Medidas Desesperadas ©

By Lau154

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Alice, a sus dieciocho años, es una empresaria juvenil en toda regla. Hace meses que, bajo el seudónimo de W1... More

Intro | Medidas desesperadas
Prólogo | Tiempos desesperados, medidas desesperadas
Capítulo 1 | Me estaban chantajeando
Capítulo 2 | Aidan Cramer
Capítulo 3 | No soy yo
Capítulo 4 | La lista de W
Capítulo 5 | Copiado
Capítulo 6 | Compuestos de hidrógeno, nanosensores y códigos
Capítulo 7 | Ralph A. James
Capítulo 8 | Mariposa
Capítulo 9 | Investigación
Capítulo 10 | Cupcakes de café y confianza
Capítulo 11 | Regionales
Capítulo 12 | Biblioteca y límites
Capítulo 13 | Holm Oak Forest
Capítulo 14 | Fuera
Capítulo 15 | Chapuzón
Capítulo 16 | Bison Falls
Capítulo 17 | Lago y estrellas
Capítulo 18 | Joder, joder
Capítulo 19 | Sextillones
Capítulo 20 | Biosensor
Capítulo 21 | Tic, tac
Capítulo 22 | La fuente
Capítulo 23 | Encina
Capítulo 24 | Grupo de investigación
Capítulo 25 | C
Capítulo 26 | Cortisol y oxitocina
Capítulo 27 | Grupo secreto secretísimo confidencial de investigación
Capítulo 28 | De perdidos al río
Capítulo 30 | Fluorita
Capítulo 31 | ¿Archie?
Capítulo 32 | Una gripe que se lo toma a personal
Capítulo 33 | Unas disculpas
Epílogo | Mi equilibrio

Capítulo 29 | Ilegal

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By Lau154

Aidan

―No sé si me gusta esta versión de ti.

Me giré hacia Alice mientras me ponía la gorra en la cabeza. Estaba sentada en mi cama, observándome fijamente desde hacía un rato.

―¿Qué versión? ―pregunté acercándome a ella.

―Esta en la que no me cuentas qué te ocurre. Llevas un par de días más serio de lo normal, callado... Ni siquiera vienes a dormir cuando te invito a hacerlo y cierras la ventana para que yo no entre. ¿He hecho algo mal y no me he dado cuenta?

Su ceño fruncido y la vulnerabilidad en su voz me rompieron el corazón.

―Ey, no. No has hecho nada ―musité arrodillándose delante de ella. Su mirada triste era lo último que necesitaba mi ánimo de esos días.

―Estoy teniendo un déjà vu horrible. Así fueron los cinco días antes de que te distanciaras de mí.

Estiré mi cuello y capturé sus labios con los míos, acunando sus mejillas con las manos. Suspiró en mi boca y me rodeó el cuello con los brazos.

―Eres la persona más importante de mi vida. Siempre lo has sido y siempre lo serás, Alice.

―Entonces, cuéntame qué te ocurre, por favor ―susurró mirándome a los ojos.

Agarré sus manos y las besé con suavidad.

―Estoy estresado por los exámenes. Los de hoy me tienen estresado desde hace días; no los llevo todo lo bien que me gustaría ―mentí.

Y me dolió hacerlo.

Pero no quería que ella tuviera que pasar por el estrés y la tensión que estaba pasando yo con todo el tema de Rajesh, Jonas y Siena. Alice respondía fatal al estrés, y los exámenes podrían verse perjudicados por él. Y no me daba la gana que, con lo que había trabajado y se lo había currado, se viera jodida por ello.

Cuando acabaran los exámenes, todo sería diferente.

Esbozó una sonrisa ladina.

―Vas a bordarlo.

Eso espero ―dije en español, haciéndola reír.

―Sí, dime más ―bromeó arrancándome una carcajada.

No tardamos mucho en encontrarnos en su puerta después de que cruzara a su ventana. E hicimos algo que no habíamos hecho en todos los días que llevábamos juntos de esa manera: nos tomamos de la mano. No sé si fue ella quien me buscó, o fui yo, pero no me importó. Caminar por la calle de la mano de la chica de mis sueños no tenía precio.

Nos reunimos con el resto del grupo de investigación secreto secretísimo confidencial en la puerta. Louise hizo hincapié en que tenía que contarnos algunas cosas cuando acabáramos los exámenes de ese día y quedamos en ir al árbol de siempre cuando acabara el examen de Latín.

Antes de entrar en clase, acompañamos a Alice a su taquilla. Seguía inquieta por no recibir notas de C. O sea, de mis compañeros de laboratorio. Pero ese día, al abrir la taquilla, una nota cayó. Nos miró temerosa antes de abrirla. La voz le tembló al leerla en voz alta.

