Impact (Libro 4 Dinastía Inde...

By Nelsy_diazr22

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Los enemigos aumentan, la familia se separa y las caretas se destruyen. Nadie está excepto de caer en las lla... More

Introducción.
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12.
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19.

Capítulo 8

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By Nelsy_diazr22


William

El corazón me late desbocado. El pulso lo tengo disparado pero no puedo detenerme ahora.

Lanzo la tela por el balcón asegurando que los nudos no se suelten.

__ Escúchame bien, campeón. Vas a bajar por ahí, en cuanto llegues abajo corre y no te detengas hasta que llegues a mi auto. Abre la puerta y enciérrate ahí. - establezco subiéndolo al muro para que comience a descender.

__ ¿Porqué por aquí?

__ Hay peligro cerca. ¿Recuerdas lo que hemos hablado de eso? - asiente. - Pues ahora, debes hacer todo lo que digo.

Se aferra a la estructura del balcón en tanto toma con la otra mano y lo ayudo a bajar lentamente. Los pasos están cada vez más cerca y puede que no alcance a bajar también, pero comienzo hacerlo cuando está a la mitad del camino.

Se queja porque le duelen los brazos pero indico que no debe soltarse hasta que lo veo seguro y así cae al piso, comienza a correr como le dije. Toco el mármol, siguiendo el camino recorrido de Giulio quien veo entrar al auto.

__ ¡El niño está escapando! - alerta el que sale por el balcón. Un sujeto con la cabeza rapada, es lo único que distingo. Giulio me abre la puerta del conductor haciendo más fácil mi entrada en este. Busco el mando a distancia del portón de entrada el cual pulso moviendo el vehículo en retroceso.

__ ¡Mantente abajo y no te levantes! - ordeno apresurado viendo que el portón aún no se abre del todo, pero los hombres comienzan a dispararnos. Temo porque le den a las llantas y sin importar el como la lata se aplasta al ser forzado, acelero.

Me importa sólo lo que llevo en el auto y aún con no tener idea de como quitármelos de encima, acelero cuando salen corriendo.

__ Papá. - escucho a Giulio. Está asustado, pero solo me enfoco en la furgoneta azul que nos sigue. Sea quien sea, está decidido a no dejarnos ir porque le pone velocidad también.

__ No te levantes. - asiente escondido en el asiento de atrás. Apenas levanta la cabeza para verme, poniéndome a odiar el que no tenga una sola idea de qué hacer.

Corro el peligro de ser detenido, enmedio del tráfico, el cual me obliga a serpentear sin poder perderlos. El que el teléfono no deje de sonar me desespera más, pues de seguro se trata de Rebeca queriendo saber lo que ocurre, no obstante, no tengo respuesta para ella. No cuando no puedo asegurar que todo está bien si los tengo siguiendome el paso a la misma velocidad que llevo.

__ No se van. - me dice Giulio.

__ Lo sé. Lo sé. - me frustro. Un proyectil de arma impacta en el vidrio trasero, atravesándolo por completo logrando que baje la velocidad al bajar mi cabeza.

Intento buscar una salida. Un camino el cual seguir para no tener a alguien que me imposibilita asegurar la vida de mi hijo, pero solo obtengo no poder pensar con claridad conduciendo sin entender que camino estoy tomando.

__ ¿Vamos a la casa de la mujer bonita? - pregunta Giulio de repente, sacándome de mi ensimismamiento.

__ ¿Que? - otra bala rompe el espejo en mi puerta, quieren cegarme para que no los vea cuando quieren ponerse a la par. Sin embargo, con una dirección en la cabeza, piso el acelerador hasta el fondo.

Conocer la zona me da para saber dónde estarán vigilando el mayor grupo. Es una decisión muy arriesgada. Pero no tengo opciones. Debo poner a mi hijo a salvo y por ello no hago caso cuando veo a los francotiradores que hay en el techo y muro de la casa.

