El Significado De Nuestro Arte

By RebNVenegas

10K 3.8K 12.9K

Un café Un corazón cerrado Una chica que ve el mundo mediante dibujos Y un chico amante de los libros. ¿Qué... More

Dedicatoria
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
Extra - Personajes
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
29
30
31
32
33
34
Epílogo
Nota de autor
Agradecimientos
Fragmento - I
Extra I: El día que la conocí
Extra II: El país del arte
Anuncio

28

168 79 302
By RebNVenegas

¿Dónde estabas tú?
-Danna Paola

Por la tarde, Jaz y yo vamos por la calle tomados de la mano.

Para lograr escapar de los mellizos, tuve que recordarles que día era ese y el por qué es tan importante para nosotros. Cuando lo hicieron, me comenzaron a decir del porque no les conté y entre más cosas. Y por eso mismo es que no había dicho nada.

Así que, siendo ese el caso, básicamente nos echaron de la casa y no nos dejarán entrar hasta dentro de algunas horas.

—¿A dónde vamos? —le pregunto a Jaz.

Me lleva a través de una calle y por un momento tengo la certeza de que no sabe por dónde estamos yendo. Sin embargo, no hace falta que me responda nada, pues a los pocos minutos las casas comienzan a desaparecer y poco a poco, es más tierra que estructuras lo que abunda por nuestro paso.

—Quería llevarte a otros lados, pero había dos problemas: no tengo el presupuesto suficiente para lo que se necesita y la falta de tiempo también juega con nosotros. Así que todo lo que me quedaba era venir a una zona de campo, que no fuera el patio de la señora Tere, y disfrutar un momento al aire libre, solo tú, yo y nuestro arte.

Lo miro con admiración.

—Esto es más que suficiente. No hace falta gastar nada para consentirme, con tener estos pequeños detalles que valen mucho más que el dinero me basta. —Jaz sonríe y jala de mi mano para que lo siga—. Ahora entiendo del porque insistías tanto en que llevara mi libreta de dibujo.

—Tenías que traerlo sí o sí. Ya es parte de nosotros el hacer algo de arte cuando salimos. Creo que es algo que nos identifica bastante. Tú dibujas y yo escribo.

—No suena mal eso.

Pasamos por los árboles y el momento es tan precioso que no quiero que acabe. Y eso que ni siquiera ha empezado como tal.

Jaz me lleva a un lugar cerrado por los árboles y las hojas están tiradas sobre el suelo, haciendo que sea una imagen perfecta del lugar. Tengo que detener a Jaz para tomar una fotografía porque es hermosa la vista.

La naturaleza siempre tiene algo que te provoca sentimientos inexplicables cuando la ves.

El chico saca una manta de su mochila, manta que no tenía ni idea de que había guardado, y la coloca con cuidado sobre el suelo. Entonces se sienta y me invita a hacerlo junto a él.

Y es lo que hago.

Me siento a su lado y por un momento, todo es mágico.

Que palabra tan bonita.

Miro a Jaz a los ojos y me pierdo en ellos. A veces me es imposible creer que todo esto esté pasando. Es como un sueño sin fin. Aunque realmente no es un sueño, es la misma realidad.

—¿Sabes? Me gusta pensar que todo nuestro arte tiene un significado, aunque sea mínimo e imposible de verlo —me dice Jaz y pese a que lo estaba mirando, no lo observaba como tal. Regreso al presente y me concentro en sus palabras—. Cuando dibujas, sueles hacerlo porque hay un momento o hay algo que te gustó y quieres guardarlo para siempre, ¿no es así? Y, por otro lado, estoy yo. Que escribo porque me hace sencillo el expresar palabras que no soy capaz de decir en voz alta y más porque me deja imaginar con cosas imposibles. Y todo eso hace que lo que hacemos tenga valor. Lo mejor de todo, es que siempre dejamos una parte de nosotros dentro de lo que hacemos, creo que ese es el verdadero significado del arte; el poder ser nosotros mismos a la hora de crearlo.

Algo que me gusta mucho de Jaz es que dice las cosas de una manera única; como si toda oración tuviera importancia y debe de ser escuchada.

—Siempre me digo eso cuando voy a algún museo o exposición de arte. Todos los artistas que participan ahí dejan un poco de ellos en cada cosa y eso me hace tener otra perspectiva de lo que veo —continua Jaz y baja la mirada hacia nuestras manos entrelazadas y apoyadas sobre la manta del suelo—. Y es exactamente lo mismo que analizo de tus dibujos, tu esencia.

—¿De verdad haces eso? —pregunto con incredulidad. Ni yo sé que es lo que dejo de mí sobre mis dibujos.

—Claro. Es por eso que me encanta todo lo que haces, pues a pesar de que no lo notas, es muy fácil entender que es lo que quisiste expresar ahí y como te sentiste cuando lo hiciste.

