Cuando habla el Corazón 2 (ch...

By Saku_Mayu

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Después de haber creido que lo había perdido todo, Julian comprende que algunas veces seguir con vida, aferra... More

Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capitulo 34
Capitulo 35
Capitulo 36

Capitulo 11

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By Saku_Mayu


—¿De qué... de qué estás hablando? —murmuró Julian con la boca seca, dejándose caer y tratando de deslizarse hacia un lado, arrastrándose por el suelo.


—¿No lo sabes? —Kei inclinó la espalda hacia delante y lo agarró del cuello, haciendo que Julian se quedara completamente inmóvil, asustado, perdiéndose en la furiosa y peligrosa mirada del chico rubio y sintió un espasmo cuando los dedos de Kei tiraron de su barbilla hacia arriba, sin ejercer presión en su cuello y dejó su rostro a escasos centímetros del suyo—. Te doy la alternativa de que me expliques cómo entiendes tú la manera de que alguien sea cariñoso contigo. Si necesitas ser golpeado para sentirte querido, dímelo, te golpearé hasta que pierdas la conciencia.


Julian trató de tragar sin éxito, mirando a Kei aterrorizado.


—No...


Intentó sacudir con la cabeza pero los dedos de Kei se lo impidieron.


—¿No? —Hasta el tono irónico de Kei sonaba espeluznante—, ¿entonces? ¡Oh! Sí, se me olvidaba. Sexo —asintió con la cabeza y Julian se limitó a quedarse congelado—, quieres sentir dolor en vez de placer. Bien, de acuerdo, lo acepto.


Apartó los dedos de su barbilla y antes de que Julian se diera cuenta de lo que iba a suceder, sintió la dolorosa presión del pie de Kei sobre su entrepierna. Julian abrió mucho los ojos y dejó escapar un sonidito lastimoso, llevándose las manos a la pierna que Kei cada vez aplastaba más contra su miembro.


—Kei... —sollozó, haciendo un gran esfuerzo por buscar las palabras.


—¿Qué ocurre? ¿Es esto lo que te gusta? —comenzó a mover el zapato, estrujando aún con más fuerza sobre sus pantalones y Julian se mordió el labio, sintiendo el innegable cosquilleo en su ingle mientras notaba avergonzado como se endurecía—. Ahora comienzo a entender qué era lo que tanto te gustaba de mí


Julian escuchó la última frase de Kei como si le hubieran lanzado agua helada por el cuerpo y sin darse cuenta de lo que hacia, empujó con las dos manos la pierna, apartándola de su cuerpo y vio atemorizado como Kei se echaba tranquilamente hacia atrás. Preocupado, Julian se acurrucó en la pared, llevándose disimuladamente las manos a la incipiente erección, y bajó la mirada hasta sus zapatillas, echando un vistazo a los zapatos negros del chico rubio que no se habían movido.


—Fue un accidente —musitó, avergonzado, notando las lágrimas en los ojos.


—Un accidente —repitió Kei—, generalmente la gente se quema accidentalmente en una mano, ¿aún así tú me dices que fue...?


—¡Fue un accidente! —chilló desesperado—. No me di cuenta que estaba tan caliente... —Ya comenzaba hasta notar lo convincente que sonaban sus mentiras, pero era mejor que fuera acostumbrándose a ello si pretendía hacer de su vida una mentira—. No quería hacerme daño...


—¿Quieres que crea eso?


—Mis padres ya lo han visto. Estoy bien, fue un accidente. No... no volverá a pasar —Debía pensar en otra cosa. No sólo por Kei. Si sus padres se asustaban volverían a llamar al médico y ahí Kei podría intervenir y si llegaba a enterarse... Julian sintió una opresión en el pecho y ejerció fuerza con las manos sobre ya dolorosa erección, haciendo una mueca involuntaria de dolor—. Además —murmuró débilmente, bajando aún más la cabeza—, no te quiero... por eso...


El calor de su cara fue aumentando al mismo ritmo que su voz se debilitaba y los latidos de su corazón se clavaban en las sienes, esperando a que Kei dijera algo.


—No resulta muy creible —habló Kei despacio, muy suavemente, arrastrando cada palabra con cuidado—, princesita —Julian se encogió aún más y se hubiera echado hacia atrás si la pared no se lo hubiera impedido cuando el chico rubio se agachó a su lado, sin tocarlo—, si lo dices cuando ese poco te deja empalmado.


