moonlight | tsukkiyama

By puppyguchi

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ㅤㅤㅤ colección de drabbles y one shots tsukkiyama. Fluff, angst y smut, entre otras cositas qu... More

Suave y gentil
Luna Distante
A. M. O. R
Visitante nocturno
forget me not

Puppy Guchi

204 16 17
By puppyguchi

Para Tadashi, las nubes grises significan dos cosas:

1. Lluvia (Ew, truenos, frío).
2. Tsukki, su amo, llega dos horas antes del trabajo.

Menos horas de trabajo = más Tsukki para él

¡Oh, está tan emocionado que su colita no deja de menearse de un lado al otro!

Lo ha estado esperando desde que salió a las siete y media, y según el reloj rojo que cuelga en una de las paredes de la sala, solo faltan ocho minutos para las ocho. O sea que Tsukki llegará a casa en cualquie...

Oye la puerta principal abrirse junto al habitual: «estoy en casa »,de Tsukki. Salta del sillón y corre hacia la entrada al encuentro con su amo. Dios, tiene que hacer un esfuerzo enorme para no abalanzarse sobre él, porque Tsukki le ha enseñado que debe respetar su burbuja personal. Sea lo que signifique «burbuja personal», Tadashi no tiene permitido abalanzarse sobre nadie en busca de mimos. Lo cual es un poco injusto porque él siempre quiere mimos.

La vida es malvada para los buenos chicos.

Quizás deba buscar la definición de «burbuja personal» en el diccionario de Tsukki, piensa.

—Bienvenido a casa, Tsukki. ¿Cómo estuvo tu día...?

Tadashi se para en seco y olfatea el aire.

Eyuck.

Grrr.

Sus orejitas se ponen en modo alerta. ¿¡Huelen eso!? ¡Alguien ha traspasado la burbuja personal de Tsukki, alguien que no es él!

—¿Por qué me gruñes así?

—Tú... hueles horrible.

—Oye, ya sé que huelo a sudor, por si no sabías, la práctica duró tres horas, por supuesto que voy a oler mal...

—¡No, hueles... hueles a otro!

Ay, decirlo en voz alta duele aún más.

—Ah, creo que es porque...

¡Lalalalala! ¡Él no quiere escucharlo!

—No me importa, solo ve a ducharte.

—Joder, ¿cuándo te volviste tan mandón?

—No voy a hablar contigo hasta que vayas al baño.

—Ya, ya voy.




—¿Ya no vas a morderme?

—Acércate —Tadashi lo olfatea, y cuando lo único que detecta es el champú de coco y jabón, sonríe—. Ahora solo hueles como tú, así que no.

—Vaya, nunca había estado tan alegre de oler como yo —dice, con un falso tono alegre—. Voy a hacer la cena ahora. ¿Te importaría cortar las verduras?

—¿Pero por qué tengo que cortar las verduras?

—¿Quieres encargarte del arroz y la carne?

—¿Dónde está la tabla de picar?







Tadashi observa el plato de arroz con carne salteada, su estómago gruñe y ya está babeando, pero decide esperar a que Tsukki se siente junto a él en el sillón para dar el primer bocado. Es delicioso, como todo lo que cocina su Amo.

—¿Y qué hiciste en todo el día?

—Ehm, después de que te fuiste, me volví a dormir, luego hice unos deberes y luego vi la tele.Y... espere hasta que llegaste —responde, muy concentrado en meterse otra cucharada de arroz y carne en partes iguales a la boca.

—Puedes salir cuando quieras, sabes. No tienes por qué estar encerrado aquí todo el día, y esperarme...

—Pero no quería salir afuera... Además, el señor del clima dijo que hoy había mucha probabilidad de lluvia, y no me gusta para nada mojarme —le interrumpe, alzándose de hombros. Salir al exterior no es un tema del que le guste mucho hablar.

—Pero puedes salir cuando esté soleado —repone.

—No lo sé. Además, ni siquiera me gusta salir.

—Tadashi —le llama, con la voz áspera—. ¿Aún tienes miedo de estar afuera?

