Medidas Desesperadas ©

By Lau154

26.6K 3.9K 226

Alice, a sus dieciocho años, es una empresaria juvenil en toda regla. Hace meses que, bajo el seudónimo de W1... More

Intro | Medidas desesperadas
Prólogo | Tiempos desesperados, medidas desesperadas
Capítulo 1 | Me estaban chantajeando
Capítulo 2 | Aidan Cramer
Capítulo 3 | No soy yo
Capítulo 4 | La lista de W
Capítulo 5 | Copiado
Capítulo 6 | Compuestos de hidrógeno, nanosensores y códigos
Capítulo 7 | Ralph A. James
Capítulo 8 | Mariposa
Capítulo 10 | Cupcakes de café y confianza
Capítulo 11 | Regionales
Capítulo 12 | Biblioteca y límites
Capítulo 13 | Holm Oak Forest
Capítulo 14 | Fuera
Capítulo 15 | Chapuzón
Capítulo 16 | Bison Falls
Capítulo 17 | Lago y estrellas
Capítulo 18 | Joder, joder
Capítulo 19 | Sextillones
Capítulo 20 | Biosensor
Capítulo 21 | Tic, tac
Capítulo 22 | La fuente
Capítulo 23 | Encina
Capítulo 24 | Grupo de investigación
Capítulo 25 | C
Capítulo 26 | Cortisol y oxitocina
Capítulo 27 | Grupo secreto secretísimo confidencial de investigación
Capítulo 28 | De perdidos al río
Capítulo 29 | Ilegal
Capítulo 30 | Fluorita
Capítulo 31 | ¿Archie?
Capítulo 32 | Una gripe que se lo toma a personal
Capítulo 33 | Unas disculpas
Epílogo | Mi equilibrio

Capítulo 9 | Investigación

683 98 1
By Lau154

Aidan

Me gustaría decir que me desperté con el cantar de los pájaros y los rayos de sol acariciándome el rostro, pero en realidad lo hice con los maullidos de mi gato, que miraba por la ventana, cuya persiana estaba bajada a la mitad, precisamente para que la luz de fuera no me molestara antes de que sonara el despertador. Miré mi móvil. Quedaban dos minutos para que tocara la alarma.

―Gracias, Migas ―protesté, sentándome en la cama―. ¿Qué pasa?

Me respondió con un maullido que traduje como un «ven ahora mismo». Estirazé un poco mi cuerpo al ponerme de pie y Migas volvió a maullar con un «lento y humano, lo tienes todo». Me acerqué a la ventana para ver a qué maullaba y entonces lo vi.

El walkie-talkie amarillo.

No debía hacer mucho que lo había dejado en la ventana, porque cuando lo cogí todavía no estaba caliente por el sol. No pude evitar sonreír al mirarlo. Ese había sido nuestro medio de comunicación, de habitación a habitación, cuando no teníamos móviles.

Vi que estuviera encendido y, cuando quise probar a hablar por él, sonó la alarma, distrayéndome de mi tarea.

🗒️🗒️🗒️

Mi día de investigación había comenzado en la clase de latín, a primera hora.

La profesora estaba enferma, por lo que nos asignaron uno de guardia. Normalmente, cuando no había un profesor y no era época de exámenes, nos dejaban salir de clase, por lo que yo solía marcharme al laboratorio. Sin embargo, ese día no nos dejaron, por lo que fue una hora muerta entre cuatro paredes.

Como todos ya conocían mi amor por todo campo científico, puse la excusa de que, en el laboratorio, estaba haciendo un proyecto biotecnológico por lo que necesitaba recaudar una serie de datos de algunos alumnos "al azar".

Así que fui pasando mesa por mesa, con mi ordenador portátil en la mano, para preguntar a los siete alumnos de la clase que estaban entre los treinta restantes de la lista de sospechosos.

Les pregunté cuáles eran sus asignaturas, qué nota media tenían en cada una, cuáles se les dificultaba más y si estaban en alguno de los departamentos beneficiados de la lista de W.

