Medidas Desesperadas ©

By Lau154

27.4K 4K 234

Alice, a sus dieciocho años, es una empresaria juvenil en toda regla. Hace meses que, bajo el seudónimo de W1... More

Intro | Medidas desesperadas
Prólogo | Tiempos desesperados, medidas desesperadas
Capítulo 1 | Me estaban chantajeando
Capítulo 2 | Aidan Cramer
Capítulo 3 | No soy yo
Capítulo 4 | La lista de W
Capítulo 5 | Copiado
Capítulo 6 | Compuestos de hidrógeno, nanosensores y códigos
Capítulo 7 | Ralph A. James
Capítulo 8 | Mariposa
Capítulo 9 | Investigación
Capítulo 10 | Cupcakes de café y confianza
Capítulo 11 | Regionales
Capítulo 12 | Biblioteca y límites
Capítulo 13 | Holm Oak Forest
Capítulo 14 | Fuera
Capítulo 15 | Chapuzón
Capítulo 16 | Bison Falls
Capítulo 17 | Lago y estrellas
Capítulo 18 | Joder, joder
Capítulo 19 | Sextillones
Capítulo 20 | Biosensor
Capítulo 21 | Tic, tac
Capítulo 22 | La fuente
Capítulo 23 | Encina
Capítulo 24 | Grupo de investigación
Capítulo 25 | C
Capítulo 26 | Cortisol y oxitocina
Capítulo 27 | Grupo secreto secretísimo confidencial de investigación
Capítulo 28 | De perdidos al río
Capítulo 29 | Ilegal
Capítulo 30 | Fluorita
Capítulo 31 | ¿Archie?
Capítulo 32 | Una gripe que se lo toma a personal
Epílogo | Mi equilibrio

Capítulo 33 | Unas disculpas

822 119 12
By Lau154

Aidan

Como era de esperar, Alice no se había presentado al baile del sábado. Y mi aparición fue fugaz, porque al comprobar que no estaba allí, saludé a Chris y me marché a casa.

Era lógico que no iba a estar allí, puesto que por lo visto tenía una gripe que la había atacado con fuerza y la había debilitado un poco. Había conseguido ir sabiendo información sobre su estado de salud mediante Sophian, que había venido algún que otro día a mi piscina.

Lo cierto es que llevaba unos días en los que no me encontraba a mí mismo. Iba a la hora de clase obligatoria para simplemente sentarme y fingir que escuchaba (eran clases en las que los profesores nos indicaban qué cosas debíamos mejorar de sus asignaturas, nos mostraban las correcciones de los exámenes y trabajos, etc.), mientras pensaba en qué podía hacer para arreglar las cosas con Alice y dejar de cagarla con ella.

Hacía tiempo que no pasaba tantos días sin verla.

Una semana.

Y sabía que no solo era por la gripe, si no también porque no quería verme ni en pintura. Aun así, estábamos a viernes, hacía tres horas que habíamos recibido las notas y en dos más era la graduación. Sería un acto en los jardines del instituto, con todos los alumnos del curso y algunos familiares. Alice había sido propuesta por los profesores para dar un discurso, así que la vería seguro, lo cuál me aliviaba.

Debería estar en casa preparándome. Sin embargo, estaba en la piscina junto al entrenador Sackville. Tenía mi ropa en el vestuario. Ese sería el último día que pisaría el instituto y, sinceramente, ese lugar había sido, junto al laboratorio del que me acababa de despedir, mi lugar seguro.

―Espero que nos veamos en la universidad, Cramer. Imagino que te costará compaginar la piscina con las ciencias, pero ojalá algún día tengas una aparición y decidas decantarte por la natación.

Me reí por lo bajo.

―No lo creo, pero seguro que nos veremos. Al menos los dos primeros años estaré en el equipo. No me voy a librar de ti ni queriendo, ¿eh?

―Jamás.

Sackville también entrenaba a los chicos de 200m mariposa de la Utah, la universidad a la que iría en otoño. Así que estaba claro que seguiría todavía un tiempo con él, mas no en esa misma piscina.

