"THE MURDER OF ME." |⚠ +18| O...

De K4t0o_

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# 1 🎖️Traumatismo [ 09/23 ] # 1 🎖️Muerte de personajes. [ 10/23 ] # 1 🎖️Lovecraft. [ 11/23 ] # 7 🎖️Th... Mais

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Kaimós.
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Onsra.
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[ ×× ]
[ ××× ]
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Zília.
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Serendipia.
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Hipofrenia.
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Kalopsia.

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De K4t0o_

«— "¡Hermano!"

"¡Sen!, ¿Qué tal te fue en la escuela?, ¿Todo bien?

"¡Hice amigos nuevos!, ¿Te enteraste de la nueva panadería?, Se llama "Brownie Kamado", la pusieron cerca de aquí. Bueno, hay una chica llamada Nezuko y su hermano se llama Tanjiro, son muy buenas personas, ¡Mira!, ¡Me dieron una bolsa de pan gratis!

"¿Kamado?, Pff, que pequeño es el mundo, El chico Kamado es mi alumn-..., ¡Wow!, ¡Brownies!"»

Kyojuro miró atraves de la ventana de su habitación, se sentía tranquilo. Le hacía sentir cómodo ver todo de colores blancos, todo parecía limpio. Habían pasado dos días desde el incidente, y si era sincero, se sentía mucho mejor que otras veces. Se recostó de nuevo en la cama, y miró a los lados.

Varios ramos de flores de colores.

Cada tres horas exactas, Akaza llegaba a verlo con un ramo de flores, le contaba su día, le hablaba sobre como se sentía y regresaba hasta el día siguiente, ya que las visitas nocturnas no estaban permitidas. Los ocho ramos de flores que habían eran de distintos tipos y colores, ninguno se repetía.

Sus brazos llenos de heridas se extendieron para tocar algunos de los pétalos de estás mismas sobre sus guantes blancos de látex.

La puerta de su recamara fue tocada con suavidad, y sintió como Chachamaru se acomodaba en la cama para ver quién era, un «Meow» sonó de fondo, y cuando alzó la vista se encontró con Aizetsu; su primera visita del día.

A las 12;00 p.m Aizetsu le hacía compañía, de 2:00 p.m entraba Yoriichi, a las 4:00 p.m se iba, y se quedaba con Chachamaru. Dejaban entrar a Akaza, pero se quedaba solo unos minutos, después de iba, regresaba después de tres horas, se quedaba minutos y se volvía a ir. No lo dejaban quedarse más tiempo, ya sea que Aizetsu le pedía amablemente que se retirará, o Yoriichi; incluso Yushiro y Tamayo.

Le molestaba.

Pero estaba bien.

Cualquier cosa que le ordenaran, estaba bien.

— Hola, Kyo, ¿Cómo sigues?, ¿Te duelen todavía tus brazos?

No respondió.

No tenía que hacerlo.

Vió a Aizetsu vacilar un poco desde la puerta, le dedicó una sonrisa y entro a la habitación cerrando la puerta tras de sí. Tenía un bonito suéter color rosado con la imagen de un gatito blanco y un moño rojo con nariz amarilla justo en el centro.

Se veía bonito.

Se enderzó un poco en la cama usando sus manos como soporte, ya no tenía la máscara de oxígeno, pero si unos tubos nasales para regular su respirar.

El 'Omega' extendió sus brazos, mostrando lo que tenía en manos. Eran dos jugos, uno de fresa y otro de durazno. Pero al contrario de emocionarse como normalmente lo haría, simplemente los miró con una mueca vacía. Extrañaba su vaso con estrellitas, además esos jugos no sabían igual a los anteriores, estaba casi seguro que eran artificiales. El ajeno dejó el jugo de durazno en uno de los muebles, y le ofreció el de fresa.

Con pesimismo, lo tomo en manos y lo revolvió un poco con el popote.

Lo probó.

«Asqueroso».

Pasó el contenido, y después lo dejó de nuevo en el mueble sin hacer mueca alguna.

