"THE MURDER OF ME." |⚠ +18| O...

By K4t0o_

25.4K 3.3K 3.2K

# 1 🎖️Traumatismo [ 09/23 ] # 1 🎖️Muerte de personajes. [ 10/23 ] # 1 🎖️Lovecraft. [ 11/23 ] # 7 🎖️Th... More

[00]
[01]
[02]
[03]
[04]
[05]
Kaimós.
[06]
[07]
[08]
[09]
[10]
Onsra.
[11]
[12]
Hola.
[13]
[14]
Kalopsia.
[16]
[ × ]
[ ×× ]
[ ××× ]
[20]
Zília.
[21]
[22]
[23]
[24]
[25]
Serendipia.
[26]
[27]
[28]
[29]
[30]
Hipofrenia.
[31]
[32]

[15]

673 82 77
By K4t0o_

Un ataque de ira es una reacción emocional intensa y descontrolada de enfado o frustración que puede ser desencadenada por una situación o estímulo específico. Durante ese ataque de ira, una persona puede experimentar una variedad de síntomas físicos y emocionales.

La cantidad de personas con ataques de ira por causa del estrés son muchas, pero hay otros factores que la desencadenan, como el consumo constante de alcohol y otras sustancias, una infancia sin límites o en donde se normalizaba la violencia, baja autoestima, exposición constante a la ansiedad, o a la irritabilidad, los celos, e incluso tener depresión puede generar ataques de ira.

Y a veces se pueden controlar, a veces no.

A veces se necesita medicación, y otras no.

Pero él si necesitaba.

Y había dejado de consumirla por cuenta propia sin recomendación médica a pesar de que Yoriichi le había dicho que aún la necesitaba.

Akaza sentía que su cabeza iba a explotar en cualquier momento. Sintió fuego corriendo por sus venas como si su sangre estuviera hirviendo mientras sentía su piel arder. Sus manos empezaron a temblar de inmediato, y su respiración errática con mirada fija definitivamente no le daba la oportunidad de hablar, sumadole que sentía todo su cuerpo sudado.

Y lo reconocía.

Reconocía lo que le pasaba.

Estaba teniendo de nuevo un ataque de ira, ¿Hace cuánto que no tenía uno? ¿Hace semanas, meses?

Su vista se nubló por unos segundos y sus dientes ansiosos empezaron a morder su propia lengua. No podía controlarse y lo sabía.

Sintió la necesidad de golpear a Kyojuro, sintió la necesidad de gritarle, de hacerlo llorar, lastimarlo, hacerle entender que solo debía verlo a él, hacerle entender que era su Omega, hacerlo gritar, temblar, rogar porque deje de lastimarlo, e incluso las voces internas de su cabeza llenas de rabia le exigieron que abusara de él y lo marcara a la fuerza.

Pero no lo hizo.

Porque lo amaba.

Y porque lo prometió.

Prometió protegerlo de todo.

Incluso de él mismo.

Tenía que alejar a Kyojuro de él lo más rápido posible antes de que hiciera alguna de las cosas que le susurraba su conciencia.

Con la fuerza que tenía, empezó a subir las escaleras jalando del brazo a Kyojuro. Este se intentaba safar del agarre como podía, arañaba el brazo del Alfa, le mordía las manos, y le gruñía en amenaza. Cuando ambos estaban arriba, Akaza abrió su habitación y metió a la fuerza al Omega, no le importaba dormir en el sofá.

No midió su fuerza y terminó aventandolo al suelo, emitiendo un sonido sordo.

Kyojuro soltó un chillido mientras veía sus brazos con horribles marcas de las manos del Alfa. La fuerza que había ejercido sobre él fue tanta que abrió las heridas de sus muñecas, haciéndolas sangrar.

Sus ojos se humedecieron por el dolor agudo y alzó la mirada para poder ver a Akaza frente a él, el cuál respiraba de una manera pesada y apretaba tan fuerte el picaporte de la puerta que juró incluso escucharlo doblarse. Después el sonido de la puerta siendo azotada con violencia le hizo soltar un pequeño chillido mientras se tapaba su oídos con fuerza. Su respiración se aceleró, su miraba estaba tan borrosa que solo sentía sus mejillas mojadas, sus dientes mordían con ansiedad sus labios y el sudor helado escurría de su frente.