Julian contuvo la respiración y se negó a levantar la cabeza para mirarlo. No se trataba del dolor, sino porque había sido él, pero no sabía cual de las dos razones era más bochornosa de admitir.


—Está bien, lo dejaré pasar por esta vez —dijo Kei—, así que dime, ¿te alivias tú solo o prefieres que te ayude?


Las manos de Kei tocaron sus rodillas y separaron suavemente sus piernas, pero Julian se levantó rápidamente, avergonzado. No es que no quisiera, pero temía que Kei viera el resto de las marcas de quemaduras y se mantuvo firmemente pegado en la pared, aún con las manos entre las piernas y esperó agitado a que el chico rubio se incorporara más lentamente.


—Yo solo —murmuró sofocado


—Bien —acepó Kei automáticamente, sin moverse, posiblemente notando la manera en la que él se estaba retorciendo bochornosamente y Julian se planteó la posibilidad de moverse por uno d los extremos de Kei y escabullirse al servicio—, comienza.


Julian levantó la cabeza bruscamente y miró a Kei horrorizado, un momento antes de bajarla lentamente y desviar la mirada al suelo, humedeciéndose los labios.


—No...


—¿Qué ocurre? No iras a decirme que a estas alturas te da vergüenza masturbarte delante de mí, ¿verdad?


Julian se mordió el labio, manteniendo la mirada lejos de los oscuros ojos del chico rubio. Por mucho que lo dijera de esa manera, no es como si no le diera vergüenza hacer algo así delante de él... más bien lo difícil era hacerlo mientras él lo miraba fijamente y comenzaba con sus habituales comentarios burlones.


—Por favor... —por favor, por favor, que lo dejara marcharse.


—Está bien —aceptó Kei de nuevo, haciéndose a un lado—. Ya conoces el camino hasta el baño.


Julian dejó escapar un suspiro de alivio y se movió torpemente, teniendo especial cuidado de no rozar el cuerpo de Kei y entró al cuarto de baño, dejando que la puerta se cerrara sola a su espalda mientras se desabrochaba con las manos sudadas los pantalones y liberaba la erección, abarcando su pene con la palma de la mano.


—Es obvio que no ha hecho mucho por ti el gimnasio —Julian abrió mucho los ojos y dejó escapar un sonido de agonía cuando el brazo de Kei lo rodeó por la cintura, apretando su espalda a su cuerpo y deslizó la mano libre hacia las manos de Julian que sostenían su miembro y acarició la piel de su ingle, suavemente, rozando los testículos antes de alcanzar el pene y rodearlo entre los dedos, apartando las manos de Julian y lo masajeo despacio, inclinando sus labios hacia su nuca, recorriendo su cabeza hasta llegar a su oreja y mordisqueó el lóbulo—, dime, ¿en esto has mejorado algo?


—Kei... —gimió Julian, encorvándose hacia delante, sintiendo la presión del miembro del chico rubio tras los pantalones, apretando su cuerpo, haciendo que anhelara sentirlo dentro de él y aferró la mano que frotaba hábilmente su pene, siguiendo el recorrido de sus movimientos hasta que alcanzó el orgasmo y dejó que el brazo que Kei mantenía en su cintura lo sostuviera, incapaz de decir nada, incluso cuando Kei no apartó los dedos cubiertos de semen de su pene ya flácido, entremezclándolos con su propia mano.


—Al menos ya no eres tan rápido.


Julian sintió que se sonrojaba y sintió frío cuando finalmente Kei apartó su mano, agradeciendo que aún mantuviera su abrazo y tímidamente, aún queriendo notar su cuerpo apretado al suyo, agarró la mano que se apartaba de él y tras sostenerla un momento entre sus manos sucias, la levantó y la miró, respirando agitadamente. Algunas gotas de su semen se deslizaban hasta la punta de los dedos y comenzaban a gotear el suelo. Julian respiró agitado y se la llevó a los labios, lamiendo los dedos de Kei e introdujo uno de ellos en la boca, succionándolo torpemente hacia el interior.


—Si estás animado para esto, ¿por qué no pruebas a hacerlo en otro lugar?


Julian dejó de sorber y dejó que Kei deslizara el dedo hacia fuera. El corazón le latía con fuerza e hizo un gran esfuerzo para tratar de girarse, aún sin arreglarse la ropa, sintiendo como la presion del brazo que rodeaba su cintura cedía y le permitía volverse y miró cohibido a Kei, quien lo observaba con una divertida expresión.


—Sabes a donde me refiero, ¿verdad?