Vió como Aizetsu caminó hasta el lado opuesto de la camilla, sentandose en la silla de al lado para visitas; y después recargo su mentón en el colchón de la camilla junto con sus brazos. Cómo si fuera una orden, empezó a acariciar sus cabellos negros con delicadeza mientras le ronronaba de una manera reconfortante.

Le gustaba hacerlo, le traía una sensación extrañamente melancolíca; además le ayudaba a estar bien.

Le hacía pensar en que era la única cosa que lo mantenía aún con vida.

Lo quería más que a nada en el mundo.

Una pequeña risita salió de los labios del pelinegro, y después de unos segundos Aizetsu abrió los ojos para enderezarse un poco, solo así empezó a rebuscar entre su pequeño bolso de mano color azul cielo una de las tantas cosas que tenía: el pizarrón de Kyojuro. Lo extendió para mostrarlo, y después, soltó un pequeño suspiro mientras lo dejaba sobre la cama.

Tres semanas y Kyojuro seguía sin comunicarse de ninguna forma.

Recordó cuando Yoriichi le había marcado hace dos días, en el cuál estaba bastante alterado diciendo lo irresponsable que era Akaza y el como era poco profesional de su parte dejar a uno de sus pacientes en manos de una persona con ataques de ira. Por inercia bajo su mirada a las manos vendadas de Kyojuro, después, miró a su cuello, y piernas por igual vendadas. En su rostro, ahora habían gasas y curitas.

Las palabras del Alfa resonaron en su cabeza como si de un disco se tratara.

«Dios, Ai... Fue tan horrible, me alarmé porque tenía varias llamadas perdidas de Akaza y le regrese las llamadas pero no respondió. Pensé que algo malo había pasado así que busque su dirección en su antiguo expediente y cuando fui, yo... Es que ni siquiera se cómo decirtelo, Akaza estaba a nada de apuñarlarse una pierna, y Kyo... Kyojuro...»

Sintió las manos del rubio empezar a acariciar sus manos y el sonido de un dulce ronroneo le hizo regresar el gesto con una débil sonrisa.

No quería admitirlo, pero realmente se había encariñado mucho con Kyojuro.

— Kyo... — Susurró, mirando al pizarrón — Eres muy fuerte, quiero que sepas eso, también quiero que sepas que... Nos haría muy feliz no solo a mi, sino también a Yoriichi y a Akaza si algún día decides intentar comunicarte con nosotros, cualquier cosa... Quizá, como te sientes, o un "Si" o un "no", ¿Entiendes a lo que quiero llegar, verdad? Deberías... Quizá intentarlo. Nadie volverá a hacerte daño jamás.

«Y Kyojuro parecía que quería arrancarse su propia piel con sus uñas»

De nuevo, no sé sorprendió cuando no hubo respuesta.

De hecho no esperó ninguna.

[ . . . ]

Koyuki no era una mujer que se metiera en problemas que no la incluían, mucho menos se consideraba una persona chismosa. Solo le gustaba ayudar a las demás personas, en especial a las que quería.

Y ella quería muchísimo a su cuñado.

Así que por eso estaba ahí ahora, acariciando los cabellos de Akaza mientras esté estaba recostado en su regazo tallandose los ojos.

— Me hacen sentir como si no estuviera haciendo nada por él — le escucho decir, y seguido de eso, dejo al descubierto sus ojos hinchados.

Koyuki mordió sus labios pensando en que decir. Ahora estaban en la mansión del pelirrosa, olía a esmalte de pintura por doquier, a aromatizantes, y a nuevo, la razón era simple, Akaza estaba remodelando la casa por dentro porque la mayoría de cosas estaban destruídas, no solo la cocina sino también casi toda la sala estaba hecha pedazos; además quería que el rubio se sintiera cómodo cuando regresara. Hakuji ahora estaba afuera de la mansión haciendo quien sabe que cosa, Akaza no quería que su hermano lo viera llorar; no porque no confiara en el, sino porque no quería arriesgarse a que su hermano le dijera a Keizo sobre que se encariño con Kyojuro y que no lo está ocupando para "su uso", lo cual terminaría muy posiblemente en que le quitarían al Omega y le dieran otro para que sí lo utilizara.

