Melodía de Amor: En busca del...

Da Sterliing_s

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James Potter jamás creyó que una simple melodía podría dejarlo en un estado de ensoñación y ligereza, pero su... Altro

Prólogo
1. James no es obsesivo (no mucho)
3. El pianista con rostro
Extra.

2. El canto de las sirenas en tierra

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Regulus Black creció bajo los horribles tratos de su madre, siendo protegido en muchas ocasiones por su hermano mayor quien recibía los peores castigos. Nunca llegó a odiar a su madre, no podía, aunque así lo quisiera, en cambio, aprendió a vivir con ella y todo lo que conllevaba estar bajo el mismo techo. Sirius y él empezaron a ignorar, pasaban la mayor parte del año en hogwarts y cuando si o si debían regresar no salían de sus habitaciones.

Lo único que retenía a los hermanos es esa casa era su padre, un hombre que, a pesar de todo, siempre estaba allí. No fue el mejor padre porque igual no los defendía de los abusos de su esposa, pero trataba todo el tiempo de cuidar de ellos detrás de la matriarca de la familia. Fue él quien les enseñó que, en esa gris casa, hay un poco de color, que los acordes de la música podrían llevarlos a muchos lugares, alejarlos del miedo y del peligro.

Los hermanos Black tuvieron ― tienen ― una horrible madre, pero se les fue recompensado con un padre presente ― no mucho ― pero que estuvo allí y les enseñó muchas cosas.

Fue por él que aguantaron muchos más años de los que debían en la casa Black y fue por él que se fueron una vez dejó ese mundo. Su muerte fue un detonante para los hermanos y ambos saben que a quien más le dolió fue a Regulus, quien bajo el manto de su padre aprendió que el mundo no es solo blanco o negro, hay grises, tonalidades de colores como lo existe el bien en el mal y viceversa. No todo es totalmente bueno o blanco y nunca habrá pura maldad o negro.

Es gris. La vida es gris.

Cuando el cuerpo de Orión Black fue dejado en la cripta familiar, esa misma noche, Sirius tomó lo que pudo de su hermano y él, lo guardó todo y sin mirar atrás ni un segundo, sin remordimientos, sin titubeos, salió de esa casa llevándose a Regulus Black con él y terminaron en la sala de la mansión Potter donde Euphemia y Fleamont Potter les enseñaron lo que es ser una familia de verdad.

Regulus no se acostumbró a las caricias, consejos y la simple presencia constante de la pareja Potter sino hasta mes y medio después que llegó a esa casa. Poco a poco fue acostumbrándose a ellos y su rutina. Se sintió, por una vez en su vida, feliz y en familia junto a su hermano, los Potter y James.

Oh, y el gryffindor de lentes, cabello indomable y sonrisa malditamente perfecta es algo a lo que nunca podrá acostumbrarse, porque lo hace sentir con un adolescente en plena pubertad, con piernas temblorosas, sudores cada que lo tiene cerca y piel caliente y rojizo con su solo presencia en la misma sala.

La primera vez que lo vio fue cuando llegó a su primer año en hogwarts. Él y su hermano caminaban por el pasillo como si fueran los reyes estando en segundo, pero a ninguno de los dos le importaba, iban en su mundo, carcajeándose de cualquier cosa que a alguno se le ocurriera y fue allí, en una fracción de segundo cuando ambos pares de ojos se conectaron a través del largo pasillo que Regulus supo que James Potter sería su perdición.

Primer año pasó, segundo llegó y allí seguía esa sensación. Al principio creyó que era un simple capricho y tal vez, en varias ocasiones también creyó que era rencor porque Sirius estaba más con él que con su propio hermano así que tercero y cuarto año lo observó a la distancia con ojos furiosos, dándole miradas retadoras y cuando entró al equipo de quidditch, ganándose siempre que se enfrentaban.

