El Capítulo de Nuestro Amor ©...

By ponche_26

890 320 463

"La vida consta de muchos capítulos, pero sin duda el del amor, es el más interesante de ellos." Cuando Ameli... More

1. Un rostro taciturno.
2. Ausencia
3. Una torpe caída.
4. Almuerzos en la oficina.
5. "Déjame dormir en tu auto"
6. A paso de tortugas.
7. El viaje hacia Merrel.
8. Traición, la mía.
9. Isaac en la brecha.
10. Huyendo.
11. Todo mal.
12. Lo único que lamento
13. El parque de las aguas.
14. La familia Taylor
15. Una sola cama.
16. Tonto por ella.
17. Una broma de goma
18. "La derribaré"
19. Una publicación inesperada.
20. "Perdón"
21. Una llamada inoportuna.
22. Un panorama confuso y desconocido
23. Propuesta.
24. "Todo un caso"
26. Elegir
27. El final de una historia casi real
Epílogo
AGRADECIMIENTOS FINALES

25. Demostrar lo contrario.

11 4 3
By ponche_26

Observé al pequeño anillo que traía puesto en la mano. Era muy bello, dorado y con un pequeño diamante adherido. Sonreí recordando la forma en la que Isaac y yo nos habíamos comprometido hacía algunas semanas, y me armé de valor para terminar de empacar mi ropa para el viaje hacia Inglaterra.

Habíamos comprado un lindo vestido, recatado, pero muy elegante, y un terno oscuro para Isaac, el cual—como la mayoría de cosas que usaba—le quedó perfectamente bien.

—Bueno.—me dijo él dentro del taxi; Thomas había venido con nosotros, pero nos informó que no llegaría hasta la noche, ya que tenía planes en el centro de Londres.—Sólo sé tu misma y confía en mí.

Ser yo misma, claro, en ese preciso momento quería ser de todo, menos eso.

Asentí y guarde silencio hasta que me informó que habíamos llegado. Era un día soleado, pero no por eso dejaba de sentir frío cada cierto tiempo.

Bajé del auto sintiendo que mis piernas se tambaleaban ligeramente debido a los nervios. Repasé mi atuendo una última vez para cerciorarme de que todo estuviera en orden, mientras que Isaac recibía las dos pequeñas maletas que habíamos traído.

Vestido planchado, tacones impecables, peinado en orden, sí, estaba todo bien por el momento.

La mano de Isaac atrapó la mía después de unos minutos, transmitiéndome un poco de aquella confianza que me hacía falta.

Lo observé tocar el timbre con intercomunicador y especificar que se trataba de él.

El exterior era muy imponente. La casa o mejor dicho, mansión, ocupaba toda la cuadra; de paredes cremas y dos portones de madera, uno del tamaño preciso para que dos autos transcurrieran con normalidad, y uno más pequeño, que supuse, sería la entrada para los caminantes como nosotros.

—¡Joven Isaac!—Una señora un tanto regordeta salió por el portón y corrió hacia nosotros. Tenía puesto un traje oscuro, con un mandil claro en el dorso.

—¡Henrietta!—Isaac me soltó por unos segundos para abrazar a la mujer con una sonrisa.

—Está mas guapo que la última vez que lo vi.—comentó analizando a mi novio de pies a cabeza.—Me imagino que ella es su novia.—dijo esto último dirigiéndome la vista.

Isaac regresó hacia a mí y me tomó de la mano para caminar hacia Henrietta.

—Sí, ella es Amelie, mi novia.—indicó.—Ame, ella es Henrietta, trabaja hace muchos años con mi familia.

—Soy la criada.—aclaró un tanto sonrojada.

—Ese término suena mal, Henrrieta, eres muy importante para la familia, y lo sabes.

Sonreí en forma de saludo y caminé de la mano de Isaac hacia el interior de la gran mansión.

Un par de hombres, que supuse, serían también trabajadores de los Taylor, se encargaron de recoger nuestras malestas y llevarlas hacia adentro.

El portón estaba a una considerable distancia de la puerta principal de la gran casona, tan imponente como elegante.