Pasó sus manos por las mejillas del pelirosa y las pellizco un poco, dándole mimos. Akaza se había hecho muy sensible después de sus terapias y medicación, pero ahora que estaba volviendo a retomar sus calmantes era el doble de sensible, ya que, claro, al apaciguar la ira sus emociones tenían que buscar otra manera de sacar la frustración, y esa era llorando de impotencia.

Koyuki soltó un pequeño suspiro, y después de vacilar un poco, habló.

— Akaza... Mira, debes aceptar que fue muy irresponsable de tu parte no seguir con tu medicamento, sabes que puede ser peligroso, y Kyojuro está muy mal, se asusta muy fácil y creo sería mejor que lo internen para que él...

— Deja de hacer eso.

—  ¿Ah?

— Deja de hablarme como si no lo estuviera dando todo por él.

— Akaza, yo no...

— ¡Me estoy esforzando! — dijo, levantándose de golpe — ¿¡Por qué nadie me pregunta a mi si YO estoy bien!?, ¡Estaba a nada de apuñarlarme ambas piernas solo para no lasimarlo!, ¿¡Por qué nadie ve eso!?, Todo es "Kyojuro esto, Kyojuro aquello", ¿¡Dónde mierda quedó yo!?, ¿¡Dónde mierda queda lo que siento por él!?

— Pudo haber sido peligroso.

— ¿¡NO ME ESTOY ESFORZANDO LO SUFICIENTE!?, ¡Dímelo!, ¿¡Qué no soy yo quien se esfuerza!?, ¿¡Qué no soy yo ese hombre que duerme con él, que le hace sus comidas, qué le hace compañía siempre, qué deja su trabajo de lado solo para pasar tiempo con él, que lo protege tanto como puede, que toma cada puta medida necesaria para hacerlo sentir cómodo!?, ¡DEJEN DE HABLARME COMO SI NO ESTUVIERA DANDO TODO POR ÉL! ¡NO SOY UN PELIGRO PARA ÉL!, ¿¡SABES POR QUÉ!?

Akaza tomó aire, y Koyuki se quedó callada en su lugar. El alfa no se escuchaba enojado.

Se escucha triste.

Roto.

Cómo si le estuvieran martillando el corazón.

— Porque hubiera preferido mil veces clavarme ese cristal en el cuello, que subir las escaleras.

La chica se quedó en su lugar. Desvío la mirada al suelo y por simple inercia miró las mano de Akaza. Era un milgrado que no se hubiera roto ambas manos o las piernas. Un escalofrío recorrió su cuerpo, y después empezó a jugar con sus dedos.

— Yo solo... — Habló, ciertamente melancólica — Solo digo que debes considerar como una opción lo del internado, Akaza, no solo por su bien, sino también por el tuyo.

El nombrado se reincorporo un poco en su lugar, y cuando estaba dispuesto a hablar, una alarma interrumpió su monólogo imaginario.

La mujer ladeó un poco la cabeza, y miró como el Alfa buscaba entre sus bolsillos de su sudadera rosada su celular, cuando lo saco apagó la alarma y soltó un suspiro.

— Ya es hora de irme — hablo, pasando sus manos entre su ebras rosadas. — Lo siento Koyuki, la visita termino. Vamos.

— ¿A dónde debes ir?

— Falta una hora para que Yoriichi salga de la habitación de Kyo, y en una hora yo llegaré al hospital.

[ . . . ]

Yushiro caminaba por los pasillos del hospital; miraba por las ventanas en las paredes de vez en cuando mientras saludaba cortésmente a quien se atravesara en su camino. Tenía puesto su cubrebocas y uniforme para ver a Kyojuro; recién había ido a entregarle de nuevo a Chachamaru ya cuando las visitas llegaban, lo sacaban de la habitación para hacerle compañía a otros pacientes, o bien, comer o beber agua. Aizetsu ya se había retirado, Yoriichi estaba a punto de hacerlo y solo faltaban las visitas de Akaza. Detuvo su caminar cuando llegó a su destino.

