La Dulzura De Tu Amor

Af LaChofis3000

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El amor puede resplandecer de una mirada. El dolor puede apagar un corazón. ¿Qué historia se podrá contar? ... Mere

Pastel De Limón
¿De Quién Es Usted?
Admirada Por Todos
Encuentros
Un Suave Beso
Una Tarde De Amor
Detalles Extraños
Hermosa María
¡Estoy Enamorada!
Falsas Esperanzas
Delirio
El Pasado
Mi Lugar Seguro
Mi Amor Por Ti
Contigo
Tu Lugar
¡Fue Ella!
Inquietud
Una Injusticia
Decepción
Rechazo
Extraño El Amor
Son Inocentes
¡No Me Dejes!
Una Decisión Equivocada
Una Fiera Ante Ti
Te Hemos Esperado
La Promesa De Volver
Ódiame Después
El Sueño De Tenerte
La Mentira
¿Porqué No Me Dejas Ir?
Mi Mejor Regalo
Vulnerable
Me Siento Completo
Motivos
Mía
Reencuentro
Sentirse
Cabaña
Interrupciones
Un Brindis
Toda Una Vida
Dolor Del Pasado
Un Triunfo
Contigo Aprendí

Hasta Siempre

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Af LaChofis3000

María se puso la bata rápidamente mientras Esteban se vestía con mucha prisa.

—¡Esteban, esto es tu culpa!

Amelia tocó la puerta y a María no le quedó de otra que abrir.

Amelia presenció lo que nunca se imaginó ver, su hija en bata  y el que todavía era su yerno sin  aún saberlo agitado.

—Hija, no sabía que estabas en compañía — apenada.

—Esteban y yo... eh... Esteban y yo estábamos tratando unos temas, mamá... pero el ya se iba – miró a Esteban amenazante.

—Eh sí, yo... yo ya me iba... pero necesito todavía un tema que tratar con mi... — se retractó — con María... si no es problema.

—No querido, claro que no... — sonrió — los dejo.

<<Sabía que Esteban se daría algún día cuenta de su error>>, pensó Amelia internamente.

Amelia cerró la puerta.

—¿Qué pasó? ¿Pasa algo con nuestra hija?

—Vámonos, mi amor... —susurró Amelia a Luis mientras le tomaba la mano y se retiraban sigilosos.

—María, ¿como te sientes? Háblame, por favor...no te arrepientes, ¿verdad?

—Por supuesto que me arrepiento, Esteban...

—Nos seguimos amando, María... ¿seguirás negándolo?

María no respondió.

—Lucharé para tener tu amor de nuevo, María... sé que tú frialdad hacia mi la merezco... pero yo sé la dulzura que hay en ti y ganaré de nuevo esa dulzura con mucho amor — con calidez mostró una sonrisa que por dentro desbordaba todos los sentidos de María.

—Vete, Esteban...buenas noches.

Sintiéndose confundida se dió la vuelta, evitando verlo, porque sentía que era capaz de lanzarse a sus brazos. María estaba necesitada de amor, estaba sensible al tacto de él y después de lo que pasó, todavía más.

Esteban se acercó y la rodeó con sus brazos, le dió un beso en el hombro y se acercó a su oído.

—Soy un hombre celoso, María...quiero a Luciano lejos de ti lo más pronto posible — por último, besó rápidamente el cuello de María para darse la vuelta y retirarse a pedido de ella.

María se desparramó en su cama sin saber ahora que hacer, nunca imaginó que Esteban aún seguía enamorado de ella y lo peor, ella de él.

—Todo sería más fácil si los hombres dejaran de existir... —susurró María estresada.

María se sentía abatida con el tema de Luciano, ahora que sabía que seguía siendo esposa de Esteban no podía seguir con él no mientras estuviera en alianza con Esteban, su marido.

—Mi marido... — aún sin creer.

Rompería el corazón de Luciano cuando le dijera la verdad, sin duda causaría un gran conflicto entre los hombres a causa de ella.

Pero, tal vez, podía jugar un poco.

María llegó a pensar que molestar un poco a Esteban no sería mala idea, esta vez comprobará qué tan auténtico será el amor que profesa Esteban sobre ella. El lado malo, es que usaría en parte a Luciano en su plan y no le gustaba aquello, corría el riesgo de dañar sentimental a Luciano usándolo.

Quería provocarle celos a Esteban, hacerle ver que ella valía mucho y que podía estar con otro hombre que estuviera dispuesto a darle amor y confianza si el no era capaz de darlo.

—Comprobaré, San Román, comprobaré qué tan cierto son tus... —sonrió — palabras, si eres capaz de ser auténtico en el amor hacia mí o si solo es tu orgullo de hombre el que habla.