—Quizás... quizás un poquito. Pero prometo que saldré más seguido, solo necesito tiempo.

—Comprendo —responde. La inseguridad se le nota en la voz cuando titubea al decir—:  Oye, Tadashi, lo siento, no quise presionarte.

—No, no, no. No es así. Entiendo que te preocupas por mí, pero quiero hacer las cosas a mi propio ritmo... —explica—. Mhm, quizás me gustaría acompañarte a tu próxima práctica. ¿Puedo?

—Sí, claro que puedes. Sólo prométeme que no asustarás a Kogane.

—Lo prometo —dice, solemne—. Tsukki.

—¿Sí?

—¿Puedes abrazarme? Tengo frío.

Y no miente.

Bueno, quizás un poquito sí.

—Eres un bebé —dice, pero aún así lo envuelve en un gran abrazo de oso.

—No, yo solo te extrañe. Mucho.

—Solo me fui por unas horas.

—Para mí se sintió como una eternidad —confiesa.

Tadashi se funde en sus brazos. Kei es grande, y lo cubre fácilmente. Tadashi apega la cabeza en su pecho, y escucha los latidos rítmicos de su corazón, pacifico a comparación del suyo que late como si hubiera corrido un maratón. Él no sabe qué significan todos esos sentimientos que se desembocan en su cuerpo. Podría ser taquicardia, como una vez leyó en el diccionario, cuando intentó buscarle un sentido a todo lo que sentía.

—Tu corazón late muy rápido —nota Kei, y a Tadashi lo toma desprevenido.

Es un poco vergonzoso que la persona que hace que tu corazón se vuelva loco te pregunte sobre eso.

—Oh... Uhm, creo que es porque estoy muy cansado. Hoy fue un día muy agotador, ¿no estás cansado tú también?

—La verdad es que podría desmayarme de lo exhausto que estoy.

—No digas eso, sabes que no podría arrastrar tu cuerpo gigante hasta la cama.

—Entonces deberíamos irnos a dormir ya.

No es necesario buscar en un diccionario para saber qué es lo que significa Tsukki para él, son varios términos, porque Tsukki significa muchas cosas; significa seguridad y calidez. Significa hogar, un término del que no sabía hasta que lo conoció.




Cuando Tadashi termina de cepillarse los dientes, Tsukki ya está acostado como un tronco, con un montón de mantas encima porque es muy friolento. El pecoso sonríe cuando Kei las levanta para indicarle que se acueste. Y tan pronto como lo hace, Tsukki lo atrae hacia él. Es asfixiantemente calientito ahí dentro, pero Tadashi no puede quejarse.

Su corazoncito se siente calientito también.

—Buenas noches —dice, con la voz suavecita—. ¿Tsukki?

—Uh, uh —balbucea Kei, aún con los ojos cerrados.

—No me dijiste buenas noches.

—Buenas noches, Dashi' —murmura contra su pelo.

Oh, siente las mejillas igual de calientitas que su corazón. ¿Acaso va a explotar?

—Es lindo cuando me llamas así.

—Ya duérmete, Tadashi.

—Lo siento, Tsukki.



 [ . . . ]








El cielo está lleno de nubarrones grises, lo que solo significa una cosa: lluvia.

Y él la odia, porque la lluvia deja empapado su pelaje, y lo deja con escalofríos. Sus huesos duelen, y hay partes del cuerpecito que se le entumecen. No llora porque sabe que es inservible, después de todo, los transeúntes pasan por la acera con actitud indiferente cuando lo ven resguardado en su cajita de cartón.

Es imposible para él sobrevivir la noche. Lo sabe, ha visto a montones de sus amigos perecer por el invierno. Y aún así espera que alguien lo note y lo lleve a casa. Es patético, pero ese ápice de esperanza en él se niega a desaparecer.

El cachorrito espera y espera, en el frío invernal de la noche, con el cuerpo entumecido y su casita de cartón deshaciéndose por la lluvia.


















¿Les gustó? Díganme para saber si sigo escribiendo o lo dejo para
siempre  (˘ ³˘)

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