__ ¡Mantente abajo! - le grito a mi hijo cubriendolo con mi cuerpo cuando impacto el auto contra el portón.

Giulio me abraza y hago lo mismo esperanzado en que no abran fuego toda la vigilancia, lo único que puedo escuchar es que nos tienen rodeados. Me exigen salir, en tanto solo verifico que quienes nos perseguían no estén.

Los hombres completamente de negro siguen gritando en ruso. Mi hijo repite que está bien y solo ahí lo suelto.

__ ¡Soy William Davis! - exclamo con las manos en alto, mostrando que no estoy armado. - Amigo de la señora Alana Mikhailova. Pueden llamar a su jefe para comprobarlo.

Todo el tiempo observo a mi hijo. Este asoma por la ventanilla, pero aún no puedo decirle que puede salir. Sin entender mucho el idioma, distingo el cargo del korol, el cual buscan les responda enmedio del alboroto que se formó.

Busco en la calle la furgoneta, sin poder dar con ella, lo que significa que al menos me los quité de encima.

__ La zhena Korolya quiere hablar con usted. - me dicen con un teléfono satelital en las manos. El sujeto aún se ve con desconfianza.

Llevo dicho aparato a mi oreja alentando a mi hijo con una sonrisa que por mucho desee, no es tranquilizadora.

__ ¿Will? - la voz de Alana me reconforta de algún modo.

__ Alana, lo siento por hacer esto. No supe a dónde ir y sin pensarlo vine aquí. - me apresuro a explicar. - Me estaban siguiendo. Peligraba la vida de Giulio y este era el único lugar al que pude acudir.

__ ¿Quien te seguía? ¿Están bien? - se oyen los bebés al fondo, junto a otras voces que ella silencia. - ¿No les hicieron daño?

__ Estamos bien. Lamento causar daños...

__ William, no digas tonterías. Lo importante es que están bien. - me dice siendo comprensible. - Pásame al jefe de seguridad un momento.

Hago lo que dice yendo con Giulio en lo que ellos hablan. Su respiración se calmó. Ya no se ve aterrado, solo concentrado en mí cuando me rodea con los brazos.

__ Voy a arreglar esto ¿de acuerdo? - temer por su vida nunca lo pensé, mucho menos que fuera a causa de alguien que ni conozco.

__ Papá, estoy bien. - controla sus manos inestables. Ralentizo mi respiración.

__ Se nos ordenó acogerlos en la casa hasta que ellos vengan. - me dice el hombre de negro que me pide salga del auto. - Síganos, señor Davis.

Cuando conocí a Alana hace meses, nunca creí que una situación como ésta sería real en mi vida o la implicaría también. Pero el destino es incierto y cuando entro a la casa siendo observado por todos los que hablan en ruso sobre la llegada dentro de unas horas de su jefe pone a todos a caminar de un lado a otro, preguntando si necesito algo.

No sólo se trata de la seguridad que hay alrededor de la casa, si no del orden que se maneja. La disciplina en todo lo que hacen y muestran con cada acción.

Busco mi teléfono, encontrándolo con un sinnúmero de llamadas de parte de Rebeca y Giselle.

Giulio en lugar de estar asustado, ve todo con fascinación. Como los hombres cargan lo que destruí entre tres de ellos, mientras tanto otros están arreglando las estructuras para volver a colocarlo en su lugar.

Lo escucho preguntar sobre si las armas son pesadas, lo cual me hace disculparme en su nombre al tiempo de llamar a la madre.

__ ¡Dime qué está bien! Por favor dime qué mi hijo está bien. - suplica alterada. Se escucha sorber la nariz.

__ Giulio está intacto. - confirmo. Un suspiro de alivio es su respuesta. - No salgas de mi casa por nada del mundo, Rebeca. Ni tú ni Giselle. Aseguren las puertas con lo que sea, activen la alarma antirrobo. - especifico. - No sabemos si irán a buscar allí también.

__ Tengo que ir a buscar algunas cosas a mi casa...

__ ¿Escuchaste lo que dije? - increpo bajando la voz. - Pueden estar esperando afuera de mi casa o en la tuya. No se van a quedar de brazos cruzados hasta no cobrar esa deuda.

