Lovesick

By Saeko_30

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Capítulo 2

Capítulo 1

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By Saeko_30

— Nunca dejaré de quererte, pero me quiero más a mí misma.
Aquellas fueron las últimas palabras que Mikasa le dedicó a Eren. Le dolió mucho tener que tomar la decisión de dejarle, pero Eren no la había aportado nada bueno desde que empezaron a salir.
Con las lágrimas amenazando con salir y arruinar su maquillaje, Mikasa dio la espalda a Eren y se encaminó de vuelta a casa. Era un 23 de mayo, la azabache lo recuerda bien porque ese día estaba lloviendo, a pesar de la calidez primaveral propia de la época. La decisión de dejar a Eren no fue tomada a la ligera, Mikasa llevaba sopesándola durante meses. Sabía que necesitaba cambiar la situación, pues el comportamiento de su novio se volvía más tóxico y aquello empeoraba su salud mental.
Pero empecemos por el principio de su corta, pero intensa historia juntos.
Mikasa y Eren se conocieron en el instituto, cuando ambos tenían 13 años. Para la azabache fue un flechazo a primera vista: desde que le vio entrar por la puerta de clase sintió aquellas "mariposas" en el estómago. Durante ese curso se hicieron muy amigos, inseparables dirían los demás. Hacían todos los trabajos de clase juntos, quedaban todos los fines de semana y Eren pasaba a recoger a Mikasa todos los días de sus extraescolares para irse a merendar juntos. Pero no eran más que amigos, apenas llegaron a abrazarse alguna vez. A Mikasa le encantaba pasar tanto tiempo con Eren y siempre quiso contarle lo que sentía por él, pero el castaño empezó a hablarle sobre su compañera de clase, Mina. Ella era amiga de Mikasa desde cursos anteriores, y Eren le confesó que sentía atracción por ella. Aquella confesión fue como un balde de agua fría para Mikasa y en sus diarias quedadas, Mina comenzó a ser el tema principal de sus conversaciones. La azabache solo podía escuchar y dar vagos consejos de cómo "conquistarla", rezando en el fondo de su alma que jamás llegara a hacerlo.
Finalmente, un 18 de enero, Eren no fue a recogerla a su salida de extraescolares. Después de esperarle un buen rato, Mikasa le escribió preguntándole dónde estaba. La respuesta fue casi inmediata. El castaño le resumía en un mensaje que había quedado con Mina para confesarle lo que sentía, y que ella había reconocido sentir lo mismo. Su mensaje finalizaba con un "sigo con ella, cuando vuelva a casa te llamo y te cuento todo".
Mikasa releyó el mensaje veinte veces, mientras escuchaba su corazón partirse en dos. Le dolía todo. El hecho de que Eren tuviera una novia que no fuera ella le destruía el alma. Mikasa regresó corriendo a su casa y enterró su cara en la almohada, la cual se impregnó de lágrimas. Eren era tan importante para ella que sentía que lo había perdido todo. Para ella, él era su mundo, y ahora, su propio mundo la había desterrado.
A medida que su relación progresaba, Mikasa se alejó más y más de Eren y de Mina, pues se sentía culpable de estar enamorada del novio de su amiga, aunque no podía hacer nada para dejar de sentir aquello. No se elige a quién se ama.
Se distanció tanto de ellos que, una vez finalizado el curso, no volvió a verles ni a hablarles. Eren se preocupó ante esta situación y le preguntó qué ocurría, y ella trató de excusarse en decir que no pasaba nada y que el supuesto distanciamiento eran imaginaciones suyas. Ante la frialdad de la respuesta de Mikasa, Eren comprendió que había sucedido algo que no quería contarle, pero que era motivo suficiente como para que quisiera cortar la comunicación. No quiso agobiarla y empeorar la situación, así que simplemente dejó las cosas como estaban. Esta postura fue interpretada por Mikasa como indiferencia, hecho que la dolió, dado que pensó que a Eren realmente no le importaba si ella dejaba de estar a su lado.
Él nunca me ha visto con los mismos ojos que yo, así que no debe importarle mucho que yo me haya ido. Aquel pensamiento era recurrente en la mente de Mikasa cada vez que su inconsciencia traía a Eren de vuelta.
