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De -vee14c

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๐—  | En donde Bang Chan es un ladrรณn especializado que contratan los lรญderes corruptos mรกs poderosos del paรญs... Mais

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01 | EL ROBO MILLONARIO
02 | SEGUNDO ENCUENTRO
03 | INFILTRADO
04 | CUENTOS QUE NO SON CUENTOS
05 | NIร‘ERA
06 | SERPIENTE ENCANTADORA
07 | NUESTRO ESTILO

08 | EL TIEMPO DEL RELOJ

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De -vee14c

— ¿Y bien? ¿No planeas contarme? ¡hace una hora no paran llegar clientes, es el momento! — exclamó Nami una vez que el cliente se alejó de la caja, acercándose con curiosidad a su amiga— ¿como te fue en tu salida? ¡cuéntame! 

Habían pasado un par de días desde que Ophelia tuvo su primera cita con Christopher y, como era de esperarse, tuvieron otra. Fueron a pasear al parque, comieron algo de helado, fue una salida más tranquila, pero se sentía especial la forma en la que era fácil hablar con él. Podían simplemente sentarse durante horas en un banco y charlar sobre las miles de cosas que pasan en la vida, eso era algo que a Ophelia le gustaba.

— Bien... Salimos a pasear — Nami ladeó su cabeza, ya que no veía emoción en ella.

— ¿Segura? Porque tu cara dice otra cosa. No se sobrepasó contigo ¿cierto?— preguntó precavida. 

— No, no... Chris es un total caballero conmigo y me divierto mucho con él, pero... — suspiró, bajando la mirada — me siento mal por mentirle a mi papá, nunca había hecho algo así, mucho menos para encontrarme con un hombre que él no conoce.

— Ay, Ophelia... Eres la chica más sincera que he conocido en toda mi vida — puso sus manos en sus hombros, viéndola a los ojos, a pesar de que estos no puedan verla a ella — esto no lo haces porque sí, sino porque quieres pasar página. En 21 años nunca has salido con alguien ¿por qué eso no puede cambiar ahora? ¿Por qué tienes que seguir estado a raya por tu condición? Mereces vivir, cometer errores y aprender de ellos.

— ¿Y qué haré con mi padre?

— Lo estás haciendo bien. Créeme. No podías ir y presentar a Christopher el primer día que se conocieron, así tu padre jamás tendría su confianza porque era un desconocido. En cambio, si sales con él, lo conoces, se llevan mucho mejor y su relación crece, tu padre verá lo mucho que Chris te ama y no tendrá más opciones que aceptarlo, ya no sería alguien extraño.

— En parte tienes razón. No podía dejar que lo conociera desde el principio, lo hubiese espantado de inmediato — apoya— debo contarle la verdad cuando lo mío con Chris sea más sólido, si es que llega a serlo.

— Sí lo va a ser, confía en mi— animó, sacándole una pequeña sonrisa. Escuchó la campana de la pastelería sonar y, segundos después, el olor a perfume Versace Eros en tus fosas nasales (porque sí, le había preguntado qué marca usaba por simple curiosidad) — Iré a ver si las personas de la mesa 3 quieren más pastelillos— Nami sonrió alejándose de la recepción y saludó de paso a Christopher.

— Buenos días, Lia ¿Cómo va todo por aquí? — cuestionó una vez estuvo frente a ella en la caja.

—Buenos días, Chris. Muy bien, muchas personas llegaron a comer hoy. Implementamos desayunos a nuestro menú: hay waffles, tocino, sopa de algas y algunos postres nuevos — cuenta a detalle.

— Se oye delicioso.

— ¿Vas a llevarte algo? Los pasteles de caramelo salieron recién del horno, por lo que pude oler.

— No, descuida, Chu-won está en la escuela así que hoy no llevaré nada. De hecho, vine a verte a ti — Ophelia movió sus ojos, inquieta, y se acomodó frente a él. Le gusta cuando dice eso, era como una manera de demostrar interés que le hacía tener mariposas en el estómago. Se puede decir que hay muchas cosas que le gustan de él. — me llamaron del trabajo, cerramos un contrato importante, gracias a mí. Lamentablemente no tengo con quién celebrar, mis compañeros son unos idiotas, por lo tanto planeé invitarte a tomar algo ¿Qué dices?