Sintió como su corazón empezó a acelerarse al igual que su respiración, y como sus viceras se revolvían en su estómago amenazando sacar todo lo ingerido en el día. Sus manos fueron de sus oídos al suelo para usarlo como soporte mientras empezaba a soltar arcadas desde su garganta. Sentía que su estómago estaba ardiendo y podría jurar sentir también como su esófago ardía con intensidad a tal punto que era doloroso.

Alzó su vista por simple inercia y observó con pánico como la habitación del Alfa empezaba a distorsionarse. Las paredes empezaron a derretirse, los muebles se convertían en charcos de vómito mientras que la cama empezaba a fundirse con la madera dejando solo el colchón en el suelo, para así, finalmente, estar de nuevo en aquella habitación.

Su impermeable transparente ya no estaba, tampoco su cubrebocas o sus guantes, su bonito suéter color naranja había desaparecido, dejando una camisa blanca rota. Su short café oscuro ahora era reemplazado por un pantalón negro largo roto, desgastado y sucio.

Sucio.

Miró a los lados con su mirada nublada y en medio de una crisis de pánico, encontrando así las huellas de su habitación de entrenamiento. Desvío la mirada a su propio cuerpo totalmente sucio y lleno de rasguños.

No era bonito ahora.

Y lo sabía.

Sus manos taparon sus oídos, y él no paraba de escuchar las mismas burlas y risas de la personas a quien amaba.

Su cuerpo empezó a sentir una comezón horrible; sentía su piel arder como si miles de gusanos caminaran sobre ella dejando no solo un camino de suciedad, sino también de ardor excesivo.

Y empezó a rascarse.

Y no se detuvo.

Jamás lo hizo.

[ . . . ]

El sonido de un pitido agudo y constante lo hizo removerse un poco en su lugar. Si cuerpo dolía y ardía con fuerza mientras que su respiración poco a poco era cortada. Sintió que estaba sudando mientras el sonido se seguía repitiendo emitiendo «Pip, ...., Pip, ...., Pip...». Su corazón empezó a latir con lentitud y sintió que iba a ahogarse de nuevo.

Cuando por fin pudo abrir los ojos, no vio nada más que un color blanco pulido, después de unos segundos se dió cuenta que se trataba de un techo. Su mirada tardó un poco en enfocar por la cantidad de luz en el lugar, pero finalmente desvío la mirada a los lados mientras una incomoda sensación en su rostro y muñecas le hacían picar su piel.

Techo blanco, paredes blancas, ventanas que daban a los edificios de la ciudad en medio del cielo nocturno, cortinas de un color hueso, y una puerta blanca.

¿Estaba en un hospital?, ¿Por qué?

Parpadeó confundido un par de veces, y se removió incómodo. Se dió cuenta que estaba sobre una cama, y miró hacia su torso cubierto por una delgada pero cálida sábana gris. Su ropa tampoco estaba, y había una bata blanca con puntos grises en su lugar. Miró su muñeca la cual estaba conectada por medio de una aguja a un líquido transparente colgado de un perchero para sueros por medio de su intravenosa. Solo así se dió cuenta que sus brazos estaban vendados en su totalidad, dejando al descubierto una pequeña fracción de piel para la aguja.

Todo era familiar, era como si ya hubiera estado ahí antes.

«—"Hola, Sen, Hola papá."

— "¡Hermano! Dios, estás bien, estás bien, ¡Padre!, ¡Hermano despertó!"

— "¿¡Despertó!?, ¡Mierda Kyojuro! Sentí que te perdía, maldición, júrame que no harás eso de nuevo."»

¿Por qué decían su nombre?, ¿Quiénes eran ellos?

Entrecerro sus ojos. Le dolía la cabeza de una manera descomunal. Desvío la mirada a su otra muñeca, la cual tenía una sensación de calor extraña.

Y ahí estaba él.

El amor de su vida y muerte.

Él estaba sentando en una silla al lado de la cama en donde estaba. Sostenía su mano como si en algún momento se fuera; su rostro estaba lleno de arañasos, sus brazos también y sus muñecas tenían enormes manchas de moratones cubiertas de heridas por desgarre de piel. Su labio estaba roto, y su ceja estaba abierta, los Piercings de sus orejas ya no estaban. Estaba dormido, pero su respiración era errática, como si le costara respirar.

Cuando enfocó mejor, se dió cuenta que era Akaza.

