"THE MURDER OF ME." |⚠ +18| O...

K4t0o_ द्वारा

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# 1 🎖️Traumatismo [ 09/23 ] # 1 🎖️Muerte de personajes. [ 10/23 ] # 1 🎖️Lovecraft. [ 11/23 ] # 7 🎖️Th... अधिक

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Kaimós.
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Onsra.
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Kalopsia.
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[ ×× ]
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Zília.
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Serendipia.
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Hipofrenia.
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K4t0o_ द्वारा

«— "¡Profesor! ¿Este año también será nuestro tutor a cargo?"

— "Hum... Puede ser, aún no nos dicen nuestros grupos, ¡Pero!, Me encantaría que me tocara su grupo, Joven Kamado"»

Soyama Hakuji no era un hombre mentiroso, de hecho tenía ese 'don' de decir las cosas como eran, sin chistar o tentarse el corazón. Él pensaba que ocultar las cosas y no decirlas a la cara era para personas débiles y cobardes. Algo que también le molestaba eran las mentiras, mucho más si eran dirigidas a personas que estimaba mucho.

Es por eso, que cuando su tutor, Keizo, le llamo a Akaza para preguntarle sobre como se la pasaba con Kyojuro y si ya se había aburrido para reemplazarlo, y su hermano le respondió un "Siempre me divierto con él, lo uso a mi antojo", simplemente no lo tolero.

A pesar de que su esposa le había dicho y casi rogado que no dijera nada sobre lo que se traía Akaza con Kyojuro, lo hizo.

Le debía mucho a Keizo como para atreverse a no decir nada al respecto cuando metafóricamente le habían mentido en su cara.

Y así fue, llamó a su padre y le contó todo lo que sabía, desde que Akaza se había posiblemente enamorado de ese Omega, que jamás lo había usado para su único fin, hasta que había tenido un ataque de estrés por su culpa.

No lo malentiendan, claro que no le molestaba que su hermano gustará de alguien, lo que le molestan era que ese 'alguien' fuera un Omega sin dinero o poder sobre el país. Mucho peor, que no tenía siquiera conciencia propia.

No le importaría si su hermano se relacionara con Daki, o con Gyutaro, con Enmu, incluso con Aizetsu, o cualquier otro Omega de gama alta, con dinero, o bien, poder, ¡Incluso con un Alfa! O beta,¿Qué más daba?, El punto es que tuviera influencia.

Pero no, era con ese Omega sin nada.

Le molestaba, odiaba la situación, se supone que Akaza buscaría a alguien de rango alto ya que era el segundo heredero de todo lo que Keizo tenía, y el buscar a alguien del mismo nivel garantizaría una riqueza mejor para las futuras generaciones.

Que estrés.

Así que ahí estaba ahora, conduciendo a casa de su padre estando solo mientras pensaba una y otra vez en lo idiota que era su hermano. Había hablado con su padre y habían acordado una "reunión" familiar para tocar más el tema, en la cual solo estarían presentes ambos Betas, y por supuesto, el Alfa.

No pasó mucho tiempo hasta que llegó a su destino, y cuando menos lo esperó ya estaba dentro de la oficina de Keizo mientras esté estaba sentando tras su escritorio.

— Los vamos a separar, ¿Cierto? — Preguntó, viendo hacia la ventana mientras escuchaba el sonido de la pluma de su tutor tocar aritmicamente el escritorio.

[ . . . ]

Kaigaku Agatsuka era un Beta bastante atractivo, o bueno, eso le decían la mayoría de personas. Pero no lo hacían porque tuviera algún rasgo en particular, o algo que destaque.

Sino porque era político, más específicamente el gobernador asignado de ciudad Kimetsu, y obviamente querían quedar siempre bien con él.

Ahora estaba mirando hacia las calles del mirador del palacio municipal en donde vivía.

Miró a la estatua de Zou Hakuten que estaba a unas cuadras, y sonrió de lado cuando la miro cubierta de pintura roja.

«Pff, que tontería» pensó, y después ladeó su cabeza mientras soltaba un pequeño ronroneo gutural y buscaba entre sus ropas un encendedor. Cuando lo encontró, tomó un cigarrillo de su caja metálica para guardar estos mismos, y después lo encendió, poniéndolo en sus labios para calar.

«Ridiculo» fue lo que pensó cuando recordó a su amigo, o mejor dicho, marioneta favorita: Zou Hakuten. El fiscal a cargo de las leyes policiacas.

Era irónico en cierta forma, Zou hacía todo el trabajo sucio por él y él siquiera se ensuciaba sus manos.

Una risa salió de sus labios mientras el humo salía de su boca cuando recordó el noticiero de anoche.

«Buenas noches, ¡soy Sally Freeman!