Abajo, Esteban se despidió de Amelia y Luis.

Amelia lo veía divertida, había atrapado a su hija con Esteban y por sentido común se dió cuenta de lo que había pasado.

Pero Luis no entendía nada.

—Tranquilo Luis, solo vinieron a hablar cosas de ellos.

—Así es, Amelia...nada de que preocuparse — sonrió sin más.

Afuera, cuando estaba a punto de subirse al coche, Amelia lo detuvo.

—Esteban... — buscando las palabras correctas suspiró — por favor, no lastimes de nuevo a mi hija con la desconfianza, mi hija merece a un hombre que la ame y la cuide y sobre todo que la proteja.

—No te preocupes, suegra —sonrió empático — ese hombre seré yo, no volveré a cometer el mismo error, de eso puedes estar tranquila.

—Confío en ti, hijo.

Esteban tomó una mano de Amelia y la besó. —Gracias, suegra —guiñó el ojo.

Amelia rió.

Ella volvió a entrar y con emoción fue a la habitación de su hija.

Abrió la puerta emocionada.

—¡Hija!

María se levantó. —Lo siento, mamá... fue improvisto la llegada de él a la casa.

—No importa, mi amor... ¿Estás considerando volver con él?

María negó mientras jugaba con sus manos. —No, mamá... ¿como crees? Después de todo lo que hizo es muy difícil que vuelva con él, además me cuesta confiar en él... en las personas.

—Comprendo, mi vida... pero creo que el quiere recuperarte, esa luz que no tenía en los ojos ha vuelto después de tantos años, solo tu eres capaz de traerle felicidad a ese hombre.

—Mamá, no me digas esas cosas... estoy confundida, yo solo quiero a mis hijos, eso es todo... tengo planes con ellos, quiero crear recuerdos, ayudarlos a sanar el tiempo que estuve ausente.

—Todo saldrá bien, mi vida.

María asintió. —Mamá, ya me llamaron mamá, les salió decirlo de improvisto... fue lo más lindo que me ha pasado, son unos niños tan lindos e inocentes... ¿Sabes que dijeron? —miró a Amelia intrigada —¡que quieren ser como yo, mamá! Les gustó la cafetería, lo que se hace ahí y cuando nos despedimos me pidieron que fuera recurrente en verlos y por supuesto que lo haré, nada me apartará de mis hijos.

Amelia abrazó a María. —Estoy tan feliz de verte alegre, hija...después de tanto tiempo.

—Lo estoy, mamá... poco a poco la tristeza se me va.

—Mamá, quiero preguntarte algo y saber que opinas al respeto.

Amelia inclinó su cabeza curiosa. —Dime, mi vida.

—¿Te incomodaría el hecho de que busque a los que fueron mis padres? Quiero hacer las pases con ellos.

Amelia desvió la mirada. —No será posible, mi amor... ellos se fueron lejos.

—¿Qué?

—Roselda me encargó darte un carta hace diez años — le sobó un brazo —ya vuelvo, mi vida.

Cuando Amelia regresó, se la entregó a una María desconcertada.

—Pero Karla me había dicho que seguían viviendo en el mismo lugar.

Amelia negó. —Te la entrego hasta ahora porque fue el deseo de Roselda hasta que salieras y si preguntabas por ella me pidió que te la entregara.

—No puede ser, mamá.

—Te dejo para que estés sola y la leas, María.

María asintió mientras se sentaba en su mecedora, abrió la carta y comenzó a leer.

María,

Lamentamos mucho todo el daño que pudimos causarte cuando supiste la realidad.

No fue la mejor forma pero sucedió y estuvo fuera de nuestras manos evitar causarte tanto dolor.

Tal vez solo llegamos a tu vida con el propósito de salvarte de las manos de Alba y Demetrio.

Es mejor que no nos volvamos a ver, mi niña. José te manda un fuerte abrazo, extrañará verte hornear pero dice que será fuerte.

Te deseamos toda la felicidad del mundo, María.

Disfruta la vida como solo tú sabes hacerlo, cuida a tus hijos y siempre dales amor, amor que solo una madre puede darlo.

No nos busques, María. Será muy difícil y doloroso verte de nuevo.

Siempre te consideraremos nuestra hija que llegó a ocupar el gran vacío de no poder ser padres.

Hasta siempre,
Roselda y José.

A causa de las palabras escritas en aquella carta, María lamentó en llanto hasta quedarse dormida.