―Desafiar a la persona que mantiene en pie tu futuro, es lo peor que podrías hacer. Te aconsejo recompensar lo que has hecho...

―Hijo de puta ―musitó Rosalyn.

―...no presentándote al examen de latín. Atentamente, C.

―Y una puta mierda ―murmuré quitándole la nota de las manos para leerla.

Chris y yo nos miramos.

―Lo que me faltaba ahora. Joder, creo que me voy a desmayar ―susurró Alice. Le di la nota a Chris, que la guardó rápidamente en su mochila.

―Escúchame ―pedí, agarrándola de los hombros. Ella me miró con los ojos aguados―. Ni puto caso.

―Aidan...

―Ni puto caso, he dicho. Vas a presentarte a absolutamente todos los exámenes y yo mismo me voy a encargar de ello. Vas a hacerlos, vas a aprobar y la semana que viene te vas a graduar, y vas a dar un discurso de la hostia, ¿me oyes? Vamos a resolver esto, te lo prometo.

―Todos te lo prometemos ―añadió Louise, acariciando el brazo de su amiga―. No dejes que te manipule más, Ali.

―Es que no sé qué... ―Suspiró trémula y sonoramente―. No sé qué hacer.

―Hacernos caso ―pidió Chris, captando su atención―. Vamos a encontrar a quién haya sido.

El timbre sonó en ese momento y yo fui el encargado de cerrar la taquilla de golpe y arrastrarnos hacia la clase en la que se llevaría a cabo el examen de español. Le pedí continuamente a lo largo del camino a Alice que por favor no pensara en esa nota, porque lo íbamos a tratar de solucionar antes del examen de latín.

Jonas, Rajesh y Siena habían conseguido desestabilizar a Alice para los exámenes de ese día, y estaba 100% seguro de que le habían dejado esa nota a sabiendas de que podían lograr ese efecto en ella.

🗒️🗒️🗒️

Chris acabó el examen antes que yo, lógicamente, porque el cabrón era hispanohablante. Yo salí solo cinco minutos después que él. Me esperaba delante de la clase, con su portátil en las piernas y tecleando a toda prisa. Levantó la vista al escuchar la puerta cerrarse.

―Tenemos plan para esta media hora de descanso y no es precisamente estudiar.

―Sí, ir a por esos tres gilipollas ―respondí mientras él se levantaba sin cerrar su ordenador portátil.

―Sí, porque sé dónde se van a reunir.

Me enseñó su ordenador y vi que tenía la aplicación de Telegram abierta. El chat se llamaba W123, el seudónimo de Alice en el foro, y los integrantes eran, en efecto, Rajesh, Siena y Jonas.

―¿Cómo coño te has metido en ese grupo?

―Ahora mismo estoy en el perfil de Jonas.

―¿Cómo...?

―Medidas desesperadas, amigo.

―Le has hackeado la cuenta ―confirmé. Él se rio.

―Nah, ojalá. Su contraseña es su usuario de Instagram y Snapchat.

―¿Jonasmithchemistry? Tienes que estar de broma.

―Te juro por mi hermana que no.

―Ese es más gilipollas de lo que pensé... ¿Y qué has podido sacar en claro? ―pregunté, viendo cómo cerraba el portátil se lo metía en la mochila.

―Que se van a reunir ahora, en cuanto acabe el examen, en las gradas de la pista de baloncesto. Por lo visto, allí se han reunido cada miércoles y viernes, porque saben que no pisamos ese lugar.

―Es arriesgado, porque yo, antes de empezar con la investigación de la lista y a ayudar a Alice a cumplirla, iba casi a diario...

―Piensa que Rajesh se ocupa de los marcadores. Debe pasar más horas de las que creemos allí y ya debe saber que no pasas por allí.

―La sala de marcadores... ―Chasqueé la lengua―. ¿Cómo no había pensado en eso antes?

―¿En qué exactamente?

―Es que Rajesh puede haber averiguado que Alice vendía apuntes por haberla espiado desde allí. Debe haber pasado mil horas allí dentro, porque tiene un arsenal entero de fotos.

―Vaya loco de mierda... No me puedo creer que le haya ayudado tanto en el laboratorio y le haya contado tantas cosas mías. Le hablé de la casi deportación de mis padres, tío. Me parece increíble lo malas personas que pueden llegar a ser.

―No los conocemos realmente. ―Suspiré.

Llegamos a la cancha de baloncesto, totalmente desértica, y subimos a la sala de marcadores. Desde allí veríamos su llegada. Mientras estábamos allí, Chris sacó su iPad. Abrió una de las notas escaneadas.

―Las fotos fueron tomadas desde aquí ―concluyó al mirar las imágenes.

―Lo que me suponía.