«Laboratorio clínico de farmacos»

Soltó un suspiro pequeño, y se quitó uno de sus guantes para tomar su tarjeta de acceso colgada en su bata de médico con su título, después la ingreso en la lectura de identificación, y finalmente, la puerta quitó su primer seguro. Para quitar el segundo tenia que poner su dedo índice índice sobre el lector de huella en la perilla, cosa que hizo. La puerta finalmente se abrió y se colocó de nuevo su guante, entró a la primera recamara y cerró la puerta tras si. Las palabras robóticas "iniciando desinfección" sonaron, y un humo blanquecino rellenó la pequeña recamara para que pueda ingresar limpio. Cuando el humo dejo de salir, las palabras "desinfección terminada exitosamente" resonaron un poco más fuerte, y la puerta transparente se abrió para poder por fin ingresar a la sala asignada.

— Yushiro — Escuchó decir a su prometida, y cuando giró su cabeza para verla no pudo evitar sonrojarse de nuevo, ya en serio, ¿Por qué cada día se veía más hermosa que el anterior?

Una sonrisa boba se formó bajo su cubrebocas, y caminó hasta su Alfa, la cual tenía un listado de fármacos exportados a la clínica. Miró de reojo la lista, solo por curiosidad.

«Laboratorios Kochō»

Ah, las Kochō. Viejas amigas de la clínica; Kanae Kochō era una prestigiosa química fármacobiologa, una de las mejores de su generación para ser exactos. No recordaba que edad tenía, pero si sabía que anteriormente trabajaba en uno de los mejores laboratorios para fármacos más famosos de Japón, después, logró formar su propia empresa de fármacos, poniéndole como nombre sus apellido. Sus fármacos pronto se hicieron unos de los más efectivos, y por supuesto, caros; así que solo personas con muy buen soporte económico podían adquirirlo, al igual que grandes empresas y hospitales de paga alta. Por lo que recordaba tenía una hermana menor, una bióloga que decidió ser docente e impartir clases y cursos a preparatorias y universidades

Y una de esas escuelas era la Hagakune.

— ¿Qué haces amor? — Preguntó curioso, mirando como estaban tachados algunos nombres de medicamentos.

Tamayo le dió un leve codazo seguido de un «Es horario de trabajo, shhh», y después de soltar una risita le respondió.

— Estoy haciendo conteo de cajas. Falta una, enseguida la traen. Por cierto, ¿Chachamaru está con..?

— Tamayo-san, Yushiro-san — saludo una voz familiar para él.

Cuando se giró, miró a una chica de cabello negro en una coleta con fleco y un bonito broche de mariposa. Sus ojos eran de un morado bastante intenso y tenía complexión delgada. Una bata de laboratorio color lila decoraba su cuerpo y tenía puesto con cubrebocas morado igual, junto con los característicos guantes de hospital. Tenía una caja grande en sus manos, la cual a juzgar por las etiquetas de «Laboratorios Kochō» supo que eran más fármacos.

— Shinobu-san. — Saludó su prometida, y después hizo una pequeña reverencia cortes.

Él se quedó quieto por unos segundos, ¿Esa era la hermana de Kanae? Wow, había crecido muchísimo. Un jalón en su manga le hizo reaccionar, y también hizo una reverencia para saludar.

— Cuánto tiempo, eh. Pff, como sea, Lady Tamayo, aquí está la caja que faltaba.

La nombrada se enderzó, y después sonrió bajo su cubrebocas rosado.

— Muchas gracias, dígame, ¿Qué tal la escuela, todo bien? Escuché que Kanae-san iba a casarse.

Yushiro se asombro, y miró a la mujer en busca de explicaciones, ¿Kanae qué? No puede ser, por favor que no diga que se comprometió con ese hombre cara de chuhuahua.