— ¿Te refieres a alcohol? — alzó sus cejas un poco.

— Sí, a un bar, pero si no quieres, está bien. No hay problema. Podemos hacer otra cosa.

— No, quise decir... Por supuesto, me encantaría acompañarte.

Ophelia no es para nada partidaria de beber. Lo máximo que ha probado ha sido una soda con 1% de alcohol y sabía horrible, pero quizás probar cosas diferentes le sirva para entrar en calor.

— Bien, entonces... Pasaré por ti, en el mismo lugar de siempre— sonrió. Ella asintió. — nos vemos en la noche.

Christopher dejó la pastelería, soltando un suspiro profundo y caminando hacia su auto al otro lado de la calle. No había sido su plan invitarla a beber, sino de Minho. Ahí puede probarla y quizás sacar un poco más de información sobre la caja fuerte que hay en la oficina de su padre. Tratar de averiguar si realmente estaba el dinero o cómo podía escabullirse allí.

Bang Chan, tu tiempo se acaba y no me has dado noticias sobre el negocio ¿Cómo vas con eso? — el señor Kim Kong lo llamó. Ha estado más acosador que nunca, quiere ese dinero rápido.

— Una disculpa, señor Kim. Me encuentro trabajando aún. No ha sido fácil entrar en esa mansión.

¿Qué? ¿Tienes muchos problemas? ¿Acaso debo enviar a alguien más que amordaze a esas personas y robe unos simples billetes?

— No, señor. — negó rotundamente— estoy cerca de lograrlo, ya casi tengo la confianza de la hija del señor Fiore. Le prometo que dentro de muy poco ese dinero estará en su escritorio.

Más te vale. No quiero imaginar tener problemas contigo, Bang Chan. Has sido un muy buen empleado hasta ahora, no me decepciones.

— No lo haré.

(—✦—)

Lo admite, Christopher está preocupado. Necesita avanzar mucho más con Ophelia si no quiere que el señor Kim envíe a alguien más a hacer su trabajo. Sería catastrófico; lastimarían a los Fiore, les quitarían el dinero y, si desaparece después de eso, sabrían que tuvo algo que ver. No puede dejar que eso pase. No solo lo echarían del trabajo por fracasar, su hija no tendría la operación y le rompería el corazón en mil pedazos a Ophelia. Ya lo está haciendo, pero prefiere pensar que ella nunca sabrá que fue su culpa si él mismo consigue abrir la caja fuerte.

— ¿En qué piensas, Chris? — la voz de Ophelia lo sacó de sus pensamientos, él parpadeó un par de veces, saliendo de su trance y viéndola con atención.

— Perdón, fue un día largo en el trabajo... ¿Qué me decías? — tomó su shot de tequila de un trago. 

— ¿Cuándo irá Chu-won nuevamente a la biblioteca? Le tengo un regalo. Es su libro favorito "la princesa y el sapo" en versión para colorear, pero no le digas nada, es un secreto.

— Tienes mi palabra. Creo que la llevaré mañana, me ha estado rogando para ir, quiere escuchar tus cuentos. Dice que son mejores que los mios — ella rió levemente y bebió su shot, haciendo una mueca al final — ¿Segura que estás bien bebiendo? No quiero obligarte.

— Descuida, hay que probar cosas nuevas— sonrió.

— ¡Camarero! — llamó el castaño para pedir una botella de tequila. Al frente de él apareció nada más y nada menos que Changbin, vestido de barman con vasos de metal en sus manos y una sonrisa graciosa en el rostro — ¿Qué cara...?

— Dígame, señor ¿Qué le sirvo? — preguntó, guiñándole un ojo después.

— Una botella de whisky — pidió.

