La Amante de mi Esposo (ℭ𝔞𝔪...

By angelXXVII

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+18 (fanfic hot) Camila Cabello va tras la supuesta amante de su esposo para exigirle explicaciones. Lo que... More

Presentación de los personajes
01 • Treason
02 • Overcoming
04 • (L) The Biggest Mistake
05 • Camila Mendes
06 • Jaguar's Agency
07 • You're Welcome
08 • From Home
09 • (F) Sweetest
10 • Bets and Surprises
11 • (F) Without
12 • The pression
13 • Good and Hot Blackmail
14 • (L) All Night
15 • (C) She Loves Control
16 • Revenge
17 • Lauren's back
18 • Charlotte
19 • (L) Take a Shower
20 • Hackers
21 • Loyalty
22 • Meeting
23 • Karla Camila
24 • Miami Beach
25 • (F) This Love
26 • Discovery
27 • Precipitation
28 • Playing dirty
29 • (L) Lustful desire
30 • November 25th
31 • If there's love...
32 • Fifteen minutes
33 • (L) Tokyo
34 • Gift
35 • (C) Leash
36 • Christmas Night
37 • Alexa Ferrer
38 • Back to Black
39 • (L) Solutions
40 • Last Piece
41 • (L) Table
42 • The Judgment
43 • Santa Maria, Cuba
44 • Michael's Promise
45 • (F) My Husband's Lover

03 • You again?

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By angelXXVII

— Una noche dura, supongo... — el timbre ronco y cargado de lujuria se acercaba lentamente. Una voz familiar, hasta entonces evitada. — ¿Te encuentras bien?

Camila miró con desagrado a la mujer que, incluso en un lugar como aquel, trataba de vestirse con elegancia y encanto. Los pantalones de lino negro hasta los tobillos encajaban a la perfección con el ajustado y escotado top strapless del mismo color, ya que resaltaban su piel blanca y sedosa y le daban cierta presencia, puesto que Lauren era una de las pocas, si no la única, mujer que llevaba pantalones con tacones en el lugar.

— Oye, no bebas así. —intentó acercarse, pero Camila levantó la mano, amenazando con abofetearla. Entonces, no vio otra alternativa que mantenerse a un metro y medio de distancia. — Te va a hacer mal si la tomas de una. — la latina se encogió de hombros, haciendo lo contrario de lo que se le había enseñado. — Está bien, lo entendí. — se metió las manos en el bolsillo del pantalón, quedando frente a ella. — No me has contestado si estás bien...

La latina agarró otro vaso que encontró en la mesa y se lo bebió hasta la última gota, sin importarle si había alcohol, drogas o incluso veneno en la bebida. Lo hacía mientras la observaban. Camila también aprovechó para apartarse el pelo, cruzó las piernas y dejó caer el vaso sobre la mesa, ya que también estaba mirando fijamente a la indeseable mujer de ojos verdes.

— ¿Te parezco bien? — pregunta con una sonrisa cínica en los labios. — Mírame y respóndeme, ¿no está claro cómo me estoy sintiendo esta noche?

— ¿Tiene que ver otra vez con tu esposo? — dio un paso adelante, en la que Camila puso mala cara, como si no aprobara el gesto. — ¿Puedo quedarme aquí para que hablemos al menos?. —  Cabello arrugó la nariz. — ¿Quieres tomar algo? — y la otra seguía mirándola fijamente, analizándola o tal vez quemándola viva con esa mirada de odio.

Insatisfecha por la falta de atención, la magnate decidió dirigirse a la barra para comprar algo de beber. Volvió sosteniendo, en total, una bandeja con treinta y dos pequeñas dosis de bebidas variadas.

— Como no me dijiste si querías algo de beber, compré todos los sabores porque no sabía cuál era tu favorito. — lo puso frente a Camila, que ahora mantenía las cejas arqueadas, asustada, según sus cálculos aquella bandeja completa no costaría menos de trescientos dólares. — Adelante, sírvete. — Lauren, por su parte, eligió el de mango. — No eres la única que está teniendo una noche difícil, Camila. —  a diferencia de ella, la empresaria decidió sentarse en el taburete, mientras Karla se colocaba literalmente en el borde de la mesa con las piernas cruzadas.