Un gran jardín lleno de muchos árboles y piletas nos recibió casi a la entrada, por lo que caminamos por un pequeño sendero de piedras resguardados por la sombra de los árboles.

—¿Son ciertos los rumores de su boda?—preguntó Henrietta con cierto entusiasmo.

—Sí.—respondió Isaac mostrandole el anillo que llevaba en mi mano, la cual aún seguía entrelazada con la de él.

—¡Oh, que alegría siento, joven! Es usted una chica muy bonita—dijo esto último dirigiendose a mí.—Estuve toda la semana pendiente de las noticias para intentar confirmarlo. Su abuela casi se des...—se interrumpió a ella misma al notar que estaba a punto de decir algo inadecuado y sonrió nerviosa.

—Lo sé, mi abuela no debió tomarlo de la mejor manera.

—Estuvo muy enojada; pero esta mañana sus ánimos mejoraron.

—Y ya imagino por qué.

Isaac tenía puesta la mira en la entrada de la gran casona, provocando que yo también lo hiciera.

La señora Mary Taylor se encontraba parada sobre la entrada con expresión seria, de esas que son capaces de desestabilizar a quien sea, sin embargo, aquello no fue lo que me hizo sentir mal, sino la presencia de Lidia a su costado, la cual sonreía ligeramente mientras nos observaba a ambos.

—¿Qué hace ella aquí, Henrietta? La fiesta es mañana.

—La señorita llegó temprano por sugerencia de su abuela. Tengo que volver al trabajo, joven. Nos vemos luego.—respondió la mujer en un susurro, y caminó por los escalones de mármol hacia el interior de la construcción, saludando con un asentimiento a las dos mujeres que yacían paradas sobre la entrada.

—¡Qué alegría verte, hijo!—saludó la anciana mientras Isaac caminaba a mi lado hacia ellas.—No pensé que traerías visitas ¡Que inesperado!

Su sonrisa era totalmente fingida, al igual que la de Lidia.

—Buenas tardes, señora.—saludé aprentando la mano de Isaac.

—Buenas tardes, querida. ¿Ya conoces a Lidia? Te la presento; ven aquí, linda.

La pelinegra caminó hacia nosotros a paso ligero. Traía puesto un vestido claro, el cual le hacía mucho favor a su figura.

—Creo que te he visto en la editorial.—comentó.—¿Cómo es que te llamabas? ¿Amanda?

—Amelie.—corregí, aunque podía jurar que ella sabía perfectamente quién era yo.—Amelie Jane Johnson.

—Un gusto, Amelie.—sonrió falsamente.—Soy Lidia Cleobeth Brenned, amiga de la familia.

—Familia, diría yo.—intervino la señora Taylor.—Te considero como parte de la familia, linda.

—¡Qué coincidencia!—esta vez fue Isaac quién habló.—Amelie también es parte de la familia ¿Verdad, amor?—Me sonrió fugazmente.—Nos casaremos el año que viene. Ya tendrás tiempo de enseñarle tu anillo a Lidia, amor; ahora, si nos disculpan, iremos a descansar un poco, estamos agotados por el viaje.

La expresión de ambas mujeres se oscureció después de escuchar a Isaac, pero no tuve tiempo de analizarlas, pues mi novio ya se encontraba jalándomele hacia el portón para ingresar al interior.

—Me odiarán mucho más después de eso.—le dije en voz baja, mientras caminabamos por los pasillos de la gran mansión.

—Es lo que menos debe importarte, la verdad.—respondió con una sonrisa.—Ahora vamos a mi cuarto, para que te sientas más comoda.

...

Para las ocho de la noche, nos encontrábamos junto al resto de la familia Taylor en la gran mesa del salón, esto incluía a Thomas y sus padres, quienes vivían en la mansión junto a la abuela.

La tía de Isaac era muy bonita, y muy parecida a su difunto hermano, aunque mucho más rubia que él, por su parte, su esposo era pelirrojo al igual que Thomas y de semblante serio.

—Y cuéntanos, Amelie...—Habló la señora Taylor, partiendo un trozo de su la carne que tenía en el plato.—¿A qué te dedicas?

—Soy editora literaria.—contesté, mientras sentía la mirada de todos sobre mí, sobre todo la de Lidia, quien no lucía para nada contenta.