__ Está bien. No saldremos, pero al menos dime que donde están es un sitio seguro para mi niño. - manifiesta.

Observo el lugar. Parece una fortaleza repleta de armamento capaz de detener un tanque de guerra de quererlo. El grupo de francotiradores es el doble del que esperé, activan un sistema que con voz automatizada explica todo lo que se va activando. Incluso las mujeres de servicio tienen un arma.

Es como si el rey de un Imperio estuviera a punto de ser protegido por sus súbditos. Dispuestos a dar su vida por la suya.

__ No hay lugar más seguro que este. - declaro con la calma que comienzo a sentir. - Haz lo que te dije y te seguiré llamando para saber que están bien.

__ Déjame hablar con Giulio, por favor. - pide y llamo al niño que deja de hablarle a los tipos armados para venir conmigo.

Le paso la llamada para que su madre pueda confirmar que no miento. Este con gran entusiasmo le cuenta sobre todo lo que pasó, como si le emocionara haber vivido circunstancias tan riesgosas. Con ademanes, expresiones exageradas y gestos a cada nada relata todo.

Me ofrecen preparar lo que guste, pero comer es lo último que quiero. Solo pido algo para mi hijo, el cual sigue por varios minutos hablando con Rebeca sin perder la sonrisa que me niego a dejar de ver. Estuve cerca de perderla y casi se me va el alma al pensar que podrían dañarlo.

Si tuviera una oportunidad de evitar que recaiga sobre él la culpa de errores míos o de su madre, lo aceptaría sin pensarlo. No hay peor miedo que el que experimenté, uno que no quiero volver a sentir.

Come mirando a todos lados, me habla como si nada y reitero que no quiero dejar de verlo así. No podría vivir si me lo dañan, mucho menos por mi culpa.

La noche llega, se ve aburrido y por ello dejo que camine un poco por la casa, al tiempo que me planto admirando las obras de arte en las paredes.

Varias piezas llaman mi atención, resaltando un tipo de técnica que reconozco al detallarla de cerca. El nombre del artista viene a mi cabeza, al acercarme descubro que la pieza es original. No una copia o imitación como creí al principio.

"Es bueno amar tanto como se pueda, porque ahí radica la verdadera fuerza, y el que mucho ama realiza grandes cosas y se siente capaz, y lo que se hace por amor está bien hecho".

La frase se repite en mi cabeza. Por mucho que me esfuerce en sentir culpa por haber hecho lo que hice, no lo logro. Era el hermano del tipo que nos siguió o nosotros y nunca voy a elegir solo dejar que todo pase contra los que me importan que detenerlo. Lo que ocurrió horas atrás, son consecuencias que si bien no esperé, también puedo vender mi alma para erradicar.

__ Sus dormitorios están listos, señor. - me interrumpe una mujer con las manos en la espalda.

__ No, es necesario. No pienso quedarme. - contesto.

__ Se me fue informada que fue estrictamente ordenado que usted permanezca en la casa hasta que los señores lleguen. - establece. - Su seguridad se nos fue confiada y actuaremos de acuerdo a ello.

__ Agradezco su empeño, pero siendo así solo utilizaremos una de ellas. Con esa basta. - informo y asiente. Si no hay problema.

__ Como usted lo disponga está bien.

Se retira dejando que vaya en busca del niño que levanta la mano para chocarla con uno de los hombres de seguridad de Dante en este sitio. Pese a la situación, Giulio logra mantenerse distraído, siendo eso algo que me quita un peso de encima.

Lo llamo para que nos lleven a que duerma, no pone peros. Es curioso y lo deja ver al hacer un interrogatorio que le responden enmedio de risas por la mujer que nos deja en la puerta del dormitorio, asegurando que estará al pendiente de lo que lleguemos a necesitar.

Todo el lugar pinta a ser recién organizado. Incluso se supondría sin usar nunca. Pocas veces entré a esta casa, algunas mientras el korol estuvo en una clínica con varias heridas que le impidieron abandonarlo, ofrecí a Alana llevarla y traerla para estar con sus hijos o esposo. Las demás fue cuando Dante estuvo recuperándose de la operación que necesitó y las complicaciones que supo disimular con sus padres, enviándolos a un lugar seguro.