¡Y yo soy Richard Red!, Ahora, después de pasar la sección de deportes extremos toca la de eventos importantes y virales, ¿Cierto Sally?

Claro Red, bueno, hablemos sobre el tema que sigue resonando en todo Japón, más específicamente en la cuidad Kimetsu. Cómo ya se había informado, hace cinco días fueron hallados los cuerpos sin vida de Rengoku Kyojuro, Rengoku Senjuro, y Rengoku Shinjuro. Según fuentes oficiales, la familia estaba metida entre pandillas, eran consumidores de drogas y manejaban la compra y venta ilegal de armas. La razón de su muerte fue en un tiroteo entre pandillas rivales, pero antes ellos intentaron huir por cuenta propia, lo cual género obvio disgusto por sus deudas y terminó como ya sabemos.

Dios, ya no podemos confiar en nadie en estos momentos, ¿Quién diría que el prestigioso profesor que defendían terminaria metido en ese asunto?»


Claro, ¿quién lo diría?

¿Quién lo diría?

Claro, ellos lo dirían, después de una muy generosa cantidad de dinero.

Mucha gente no lo creyó, y otras si, ¡Bah!, ¿Qué más daba? Ahora había una piedra menos en sus bonitos y caros zapatos.

Solo faltaba la otra piedra.

Y esa estaba justo en su mira ahora.

Aquellos tres chicos de preparatoria que al parecer aún no se daban por vencidos.

Kamado Tanjiro, el encargado de liderar las huelgas pacíficas.

Hashibira Inosuke, el líder de los grupos de estudiantes agresivos que destruían murales, los pintaban, etc.

Agatsuma Zenitsu, su primo; el cuál, bueno, apoyaba a los dos.

— Enmu. — Dijo, y enseguida el joven Omega se acerco a su supieror.

Enmu no era un Omega de la mafia, pero era solicitado por las personas de alto rango para organización de eventos o  camarógrafo, y es que, al ser recomendado por Gyokko, uno de los mejores diseñadores de moda del estado, definitivamente su trabajo fue muy solicitado. De hecho, a Daki la conoció en una sesión de fotos, ya que ella no solamente controlaba con su enorme influencia y poder al distrito rojo, sino también era una bellísima modelo albina que salía en varias revistas de moda y con vestuarios hermosos, siendo regalados por Gyokko.

Y bueno, a Aizetsu lo conoció porque él era amigo de Daki, y en una de sus tantas sesiones de fotos el 'Omega' se presentó. Ambos hablaron, y los tres con el tiempo se hicieron mejores amigos.

No siempre era solicitado por ser un buen fotógrafo o organizador de eventos, sino también porque lograba pasar siempre muy, pero muy desaparecido y sabía mentir a la perfección, convirtiéndolo en una excelente persona cuando se trataba de infiltrarse en grandes organizaciónes o en escenarios que representarían algún problema, logrando sacar información.

Es por eso, que cuando entró con su cámara a la academia Kimetsu con la excusa de hacer un reportaje sobre las huelgas y el poder entrevistar a los alumnos y profesores, todos le abrieron las puertas sin preguntar más.

Y es por eso, que entre todas las personas que entrevistó, logró sacar información de los tres chicos a los que le encargaron investigar.

— ¿Si señor? — respondió, tanteando nervioso su cámara.

— ¿Tienes lo que te pedí, cierto?

— Claro.

Kaigaku necesitaba deshacerse de ellos tres.

Y pronto.

Así que cuando Enmu le dió toda la información que necesitaba en hojas blancas, no hizo más que sonreir satisfecho, y cuando esté se fue, sacó su celular y marcó a la persona que sabía que haría el trabajo sin chistar.

— ¡Sekido, cuánto tiempo!, ¿Tienes un minuto? Tengo un trabajo para ustedes.

[ . . . ]

La mejor palabra que podía describir a Akaza en esos momentos era:

Desesperación.

Y la segunda:

Ansiedad.

Ahora mismo estaba fumando de uno de los cigarros que encontró en su escritorio, los cuales ya estaban viejos por todo el tiempo que había pasado sin fumar.

¿Cuántos cigarrillos ya llevaba? ¿Todo el maldito paquete? Quien sabe, solo quería seguir fumando y fumando hasta que todo su estrés se fuera.  Incluso ya se había tomado su medicamento y aún así sentía que iba a explotar en cualquier momento.

A su lado, Kyojuro con triple cubrebocas, guantes como siempre, y su bonito impermeable transparente y protectores de botas. La razón, era porque estaban afuera. El Omega lo miraba con curiosidad, como si no entendiera lo que estaba sucediendo o haciendo.