Desvío la mirada al aparato que tenía un alado, el cuál media su frecuencia cardíaca; después miró hacia abajo, encontrándose con una máquina de oxígeno. Siguió el cable transparente con la mirada y después con su mano libre tocó su rostro.

Tenía puesta una máscara de oxígeno.

Escuchó un sonido metálico, el cuál reconoció como el de un picaporte siendo movido, regresó su mano a su lugar, y miró la puerta blanca abrirse. Por ella, una hermosa mujer de cabello café oscuro, ojos lila y tez pálida entró junto con un hombre que parecía más joven que ella, el cuál tenía ojos de un color morado pálido y cabellos verdes claros con mechones negros.

— Buenas noches, Señor Rengoku-san. — Habló la mujer, y el joven a su lado hizo una pequeña reverencia.

Entrecerro un poco sus ojos para ver bien a las personas frente a él, y olfateo un poco. Un excentrico olor a flores proviniente de la mujer, y un olor a nada del chico, un alfa y un beta. Miró con detalle sus uniformes, ambos tenían batas quirúrgicas, la alfa de un color morado claro, y el chico de un color azul pálido. Leyó las etiquetas en las batas.

«Tamayo N.», «Yushiro K.»

La Alfa le sonrió detrás de su cubrebocas color rosado, y miró al joven al lado de ella, para hacerle una señal con la cabeza. El Beta asintió, se colocó un cubrebocas color verde y se acercó a la máquina de cardiograma al lado del Omega.

— ¿Cómo se siente señor Rengoku? — Pregunto Yushiro, tanteando algunos botones de la máquina sobre sus guantes de látex del mismo color de su cubrebocas. — ¿Dolores de cabeza?, ¿Mareos?

Tamayo aclaró un poco su garganta, y después caminó hacia Akaza.

— Akaza-san, despierte por favor.

El Alfa tardo un poco en hacerlo, soltó un leve gruñido y escondió su cara entre las sábanas. Después de sentir unos toquesitos en sus hombros, se reincorporo soltando un bostezo.

Kyojuro observó las muy notorias ojeras debajo de sus ojos, y desvío de nuevo la mirada al enfermero a su lado, el cuál ahora estaba leyendo unos archivos de un portapeles de madera.

Yushiro leyó el expediente dado por Yoriichi, el cuál tenía muchísimas especificaciones sobre el trato que se le debía dar al Omega, pero lo puso atención sólo a las que consideró más relevantes.

« • Evitar contacto físico, en caso de que no se pueda, se deben utilizar guantes por su fobia a la suciedad.

• No habla y no responde preguntas. Poner atención a sus gestos para saber si algo le disgusta o no.

• No dejar solo.

• Consumir sus medicamentos en la hora específica dentro de jugos o bien, en dosis inyectadas si no es posible que coma.

• Debe estar en un lugar limpio para evitar insidentes.

• No hacer ruidos fuertes, no alzar la voz.

• Evitar a toda costa dejarle objetos punzantes.»

Se rasco un poco la cabeza, y después soltó un pequeño suspiro. Sería difícil.

Si bien no era la primera vez que trataban con una persona con expediente clínico dado por Yoriichi, si era la primera vez que se sentía tan frustrado al respecto, y también era la primera vez que veía a Akaza estar tan al pendiente de alguien.

Inevitablemente recordó las veces que terminó el Alfa en el hospital por todas las peleas en las cuales se metía, o la vez en la que se fracturó el cuello y su mandíbula y tuvieron que alimentarlo por la nariz; incluso pasó por su mente las veces en las que Akaza de lastimaba a si mismo en un ataque de ira para evitar hacerle daño a los demás. Alzó su vista al pelirrosado, el cuál estaba despierto ahora mirando a su prometida y escuchando los regaños del "Por qué salió de su habitación". Gruñó un poco, siempre había sido necio referente a los hospitales y no importaba que tan mal estaba su estado, siempre se quitaba los sueros, se intentaba levantar de la cama y alegaba que estaba bien.

Fue patético escucharlo decir eso de nuevo la vez que llegó de un accidente de auto junto con toda su bola de amigos después de una borrachera hace dos años.

Los cuatro estuvieron internados al menos tres meses.

Dejo el expediente en la pequeña mesita sin esquinas al lado de las máquinas, y se puso en cuclillas para verificar que el tanque de exógeno estuviera funcionado con normalidad. Cuando vio que todo estaba correcto y  que la respiración del Omega era regular, se levantó y se cruzó de brazos, mirando el vendaje en las manos ajenas.

