—¡Espera, no!— El grito de Aime pareció sacudir la estancia abandonada.
Ella cayó al suelo. Para evitar un impacto más doloroso, uso sus brazos, lo cual, fue muy mala idea.
Chilló adolorida y se retorció en el suelo al ver su brazo roto. No era capaz de ver la herida, y las náuseas ya estaban al borde de la salida.
El hombre, alto y con una sonrisa divertida, quiso saltarse encima de ella y devorarla, pues la sangre en el suelo, y la que salía la herida lo estaban excitando.
—Veamos si el olfato de Kokushibo-Dono sirve luego de tanto tiempo.— El rubio, de ojos arcoiris acarició el suave cabello de la castaña, quien, como pudo, se alejó.
El dolor era insoportable, a tal punto de empujarla a una pérdida de conciencia, ¿Como un golpe así, puede causarle esa herida de tal magnitud? El frío en aquella habitación se colaba por el fino kimono que tenía puesto.
Alzó su mirada, paniqueada.
—¡¿Quien eres?! ¡No te conozco!— Grave error.
Flashback:
—¡Minami-San, que no está permitido la entrada de mascotas aquí!— Desesperada, Aime intento tomar a los pequeños gatos, quienes corrían cuando ella los perseguía.
Minami había ingresado aquella mañana con una caja misteriosa en sus manos, Aime no le prestó atención de la debida, y ese fue el costo. De repente, calidad de pequeños mínimos salieron volando de la caja, de gatitos blancos, a negros con manchas marrones, o grises con el pelo rizado; entre la risas de su amiga, intento distraer o mandar lejos a su superior, quien de vez en cuando bajaba al primer piso, sospechando del escándalo, más sorprendentemente no llego a ver ningún animal.
—¡Ay, Aime-Chan, que es regalo de tu amigo Zenitsu-Kun!— ¡¿Zenitsu?! ¿El cazador que la salvo de morir por el golpe que Daki le dio? ¿Ese mismo? Bueno, no conocía otro. —No me mires así, sus amigos andan preocupados por ti, desde la invasión en el Distrito Rojo no has mandado ni una carta para darles alguna señal de vida.— Le reprochó. —Pero no te preocupes, ellos probablemente este—
Alguien, más bien, los gritos de Zenitsu en la entrada del local, se escucharon desde el salón de costuras. La castaña suspiró y con tres gatitos en sus manos, lo fue a ver.
Raramente, espero a los tres, pero solo estaban Inosuke y el rubio, quien lloraba e intentaba saltarse la barra.
—¡Aime-Chan, Aime-Chan, que alegría verte!— Golpeo al chico y de paso, empujó a algunos civiles, con el objetivo de abrazarla fuertemente.
Y lo logro.
Al estrujarla con fuerza, los gatitos gruñeron y sobre su rostro cayeron. Las risas y gritos de Inosuke eran graciosos, notó Aime, pero rápidamente se tuvo que encargar de la situación, y Minami no tardó en llegar.
—Madre mía, ese rubio es un idiota, aparte de eso, con mala suerte.— Rodó los ojos, y le saco los gatos.
Arañado, llorando y en el piso, Aime lo atendio y curo sus heridas. Lo curioso y aterrador, es ver cómo Minami intentaba sacarle la máscara a Inosuke, bajo coqueteos, ¡¿Acaso no se olvidaba que ella tenía veintisiete años?! El chico debería de tener de catorce a quince años, aunque, su físico bien trabajado decia, o intentaba verse lo contrario.
...
—Menos mal estás bien, Aime-Chan.
Zenitsu comió su bola de arroz, y como siempre, intento tener algún tipo de acercamiento hacia ella, cosa que, por suerte, Inosuke estaba ahí para detenerlo con buenos golpes.
—Supongo que se nota como intento no tener algún acercamiento con cazadores, ¿No? — Comentó Aime, mientras miraba la comida en la mesa. —Intento tener una vida normal, chicos, y eso implica mantenerme lejos.
Al final, Minami se mantuvo en silencio, pero muy tentada en lanzarse sobre el chico con cabeza de jabalí, quien la retaba a hacerlo. Ella no era tonta, conocía movimientos y trampas para ello, pero ante la insistencia de su amiga, se quedó en su lugar, comiendo a Inosuke con la mirada.
—Puedes venir con nosotros, Aime-Chan, incluso vernos, nadie te hará daño.— Soltó Zenitsu con un puchero, y a punto de llorar obra vez.
—Eso es imposible.— Murmuró su compañero, más bien, con esa máscara, pareció hacerlo gruñido.
—¡Cierra el pico!— Al escuchar el grito de Zenitsu, todos, menos el primero, saltaron en su lugar, y no faltó el pequelo grupo de personas asomando cabezas por el griterío.
...
—Que chico pesado, la verdad, ¿No tendrá algún retraso mental?— Se burló Minami, mientras se rascaba el oído. Aime levantó la mano, dispuesta a golpearla. —¡No, no, es broma, es broma!
—¡Esas "bromas" son cosas serias!
Hacia media hora, ambos chicos se fueron a su hogar, dejando la tienda un poco desordenada, pero Zenitsu, tuvo la "encantadora" idea de ordenar las cosas, va, "ordenar", ¡Que estuvo babeando toda la tarde al lado de Aime! Por otro lado, Inosuke peleó con Minami, estilo pulseadas, y andarse revolcando por el suelo.