Cualquier persona que supiera qué era la biotecnología, sabía que las preguntas que les estaba haciendo no tenían ninguna relación con ese campo, pero nadie dijo absolutamente nadie. Menos Jonas, que obviamente sí entendía del tema.

―¿Y esto por qué? ―me preguntó curioso.

―No te lo digo, que se gafa. Pero te adelanto que es un segundo proyecto de Bio.

―¿Qué hay del biosensor de toxinas?

―Ahí está, en proceso. Este nuevo es para cuando lo acabe.

―Si puedo ayudarte, ya sabes dónde encontrarme.

―Gracias, tío. ―Palmeé su hombro y seguí con mi interrogatorio al resto de alumnos.

Cuando les hube preguntado a los siete, la tabla que había improvisado durante ese rato, se había completado. De los siete, solo eliminé dos de la lista de treinta. El resto seguían siendo sospechosos, incluso alguno pasó a serlo más.

Por ejemplo, Jeff. Excelente en todas las materias, coincidía en todas las asignaturas con Alice, menos en una y estaba en teatro, geología, era ayudante en la biblioteca y era uno de los vendedores de comida de los partidos.

O TJ, que no solo tenía matrículas de honor y coincidía en todas las asignaturas con Alice menos en tres, sino que también estaba en arte, era asiduo en la biblioteca, su tía era una de las trabajadoras de la lavandería del instituto, pasaba mucho tiempo en los jardines (por lo que tenía vista plena de la fuente que Alice debía limpiar y, ojo al dato, era uno de los alumnos que se encargaba del marcador en los partidos de baloncesto. Eso era importante porque significaba que tenía acceso a la sala del marcador, que estaba en lo alto de la pista, con vista plena del gimnasio y podía haberla visto dejar los apuntes desde allí.

La clase acabó y me dirigí a la próxima junto a Jonas. Allí ya nos separamos, porque él siempre se sentaba en el extremo izquierdo de la clase, en primera fila, mientras que yo iba a segunda y en el extremo opuesto. Justo detrás de Alice, aunque todavía no había llegado. Lo hizo junto a la profesora, por lo que no pude decirle nada, ni ella a mí.

Bastaron una leve mirada y una sonrisa para saludarnos y dar a entender que más tarde hablaríamos.

🗒️🗒️🗒️

Como Alice tenía clase al acabar y yo laboratorio, no pudimos hablar, así que lo aplazamos para más tarde. Mientras yo iba de camino al tercer piso, dos manos me agarraron de la camiseta y me arrastraron hacia el ¿baño de chicas?

―¿Qué hacéis? ―pregunté confundido a Louise y Rosalyn, las amigas de Alice.

―La pregunta aquí es: ¿qué haces tú? ―preguntó Rosalyn muy cerca de mí, arqueando sus cejas rubias.

―Ir al laboratorio...

―Hemos visto la lista de sospechosos que habéis hecho con Alice ―explicó Louise más calmada que su amiga, que parecía un chihuahua a punto de saltar del bolso―. No le hemos querido preguntar a ella para que no nos considerara todavía más sospechosas, así que hemos pensando en preguntarte a ti la razón por la que...

―¿Por qué mierdas somos sospechosas de chantajear a NUESTRA mejor amiga? ¿Qué puto interés tendríamos nosotras en hacerle daño?

Estaba claro quién era la poli buena y quién la mala, ¿verdad?

―Todo el mundo es sospechoso hasta que se demuestre lo contrario. Ella no sospecha de vosotras ―aclaré, haciendo que el rostro de ambas se relajara un poco―. Soy yo el que lo hace.

―¡¿Disculpa?!

Obviamente, esa fue Rosalyn.

―Baja la voz, Rose ―le reprochó Louise.

―Ambas os beneficiáis de algún punto de la lista del chantajista y, además, obtenéis los apuntes gratis y, sobre todo, no hay registro en ningún lado de que los obtenéis, por lo que nadie salvo vosotras y Alice sabéis de ello. Si algún día registraran los chats de W123, no apareceríais. Estáis a salvo.

―¡Menuda estupidez!

―Tiene sentido ―dijo Louise al unísono de su amiga.