Creo que no tuvimos que esperar más de diez minutos. Por una de las puertas laterales de emergencia llegaron Jonas y Rajesh, y a mí me hirvió la sangre. Medio minuto después, mientras se sentaban en las gradas, entró Siena.

―Tengo una idea ―susurré mientras sacaba el móvil, allí donde tenía la grabación de las cámaras de la planta baja, donde se veía y escuchaba a Jonas y Rajesh tras encerrar a Ali.

―Creo que sé por dónde vas. Y me gusta.

Busqué el botón de encender el micrófono y, cuando por fin lo encontré, lo pulsé. Acerqué el móvil y le di al play.

―No jodas que la has encerrado ―sonó la voz de Rajesh en todo el gimnasio, proviniente de mi móvil.

Los tres se sobresaltaron y yo sonreí con malicia.

―¿Qué iba a hacer si no? Tendrías que haber escuchado cómo gritaba cuando la encerré. ―Rio y Rajesh lo imitó.

El primero en alzar la mirada fue Jonas. Le siguieron los otros dos. Chris saludó con la mano antes de salir por la puerta. Yo le seguí de cerca. Bajamos las escaleras rápidamente, viendo cómo nuestros dos compañeros de laboratorio se levantaban de la grada. Siena se había quedado clavada en el sitio.

―No sé ni por dónde empezar ―murmuré mirando a los que había considerado mis mejores amigos muchos años―. Es... alucinante lo que habéis hecho. No me lo puedo ni creer.

―No sé de qué hablas ―dijo Rajesh, sin un ápice de vergüenza.

―Tío, acabamos de ponerte una grabación en la que confesáis haber encerrado a Alice en un cuarto de dos metros cuadrados y os habéis reído ―espetó Chris.

―No se identifican bien las voces, podría haber sido cualquier persona ―intervino Siena.

Levanté mi móvil, todavía con el vídeo.

―Es un vídeo con imagen, por favor, no hagáis más el ridículo.

―¿Qué coño queréis? Esto no va con vosotros ―espetó la chica.

―Tenemos tan solo veinte minutos hasta el próximo examen y os he apreciado demasiado como para alargar esto más tiempo ―les dije, armado de paciencia y deseoso de acabar con esa mierda―. Va conmigo desde el momento en el que habéis empezado a chantajear a Alice, y todo para satisfacer vuestros egos y caprichos. Chivaros desde un buen principio hubiese sido más decente que lo que habéis hecho, chantajeando y amenazándola.

―Nosotros...

―Callaos y dejadme hablar, porque creo que digáis lo que digáis no vais a salir bien parados ―pedí―. No solo no tenéis suficiente con las humillaciones, los chantajes y las amenazas, que también os parece una idea genial encerrarla, provocándole un ataque de nervios y un casi síncope por hipoglucemia, porque llevaba quince horas sin comer. Tuvisteis suerte de que la encontré antes de que se desmayara, porque os juro por mi vida que se os hubiese caído el pelo.

―Ahora eres tú el que está amenazando ―canturreó Siena.

―Tú cállate, que no solo tenemos pruebas de estos dos, también tuyas ―espetó Chris, que tenía la vena del cuello hinchada, lo cuál me indicaba que su paciencia estaba al mínimo.

Cómo me alegraba de tener el tanque de paciencia a una capacidad asombrosa.

―Lo que hemos hecho quizá no es del todo ético, pero lo que ha estado haciendo Alice tampoco lo es. De hecho, es ilegal ―alegó Jonas.

―¿Vender apuntes a los alumnos porque los profesores se limitan a leer Powerpoints y no hacen ni un mínimo esfuerzo por enseñar de verdad? Lo que ha logrado con esto es que la gente estudie, ¿no os dais cuenta?

―¿Qué cojones van a estudiar si tienen el examen antes de que empiece?

―Si os informarais un poco, podríais saber que solo ha vendido diez exámenes en todo el año y que únicamente dos han coincidido. Lo vuestro, a parte de imbecilidad y gilipollez, es egoísmo y envidia. Parece que no queréis que nadie salvo vosotros apruebe.

―No es eso ―intervino Rajesh con el ceño fruncido―. Simplemente, no queremos que lo que nos ha costado tanto esfuerzo se vaya al garete porque ahora todo el mundo empieza a aprobar los exámenes. Antes solo había cuatro matrículas por curso, y a este paso habrá quince o veinte.

―Es lo más infantil e incoherente que te he escuchado decir, Rajesh. No solo eres un manipulador y mentiroso, también un egoísta. No te conozco, tío. ―Miré a Jonas y Siena―. Y estáis de acuerdo conmigo, por eso no le habéis contado que estáis juntos.

―¿Que qué? ―preguntó Rajesh mirando a los otros dos, que se miraron entre sí.