— Ah si, Shinazugawa.

— No jodas que se comprometió con ese loco, ¡Parece un Chihuahua! Ladra y ladra, y ladra y-

— ¡Yushiro!

— ¡Era broma! — respondió, empezando a abrir las cajas.

Shinobu empezó a reír de forma fuerte y dejo la caja en el suelo, sonriendo.

— De hecho si parece un Chihuahua.

Tamayo negó divertida, y continuó.

— ¿La escuela qué tal?

De repente, el ambiente pareció ensombreserse un poco, y Yushiro volvió a poner atención a la conversación mientras se ponía al lado de su prometida, tomándole de la mano como apoyo.

Ambos sabían lo que Shinobu iba a decir.

— Sobre eso... — Empezó — Supongo que todo bien. La huelga ya disminuyó, solo quedan como unas no sé... ¿Treinta, cuarenta personas quizá? Pero ya no protestan por los Rengoku, sino para que las calles sean más seguras y eso.

—Escuché que... — Empezó a decir el Beta — Que ya encontraron el cuerpo de Kyojuro y Senjuro.

Shinobu sonrió con algo de altanería, y después se quitó su cubrebocas para calar aire.

— Sabes que es mentira, ¿Cierto? Solo quieren calmar a las personas. Sé que aún no encuentran nada.

Tamayo apretó la mano de su prometido, y desvío la mirada al suelo.

Sentía impotencia de nuevo y lo sabía.

— Quizá... — Habló su prometida — Quizá si sean ellos, quizá los dejaron al descubierto por la presión y callar porfin a los medios.

— Independiente de si los encontraron o no, Lady, los mataron. Ellos los mataron, y no hicieron nada — respondió acomodando una de las cajas — Odio este mundo por eso, porque no importa que tan buena persona seas, siempre, siempre recibes mierda. Kyojuro jamás iba a merecer algo como lo que le hicieron. — dijo, esbozando una pequeña sonrisa.

Sonriendo de la manera más falsa que Yushiro pudo ver en su vida.

— Si me disculpan, debo irme, necesito dar clases en la universidad. Compermiso, y ah, felicidades por su compromiso.

Dicho esto, Shinobu hizo una pequeña reverencia de despedida y salió del laboratorio, pasó de nuevo por el proceso de desinfección, y finalmente salió al pasillo. Camino tan solo unos pasos dispuesta a dirigirse a la salida de emergencia cuando un olor tenue y casi imperceptible la hizo deternerse. La Alfa giró sobre sí, y miró a un Alfa pelirrojo hablando con otro hombre de cabello negro y ojos azules.

El olor del segundo era una mezcla entre hierbabuena con Albaricoque. Muy similar al de Kyojuro, sin embargo el olor del rubio era muy dulce según recordaba y este era muy....

Amargo. Bastante amargo.

Olfateo un poco más solo por curiosidad, y un olor familiar pero al mismo tiempo irreconocible la invadió. Era vino. Olor a vino. Estaba segura que jamás lo había olido antes pero entonces, ¿Por qué era tan familiar? El olor le recordaba mucho a Kyojuro, pero no supo porque.

Sin querer verse como una chismosa, salió del hospital caminando. Estaba tan sumida en su debate mental que no se dió cuenta que chocó con una persona.

— Lo siento, no era mi intención. — Le escucho decir, y cuando alzó la mirada lo miro con detenimiento.

Cabello rojo, dos aretes a manera de piercings en sus orejas, y muy, muy alto. Era bastante parecido al alfa pelirrojo de adentro.

— No hay de que, no se preocupe. Camine con más cuidado por favor.

Dicho esto, se marchó definitivamente del lugar.

Kokushibo ladeó un poco la cabeza y soltó un suspiro. Se sintió incómodo de repente. Camino tan solo un poco antes de encontrarse a su hermano hablando con Aizetsu.

— Ai, Yoriichi.

— Kokushibo-san.

— Vamos Ai, no me hables como si fuera un señor.

— Pff.