Julian se encogió débilmente, echando un rápido vistazo al pantalón de Kei.


—Sí...


Sí, lo sabía muy bien. Julian tragó con dificultad, tratando de refrescarse la garganta y se movió para arrodillarse, pero antes de que sus rodillas tocaran el suelo, Kei lo agarró del brazo y tiró de él, levantándolo.


—Mejor dejemos esto para otro momento —Su expresión se había ensombrecido, endurecido y había perdido el brillo divertido. Estaba enfadado y Julian volvió a sentir pánico, pero antes de poder preguntarle nada, escuchó la puerta de entrada—. Será mejor que te vistas.


Julian dio un respingo y se dio rápidamente la vuelta, ajustándose la ropa y se abrochó los pantalones, escuchando preocupado como Kei abría el grifo a su lado y salía del baño. Las voces de Oshi y Rykou se escuchaban desde la entrada.


—No estábamos seguros si molestar... ¿sigue el pequeñín vivo o hemos entrado justo a tiempo para limpiar la sangre? Ooooh, Julian.


Julian se dejó ver, acercándose con pasos lentos al salón y el pelirrojo le saltó al cuello, abrazándolo al punto de asfixiarle.


—Oshi... —intentó hablar mirando a Kei de reojo. Se había acercado a la ventana y mantenía entre los dedos un cigarrillo sin encender. Su mirada seguía ausente, muy lejos de allí y a Julian se le contrajo el estómago, mirando como Rykou se acercaba a él y se mantenía de pie, en silencio a su lado.


—Ya te daba por muerto, tío. ¡No imaginas lo preocupado que estaba! —comenzó a berrear a gritos y Julian dejó de mirar a Kei para prestar toda su atención a Oshi y su posibilidad de quedarse sordo si no conseguía apartarlo—. Hasta había comenzado a pensar en un discurso para decirlo en tu funeral... —se calló de golpe y lo apartó, agarrándolo de los hombros para poder mirarlo a la cara. Julian lo miró confuso—. ¡Eh! ¿Quieres escucharlo? ¿Quieres oírlo? ¿Quieres? ¿Quieres? —comenzó a zarandearlo con fuerza—. Veeeeenga, di que sí.


—Oshi, cállate —intervino Rykou de pronto.


Oshi hizo una mueca y sólo ladeó la cabeza un poco para mirar a su compañero.


—Rancio. Es como deberían llamarte.


—Limítate a callarte y ahorrarnos tus tonterías.


—Tío, en serio, rancio. Ran-cio. ¡Rancio! ¡Rancio! ¡Rancio! ¡Rancio!


—Tú...


—Suficiente. Los dos —Kei ni siquiera apartó la mirada de la ventana—. ¿O preferís bajar a correr otro rato?


Rykou enmudeció inmediatamente y se puso erguido, tan derecho que parecía una estatua de piedra. Oshi, en cambio, puso morros y comenzó a farfullar en voz baja.


—Pero Julian quería oírlo —Y lo miró a él con una sonrisa exagerada—, ¿verdad? —Julian lo miró, dudando. Estaba seguro que podía ahorrarse aquello que fuera lo que Oshi había preparado para su funeral. Sí, podía ahorrárselo. Es más, prefería no oírlo—, ¿verdad?


—Bueno... yo...


—¡Oh! —Julian dio un bote, asustado por la exclamación de Oshi y aún le descolocó más que borrara completamente la sonrisa y entrecerrara los ojos, mirándolo rencoroso—. Es verdad, que estoy enfadado contigo por serme infiel —se apartó de él y se cruzó de brazos caprichosamente—. Pues ya no te hablo.


—¿Eh...?


¿Infiel? Julian desvió la cabeza hacia Kei pero el chico rubio seguía pendiente de la calle, sin encender el cigarrillo aún y sintió un nudo en el estómago, deseando, aunque sintiéndose incapaz de hacerlo, de ir y abrazarlo. No. No podía ser tan hipócrita de tratar de aliviar un dolor que él mismo le había causado.


Por unos segundos sólo lo miró hasta que Kei giró el cuello y sus ojos negros se clavaron en los suyos. Julian apartó rápidamente la cabeza y apretó las manos hasta sentir el dolor de las uñas, abriendo el puño con la misma rapidez al darse cuenta de lo que estaba haciendo.


—Necesitabas cariño —Julian se estremeció al escuchar la voz de Kei—, ¿y qué entiende tu médica como cariño?


Julian se negó a girar la cabeza para mirar al chico rubio y se encogió al escuchar sus pasos, acercándose.