Estar aquí por causas distintas me dan para saber las vueltas que da la vida.

Giulio se queda dormido plácidamente, con los zapatos que le quito. Me deshago del saco y lo pongo sobre una de las sillas oyendo como el movimiento se reactiva.

Al asomar mi cabeza por las cortinas, una fila de autos entra a la propiedad. Todas destacando por venir custodiando a uno solo. La gente se apresura a bajar verificando sea adecuado para el hombre que sale de uno de ellos, sacude su abrigo oscuro, girando su cuello hacia dentro del vehículo.

Es como si todo desaparece en ese instante que acaba para ordenar en voz alta que saquen la maleta de su esposa.

Camina al frente asegurándose de algún modo que no haya peligro, antes de ir por la mujer de vestido blanco y cabello amarillo, la cual ayuda a bajar sosteniendo su mano indicando algo que esta confirma con un movimiento de cabeza.

Ella alcanza a una bebé dormida vestida de un rosa que puedo distinguir, la cual el korol coloca en su hombro en lo que Alana carga con el niño en el mismo estado.

La mujer pregunta por mí y le indican donde estoy, así que salgo de la habitación a toda prisa hallando a todos el equipo de servicio y seguridad esperando en una fila a un lado de la puerta. Me hago espacio entre ellos.

__ Que verifiquen una tercera y cuarta vez. - demanda el korol. - Recorran el perímetro las veces que sean necesarias. Si hay alguien o algo sospechoso quiero saberlo.

__ ¡William! - me saluda Alana deteniendo al hombre que me ve una sola vez antes de continuar con sus órdenes, siendo obedecido al instante.

La vergüenza me llega y solo dejo que Alana me dé un beso en la mejilla respondiendo a su pregunta de si estoy bien. Él se ofrece a llevar a los hijos a su dormitorio en tanto su esposa se viene conmigo.

__ Cuando recibí la llamada de qué entraste de manera abrupta a esta casa no podía creerlo. Me preocupó pensar que Giulio o tú habían sido heridos por los vigilantes, pero me dijeron que reconocieron las placas de tu auto y por ello no abrieron fuego de inmediato. - me cuenta. - ¿Me dirás qué te orilló a venir arriesgándote a ser herido mortalmente?

__ Rebeca, mi ex esposa aceptó transportar una excesiva cantidad de dinero para unos tipos de South Jamaica, en el camino lo perdió y como no podía pagarlos fue amenazada. - inicio con lo que sé. - Hace unos meses, días antes de tu boda fue cuando lo supe. Tenían fotos de los tres. Y por ello una orden de alguien con poder hizo voltear los papeles cuando pedí ese favor. Ahora el hermano de uno de los tipos muertos quiso vengar su muerte.

__ ¿Y como supo que fuiste tú? ¿Alguien con poder? - inquiere. - Por lo que sé, South Jamaica es controlado por...

__ Por mí. - determina su esposo bajando los últimos escalones. - Fui quién giró esa orden. El hombre que envié que eliminarán se llamaba Álvaro Chacón, dirigió mis clubes en esta ciudad pero los números no concuerdan con los que informó y ladrones no soporto entre los míos.

__ Aún no me queda claro como sabe que fue William. - expone Alana.

__ No es necesario saber quiénes son los culpables en una muerte. El hermano es conocido como el camaleón por su habilidad de aparecer y desaparecer cuando se le antoja. - explica. - De seguró no sabe nada sobre tí. Solo está cobrando lo que Álvaro perdió y se irá contra todos los nombres que su hermano dejó sueltos. Ni siquiera has de figurar entre esos, pero tu ex esposa sí y no estará en paz hasta cobrar a todos lo que busca.

__ ¿No se vendrá contra tí si sabe que ordenaste esa muerte? - indaga Alana.

__ Si pudiera lo hiciera, pero no es estúpido y sabe que jamás llegaría a estar cerca al menos. Nunca irá por los superiores a él, busca a los que no pueden hacerles frente y allí si estás incluido. - me señala.