— ¿Qué probabilidades hay de que una mujer rica y guapa tenga una noche difícil? — agarró el chupito sabor maracuyá, mirando desafiante a Lauren Michelle, que también de un sorbo termino la bebida.

— ¿Crees que soy guapa? — Dejó el vaso sobre la mesa y se fue por el siguiente, esta vez el de limón. La latina copió el gesto de Lauren, agarrando la bebida color azul.

— No voy a hacerte un cumplido. — Dirigió su atención hacia la pista de baile.

— Vale... — esbozó discretamente una sonrisa de lado, dejando el ambiente entre ambas en completo silencio, mientras bebía su trago.

— ¿Tu problema tiene que ver con una relación de casi ocho años? — retomó el tema tras unos segundos.

— No. — terminó de tomarse la bebida alcohólica, dispuesta a ir por el siguiente: ahora de fresa.

— Son débiles. — dijo la latina refiriéndose a la dosis, yéndose por la tercera al igual que la bella mujer de esmeraldas verdes. — Hasta parecen refrescos. — Sin querer, a Karla Camila se le escapa una pequeña sonrisa, que rápidamente alegró a Lauren.

— La intención no es que nos emborrachemos. — Se humedeció el labio inferior, haciendo un gesto con la cabeza para que tomaran el siguiente trago. Camila terminó mirando un poco por debajo de los ojos de Lauren, trazando el recorrido del utensilio hasta los labios carnosos pintados por un carmín rojizo. Estaba tan concentrada que se olvidó de acompañar a la magnate en la tercera copa.

— Entonces, ¿cuál es? — Camila volvió a levantar la vista, dándose cuenta de que llevaba demasiado tiempo observando la boca de la otra mujer. Algo que una mujer heterosexual comprometida jamás lo haría.

— Dejemos que el tiempo hable por sí solo. — Jauregui le guiño el ojo, recorriendo con la mirada el torneado cuerpo latino, por suerte la otra no se dio cuenta.

Camila bebió otro trago, éste desgarrando su garganta. Sus sentimientos se volvían cada vez más confusos mientras Lauren seguía observándola atentamente, sin ninguna discreción. Los ojos verdes quemaban su piel bronceada, sus caderas se superponían sobre la mesa y sus pechos se apretaban contra el sostén. Camila no sentía directamente esa sensación de coqueteo, pero parecía consciente de las intenciones de Lauren.

— ¿Qué te tiene decepcionada esta noche, Lauren? — la llamó por primera vez por su nombre, y no por un apodo casi siempre peyorativo. — No respondiste mi pregunta.

— Digamos que no tuve mucha suerte con algunas compañías esta noche. — agarró otra copa igual que Camila. — A lo mejor contigo sea diferente.

— No soy tu acompañante. — la cortó rápidamente.

— Dije compañía, no acompañante. — respondió con la misma intensidad.

Ambas permanecieron en silencio, disfrutando de sus bebidas, intercambiando miradas de vez en cuando, pero sin decir nada.

— Aquel hombre te está mirando. — indicó Camila, señalando con la cabeza a un apuesto moreno con camiseta de tirantes. — ¿Es lo suficientemente bueno para ti, o tiene que estar casado?

— No  lo sé. — entrecerró las cejas, como si estuviera analizándolo. — ¿Qué te parece a ti, Camila? — Nuevamente volvió a pasarse la punta de la lengua por el labio inferior, de manera en que limpiara unas gotas de la bebida que se le escaparon de la boca. Karla observó el espectáculo con atención, analizando el pintalabios de Lauren, que seguía en perfecto estado.

— Demasiado apuesto para una mujer como yo. — continuó, sonriendo de lado avergonzada.

— ¿Por qué piensas eso? — parecía ofendida con la afirmación de la esposa de Shawn y principalmente por su reacción autocrítica.

— Porque es la verdad. —suspiró, cerrando los ojos e inclinando la cabeza hacia atrás mientras sentía los efectos de las "dosis débiles" que sacudían su coordinación motora.

— ¿Qué te hace pensar eso, hm? — Lauren dejó de prestar atención a las bebidas, donde se puso de pie frente a la otra mujer. — ¿Tu esposo? — observó como Camila volvía a cerrar los ojos, negando con la cabeza, haciéndole un gesto para que cambie de tema. — No es porque él no te valora que no eres lo suficientemente completa para otras personas, Camila. — A lo intentó sujetarle la delicada barbilla, Camila apartó la cara, refunfuñando. — ¿Puedo enseñarte algo?