—No es que puedas hacer mucho ya, estás embarazada, ¿El lo sabe, no?— La castaña negó.
—No hay necesidad de decirle a todo el mundo que lo estoy, Minami-San, es cosa...de las dos.
La mencionada vaciló, pero asintió, llegó a ver cierta duda, pero no pregunto, sin más, ordenó todo, y se despidió de Aime, a quien acompañó hasta su casa, y vigilo todo el perímetro, por seguridad, según su amiga.
La casa estaba silenciosa, y el aire fresco entro por la ventana. A paso tranquilo, y encerrada en su mente, encendió las pequeñas luces blancas, estas, no iluminaban tanto, pero, servían para un buen sueño; mirando la hora, y luego la puerta, apostó que Kokushibo no aparecería esa noche, y quizás, Akaza andaba cerca, ya que, si uno no estaba, el otro estaría cerca para patrullar en la zona.
De repente, alguien golpeó la puerta.
Aime sonrio alegre, aposto por Akaza. Su mente, proyecto muchas ideas con respecto al demonio.
¿Le gustaría los juegos de mesa? ¿Adivina Adivinador? ¿Retos¿ ¿Charlas emocionales? No tenía una enorme idea de el, pero podía ingresar en su mundo con cuidado, como la primera charla que tuvieron ambos en la cabaña de Kokushibo, mientras la Luna Superior Uno estaba ausente debido a las misiones.
Medio corriendo, tomo el pestillo de la puerta y la abrió.
Su sonrisa se borró al instante, y sus ojos, se abrieron de golpe.
No eran ni Kokushibo, ni Akaza, sino, algo peor.
Un hombre altísimo, de una larga melena rubia, y ojos de colores, preciosos, no tanto como los de su pareja, pero tenía lo suyo. La mitad de su rostro estaba cubierta con un abanico.
—Ah~, Aime-Chan, un gusto verte en persona. Tan bella y pura.
La muchacha retrocedió asustada, y el hombre, entro a su casa, invadiendo claramente su espacio personal. El no le importó.
—No te preocupes, Aime-Chan, no pienso lastimarte, pero, si jugar con mi gran amigo Kokushibo-Dono.— Abrió sus brazos, alegre. —Desde hace poco te vengo observando, y tuve hasta la oportunidad de verte con el, debes de sentirte honrada de que el este contigo, ¿Verdad? Digo, el no es ese tipo de hombre que ande detrás de las mujeres, al contrario...
Una sonrisa torcida apareció en su rostro.
—El ama asesinar mujeres y luego comerlas.
No iba a mentir, las palabras de Douma habían llevado a asustarla. Sabía que Kokushibo era un demonio, y eso requería comer seres humanos. Tomo un valor sacado de su interior, y se defendió.
—¡Se que come seres humanos, y eso implica mujeres! — El ladeó su cabeza, medianamente sorprendido por la repentina respuesta. —¿Que puedo hacer? Nada, es normal, así como nosotros los humanos comemos animales, ustedes comen humanos.
No supo en concreto si aquello fue un buen ejemplo, pero, se sintió bien.
Que va, "bien", Douma soltó una risa dulce, totalmente contradictorio a su mirada peligrosa. Y eso hizo que su confianza desapareciese.
—Eres muy graciosa, pequeña Aime-Chan.
De un solo parpadeo, Douma apareció frente a ella. La respiración de el chicana con su cabeza, y el sudor comenzó a bajar rápidamente.
—Nos divertimos juntos, pero yo más. Quiero comprobar ciertas...cosas.
Bajo un grito, Aime despareció con el, apagando todas las luces de la casa, y dejando la puerta abierta.
Nadie se dio cuenta de nada. Nadie oyó su grito. Y nadie sospecharía.
Fin del Flashback:
Al final se trató de la Luna Superior Dos, Douma, analizo con su mente nublada.
Observando mejor el cuarto, era pequeño y oscuro, aunque, tenía una diminuta ventana que... vete a saber dónde llevaba. Con un brazo roto, sería imposible salir, y correr fuera, sin conocer el lugar.
Se apoyo en la pared, y suspiró, ¿Sería comida? El menciono que no, sin embargo, no podía descartar nada. Kokushibo debía de encontrarla rápido, o ella misma armaría algún plan, eso implicaba ganar la confianza del demonio, y escapar.
Mordió su labio, ¿A esto se refirió Kokushibo la otra noche la cual anuncio su embarazo? Madre mia, y no se equivocó ni exagero, realmente no se espero algo peor, y si lo había, que los dioses se apiaden de ella, porque toda la basura que ha vivido no fue por nada.
¿O si? Sacudió su cabeza, no, si el destino mismo lo quería así, eso significa que algo bueno hay al final del camino, se tenía fe.
Acarició su vientre levemente abultado, mientras apretaba los labios, y sus ojos brillaban por primera vez, de forma peligrosa. Tenía que escapar, no se dejaría usar por Douma, ella no era un tipo de objeto del cual ese bastardo tomaría como si nada.
—Veamos quién sale ganando.
Y bajo ese susurro, espero con una paz quebradiza a que la Luna Superior Dos volviese a verla, y así, poner en pie su plan.