El sonido de una motocicleta sonó, y llamo la atención de ambos. Akaza apagó su cigarro tirandolo al piso y pisandolo, para después acercarse a la enorme reja del patio y abrirla manualmente. Dandole paso al vehículo de dos ruedas.

Una vez dentro, Yushiro se quitó el casco y acomodó su cabello.

— Akaza — Saludo. Y después miro a Kyojuro y le hizo un pequeño ademán en forma de saludo.

— Yushiro — Respondió el pelirrosa.

El nombrado miró las manos de Akaza por reflejo, y después las vendas de Kyojuro. Giró sobre sí en la moto ya estacionada, y quitó los seguros de la caja transportadora.

Un «Meow» se escuchó, y de inmediato el Omega alzó la vista y presto atención, mirando como Chachamaru salía de aquella caja y era tomado en las manos de su dueño.

— Aquí está, y esto es lo que debe comer. — habló, extendiendo una bolsa de lo que parecía ser trozos de carne cruda — En tres horas regreso por él.

Akaza vaciló un poco y tomó la bolsa de carne mientras que Kyojuro estaba alzando a el gato, el cuál tenía un bonito trajesito miniatura de un marinerito.

Cuando Chachamaru maullo, Kyojuro le regresó el maullido.

Yushiro miró a Akaza, y después ladeó un poco su cabeza.

— ¿Tus manos?, ¿El medicamento?

— Están mejor, y, volví a consumirlo.

— Bien. No quiero problemas, Akaza.

El Alfa asintió de mala gana, y después Yushiro volvió a hablar.

— ¿Me recuerdas porque a mí gato y no a otro como los que tiene Yoriichi?

— Si fuimos a verlos, pero a Kyo no le gustó ninguno.

El Beta simplemente asintió, y después de una corta despedida y de decirle a Chachamaru que se portara bien, volvió a encender su motocicleta mientras se colocaba el casco de nuevo, para finalmente volver a salir.

Cuando estaban de nuevo solos, Akaza miró al Omega 'entablar' una conversación con el gato, en la cual intercambiaban maullidos.

Sonrió al triste cuando noto que los maullidos de Kyojuro salían rasposos.

Cómo si le doliera hablar.

— Bien Kyo, adentro. — dijo, y el nombrado empezó a caminar tras el, siguiéndolo. — Te diré lo que pasará.

Cuando el rubio se sentó en el sofá, y dejo al pequeño gato a su lado mientras se quitaba los guantes para acariciarlo mejor, Akaza decidió hablar.

No lo negaba, se sentía sumamente asustado.

No solo por haber recibido una llamada de su padre y hermano diciendo un «Tenemos que hablar», sino por el hecho de dejar al Omega solo. Si bien Kyojuro ya no se autolesionaba con la misma intensidad de antes, aún sufría de ataques espontáneos y le preocupaba que llegara a lastimarse en medio de uno.

Había hablado con Yoriichi sobre sí él podía quedarse con Kyojuro en su casa, pero el pelirrojo había salido de casa y estaba dando una conferencia. También habló con Aizetsu y este estaba en una pasarela con Daki y Enmu. Incluso habló con Yushiro, pero como era de esperarse, este estaría trabajando.

Así que optó por usar la misma técnica que habían usado en el hospital con Kyojuro para dejarlo solo: Un gato.

Primero fue a la clínica de Yoriichi, en la cual absolutamente todos los gatos estaban en adopción, pero el Omega no se había llevado bien con ninguno o simplemente le desinteresaban rápido; después lo intento con un perro pero Kyojuro parecía tenerles fobia.

Y bueno, termino llamando a Yushiro, el cuál se negó al inicio, pero al escuchar que Tamayo le regañaba por el otro lado de línea termino diciendo «Era broma, si»

Y ahí estaban ahora, con el gato acurrcando al peluche de tigre de Kyojuro mientras esté le veía como si fuera lo más interesante del mundo.

— Debo.... Salir, ¿De acuerdo? Keizo me necesita para algo, y no puedo llevarte conmigo, regresaré en dos horas como máximo. Trataré de regresar lo más rápido que pueda, y, bueno, Chachamaru se quedará contigo, ¿Está bien? En el conservador te deje seis jugos por si te llega a dar hambre, a las 2:00 p.m te tomas el de naranja, ¿Va? Es el que tiene tu medicina.

Kyojuro ladeó la cabeza, y después miro al gato, luego al reloj, y después a Akaza.

"12:47 p.m"

Tenía tiempo, así que no se preocuparía por eso ahora. Con sus manos cargó al felino el cuál soltó un «meow» y después lo alzó a la altura de Akaza, ofreciéndoselo.

— No Kyo, es tuyo. Él se queda aquí contigo, yo regreso pronto.