— Que hable contigo no significa que quiera estar aquí contigo. De hecho, ni siquiera somos tan íntimas como para que expreses tu opinión de esa manera. —Lauren se rió nasalmente ante su nerviosismo. Sabía que cuando tocara la herida, la cubana probablemente reaccionaría de esa manera. — Puede que yo también sea una mala compañía, Lauren. Sólo estoy aquí para beber gratis a tu costa. No creas que vamos a hacernos amigas por eso. — Bebió otro trago, mientras miraba a Lauren de forma similar a dos semanas atrás.

Lauren abrió una pequeña sonrisa de lado sin enseñar los dientes, sólo arqueando una ceja. La latina estaba como ella quería que estuviera.

— ¿Te hace mejor arrojar esas cosas sobre personas que no tiene nada que ver con tu problema? — se burló con aquella maldita voz tranquila y una sonrisa arrogante. Igual que el día que se conocieron. Camila odiaba ese tono.

— Tú fuiste quien empezó todo esto.... — El resentimiento que se cargaba parecía atorado en su garganta. Si la provocaba un poco más, Camila la atacaría allí mismo. — Saliste con él, no te hagas la tonta. — También decidió ponerse de pie, afrontándola de frente, un poco mareada, pero dispuesta a iniciar una discusión.

— Y tú simplemente decidiste odiarme, y perdonarlo a él, que de seguro ahora mismo te está engañando con otra mujer que no vale ni el pendiente que llevas.

— Eso no te incumbe. — Lauren sujetó ambos brazos de Camila con sus manos, impidiendo que la tocara en un "empujón". — Suéltam-.

— Escúchame, Camila. — apretó su piel bronceada con posesión. — Te pido que intentes dar una vuelta hasta la mitad de la pista. Luego, regresa aquí.

— Suéltame. — se inclinó, pero al mismo tiempo no queriendo soltarse.

— Vete y verás cuántas miradas se dirigirán a tu cuerpo. — Suavizando lentamente el agarre, sus uñas dejaron de apretarla, ya que su mano izquierda se había deslizado hasta la nuca de Karla, que en ese mismo instante respondió con un escalofrío involuntario. — Fíjate en lo atractiva que eres para todos en este lugar. — En un abrir y cerrar de ojos su boca ya estaba cerca del lóbulo de la otra, donde Camila permaneció inmóvil, dopada por la bebida o quizá por las roncas órdenes de Lauren Jauregui. — Al principio... — susurró suavemente, pues comprendió que había controlado la situación. — Aquel hombre que hace minutos te parecía apuesto te miraba a ti, no a mí. Sólo a ti. De hecho, sigue mirándote. Obsérvalo... — la punta de la nariz de Lauren acariciaba la mejilla de Camila mientras le acomodaba parte del flequillo detrás de la oreja. — Toma el control. Siente lo fascinante que puedes llegar a ser.

La latina miró a su alrededor, y realmente... Había muchas miradas indiscretas hacia ella. Incluida a la mujer que estaba a su lado.

— Esto es una locura. — sacudió la cabeza varias veces, sonriendo ante la propuesta e intentando mantener la cordura. Parecía ridículo. Tan ridículo que resultaba tentador. — No necesito hacerlo.

— ¿Estás segura? — volvió a susurrarle al oído, estremeciéndola. — Tal vez te guste la sensación de ser deseada por otras personas. — Lauren sujetó a Camila por los hombros, poniéndola de espaldas a ella, de frente a la multitud. La cadera de Camila rozaban ligeramente la cintura de la magnate.

— ¿Y qué pasa si me gusta? — Se mordisqueó los labios, sintiendo el aliento de Lauren contra su cuello desnudo.

— No sé, es una elección muy subjetiva. — Ya sujetando los hombros de Camila, Lauren comenzó a masajearlos lentamente, pues notaba la tensión que el pequeño cuerpo destilaba. El masaje podría ayudar a aliviarla. — No lo sabrás a menos que lo pruebes. — Al ver que Karla permanecía lo bastante atenta observando a las personas, Jauregui aprovechó para dejarle un cariñoso beso en la nuca. Rápido, pero un beso al fin y al cabo. El dulce perfume de Camila clavándose en su mente, instigando poco a poco sus instintos más salvajes. Tenía para sí que la noche ya la tenía ganada después de haber hecho el gesto y no recibir objeciones por parte de la latina. — Adelante, Camila. — Su barbilla ahora descansaba en el hombro izquierdo de la mujer. — Y cuéntame cómo te sientes después. — Sus cuerpos tocándose mínimamente, encajándose. — Estaré aquí esperándote, ¿vale? — También aprovechó para pegarse más a la cadera de Camila.