Un pequeño escalofrío recorrió su mente cuando recordó el cuerpo del Omega bañado en sangre siendo trasladado en una camilla de ambulancia hacia la sala de "Urgencias", con un Akaza gravemente lastimado gruñendole a quien sea que se le acercara al rubio desde otra camilla.

Se sintió observado, y miró a Kyojuro por instinto, encontrándose con la mirada más inquietante que nunca haya visto en el hospital. Inevitablemente pensó en Douma, en la vez que se enteró de su secta caníbal y le cuestionó si no se sentía culpable al respecto; ya que no era una secta que comía adultos betas y Omegas, sino también niños.

Recordó que tenía casi la misma mirada, solo que él estaba sonriendo mientras soltaba una risa socarrona seguido de un «Pff, no».

No supo cuánto tiempo se perdió en la mirada del rubio, solo reaccionó cuando su futura esposa le pellizco una de sus mejillas con suavidad después de decirle un «¿Todo bien», cuando desvío la mirada Akaza ya no estaba, y Kyojuro seguía viendole. Miró a su prometida y de inmediato se sonrojo, ¿Por qué cada día se veía más hermosa?, Sintió algo peludo moverse entre sus piernas, y cuando bajo la mirada se encontró con el gato de la clínica, Chachamaru, un gatito manchado de naranja, café y negro, el cuál era la mascota del hospital. Al inicio era callejero pero logro meterse por una de las ventanas, y era tan tierno y noble que los enfermeros, especialistas, médicos y hasta los mismos pacientes empezaron a darle de comer, ya que nunca salía del hospital.

Tamayo lo había adoptado, y ahora vivía con ellos, pero siempre lo llevaba al hospital con ella ya que no solo servía para hacerle compañía a los pacientes, sino también para desestresar a los empleados.

Cuando alzó la vista, se encontró con los ojos lila de su mujer, los cuales transmitían una sensación de calidez inmediata en él.

Ah, cuánto la amaba.

Miró a Kyojuro y después dió una pequeña reverencia, cargo a Chachamaru, el cuál tenía un trajesito miniatura de una bata de enfermero color azul cielo, y lo dejó sobre la cama del Omega.

— Él será su compañía, señor Rengoku. Cualquier cosa que necesite, puede apretar el botón rojo que está al lado del respaldo de su camilla. Mi nombre es Yushiro Kobayashi y soy su médico a cargo.

Tamayo sonrió, y acarició las orejas de su mínino, escuchando los ronroneos que emitia. Después, habló.

— Estamos al tanto de su situación, Rengoku-san, cualquier cosa, por favor, no dude en pedirnos ayuda, me llamo Tamayo Nakamura, y soy su especialista a cargo. Sin más que decir, nos retiramos, y usted — señaló al gato— señorito Chachamaru. Le pido que se comporte.

— Eso es todo, no se levante la cama, por favor no haga movimientos bruscos, y, le repito, si necesita algo, no dude en apretar en botón rojo. Intenté descansar, en unas horas regresaremos con su análisis.

Una vez dicho esto, Yushiro abrió la puerta, dándole primero el pase a su prometida, y una vez que ella salió, el también lo hizo, cerrando la puerta tras de sí.

Empezaron a caminar por el pasillo con olor a aromatizante a glicinas, y después ambos entrelazaron sus manos.

Debajo de esos guantes, unos bonitos anillos de compromiso de plata estaban en ambas manos.

Saludaron a las personas que pasaban al lado de ellos, y una vez que ambos llegaron a una de las oficinas de descanso para especialistas, vieron a Yoriichi sentando leyendo un libro sobre fármacos.

— Yoriichi. — saludo el Beta, haciendo una pequeña reverencia.

— ¡Ah!, Yushiro, Tamayo, ¿Qué tal todo? ¿Cómo siguen ellos? — respondió, cerrando su libro, y quitándose sus lentes de descanso, dejándolos colgando desde el cuello de su camisa roja oscuro.

