-Bien- dije luego de unos segundos.
Su mano soltó la mía con lentitud y sentí un frío recorrer mi brazo cuando lo hizo. Nos sentamos uno frente al otro en la mesa.
-¿De qué quieres hablar, Gavi?- pregunté al ver que no decía nada.
-Lo siento. No puedo más pelinegra, siento haberla cagado ¿vale? Siento haberte confesado mis sentimientos, siento haberte besado, simplemente... lo siento. Hemos pasado de beber malteadas todos los días y reír hasta tener dolor de estómago a no poder estar en la misma habitación, yo... simplemente ya no puedo, no sé cómo seguir, y si la única solución para hacerlo es fingir que nada sucedió, lo haré aunque eso signifique ignorar mis sentimientos, lo haré porque quiero volver a nuestras tardes de malteadas, quiero volver a picarte en cada oportunidad que tengo, quiero estar contigo, aunque eso implique ser tu amigo nada más- dijo sincero mirándome a los ojos.
-¿Y si no quiero olvidarlo? ¿Y si no quiero fingir que nada sucedió?- cuestione con la vista en la mesa luego de unos segundos.
-¿Qué?- fue todo lo que dijo.
-No quiero olvidarlo sevillano, también me gustas- dije viéndolo a los ojos por fin.
-Yo...
-Y siento haber tardado en decirlo, pero no estaba segura, quiero decir, claro que estaba segura que me gustas, pero no estaba segura de querer admitirlo, entré en pánico y por eso escapé, lo siento, Gavi- hable rápido interrumpiéndolo.
-Pablo.
-¿Qué?
-Dime Pablo.
-Creí que no te gustaba que te digan así- hablé recordando que todos le decían Gavi.
-Algunas personas...
-Todo el mundo- dije soltando una pequeña carcajada.
-Pero tú no eres todo el mundo, pelinegra- habló mirándome a los ojos con una sonrisa.
-De acuerdo Pablo, me gustas- dije con una sonrisita nerviosa luego de unos segundos.
-Y tu me gustas a mi Lili- dijo de igual forma.
Es la primera vez que me llama Lili y sentí un cosquilleo en mi estómago cuando lo hizo.
-Entonces...
-Entonces...
-¿Estamos bien, pelinegra?- dijo estirando su mano sobre la mesa.
-Estamos bien, sevillano- contesté con una sonrisa tomando su mano.
Nuestras manos quedaron entrelazadas sobre la mesa mientras bebiamos nuestras malteadas. Había extrañado esto, lo había extrañado a él.
-¡Vaya! Veo que os ha ido bien- habló Sira a mis espaldas.
-¿Cómo? ¿Tú sabías de esto?- pregunté a la morena.
-Pues claro corazón, ¿Quién crees que te distrajo en el centro comercial?- dijo con una sonrisa orgullosa.
-Pero-
-Le pedí a Sira que te distrajera para vaciar el bar y así poder hablar contigo- me interrumpió Pablo y Sira asintió dándole la razón.
Ni siquiera me había dado cuenta que no había nadie en el bar, solamente eramos nosotros tres y dos camareros.
-Bueno, a lo que venía, venía a deciros que vamos a ir a comer, ¿venís?- preguntó y asentimos.
Salimos del bar los tres y al llegar al lobby, el resto ya estaba ahí, así que nos montamos en los autos y fuimos a un restaurante.
Terminé sentada entre Eric y Pablo, pedí una hamburguesa con patatas fritas al igual que Sira, mientras que el resto pidió filete y verduras por su dieta.
-¡Oye!- me quejé dándole un manotazo a Eric cuando este metió mano en mi plato para coger una patata.
-¡Auch!, quería una patata- dijo sobandose.
-Pídela bien.
-Lili ¿me das una patata? Por favor- pidió como niño pequeño mientras todos nos miraban atentos aguantando una carcajada.
-No- dije para luego extender mi plato y cogiera una.
No sé porqué tengo la costumbre de decir que no cuando me piden algo para después hacerlo.
Terminamos de comer y luego de dar unas cuantas vueltas por la ciudad, volvimos al hotel.
PABLO:
Me alegra tanto haber arreglado las cosas con Lili, la verdad ya no podía aguantar un día más así con ella. Aurora hizo que abriera los ojos. En este tiempo, Lili ha causado algo en mí que no puedo explicar, solo sé que me gusta y que la quiero y ahora que ella también lo ha aceptado siento un peso menos encima.