Solo así, Akaza acomodó mejor su sudadera y empezó a caminar hasta el portón de la casa; se replanteó todo antes de tocar el picaporte.

Ya había prendido el boiler para que saliera agua caliente por si Kyojuro se quería tomar una ducha, ya había picado casi toda la fruta congelada que había por si quería hacerse otro jugo, había dejado todos los productos de limpieza a la vista por si quería limpiar, había dejado su recamara abierta y limpia por si quería entrar a dormir, incluso había dejado galletas para deportistas a la vista por si de puro milagro al Omega se le apetecía comerlas.

Supuso que todo estaba bien, incluso había guardado bajo llave absolutamente todo que pudiera representar un riesgo, como cuchillos, tenedores, o cualquier cosa con filo.

Soltó un suspiro enorme. No quería irse, definitivamente nunca pensó siquiera en dejar a Kyojuro solo aunque sea una vez sabiendo todo lo que podía salir mal.

Giró sobre sí mismo, y vio a Kyojuro jugar con el gato desde el sofá, solo así, una pequeña sonrisa se formó en sus labios y se acercó, revolviendo el cabello rubio del ajeno.

— Por favor no te lastimes. Te prometo que vendré en cuanto pueda. — susurro, inclinándose para apretar de manera amistosa su mejilla.

Solo así, Akaza finalmente salió de la casa sin ponerle seguro al portón.

[ . . . ]

Kokushibo miró la laptop que estaba usando con desconfianza y cierta duda.

En su buscador estaba la frase «Efectos secundarios de la aromaterapia en Alfas» y es que, después del primer día que empezó a usar aquel fármaco sentía su cuerpo distinto. No dudaba de lo que le daba su hermano, sabía que Yoriichi sabía lo que hacía a la perfección, pero sí dudaba del frasco.

Si bien faltaba una semana para su celo según su calendario, sentía que en cualquier momento lo experimentaría.

Y lo odiaba, más aún porque a pesar de tomar supresores, sentían que no servían; y era obvio, el mismo atomizador decía que no se podía usar mediante el celo, pero el problema es que aún no presentaba su celo y sentía que esa cosa solo lo empeoraba.

Intento dejarlo, pero le sorprendió que con tan solo un dia de uso ya se sentía ciertamente dependiente a esa cosa.

«La aromaterapia sirve para (...)»

No, el no quería saber eso, ¿Por qué por más que buscaba no encontraba nada?

«Mierda» pensó, y se revolvió su cabello suelto estando frustrado. Sus ojos morados se desviaron a su celular el cuál vibró en llegada de un mensaje. Dejo su investigación de lado y desbloqueo su móvil.

"Yoriichi <3."

¡Hola Koku!, ¿Cómo estás?
Solo para decirte que hoy
no puedo darte terapia, estoy
fuera de la clínica. Lo siento :(

Mañana sin falta, ¿Bien?

Y dime, ¿Aún piensas
huir?, Eres bienvenido a
mi casa siempre.

Estoy bien, —
no te preocupes. 

Bah, claro que no estaba bien, pero no quería preocupar a su hermano.

Volvió a leer el último mensaje que le escribió, y casi de inmediato su estómago se revolvió y miró por inercia su habitación. Tenía una maleta con ropa y cosas ciertamente importantes para él, la razón, bueno: Quería huir de casa, pero ¿Quien lo culpaba? Después de los entrenamientos de Kyojuro empezó a generar un odio y desagrado hacia su propio padre. Tanto que ni siquiera le volteaba a ver cuándo por x razón se lo topaba. Si bien ambos vivían en la misma casa, Muzan siempre estaba en el granja, por lo que las veces que se veían eran prácticamente contadas.

Sin mencionar que lo evitaba a toda costa, claro.

Asi que se había encargado de decirle a sus amigos más confiables que tenía planeado huir de casa, siendo estos Gyutaro, Douma, Sekido, Yoriichi obviamente, incluso al mismo Akaza.

Además no iba a ser una sorpresa, ya que, tenía planeado dejarle una carta a su padre de despedida.

O bueno, "huir."

En realidad tenía planeado suicidarse en un lugar en donde no pudieran encontrarlo con la fachada de que 'habia huido de casa' y por ende, nadie lo buscaría.

Si bien se preocuparían por él al no saber nada, estaba seguro que todos pensarían que estaba bien.

Y le dolía, pero no aguantaba la culpa.

Su plan original había sido suicidarse en la granja, en donde había estado encerrado Kyojuro. Pero no quería generarle problemas a su padre, o darle una mala reputación.

No quería ser una carga, mucho menos una vez ya muerto.