Demasiado cómoda con la posición que le estaba dando la amante de su esposo, los ojos de Cabello se abrieron de par en par cuando sintió que era ligeramente empujada hacia adelante. Poco a poco el contacto humano con personas que no fueran su esposo no le parecía una mala sugerencia. No sabía si era el efecto de la bebida o la rabia que le guardaba a Shawn, el caso era que sus conceptos iban cambiando poco a poco.

Cabello tardó unos segundos en regresar a sí, pero decidió — por más tonto que le pareciera — hacer lo que la empresaria le había retado: un pequeño desfile por la pista.

El primer paso dentro de la pista iluminada fue como una explosión de sentimientos. Su corazón palpitaba más fuerte, más rápido. Entonces Camila miró hacia atrás, donde observó a Jauregui asintiendo lentamente para que continuara. Continuó su camino, poco después siendo golpeada por miradas que por poco no le quemaban viva. Miradas impresionadas que la cortejaban con minuciosidad. Karla Camila parecía disfrutar de la sensación, mirándolos uno a uno a los ojos, sonriendo con cierta timidez mientras prácticamente desfilaba por la pista de baile. Notó que era deseada por las mujeres a su paso. A diferencia de lo que imaginaba, no le molestó, al contrario, notaba que eso también la excitaba, la alimentaba.

Así que pronto volvió a la línea inicial, seguida por todo tipo de comentarios y posibles miradas desde aquel lugar. Camila miraba al frente, la barbilla ligeramente levantada, la postura correcta, los tacones también la dejaban a medida. Caminó y automáticamente la gente le abrió espacio para que pasara.

Unos metros más y ya podía ver a Lauren Jauregui apoyada en la mesa, tomando otro trago de aquella bebida. La magnate sonreía con suficiencia — la que creía odiar. Ahora comprendía el verdadero significado del gesto.

Una vez más, Camila Cabello no estaba segura de si era el efecto de la bebida, pero aquel top negro de la empresaria no le parecía tan escotado cuando salió a la pista de baile. Puede que sí. O tal vez no. Tal vez Lauren se había hecho alguna cosilla para llamar aún más su atención. Nunca se conocían las intenciones del prójimo.

Por último, Michelle se humedeció el labio inferior con la mano izquierda dentro del bolsillo del pantalón, apretándolo para contener la fuerte sensación que cada paso que Karla Camila daba hacia ella le provocaba en el vientre. Ella era, sin duda, lo que necesitaba para aquella noche. Lo que nunca había probado, pero había anhelado hace tiempo: una mujer de fuerte temperamento, segura de sus ideales, leal; sin embargo, insegura de sí misma debido a experiencias pasadas. Y a Lauren le encantaban las mujeres así, le encantaba pulir "piedras" que consideraban preciosas.

— ¿Soltera? — Antes de que Karla terminara su trayecto, un chico rubio se detuvo delante de ella, impidiéndole el paso. — Hey. — La agarró del antebrazo, con fuerza, como si le hubiera dado intimidad para tal.

— No. — Camila miró sobresaltada con la forma en que el hombre la sujetó. — ¡Suéltame!. — inmediatamente buscó a Lauren, intentando pedirle ayuda a través de la conexión visual, ya que no estaban tan lejos la una de la otra.

— Oh vamos... — ahora intentaba tirar de ella hacia un lado de la pista. — Ven un ratito aquí conmig-...

— ¿Hay algún problema aquí? — Michelle llegó por detrás, con voz seria y lo suficientemente alto para el chico, que soltó a Camila al notar que Lauren estaba justo detrás de él con cara de pocos amigos.

Jauregui no era ninguna santa cuando se trataba de relaciones superficiales. Le encantaba salir y acostarse con mujeres de diferentes edades, valores y cuerpos. Sin duda, su mayor afición era abordarlas en medio de alguna discoteca, coquetear con ellas y luego llevárselas a la cama. Pero nunca lo hacía sin el consentimiento de las mismas. De hecho, sólo avanzaba la señal después de entender que podía hacerlo. En algunos casos, incluso preguntaba si podía, para no cometer errores graves.