La actitud que toma es de el hombre insensible que no ve más que por los suyos. Aquel que puede irse el mundo al carajo, pero está tranquilo porque su familia tiene la misma etiqueta de intocable que presume.

__ Puedes hacer algo. - intenta ella.

__ El camaleón es un tipo escurridizo. De seguro a estas alturas ya debe saber que la casa donde irrumpiste me pertenece. No estará afuera esperando porque salgas.

__ Puedo pagar el precio que sea. - ofrezco. - Solo quiero que la paz de mi hijo sea restaurada. Que no tenga miedo de salir a la calle, ni tenga temor de ser atacado.

__ Creo que no has entendido. - recalca desde su lugar. - El camaleón puede estar esta noche a unos metros de esta casa y en la mañana al otro lado de la ciudad. No se queda en un lugar al menos que su objetivo este ahí. Porqué no va a descansar hasta cumplir con su venganza.

__ Entonces puede haberse ido de la ciudad. - digo con esperanza.

__ No lo creo. - supone Alana. - Si es como Dante dice, no se irá de esta ciudad sin haber eliminado a sus objetivos. La venganza es un motivo muy grande para no abandonar lo que ve como una misión. - expone. - Podrías pasar unos días en esta casa, pero dudo mucho quieras estar tanto tiempo encerrado. El peligro no se va a terminar.

__ ¿Debo irme? ¿Huir de aquí para que no dañen a mi hijo? - me río sin creer hasta donde estoy llegando. - Si no hubiera decidido sobre la muerte de ese tipo habría intentado matarnos igualmente, pero al hacerlo, obtuve que su hermano sea quien lo haga por él.

Me frustra la situación y lo dejo ver.

__ No puedo simplemente decidir cambiar la vida de Giulio de un día para otro.

__ La vida ya le cambió a tu hijo desde que alguien lo puso como su objetivo. - dictamina el korol. - Estuvo en la mira de Álvaro, ahora del camaleón. Si muere este segundo, alguien más saldrá a continuar con esos cobros. Siempre habrá alguien dispuesto a derramar sangre por venganza así no le pertenezca. - menciona seguro de lo que dice. - Aquí no se trata de dejar una vida de paz, si no de qué estás dispuesto para mantener con vida a tu hijo.

__ Dante. - quiere hablar Alana.

__ A mis hijos no los voy a dejar a la deriva. Puedo cuidar de ellos, porque no me queda grande preservar su vida por encima del resto, pero llegará un punto en que no querrán estar todo el tiempo conmigo, buscarán su propio camino y desprotegidos no pienso dejarlos. - declara. - Los hijos se deben cuidar, pero también enseñarles a cuidarse. Que no crean que allá afuera les espera un mundo lleno de algodones y risas. También hay peligros, unos que si no saben enfrentar los van a destrozar.

Entiendo lo que quiere decir. Giulio puede ser atacado cualquier día si no lo saco de la ciudad, y si muere uno surge otro y otro, todas las veces que uno cae, otro se levanta. Sin poder hacer nada para ocultarlo, porqué les estaría dando gusto de vivir con miedo entre cuatro paredes, las cuales en lugar de hacerle un bien, puede arruinar su vida.

No quiero que sea indefenso. Mucho menos enseñarle a huir de todo, porque no es una solución tan buena. Necesito que sea fuerte, mucho más de lo que soy. Que tenga la capacidad de evadirlos o...

Ambas opciones tienen sus desventajas.

Toda la noche me la paso cuidado de su sueño. No sólo es un paso que cambiará todo, si no que destruya el anterior.

Llega la mañana y no he pegado el ojo con la misma indecisión.

Cuando tocan a la puerta me entregan una muda de ropa para cada uno. No me sorprende que sepan tallas, fuimos varias veces a comprar ropa para sus hijos, el mío y hasta me acompañó a comprar algunos trajes.

Me doy un baño cambiando la ropa, luego de unos minutos Giulio despierta viéndose fresco y descansado. Todo lo contrario a mí.