Miró su cuaderno de notas, el cuál ocupaba como un diario, y sin querer, lo tomó mientras dejaba su celular de lado y releyó lo que tenía planeado que sería su carta de "huída."

«Hola papá.

Perdón por hacerte esto, pero he decidido que es mejor irme de casa.

No quiero volver a pasar por todo lo que me hiciste hacer, y tampoco quiero lastimar a nadie más de nuevo.

Lo siento, se que es mi culpa por dejarme guiar por querer poder, pero ahora me arrepiento de no haberme ido en cuanto antes.

Por favor no me busques, estoy y estaré bien.

Te quiero papá. Pero no pienso dejar que me obligues a lastimar a alguien de nuevo.

Por favor cuídate»

¿Convencía la carta? No tanto, de hecho nunca había sido bueno escribiendo despedidas, pero ¿Qué más daba?, Era lo único que pudo escribir.

Se hecho en su cama con su laptop al lado, y después miro de nuevo la pantalla de esta, mirando que por accidente cliqueo un sitio web.

«Consecuencias de la aromaterapia en Alfas y Omegas.

• Cambios de humor.

• Sensibilidad.

• Cansancio.

• Alteración del celo en (...)»

Su celular empezó a sonar, y eso hizo que toda su atención se desviara a su móvil.

Pensó que era Yoriichi, pero al ver el nombre de Kaigaku en la pantalla su rostro se puso pálido, ¿Qué iba a decirle? Llevaba casi evitandolo al menos un mes.

Agarro el botecito de aromaterapia que estaba en su cama y hecho un gran contenido en el cuarto para intentar calmarse sin importarle su reciente preocupación por su celo.

Con el corazón en la boca tomó su celular y cerró su laptop, respondiendo la llamada.

— .... ¿Hola? — dijo, pegando el celular en su oído.

¿Qué sucede entre nosotros?

Vaya, directo al grano.

— ¿Por qué preguntas eso? Estamos bien, ¿No?

— Me has estado evitando. No respondes mis mensajes tampoco, ¿Sucede algo? Sabes que puedes decirme lo que quieras.

— No sucede nada, enserio, estoy bien.

— Bien. Entonces dímelo en la cara.

— ¿Ah?

— Estoy fuera de tu casa.

Vaya.

Kaigaku se removió ansioso en su lugar, y colgó la llamada. No le gustaba a donde se estaba llendo su "relación", si bien aún no formalizaban nada por el recelo que Kokushibo le tenía a su sexualidad, ninguna persona que los conociera podría negar lo mucho que se veía que ambos se gustaban.

Se cruzó de brazos mientras esperaba recargado en la barra de la reja fuera de la mansión de los Kibutsuji. A su lado, su motocicleta, y entre sus labios un cigarrillo a medio acabar.

Le preocupaba el Alfa, y bastante a decir verdad. Solo un idiota no vería lo afectado que se veía, a pesar de haber preguntado que ocurría no recibía más que respuestas vagas de "Estoy bien", "No pasa nada", "Solo estoy estresado por el trabajo", por dios, no era estúpido, llevaba conociendo al menos casi cuatro años al contrario como para no saber que le ocurría algo.

Cuando la reja se abrió en automático y una joven chica beta de cabellos blancos salió para terminarla de abrir, fue cuando empujó su motocicleta sin prenderla hasta el patio.

— El joven Kibutsuji le espera en la entrada, Kaigaku-sama.

— Gracias Mukago — respondió, acomodando la moto al lado de un árbol.

Solo así, miró al enorme portón de la casa, y empezó a caminar por el largo pasillo de piedras y fauna en decoración.

Se sentía estresado.

Le dió una última calada a su cigarro y tiro lo que quedaba en el cenicero de la entrada, después soltó el humo por su nariz y empujó el portón blanco que ya estaba abierto.

Conocía toda la mansión, no era la primera vez que entraba. Por lo tanto, Mukago ya lo guiaba a los lugares a donde quería, no solo porque ya los conocía, sino también porque le había pedido que porfavor no lo tratara con formalidades. No le gustaban, mucho menos que hicieran las cosas básicas por el, como abrirle incluso la puerta.

Ahora, una vez dentro y sin cerrar para que la ama de llaves entrara también, empezó a caminar hasta la sala de la casa, en la cual, estaba Kokushibo con una playera morada y un pantalón negro largo. Inevitable se miró a si mismo, teniendo una chaqueta color verde y una playera celeste en conjunto a un pantalón negro tambien.

Miró como Kokushibo desviaba la mirada, y después hizo un ademán de querer decir, pero no le dejó; le tomó de la mano y empezó a caminar con él hasta las escaleras.

Por supuesto que no hablarían en la sala. No es que no confiara en Mukago, de hecho la beta era una muy buena chica, pero simplemente no quería tocar un tema tan personal con una desconocida.

