[CAPÍTULO 8]
El tiempo pasó volando y así como así, era enero de 2012.
Emma estuvo ocupada todo este tiempo.
Frost Technology quemaba su tiempo.
Ahora entendía por qué la antigua Emma detestaba la idea de convertirse en la heredera de Winston.
Aún así, no se arrepentía de su decisión.
Emma se encontraba actualmente en un pequeño pueblo aislado de la India.
Había contratado a un equipo de mercenarios para que la protegieran mientras se encargaba de algunos asuntos.
Durante un mes, estuvo siguiendo de cerca los movimientos de Joseph y Lucy Bauer.
Dos científicos de los laboratorios Momentum.
Emma sabía que en algún momento del primer mes del comienzo de 2012, esta pareja de científicos encontraba en alguna parte el libro de los condenados.
Emma no se sentía segura dejando tal objeto en manos de dos científicos como ellos.
Pero tampoco se sentía tentada de obtener el libro de los condenado para sí misma, después de todo, el libro de los condenados puede corromper la mente y su mente es lo más importante y poderoso que tiene actualmente.
El Darkhold, también conocido por ciertas culturas y religiones como el Libro de los Pecados, Libro de los Hechizos o Libro de los Condenados, es un libro místico que posee conocimiento infinito y le da a sus lectores lo necesario para construir y obtener aquello que más anhelan.
Con el libro de los condenados, Joseph y Lucy Bauer se convierten en unos respetados científicos gracias al conocimiento que el Darkhold les otorga.
Los Bauer usarían el conocimiento que les proporcionó el libro de los condenados para construir nuevas invenciones que cambiarían el mundo.
En algún punto, los dos obtienen una idea del libro, crear un generador de partículas cuánticas para crear materia de la nada.
Aunque Emma creía que la idea era buena, científicamente era imposible.
Por algún motivo, el libro de los condenados lo hizo posible, Joseph y Lucy Bauer lograron crear un pedazo de carbón a partir de la nada.
Emma no pudo dejar el Darkhold en manos tan incompetentes.
Su seguimiento la trajo hasta la India.
"¿Srta. Frost, necesita que actuemos?" Uno de los mercenarios que contrató se acercó a ella y preguntó cortésmente.
"No, rodearlos y esperar ordenes" Emma ordenó fríamente.
No necesitaba que intervinieran, solo los había contratado para que solucionaran problemas menores, problemas que no merecían su atención.
Emma caminó hacia la casa en ruinas y entró tranquilamente sin importarle el ruido que sus pisadas pudieran producir sobre la madera mohosa y crujiente.
Los Bauer deberían haberla escuchado hace mucho.
Emma bajó las escaleras hasta el sótano y se topó con la mirada de la pareja.
"¿Q-quién eres...?" Joseph preguntó.
Emma no respondió y miró fijamente el libro envuelto en un trapo sucio que sostenía entre sus manos la esposa de Joseph, Lucy.
El libro, de golpe, se elevó en el aire, tirando a Lucy al suelo, flotando lentamente hacia Emma, quién lo mantuvo en el aire, sin intención de tocarlo.
"Habéis echo suficiente, podéis volver a casa" Emma ordenó, entrando en sus mentes y haciéndoles olvidar todo lo que sabían sobre el libro de los condenados.
Caminarían como marionetas hasta el aeropuerto y hasta que volvieran al país.
Saliendo de la casa en ruinas, sus mercenarios miraron con sorpresa el libro flotante sobre su mano.
Algunos querían preguntar, pero Emma ni siquiera tenía intención de responder y los ignoró, caminando hacia el campamento.
Necesitaba dejar esta cosa en un lugar seguro, donde nadie pudiera encontrarlo y usarlo para propósitos que no fueran de su beneficio.
Cuando estaba llegando al campamento, escuchó el gatillo de un arma presionar sobre su cabeza.
Emma no se asustó ni alarmó, ya que sabía sobre las intenciones de estos chicos desde un inicio.
Cuando los contrató, se aseguró de contratar a la peor calaña que pudo encontrar.
Sabía que en algún momento del trayecto, la traicionarían, teniendo la idea de pedir un rescate desde el principio.
A demás, ella necesitaba peones que hicieran su trabajo sucio durante este mes, peones de los que deshacerse en el momento en que no fueran útiles.