―No he podido hablar con ella, ¿pero sabes si Wagner va a seguir en serio con la natación?

―Se lo está pensando, pero cada vez le tienta más la idea ―le expliqué, sin saber si ya había tomado alguna decisión.

―Tiene muchísimo futuro.

―Alice hace que nadar a esa velocidad parezca fácil.

―Totalmente. La he propuesto para el equipo olímpico nacional ―Lo miré sorprendido―, pero me han dicho que antes quieren verla en acción. Los vídeos no les valen. Los ojeadores del comité ya tienen sus sillas reservadas para verla en los nacionales. No se lo digas, o se pondrá nerviosa.

―¿Crees que aunque no gane la pueden elegir?

―No me atrevo a responder, porque nunca se sabe. Alice tiene los dieciocho, ¿verdad?

―Sí.

―Menos mal. Les he dicho que es mayor de edad como medida desesperada ante su negativa inmediata al saber que era estudiante de instituto. ―Rio un poco―. Quieren ahorrarse trámites, ¿sabes? Y al ser mayores de edad les va a facilitar las cosas.

―Entiendo.

Tras un par de segundos en silencio, mirando la piscina, vi que Sackville se quitaba la camiseta y los pantalones, quedando en bañador.

―Venga, Cramer. ¿Una carrera para despedir a esta preciosidad?

🗒️🗒️🗒️

No estaba dispuesto a achicharrarme, así que, igual que otros compañeros de curso, opté por un pantalón chino y una camisa de manga corta. Ni chaqueta de traje, ni camisa de manga larga. A treinta grados al sol, probablemente me daría algo. Las carpas que habían puesto para refugiarnos un poco de los rayos de sol servían más bien poco. No había nadie que no tuviera la frente perlada de sudor.

Los alumnos estábamos colocados en orden alfabético, según nuestros apellidos. Por ello, yo me encontraba en la sexta silla y a mi lado, Jonas. Por supuesto, no le dirigí ni una sola mirada, ni una sola palabra, ni un poco de atención. Para mí, desapareció. Lo hizo en el momento en que me enteré de todo lo que había hecho. Y me daba igual que hubiese sido manipulado por Rajesh; era igual de culpable.

Unas filas atrás, divisé a Alice charlando con Sam, una compañera de natación que tenía sentada al lado. E iba preciosa; con el pelo recogido en una coleta alta y lisa, los párpados ligeramente más oscuros gracias a, probablemente, una sombra café, un vestido blanco con vuelo que parecía ser corto hasta encima de las rodillas, un sonrojo que me indicaba que se encontraba mejor y una sonrisa que deseaba con todas mis fuerzas que me dirigiera a mí.

La ceremonia de graduación era cada año la misma. Había asistido solo a dos más, idénticas a la de ese día. Nos fueron llamando a los graduados, uno por uno, por orden de silla, para recoger los diplomas, hacernos una foto con la rectora y de nuevo a la silla.

―Aidan Cramer, alumno miembro del departamento científico, excampeón regional de los 200 metros mariposa y el primer graduado con honores de la tarde.

No negaré que me avergonzó un poco tener que subirme a esa tarima a recoger el diploma el doble de grande que el resto de mis compañeros, delante de no sé cuántas personas aplaudiendo. Tenso como un resorte, posé con la rectora y en cuanto tuve la oportunidad, me marché corriendo a mi sitio.

Que la gente me mirara tanto me daba mucha angustia.

Y a mí, lo que realmente me interesaba, era que llegaran a la W para ver a Alice.

Todavía pasaron unos cuantos minutos de aplausos casi ininterrumpidos a mis compañeros de curso hasta que llegó su turno. Se han empeñado en decir todos los títulos de cada estudiantes, y había algunos que tenían al menos siete. Agradecí de todo corazón que Alice solo tuviera uno.

―Alice Wagner, vigente campeona regional de los 100 metros estilo libre.

