Ladrón de Besos(Completa)

Von ChrisRivera1116

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ALEXANDER : "Cuando estuve en la escuela, me divertía haciendo bromas. Pero la mejor broma, fue la de robarle... Mehr

Soy todo un
La Tía Clara
Se Lo Buscó
Algo en tu Pestaña
Lo que No Esperaba
¡No estoy Celosa!
Besos Consentidos
Con otros ojos
Levántate
Llegó papá
Represalias
Derrumbe
El Baile de la Escarcha
Corazones Rotos
El Banco del Cerezo
Con el Paso del Tiempo
James
Natalia
La Cita
Bailes y Rudeza
Mancha
Tregua y Promesas
Posibilidades
Para que Funcione
Escapes
Odisea por la Campiña
Champagne
Flores y Nostalgia
¿Y este tipo?
Rescate y Salida
Cambio de Emociones
Decepciones y Disculpas
El Peso de la Indiferencia
¿Se conocen?
Sentimiento Reencontrados
Despertar
Retos
La Luna sobre Paris
Encuentro Inesperado
Phillipe al Rescate
Invocación y Pasión
De Absoluciones y Amores
La Movida de Karen
Decisiones, Decisiones
Un Detalle Olvidado
Hablando Claro
Remontando el Futuro
Sorpresas, Sorpresas
La Sonrisa de Bertha Ellis
La Magia del Cerezo
Para que compartamos nuestra Felicidad
De Corazón
De Vestidos y Cambios
Las Despedidas
El Esperado Día
Uno que otro beso
La inspiración
Agradecimientos

Retribución

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Von ChrisRivera1116

Alexander

No recuerdo cuanto tiempo estuve sentado en uno de los bancos, que están a la orilla del río Sena. Solo sé que me sentía el hombre más infeliz del mundo y no quería culpar a nadie más que a mí mismo. Pasé todos esos años de estudio y trabajos, tomando fotos, procurando olvidar a Lory y seguir con mi vida. De pronto una puerta se abrió para poder estar con ella, pero estaba equivocado.

Fue para darle un cierre a todo botar la llave. Y en ese momento, me encontré dividido. Por un lado, podía respirar hondo, volver a mis fotos y dejarme enamorar por una mujer que me siga la corriente. La otra opción era más loca. Intentar reconquistar a Lory. Dos opciones, para un camino.

—Al fin te encontré —escuché decir a un lado —. ¿Estás bien?

Claro. No podía ser otra que la rubia de Natalia Parks que, parada junto a mí, me miraba con una sonrisa condescendiente que me dio una buena idea de cómo me debía estar viendo en ese momento.

—Me siento como si hubiera salido de un puerto en un bote y a la mitad del lago, descubriera que tiene un agujero y me estoy hundiendo.

—Eso, fue muy específico —comentó ella.

—¿Cómo me encontraste?

—Los vi salir juntos y pensé que irían a recordar y a pasar un rato. Así que esperé a que regresaran para saber, si habías tenido suerte de reconquistar a Loryann. Pero al ver que ella regresó sola, supuse que las cosas no te habían salido bien, por lo que me puse a buscarte.

—¿Cómo sabías que quería reconquistar a Lory? —pregunté torpemente y algo avergonzado.

—¡Oye! —Exclamó sentándose en el banco —. Puede que sea rubia, pero no soy estúpida.

—Nunca he subestimado a nadie por el color de su cabello —repliqué más tranquilo.

—En cuanto supe que tú y la modelo habían sido algo en el colegio, supuse que a eso te referías con lo de «aún tengo asuntos en la cabeza que debo resolver» —dijo supuestamente imitándome.

—Supongo que te sentiste mal —comenté nuevamente avergonzado.

—Un poco. No lo voy a negar —dijo volteando su rostro para fijarse en el río —. Pero así eres tú. Ya tenías una idea en mente y no ibas a dejarla pasar.

—Lo siento.

—No importa —respondió encogiéndose de hombros —. Pero no te perdono que no me hayas dicho nada. Me sentí como una tonta delante de Loryann Shaw.

—Me merezco lo peor.

Un par de segundos después de decir esto, sentí que me pegaban bastante fuerte en el brazo. Me dolió algo y me quejé, pero me lo merecía.

—Ahora estamos a mano —dijo ella sonriendo. Luego se paró frente a mí y me ofreció su mano —. Ven. Vayamos a tomar algo para despejar las malas ideas y alegrarnos un poco.