—Guau. En ese caso... ¿Puedes explicarme que es lo que sentiste cuando escribiste cada una de estas páginas? —Agarro mi propia mochila y saco el libro de Jaz y lo pongo sobre su regazo—. Me gustaría saber cuál es el significado de tu arte.

La sonrisa única de Jaz aparece en su rostro y vaya que la había extrañado. Asiente con gusto y va a la primera página de todo el libro.

Jaz lo lee en voz alta y se me eriza la piel con solo escucharlo. Una cosa es leerla en mi mente y otra mucho más diferente que lo haga el mismo que la escribió y me la dedicó.

¿Has conocido a esa persona que sabes que te cambiará la vida?

Porque yo sí. Cuando la conocí a ella, supe de inmediato que nada volvería a ser igual que antes.

La había visto varias veces cuando iba a ese lugar, pero nunca chocamos ni tuvimos excusa para hablar. No fue hasta que por un error que iniciamos a platicar, nos convertimos en amigos y el resto se convirtió en historia.

Y hay más páginas, todas donde habla de su experiencia junto a mí; de como se fue enamorando y como esperó a que estuviera lista a dar el siguiente paso.

—¿Quieres saber el significado detrás de esto? ¿Qué es lo que pensé cuando lo escribí? —Asiento por que la boca me falla y es todo lo que puedo hacer para afirmar el cuestionamiento—. Bueno, a decir verdad, esto lo anoté semanas después de conocerte. Desde entonces, he escrito cada cosa con el pasar del tiempo hasta llegar al día que te lo di. En estas primeras páginas no hay como tal algo profundo, más que solamente alguien que fue enamorándose poco a poco y que nunca más pudo dejar ir a esa chica de su mente.

—Eso no es justo. Dices cosas como esas y lo que consigues es dejarme sin que replicar.

La carcajada de Jaz me vuelve a erizar todo el cuerpo y niega con la cabeza.

—Y eso que aún no acabo. 'La segunda vez que la encontré, le presté uno de mis libros y me dio a entender que le gustaba hablar y filosofar...'

Nos recostamos sobre la manta y Jaz sigue y sigue leyendo y yo lo escucho porque me gusta escucharlo.

Me gusta acompañarlo.

Me gusta él.

Después de un rato en un silencio cómodo, Jaz se incorpora y comienza a pasar su mano por mi cabello, cosa que me encanta y me tranquiliza.

—¿Recuerdas aquellos días donde apenas nos conocíamos y hablábamos del amor y todo eso?

—¿Cómo olvidarlo? Si ahí mi mundo ya estaba cambiando gracias a ti.

—Lo mismo digo —replica con una sonrisa que también me contagia. Sin embargo, unos segundos después, decae un poco la suya—. El caso es que habíamos hablado de las fases del amor y que yo estaba en el de sanar, ¿si recuerdas eso?

—Sí. Ahora entiendo porque lo decías —Hago memoria aquel entonces. En como había dicho que había odiado y después sanado nuevamente. Entonces me entra la curiosidad—. ¿Qué fue lo que te hizo odiar al punto de tener que sanar nuevamente?

Jaz toma aire y mira el cielo. Son muy pocas las ocasiones donde lo suelo ver de esa manera. Serio y sin esa sonrisa suya que me mata. Es muy claro que es un tema que le cuesta hablar.

—Era mi mamá. Ya sabes todo lo que pasó con ella y mi familia. Todo lo que nos hizo pasar. Yo... sé que no hablo mucho del tema, y más que nada se debe a que no me gusta recordarlo y quiero borrarlo cuánto antes de mi mente.

Es cierto. Jaz casi nunca menciona el tema de su mamá y su pasado; más allá del hecho de que la llevaron a un centrl de recapacitación y el divorcio de sus papás. No sé realmente como era él en ese tiempo y como le afectó todo eso.

Paso una mano por su mejilla y le sonrío.

—Sabes que aquí estoy para escucharte en todo momento. Si quieres hablar de eso, soy todo oídos. Si no quieres, lo entiendo.

Jaz me da un beso en la frente.

—Ahí el problema. Quiero hablarlo, pero no sé como. Nunca había sacado el tema con nadie anteriormente.

—Pues ahora estoy aquí. ¿Cómo era todo en ese tiempo? —pregunto con delicadeza.

Él suspira y pronto lo veo perderse en sus memorias.

—La mayor parte del tiempo, no estaba en casa por lo mismo de no querer toparme con ella y empezar a discutir. Casi siempre intentaba quitarle la cerveza y todo eso, pero ella me comenzaba a gritar y en casos extremos, a golpear por lo mismo. La odiaba por eso. ¿A qué punto de su vida había llegado para ser tan obsesiva y pegada al alcohol? ¿A qué punto le importaba más eso que su familia?

