POV THEO
Todos nos encontrábamos frente a los maniquíes, mirando detenidamente los trajes. Mi atención se centró únicamente en el usado por Roman Bridger. Había hecho todo el trabajo en solitario, además de su capacidad de convencer a Billy y Stu para asesinar a Maureen Prescott. Tenía sin duda un buen motivo, la venganza era para mí el mejor motivo.
—Entonces alguien mato a ese par de imbéciles y tomó el mando —Dijo Chad sonando más como una pregunta que como una afirmación.
—Alguien que piensa que Sam tramo todo lo de Woodsboro —Dije aun con la mirada fija en el traje de Roman.
—En una película normal de Stab esta sería la guarida del asesino —Dice Mindy.
—Significa que no es una película normal de Stab —Responde Kirby.
Tara sale huyendo del lugar repentinamente, algo en mi me pide ir tras ella, pero otra parte me pide que me quede y habla con Sam. Los demás vuelven a dispersarse por el lugar por lo que decido aprovechar la oportunidad.
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Sam miraba detenidamente los trajes ubicados en el pequeño escenario. Me acerco a ella de forma lenta para evitar asustarla. Ella me mira e inmediatamente se lanza hacia mí, abrazándome.
Yo agarró a mi mejor amiga entre mis brazos, mientras ella se derrumba en pequeños sollozos de ira e impotencia. Mi mano acaricia su espalda y mi boca susurra en su oído palabras reconfortantes.
Nos sentamos en las escaleras del escenario. Las manos temblorosas de Sam están entre las mías. Nuestras miradas detallan detenidamente el piso, ninguna se atreve a pronunciar ninguna palabra.
—No quiero seguir con este maldito legado —Respondió con impotencia.
—Yo tampoco quiero volver a repetir todo esto. Necesitamos acabar con todo de una vez por todas —Dije mientras mis manos comenzaban a sudar.
Sam asintió mirando a su alrededor, su cuerpo estaba tensionado y la incomodidad se hacía presente en su mirada. Nuestras manos aún se encontraban juntas como una forma de consuelo que desde jóvenes realizábamos.
—Necesito que seas sincera conmigo —Dijo después de unos segundos de silencio —¿Qué pasó realmente con Tara?
Yo solo me limité a mirarla, mientras mi cabeza colapsaba buscando una forma de explicarle la verdad. Solté sus manos mientras las dirigía a mi rostro para rascar mis ojos con ansiedad.
—Yo sé que no te fuiste solo por cuestiones de trabajo. Ustedes eran tan buenos juntos. ¿Qué pasó realmente?
—Lo sé. Pero tengo filofobia —Respondí rápidamente.
—¿Filofobia? —Preguntó confundida.
—Sam —Suspiré —Filofobia significa miedo a enamorarse.
Sam me miró durante un corto periodo de tiempo e intentó hablar, pero ninguna palabra salió de su boca. Mis manos sudaban debido a la ansiedad que me producía la conversación. Mi respiración era algo agitada por lo que Sam tomó mi mano.
—Tenía tanto miedo de que ella me lastimara... que terminé alejándola de mi lado. Preferí herirla antes de que ella lo hiciera conmigo. Es un miedo que no puedo explicar —Dije mientras sentía como mi garganta se secaba y mi respiración se atoraba.
—Lo entiendo. Pero no puedes dejar que el miedo controle tu vida, Theo —Sam me miró fijamente con sus ojos llorosos.
—Traté de ignorar mis sentimientos por Tara, pero seguían haciéndose más fuertes —Dije sintiendo un nudo en mi garganta —Eventualmente, me di cuenta de que no podía seguir alejándola solo por mi miedo.
—Entonces, ¿Qué te hizo decidir romper con ella? —Preguntó empujándome más al extremo.
—Sabía que no podía darle el tipo de amor y compromiso que se merece a causa de este miedo —Respondí con desespero —Quise ignorarlo y seguir adelante, pero ella no merece que la amen a medias.