Como era muy caballerosa, exigía que los chicos también lo fueran, al menos lo mínimo, es decir, respetar un "no" de la chica.

— No. — respondió el hombre, tragando en seco, bajando la mirada.

— ¡Él me sujetó sin mi permiso! — lo delató Camila, jadeante y nerviosa ante el acercamiento.

— Ven aquí. —  le tendió la mano a la latina, que temblaba impaciente. — Y tú. — señaló al chico con el dedo índice. — Más te vale no meterte con ella ni con ninguna otra mujer de aquí si no quieres acabar la noche en la comisaría.

— ¿Y quién eres tú para hablarme así? — dio un paso hacía adelante, mostrando una sonrisa pícara.

Lauren puso el cuerpo de Camila detrás del suyo, protegiéndola en un gesto involuntario, mientras que la misma saboreaba el espectáculo. Hacía años que nadie se metía en una pelea por ella.

— No lo sé, porque no lo buscas en Google a lo mejor me encuentras allí. — dijo con un aire de superioridad que sólo aquella mujer podía tener en esa situación. — Portada de Vogue de mujeres promisoras americanas durante cinco años consecutivos. Propietaria de la mayor agencia de modelos de Miami. Y si es de tu interés. —  se mordisqueó el labio inferior, mirando rápidamente a Camila, que estaba claramente disfrutando del final de la discusión. — Esta noche estoy acompañando a esta hermosa mujer. —  rodeó la cintura de la cubana con el brazo, a quien no le importó el gesto.  — Lauren Jauregui, un placer.

El chico esbozó una media sonrisa, completamente apenado.

— Que tengan una buena noche. — fue lo único que consiguió balbucear, todavía con la cabeza gacha.

— Te estaré vigilando, grandullón. — sus dedos apretaron la tela del vestido de Camila cuando el hombre apresuró sus pasos, saliendo por completo.  — ¿Estás bien? — miró preocupada a la otra mujer, que sin ceremonias dijo que estaba bien. — Estás temblando, ¿quieres un poco de agua?

— No. — Recordó que su cintura seguía bajo el dominio de la amante de su esposo, así que se apartó, caminando a pasos agigantados hacia la mesa de las bebidas.

— ¿Cómo te sientes? — ya de vuelta en el rincón de las bebidas, lejos de la pista de baile, preguntó Jauregui al acercarse. — ¿Seguro que estás bien? — la cubana se encogió de hombros, recelosa con la excesiva preocupación de Michelle. — Respóndeme Camila...

— Bien. Estoy bien. — A pesar del susto y de no saber por qué su bienestar le importaba tanto a la otra mujer, sus ojos brillaban con tal sensación, que era como si hubiera encontrado un hobby.

Como si hubiera descubierto que el problema de su relación no fuera ella.

— Serías una modelo preciosa, lo sabes, ¿verdad? — sus brazos rodearon mínimamente la cintura de Camila, tocando suavemente su cadera. Lauren, a diferencia de otras ocasiones, en esta le gustaría sentir la confirmación de sus toques por parte de la latina, pero comprendió lo siguiente a lo largo de la noche: Camila no afirmaba las cosas, sólo las negaba cuando algo no le gustaba. — Una bella modelo... — involuntariamente, sus ojos volvieron a bajar hasta la boca de la esposa de Shawn.

— No es realmente mi estilo. — Los ojos marrones también se deslizaron hasta la boca de la magnate que tenía delante. No importaba si estaba deseando que una mujer o un hombre la besara allí, la sensación era tan buena que Camila era incapaz de impedírselo. En respuesta, Lauren apretó el cuerpo de Camila con un poco más de fuerza, viéndola jadear indiscretamente. — ¿Este era el resultado que esperabas que la bebida me trajera, hm? — su voz apagada, con el cuerpo medio ligero y caliente al mismo tiempo.

Cada vez que la mano de Lauren se deslizaba por su piel bronceada, fuera del alcance de su vestido, Camila se olvidaba más y más de su propio matrimonio y de los valores que llevaba consigo. El tacto y el agarre eran demasiado buenos para no disfrutarlos en aquel momento.