Aizetsu soltó una pequeña risita, después ladeó su cabeza y recogió su cabello tras la oreja, sonriendo.

— Cómo sea, ¿Ya tienen mi medicación?

— ¿Tu qué?

— Ah, sobre eso; no te dije Ai, pero le recete medicación a Kokushibo. Unos botes de aceite para aromaterapia para la ansiedad, ya sabes.

— ¿Quiere que lo anote en el expediente?

— Por favor.

— Yoriichi-san, Aizetsu-san, Kokushibo-san. — Hablo una mujer. Los tres hombres voltearon, encontrándose con la Alfa de ojos lila y su prometido.

— Hola Tamayo, cuánto tiempo.

— Ejem — Carraspeo Yushiro, fingiendo toser — Es Lady Tamayo-san para usted, Kokushibo.

El nombrado soltó una risa negando levemente, Yushiro seguía luciendo caso exactamente igual que antes, y claro, también se comportaba igual de sobreprotector. Miró como Tamayo le dió un leve codazo, y dió una reverencia diciendo «Era broma» en un tono muy bajito.

El Beta soltó un pequeño suspiro, y extendió una pequeña caja llena de botellitas farmacéuticas de aromaterapia.

—  Aquí esta lo que nos pidió — Dijo refiriéndose a Yoriichi, dándole la caja.

— Oh, si, muchas gracias. Kokushibo, esto es tuyo, te daré los demás cuando te acabes este frasco.

Kokushibo tomó entre sus manos el pequeño atomizador, y leyó las etiquetas de la parte de atrás del bote.

«Aceite de glicinas con propiedades para la regularización de trastornos de ansiedad. (...)»

«Vaya nombre» Pensó, y siguió leyendo.

«Regula el estrés, y ayuda a la ansiedad. También sirve como somniferos para regular el sueño.

• IMPORTANTE: No recomendable ser usado mediante el celo ya que puede interferir en el control de las feromonas tanto para el emisor, como para el receptor.»

«Laboratorios Kochō»

Bien, ya entendía a la perfección. No usar mediante el celo, entendido, además, ¿cuánto faltaba para su celo?, ¿Una semana quizá? Ah, como sea, nunca salía de casa de igual forma.

Soltó un pequeño suspiro y miró a su hermano de nuevo.

— ¿Me recuerdas porque no me recetaste pastillas desde el inicio?

Aizetsu fue quien respondió.

— Porque usted apenas está empezando a generar ansiedad, Kokushibo-san. No es necesaria una medicación fuerte para usted.

— Cierto — dijo Yoriichi, dándole palmaditas en la cabeza.

Un pitido de uno de los bolsillos de Tamayo les hizo desviar la mirada a ella. Con algo de pena, la Alfa tanteo su bata quirúrgica sacando su celular, y mirando la pantalla de bloqueo.

— Akaza-san ya llegó a la sala de espera.

— No sé da por vencido, ¿Ah? — bromeó Yushiro sabiendo sobre lo del internado.

Tamayo le dio un codazo de nuevo, y después Kokushibo sonrió algo incómodo. Tenía que irse y lo sabía. Se llevaba bien con Akaza, si, de hecho aún eran muy buenos amigos, pero ahora la amistad se sentía... Distinta.

Ya no era lo mismo.

— Me voy. Nos vemos, gracias Lady Tamayo-san, Yushiro, Yoriichi, y... — Dijo, alargando la última letra. Acarició el cabello del 'Omega' y después le sonrió — Y Ai, me saludas a tus hermanos. En especial a Sekido, si sabes a lo que me refiero.

[ . . . ]

— ... Hola Kyo. — Susurró, entrando a la habitación y cerrandola tras de sí cuando Chachamaru salió solito por la puerta.

Kyojuro giró su cabeza a su dirección, y se sentó en la cama mientras las sábanas seguían cubriendo sus piernas.

El sonido del «Pi....., Pi...., Pi...» resonó un poco más rápido, y después miró como el pelirrosa tenía en sus manos un peluche de tigre con un suéter azul cielo. Extenso sus manos para que Akaza se lo diera, y así fue. Una vez en sus manos lo abrazó con mucha fuerza. Lo había extrañado.