Pero luego llegó quinto y con el, la grandiosa pubertad de James Potter. Su cuerpo pequeño se estiro varios centímetros, su cabello creció y se le formaban nudos indomables, pero que por alguna razón lo hacían ver demasiado bien, sus ojos cafés mas brillantes y todo en él causaba estragos en el inexperto cuerpo de catorce de Regulus quien no podía siquiera verlo por unos segundos antes que todo su rostro pasará a un tono rojizo y empezará a temblar.

Fue ese año cuando sus amigos se dieron cuenta de sus sentimientos ― mucho antes que él mismo ― y le explicaron ― o eso trataron ― lo que sentía no era odio ni rencor, que James Potter le gustaba y no podía hacer nada para cambiarlo. Fueron muchos meses de negación, donde no quería permitirse sentir cualquier cosa por el menor de los Potter, simplemente no, pero fue cuando finalizó el curso, se vino la muerte de su padre y Sirius lo arrastró a la casa de esa familia que no pudo seguir negándolo.

Le gusta James. Le encanta todo de él, desde lo más pequeño hasta lo más grande. Le gusta verlo sonreír, reírse a carcajadas y, sobre todo, le gusta tener su atención, le gusta como lo observa y le fascina observarlo entre pasillos, en medio del comedor y cuando practica o juega quidditch, pero no se atreve a decir nada y es por eso que, cuando por primera vez en un año, desde la muerte de su padre que se decidió por tocar piano a la mitad de la noche, en un salón vació y creyendo que nadie estaría cerca, no pudo mostrarse cuando James Potter ingresó.

El miedo le ganó así que cambio a su forma de animago ― porque si, puede hacerlo, completo toda la transición en cuarto cuando descubrió que su hermano y amigos lo hicieron ― y luego de meses, una noche de tormenta eléctrica en hogwarts, Regulus Black tomó el aspecto de un gato negro pequeño con manchas blanquecinas en su cuerpo y la constelación de su hermano.

Irónico, pero muy bueno cuando desea escabullirse.

Esa noche, escondiéndose aprovechando de su tamaño y color como animago, logró escapar de James Potter sintiendo su corazón latiendo a mil por hora y se fue a dormir creyendo que no volvería a repetirse, que el gryffindor olvidaría lo sucedido y pasaría página.

No fue así, para nada, porque a la mañana siguiente todos hablaban de como James Potter, el premio anual de hogwarts, gryffindor de excelencia buscaba por todos lados a la persona de la sonata a media noche.

― Carajo.

Fue lo que susurró cuando sus amigos, en medio de carcajadas le contaban lo que causó con una simple canción al piano luego de un año.

――――――――――――――――――――――――――――――

El menor de los hermanos Black solo puede regañarse mentalmente por aceptar la petición de James a ayudarlo a buscar a la persona de la sonata ― cuando es él mismo ― mientras camina hacia el salón de música. Todavía puede escuchar las carcajadas de Barty y Evan en su mente burlándose de él por ser tan dócil cuando tiene a James Potter en su rango.

― Velo del modo bueno, Reg.

El pelinegro, bufa girando para ver a su amiga rubia.

― ¿Y cuál sería ese, Dora?

― Siendo tu él que le ayudará, James nunca sabrá que en realidad eres tú quien tocó esa noche el piano.

― La rubia tiene razón.

Dorcas apoya alzando la mirada de un libro de pociones.

― Puede que sí, pero...

― Pero ustedes esperan mucho del bebé Black, saben que cuando el premio anual está a un rango de tres metros, se vuelve una masita.

― Ahora imagínense si lo tendrá en un rango de centímetros. ― le secunda Evan a lo dicho anteriormente por Barty ― Se vuelve una gelatina.

― Primero, deja de decirme bebé Black, Barty, ya te he dicho que voy a hechizarte si me sigues diciendo así y dos... no me vuelvo una masita.

― Me hechizas y apareces en el lago negro, Black.

― No me amenaces, Crouch.

Los ojos de ambos se retan por varios segundos antes que Pandora le dé un golpe en la frente a ambos y ruede sus ojos.

― Cállense ambos, parecen unos niños.

― Lo son.

― Solo nos llevas un año, Dorcas.

Ella se limita a alzar sus hombros.