Así que ahora, ambos estaban tomados de la mano mientras subían escaleras y pasaban los pasillos de la enorme casa hasta llegar a la habitación de Kokushibo, la cual abrió como si fuera la suya.

Cuando ya estaban dentro, giró sobre sí y cerró la puerta.

Sin voltearse, hablo.

— ¿Qué sucede?

El Alfa, el cuál nunca levantó la vista, rasco un poco su nuca y después soltó un suspiro.

Sabía que tarde o temprano tendría esa conversación.

— Y no te atrevas a decirme que no es nada, Kibutsuji.

Bien, ahora estaba más nervioso.

Miró como Kaigaku se tensó, y después se giró para estar cara a cara con el contrario.

El beta de cabellos negros se veía cansando, casi harto de la situación. Incluso sus ojos color aqua se habían opacado un poco.

Kokushibo tampoco se veía diferente, pero aún así sentía que no tenía valor suficiente para hablar.

— Yo... — Empezó — Me gustas, en verdad me gustas. Pero es difícil.

— ¿Por qué?

— Porque pienso huir de casa.

El de menor estatura se tenso un poco, pero ladeó la cabeza confundido. Sus ojos examinaron el cuerpo del Alfa en busca de alguna mentira o alguna otra explicación que esa, pero cuando desvío la mirada a la habitación, miró una maleta que al parecer estaba llena.

— Gyutaro ya me contó, y también me dijo el porqué.

Miró como el pelirrojo se mordía los labios, y al parecer, sus ojos se cristalizaron un poco.

— Le dije que no te dijera nada.

— ¿Pensabas ocultarmelo?

— No es eso, solo...

— Sabes que nada de esto es tu culpa, ¿Cierto?

Kokushibo desvío la vista a los lados, y sus manos temblaron un poco por todas las sensaciones que se estaban acumulando en él. De nuevo, sentía una enorme ansiedad, agradeció haber hechado esa cosa en el cuarto para poder calmarse.

Olfateo de nuevo el ambiente, encontrando ese olor reconfortante a glicinas, y después miro a su "casi algo".

— A-a veces pienso que-

— No lo pienses, porque no lo es.

Un pequeño hilo de tensión se formo, cosa que inquieto un poco a Kokushibo, y es que cielos, ¿Desde cuando Kaigaku era tan dominante en ese aspeto? Sin querer bajo de nuevo la vista, no, la pregunta no era esa, sino más bien, ¿El qué momento se volvió tan... Sensible?

Ni idea.

Ni siquiera pudo pensar más a fondo la situación, simplemente sintió calor de repente y cuando bajo la vista Kaigaku le estaba abrazando con fuerza, teniendo su cabeza escondida en su pecho.

— No quiero perderte. — le escucho decir, y después el pelinegro le apretó un poco más. Cómo si no quería que se fuera.

A tientas respondió el abrazo ciertamente más débil, y después empezó a acariciar los cabellos ajenos.

— Lo siento.

— No te disculpes, nada de esto es tu culpa.

— Pero es que yo-

— Porfavor no. Estás bien, estaremos bien, porfavor solo... Solo, solo quédate. No me imagino una vida sin ti. — Susurró, alzando un poco la mirada hacia su mayor; colocando su mentón en el pecho ajeno.

— No me sentiría bien si estás con alguien como yo.

— Eres la mejor persona que he conocido.

— Estoy sucio.

— Te ensuciaron.

— Hice cosas horribles.

— Pero te juro que no eres una horrible persona. — Y de nuevo, silencio. Ambos mirándose fijamente mientras un bonito sonrojo decoraba las mejillas del pelinegro. — No te dejaré ir solo, y lo sabes.

— ¿Entonces?

— Entonces vámonos — siguió — Dejemos todo esto atrás. Dejemos está mierda de lado. Y si aún quieres huir, entonces huyamos juntos. Estoy dispuesto a dejarlo todo sin mirar atrás siempre y cuando tú estés tomando mi mano. Escucha, nada de esto es tu culpa, te conozco, jamás harías algo como 'eso' por cuenta propia. Si querés huir, en verdad está bien, pero no pienses que te dejare solo en esto porque no lo estás. Te amo, en verdad lo hago; así que por favor, no te atrevas a irte sin mi.

Y sin dejarle responder, Kaigaku le tomó de los costados de su cabeza, atrayendolo hacia él, juntando ambos labios.

Las manos del menor rodearon su cuello, intentando que no se apartará en lo absoluto, y casi de manera instintiva las suyas fueron a su cadera, pegandolo a su cuerpo por completo.

Después de unos segundos, ambos ya jadeantes, se separaron para mirarse a los ojos.