—Sabes que no puedes beber.

—Solo cuenta tres tragos. No más. ¿Me ayudas con eso?

Lo pensé un momento. Allí estaba la rubia mirándome con sus ojos bien abiertos, su mano extendida y una sonrisa que parecía invitar a hacer travesuras.

—No te harás de ideas —aclaré.

—No me haré de ninguna. Tomaremos como amigos —respondió.

Tomé su mano y me levanté para seguirla. Curiosamente, no solté esa pequeña mano hasta que llegamos a la podadora.

Loryann

—Jugaste sucio Karen, a pesar de que te perdoné —decía al teléfono en cuanto la editora en jefe de Fabulous Fashions se dignó a responder a mi llamada.

—No recuerdo que me perdonaras —respondió. Su voz se escuchaba más madura y profesional.

—Creí que te quedaría claro al aceptar tu entrevista, a pesar de saber que era para tu publicación.

—Entonces lo tomaré en serio. Y espero que aceptes mis disculpas. Déjame adivinar: Alex hizo una de las suyas.

Me impresionó ver que mi ex rival se había vuelto muy perspicaz. Seguía teniendo esa aura maliciosa, pero se escuchaba como toda una jefa.

—No exactamente —me apuré en aclarar —. De hecho, fue muy profesional y tomó las fotos. Muy bonitas por cierto, en poses de corte íntimo.

—Espero que no demasiado íntimo —comentó soltando una modesta risita con la que me contagió, para luego añadir —: Entonces, qué me recriminas.

—No sabía que el fotógrafo sería mi ex novio.

—Tú lo ves como un ex novio, yo lo veo como un fotógrafo muy talentoso, que se está desperdiciando en tomar fotos de ciudades.

—Te concedo la razón. Alex es muy talentoso.

—Y tú te merecías ese talento. Aunque admito que voy detrás de la publicidad de Saint Jean.

—¿También estás en el negocio de la publicidad? —pregunté impresionada.

—Digamos que tengo mis planes al respecto e involucran a Díaz.

—Alex es una caja de sorpresas. Lo que no le gusta, no le gusta y punto.

—Entiendo. Y supongo que tú aún le gustas.

Me sonrojé. Por suerte ella no lo veía y tuve que buscar rápido con qué responder para que no se diera cuenta.

—Lo mencionó. Pero le hice saber que ya estaba con alguien.

—Así que lo admites. Me alegro, porque las revistas de chismes, están haciendo su agosto contigo.

—¿¡Qué!? —pregunté exaltada.

—Una revista barata llamada Rumors, ha publicado fotos tuyas acompañada de un caballero. Muy interesante, Lory. Pero se ve algo mayor para ti.

—¿¡Cómo!? ¿¡Cuando!? —comencé a entrar en pánico.

—No me digas que no te has dado cuenta —recrimina Karen al otro lado del océano.

—Por supuesto que no. No tengo tiempo para leer nada.

—Busca a Sacha Méndez por YourVideo. Lo mencionó en su programa por el canal siete de Los Ángeles.

Sentí que el suelo bajo mis pies se derrumbaba. Si había algo que siempre había cuidado era no llamar así la atención. Nunca quise ser carnada de la prensa amarillista.

—Pero... pero...

—Yo que tú no me preocupo. No serías la primera ni la última.

—No me preocupo por lo que digan, sino por lo que diga mi madre o mi padre.

—Ah, vaya. Eres una adulta y te preocupas por lo que piensen tus padres.

—¡Claro que sí! —repliqué —. Sobre todo, mi madre.

—No digas más. Si no te ha llamado es porque no se ha enterado y pronto será noticia vieja.

—Tienes razón —repetí «¿tiene razón?» varias veces para convencerme a mí misma —. Además, mi madre no ve la prensa. Apenas se entera de lo que pasa si alguien se lo dice.

—Entonces, asunto resuelto.

Creí que Karen daba por terminada la llamada, pero antes, al parecer, quiso decir algo más.

—Y sobre el asunto de Alex: solo quiero decirte que realmente lamento lo que hice. Como toda adolescente tonta, cometí una grave falta que le causó daño a ambos. Así que te agradezco que me hayas perdonado.

—Está bien. Con esto, nos ayudaste a darle un cierre.

—Espero que así sea.

—¿Nos vemos algún día para almorzar? —preguntó con amistosa naturalidad.