Las vacaciones acabaron y el nuevo curso comenzó. Al no coincidir en la misma clase con ninguno de sus dos ex-amigos, para Mikasa fue mucho más llevadero ir al instituto. Si bien es cierto que alguna vez se los encontraba en los pasillos o en los recreos, siempre se las apañaba para cambiar de dirección o huir de sus miradas. La azabache estaba comenzando a dejar de sentir tan intensamente la necesidad de estar con Eren, aunque es innegable que se olvidara completamente de él. Él no había desaparecido, le veía casi a diario por el instituto y, a pesar de no intercambiar palabras, el amor que sentía hacia Eren no se había extinguido. Pero, al menos, parecía haberse calmado y así prosiguió hasta finalizar el curso.
No obstante, durante los primeros días de vacaciones recibió un mensaje de Eren:
— "¡Hola! ¿Qué tal?" — A Mikasa le sorprendió mucho aquel mensaje, ya que era el primero que recibía del castaño desde hacía un año. Dudó mucho en contestar al instante, ¿parecería una desesperada? ¿Parecería que llevaba tanto tiempo esperando su mensaje que dejaba su chat abierto y por ello contestó tan rápido? No, no, esperaría un poco. No debía contestar con tanta rapidez. Dio la vuelta a su teléfono e intentó ignorar la dichosa notificación. Cinco segundos más tarde, Mikasa estaba desbloqueando su teléfono para contestar.
— "¡Hola! La verdad es que bien, tenía ya ganas de vacaciones jajaja. ¿Tú qué tal?" — Releyó varias veces su mensaje antes de enviarlo, debatiéndose si añadir el "jajaja" o no. Si lo quitaba quizás parecería muy seca, así que decidió dejarlo para quitarle hierro al asunto. Nada más enviarlo, los dos ticks azules se activaron.
Mikasa sintió que las mariposas que un día sintió volvían a hacer acto de presencia en su estómago y, toda la calma que había adquirido respecto al tema de Eren se disipó por completo.
— "Yo también tenía muchas ganas de vacaciones, repetir curso ha sido agotador, sobre todo cuando no conoces a nadie en clase. Me gustaría volver a retomar el contacto contigo, éramos tan amigos que no entiendo qué fue lo que pasó para que nos alejásemos. ¿Te viene bien quedar un día de esta semana? Ahora que ya no hay clases no tienes excusas ;)" —. El nuevo mensaje de Eren contenía mucha información en pocas líneas. ¿Había repetido curso? Mikasa no lo sabía. Ahora que lo mencionaba, es cierto que la azabache no recuerda haberlo visto en ningún acto o excursión de su curso. Por otro lado, a pesar del entusiasmo inicial de que Eren quisiera volver a hablarla había algo que inquietaba a Mikasa: ¿por qué ahora? ¿Por qué recién Eren se daba cuenta de que Mikasa ya no le seguía a donde fuese? ¿Acaso le había sucedido algo con Mina y ahora recurría a ella? Para Mikasa, sobre pensar era algo que se le daba de maravilla.
Pulsaba las letras de su teclado del móvil con ansia, buscando que estas formaran palabras lógicas que respondiesen adecuadamente al mensaje de Eren. Al no lograr su objetivo, tuvo que parar y pensar en qué decirle. Antes tenía muchas cosas que quería contarle, ¿por qué ahora no era capaz de siquiera elegir un día para verse?
— "Esta semana no tengo planes, así que cuando quieras quedamos".
La respuesta no tardó en llegar.
—"¡Genial! ¿Podríamos vernos mañana a las 18:00?"
Mikasa se sorprendió por la prontitud de la quedada, pero no podía negar que no le hacía ilusión —. "Okai. Si quieres quedamos al lado de la tienda, donde solíamos quedar".
— "Valep, pues mañana te veo jaja".
La azabache pensó en añadir un nuevo mensaje a la conversación, pero tras pensar  que su única opción era un "ok, jaja" o algo del estilo, decidió dejar la conversación en ese punto. Sin embargo, quería seguir hablando con Eren y preguntarle todo lo que le había sucedido desde que dejaron de verse.
Finalmente se decantó por esperar hasta que el día pasase. Así se lo podría preguntar en persona y observar su reacción ante determinadas preguntas. Observar su cara y sus ojos ante sus palabras... era algo que Mikasa había echado mucho de menos. Echaba de menos ver su propio reflejo en las verdes esmeraldas que Eren poseía.
Oh no...
En ese instante Mikasa se dio cuenta de que, por mucho que hubiera intentado ignorarle, seguía enamorada de él. Todos sus esfuerzos por acallar sus sentimientos habían sido en vano. El recuerdo de Eren y los pensamientos que en la azabache provocaban estaban más vivos que nunca.
Y así se hallaba Mikasa, ensimismada en sus cavilaciones mientras esperaba que pasasen las horas para rencontrarse con el que siempre fue dueño de sus más profundos deseos.
.
.