―¿Cómo que tiene sentido? ―Bufó ofendida―. Nosotras jamás le haríamos algo así a Alice. Yo sospecho más de este, que de ti, Lou.

―La estoy ayudando en todo. No digas gilipolleces.

―Sí, y también rompiste su amistad cuando más te necesitaba y la dejaste tirada ―espetó mirándome de una forma que no me gustó nada―. Nosotras estuvimos allí para ella y seguimos estándolo, al igual que Alice ha estado para nosotras cuando más lo hemos necesitado, y cuando no, también.

―Si no conoces los hechos, mejor cállate, Rosalyn ―pedí, luciendo mi grandísima paciencia.

―Lo mismo te digo a ti, guapito de cara. Nosotras jamás le haríamos daño a Alice, ni siquiera sin querer, ¿entendido? Es como una hermana para nosotras y si una sufre, todas lo hacemos. Así que cierra el pico y deja de querer ponerla en nuestra contra.

―Te digo y me repito, ella no sospecha de vosotras. Soy yo. No os la estoy poniendo en contra. Lo haréis vosotras si resultáis ser las chantajistas. Y ahora, si me disculpáis, tengo cosas que hacer.

Salí de ese baño, escuchando a mi espalda una sarta de insultos de lo más originales.

Entendía sus razones para estar molestas. No negaré que era consciente de que había pocas probabilidades de que fueran ellas las culpables, dado que Rosalyn no se equivocaba: ellas habían sido su pilar. Y Alice... Alice era muy buena amiga. Nadie con dos dedos de frente le haría daño, perdiendo así su amistad.

Yo no los tenía, por si os lo estabais preguntando.

Llegué al laboratorio y allí solo estaba Rajesh y Jonas. Dijeron que Chris llegaba tarde porque había tenido que ir a buscar unas probetas nuevas al departamento. Al costarricense le encantaban las probetas; era una extraña obsesión por la que nunca me atreví a preguntar.

―¿Cómo llevas el nanosensor? ―preguntó Rajesh mientras yo empezaba a ponerme la bata blanca.

Estábamos obligados a usarla durante nuestro horario de laboratorio. Creo que nos la hacían poner por si nos pillaban por los pasillos, poder identificarnos, ya que años anteriores habían cazado a algunos chicos de laboratorio dando vueltas sin hacer nada.

―Bien, sigo introduciendo datos en la plataforma de desarrollo.

―¿Cuál estás usando?

―Raspberry Pi, aunque puede que acabe probando otra más compleja a la larga. Python, quizá.

―Es la hostia de complicada Python, ¿eh?

―Sí, lo sé. Veré cómo me las apaño. ―Sonreí un poco. Me dio una palmada en la espalda, infundiéndome ánimos.

―El sábado, el bus a Salt Lake sale a las ocho, por cierto ―nos recordó entonces.

Ese fin de semana era la feria científica. No nos la perdíamos ningún año desde que entramos al instituto y lo cierto es que era increíble. Científicos de todo el mundo y de todas las edades, ganadores del concurso anual, presentaban sus proyectos ese fin de semana. Nosotros nunca nos habíamos apuntado al concurso; la presión a la que estaba sometida esa gente, solo para ganar y para lograr exponer en la feria estatal más importante, no era para ninguno de los cuatro. Preferíamos disfrutar como visitantes.

Visitantes VIP, cabe decir, ya que teníamos un pase especial gracias al señor August, el profesor de Química, que era parte de la organización de la feria desde 1999. Fue uno de los afortunados ganadores en 1995, con solo quince años.

Ese día no toqué la mesa en la que solía trabajar, sino que me puse en otra más alejada de los productos químicos para hacer el trabajo de programación del biosensor. Con mis cascos puestos y una lista de reproducción de pop-rock, las dos horas me pasaron volando.

Las dos últimas hora también pasaron a la velocidad de la luz gracias al poco trabajo que hicimos en clase, más que nada porque era día de exposiciones de historia y lo único que debíamos hacer de forma individual duraba siete minutos.