Mientras él buscaba la bebida, Chris miró por todo el bar, hasta que sus ojos cayeron en Minho y Han Jisung, quienes estaban en una mesa bebiendo igualmente y alzaron sus copas en señal de saludo. Frunció su ceño un poco molesto, definitivamente estaban ahí para molestarlo.

— ¿Quieres algo más? Vi una camarera con unos bocadillos deliciosos, debo probarlos — le habló a Ophelia.

— Sí, por favor.

— Bien, enseguida vuelvo. — se levantó de la silla y caminó con rapidez donde sus amigos, viéndolos enojado — ¿Qué mierda hacen aquí? ¿Acaso me están siguiendo?

— ¿Qué tal amigo? ¿Cómo vas? Oye, todos estos días has salido con la hija de Fiore y necesitábamos verla en persona. Déjame decirte que es muy guapa. Si no fuese ciega le habría ofrecido trabajar en mi club. — contesta Minho dándole un vistazo, haciéndolo rodar los ojos.

— ¿Aún no has podido robarle? — inquirió Han.

— No, es complicado, pero lo lograré.

— Amigo, estás siendo muy tardado. A este paso ella se va a ir. — Changbin se unió a la conversación una vez dejó la botella que pidió en su mesa.

— Si todavía no has dado el siguiente paso, es momento de que lo hagas si no quieres que el señor Kim se haga cargo.— le recuerda Minho, llenando de dudas su cabeza. Debía hacerlo ¿Qué más podía hacer si no? — anda, ve con tu chica. No te vamos a molestar.

— Si se acercan o le hablan, los mato — amenaza, ellos alzaron sus manos en señal de paz y se retiró de allí, volviendo con Ophelia. — Perdón, Lia, no pude conseguir los bocadillos. Al parecer a todo el lugar les gustó.

— Descuida, podemos comer otra cosa.

Chris llenó sus shots nuevamente, quedándose en silencio, siendo la música del lugar y el murmullo de las personas el único sonido en el bar. De vez en cuando miraba a algunas chicas pasando, le sonreían. Deseaba estar con una en esos momentos. Esa sensación de deseo lo invadía. Aprovechó el momento de confianza que tenía para avanzar un poco.

Desvió su vista a Ophelia, con atención, examinando su pelo largo, sus facciones femeninas, la delicadeza de su ropa y maquillaje. Ahora que caía en cuenta, realmente era su tipo. Podía ser ciega pero era mil veces más atractiva que las demás allí. Tal vez debía pensar en ella como una mujer y así lograría su objetivo.

— No te lo dije, Lia, pero... hoy te ves muy hermosa. — ese alago la tomó por sorpresa, sin embargo, sonrió un poco nerviosa.

— Gracias, Chris.

— ¿A tu padre no le molestaría que un hombre te dijese lo tan preciosa y especial que eres? — murmuró, acercando su mano a la de ella, acariciando con suavidad sus dedos— porque a mi sí.

— Mmm... — no supo qué decir, solo podía sentir su presencia cerca de ella, amenazando su espacio personal. Aún así, se sentía increíble. — Chris ¿podemos ir a otro lugar?

— ¿Te llevo a casa?

— Sí, estaría bien. — le sonrió un poco con tranquilidad.

El camino a la mansión fue silencioso, la radio reproducía canciones tranquilas cerca de las 12am. Las calles estaban solas y el ambiente frío hacían disfrutar la noche. Christopher detuvo el coche frente al hogar de Ophelia y, cuando emitió el mínimo sonido para hablar, ella puso sus dedos en sus labios, callándolo.

— ¿Te puedo preguntar algo? Tal vez suene incómodo, pero si no quieres está bien — pausó, tomando aire — desde pequeña, cuando tengo confianza con alguien, me gusta saber cómo es, para hacerme una idea de su aspecto físico. Lamentablemente no puedo verlo, por lo tanto recurro a mis demás sentidos, entonces... ¿Puedo tocar tu rostro, por favor?

Se sintió un poco confuso, pero tenía sentido. Grabar en su memoria los rasgos de las personas, una buena técnica Chris tomó sus muñecas, dejando sus manos encima de él para que supiera dónde situarse, dándole permiso.