La mamá de Jaz nunca me llegó agradar desde que la mencionó por primera vez. Pero ahora que me cuenta esto... Yo lo lamento, pero comienza a disgustarme.

Nadie merece ser tratado así por sus papás.

—La cosa es que la llegué a odiar por todo eso. Porque en lugar de ser una madre que apoyara a sus hijos o que les diera el amor que merecía, los ignoraba, les gritaba o nos hería tanto en palabras como en acciones. Cuanto más crecía, más entendía que no merecía el amor que me daba, por lo que el ignorar al otro se volvió recíproco y dejé de darle importancia en mi vida. Tratar de una extraña más, tirar la cerveza cuando podía y al menos, actuar normal cuando Sam estaba presente para que no se sintiera triste por la situación familiar.

—Perdona que te interrumpa, pero, ¿quién le daba la cerveza a tu mamá? No creo que tu papá ni tu ni Sam lo hicieran.

—Y créeme que jamás lo hicimos —contesta él con un tono de amargura que entiendo al instante cuando dice—: Fueron mis tías. Las mismas que en año nuevo nos echaron. Desde un principio, cuando mi papá le negó la petición de comprar cerveza, mi mamá acudió con ellas y como era de esperarse, le dieron todo lo que su hermana menor les pedía. Desde entonces, siempre que iban a la casa le dejaban la cerveza en un escondite que tardamos en encontrar unos años.

—Lo siento, Jaz, por lo que diré a continuación, pero que hijas de puta. Sabían en que estado se encontraba ella y aun así le daban más y más al punto en el que llegó el año pasado.

—Yo también pienso eso, pero me sale mal insultar a la gente. Gracias por decirlo por mi, Oz —dice y sonrío al saber que al menos la tensión que comenzó a sentir segundos atrás está disminuyendo—. Me hice una promesa a mi mismo hace unos años cuando entendí que la situación de mi mamá sería difícil de controlar. Me prometí que, si algún día tuviera alguien a mi lado, haría de todo menos ignorarle, menospreciarle, golpearle y todo eso que va en conjunto. Jamás quiero llegar a ser lo que ella fue para mí. No quiero darle razones a la otra persona de odiarme. 

Ahora entiendo del porque Jaz es así, muy atento y siempre intentando ver que la otra persona se encuentre bien estando con él. Aprendió todo lo que su madre no le enseñó por si mismo. 

Hasta este momento, no sabía de lo tan triste y duro que fue para Jaz vivir en un entorno así.

Nunca dejamos de conocer a una persona, ni a pesar de todo el tiempo que hemos pasado al lado del otro.

—Y lo de sanar... Bueno. Comenzó cuando llegaste tú. El día que nos topamos la primera vez, iba de un ánimo terrible y solo con hablar contigo todo mi mal humor se disipó.

—¿Qué?

—Sí, lo que oyes. Cuando te conocí, no sé, las cosas en mi vida fueron cambiando para bien. Me enseñaste como era volver a sonreír con tanta facilidad, como era olvidarse de los malos ratos y como era volver a vivir otra vez. Sé que suena super raro y quizás loco, pero así me pasó. Contigo volví a entender que era el amor y como se debía de mostrar realmente. Comencé a sanar esas heridas que estuvieron abiertas por un largo rato y que pensé que nunca iban a coser. 

» Y luego cuando me sugeriste la idea de ir a con tu mamá y pedirle que fuera la ayuda que mi papá necesitaba... No sé, sentí una inmensa felicidad que desde hacía años no sentía. Me relajé muchísimo y todo fue gracias a ti. 

—Yo.. Jaz, no sé que decir. —Estoy sin palabras. Es lo más bonito y triste al mismo tiempo que me han dicho. Bonito porque le volví a dar todo eso que le faltaba, triste porque todo se originó gracias a su mamá, cosa que nunca debió de pasar.

—Y así está bien. Sabes que sé leerte muy bien y sé lo mucho que eso significa para ti. Déjame agradecerte, en estos días de mi cumpleaños, por todo lo que hiciste, haces, y harás por mí. Por enseñarme que, después de haber odiado, se puede sanar. 

—Espero estar aquí siempre para seguir ayudándote a sanar y a darte el amor y cariño que mereces, Jaz.

—Con que estés aquí conmigo es suficiente. Gracias, Oz. Gracias por todo, de verdad. Por este cumpleaños diferente a los demás y por llegar a mi vida.

Bien lo dijo Jaz, del odio se puede sanar con la persona correcta. 

Espero yo serlo para él.


Al día siguiente, salimos a la cafetería que nos recomendó mi abuela y nos reunimos en una mesa del fondo. Desayunamos chilaquiles, wafles, entre muchas otras cosas. La conversación que estuvo en todo el rato que estuvimos ahí la llevaron mayormente Isa y Jaz, mientras que Emiliano y yo nos uníamos en momentos claves.