— Depende... — abrió otra de esas sonrisas de lado, acariciando con la punta de los dedos la cintura bien formada por encima del vestido de la latina. — ¿Cómo te sientes, Camila?

— Un poco alegre. — la respiración de Camila chocaba contra la cara de la otra mujer. El sabor de la bebida seguía vivo en su garganta, como en la de Lauren. — Pero consciente... Solo algo ligera.

— Vale... — Lauren la estaba analizando tan intensamente en aquel turbio lugar, que faltaba desnudarla en medio del mismo. — ¿Así está bien, Camila? — su mano izquierda subiendo para tocar ahora uno de sus mechones, donde lo colocó detrás de su oreja, dejando el cuello de Karla a su merced. — ¿Te gusta sentirte así, hm? — la punta de su nariz deslizándose por esa parte antes expuesta.

— No lo sé... — jadeó al ver que estaban solas y al mismo tiempo muy cerca. No sabría decir lo que estaba sintiendo, todo era tan confuso y nuevo.

En el fondo esperaba estar borracha. De lo contrario nunca se perdonaría el estar disfrutando de las caricias que le proporcionaban las manos de la empresaria Jauregui.

— Ya me dirás... — Sutilmente, sus labios se movieron hacia la región que estaba a la vista. Era una de las partes del cuerpo femenino preferidas de Lauren: el cuello. A su vez, una de las más sensibles de Camila. — ¿Te gusta esto? — Sus labios pegados a la piel bronceada, donde aún no la mordía ni la besaba, sólo los tenía allí.

El gesto hizo que la cubana pudiera sentir el cálido aliento contra su cuerpo. Cada segundo que Michelle permanecía allí, en aquella posición y en silencio, más fuerte le latía el corazón y más rápido le temblaban las piernas. Por suerte, estaba muy bien sujetada por la chica que tenía delante. Con muchas ganas y fuerza de voluntad.

— Te estoy hablando, respóndeme siempre que lo haga. — Dejó lo que estaba haciendo para volver a mirarla a los ojos. Como aún le sujetaba la cintura con ambas manos, pudo sentir el escalofrío que produjo los pelos de Camila después de que intercambiaran miradas. Lauren sonrió ante tanta sensibilidad, pues eso le encantaba. Le encantaba tener poder sobre esa persona que había elegido para la noche. —  ¿Quieres irte a un lugar privado, baby? — Una de sus manos ahora se apoderaba del rostro de Camila, hasta la nuca, donde seguía mirando sus ojos, disfrutando de como cedía su orgullo con cada palabra. — Puedo conseguirlo para nosotras... — Los labios de Camila entreabiertos, un poco dopada, pero no es que estuviera borracha, la razón de su trance eran los iris verde oscuro de los ojos de Lauren Jauregui y la forma persuasiva en que sonaba ese maldito tono ronco en su voz.

— Yo-

"¿Hola? ¡¿Atención?! — de repente la música dejó de sonar y se encendieron las luces de la disco. — Un momento chicos, aquí está un grupo buscando a una chica. — Lauren y Camila seguían intercambiando miradas, pegadas. — Karla Camila, por favor preséntate en la puerta de salida. Tu esposo y tus amigos te están esperando. — anunció el DJ.

Lauren inmediatamente clavó aún más sus cortas uñas en el trasero de la mujer, haciéndola cerrar los ojos, suspirar y al mismo tiempo morderse con fuerza el labio inferior para no dejar escapar un gemido al sentir la opresión y el contacto de la otra cintura contra su cuerpo.

— Quédate conmigo. — Gruñó cerca de su lóbulo. Las luces volvieron a apagarse. — Te prometo que tu noche será mucho mejor aquí conmigo que allí con él. — La boca de Lauren avanzó sobre su cuello, besándola, chupándola, y en ese mismo momento mordiéndola para mantenerla allí.

Una sensación muy distante de lo que estaba acostumbrada comenzó a apoderarse del cuerpo de Camila. Una sensación tan fuerte que no sólo la estremeció, sino que sintió cómo su intimidad palpitaba contra la nada, tan intenso, pero tan intenso, que la región llegaba a dolerle en la medida que era devorada por las manos y la boca de Lauren Jauregui.

— Díos... Lauren... — arqueó la cabeza hacia atrás, poniendo los ojos en blanco.  — N-necesito...