Quizá fue la que se llevó los aplausos más fuertes de toda la tarde. Todos los de natación aplaudimos con más fuerza, lógicamente, puesto que era la única que había ganado algo ese año en representación del club. Aunque mis aplausos eran para ella, no por su título.

La vi subir las tres escaleritas con una sonrisa, con las manos pegadas a la falda de su vestido para que la brisa no se la levantara, y la vi poner los ojos en blanco cuando sus dos hermanos silbaron con fuerza. Me pareció escuchar un "es mi hermana" por parte de Brandon.

―La señorita Wagner será la encargada de dar el discurso de despedida, así que le pediremos que no se aleje mucho del escenario.

Bajó las escaleritas y se esperó allí a que los pocos alumnos que quedaban subieran a recoger su título. Simbólico, porque ese papel no nos servía de nada. No negaré que fui incapaz de apartar mi mirada de ella, agradeciendo que no nos hubiesen hecho poner toga. Estaba realmente preciosa. Y acalorada, pues no dejaba de abanicarse la cara con el diploma.

Cuando fue su turno, le dejó su título a Elías, el único profesor de todo el instituto que nos había obligado a llamarlo por su nombre, y se arrimó al atril. No llevaba nada en sus manos, ninguna nota preparada, y eso me preocupó un poco. Temía que se hubiese olvidado.

―Buenas tardes ―dijo al micrófono, demasiado cerca y haciendo que sonara demasiado fuerte. Maldijo por o bajo y se alejó un poco―. Espero que me perdonéis si esto no sale cómo pensáis, porque he estado enferma una semana y se me ha olvidado por completo prepararme nada... Hoy estamos aquí para poner fin a un capítulo muy importante en nuestras vidas, despidiéndonos de este instituto. Es extraño, porque creo que todos nos alegramos de por fin haber terminado, pero a la vez nos da mucha lástima saber que no volveremos a pisar este lugar.

»Mirando hacia atrás, es inevitable recordar con cariño todo lo que hemos pasado juntos; nuestras primeras jornadas del deporte, el escape de gas que nos libró de los exámenes en noveno, cuando Colin inundó el teatro, la invasión de abejas por culpa del antojo de miel fresca de Riley, los castigos al curso entero barriendo hojas de los jardines por haber subido a los árboles...

Las risas se extendieron por todo el jardín.

―Por supuesto, debemos agradecer a nuestros profesores, que han tenido una paciencia incalculable a la hora de tratar con nosotros. La señorita Tanner un poco menos. Y no me voy a girar a mirarla porque seguro que me estará echando esa mirada que grita problemas y un futuro triste y desolador ―murmuró con una risa―. Pero sobre todo a Elías, que, de las personas que dejo aquí, es el que más voy a echar de menos. Seguro que mis próximos entrenadores no tendrán el mismo fondo de pulmón para gritarme tanto.

―Espera y verás ―escuché que le dijo, a lo que todos se rieron. Alice sonrió.

―En estos años, todos hemos forjado amistades que, sin duda, durarán toda la vida. Hemos compartido momentos inolvidables en las aulas, en los jardines y en cada rincón de este instituto. Los recuerdos que hemos creado juntos siempre serán un tesoro para nosotros y, oye, aunque algunos me hayáis hecho rabiar como nunca, os llevaré en mi corazón para siempre. En especial a mis compañeros de natación, pero sobre todo a Louise y Rosalyn que...

Ellas, como no, silbaron y aplaudieron con fuerza, ganándose algunas carcajadas por el público. Sonreí.

―Que son como hermanas y que tendré la suerte de tenerlas al lado mucho tiempo más. ―Entonces su mirada barrió la primera fila hasta caer en mí, esbozando una leve sonrisa que me removió todo por dentro―. A Christofer y a Aidan también, porque aunque a veces haya querido colgarlos del campanario del pueblo, me han ayudado como los que más.

Quise pedir permiso para morirme allí mismo.

Creo que a partir de ese momento, solo escuché partes sueltas de su discurso. Agradeció a los padres, a los donantes del instituto, habló del futuro brillante que nos esperaba a todos y de algo más. Y me sentí fatal de no poder atender bien, pero mi mente se quedó en ese momento. En esa mirada. En esa sonrisa. En esas palabras.

