"THE MURDER OF ME." |⚠ +18| O...

By K4t0o_

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# 1 🎖️Traumatismo [ 09/23 ] # 1 🎖️Muerte de personajes. [ 10/23 ] # 1 🎖️Lovecraft. [ 11/23 ] # 7 🎖️Th... More

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Kaimós.

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By K4t0o_

¡Bienvenidos al segundo arco!

— × —

La cama era... Suya, ¿Cierto?, Entonces no pasaba nada si se acostaba ¿Verdad?

Su Alfa le había dicho que era su cama, entonces no había problema.

Se sentó en la cama sin mover las sábanas y se recargó en la cabecera sin apartar la mirada de la puerta.

Olfateo un poco, y no logro percibir nada, así que, estaba seguro.

Juntó sus rodillas y se envolvió a si mismo en un abrazo mientras recargaba su cabeza en sus brazos, sin perder la puerta de vista.

Tenía que vigilarla.

Tenía que estar despierto para cuando Muzan llegue, porque él se molestaba si lo encontraba dormido.

Tenía que estar a disposición de su Alfa siempre. Entonces, solo miro la puerta de manera ansiosa.

Su vista se nubló. Pero no sabía porqué.

Solo sintió húmedas sus mejillas, y después gotas de agua bajar desde sus ojos, mojando la manga de su traje.

¿Estaba llorando? ¿Por qué estaba llorando?

No estaba triste, estaba feliz. El debía estar feliz. Era su día especial.

«...Y por último, pero mucho más importante: Sonría»

Una pequeña sonrisa se mostró en sus labios mientras su mirada seguía fija en la puerta. Después, se desvío por simple intuición hacía el suelo.

Sucio.

El suelo estaba sucio.

Charcos de vómito y jugo de putrefacción estaban esparcidos por todo el suelo.

Una comezón indescriptible empezó a invadir su cuerpo.

Necesitaba limpiar.

Necesitaba limpiar.

Necesitaba limpiar.

Necesitaba limpiar.

Sus manos se dirigieron a su traje y lo apretó con sus manos intentando calmar el impulso de levantarse de la cama.

Necesitaba quedarse en el colchón.

Muzan se enojaba si no estaba en el colchón.

Pero Muzan también se enojaba si la habitación estaba sucia.

Un olor nauseabundo inundó su nariz y arcadas salieron de su garganta mientras intentaba calmar su respiración.

«... Y ni se le ocurra vomitar»

Sus ojos se cerraron con fuerza mientras sentía que sus tripas saldrían expulsadas de su estómago.

Debía aguantar.

Debía ser fuerte.

Prometió ser más fuerte.

Si no era más fuerte, no podría salvarlo.

¿A quién?

Los temblores de su cuerpo empezaron mientras sentía picazón en su piel. ¿A quién debía salvar? ¿Por qué debía ser fuerte?

Su respiración descontrolada empezó a resonar en toda la habitación y empezó a quitarse el saco de manera desesperada.

Necesitaba limpiar.

Muzan iba a lastimarlo si no limpiaba.

Tanteo el saco con sus manos magulladas para lograr estirarlo, pero algo cayó frente a él.

Una nota.

¿De quién era?

¿Era un recado de Muzan?, ¿Debía abrirla?, No le habían dado la orden de hacerlo.

No debía.

Pero, ¿Qué hacía ahí? ¿Era suya?

Sus manos ahora estaban en la carta semihumeda y desgastada; con cuidado empezó a abrirla y leyó con rapidez.

«Para quien sea que esté leyendo esto: Necesito ayuda (...)»


La nota la había escrito él.

Pero, ¿Cuándo? No recordaba haberla escrito. Tampoco recordaba como terminó la nota en su saco.

Y entonces, un pequeño flashback apareció en su mente.

«La Beta de ojos azules le ayudaba a ponerse el saco color rojo de su traje, y entonces, la joven desvío la vista al suelo.

Una nota.

Quizá se le había caído a una de sus amigas.

La chica la tomó entre sus manos, y la abrió, empezando a leerla.

Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras que con su mano derecha se tapaba la boca. Después regresó la vista a él, y le miró con ojos vidriosos.

— "Suma, ¿Qué haces?, ¿Ya le pusiste el traje?"

La chica dió un pequeño brinco en su lugar y dobló la carta con rapidez.

— "N-nada, solo estoy quitándole las arrugas de su traje. Ya casi acabo, señorita Makio."

Después, volvió a mirarlo con tristeza, y llevó su dedo índice a sus propios labios mientras siceaba un «shhh»; para así guardar la carta en el saco color rojo que ya tenía puesto.

— "Espero encuentres a Senjuro." — Susurró lo más bajo que pudo. — "Mucha suerte, Kyo."»

Kyojuro miró la carta con duda.

¿Quién era aquella chica? ¿Cuándo la había visto?

¿Quién era "Senjuro"?

Habían muchos nombres en aquella carta, pero ninguno logró reconocer.

Había mucha información en aquel trozo de papel. Pero no estaba de acuerdo con nada.

¿Por qué él pediría ayuda?, Él quería estar ahí, él había nacido para ser un buen y obediente Omega para un Alfa.

Debería estar agradecido de estar con su Alfa.

No estaba de acuerdo en haber tenido una familia. No recordaba una, tampoco un hermano. Tampoco recordaba ser profesor, o haber conocido a alguna de las personas que estaban escritas en el papel.

Solo recordaba su habitación de entrenamiento.

Y a Muzan.

« "Allá afuera usted no tiene nada, Señor Rengoku. No tiene una familia, o amigos. Nadie se preocupa por usted, porque simple y sencillamente, usted a estado toda su vida aquí. Yo soy lo único que usted tiene.

Jamás ha salido de estás cuarto paredes.

Debería... Agradecernos.

Todos allá afuera le tienen envidia, ¿Sabe cuántos Omegas quisieran estar en su lugar? ¿Sabe cuántos matarían por complacer al Alfa al que usted será entregado?

Miles, señor Rengoku. Miles.

Debería estar agradecido por la oportunidad que usted tiene." »

Debería estar agradecido.

Debería estar agradecido.

Debería estar agradecido.

Pero entonces, ¿Por qué estaba llorando?

La carta en sus manos empezó a mojarse por sus lágrimas, y la arrugó entre sus manos.

Mentiras, todo lo que decía esa carta eran mentiras.

Él debería estar agradecido. Era su día especial. Él tenía el privilegio de estar con su Alfa Akaza.

Le tenían envidia.

Suma le tenía envidia.

Ella seguramente había escrito esa carta y la puso en su saco para intentar que se alejara de su Alfa.

Ella quería robarselo.

Zorra. Ella era una zorra.

Una zorra mentirosa que quería robarle a su Alfa.

Entonces, con eso en mente, arrugó entre sus manos la carta con desprecio. Necesitaba deshacerse de ella. Pero, ¿Dónde? No sabía dónde estaba un bote de basura, tampoco podía pararse de la cama o Muzan lo regañaría.

¿Y si se la comía?

Pero... Y ¿si se ahogaba...?

No, mala idea.

Si se ahogaba entonces esa zorra se quedaría con su Alfa.

Tanteo la carta con sus dedos como si fuera a desaparecer en cualquier momento, y después un pensamiento llegó a su mente.

Bien, quizá no podía tirarla, pero podía esconderla.

Entonces, su mirada fue hacía abajo, y se enfocó en el pequeño hueco que había entre la cabecera y el extremo del colchón.

Sin esperar mucho, guardó la carta ahí.

Regresó a su posición original, siendo está, estar sentando en la cama mientras abrazaba sus piernas y miró la puerta.

Y, de nuevo, bajo al piso.

Sucio.

Estaba sucio.

« "A nadie le gustan los Omegas sucios, Señor Rengoku. Déjeme darle un consejo. Mientras más limpio este un Omega, más bonito se ve." »

Limpiar.

Limpiar.

Limpiar.

Limpiar.

Sin esperar más se levantó del colchón lo más rápido que pudo con su saco en mano y empezó a frotarlo contra el suelo intentando limpiar los charcos de vómito y jugos de carne en putrefacción.