— No me pidas dejarte solo, porque jamás lo haré. — Le escucho decir en un tono ciertamente más grave, y como respuesta soltó un ronroneo desde el fondo de su garganta.

Dios, cuánto amaba que ese Beta le hablara en ese modo.

Más bien, ¿Cuanto tiempo que no se besaban? ¿Un mes? Maldición, cuánto lo extrañaba.

Y su cuerpo reaccionó sintiendo su estómago caliente, y atrayendo de nuevo al menor en otro beso ciertamente más profundo que el anterior.

Kaigaku al inicio se sorprendió, sin embargo, no se separó y en su lugar quitó sus manos del cuello del Alfa, bajandolas hasta su abdomen e ir subiendo de poco en poco hasta su pecho, acariciando todo el torso con gentileza pero con cierta velocidad.

También estaba igual o incluso más ansioso.

Sus lenguas se juntaron y se mezclaron en sus bocas haciendo que el menor sintiera un escalofrío.

Entonces, dió un paso hacia en frente y Kokushibo dió uno hacia atrás, ambos empezando a 'caminar' hasta que el Alfa choco con el borde de la cama y Kaigaku se inclino hacia delante, haciendo que poco a poco la espalda del pelirrojo se recargara en el colchón. Las manos de Kaigaku ahora fueron a los bordes de su abdomen, jalando un poco su playera, metiendo la manos dentro ella para acariciar el torso del Alfa y separarse un poco para respirar.

Kokushibo se estremeció un poco por el contacto, más no hizo más que gruñir de forma leve mientras se ponía sobre sus codos para volver a jalar al contrario en otro beso, pero le fue negado por el menor, el cuál puso su mano sobre su boca, y después habló.

— ¿Entonces que harás?

— Huiremos juntos, y no miraremos atrás. Lo prometimos ¿No? Hasta que la muerte nos separe.

«O la mía» pensó, volviendo a recostarse sobre la cama, sintiendo como Kaigaku se recostaba sobre el y le abrazaba.

Quería decirle muchas cosas al menor en ese momento, pero si era sincero le daba miedo confesar todo lo que sentía respecto a si mismo.

Y cuando por fin junto el valor de hacerlo, sintió un nudo en su garganta, y sin pensarlo mucho, tomó el mentón del Beta, atrayendolo en otro beso.

«Antes de confesar, déjame besarte. Porque lo necesito antes de decirte que ya no tengo más ganas de vivir»

De nuevo, Kaigaku volvió a tomar la iniciativa, pero se sorprendió cuando Kokushibo le apretó la cadera y cambio de posiciones, dejandolo a él abajo.

No le molestó, pero si le sorprendia que el Alfa tomara la iniciativa, después de todo era bastante tímido referente a esos temas.

Así fue cuando abrió sus piernas dejando que el pelirrojo se acomodara mejor sobre ellas, e hiciera presión.

Kokushibo sentía su piel casi hirviendo, y la creciente excitación se remarcaba en sus venas las cuales tenían sangre como la lava corriendo a todas direcciones, más específicamente a su pelvis.

Soltó la boca de su amante y dió un beso su mejilla, después empezó a bajar a su cuello y clavícula dando leves y pequeñas mordidas dejando débiles chupones mientras sus manos se dirigían por debajo de su chaqueta y playera, tanteando si cintura dando apretones fuertes. Soltó un ronroneó gutural, e hizo presión de nuevo entre ambos cuerpos haciendo que Kaigaku soltará un jadeo mientras alzaba su cabeza para que Kokushibo siguiera mordiendole.

La adrenalina en ambos cuerpos aumentó en cuanto los jadeos se hicieron más sonoros entre ambos y sin querer Kaigaku movió su pelvis había arriba, pegando su entrepierna contra ajena.

Kokushibo soltó una risa ronca, y se separó apoyando sus manos a los costados de la cabeza ajena, queriendo ver esos lindos ojos color aqua que tanto le gustaban.

Pero no los encontró.

En su lugar, unos ojos amarillos con toques naranjas estaban ocupado los de su amado. Y la expresión jadeante ahora era una sin expresión.

Cómo si estuviera muerto.

Sin darse cuenta, empezó a temblar, y de nuevo la culpabilidad empezó a corcomerlo desde adentro, haciendo que sus ojos se cristalizaran casi de inmediato.

Solo cuando Kaigaku puso en su mano en la mejilla del Alfa, fue cuando esté reaciono totalmente, y parpadeo confundido.

— Koku... ¿Todo bien?

Pasaron al menos diez segundos hasta que Kokushibo se alejó del menor, y se puso de pie, buscando su chaqueta en el armario.

— Debo hacer algo.

— ¿El qué?