―Porque sabéis que os va a hacer lo mismo que me hizo a mí con Alice, o con Leah. O a Chris con Sandra. Os va a separar porque es un celoso patológico, al que nadie soportará nunca por mala persona.

―Tío, eso no es así ―dijo Jonas mirándome. Yo alcé las cejas.

―Os pillaron el otro día en las duchas, venga ya. Me encantaría ser benevolente con vosotros dos, porque sé que también os ha manipulado, pero no puedo serlo con dos personas tan despreciables. Y no lo siento ni un poco.

―Te dije que esa chica cambiaba tu forma de ser. ¡Mírate! ¿Desde cuándo hablas así a tus colegas? ―espetó Rajesh.

―¿Desde cuándo se le roba un proyecto a un colega, Rajesh? ―cuestioné. Él apartó la mirada rápidamente―. Te pillé, "colega". Intenta patentarlo, porque ya lo hice hace días y he recuperado mi biosensor. La próxima vez, llévatelo a casa y no lo dejes en el laboratorio, que pareces tonto, tío.

―Yo no...

―Ahórrate las excusas ―le pidió Chris―. Vamos a hacer una cosa.

―Tú...

―He dicho que vamos a hacer una cosa ―interrumpió a Siena con una sonrisa que solo gritaba "os vais a cagar"―. Vamos a dejar el tema aquí. Vosotros vais a seguir con vuestra vida y dejaréis que nosotros y Alice sigamos con la nuestra.

―Vas a dejar en paz a Alice, no vais a decirle a nadie lo de los apuntes, y a cambio nosotros no enseñaremos las grabaciones de cuando me robaste el biosensor, o de las veces que habéis dejado las notitas en la taquilla de Alice, o de vuestras reuniones habituales en el gimnasio de los miércoles y los viernes, o las pruebas que conducen la cuenta de Instagram de "lalistadew" a vosotros, o las capturas de pantalla de vuestro grupo de Telegram llamado W123.

Sus caras no tenían precio.

Y pareció que mi farol funcionó a la perfección.

―Algo me dice que vais a salir muchísimo peor parados que Alice en caso de que salga toda vuestra información, ¿no creéis? ―Chris sonrió.

―Está bien ―dijo entonces Jonas.

―Tío.

―Jon ―murmuró Siena al mismo tiempo que Rajesh, mirando a Jonas.

―No pienso arriesgarme una expulsión y Dios sepa qué por esto, tío. Ni hablar. ―Nos miró―. No voy a abrir la boca, tenéis mi palabra.

―Yo tampoco ―añadió Siena.

Todos miramos a Rajesh, que parecía consternado.

―¿En serio vamos a dejar que se salgan de rositas?

―Vas a perder la beca, inconsciente ―espetó Jonas―. ¿Vas a jugar así con tu futuro?

―No tengo por qué perderla.

―Si muestran toda esa mierda, no solo perderás la beca. No te graduarás, repetirás curso y tu expediente quedará lleno de mierda.

Ese "repetirás curso" hizo que recapacitara rápidamente. Lo último que quería él era que la gente pudiera llegar a pensar que había repetido curso por haberlo suspendido todo. ¿Cómo iba alguien a creer que Rajesh Kapoor no era el mejor en todo?

―No diré nada.

―Esperamos que cumpláis vuestra palabra ―dijo Chris, asintiendo con la cabeza.

―Y le vas a decir ahora mismo a Alice desde la cuenta de «lalistadew» que, por haber cumplido la lista de forma literal, tus labios están sellados y que quedáis en paz. Y que se olvide de la nota de esa mañana ―le dije a Siena.

Sabía perfectamente que ella sería la del Instagram, más que nada porque tanto Rajesh como Jonas no eran muy fans de las redes sociales.

―Está bien ―accedió sin reproche.

―Ahora, por favor. Delante de mí ―le pedí todo lo amable que mi paciencia me permitió.

Y lo hizo. Sacó el móvil delante de nosotros, tecleó a toda prisa y me mostró la pantalla. Le había mandado el mensaje, tal y como yo le había dicho. Instantáneamente, salió un mensaje pequeño conforme Alice lo habrá leído en ese momento. Debía estar pegada al móvil, la pobre.

―Y elimina el perfil.

―¿Ahora?

―Sí, por favor.

Conforme con el resultado, asentí con la cabeza.

―Gracias, Siena. ―Ella asintió con la cabeza―. Dicho esto, espero que no nos volvamos a ver salvo para lo estrictamente necesario, y ojalá nunca tener que hacer uso de todo este material. Buena suerte en los exámenes.

Móvil en mano y Chris a mi lado, nos marchamos del gimnasio. Nada más salir, mi amigo levantó la mano y yo se la choqué con una risa.

No os podéis imaginar lo aliviado que estaba en esos momentos. 

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