—Eso es realmente desinteresado de tu parte ¿Crees que romper con ella fue lo correcto?
—En ese momento, pensé que lo era. Pero ahora, me doy cuenta de que la amo y quiero hacer las cosas bien.
—Creo que es una gran idea, Theo. Pero, ¿Piensas que estás lista para enfrentar tu miedo a enamorarte? —Preguntó acariciando mi pierna con suavidad.
—No estoy segura, pero sé que no puedo seguir viviendo mi vida con miedo. Quiero poder amar y ser amado sin que mi fobia me frene.
—Es una decisión muy valiente, Theo —Dijo Sam —¿Qué vas a hacer ahora?
—Quiero arreglar las cosas con Tara. Pero no quiero volver a estropearlo —Respondí suspirando para aliviar la presión que sentía en mi pecho —Haré mi mayor esfuerzo por explicarle lo que siento y hacerle saber las razones de lo que hice.
—Bueno, no lo sabrás a menos que lo intentes. Habla con ella, explícale cómo te sientes y por qué reaccionaste de la forma en que lo hiciste.
—¿Y si después de eso ya no quiere hablar conmigo? —Pregunté agachando mi cabeza.
—Entonces al menos sabrás que lo intentaste. Pero creo que Tara también se preocupa por ti, Theo. Dale la oportunidad de entender —Dijo mi amiga acariciando mi mano.
—Tienes razón. Hablaré con ella y trataré de hacer las cosas bien. Gracias, Sam.
—No hay problema. Siempre estoy aquí para ti —Dijo para darnos un tierno y caluroso abrazo.
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Flashback
Mi cabeza estaba recostada sobre la almohada. Mis ojos se estaban cerrando lentamente hasta que un toque en la puerta de mi departamento me alertó. Me levanté y caminé perezosamente hasta la entrada. Al abrirla, me encuentro con Tara quien tiene una sonrisa en el rostro.
Las dos nos miramos con una mezcla de emoción y cariño en nuestros ojos. Sin necesidad de palabras, ambas sabíamos exactamente lo que queríamos expresar. Tomé delicadamente su mano y nos dirigimos a mi habitación. El silencio era cómodo y al parecer ambas necesitábamos de la compañía de la otra, sin necesidad de palabras.
Tara se sentó en el borde de la cama mientras yo me acercaba a ella y me recostaba a su lado. Sin decir nada, nuestras manos se encontraron y se entrelazaron suavemente, como si estuvieran comunicándose a través de ese simple gesto.
La habitación estaba llena de una atmósfera cálida y llena de amor. Tara acarició mi cabello con ternura, trazando suavemente sus dedos por los mechones. Cerré los ojos y suspiré de satisfacción, disfrutando del suave tacto de las caricias.
Sin prisas, Tara deslizó sus dedos por mi brazo, explorando suavemente cada centímetro de piel. Cada roce era un recordatorio de la conexión profunda que compartíamos. Nos movimos para estar más cerca, nuestros cuerpos se abrazaron con una calidez reconfortante.
El tiempo parecía detenerse mientras estábamos allí, compartiendo nuestro amor y afecto en aquel momento íntimo. Mis manos se deslizaron por la espalda de Tara, trazando patrones invisibles y dejando un rastro de electricidad en su piel.
El silencio se llenó con nuestros latidos sincronizados y los suspiros contenidos. No había necesidad de palabras, porque el lenguaje del amor fluía libremente entre ambas. Cada mirada, cada caricia, hablaba sobre el amor y la felicidad que encontraba en su compañía.
Permanecimos así, enredadas en un abrazo apretado y en un mar de emociones compartidas, hasta que el mundo exterior se desvaneció y solo quedamos nosotras dos. En ese momento, no había nada más importante que ese instante mágico en el que estábamos amándonos sin palabras, pero con un entendimiento profundo y eterno.