Eran las 17:30 y Mikasa aún no había decidido qué ponerse. Estaba muy nerviosa y no conseguía ordenar sus pensamientos: ¿debería ir arreglada? ¿Debería ir más informal? ¿Qué impresión quería causarle? La azabache se estaba empezando a agobiar, así que se sentó en el suelo de su habitación para tomar aire. No comprendía por qué estaba tan nerviosa que rozaba los límites de la ansiedad. Si Eren siempre había sido su amigo, ¿por qué se preocupaba tanto de cómo la viera?
Tras pasar diez minutos replanteándose su existencia, Mikasa se levantó del suelo y escogió un vestido de tirantes negro con un cinturón. Ya comenzaba a hacer calor, así que no cogería ninguna chaqueta. Se peinó su brillante pelo negro y se hizo un pequeño eyeliner. Durante el último curso estuvo practicando mucho su maquillaje y dicha práctica comenzaba a dar sus frutos. Cogió un bolso para guardar su teléfono y su monedero y se dedicó una última mirada en el espejo. Se colocó el flequillo con los dedos, se veía bastante guapa.
Mientras Mikasa salía de su casa le llegó un mensaje.
— "Estoy ya aquí" —. Aún no eran las 18:00 en punto, Eren había sido muy puntual.
— "Yo ya estoy llegando jaja" —. Respondió la azabache mientras aceleraba sus pasos, pues no quería demorarse sabiendo que el castaño ya la estaba esperando.
Giró la calle y ya le vio. Allí estaba Eren, apoyado sobre la pared del escaparate de la tienda donde habían quedado. Estaba tan distinto y tan igual como siempre...
Su estilo había cambiado un poco, ahora su ropa era de colores más oscuros de lo que solía ser. Su pelo había crecido un poco, al igual que su altura. A pesar de haberle visto por el instituto, Mikasa no se fijó en aquellos detalles que ahora observaba a simple vista. Sin embargo, a pesar de estos cambios, Eren seguía siendo el mismo. Seguía poseyendo aquella "esencia" invisible que atraía a Mikasa como si fuera un imán. Ni siquiera había hablado todavía con él, pero, con su mera presencia, provocaba que el corazón de la azabache alcanzase velocidades altísimas.
— ¡Hola! Cuánto tiempo —. Dijo Eren al verla llegar. Se separó de la pared y le dio un breve abrazo a Mikasa. La azabache se quedó bloqueada por unos instantes, era la primera vez que se abrazaban y el castaño había realizado aquella acción como si no le costase nada. Como si no supusiera nada especial.
— Hola. ¿Qué tal? — Inquirió Mikasa cuando se recuperó del abrazo.
— Bien, bien. La verdad que tenía muchas ganas de verte fuera del instituto —. Eren sonrió —. ¿Tú qué tal?
— Igual, yo también tenía ganas de quedar contigo —. Respondió apartando lentamente un mechón de su pelo tras su oreja. Con este movimiento cubrió el leve color que habían adquirido sus mejillas al escuchar las primeras palabras del castaño.
Eren y Mikasa comenzaron a pasear por los alrededores de la tienda mientras rompían el hielo con pequeñas conversaciones superficiales sobre cómo se encontraban sus familiares o cómo habían terminado el curso. Finalmente, Mikasa se atrevió a preguntarle acerca de lo que Eren le escribió la tarde anterior:
— Me dijiste que habías repetido curso, ¿no? — Se arrepintió al segundo de realizar aquella cuestión. Quizás había sonado como una cotilla al ser tan directa.
— Sí, repetí. A finales de curso mis padres comenzaron a separarse y tanto yo como mi hermano lo pasamos bastante mal. Mis notas bajaron mucho el último trimestre y en lugar de que me bajase también la media del curso decidí repetirlo para mejorar las calificaciones —. La respuesta de Eren causó mucha comodidad en Mikasa, pues sintió que le respondía con total sinceridad, como si la confianza que un día existió entre ellos aún siguiera ahí.
— No lo sabía, debe de haber sido muy duro para ti pasar por aquella situación solo... —. Dijo la azabache mientras clavaba sus ojos en Eren —. Bueno, solo no estabas, estabas con Mina —. Las palabras se escaparon de la boca de Mikasa. Ya la estoy cagando, pensó para sí. En esos instantes, quería enterrar la cabeza en el suelo como una avestruz y renegar de su última frase.
Eren rió.
— Sí, es cierto que estaba con Mina, y la verdad que sí me ayudó bastante en ese aspecto. Pero eso ya forma parte del pasado.
— ¿A qué te refieres? — Mikasa no estaba segura de lo que significaba aquello.