Llegué al vestuario de la piscina, como siempre, media hora antes. Me senté en la banqueta después de cambiarme y ponerme el bañador, y aproveché esos minutos para acabar los pocos deberes que no había podido acabar en clase. Eso sí, todo el rato pendiente de si escuchaba a alguien llegar, ya que probablemente sería Alice en dirección al vestuario 9 para dejar los exámenes.

No fue hasta dos minutos después de acabar, cuando escuché unos pasos. No iban al vestuario 9, volvían. Una cabeza asomó por mi vestuario.

―Ey. ―Sonrió.

―Hola, pasa. ¿Vienes del vestuario 9?

―Sí. Entré directamente por la puerta de emergencia. Hoy he dejado quince. Todos los que no me compraron la semana pasada, lo están haciendo ahora.

―Estás recuperando ganancias, entonces.

―Sí. ―Suspiró aliviada y se sentó a mi lado―. ¿Algo nuevo?

―He eliminado tres sospechosos de la lista ―dije mientras encendía el móvil para mostrarle la lista. Abrí el documento que había subido a la nube desde el ordenador―, y tengo dos sospechosos, que ya estaban en ella, que he subrayado un par de veces.

―¿Son todavía más sospechosos?

―Ajá, mira.

Le expliqué la situación con TJ y Jeff, y me escuchó atentamente, analizando todo lo que decía y procesando poco a poco la información conforme se la iba dando. Parecía pensar en algo.

―TJ y Jeff son amigos, creo.

―Ni idea.

―Se sientan juntos en la mayoría de clases. ¿Puede que se hayan compinchado para esto?

―No me extrañaría ―admití.

Respiró hondo.

―Vamos a mantenerlos vigilados de cerca.

―Es lo mejor. ―Asentí con la cabeza.

―Bueno, conforme eliminamos nombres, me voy relajando un poco más. Yo tengo también tres menos. April y Sebastian. He repasado uno a uno los chats, y sí que me han comprado varias veces.

―Dos menos.

Taché esos dos nombres de la lista. Pensé en comentarle lo del casi secuestro de sus amigas, pero preferí callarlo. No quería, tal y como Rosalyn decía, ponerla en su contra.

―El domingo son las clasificatorias de los 100m de estilo libre ―me dijo, estirando sus piernas.

Los regionales habían sido hacía casi un mes, en Salt Lake City. Pero hubo un derrumbamiento de una parte del pabellón cuando les tocaba a los de 100m de estilo libre, que eran los últimos del día. Por ello, se había aplazado.

―¿Te ves preparada?

―Sí. Solo espero que la semana siga bien y haya contratiempos, porque mi mayor problema es que me lo llevo todo a lo mental y me jode mucho el rendimiento.

―Todo va a estar bien, ya verás.

―Eso espero. ―Suspiró y echó la cabeza hacia atrás antes de levantarse―. Bueno voy a cambiarme.

―Está bien. ¿Quieres que... te espere al salir?

―Por favor.

Esbozó una pequeña sonrisa antes de salir del vestuario. Al ponerme de pie, vi que volvía a asomarse todavía con esa sonrisita.

―¿Vas a venir el domingo?

«Por supuesto», pensé. No tenía una mínima duda.

―Me lo pensaré ―bromeé y ella puso los ojos en blanco. 

Continue Reading

You'll Also Like

113K 8.3K 12
[FINALIZADO] Park Jimin es un youtuber y este día le toca cumplir con el reto de ignorar a su novio Jeon Jungkook. ¿Logrará cumplir las 24 horas ante...
178K 19.9K 31
»SEGUNDA PARTE DE LOVE MYSELF. Min YoonGi se reencuentra con Hyeon después de tres años cuando el hermano de ésta lo llama pidiendo ayuda. YoonGi deb...
4.9K 281 10
KickinChicken y Bubba Bubbaphant en los últimos días han tenido un acercamiento 𝙪́𝙣𝙞𝙘𝙤, aveces ellos bromean con cosas.. 𝘼𝙢𝙤𝙧𝙤𝙨𝙖𝙨 y alg...
20.8K 724 20
Cartas escritas, pero nunca fueron entregadas.