— Debo disculparme.

— ¿Con?

El Alfa tomó una chaqueta negra de cuero del armario, y después se la colocó lo más rápido que pudo, mientras tomaba el celular de su cama.

— Es algo importante. Y debo hacerlo ahora.

— Yo... Bueno, ¿Cuando nos iremos? Pensé que dejaríamos todo y..

— Lo haremos. Solo... No puedo irme sin hacer esto.

[ . . . ]

Y ahí estaba ahora, caminando cuesta arriba, ¿Por qué Akaza vivía en un maldito cerro justo en medio de un horrible y extenso bosque? Ni el lo sabía. Antes de irse de casa quedó de verse con Kaigaku en el palacio para poder huir juntos, y le ordenó a Mukago que se deshiciera de la maleta en caso de que su padre llegara antes de él.

Habían cosas importantes, si, pero no importaba, solo necesitaba su pasaporte, su tarjeta de crédito y listo.

Había pedido un Uber y también le había marcado númerosas veces al pelirrosa para avisar su llegada, pero se topo con la sorpresa que no había absolutamente nada de señal.

Así que siguió caminando con mucha pesadez.

Y entonces, se destuvo de golpe cuando sintió escalofríos en su estómago y espalda baja, junto con una sensación de calor extremo de nuevo.

Ahí estaba esa sensación de nuevo, pero la diferencia es que está era más intensa que las otras veces.

Cómo si no pudiera controlarse.

Entre jadeos y suspiros entrecortados, logró dar unos pasos más antes de recargarse contra un árbol por culpa de su ya borrosa visión. Bajo sus manos a los bolsillos de su chaqueta y empezó a tantear su ropa en busca de sus supresores que normalmente llevaba a todos lados en caso de emergencias, y cuando saco el bote de pastillas y tomó una cápsula en seco para intentar calmarse, de nuevo sintió que no hubo efecto alguno.

Soltó un gruñido y miró cuesta abajo. Bien, habían dos opciones. Bajar de nuevo la montaña por dónde habia subido y pedir un taxi en la avenida, o seguir subiendo y pedirle ayuda a Akaza. Después de todo el también era un Alfa.

La primera opción era buena, pero por su estado era muy probable que el conductor del taxi se negara a llevarlo a casa, ya que era riesgoso llevar a un alfa en estado de celo. Además de que caminar montaña abajo con la mirada borrosa y las piernas ciertamente débiles no era tampoco una opción segura.

Y la segunda, bueno, era ciertamente la más sensata. Si bien era muy probable que Akaza se enojara con él por llegar en ese estado a su casa, sabía que le ayudaría, y al ser también un Alfa bastante fuerte y con excelente condición física podría controlarlo mejor; claro, también estaba Kyojuro, pero se conocía lo suficientemente bien para saber que no intentaría nada perverso con el rubio, además de que, como ya se había dicho, Akaza podría controlarlo.

Bien, la segunda entonces.

Con dificultad empezó a caminar y sintió que por varios segundos su respiración se iba y se pausaba, dejándole una sensación horrible de ahogamiento. Su piel, totalmente erizada, parecía seguir hirviendo como si tuviera fiebre mientras que sus piernas flaqueaban de vez en cuando.

Maldijo el bote de aromaterapia en su mente al menos unas seis veces, y cuando detuvo su andar frente a la enorme reja eléctrica de la mansión de Akaza, apretó el botón de recepción, esperando a que su amigo respondiera.

Su sorpresa fue enorme cuando ni siquiera dijo su nombre y la reja ya estaba siendo abierta.

No le tomó importancia, supuso que Akaza lo había visto por la cámara que estaba en la grabadora de la recepción.

Camino por el extenso pasillo del jardín, y por un momento se sintió un intruso.

Algo le inquietaba.

Cuando finalmente estuvo frente al portón, estaba dispuesto a tocar las ebillas del saguan de madera, pero antes de hacerlo, este se abrió.

Y entonces lo vio.

La razón de su futura muerte y dueño de su culpabilidad.

Kyojuro estaba con un brillo en los ojos el cuál jamás había visto antes y sus manos jugaban nerviosamente con su cabello, poniéndolo tras la oreja; en su rostro, una pequeña y tímida sonrisa acompañada de un leve sonrojo.

Enseguida, un olor bastante fuerte a Albaricoque dulce y excéntricamente embriagante le inundó por completo la nariz, haciéndole negar levemente la cabeza y retroceder por inercia.

Con la poca y casi nula cordura que le quedaba, volvió a retroceder, pero las frías manos de Kyojuro le atrayeron desde su cabeza, obligandole a juntar sus labios en un forzado y casi errático beso.

«¿Cuál es el problema si aún te amo?»

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