―Gracias a todos y espero que nos veamos pronto. Mucha suerte.

Los jardines estallaron en aplausos.

🗒️🗒️🗒️

Al acabar el acto de graduación, se llevaría a cabo la cena del alumnado y el profesorado. En los mismos jardines. Por ello, nos echaron de los jardines y nos pidieron que volviéramos en media hora para la cena, momento que todo el mundo aprovechó para sacarse fotos con los diplomas y sus familiares.

Yo me tomé fotos con mis padres, con Chris e incluso con sus padres, a los cuáles todavía no había podido conocer nunca. Pero no eran las únicas personas con las que quería tomarme una foto. Les di mi diploma a mis padres y ellos se lo llevaron a casa. Como Chris todavía se quedó un rato con sus padres, yo me puse en labor de búsqueda.

Mientras ojeaba todo el lugar en busca de Alice, alguien tocó mi espalda.

―Ey, hola ―saludé a Soph.

―Ven, creo que esto te interesa ―me susurró, como si con la de voces que había alguien fuera a escuchar lo que él decía.

Lo seguí sin objeción alguna hasta la entrada del instituto. Iba a entrar, pero me agarró del brazo y me detuvo. Se puso el dedo en los labios y señaló el cristal de la puerta para que mirara por él. Allí estaba Alice.

Con Siena y Jonas.

―¿Qué...?

―Siena la ha llamado para hablar con ella.

―Me encantaría decir que vuestras disculpas me valen, pero no lo hacen ―escuché que decía Alice―. Os habéis pasado muchísimo y creo que nunca en mi vida había pasado por un nivel de estrés parecido al que me habéis sometido con vuestras mierdas. Si he accedido a hablar con vosotros ha sido porque vamos a ir a la misma universidad y, aunque no estudiemos lo mismo, vamos a tener que cruzarnos seguro, así que cuanto antes dejemos las cosas claras, mejor.

―Ya no sé qué más podemos decirte para que nos perdones, Alice. No pensamos, nos dejamos llevar por Rajesh y no podemos echarle toda la culpa a él, porque accedimos, al fin y al cabo ―explicó Siena.

―No tenéis que decir nada más para que os perdone. Simplemente, dejémoslo pasar y ya. Yo trataré de no cruzarme por vuestros caminos y, si vosotros lo hacéis, me esquiváis. Sin más. Aun así, agradezco el gesto de haber querido disculparos.

Cuando Alice hizo amago de marcharse, Sophian y yo corrimos escaleras abajo y me señaló antes de marcharse hacia otro lado.

―No creas que no os he visto. ―Me giré rápidamente y la vi bajar por las escaleras―. Sois igual de sutiles que un oso entrando en una casa.

―Perdona, es que...

―¿Podemos hablar? ―preguntó de repente.

Como es obvio, no dudé ni un momento en decir que sí con la cabeza. Caminamos hacia la estatua que había limpiado semanas atrás.

―Buen discurso.

―Gracias, estaba bastante nerviosa ―admitió.

Asentí. Porque lo sabía, aunque no se le había notado demasiado. Se apoyó en la estatua de Ralph A. James y me miró a los ojos.

―Me gustaría disculparme contigo, Aidan.

―Perdona, ¿qué?

―Debería haberte dado una oportunidad, darme cuenta de que, joder, quieres lo mejor para mí y...

―No, a ver, espera ―murmuré con una risa nerviosa e incrédula―. No deberías estar disculpándote.

―Tengo mi parte de culpa.

―No, Alice. ¿Culpa por desconfiar de mí cuando te he traicionado más de una vez? No te equivoques y no te eches mierda a ti misma, cuando el único que ha fastidiado esto soy yo. Yo soy quién debe disculparse, y lo hago ahora. Lo siento mucho. No puedes imaginarte cuánto.

―Aidan...