Ese fue el último recuerdo que tiene de sus amigos porque luego se despidió de ellos y empezó a caminar a paso lento hacia la sala de música. No quiere llegar, las manos le tiemblan y tiene su mejilla muy lastimada por estarse mordiendo al estar nervioso.

Aún tiene diez minutos para llegar al salón y está a aproximadamente unos tres minutos por lo que sus pasos son calmados, tratando por cualquier medio que tal vez, la escuela empiece a caerse y se suspenda el tener que ver a James, o tal vez que algún profesor se le aparezca y le diga que debe irse a un lugar porque lo necesitan. Pero todas sus supuestas salvaciones no se dan y se empieza a rendir cuando cruzando la esquina del pasillo en el que se encuentra, estará a tres salones del de música.

― Eres un tonto, Regulus.

Se regaña como por decima vez en las últimas 24 horas. Muerde su labio cuando su cuerpo gira a la derecha y el aire se acumula en sus pulmones al verlo allí, recostado a la pared de piedra con sus brazos cruzados sobre su pecho y los ojos cerrados. Tiene las cejas levemente fruncidas, pero los mechones de su cabello lo cubren un poco.

En serio le encanta ese hombre.

Termina de dar los pasos que lo separan de James y antes de poder decir algo, los ojos del gryffindor se abren y una sonrisa crece por sus labios.

― Hola, Reg.

― ¿Esperaste mucho? ― es lo único que se aventura a preguntar, tratando de calmar los latidos de su corazón antes el apodo. Solo Pandora y a veces su hermano lo llaman así, pero de los labios de James suena diferente, causa una reacción diferente.

― Acabo de llegar, tranquilo.

Regulus mueve su cabeza, asintiendo y se acomoda al costado del castaño. Al hacerlo nota que la diferencia de tamaño entre ambos no es demasiada, pero si que lo son sus contexturas. James no es alto, pero tiene hombros y espalda ancha lo que hace verlo grande; contrario a Regulus que, a pesar de ser alto, no es ancho, sus hombros y espalda son musculosas junto a su abdomen gracias al quidditch, pero solo es notorio cuando esta sin camisa.

Sus amigos se burlan mucho de él por eso.

― Y, ¿Cómo has estado?

El Black menor sale de su ensoñación con los brazos de James cuando este mismo le habla. Alza su mirada, conectando sus ojos.

― Bien. ― logra responder. No es incomodidad lo que siente, es nerviosismo porque muchas cosas pueden salir mal. ― El profesor Slughorn nos tiene con muchos trabajos porque dice que debemos irnos preparando desde ahora para los EXTASIS... Y hablando de eso, ¿Cómo vas tu con eso?

La pregunta solo abre una conversación sobre lo agobiante que está siendo ese año con los exámenes, ser capitán de quidditch y premio anual.

― ¿Ya te cansaste de tu fama de premio anual?

Se burla.

― No creerías que es solo tener la insignia y ya, ― bufa el castaño bajando sus brazos a los costados de su cuerpo ― las reuniones a veces se extienden más de lo que debido, debemos siempre estar pendientes de todos los prefectos y, además, estudiar para los exámenes.

― Pero al menos tienes una habitación propia, ¿no?

― Una que nunca uso ― alza sus hombros y Regulus frunce el ceño. Si el tuviera la posibilidad de tener una habitación para si mismo no saldría de ella. Ama a sus amigos, pero tienden a ser un poco irritantes cuando se lo proponen ―, es que no se, creo que me acostumbre al ajetreo de la torre de gryffindor y estar de un momento a otro totalmente solo no suena muy agradable... Lily tampoco la usa si eso sirve para excusarme de algo.

El oji gris suelta una pequeña risa por lo bajo y niega. Ha empezado a jugar con los anillos que rodean sus dedos.

― Solo tú, Potter, desaprovecharías tener una habitación para ti solo en hogwarts.

El nombrado, alza sus hombros y solos unos segundos después agrega: ― Tal vez, no he encontrado el momento o la situación para hacerle uso.

