la plataforma, sin embargo, no lo terminé hasta hace un buen par de días.

Este no es un regreso definitivo, la verdad es que no iba a publicar hasta acumular varios capítulos, pero me ganó el entusiasmo de compartirlos contigo. Ve estas actualizaciones como mi forma de decirte que la historia sigue, y vaya que falta para que acabe. El punto es que ahora mismo no sé cuándo, pero sí, familia lobuna no quedará pausada y tendrá su final cuando llegue el momento.

La aventura de estos personajes no va ni por la mitad.

Con mi «regreso», pude notar  la llegada de lectores nuevos: ¡Hola para ti si eres uno de ellos, un gusto que seas parte de nosotros y bienvenido/a seas! :D

He leído todos los comentarios, pese a que no pude responderlos, pero sí; no creas que han sido ignorados.

Me alegra que el algoritmo de la aplicación que sea te haya traído aquí.

Ahora bien, la próxima vez que publique, planeo que sea mi regreso definitivo. Así que nos vemos hasta entonces, no borres la historia de tu biblioteca xD.

Que te vaya bien, que todos tus deseos se cumplan y no lo olvides, toma agua. 

Es más, ve a beber agua ahora mismo, señor/a "no bebo agua porque no me gusta".

No sabe a nada, JAJAJA.

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