―Cuando me alejé, fue porque no quería seguir enamorado de ti. No quiero culpar a Rajesh de esto, aunque él fuera quién me aconsejó hacerlo de esta forma y quién me convenció de que pasar tiempo contigo hacía que mi estadía en el laboratorio peligrara. Lo hice mal, porque me dejé convencer y de hecho estuve convencido un tiempo de que así era. Yo... sabía que tú no sentías lo mismo que yo, que lo nuestro la amistad que tenía que ser y era consciente de que si te lo contaba, las cosas cambiarían. Pero no para bien, desde luego.

―Pero alejarte no era la solución...

―Lo sé, y me arrepentiré toda la vida. Pero, al fin y al cabo, aquí hemos llegado. No de la forma en la que me hubiese gustado, pero estamos. No puedo decir que bien, porque la he cagado y te hecho daño, y es algo que no sé cómo me voy a perdonar. Porque ahora siento que todo es distinto; porque por primera vez siento que esto es correspondido, aunque ahora mismo no sea tu persona favorita del mundo y...

―Siempre serás mi persona favorita del mundo. Enfadada o no, Aidan, no quita que te quiera y que podamos tener problemas muy de vez en cuando.

Decir que el corazón me latía rápido, sería quedarme corto.

Santo cielo.

―¿Quererme de "eres un buen amigo" o quererme de quererme?

―Qué idiota eres, Dios mío ―susurró con una risa, mirándome a los ojos.

―No, en serio necesito...

―Es un quererte de "estoy enamorada de ti, capullo, y que te perdono si tú me perdonas a mí".

―No tengo que perdonarte nada, Alice. Por mucho que intentes convencerme de ello, no lo conseguirás.

―Aidan...

―Centrémonos en que acabas de decirme que estás enamorada de mí y que me perdonas, por favor ―musité acercándome un poco a ella, ganándome una preciosa sonrisa que me calentó el pecho. Deslicé mis manos hacia sus mejillas y las acuné, al tiempo que ella se sujetaba de mis muñecas―. No sé si hace falta que te diga que esto me hace más feliz que haber sido graduado con honores.

―Graduarte con honores no es nada comparado con tener una novia tan espectacular como yo ―bromeó―. Enhorabuena por eso, por cierto, aunque no me sorprende ni un poquito.

―¿Cómo que novia?

―Como me preguntes si es novia de novia, o novia de amiga con beneficios, te voy a patear el trasero, Aidan.

―No, no, no ―me apresuré a decir, sonriendo ampliamente al escucharla reír. Rocé mi nariz con la suya, haciendo que cerrara los ojos―. Si le llego a decir al Aidan de doce años que el de diecisiete estaría saliendo contigo...

―Creo que se hubiese sorprendido tanto como yo ―dijo con una risa, deslizando su mirada hacia mis labios.

―¿Puedo...?

―No preguntes, Aidan.

Fue ella la que se puso de puntillas y juntó nuestros labios, por fin, después de una semana sin siquiera rozarlos.

Y sonreí, porque por fin sentía que se había acabado de verdad una etapa y, al mismo tiempo, comenzaba otra; sentía que ahora éramos solo ella, yo y el futuro; que era en ese punto cuando empezábamos de verdad, desde cero.

AMIGAS, el lunes llega el epílogo🥲❤️‍🩹

Continue Reading

You'll Also Like

6.4K 264 9
Han pasado 15 años desde que Hiccup Haddock III ha desaparecido de Berk. Solo una persona sabe que pasó y no hablara. ¿Que pasa cuando una extraña se...
86.9K 4.5K 170
Nunca pensé en volver a sentir algo por alguien después de lo que pasó con Sergio, pero ahora se que todo puede pasar y que todo pasa por algo, sea b...
462K 55.5K 72
Meredith desde que tiene uso de razón, conoce la existencia de Darek Steiner, aunque ha estipulado una regla bien marcada en su vida: NO ACERCARSE A...
47.1K 6.7K 26
Olimpia está harta de todo. Harta y con un novio que acaba de quedarse sin trabajo y necesitan ingresos urgentes para pagar la hipoteca y los gastos...