Regulus alza la mirada, sus ojos recorriendo el perfil del gryffindor que observa la pared de enfrente como si lo que acabase de decir no se pudiera malinterpretar en cualquier idioma. El Black debe respirar grandes bocados de aire antes de decir algo más.

― Yo... eh... ― carraspea y se odia al sentirse las orejas calientes bajo el gorro de lana que trae. Fue un regalo de Pandora y es de un color rojizo.

De nuevo, sus amigos se burlaron mucho de eso cuando no se lo quito por una semana en las vacaciones del año pasado. Tuvo que mandarlos a volar cuando creía que explotaría de lo rojo que estaba.

― ¿Puedo hacerte una pregunta?

James deja de observar la pared como si fuese algo muy novedoso y se gira, moviendo su cabeza y dejando salir un sonido de afirmación.

― ¿Por qué?... ― inhala y exhala ― ¿Por qué tanto interés en conocer a esa persona? La del piano.

La expresión del hombre cambia un poco y Regulus frunce las cejas cuando una pequeña risa irónica sale de los labios del castaño.

― Remus me hizo esa misma pregunta hace menos de veinte minutos, ¿sabes?

Regulus abre sus ojos y el juego con sus anillos cesa antes de reanudarse, pero esta vez todo bajo la avellana mirada de Potter.

― ¿Y qué le respondiste?

― Que solo quería que me enseñara a tocar.

La respuesta no le convence de todo a Regulus, menos por el tono y mirada que usa James al responder, pero algo le dice que, si indaga más, solo le dolerá.

― Oh...

― Pero él me dijo que no es así ― y en ese momento, cuando James comienza a hablar, Regulus se arrepiente de haber preguntado porque cree conocer la verdadera respuesta y lo único que desea es que su corazón no se rompa en esos momentos, no frente a James, no ahí ―, me dijo que hay algo mucho más grande que mi incita a buscar a esa persona ignorando el que me enseñe a tocar.

― ¿En serio?

― Jumm, y la verdad al principio no le creía, pero ahora, que hablo contigo, creo que tiene razón.

Por favor, no digas más.

― No solo busco a esa persona para que me enseñe. ― alza sus hombros ― Lo hago porque esa noche esa melodía produjo algo en mi magia que nunca antes había sentido. No sé qué tocada, Reg, pero algo en esa sonata causó que mi cuerpo, mi mente y todo en mi solo pensara en eso...

Regulus pasa saliva y sus dedos tiemblan al sacar uno de los anillos y jugar con él, nervioso.

― ¿Conoces las melodías mágicas?

El menor solo se limita a asentir.

― Investigue sobre ellas cuando una semana después de esa noche no lograba poder sacármela de la cabeza. Ingrese en medio de la noche a la biblioteca y saqué tres libros relacionados... anteriormente te dije que no había usado la habitación del premio anual, pero mentí, si la he usado y fue esa noche donde pase de largo leyendo cada párrafo de los libros donde describían a la perfección una melodía mágica.

El corazón de Regulus en cualquier momento puede salirse de su pecho y el anillo en su mano tiembla por su nerviosismo. Los ojos de James son penetrantes, muy oscuros.

― La melodía mágica ― su voz baja dos tonalidades y el de ojos grises debe aguantar el querer dar pasos atrás ―, creado hace no más de cien años en Francia por un pianista de más de 150 años que, luego de un accidente, perdió la vista y creía que, nunca podría volver a tocar el piano y maravillar a su audiencia con sus melodías.

― ¿A dónde quieres llegar?

Susurra, su voz baja. James no responde, solo sigue.

― Así que el hombre empezó a trabajar, pasaba días y noches enteras en su estudio, perfeccionando sus viejas canciones y creando unas nuevas. Fueron dos años después, cuando el hombre murió solo, abandonado en la oscuridad de su estudio que el hijo de su hermana, su sobrino, encontró toda su investigación y honrando el nombre de su tío y apasionándole a su vez, el piano, siguió y cuando el hombre cumplió los treinta años, por primera vez en el mundo mágico, se crearon las melodías mágicas.