Tenía que estar limpio, tenía que estar limpio, tenía que estar limpio.

¿Por qué no se estaba limpiando?

Aquellos charcos seguían el suelo, no se quitaban por más que pasaba su saco por encima de ellos, y no importaba que tan fuerte empezara a tallar.

No sé quitaba.

¿Estaba haciendo algo mal?

«Inútil, inútil, inútil, inútil, inútil»

«Deberia estar agradecido, debería estar agradecido, debería estar agradecido»

«Sucio, sucio, sucio»

«Mi alfa va a dejarme, mi alfa va a dejarme, mi alfa va a dejarme»

De la desesperación, sintió su cuerpo temblar y pronto sus lágrimas empezaron a nublarle la vista.

No estaba funcionando. ¿Por qué no se quitaba?

Dejó el saco de lado, y con sus manos tocó aquel charco blanquecino de vómito.

Estaba duro.

¿Y si lo hacía con sus manos?

Ambas manos fueron a dar a aquel charco y con sus dedos empezó a rascar aquella costra. Funcionaba, bien. Eso estaba mejor.

Se estaba quitando, se estaba empezando a quitar. Si se apuraba entonces Akaza al entrar le dirá que es un buen chico, y que es muy bonito.

Si, eso.

Rasca.

Rasca.

Rasca.

Ya casi se quitaba, y pronto la tranquilidad empezó a inyectarse en su cerebro al imaginar a su Alfa felicitarlo.

O eso pensó hasta que escuchó la puerta de su habitación ser abierta, y seguida de ella el rostro de Muzan.

Muzan estaba enojado.

¿Qué hizo mal? ¿Qué no le había pedido que fuera limpio?

Las lagrimas hicieron su visión casi nula y empezó a morderse su lengua.

« "... Y, por último pero mucho más importante: Sonría", sonría, sonría, sonría, sonría.»

Debía sonreír.

Necesitaba sonreír.

Los buenos chicos sonreían.

Y otra vez todo estaba borroso. Sintió unas manos tomarle de los hombros y luego de los brazos, mientras una voz lejana pero al mismo tiempo familiar parecía gritarle.

— ¡...ro!, ¡...juro!

¿Qué le decía? ¿Qué estaba pasando?

¿Por qué no escuchaba nada?

Sintió náuseas de nuevo, y su pecho empezar a moverse de forma irregular.

Intento jalar aire y respirar para calmarse, pero mientras más intentaba respirar, más sentía que se ahogaba, ¿Se estaba quedando sin aire, por qué?

Bajó la vista a sus manos.

Sangre.

¿Por qué había sangre?

— ¡Kyojuro!, ¡Detente!

¿Ah?

— ¡Maldición, ¿Qué estás haciendo?!

Su vista logro enfocarse de repente y miró hacia enfrente.

Era su alfa.

Akaza le estaba mirando con una emoción que no logro decifrar al mismo tiempo que sostenía sus brazos con fuerza para evitar que los moviera.

Mientras tanto, el Alfa sentía que iba a entrar en un ataque de estrés.

Se había levantado apenas vió el sol salir y bajó a la sala, dejando su pecho al descubierto. Miró la mesa del comedor en donde aún seguían los platos de comida, y con la cuchara que estaba en suelo —que Kyojuro había dejado caer—, tanteó la comida que le había servido al Omega.

No había nada fuera de lo normal, solo carne, verduras, pasta y queso, ¿El rubio era alérgico a alguna de ellas?, ¿O no le gustaba alguna?, ¿El queso quizá?

¿La comida estaba echada a perder?, Claro que no, la había hecho él mismo hace un día, ¿Sabía mal?, Era obvio que no, tenía una carrera en gastronomía, y había salido como uno de los mejores en la lista de graduados, ¿Entonces?

Tomó los platos, y vertió la comida en el cesto de basura de la cocina. Quizá debía hacer algo diferente.

Empezó a buscar entre su refrigerador, y tomó arroz.

Quizá a Kyujuro no le gustaba la comida internacional, y prefiera algo más... Nacional, algo más cultural.