Yoriichi no trabajaba con ellos, de hecho su clínica de rehabilitación estaba a casi una hora de distancia del hospital, pero eran buenos aliados, además de que también eran viejos y muy buenos amigos, no solo porque Yoriichi le había presentado a su ahora futura esposa, sino que, al ser también una niño prodigio, estuvo en las mismas instituciones del pelirrojo y su gemelo. Si bien ambos eran casi idénticos, la diferencia entre ellos era que Yoriichi tenía ojos rojizos, y Kokushibo de un lila pálido, como los de él y su prometida.

Casi siempre estaban en contacto, y normalmente Yoriichi los visitaba en el hospital seguido, ya sea siendo voluntario como psicólogo en el hospital, o solo para pasar el rato; Sin mencionar que el Alfa los había consultado hace unos pocos meses para proponerles ser aliados de un proyecto que tenía sobre un hospital psiquiátrico con dinámica de gatos llamado "Sunrise".

Tamayo bajó su cubrebocas y sonrió, respondiendo.

— Estamos muy bien, ya estamos haciendo las invitaciones para nuestra boda, solo falta mandarlas; vas a ir, ¿Cierto?, y bueno... Akaza está bien, ya sabes cómo es, y bueno, Kyojuro está estable.

— Perdón por preguntar, pero... — Habló el beta, carraspeando un poco mientras apretaba levemente la mano de su prometida, intentando darse apoyo — ¿Qué fue lo que pasó con ellos?, Pensé que Akaza ya había dejado las peleas clandestinas.

Tamayo le dió un leve codazo.

Eso había sido descortés.

Inevitablemente pensó en lo que su prometida le había dicho esa mañana antes de salir de la casa con la caja trasnportadora de gatos, «Mi amor, se que eres curioso, pero es distinto ser curioso a ser metiche, así que por favor, por favor, y por favor, no hagas preguntas. Son parientes de Yoriichi, asi que guarda tu instinto de niño chismoso y shh»

El pelirrojo sonrió al ver la escena, y después señaló el sofá frente a él, pidiéndoles que se sienten.

— Pasó que Akaza dejo de tomar sus medicamentos y no me dijo.

Tamayo se tenso de inmediato cuando tomo asiento al lado de su esposo, y este al notarlo, soltó su mano y la paso por su espalda; dándole un pequeño abrazo cariñoso.

Yushiro miró el suelo y mordió sus labios, ¿Akaza había dejado así a ese Omega..?, No, imposible, estaba seguro que estaba preocupado por él cuando despertó, además se notaba que lo quería, pero, ¿Qué ese no había sido el mismo Akaza que tenía en su expediente clínico «Asesinó a siete hombres a mano limpia en un ataque de ira causado porque uno de ellos se le insinuó sexualmente a su cuñada»? Negó un poco con su cabeza, sabía que Akaza jamás había dañado a un Omega antes, pero también sabía que los ataques de ira tampoco se podían controlar.

Y un Alfa con ataques de ira, era sumamente peligroso, más en manos de un Omega.

— No es lo piensan, tranquilos. Déjenme contarles. Pero después quiero que me dejen hablar con él.

[ . . . ]

Akaza ahora estaba sentando en la cama de su habitación de hospital. No tenía ningún suero, pero si un vendaje en sus manos recién puesto. Tampoco tenía su bata de hospital puesta, solo un pants que ocupaba para dormir, y una playera quirúrgica que le había prestado Tamayo.

Miró hacia el cielo nocturno atraves de la ventana, y miró ansioso la puerta. Quería salir a ver cómo estaba Kyojuro, si bien sabía que estaba despierto, Tamayo prácticamente lo había corrido de la habitación sin darle al menos un diagnóstico de si el rubio estaba bien o no. Empezó a mover sus pies aritmicamente mientras se mordía un poco sus labios rotos. Se recostó de nuevo en la cama y volvió a mirar a la puerta. Sabía que estaba cerrada bajo llave para evitar que saliera. Miró al techo, y se quedó unos segundos así; después cerró sus ojos.

Y recordó.

«Despues de que la puerta se cerró, Akaza bajó casi corriendo las escaleras. Debía alejarse lo mejor que pudiera de Kyojuro y lo sabía, era —según él— la única forma en la podía evitar a toda costa lastimar de nuevo al Omega.

Una vez en la sala, sintió su frecuecia cardíaca acelerarse a tal punto que sentía su propio corazón palpitar en sus oídos como si fuese una bomba, mientras que sus manos picaban por deshacerse de algo.

Sabía lo que debía hacer, y sabía que tenía poco tiempo antes de perder totalmente el control de si mismo.