El desayuno lo tomo junto al matrimonio que se separa cuando nos escuchan llegar. Mi hijo saluda a Alana con gran emoción mientras Dante centra su mirada en el periódico que lee, al tiempo que sostiene un biberón a la bebé que sostiene el puño de su abrigo, en tanto el niño sostiene el suyo propio, llorando cuando Alana quiere ayudarle.

Alana me propone salir de la ciudad, al menos un tiempo en lo que se calman las cosas. Es una buena oportunidad para asegurar que estará a salvo, pero debo contar con la aprobación de su madre también y por ello me embarco a mi casa con dos de sus hombres cuidando que lleguemos.

En cuanto la ve, corre a sus brazos. Ella lagrimea, a lo que les digo que es mejor entrar siendo recibido por una Giselle asustada. Me rodea con sus brazos diciendo lo preocupada que estuvo toda la noche.

Los sujetos vigilan afuera, en lo que envío a Giulio con su nana. Requiero privacidad para discutir las cosas que Rebeca escucha con atención.

__ ¿Salir del país? - inquiere elevando la voz. - William, no podemos irnos de aquí. Está mi trabajo, mi familia, mi vida entera.

__ ¿Crees que no he pensado en eso? - sostengo mis manos de la silla donde estaba sentado. - Quisiera que fuera de otro modo, pero no hay otra manera de que Giulio no tenga que peligrar. Lo van buscar por la misma deuda y si saben que fui quién decidió sobre...

Detengo las palabras. Odiando el hecho de que esa carga aún la lleve en mis hombros.

__ ¿Que hiciste, William? - se levanta. Con pasos lentos avanza a mi lado. - Nunca quisiste decirme sobre qué hiciste para asegurar que todo estaba resuelto con esos tipos. - continúa - Siempre me pregunté que te hizo estar seguro de ello, luego ayer alguien me llama culpandome de la muerte de su hermano, ya que deberle a alguien fue que lo condenó.

No emito un solo sonido.

__ ¿William, eres quien provocó a ese hombre? ¿Mataste a su hermano? - pregunta. - Dímelo. Porqué solo eso explica que quieran matarnos a mi hijo y a mí. Solo eso explica que en lugar de salir de un peligro entramos a otro peor.

__ La situación estaba...

__ ¿Lo hiciste?! - increpa dándome en el hombro. - ¡¿Es por tu culpa que casi matan a mi hijo?!

__ Cálmate. - intento frenarla.

__ ¡¿Calmarme?! ¿Como me voy a calmar si mi hijo es el objetivo de alguien a quien le mataste a un familiar? - se exalta. - ¿En qué te convertiste, William? Un asesino que decide quién vive y quien muere

__ ¡Lo soy cuando de mi hijo se trata! - me harto de sus reclamos.- Porque pese a que no estamos juntos, sigues siendo importante y no me arrepiento de haber hecho lo que hice. - dejo claro. - La ambición te llevó a aceptar transportar algo que sabías no era legal, así que no me vengas con reproches.

La frustración hace de las suyas.

__ Lo siento. Sé que esto es mi culpa y...

__ No es hora de culpas. Solo toma lo que creas importante de tu casa para Giulio y tú, que en la mañana nos vamos hacia Europa.

__ ¿Europa? - se sorprende. - ¿Que vamos hacer en Europa? No tengo nada allá, mi familia y la tuya están aquí, no podemos irnos así como así.

__ Mi familia ya no cuenta conmigo, y en este punto de mi vida solo me importa mi hijo. - me alejo hacia la ventana con la paranoia de que entren los mismo tipos. - No te voy a forzar a irte, pero a Giulio no lo quiero aquí.

__ Tampoco quiero que me lo dañen. Pero de eso a irnos de aquí de un día para otro hay mucha diferencia. - sigue renuente. - William, ¿Que vamos a hacer allá? Tú tienes algunos contactos, pero no será algo permanente. Con mis ahorros sobrevivimos unos meses, con los tuyos otro tanto, ¿Y luego qué? - se opone a que siga mi camino - Estaremos a la deriva con nuestro hijo dependiendo de lo que podamos conseguir y un peligro inminente sobre él. No puedo pensar en que por querer escapar de esto, cometamos el error de estar peor.