Al día siguiente, muy de mañana, María y Esteban se reunieron con sus abogados donde solicitarían la custodia compartida de sus hijos, un proceso que tardaría unas cuantas semanas. Después, se preparó para irse a su cafetería y volver a lo que tanto amba hacer, hornear. Mientras leía su libro de recetas y mientras preparaba sus postres pensaba en Esteban y lo sucedido, recordaba sus caricias, sus palabras y lo convencido que se había escuchado al decir que lucharía por ganarse su amor de nuevo. Aunque quería desconfiar, el corazón y mente de María no podían contener su emoción, después de todo era mujer y la necesidad de sentir amor, ternura, cariño de parte de un hombre ponía su mundo de cabeza y su emoción de que fuera de parte del hombre que amaba era mejor.

Aún lo amaba, después de todo lo amaba, ¿se estaba traicionando a sí misma al sentir todo eso? ¿Sería buena idea volver con él?

Tenía miedo de salir lastimada nuevamente. María es el tipo de mujer que cuando ama a alguien entrega todo, absolutamente todo de ella.

Quería amar y ser amada.

Por otro lado, estaba Luciano, el hombre que la apoyó fielmente durante diez años y hasta el día presente seguía al lado de ella, un hombre seguro de sí mismo, un hombre que estaba dispuesto a darle el amor que ella necesitaba, pero toda esa llamativa promesa tenía un solo obstáculo que hacía nulo todo aquello, Esteban San Román.

Ironías de la vida, pensaba María.

Llegando el anocheceres, María se dispuso a ir a ver a sus hijos.

Los niños se lanzaron a abrazar a María, ambos besaron a María en una mejilla cada uno.

—¡Te esperábamos, mamá!

—Hoy me felicitaron en la escuela, mamá... respondí todas las preguntas — orgullosa conto.

—Mi niña es muy inteligente — sonrió con muchas ganas.

—Y yo metí un gol en el partido de hoy, mamá

—Ay que orgullo, mis amores —los atrajo hacia ella para abrazarlos nuevamente.

—¿Porqué no salimos a comer?

Los niños saltaron gritando emocionados.

—¿Vendrás tú también?

Esteban sonrió pícaro. —¿Porqué no?

—Vamos, mamá.

—Sí, mamá... ándale.

—Pues vamos.

Cuando los niños subieron por sus abrigos, María miró desafiante a Esteban.

—Te aprovechas, ¿verdad?

—¿Yo? — sarcástico sonrió – ¿Qué tiene de aprovechado que quiera salir con mi mujer y mis hijos a una agradable cena? — la tomó sorpresivamente de la cintura.

—¡Deja de decir que soy tu mujer! —moderó su voz a lo bajo pero exclamó lo suficiente para protestar.

—Lo eres.

—¡Esteban!

Esteban le robó un beso rápidamente y la separó al escuchar los pasos de sus hijos.

—¡Estoy feliz! Saldremos juntos por primera vez — gritó Lucas feliz.

Luisa tomó la mano de María y salieron afuera para subirse al coche.

—¡Lucas, no! Bájate.

Lucas obedeció.

—Primero las damas, hijo —mirando a María pícaro.

Esteban cerró de nuevo la puerta.

—¿Marcos ya no trabaja contigo?

Preguntó mientras subía Luisa.

—Tomó el día libre.

—Que bueno, sería desagradable volverlo a ver — confesó a lo bajo.

María subió y luego Lucas.

Esteban manejaría, sintió tan bonito el ahora tener a María con él a su lado y sus dos hijos atrás, quienes no pararon de hablar en todo el camino y toda anécdota, suceso iban dirigidos para su madre quién en ella feliz escuchaba complaciente.

Cuando llegaron al restaurante fue un total sorpresa para los que comían en el restaurante, comenzaban a rumorar, suponer y chismear a la señora quién estaba al lado del señor San Román y sus hijos.

María sentía las miradas sobre ella pero fueron olvidadas rápidamente gracias a su hijos.

Cuando regresaron, Esteban dejó primero a María y salió con ella para hablar y que los niños no escuchara.

—María, ¿la pasaste bien?

María asintió. —Siempre qué esté con mis hijos estaré bien, Esteban.

—¿Te molestaron las...?

—Miradas — interrumpió — claro que sí, muy pronto saldrán noticias de que el gran Esteban San Román salió con su ex esposa e hijos, una gran novedad... o mejor dicho, la  asesina María, ¿no? — afiló su mirada.

—Yo te defenderé, María.

—Muy tarde, Esteban.

—Nunca es tarde, mi amor.

—No me llames así, estoy cansada de...

—Te amo, mi amor.

María sutilmente desvió la mirada a sus hijos quienes solo podían observarlos y no escucharlos.

—Basta, por favor.

—Me gustaría que pasaras más tiempo con ellos, si lo deseas y ellos aceptan podrían venir a dormir un tiempo aquí y así pasan tiempo contigo y con sus abuelos maternos, María.