Caminó hasta la cocina y empezó a rebuscar en la alacena de medicamentos. Tiró todos los frascos de pastillas que estaban en su camino y mordía de vez en cuando su lengua y labios. No las encontraba, ¿Dónde carajos estaban?

Empezó a buscar entre todos los cajones de cocina, tiró vasos, platos de vidrio, cubiertos, incluso sacaba los cajones y los vaviaba en el suelo intentando encontrar sus calmantes.

Pero no los encontró.

El aroma de Kyojuro estaba envolviendolo por completo y la tentación de ocuparlo como desahogo era tanta que su boca empezó a salivar de tan solo imaginarse al Omega siendo mordido por él.

Y entonces, se abrazó a sí mismo con tal fuerza, que sus brazos empezaron a sangrar por sus uñas siendo clavadas por el mismo en un intento de autocontrol. Solo así, empezó de nuevo a morder sus labios a tal punto de romperselos. No dejaba de repetirse lo mismo una y otra vez.

«No, no, no, no»

Su vista empezó a nublarse y sintió que iba a desmayarse en cualquier momento.

Recordó cuando era un adolescente y para calmar sus impulsos, se autolesionaba hasta no sentir su cuerpo para que no pudiera levantarse a lastimar a nadie.

Pero también recordó que ya era un adulto, y que ahora podría tomar decisiones más sensatas. Así que empezó a rebuscar su celular, marcando a Yoriichi, la única persona que sabría aconsejarlo a la perfección o aún mejor, traerle medicamento.

Una llamada, dos llamadas, tres llamadas.

Nada.

No tenía tiempo, no tenía más tiempo; lo supo en cuanto se encontraba a si mismo frente a las escaleras a nada de subirlas mirando fijamente desde el balcón la puerta de su habitación mientras que su boca salivaba y sus colmillos relucían más que antes.

Y cuando dió el primer paso para subir, puso su propio brazo en su boca mordiendolo con tal fuerza que de inmediato empezó a sangrar, y empezo a retroceder sobre sí mismo chocando con los muebles.

Solo tenía la primera opción, y lo sabía.

Empezó a arañarse sus brazos y rostro intentando que el dolor generado por si mismo fuera el suficiente para hacerlo retroceder más, pero al ver que no funcionaba entro en una crisis de estrés. Necesitaba mas dolor. Miró la pared a su lado y sin pensarlo empezó a golpearla con sus nullidos los cuales al ser impactados con dicha fuerza, empezaron a desgarrarse de poco en poco hasta explotar en sangre.

Y entonces, más y más golpes.

Siguió mordiendo sus labios, incluso golpeó su cabeza contra la pared al menos tres veces para intentar quedar inconsciente.

Cuando sintió que sus brazos iban a caerse, siguió con las piernas, pateando la pared con la finalidad de romperselas o de caer al suelo sin poder caminar del dolor.

Pero eso no pasó.

La resistencia que tenía por culpa de sus diversos entrenamientos le habían sumamente fuerte y difícil de cansar, teniendo ahora sus brazos dolientes pero capaces de moverse aún, y teniendo sus piernas aún estables.

No, no, no.

Ya no era un adolescente que caía con sus propios golpes a los pocos minutos, ahora era un adulto capas de resistir muchísimo más.

Cayó al suelo cuando sus piernas no pudieron más, pero el pánico lo invadió cuando se dió cuenta que aún tenía fuerza para levantarse. Solo así, miró a los lados y observó los vidrios rotos de una foto familiar que se había caído de uno de los muebles con los que chocó.

Sabía que hacer.

Tomó el vidrio más grande que encontró y lo apretó tan fuerte como pudo hasta que sus palmas empezaron a sangrar. Después, se sentó en el suelo con sus piernas extendidas mientras volvía a morder su brazo con fuerza.

Iba a clavarse el vidrio en ambas piernas hasta que el hueso fuera visible, y solo así, no podría pararse.

Porque prefería mil veces joderse ambas piernas, que lastimarlo a él.

Cuando alzó el vidrio para tomar impulso, unas manos tomaron las suyas con fuerza mientras la voz lejana de Yoriichi sonaba.

Solo así, sintió un pinchazo en su cuello, el cuál le dejó inconsciente.

