XI

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La tormenta de nieve no cesaba, al contrario, cada vez se ponía peor

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La tormenta de nieve no cesaba, al contrario, cada vez se ponía peor.

Eran las seis de la mañana aproximadamente, y el demonio seguía sentado, en el mismo lugar, y misma posición. No tuvo la oportunidad de irse, ni de asomar su cabeza por las ventanas, porque sabía exactamente que había fuera.

La cubierta que utilizaba para cubrir el rostro, no se retiró en ningún momento, debido al riesgo que corría ante la presencia de Aime, quien seguía durmiendo tranquilamente.

Volteo a verla, su cabello suelto y oldulado estaba disperso, y su mirada demostraba total tranquilidad; dos veces, se tomó las molestias de acomodarle las sábanas, pues, las velas se habían apagado, y el frio poco a poco comenzó a gobernar la casa, por lo tanto, había tomado también sus cobijas, y la cubrió.

Un pequeño sonido salió de su boca, y el volvió a mirar la entrada, Aime se había despertado.

La castaña se estiró, y se sentó, luego, miro a Kokushibo, quien no dijo nada.

—Buenos días, Michikatsu-San.— El soltó un sonido bajo. —¿No ha parado la tormenta? —Se oyó un trueno fuera. Ella asintio y se levantó con lentitud, directamente al baño, dónde se labo los dientes, cara y se peino.

Al salir, se ocupó de encender las velas y las luces, aunque, la luz natural de afuera ya era suficiente. Ella, volteo a verlo, parecía no respirar, pues, estaba tan quieto, que parecía muerto.

Podemos hacer bolas de arroz, envueltas en algas, tengo muchos condimentos para darle un buen gusto.— Con una sonrisa, intento animar el ambiente que había en la sala, y el, asintio.

Ella, ya con planes en mente, fue a la cocina, y fue a cocinar el arroz, por suerte, no vio la  necesidad de salir a comprar verduras, pues, tenía los canastos llenos de zanahorias, papas/patatas, remolachas, tomates, lechugas, entre otros.

Ya con el agua hirviendo, metió el arroz, y de sorpresa, el Kakushi se apareció en el lugar, asustandole.

—¡Ay, Michikatsu-San!— Colocó y una mano en su pecho. —¿Quieres ayudarme a cortar las verduras?— El asintio.

Ella, le dió una zanahoria y el con tranquilidad la corto a velocidades bestiales, ella, bajo un nerviosismo no notable, se cuestionó si esa velocidad la usaba para asesinar gente, pues, cada cosa que hacía, le recordaba a la charla que tuvo con Tanjiro en aquel callejón del Distrito Rojo.

El notó la mirada de ella sobre el, así que, optó por dejar de cortar la verdura y meterla en un pequeño ball de madera. El la miró, y ella miro rápidamente la olla con el arroz. Tuvo esa pequeña sospecha de que ella podría saber de él...ante esa mirada llena de duda, el se meneó.

—¿Pasa algo?— Preguntó el. Ella negó, y siguió armando las bolas de arroz con las algas secas.

Sus ojos se entrecerraron, no le creía, pero no insistirá.

...

Con tranquilidad, y en alguna que otra charla, ambos acabaron el desayuno, que consistió en bolas de arroz, una sopa de verduras y te de Canela, y de postre, wagashi (idea de Kokushibo) que el Kakushi decidió cocinar para postre.

Ambos colocaron todo en la mesa, se sentaron y comieron tranquilamente, bueno, "tranquilamente", Kokushibo no era capaz de tolerar la comida, cada trozo que se metía en la boca, lo quería vomitar. Si bien ella había cocinado para el, no sería capaz de escupirlo, o negarse a comer.
Se cuestionó respecto a eso, ¿Por qué estaba siendo amable? Ella es una humana, el pueblo completo no la quiere, trabaja y tiene "vínculos" con la gente por trabajo, o con el objetivo de burla; ella, en pocas palabras es una desgraciada.

A pesar de ello, con solo poner su mirada en ella, su mente se negaba a seguir pensando eso de ella, se sentia...¿Angustiado? Quizás era eso, tenía un dolor abdominal molesto, quizás era un karma por andar pensando aquello, sabiendo que Aime fue buena con el, o lo otro podría ser la misma comida.

La mente de Aime estaba en un conflicto mental. Era ya una costumbre tenerlos por cualquier tipo de cosa que vea.
Mientras tomaba su sopa en silencio, escuchaba la respiración de el, era suave, apenas podía oírse, curioso, pues, siendo un demonio el no tendría porque respirar.

Quizás se este equivocando...esa información Tanjiro no sé la dió, pero, tampoco debería de ser ingenua, los demonios, o en su mayoría, estaban muertos, o sufrían una transformación; Michikatsu debería de ser uno de esos, definitivamente.

Sin darse cuenta, ya se había tomado toda la sopa, sus cejas se alzaron, ni cuenta se había dado de ello.
Miro el plato de el, también había acabado, solo le quedaba un poco del té y los wagashi.

—Michikatsu-San, ¿Te gusta la comida?— Aquella pregunta, directa, hizo que el la mirase.

El se dió cuenta a que iba.

—Si, ¿Por qué la pregunta?— Tomó del té, para disimular.

—Curiosidad, a veces tiendo a fallar con la cocción.— El se mantuvo callado, pero asintio.

El silencio incómodo reino.

La mirada de el estaba sobre ella, ¿Ya debía de matarla? El sudor bajaba por la frente de ella, y sus pupilas estaban dilatadas, pero, aquello no mostraba miedo, como tal, sino, nervios.

Y pudo darse cuenta del porque.

Se dió la vuelta, y vio a Kyosuke en la ventana, queriendo intentar ver si alguien estaba dentro.

Kokushibo se dió cuenta de que aquella mañana no sería normal con el muchacho presente.

ʟɪᴠɪɴɢ ᴡɪᴛʜ ᴛʜᴇ ᴅᴇᴠɪʟ《 Kokushibo 》©Onde histórias criam vida. Descubra agora