__ Entonces ¿me quedo sin hacer nada? - me molesta que aún no caiga en cuenta de la contraparte. - Continuamos como si nada ocurrió. Unos días de calma y luego vienen por ustedes y yo. Y quizás no tarden ni días, tal vez es cuestión de horas. - me dejo caer en un mueble. - Entiendo que tengas una vida aquí, que tengas miedo de comenzar de nuevo, pero la vida de nuestro hijo peligra también y la mía si le llega a pasar algo. No pienses en tí, piensa en él.

Su silencio es lo obtengo. Piensa con el temor que siente por todo. Por lo desconocido. Me odia tal vez, pero no voy a justificar más el haber decidido sobre la vida de otros sobre la de quién me importa.

Vendí mi alma para conservar la suya y si debo hacerlo de nuevo, irme a vivir a otro lugar que no sea lo que quiero para que continúe así, lo haré sin dudar.

El futuro no está escrito, y si lo está, no me va a atemorizar enfrentar lo que sea con tal que no se vea afectado lo que más quiero.

Se retira no sé a dónde, dejándome con una respuesta incierta. Pero no es eso en lo que me enfoco al recordar que tengo citas a las cuales asistir y por ello llamo a Emily, la cual me contesta rápido. Le encargo cubra todas, envío todos los datos y el acceso a la casa que debe buscar comprador.

Me cuenta sobre que ya concretó una cita con Lía, agradeciendo por lo que hago, su emoción es tal que me saca una risa. Es una buena chica, llegaré a extrañarla.

Sin esperar más, en una maleta acomodo todo lo que ocuparé. Ropa, efectivo, documentos, cada cosa pensando en que será un cambio radical para todos, pues Giselle también se va conmigo. Hago lo mismo con la maleta de mi hijo mientras este está hablando con su madre.

Los veo abrazarse en el patio trasero, ambos sonriendo por algo que el niño dijo.

__ Temo arruinar su vida en lugar de hacer un bien. - admito con Giselle. - ¿Crees que hago bien?

__ Haces lo correcto. Las circunstancias no son buenas, pero le haces frente. Tu hijo sabrá entender el porqué de todos estos cambios. - me dice convencida, yo no tanto.

Aún así, bajo las maletas, Giselle me sigue a tiempo que ellos entran a la casa de nuevo.

__ Mamá ya me dijo que nos iremos de viaje. - se ilusiona mi hijo. - Hay que tomar muchas fotos porque esos lugares se verán mucho mejores conmigo en ellos.

Me roba una risa. Se abraza a mí como cuando era un bebé al que cargaba jugando a que era otra extremidad de mi cuerpo. Un niño extrovertido que le gusta tomar todo con humor aún después haber vivido un escenario que pudo dejarlo traumatizado.

Giselle le dice que lleven las maletas al vehículo dejándome a solas con la mujer de mirada celeste que está más nerviosa de lo normal.

__ Iré por mis cosas. - me dice Rebeca con una mueca.

__ Iré contigo. - ofrezco y niega.

__ No es necesario. Le dije a alguien que fuera por ellas a la casa, ya las tienen en la suya. - explica. - Ahí no sabrán que puedo ir. Solo dime cuál vuelo tomarás.

__ No es un vuelo comercial. Una amiga se ofreció a llevarnos en su Jet. - comento. - Puedo llevarte a ese sitio y luego partimos.

__ No, escucha. William solo dame la dirección y...

__ No la sé. Solo ellos saben cómo llegar.

__ Entonces que uno de los hombres que te acompañan vaya conmigo mientras tú te adelantas. - se exaspera.

__ Está bien. Que uno se vaya contigo. No te pongas así. - tomo su brazo y solo tiembla. - No te pongas nerviosa por un nuevo cambio. Será para bien. Haré lo que sea para que nada falte nunca. Me haré cargo de todo.

Se calma un poco y la despido en su auto junto al sujeto a quien se la encargo, para luego salir rumbo a donde nos van a llevar.