El rostro de María se iluminó.  —¿En serio?

—Claro, mi amor... hablaré con ellos.

María lo abrazó impulsivamente pero rapidamem se separó odiándose por hacer eso.

*********
Tres días después.

María había sido invitada por Luciano a una cena de abogados y amigos de un ministro importante del país y ella aceptó aunque creyó que no era buena idea.

Luciano presentó orgulloso de la mujer quién lo acompañaba, sabían quién era María, lo cual les pareció extraño verla con otro hombre.

Pero todo se descontrolaría por la llegada de Esteban San Román.

María se puso nerviosa.

—Rodrigo, amigo —saludó emotivo al señor ministro.

—San Román, que gusto que si llegaras... no me habías dicho que tu ex mujer volvió. Está hermosa como la recordaba, con todo respeto, por supuesto.

—Mi marido tiene razón, Esteban...más hermosa que nunca.

—¿Cómo dicen?

El ministro dirigió su mirada hacia donde estaba Luciano con María.

Cuando Esteban la miró, María desvió la mirada incómoda.

—Vaya, vaya... —susurró.

—¿Decías?

—No, no... que sí, tienen razón... La belleza de María es indiscutible.

Paso el tiempo donde ambos se miraban de vez en cuando, Esteban en otro grupo y María junto a Luciano.

Cuando María se disculpó para ir al baño y retocarse fue tomada bruscamente del brazo por Esteban, se intentó zafar en silencio mientras Esteban la llevaba a escondidas, abrió una puerta y la cerró, entraron donde era  una gran sala de reuniones, una mesa de billar.

Esteban, muy celoso, la tumbó contra la pared.

—¡Lo planeaste!

—Sí, ¿y qué?

—¡Te dije que lo dejaras!

María desvió la mirada molesta.

—¡Mírame! —exigió para después besarla con mucha emoción —ya veo que te gusta provocarme, señora San Román.

—Aléjate.

—¡No!

Esteban usando toda su fuerza la llevó hasta la mesa de billar obligándola a inclinarse, situando su torso en la mesa.

—¡Déjame! ¿Qué crees que estás haciendo? ¡Suéltame!

—¿Te preguntas que estoy haciendo? —le subió la falda color roja que llevaba para luego arrancarle su braga — te haré mía, se te olvida constantemente, mi amor.

María gimió cuando sintió una nalgada fuerte de parte de Esteban.

—Sabía que te gustaría, mi amor.

—¡Eres un...!

—Todo lo que quieras, María... pero ahora te callas y me dejas disfrutarte mientras tu Lucianito está afuera buscándote.

Se bajó lo que llevaba puesto, lo necesario para que su miembro abultado saliera ansioso y listo para lo que venía. Esteban colocó su miembro, se adentró en ella muy despacio y cuidando sus movimientos para no lastimarla. María se retorcía mientras sentía como entraba en ella de esa posición excitante, excitada jadeaba mientras se sostenía de ambos lados del billar. Esteban situó sus manos en las caderas de su mujer.

—¿Te sientes bien, mi amor?

María solo logró asentir.

Esteban se inclinó lo más que pudo para susurrarle:

—Para que pienses en mi el resto de la cena, el postre vino antes para mí — triunfante la nalgueó nuevamente.

Empezó a embestirla salvajemente, con fuerza y rapidez, tomada de las caderas, domada por el hombre se diría, María trataba de ahogar sus gemidos como podía pero lo era imposible al sentir las fuertes sacudidas.

—Vamos, mi amor... di lo que ya sabemos.

María gemía.

Esteban gruñía mientras aumentaba su rapidez entrando y saliendo de ella.

—¡Dilo! — protestó con su voz estruendosa.

—Mmm... no... no lo soy... ¡Ah!

Esteban la movió más hacia el adentrándose más en ella.

—¡María, dilo!

—Tuya.

Esteban salió de ella y la volteó, la levantó sentándola, le abrió las piernas, las acomodó alrededor de él y se adentró en ella.

—Por supuesto que lo eres.

María situó sus manos en la mesa mientras Esteban se movía sintiendo como se venía en ella.

En la sala principal, Luciano preguntaba discretamente por María, fue donde la señora esposa del Ministro, la anfitriona de la cena.

—¿Te fijaste en la sala de reuniones?

—No, ahí no.

—La sala está abierta, tal vez algunos invitados fueron allá a tomar un cóctel, ya aparecerá.

Luciano asintió decidiendo dirigirse a aquella sala a buscarla.

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La Mari tratando de castigarlo y la que sale castigada es ella. 🤠👍🏻

Échenle porras a la señora San Román. 🗣️😛

Gracias por leer. 💐💋🫂

💋💋💋💋💋💋💋💋💋💋💋💋

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