— Puedo hacerte sentir como la mujer más deseada esta noche, Camila. — chupó el lóbulo de la pequeña que volvió a gemir de forma audible ante el gesto. — Puedo hacerte sentir mujer si te quedas conmigo... — susurró, mientras su mano izquierda subía para apretar desesperadamente sus pechos por encima del vestido de la cubana. — No te arrepentirás, te lo prometo. — le dejó otro beso en el cuello, mientras seguía estimulándola en todos los puntos posibles que podía tocar.

"Tu esposo te está llamando, Karla Camila" — volvió a decir el DJ.

— Ne-necesito ir-irme. — finalmente se zafó de los cálidos y acogedores brazos de la mujer de esmeraldas verdes. Camila jadeaba. Su pecho subía y bajaba mientras su coño se contraía por sí solo, suplicando que la tocaran, concretamente por Lauren. — L-lo si-siento... — La boca entreabierta, el pelo ligeramente despeinado tras la sesión de besuqueos.

Lauren suspiró, pero no se dio por vencida. Asintió con la cabeza, también respirando agitadamente, pues, había hecho de todo en menos de un minuto para convencerla de lo contrario.

— Estás cometiendo un gran error, Camila. —  murmuró mientras Karla le daba la espalda para recoger su bolso. Como no había sonido, la latina lo escuchó perfectamente.

— El error sería traicionar mi relación siendo infiel. — No entendía por qué utilizaban su lengua materna para comunicarse, pero llegó a la conclusión de que el tono ronco podría caer aún más sexy en sus oídos con aquel acento tan marcado. — Gracias por la noche y las bebidas, Lauren.

— No hay nada que agradecer. Te perderás lo principal si te vas ahora. — Michelle esbozó una de esas sonrisas arrogantes al final de su frase mientras observaba la indecisión de Camila entre irse o quedarse.

Su rostro sereno dejaba claro que la que saldría perdiendo al salirse de esa manera sería una sola persona. Y desde luego no sería ella. Porque Lauren Jauregui nunca perdía.

Las provocaciones de la otra mujer la hicieron sentirse como una torpe, y así Camila abandonó el lugar, arreglándose el vestido sin mirar atrás y con un peso en la conciencia. Una vez lista, se dirigió a la puerta de salida hasta toparse con su mejor amiga, Dinah, que también la buscaba muy preocupada.

— ¡H-Hola, Chee! — la sonrisa más apenada posible.

— Dios mío, ¿qué es eso? — se sobresaltó al ver el estado de la chica. — ¡Señor! ¡Ven aquí ahora mismo! — La arrastró hasta el baño, donde Camila se vio obligada a seguirla. — Dios mío, ¿dónde te metiste y quién te hizo esto? — La chica estaba por arrancarse los pelos al ver las marcas en el cuello de la latina.

— ¿Hizo qué? — sonrió, riéndose de lo aterrada que se veía su amiga, y un poco aérea debido a su excitación.

— ¡Tienes el cuello todo cubierto de carmín! ¡Además tienes una marca enorme! — Dinah se puso la mano en la frente. — ¡Camila del cielo! ¡Shawn no puede verte así! — agarró el móvil. — Voy a llamar a Mani, para que le avise a Shawn que te vas a quedar a dormir en casa, ¡porque estás borracha y podrías arruinarlo todo!

— ¡Shawn es el que siempre arruina todo! ¡El problema siempre fue él, no yo, Chee! — replicó riéndose. De hecho, era la primera vez que podía expresarlo en voz alta sin culparse a sí misma.

— Está bien, Chan, pero será mejor que no te vayas así a casa. — Dinah miró a Camila con cierto tono de preocupación. Después de casi dos semanas, era la primera vez que la veía sonreír con tanta tranquilidad como ahora. — ¿Podrás salir por la puerta trasera conmigo?

— Estoy bien, Dinah. — Camila no podía dejar de sonreír. De hecho, la sensación de estar pagando con la misma moneda le resultaba jodidamente excitante. — ¡Estoy bien y sobria!. — Totalmente sobria no, pero "bien" cachonda...

Dinah se apresuró en marcar el teléfono cuando terminó de limpiar el cuello de Camila con papel higiénico y agua, donde llamó a su mujer y le avisó de lo sucedido. La latina, en el mismo instante, salió del baño sin las órdenes de Jane, mirando rápidamente hacia el rincón oscuro de las bebidas. Desgraciadamente la magnate ya no estaba allí y ahora no había como dar marcha atrás y aceptar su indiscreta y tentadora propuesta.