Entonces, lavó el arroz lo mejor que pudo, y lo puso en una hervidor especial para cocinar arroz. Después empezó a configurar el tiempo de la máquina mientras tenía en mente hacer onigiris.

Su vena competitiva salió a flote. No pudo evitar sentirse ciertamente indignado al recordar al rubio con el rostro amarillo por las náuseas cuando apenas y había probado un bocado.

Le cocinaría el mejor onigiri de su vida, y se iba a arrepentir de haberle despreciado su amada y especial comida.

Se colocó su delantal de cocina, y mientras se lo abrochaba por la espalda, se detuvo.

¿Por qué iba a cocinarle?

No, no, no. Akaza no cocinaba, si bien tenía una carrera de gastronomía, y adoraba cocinar; solo lo hacía con su familia o cuando Keizo lo presumía.

Kyojuro era su nuevo sirviente, ¿No?, Él había llegado para sustituir a Sumi, entonces él tendría que cocinar, mientras él se ocupaba de trabajar en los archivos de su padre.

Salió de sus pensamientos solo cuando sintió un ardor en su dedo.

¿¡En qué momento había empezado a cortar las algas!?, ¿Tan distraído era?

Negó con su cabeza varias veces, ¿Desde cuándo era así?, Él nunca se distraía con nada, de hecho, cuando se proponía a hacer algo, toda su atención se iba a ese "algo". Solo recuerda haberse sentido tan estúpido una sola vez en su vida, y eso fue hace tres años.

Con su pasada relación con Daki.

Pero eventualmente la relación falló cuando ambos se dieron cuenta que quedaban mejor como amigos. No quedaron en malos términos, y se seguían llevando muy bien. Ser novios por cuatro meses no hizo que se vieran diferentes o cambiarán su actitud con el ajeno.

Eran buenos amigos.

Se dió un golpe mental en su cabeza, y después desvío la mirada al reloj eléctrico de la cocina.

"7:48 a.m"

No era tan tarde, quizá Kyojuro ya había despertado, pero entonces, ¿Por qué no bajaba aún?

Ah, lo había encerrado, cierto.

Soltó un suspiro frustrado. En verdad estaba más estúpido de lo usual.

Salió de la cocina mientras tanteaba el nudo del delantal para quitárselo y dejarlo en el perchero. Solo así empezó a subir las escaleras con el propósito de llegar a la habitación del Omega.

Pero, a tan solo unos metros en la puerta se detuvo de nuevo.

Mierda, estaba en boxer aún. Necesitaba ponerse ropa, no iba a entrar así. No quería parecer un maldito desesperado por sexo o un pervertido.

Regreso sobre sí para ir a su habitación, y se puso lo primero que encontró.

Un short negro, y una playera blanca. Después tomo la llave de la habitación de Kyujuro, y empezó a caminar de nuevo hacia ella.

Amargo.

Agrio.

Y era extremadamente fuerte el olor.

Una vez frente a la puerta, frunció el ceño. Empezó a sentirse malditamente inquieto y unas ganas enormes de abrir la puerta y cuestionar que ocurría se apoderaron de su mente, sin pensarlo abrió la puerta lo más rápido que pudo sin siquiera poner atención a que el seguro de la puerta estaba botado, y sus pupilas se contrajeron con pánico.

Kyujuro estaba rascando el piso de madera.

Pero eso no era lo preocupante.

El Omega tenía sangre en sus manos por culpa de sus uñas alzadas y dedos con astillas por culpa de la madera mientras no paraba de temblar y susurrar «Limpio, limpio, limpio»

Con preocupación se puso frente a Kyojuro y lo agitó para intentar que reacionara. Miró sus ojos y reconoció que estaban desenfocados como cuando empezó a comer.

— ¡Kyujuro, Kyojuro!

Nada, seguía rascando.

Con sus manos tomó los brazos magullados del chico intentando frenar sus movimientos, pero provocó una serie de temblores consecutivos.

— ¡Kyojuro!, ¡Detente!

Y por fin el rubio le miró, quedándose quieto.