De camino al restaurante y en éste, yo solo podía fijarme en lo hermosa que se veía Lili, en su hermosa sonrisa y sus preciosos ojos café.
Al llegar al hotel, la mayoría se fue a sus habitaciones a descansar, pues mañana teníamos partido.
Yo me volví al aparcamiento con Pedri ya que había dejado la llave de la habitación en el auto y yo la había dejado arriba.
Una vez que volvimos, vi a Sira subir por las escaleras, mientras que cierta pelinegra iba camino a la playa.
-Ahora subo- le dije a Pedri palmeando su espalda, él asintió y yo me dirigí a la playa.
Una vez que llegue, la vi caminando en la arena así que me quité mis tenis y me dirigí a ella.
-Hola-dije cuando llegué a su lado.
-Hola- me dijo con una sonrisa. Esa hermosa sonrisa que me vuelve loco y que tanto me gusta.
-¿Qué haces aquí?, creí que estarías en tu habitación- pregunté.
-Aún no quería subir, así que vine a caminar un rato, ¿tú qué haces aquí?
A decir verdad ni yo sabía que estaba haciendo aquí, solo la vi venir hacia acá y quise venir con ella.
-Vi cuando venías para acá- fue lo único que dije.
-Así que me espías, sevillano- respondió con una sonrisa ladeada, haciéndome sonrojar.
-No... ammm... yo, solo...
-Tranquilo, estoy jugando- golpeó mi hombro con el suyo.
Seguimos caminando por la orilla del mar, en algún punto nuestras manos se entrelazaron, ninguno de los dos decía algo, no había necesidad, simplemente disfrutábamos el agua en nuestros pies, la arena, las olas y la compañía del otro.
-Lili...- dije poniéndome frente a ella.
-¿Qué pasa sevillano?
-Yo... perdón por lo que voy a hacer- dije acercándome a ella.
-No entiendo, perdón por q- no la dejé terminar y uní mis labios con los suyos.
Ya no podía más, simplemente no podía, necesitaba besar sus labios, necesitaba sentirlos en los míos, la necesitaba a ella.
-No pidas perdón, a menos que no lo vuelvas a hacer- dijo en susurro cuando se separó del beso.
Volví a unir nuestros labios y sentí cuando sonrió en medio del beso, la imite y junté nuestras frentes cuando nos separamos.
-Te quiero- susurré aún con los ojos cerrados con miedo a su respuesta.
-También te quiero Pablo- dijo separándose de mí viéndome a los ojos.
Besé su frente y la atraje a mí para abrazarla.
Luego de estar caminando un rato más, nos sentamos en la arena, para ver la puesta de sol, ella estaba recargada en mi hombro mientras yo la abrazaba, todo estaba bien, todo estaba perfecto.
-¡Hey! Ustedes no pueden estar aquí- dijo una voz detrás de nosotros.
Al girar, vimos a un guardia que se dirigía a nosotros, por lo que nos levantamos rápidamente y corrimos directo al hotel mientras el guardia nos perseguía.
El elevador estaba abierto, así que rápidamente nos metimos en el y comenzamos a oprimir el botón para cerrarlo; se cerró justo a tiempo, dejando al guardia del otro lado de las puertas y nosotros soltamos una carcajada.
Seleccionamos el piso de Lili y la acompañé a su habitación.
-Bueno... aquí te dejo, sana y salva- dije a lo cual ella rió.
-Te veo luego, Pablo- dijo acercándose a mí.
-Descansa pelinegra.
-Descansa sevillano- dijo besando mi mejilla para luego entrar a su cuarto.
Yo caminé a mi habitación con una sonrisa en mi cara, era el chico más feliz del mundo en este momento.
Al llegar toqué para que Pedri me abriera y mientras esperaba, le mandé mensaje a Sira agradeciéndole su ayuda, ya que sin ella, esto no hubiera funcionado.
Finalmente me duché y me tumbé en mi cama dispuesto a dormir.
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AHHHHH por fin, estos dos arreglaron las cosas, nuestra querida Lili al fin confesó.
¿Qué les parece la historia? Espero que les esté gustando.
No olviden votar y comentar.
-Lu.