— Vamos. — dijo Dinah, sujetando la mano de la más pequeña, que parecía concentrada buscando a cierta persona. — Shawn quiere verte, así que tenemos que darnos prisa.

— Que se joda. — Dinah la miró por encima del hombro sorprendida — ¿Qué pasa?

— ¿Nada...? — la camarera quería reírse, pues sabía que tal vez estaba escuchando todo aquello por culpa de la bebida. Camila no sería capaz de insultarlo así. De eso estaba segura. — Venga, vamos... — le abrió la puerta a la cubana, que caminaba sin tropezar a pesar de andar con tacones. — Está oscuro, ¿estás viendo el suelo? — Mejor un moretón en el cuello por un chupetón que uno por un tropiezo en la acera.

— Sí, Chee. — Aún tomadas de la mano, Camila y Dinah se quedaron en una calle desolada y fría. — Es que tengo frío. — Dinah envolvió la chaqueta de cuero negro que traía, manteniéndose al lado para cubrir a la otra mujer. — Gracias.

Dinah se quedó junto a Camila esperando a Normani. Se estaba mordiendo la lengua con cada segundo que pasaba. Miró a Camila. Camila le devolvió la mirada, en silencio. Entonces Dinah volvió a mirar hacia delante. Repitió el gesto unas tres veces hasta que vio que su estúpida mejor amiga borracha no entendería lo que ella quería escuchar si no preguntaba primero.

— Vale, ¿quién te hizo eso? — apartó los brazos para llevársela en su cintura. — ¿Y dónde está tu anillo de boda? — Los ojos de Camila se abrieron de par en par ante el repentino ataque de la mujer. — ¿Escondiste tu anillo para que algún pervertido te la chupara, traviesa? — ahora le dio dos ligeros codazos, arqueando las cejas en un gesto juguetón.

— Lo tiré. — replicó, mirando a su colega.

— Ah, sí... que bien. — Dinah bajó la cabeza, sonriendo divertida ante las torpezas de su mejor amiga. — Espera... — De nuevo sus ojos se abrieron de par en par, estupefacta, al darse cuenta de lo que realmente había escuchado. —¿TÚ QUÉ?

— La tiré en la pista y lo perdí. Ya no la necesito. — dijo como si fuera lo más normal del mundo: tirar un anillo de nueve mil dólares. — ¿Por qué? — La barbilla de Dinah estaba más en el suelo que el propio pavimento. — ¿Qué pasa, Chee? ¿Por qué me miras con esa cara?

— ¿Perdiste tu a-anillo?

— Lo tiré.

— ¡La perdiste!

— ¡Lo tiré!

— ¡PERDISTE TU MALDITO ANILLO DE BODAS! — Casi se descabella.

— ¡Dije que lo tiré! ¡Lo tiré como un gesto voluntario!

— ¡¿Y cómo quieres volver así a tu casa, madam?! — Estaba casi tirando de Camila para que volvieran y una vez más detener la música. — Tenemos que encontrarla ahor-

— No quiero regresar, Chee. — Camila era quien le sujetaba la mano ahora. — No quiero tener que mirarle a Shawn y sentir todo lo que estaba sintiendo nunca más.

— Shhhh. — Dinah puso su dedo índice sobre sus labios. — Estás borracha. Está bien... — Camila frunció el ceño. — Esperemos a que llegue Normani. Ella y yo iremos buscar tu anillo, ¿de acuerdo? No tienes que preocuparte. Puedes descansar en el coche.

— Pero, Chee-

— ¿Recuerdas en qué parte lo tiraste? — preguntó preocupada. Dinah temía que al día siguiente tuviera que soportar otro arrebato de arrepentimiento por parte de Camila.

— No. — Dinah volvió a pasarse la mano por el pelo, pidiendo paciencia al cielo, mientras respiraba hondo para no golpear a la gente que no estaba sobria.

— ¿Qué recuerdas entonces, hm? — se cruzó de brazos, nerviosa. — ¿Puedes darme algo que no sea esa cara de tonta? — Camila se humedeció el labio inferior — ¿Quién te hizo eso, Chan?

Lauren.

•°•°•



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🗿 No se que hago con mi vida 🗣️