Regulus sabe a donde va y tiene miedo. Lo sabe, oh por Merlín, que lo sabe.

James lame sus labios, tomando un respiro antes de seguir hablando.

― Las denominaron el canto de la sirena en tierra, pero años después fue llamado melodía de amor porque no hipnotiza, pero si deja a quien lo escuche con un sentimiento de paz invaluable. ― los ojos del gryffindor se cierran unos instantes y cuando los abre, sus pupilas están dilatadas ― Pero, lo más sorprendente de todo esto, ¿sabes que es?

Se ríe, James se ríe bajo, sin ganas y con irritación. Regulus siente que en cualquier momento le saldrá sangre de su mejilla interna de lo fuerte que la esta mordiendo.

― ¿No sabes, Black?

El aire se le escapa al oji gris al oír su apellido.

― La melodía mágica solo la pueden tocar los herederos directos del hombre que la perfeccionó, cuando leí eso empecé a buscar el apellido del hombre, quería saber que tan grande podría llegar a convertirse mi búsqueda, pero vaya mi sorpresa cuando descubrí que, en realidad, no era así.

― James, yo...

― El nombre, Regulus ― lo ignora, la mirada de James es pesada ― del hombre creador de la melodía mágica, la que escuche esa noche, era Arcturus... Arcturus Black, tu tatarabuelo. Y dije en ese momento que lo descubrí: es imposible, Sirius no toca el piano, Regulus no lo hace años, las hermanas Black hace años que salieron de hogwarts. No puede ser, pero luego, te seguí.

― ¿Qué?

― Te seguí y descubrí que, en realidad si eres tu porque esa noche que lo hice e ingresaste a ese mismo salón y empezaste a tocar, mi magia volvió a enloquecerse.

― James...

― Espere ― habla, no le importan las palabras de Regulus ―, por Merlín, Regulus, que espere que me dijeras la verdad, pero en cambio, me dejaste seguir ese estúpido teatro de buscar al pianista sin rostro y lo peor, te ofreciste a ayudarme cuando eras tu.

― Hay una explicación...

― ¿Cuál? ― jadea el castaño, separándose de golpe de Regulus cuando nota lo cerca que están ― ¿Cuál es tu magnifica explicación, Regulus? ¿Qué me dirás?

― Yo no podía decirte...

― ¿Por qué? ¿Por qué no podías?

James quiere gritar, por Merlín que lo desea, pero no lo hace porque él, a pesar de todo el enojo que tiene dentro, sabe lo que causa los gritos en los hermanos Black. Años de traumas resumidos en gritos y él no hará que Regulus, a pesar de sentirse decepciona, tenga un ataque de pánico o ansiedad.

― Yo...

― ¿Te gustaba verme buscar por todos lados, Regulus? ¿Te burlabas de mí?

― ¿Qué? ¡No! ― Regulus se exalta, no puede hablar, pero tampoco desea que James piense mal de él, no puede permitirse eso ― ¡No me burlaba!

― ¿Entonces?

Pero a pesar de la mirada lastimada de James, el menor de los Black no logra hablar, no puede porque sabe que, si hable su boca para explicar lo más mínimo, tendrá que decir que esa melodía de amor solo puede ser escuchada por quienes el corazón y mente del autor, lo quiera y esa noche, Regulus pensaba en James, en el amor que le tiene y fue por eso que logró escucharla.

Si lo dice, James se enterará de sus sentimientos.

Miedo. Mucho miedo.

― Ya ― la voz del gryffindor es baja, demasiado para la mirada de exasperación que tiene y cuando Regulus lo observa mas a fonde, se da cuenta que hay desilusión y ese brillo en sus ojos solo causan que su corazón se quiebre porque él causó eso ―, nos vemos, Regulus.

Y cuando James se da la vuelta, el Black no es capaz de detenerlo porque sus brazos tiemblan mientras abraza su cuerpo. Lo deja ir con el peor de los pensamientos y en esos momentos, Regulus solo desea lanzarse de la torre de astronomía y desaparecer. 

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