—Claro. Te avisaré en cuanto regrese a Nueva York.

—Hecho.

Colgamos casi al mismo tiempo y yo me quedé muy quieta para ver si sentía que mi corazón volvía a su lugar.

Entonces recordé y tomé mi celular para ver el video que Karen me refiriera.

Ahí estaba. Sacha Méndez, comentarista de farándula del canal siete de Los Ángeles, hablaba de mí mostrando viejas y nuevas fotos mías para que la gente me reconociera. Y luego, pasa a mostrar fotos de mí y James... ¡en Praga!

«...¿Será que Loryann Shaw por fin ha encontrado el amor?»; decía descaradamente como la chismosa que era.

De lo único que tenía que dar gracias, era de que probablemente, la doctora Shaw no se había enterado de esto. Pero eso no me calmaba.

Alexander

El pub en el que no sentamos a tomar, era bastante agradable. Tenía hasta un pequeño espacio a modo de escenario con una máquina de karaoke. Así que ambos nos divertimos viendo y oyendo a aspirantes a cantantes, que eran el entretenimiento principal del local.

—No hice ninguna pregunta al respecto a Loryann —me decía Natalia —. Pero a ti, sí puedo preguntarte, porque en realidad tengo mucha curiosidad.

—Quieres saber lo que paso entre Lory y yo —comenté como ausente.

—Si no te hace sentir incómodo.

—Puedo contarte lo que pasó —dije —. Pero no quiero ser juzgado.

—Prometo no juzgarte. Solo quiero entenderte.

—¿Por qué?

—Porque nadie normal se mantiene enamorado de nadie por años, así como tú.

—Dijiste que no me ibas a juzgar y ya me llamas anormal.

Se rio

—No te estoy juzgando, de hecho, hasta me parece tierno —dijo mirando fijamente a su vaso con el coctel de vino espumoso que ordenó —. Ojalá alguien me amara así. Pero debes admitir que no es normal.

—Lory fue especial para mí —comencé a decir.

De ahí en adelante, relaté todo lo que viví con ella, hasta el punto en que nos reencontramos y terminamos. Ella no dijo ni una sola palabra. Al contrario, simplemente me observó en silencio, pero en su rostro parecía tomar nota de todo lo que le decía.

—Vaya —dijo simplemente al concluir con mi historia.

—¿No dirás nada más? —pregunté extrañado.

—Dijiste que no te juzgara —dijo dando un sorbo a su trago.

Comprendí a lo que se refería. Todas sus opiniones se las reservó y solo se limitó a ser una simple oyente.

—Bien. Te lo agradezco — comenté sonriéndole.

—No es nada —replicó —. ¿Sabes de lo que tengo ganas? Quiero cantar una canción.

La miré sorprendido. «¿Acaso sabía cantar?»

—Pero...

Antes de que me diera cuenta, apuró a terminar su trago y se levantó.

—¿Me pides otro? —dijo y se acercó al espacio para cantar.

Me reí al ver que, sin ningún recato o vergüenza, la pequeña reportera se acerca al hombre que maneja el karaoke y le dice algo al oído. Tan pronto como la otra chica dejó de cantar y apenas le permitió disfrutar de sus aplausos, le quitó el micrófono y se presentó como si estuviera en un concierto.

Realmente el alcohol no era el mejor amigo de esta chica. La música comenzó y mientras suena la introducción, dice algo en francés y me menciona y señala, provocando que los presentes se volteen a verme.

Cette chanson est pour toi Alex Diaz!

Cuando veo la canción, me limito a cruzarme de brazos y ver que tal cantaba la rubia. Y realmente me impresioné. Lo hacía muy bonito, todo el pub se quedó en silencio para escucharla cantar y al terminar, la ovacionaron e incluso me levanté para aplaudirle. Tranquilamente entregó el micrófono y regresó a la mesa.

—Si querías impresionarme —le dije una vez llega frente a mí —, lo lograste. Vaya talento.

—Merci —responde.

—Creo que no estás tan ebria como creía.

—Nop —dijo sonriente y un tanto coqueta —. ¿Y tú? ¿Cómo te sientes ahora?

Al fin caí en cuenta y me sonreí. Natalia había estado tratando de animarme tal como lo hice con ella en el campo.

—Mucho mejor, gracias —respondí y una vez más, su nacarada sonrisa y su azulada mirada, iluminó todo a su alrededor.


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