—No... no lo sé...


—¿Y vosotros? ¿Qué opináis?


—¿Yo? —Oshi se señaló inocentemente con el dedo y Julian percibió como Kei se sentaba en el sofá, no muy lejos de él—. No sé... ¿dar muchos abrazos, besos todo el día y palabras empalagosas? Yo me apunto a lo besos. ¿alguien quiere darme un beso? Estoy falto de cariño...


—Cállate de una vez —le cortó Rykou de mal humor.


—¿Y qué entiendes tú por cariño, Rykou?


La pregunta de Kei debió pillarle, pese a todo, desprevenida, porque volvió a ponerse rígido y miró al chico rubio como si no hubiera escuchado correctamente.


—Dependerá... de la persona, supongo.


—Cariño es sinónimo de beso —Insistió Oshi, asintiendo efusivamente con la cabeza—, besos de todo tipo. Están los besos de...


—¿Qué sabrás tú de eso? —resopló Rykou.


—¿Y qué sabrá un rancio?


—¿Qué tal si volvéis los dos a enfriaros la cabeza corriendo otro rato? —sugirió Kei sin cambiar el tono de voz.


Se podría haber interpretado de cualquier forma, pero Rykou se dio la vuelta solemnemente y salió de la casa sin decir nada. Oshi comenzó a protestar y gimotear.


—¿Ves, Kei? No eres naaaada cariñoso y...


No terminó de hablar. Rykou volvió a entrar, recorrió el camino que le separaba de Oshi y agarró al pelirrojo, arrastrándolo fuera de la casa mientras Oshi se tiraba al suelo y se aferraba al pie de su compañero.


—¡Yo solo quiero cariño! ¡Quiero un beso!


—¡Cállate!


—¡Dame un besito,¡ ¡Mi besito! ¡Yo quiero cariño también! ¡Ah! ¡Eh! Que eso hace daño, ¿sabías? ¡Ah! ¡Eres un insensible! Pienso decírselo cuando te eches novia, que lo sepas, Ah, ah.... vale, no, no, no lo haré, no lo haré....


Julian escuchó como volvía a cerrarse la puerta de entrada y echó un vistazo a Kei que lo observaba desde el sofá. Su mirada no decía nada.


—¿Qué necesitas para sentirte querido?


Julian apartó la mirada y se frotó las manos heridas y sudadas en el pantalón.


—No... no lo sé.


No quería hablar de eso, necesitaba alejar a la psicóloga de los pensamientos de él.


—¿Sexo?


—No...


—¿Dinero?


—¡No! —Julian encorvó los hombros y miró la puerta con ansiedad—. Tengo... que irme.


—Quédate aquí.


—No puedo... Mi madre se preocuparía y... sería peor.


Mucho peor. Sobre todo si de verdad no quería que Kei se enterase...


—De acuerdo. Baja con esos dos.


Julian miró el perfil de Kei, quien había vuelto a sumergirse en sus pensamientos. Era tan difícil saber lo que realmente pasaba por la cabeza de aquella persona... ¿Cómo podía sentirse querido? Kei no mostraba cariño, eso lo había sabido desde el comienzo, aún así... Caminó lentamente hacia la puerta, deprimido, ¿tenía derecho a desear que Kei le dijera que lo quería? Tal vez no, sabía que no, pero aún así, aún así... Se detuvo frente a la puerta, respirando con fuerza para encontrar el valor y se giró, despegando los labios resecos para hablar pero se quedó helado cundo encontró a Kei a su espalda y retrocedió un paso, sorprendiéndose cuando el chico rubio apoyó una mano en la pared, al lado de la puerta e inclinó la cabeza, besándolo, entreabriendo su boca con los labios.


—Será mejor que te des prisa o no los alcanzarás —dijo amablemente, acariciándole el rostro con su aliento..


—Hm —murmuró Julian sin saber que decir, con la mente en blanco, escuchando tan fuerte los latidos del corazón en su cabeza que necesitó agarrarse a la pared para salir de la casa sin que sus piernas cedieran y cayera al suelo.


———————-

Un capitulo más... y para los que me seguís en Facebook ya sabéis que me estaba olvidando de la actualización de CHEC.... Bueno, más que olvidando fue un error de memoria xDDD Estaba tan convencida de que me tocaba actualizar el capitulo de El camino del amor... pero nah, me di cuenta del error a tiempo y aquí está el capitulo ^^


Muchas gracias por leer, votos y comentarios :)


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