Al pasar el desayuno, salimos a caminar un rato por la plaza y ver el pueblo justo en su hora pico, que extrañamente es entre las doce a la una de la tarde. Dado que terminamos de armar el plan a última hora de la noche, lo siguiente que hacemos es buscar un guía que nos lleve a la zona turística donde hay una cascada.

Lo encontramos y nos juntamos con otra gente que también planea ir para allá. Mientras esperamos, Jaz toma videos y fotos y cuando nos vamos adentrando al bosque, me vuelvo a preguntar cómo es que su memoria le dura tanto.

A la hora después de empezar, llegamos a la cascada. Y es otra de las cosas más hermosas que he podido ver en mi vida.

Escucho a mis tres compañeros exclamar montones de cosas, pero solo puedo ver a Jaz y entender todo lo que está sintiendo en ese momento. Su rostro refleja un sinfín de cosas que está sintiendo. Cuando nota mi mirada, aparta la vista de la cascada y la vuelve hacia mí. Entonces me agarra de la cintura y me besa ahí mismo.

—Gracias —murmura a centímetros de mí.

Sonrío y tomo su mano. Le pide a Isa si nos puede sacar una foto con la cascada de fondo y mi amiga sonríe —con malicia— cuando acepta.

Después de eso, y de muchas más fotos con el resto, avanzamos por el bosque hacia una zona de descanso para comer y dejar a los pies reposar. Nosotros aprovechamos ese tiempo para publicar la mayoría de cosas que tomamos.

Igualmente, le cantamos las mañanitas a Jaz y el resto de personas se unen cuando comprenden lo que hacemos y vitorean al final y felicitan a Jaz.

—Este podría ser el mejor cumpleaños que he pasado en años —me comenta cuando retomamos la marcha. Delante de nosotros van los mellizos viendo cada aspecto del bosque—. Aunque nada superará mi fiesta de cumpleaños de las tortugas ninjas.

—Es una pena escuchar eso, pero parece que competimos contra un difícil contrincante.

—Sin embargo, hay algo que puede hacer posible que esto supere aquella fiesta.

—Ah, ¿sí? ¿Y eso que es?

Jaz solo sonríe y eso me hace entender lo que está tratando de decir.

—Espera un rato más. Aun no te doy tu regalo y créeme que eso superara los besos y todo eso.

—Lo creo, pero aun así no negaría alguno —dice refiriéndose a un beso.

Pongo los ojos en blanco cuando Jaz juega con sus cejas.

La hora del descanso termina y retomamos el camino para regresar al pueblo. En ese periodo de tiempo, alguien puso música desde una bocina, por lo que el resto del camino la gente anduvo cantando las canciones que se escuchaban.

Primera vez que no me quejo del grupo de turistas que nos acompañan en algún viaje.

Llegamos y agradecemos al guía por su tiempo. Para ese momento, son cerca de las cuatro de la tarde y nos sentamos en la plaza para volver a tomar otro descanso de la caminata de regreso.

Isa dice de pronto:

—¿Qué tal si vamos por ese helado que prometimos ayer?

Nos toma desprevenidos a los tres.

—No estaría mal —dice Jaz asintiendo con la cabeza—. Hace calor y una nieve no vendría mal.

¿Calor? ¿En pleno enero? Si de por sí, apenas estoy bien abrigada con mis suéteres. ¿Cómo tiene calor? Observo a Jaz con cara de pocos amigos y él sonríe como si leyera mi mente.

—Concuerdo con Jaz —se une Emiliano—. ¿Conoces alguna buena nevería cerca de aquí?

Todos me voltean a ver esperando por mi respuesta. Y aunque tengo los pies muertos y las piernas no me responden, nada me impedirá disfrutar un momento más junto a mis amigos y mi novio.

—Por supuesto. Mi abuela me llevaba cuando era más pequeña y pese a que ya no vamos tan seguido, sigo recordando que eran los mejores helados que había comido alguna vez.

—¡Sigamos a Ness!

Lo mucho que amo a esta gente no tiene explicación.

Continue Reading

You'll Also Like

5.6K 55 5
Una historia entre una agente del FBI y el mayor mafioso que ha existido, una historia llena de instintos que son muy crueles y un amor prohibido
45.6K 2.2K 46
Eva, una talentosa fotógrafa en ascenso, y Jase, un apuesto modelo, se cruzan en una fiesta caótica donde Jase, tras beber en exceso, cuenta con la i...
3.8K 437 39
Hola soy.... ni yo misma se quien soy, llevo una doble vida y esto me está matando quiero a mi esposo pero en quien pienso día y noche es en ese otro...
428K 60.4K 32
Ella le escribió un mensaje a su vecino de número por curiosidad. Él comenzó a interesarse cada vez más en sus palabras... el único problema es que e...