Cuando despertó de nuevo, estaba en una ambulancia amarrado en una camilla y con un bozal parecido al de los perros puesto. A su lado en una camilla aparte, Kyojuro. Cuando el enfermero a su lado tocó el rostro del rubio, soltó un gruñido en advertencia, pero se arrepintió cuando la mirada amenazante de Yoriichi le recibió como respuesta»

Y ahí estaba ahora, sentando en la cama mientras se seguía sintiendo ansioso.

Habían pasado al menos unas cinco horas después del incidente y se sentía mucho mejor. Si bien le dolía horrible el cuerpo, podía resistirlo, y ahora que había recibido una fuerte dosis de calmantes, sentía que podía hablar con Kyojuro.

No supo que había ocurrido con él, pero si sabía que le había dado un ataque. Cuando entro a su habitación lo vio cubierto de vendas en sus brazos, cuellos, incluso en las piernas y tenía gasas en sus mejillas, sus labios estaban rotos también, y sus uñas estaban desprendidas.

Se sintió culpable apenas y lo vió, y cuando despertó en vez de decirle todo lo que sentía y disculparse, fue corrido a su ahora habitación temporal hasta mañana.

Escuchó la puerta abrirse, pero no abrió los ojos para ver quién era, puesto que el olor a madera húmeda lo había invadido por completo.

— Sabes que lo hiciste, ¿Cierto?

Akaza no respondió, solo se limitó a gruñir un poco. No tenía ánimos para hablar.

— Le provocaste un ataque de pánico.

— No fue mi intención y lo sabes.

— Te di medidas específicas para tratar con él, y se te ocurre gritarle, más a parte, dejarlo solo.

— No podía controla-

— Y además, dejaste de medicarte cuando perfectamente sabías que aún no estás estable.

— Es que y-

Yoriichi le gruño enseguida, y después rasco su cabeza.

— Si yo no hubiera llegado, ¿Qué crees que hubiera pasado con Kyojuro?

Akaza se tomó un poco de tiempo para pensar. Si era sincero, no lo sabía, y tampoco quería imaginarlo.

El pelirojo se cruzó de brazos, y siguió.

— Se hubiera desangrado, Akaza, pudo haberle dado incluso un paro cardíaco, pudo haber convulsionado y arrancarse su propia lengua, miles, miles de cosas. Te di medidas ESPECÍFICAS, te di medicamentos, te di instrucciones. — dijo, con voz casa vez más molesta — No es un juego esto, no es para nada un juego y tú-

— ¡Sé que no es juego!, ¡Deja de tratarme como si fuera mi culpa lo que pasó!  — respondió, sentandose en la cama dándole la cara al ajeno.

— ¡No hubiera pasado si te siguieras medicando y dejaras de pensar que los medicamentos son para débiles!, ¿¡Qué hubiera pasado, EH!?, ¿¡Crees que Kyojuro estaría vivo al menos!?, ¿¡Y si no te hubieras podido controlar a tiempo!?, ¿¡Que hubiera pasado, Akaza!? ¿¡QUÉ HUBIERA PASADO!?

El nombrado se quedó callado, y miró con impotencia el suelo de la clínica mientras que con sus manos apretaba las sábanas fuertemente.

Escuchó a Yoriichi suspirar, y después, siguió.

— Si no quieres tomar tus medicamentos, está bien; pero a cambio tendré que internar a Kyojuro, y quiero que sepas que no te dejare volverlo a ver.

Dicho esto, caminó de nuevo a la puerta, la abrió, y salió tras ella; dejando solo a Akaza en la habitación bajo llave. Recargó su espalda en la puerta y miró el techo del hospital mientras soltaba de nuevo un suspiro, escuchando así al Alfa sollozar tras la puerta.

Continue Reading

You'll Also Like

154K 4.1K 30
la tipica historia de universos viendo otros universos atraves de pantallas flotantes que aparecerán en sus mundos aunque también agregare otras cosa...
142K 19.5K 21
Viajar al Amazonas a pesar de su disgusto le abrió los ojos para darse cuenta que al final... Todavía no era verdaderamente libre. . . . No. 1 en #t...
683K 19.1K 80
"...Vamos a pecar juntos..." ❝One-Shots sobre personajes masculinos del anime "Naruto" , escritos por un fan para otros fans , con alto contenido +18...
184K 10.3K 17
El maldito NTR pocas veces hace justicia por los protagonistas que tienen ver a sus seres queridos siendo poseidos por otras personas, pero ¿Qué suce...