Miró de nuevo al Alfa, el cuál tenía en su mano libre un ramo de lilas, para así, dejarlo en la mesa junto con las demás.

— ¿Te gustan Kyojuro?, Son para ti.

Kyojuro ladeó su cabeza un poco, y después miro con atención a las flores.

Eran bonitas, si.

Le gustaban.

Le gustaba todo lo que Akaza traía siempre.

Miró como el menor vaciló un poco antes de caminar, y así, se dirigió a la silla de visitas y se sentó.

— ¿Te duelen tus brazos..? Yo... Lo siento.

Desvío la mirada a las manos de Akaza, las cuales no tenían gasas puestas y dejaban ver a la perfección su piel desgarrada. Miró su rostro con una cortada en la ceja y labio. Afortunadamente las demás habían sanado.

Mordió su labio por la ansiedad cuando miró una marca de mordida en el brazo de Akaza.

Se sintió... Culpable.

No sabía que había pasado con exactitud, pero sí sabía que era su culpa.

Si su alfa no estaba feliz, entonces él no era un buen Omega.

Una mano cálida tocando su mejilla le hizo salir de su burbuja, y miró al pelirrosa acariciar con cuidado si piel.

Si bien le tenía fobia al contacto físico sin guantes, con Akaza se sentía bien.

Se sentía ciertamente seguro.

— Perdón por haberte gritado, Kyo. Sé que lo digo siempre que vengo pero... Yo no.... También lo siento por dejarte solo, no debías estar solo, no mereces estar solo nunca.

Se lo merecía. Lo sabía, sabía que no estaba siendo un buen Omega.

Si Akaza le gritaba, estaba bien, era su culpa.

Si le golpeaba, estaba bien, también sería su culpa.

Y si lo mataba, estaba bien, porque también era su culpa.

— Yo... Te quiero. Te quiero muchísimo en verdad, me encariñe muy rápido contigo, ¿Sabes porque? Porque me haces sentir menos solo, me haces sentir especial, me haces sentir... Que le importo a alguien. No sé... — dudó, bajando sus manos a las manos del rubio, acariciando — No sé que es lo que tú sientas por mi, y está bien si no quieres decírmelo, pero quiero que sepas que siempre intenté cuidarte de todo.

También lo quería.

Inevitablemente pensó en la canción de hace dos días, "Luna - Zoé", le gustaba, era una de sus favoritas.

Le recordaba a Akaza.

Y, si pudiera dedicarle una parte en específico, estaba seguro cuál sería.

« "(...) Y cuando... Te me acercas..., se acelera... Mi motor.

Me da fiebre..., me hago fuego... Y me vuelvo a consumir...

.... Dame solo un beso... Que me alcance hasta morir...

Como un vicio que me duele, quiero... mirarte a los ojos...

Ah-ah-ah....
Ah-ah, ah-ah, ah-ah, ah (Uh-uh-uh-uh)....

.... Luna....
No me abandones más...
Que tiendo a recuperarme...
En la cura de tus cráteres... (...)" »

De hecho, si era sincero... Consideraba que Akaza era...

— Está es mi última visita.

¿Qué?

— Yo... Siento que no soy lo suficientemente bueno para ti. Siento que no soy lo que necesitas... Perdón por no ser suficiente, perdón por no ser... Perdón por no ser lo que esperabas... — Susurró, y sintio como Akaza apretaba más su mano, como si no quería que se fuera.

Los ojos del pelirosa se humedecieron, y una extraña sensación melancólica se apoderó de él por completo.

— Perdón, perdón, enserio yo... Lo siento tanto, te juro que me estoy esforzando, es mi culpa, todo esto es mi culpa, me mata por dentro verte en un hospital por mi culpa.

Miró como el Alfa soltaba por momentos su mano para tallarse sus ojos los cuales estaban picando con querer llorar. Su voz, estaba débil; bastante débil.