— Mina y yo ya no somos pareja. Lo hemos dejado hace unas semanas.
No cabía en sí de la alegría que esa respuesta le causó. ¿Eren ya no tenía novia? Era un sueño hecho realidad. Reprimió la sonrisa que se implantó entre sus labios mirando al suelo. No obstante, al segundo se sintió bastante mal de estar feliz por aquello, seguro que, fuera cual fuese el motivo de la ruptura, debería haber sido doloroso tanto para Eren como para su antigua amiga.
— Lo siento, hacíais muy buena pareja —. Mentirosa descarada, pensó.
— Bueno, supongo que esa era la imagen que dábamos —. Respondió el castaño con cara de circunstancias.
— ¿Qué quieres decir? — La necesidad de descubrir todo lo que había pasado entre ellos dos se apoderaba ahora de Mikasa.
— Me refiero a que Mina era un poco... — Eren alzó la vista, como si la palabra que estuviera buscando fuera a caerle del cielo — pesada. Quería estar conmigo todo el día, me escribía a todas horas, se presentaba en mi casa sin avisar... No sé, son cosas que me agobian bastante.
Mikasa se sorprendió por la respuesta del castaño. Ella también solía pasar todo el día con él y se intercambiaban mensajes con mucha frecuencia, ¿acaso Eren pensaba que Mikasa también era muy pesada? ¿Acaso era aquella la razón por la que él tampoco habló con ella durante el último curso? La azabache descartó dichas cuestiones tras enfriarlas en su mente, si pensase aquello, no me hubiera vuelto a escribir.
— Vaya, pues lo siento mucho. Quédate con las cosas positivas de la relación y ya encontrarás a alguien más —. Las ganas de añadir un "como yo" al final de la oración casi se escurren por el tobogán de su lengua.
— No tienes que sentir nada, la verdad que era una ruptura que en el fondo los dos sabíamos que se iba a producir. Pero bueno, ya hemos hablado mucho de mí, ¿tú tienes pareja?
Eren miró directamente a Mikasa. Qué directo.
— No, no he tenido aún ninguna pareja —. La azabache se puso un poco nerviosa ante la pregunta del castaño y los ojos verdes que ahora se clavaban en ella. Como resultado, aceleró un poco su paso inconscientemente.
— Ah, guay. Bueno, seguro que tendrás algún pretendiente —. Mikasa no sabía qué era lo que Eren pretendía. ¿Estaba tratando de sonsacarle esa información o tenía segundas intenciones tras aquellas preguntas? La azabache frenó sus pensamientos: puede que pregunte por mera curiosidad, no tiene por qué haber una pretensión detrás de sus palabras.
Mikasa rió para aminorar la incomodidad que se había formado en un instante entre los dos, y Eren siguió su risa.
— ¿Y por qué me dejaste de hablar? — El castaño volvía a la carga dirigiendo su verde mirada hacia la azabache.
— Yo no te dejé de hablar, simplemente nos distanciamos —. Respondió haciendo énfasis en el nos. Él tampoco había puesto de su parte para retomar el contacto hasta la tarde anterior —. Pero no creo que eso importe ahora, lo relevante es que hemos vuelto a quedar —. Añadió Mikasa rápidamente. Quería zanjar ese tema, pues temía que, si Eren seguía indagando en él, acabase diciendo cosas de las que luego se arrepentiría, tal y como la había sucedido antes.
Eren se quedó pensativo por unos momentos, causando unos segundos de silencio que para Mikasa duraron horas.
— Llevas razón. Lo importante es que ahora volvemos a estar juntos.
¿En qué sentido decía ese "juntos"? ¿Quería decir juntos juntos o juntos a medias? La cabeza de Mikasa iba a explotar con tanto sobre pensar.
Pasaron el resto de la tarde poniéndose al día de la vida del uno y del otro hasta que llegó la hora de despedirse. Tras recorrerse casi toda la ciudad a pie mientras charlaban, volvieron a su punto personal de encuentro, la tienda.
— Bueno, ya me vas escribiendo para volver a quedar —. Eren apoyó su mano sobre el hombro de Mikasa y la abrazó de nuevo.
— Sí, claro... te voy diciendo —. A la azabache le había vuelto a pillar de sorpresa el abrazo.
Eren la sonrió y se despidió con la mano, dándose la media vuelta y encaminándose de vuelta a su casa.
Mikasa se quedó de pie, como si el abrazo la hubiese convertido en una estatua, observando como Eren se alejaba más y más hasta que lo perdió de vista.
No podía seguir ocultándolo.
No podía seguir acallando el latir de su corazón.

Estaba perdidamente enamorada de él.

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