—Interesante... Debes ganar mucho en tu trabajo.—La tía de Isaac intervino, mirando con cierta complicidad a su madre.

—Lo suficiente para pagar mis gastos y ahorrar un poco.

——Me alegro de que no seas de aquellas mujeres que se aprovechan del dinero ajeno.—habló la anciana. Algo en mí me decía que su comentario había sido, más que todo, una acusación.

Lidia sonrió ligeramente después de escuchar aquello y tomó un sorbo de su bebida.

—Amelie es muy independiente económicamente, jamás ha sido lo contrario.

—¿Cómo estás tam seguro, hijo? No creas que desconozco la tragedia de su familia, y es una pena que las cosas hayan sucedido así, pero no puedo evitar tener mis dudas sobre su relación, sobretodo sabiendo que tú posees una gran fortuna.

Sabía que Isaac trataría de defenderme, sin embargo, a ese punto de la conversación, yo ya me sentía ligeramente ofendida como para reunir la valentía necesaria y defenderme por mi cuenta.

—El hecho de que usted suponga que yo tengo otro tipo de intensión con su nieto, no significa que dichas suposiciones sean reales.—Respondí. No podía negar que me sentía humillada, pero no iba a dejar que aquello me afecte.—Fui muy bien educada en casa y desde muy joven me enseñaron a ser independiente en cuestión de mis gastos; mi madre siempre nos lo ha dejado claro.

Las miradas de asombro de todos los presentes eran muy notorias, sobre todo las de Lidia y Thomas, quienes parecían disfrutar de la escena.

—¡¿Cómo te atreves a hablarme así?!—La mujer lucía alterada.

Sentí la mano de Isaac en mi pierna, cómo si tratara de decirme que mantuviera la compostura.

—Mi madre es una mujer avanzada de edad, muchacha. No puedes dirigirte a ella de aquella forma ¡Qué mal educada!

En ese instante, sentí un ligero calor recorrer mi rostro. Sabía que no había sido precisamente alguien irrespetuosa, pero mi respuesta tan punzante me había dejado mal parada al frente de todos.

Solté un ligero suspiro en silencio, y observé a Isaac de reojo. Lucía apenado y un tanto sorprendido.

¿Pensaría que me había excedido? ¿O me apoyaría a pesar de mi actitud?

No lo sabía, y no iba a saberlo hasta que llegara la hora de dormir.

...

—Podemos hacerlo mejor, Ame.

—¿Mejor? ¿A qué te refieres con eso Isaac?—sabía que intentaba persuadirme para que controlara mis respuestas en una siguiente ocasión.—No pretendas que me controle cuando ella disfruta humillarme.

—Lo sé, y no la justifico; pero en serio quisiera que te esfuerces un poco más, sólo esta vez. Ellos creen que no estás a la altura, siempre creyeron eso de mi madre también, pero debemos demostrar lo contrario, que eres mucho mejor de lo que crees.

"Demostrar lo contrario" quizás ese era el error en nuestra ecuación, pues en la vida existen muchas cosas que no hacen falta demostrar; se notan a simple vista, y no era culpa nuestra que nos encontráramos rodeados de gente ciega, incapaces de notarlo.

Mi problema principal era convencer a Isaac de aquello. Yo no era ni sería jamás como su madre, yo no iba a callar cuando era necesario que hablara, y poco me importaba el hecho de tener que demostrar algo, aunque para ese punto, comprendí que a Isaac sí. 

Continue Reading

You'll Also Like

1K 102 46
-¨Los duelos de amor, creencias y paradigmas que se viven a lo largo de una vida se muestran de diferentes formas ante lo que cada uno necesita apren...
1.7M 90.2K 45
Melody Roberts es una chica muy sencilla, no es muy sociable y solo tiene una mejor amiga. Vive sola en un pequeño departamento, el cual debe de paga...
57.8K 3.6K 10
El amor duele... y más cuando sabes que era tuyo pero se fue.
3M 190K 102
Becky tiene 23 años y una hija de 4 años que fue diagnosticada con leucemia, para salvar la vida de su hija ella decide vender su cuerpo en un club...