— ¡Maldición, ¿Qué estás haciendo?!

El Omega le miro atentamente, como si intentará decifrar lo que sus ojos le decían.

Ambos totalmente quietos, se quedaron observando sus ojos.

Mientras su Kyojuro no sabía que la cara de Akaza era de genuina preocupación, Akaza miró los ojos más tristes que pudo haber visto en su vida.

Se veían tan... Cansandos.

Era como si sus ojos le dijeran un «Ayudame»

Su Alfa interno se removió con fuerza, rogando abrazar al Omega frente a él.

Pero no lo hizo.

En cambio, desvío la mirada a las manos sangrantes del mayor, y soltó un suspiro.

— Ven aquí... — Susurró, poniendose de pie mientras se dirigía al baño de la habitación.

Empezó a llenar la tina de agua tibia, y miro hacia atrás.

— Tus manos, damelas.

Kyojuro hizo lo pedido. Extendió sus manos con temblores y miro al suelo atentamente.

Después, sintio un ardor, pero era tolerable. Akaza estaba metiendo sus manos bajo el grifo de agua el lavabo.

Desvío su vista a la tina al lado de ellos, y miro el vapor saliente del agua más caliente que fría.

Una vez sus manos estaban limpias, su Alfa sacó de un pequeño maletín de primeros auxilios bajo el lavabo, unas pequeñas pinzas, cinta médica y un spray desinfectante.

— Va a dolerte un poco. — Escuchó decirle, y después, Akaza empezó a quitarle las astillas al mismo tiempo que rociaba el desinfectante en sus dedos.

Cerró sus ojos con fuerza mientras mordía su labio roto, y aguantó el dolor.

Los buenos Omegas aguantaban el dolor y no protestaban.

Sintió sus dedos ser apretados, y cuando los abrió, una cinta blanca estaba rodeado sus falanges.

— Bien... Creo que ya.

Akaza ahora se giró para cerrar la llave de la tina, y miró a Kyojuro.

— Supongo que necesitas relajarte, ¿Quieres bañarte?

Nada.

Se sintió frustrado. Pero no dijo nada al respecto.

— Bien, ahm... Mh, ¿Es un sí...?

Silencio.

— De acuerdo, solo báñate.

Y, su rostro se puso rojo cuando Kyojuro empezó a desabrocharse su camisa frente a él, ¿Iba a desvestirse? Nah, imposible, además-, oh mierda, ¡se quitó la camisa y ahora está desbrochando su pantalón!

— ¡No, no, no hagas eso!, ¡No te desvistas!

Y Kyojuro dejo de hacerlo.

— ¿Qué pasa contigo?

Nada.

Otra vez.

Entonces, Akaza se dió cuenta de algo.

En la madrugada no respondió ni una sola de sus preguntas, y solo le hizo caso cuando dijo "Solo siéntate", "vomita", y hoy solo había hecho caso a "Detente",  "Ven aquí", "Tus manos, damelas", "solo báñate" y "No te desvistas".

Kyojuro solo seguía órdenes.

Miró el rostro del rubio, y después bajo por el pecho desnudo de este.

Cicatrices, heridas, moretones, cortadas.

Y, justo en el costado de su cadera, las letras "KB" de la mafia Kibutsuji estaban entrelazadas entre sí y adornaban su piel.

Miró con detalle la marca, y un nudo en su garganta apareció cuando se dió cuenta de lo que realmente se trataba.

Lo habían marcado con una yerra. Aquellas letras eran hechas por una enorme cicatriz a causa de las quemaduras que aquel objeto le causó.

Lo habían marcado como ganado.

Desvío la mirada a las demás cicatrices, y subió por su cuello, encontrando marcas moradas y rojizas de estrangulamiento. A juzgar por como se veían, supo que no fue el collar lo que le ocasionó eso.

Una vena empezó a marcarse en su sien, y sintió sus puños picar.

Por primera vez, empezó a odiar a alguien.

Y ese alguien era el mejor amigo de su padre.