Sus dedos acariciaron sus cejas, tocando con delicadeza la zona de sus ojos para evitar lastimarlo. Dedujo que nariz definitivamente era el aspecto más prominente de su cara. Sus mejillas delgadas y mandíbula marcada. Con la yema de los dedos tocó sus labios, eran gruesos y suaves, se concentró en esa zona. Le gustaban.

— ¿Y bien? ¿Crees que soy guapo para ti? — cuestionó cuando alejó sus manos.

— Sí, creo que lo eres. — dijo entre risas suaves, bajando su mirada— Gracias, significa mucho para mi que me hayas dejado hacerlo. No puedo verte pero... Sé que te tendré siempre con la imagen que tengo de ti en mi mente.

— Eres muy poética ¿te han dicho?

Ophelia sonrió con pena. Chris relamió sus labios, preparándose para dar un paso importante. Intentó acercarse más, inclinándose a su asiento, ella se giró hacia él al sentir su perfume más fuerte de lo normal.

— ¿Sucede algo?

— Nada, solo... Quiero besarte ¿puedo? — contuvo la respiración al oírlo, muy nerviosa por su cercanía— créeme, quiero hacer más que solo darte un beso, Lia... pero no haré nada si tú no quieres.

Ophelia parpadeó un par de veces sin saber qué decir, simplemente descansó sus manos en el cuello de Chris, atrayéndolo a ella. Él sonrió un poco antes de besarla, moviendo sus labios, sintiendo su labial de fresa. La acorraló contra el asiento, besándola con lentitud de manera profunda, disfrutando de ese beso.

— Eres más que hermosa — susurró besando su cuello.

— Chris... — jadeó dejándose llevar. Sus manos ascendieron por su falda, acariciando sus piernas con suavidad y dirigiéndose a una zona más peligrosa. Ophelia cayó en cuenta de inmediato y puso sus manos en su pecho, alejándolo — Chris, espera, por favor.

— ¿Qué pasa? — preguntó, respirando un tanto agitado.

— Perdón, no quiero — se negó. Él se sintió un poco extrañado, ninguna chica lo había rechazado nunca ¿había hecho algo mal esta vez? ¿Qué debía hacer? ¿Disculparse?

— Lo siento ¿te hice sentir mal? — regresó a su asiento.

— No, no, no es eso, besas increíble, de verdad, es solo que... yo... — no supo cómo explicarle, por lo tanto decirle la verdad era el camino más fácil, a pesar de sentirse avergonzada— soy virgen. 

— Oh... OH— abrió los ojos asombrado. Miró a otro lugar, pasando sus manos por su cabello. No solo se había metido con alguien menor que él, sino que probablemente también iba a ser el responsable de quitarle su virginidad. Definitivamente el señor Fiore lo va a matar cuando se entere.

— De verdad, perdóname, no quiero desilusionarte pero no me siento preparada para hacerlo todavía. Me siento muy afligida contigo.

— Oye, no te preocupes. No es nada del otro mundo. — tranquilizó, tratando de no hacer la situación tan dramática. Sí es cierto que quiere hacer algo más con ella, pero tampoco puede obligarla. — no debes tomar una decisión así ahora. Si quieres hacerlo conmigo, está bien, y si no, también. No pasa nada.

— ¿Seguro? ¿No estás molesto?

— No, claro que no, además... Estoy satisfecho con un beso. Tú también besas estupendo. — la hizo sonreír. Acarició su mentón, viéndola de cerca — anda, ve a casa. Ya es muy tarde y ha sido un día muy ajetreado para los dos.

— Sí, tienes razón, será mejor que te vayas — iba a salir del auto, sin embargo, se dirigió una última vez a él, dejando un beso cariñoso en sus labios — Buenas noches, Chris. Gracias por darme una oportunidad.

— Al contrario, mi hermosa Lia, gracias a ti.

Ophelia rió cerrando la puerta y caminando con rapidez hacia el portón con un bastón. Una vez entró, Christopher soltó el aire en sus pulmones, dejándose caer en el asiento y encendiendo el auto para irse a casa.






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