Antes de que el líder del grupo mercenario pronunciara una sola palabra, todos ellos cayeron al suelo, sin vida.
Ella aplastó sus cerebros telequineticamente.
'Recojamos y volvamos a casa...' Pensó Emma con nostalgia, había estado un mes entero lejos de casa "¿...cómo estará Cordelia?" Se preguntó.
...
Llegando a Estados Unidos un día después, una limusina la esperaba en el aeropuerto para escoltarla de vuelta a casa.
"Conduce hasta la pizzería más cercana" Emma le pidió al conductor.
Le daría una sorpresa a Cordelia cuando volviera.
El conductor asintió y cuando llegaron a la pizzería, fue él quien tuvo que bajar.
Emma llamaría mucho la atención.
Después de todo era una de las mujeres más famosas y poderosas del país.
Sobre todo después del revolucionario invento de Otto que salió al mercado hace poco.
Emma y Frost Technology se habían beneficiado enormemente.
El conductor volvió con la pizza 10 minutos más tarde y condujo hacia la mansión Frost.
Entrando en casa, Emma frunció el ceño cuando no solo sintió a Cordelia, si no a tres personas más.
Caminando hacia la sala de estar, sonrió divertida por la conversación.
"Realmente no lo entiendo..." Dijo Cordelia, pensativa, sus amigos se rieron "¿Por qué alguien iría a la universidad para estudiar y convertirse en ginecólogo?" Preguntó.
Emma no pudo evitar reírse ante su extraña pregunta.
"Eres idiota" Gwen se rio por la broma.
"Lo digo enserio, no os riais" Cordelia se quejó "¿Cómo puede alguien despertarse un día y decidir que en un futuro se dedicará a observar vaginas?" Preguntó Cordelia, burlándose de todos los ginecólogos del mundo.
"No veo el problema" Dijo Ned, riéndose.
Las dos se quedaron mirándolo fijamente con asco.
"¡Venga, Peter, no me digas que no lo pensaste!" Se quejó Ned al ver a su mejor amigo sumándose a ellas.
Emma decidió entrar a la sala de estar en ese momento.
"En realidad, mi querida hermanita, los ginecólogos son más importantes de lo que imaginas, ellos se especializan en la atención de las mujeres durante el embarazo y el parto, y en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades de los órganos reproductivos femeninos, también tendrás que ir cuando crezcas" Emma se sumó a la extraña conversación.
"Y ahí se jodió la broma" Le murmuró Cordelia a Gwen, quién se tapó la boca y se rio "Bienvenida de vuelta a casa" Dijo Cordelia.
"¿Sólo eso? Llevo un mes fuera ¿Sabes?" Emma se quejó, esperaba un fuerte abrazo de su hermana cuando volviera.
"¿Traes Pizza...? ¡Genial! Teníamos hambre..." Dijo Cordelia, levantándose para tomar la pizza de sus manos.
Cuando estuvo enfrente suya, Cordelia pateó su espinilla "Me alegro de verte...no vuelvas a marcharte tanto tiempo" Dijo tímidamente, volviendo con sus amigos.
Emma fulminó con la mirada a Cordelia mientras volvía con sus amigos, entonces se dio cuenta de Peter.
Emma lo saludó, después de todo lo conoció anteriormente en el laboratorio de Otto.
"¿No me vas a presentar a tus amigos?" Emma le preguntó a su hermana.
"No, vete" Cordelia intentó espantarla, pero parece que no se iba a dar por vencida tan fácilmente.
Peter, Gwen y Ned miraron a Cordelia divertidos, se habían acostumbrado a su forma de ser.
"Mi nombre es Gwen, es un placer conocerla Srta. Frost" Gwen se presentó.
"Soy Ned" Se presentó con simpleza.
Estaba demasiado nervioso por conocer a Emma como para decir más.
"Un placer conocer en persona a los amigos de mi hermana, realmente llegué a pensar que se los había inventado, aunque habla mucho de vosotros" Emma se burló de Cordelia.
"¡Solo cállate!" Cordelia corrió hacia ella y comenzó a empujarla fuera de la sala.
Emma, divertida, se dejó empujar por ella.
Tampoco quería molestarla demasiado enfrente de sus amigos.
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Hasta aquí.
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¡ADIÓS!