— Bien. — Habló, — Dudo que puedas bañarte solo. Entonces, quitate la ropa, y déjate tu ropa interior. Después te metes a la tina y me esperas aquí. No hagas nada más, solo métete, y quédate dentro.

Y funcionó.

Kyojuro empezó a quitarse su ropa con cuidado, y mientras bajaba su pantalón Akaza desvío la vista a la pared al darse cuenta que habían más heridas en sus piernas. Finalmente, el Omega caminó de manera insegura a la tina, y se aferró a la orilla de esta, para meter su pie con cuidado.

Se asustó cuando sintió el agua caliente tocarlo, y brinco un poco en su lugar.

— Estarás bien. — Susurró el Alfa, tomando a Kyojuro de la mano para que lo usará de soporte para poder meterse.

El rubio giró su rostro para verlo, y de nuevo se quedaron viendo.

Los ojos de Kyojuro eran tristes, melancólicos.

Y los de Akaza mostraban preocupación.

Pero el Omega, no sabía que era tal cosa. Entonces simplemente no le dió importancia.

Volvió a mirar la tina y se metío con cuidado y cautela, apretando entre sus palmas la mano de Akaza.

Una vez adentro, se sentó mientras sentía el agua rodear su cuerpo, y juntó sus piernas a su pecho para abrazarse.

— Bien, así quédate.

Y se quedó quieto, mirando a su Alfa darle una última mirada antes de salir por la puerta.

Una vez Akaza estaba afuera, este caminó por la habitación el Omega, y miro fijamente el lugar en el que Kyojuro estaba rascando. Al lado de su sangre estaba el saco color rojo que tenía puesto, y pensó en darle ropa nueva, ¿Debía comprarle ropa?, ¿Le daba la de él?

Levantó el saco y lo hizo bolita. Pero se detuvo cuando percibió un olor familiar.

Muzan. Kokushibo.

Un gruñido intimidante salió de sus labios y de inmediato se tapo la boca, ¿Qué había sido eso?

Negó repetidas veces y después metió el saco al cesto de basura.

Caminó hasta la puerta hasta llegar a su propia habitación, y una vez en el baño empezó a rebuscar cosas para limpieza personal. Si bien habían cosas en la habitación de Kyojuro, algo dentro de él le dijo que le diera específicamente sus cosas. Una vez tomó sus cosas, y después fue a su armario para sacar su ropa.

Ya tenía las cosas en mano, así que regresó a la habitación ajena lo más rápido que pudo, y entro al baño.

Kyojuro estaba exactamente igual a como lo había dejado.

Suspiró.

— Bien, uhm... De acuerdo, traje, esponjas, jabón, toallitas... Y, shampoo, ¿Está bien?.. — dijo, y se dió un golpe mental al saber que el Omega no le respondería — Ok, creo que sí, las esponjas son polialergenicas.

Kyojuro se quedó en silencio, y Akaza se acercó a él con movimientos lentos.

De nuevo, miró sus ojos.

Tristeza.

Desvío la mirada al agua, y tomó una bomba de jabón, metiéndola a la tina. Enseguida burbujas empezaron a formarse en el agua, y está e torno de un tono azulado.

El rubio se asustó y se removió inquieto en la tina, pero las manos del Alfa le sostenían con cuidado.

Al ver a su alfa acercarse con algo en manos cerró sus ojos con fuerza.

Iba a golpearlo.

Iba a comprarlo.

Iba a... ¿Lo estaba acariciando?

Abrió sus ojos, y sintió la esponja llena de jabón acariciar su mejilla, después empezó a bajar por su cuello haciendo movimientos circulares.

Mientras más bajaba, más se fruncía el ceño de su alfa.

¿Por qué?

¿No era bonito?

Sus ojos se humedecieron al pensar eso, ¿Su alfa lo miraba con asco?

Asco.

Asco.

Asco.

Asco.

«... Y por último, pero mucho más importante: Sonría.»

Y entonces, Kyojuro sonrió.

Si sonreía, se veía bonito.

Y si se veía bonito, iba a gustarle a Akaza.

Entonces, tenía que sonreír.

Porque Muzan se lo dijo.

Y Muzan era lo único que tenía.

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