«Cuando te duela... Entonces... Dime, y yo vendré a besarte tus heridas siempre. Porque, los besos siempre hacen sentir bien a las personas que quieres»

Entonces, sus manos llenas de cinta médica y vendas se pusieron encima de las del menor, y las tocaron con suavidad, para así alzarlas hasta la altura de sus labios.

Akaza sintió que algo se rompió dentro de él cuando los labios semifrios de Kyojuro empezaron a besar sus muñecas y nudillos lastimados. Soltó una risa débil y melancolíca llena de tristeza, y sin poder evitarlo interrumpió la acción ajena para pasar sus manos por sus mejillas, acariciandolas.

— Me haces feliz, me haces tan feliz... Pero es tan difícil, y todo esto me sobrepasa... — Susurró con voz rota, y revolvió los cabellos del Omega sin dejar de sonreír — El internado es la mejor opción Kyojuro, saldrás bien... Tendrás una vida normal, vas a sanar... Aunque no sea conmigo.

Pero él quería estar con él.

No quería dejarlo ir, quería ser egoísta y dejar a Kyojuro con él.

Pero se lo dijo a si mismo antes, y también ahora.

«Porque prefería mil veces que el rubio sonriera, a qué lo hiciera el mismo»

Solo así, beso la mejilla del Omega y después se levantó de su silla, guardando sus manos en los bolsillos de su sudadera.

— Amar... Amar también es dejar ir, Kyo... — Susurró, soltando un suspiro pesado - Y... Yo te amo.

Dicho esto, Kyojuro miró como Akaza miraba la puerta y mordía sus labios. Solo así, empezó a caminar a la salida.

No, por favor, no.

Lo necesitaba, quería decirle que lo necesitaba, que también lo quería, que no había sido su culpa, que se sentía bien con el, que amaba tomar su mano, que amaba sus caricias, que amaba sus besos y besarlo también, quería.. Quería..

Quería decírselo.

Los segundos pasaban de una manera exageremente lenta y empezó a hiperventilar por los nervios, necesitaba decírselo, necesitaba decírselo.

Tenía que decirle que era su Luna.

«"Nos haría muy feliz no solo a mi, sino también a Yoriichi y a Akaza si algún día decides intentar comunicarte con nosotros, cualquier cosa... Quizá, como te sientes, o un "Si" o un "no"»

Su mirada borrosa por las lágrimas empezó a buscar por todos lados su pizarrón, ¿Dónde estaba?

¿Dónde?

¿Dónde?

¿¡Dónde!?

Akaza ya estaba abriendo la puerta, iba a irse, ¿Dónde estaba su pizarrón? ¿Akaza siquiera se voltearia a verlo?

«No es tu culpa, Akaza, no es tu culpa»

De la desesperación empezó a hipear, y sintió un nudo en su garganta.

Necesitaba hacer algo, necesitaba decirle todo lo que sentía, necesitaba decirle que era su Luna, que no lo abandonara, que se sentía feliz con él, que se sentía tranquilo...

Que se sentía vivo.

Que se sentía cálido.

«Por favor, por favor, no me dejes solo, te lo ruego»

Tenía que hablar.

Abrió su boca e intento decir algo pero no salía más que leves quejidos. Su garganta ardía y su cuello parecía escoser tras las vendas. Su mano fue a su cuello intentando apasiguar la molestia, y sintió que de nuevo el aire le faltaba.

¿Por qué no podía hablar?

«Por favor no te vayas, rompe mi corazón si quieres, pero no te vayas. Nunca lo hagas»

Miró a todos lados, y quitó la sábana de encima, se sentó al borde de la cama lo más rápido que pudo, y cerró sus ojos con fuerza mientras apretaba sus puños.

Por una milésima se segundo, se imagino a si mismo sin Akaza.

Y sintió su corazón romperse.

Extendió su mano como si pudiera alcanzarlo desde la camilla.

— A...¡A-Aka...!, ¡A- Akaza!...

«Eres mi Luna»

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