Giselle le habla al niño sobre las experiencias que pueden tener al llegar. Que puede conocer nuevos lugares, personas y presumirla a ella, logrando que se le olvide la noción del tiempo y espacio.

Ambos perdidos en planes que hacen juntos. Al llegar al sitio, no puedo creer cuanta seguridad hay. Alana y el esposo están en el avión, donde les pido tiempo para esperar a Rebeca.

Pasa una hora y no aparece. Comienzo a llamarla, pero no responde. Me siento a lado de Giulio, el cual le pide a Giselle que le tome una foto en el avión convirtiéndose en una sesión que los distrae observando cada una de ellas.

__ Cuando regresemos se las mostraré a mi mamá. - menciona mirando la pantalla del móvil.

Eso llama mi atención.

__ Puedes hacerlo ahorita que venga. - le digo y niega.

__ No va a venir. Dijo que mientras estábamos en Europa ella iría con los abuelos unos días. Se los mostraré a ellos también. ¡Tómame otra, nana!

Me llevo las manos a la cabeza lleno de impotencia por no haber pensado en que se estaba despidiendo. Por eso se portó asi.

Me dispongo a localizarla, su teléfono sigue vibrando cuando bajo del avión ante la mirada de Alana que juega con su hija mientras el korol le quiere quitar el peluche que siempre carga al niño.

El hombre que envié con ella llega en otro auto y me acerco. Guarda su arma al verme.

__ Ella dijo que había hablado con usted. Me pidió llevarla a una casa donde alguien la recibió en otro auto para irse no sé a donde. Aseguró que sabía todo. - confirma cuando le pregunto por Rebeca.

Solo agradezco y vuelvo a llamar. Esta vez la toma.

__ ¿Rebeca, donde estás? ¿Como es eso que irás con tus padres? - la oigo suspirar.

__ Lo siento, Will. Es por mi culpa que estamos en esta situación. Corren peligro por no haber dicho que no a una propuesta como la de ese tipo. - solloza. - Me van a buscar más a mí, si estoy contigo y Giulio, ellos...

__ Rebeca, no te dije eso para...

__ Sé que no lo dijiste con mala intención. Pero tienes razón, no debo pensar en mí sino en nuestro hijo. - recalca. - Voy a ir a algún sitio alejado de todo. Tu sigue tus planes. Cuida de él.

__ Va a necesitarte. - trato de convencerla.

__ Y ahí estaré para él. Puede llamarme cuando quiera, pero mientras corra peligro es mejor de este modo. - contraría.

__ Rebeca.

__ William, no hagas esto más difícil. - llora. Suelto una bocanada.

__ No sé cuanto dure esto. Pero mantente comunicada. Cambia de número y llama de ese para que pueda darte el nuevo que tendré. - pido resignado a que así serán las cosas. - ¿Y Rebeca? Cuídate mucho, por favor.

Corta la llamada sin responder. Espero que al menos eso pueda hacerlo porque no quiero tener que explicarle a mi hijo que perdí contacto con su madre.

Le informo a Alana que podemos irnos. Dante se lleva al hijo con él al estar dormido en lo que ella me asegura que pedirá la ubiquen para estar informada que está bien.

Agradezco tenerla. Alana fue una casualidad muy bonita que tuve un día que estaba perdido en mis problemas en un parque y ella llegó con dos bebés, unas vibras positivas, ofreciendo una amistad que se ha mantenido todo estos meses.

Pisando Rusia no puedo evitar sentir que no estoy haciendo lo suficiente. Falta algo y no lo entiendo.

Simulo tranquilidad, aún cuando Alana me habla de la casa donde vivió antes. No quiero estar en su casa, porque a fin de cuentas es la de su marido y en un lugar como ese ocurren más peligros, iguales a los que quiero huir.

Me la ofrece para usar todo el tiempo que lo necesite, una renta que dispongo la rechaza sosteniendo que es sincera su ayuda.

Me paso los días siguientes acomodándonos en ese sitio. Tiene la suficiente comodidad para no sentirse tan vacía. Giulio pide ir a ver "a la mujer bonita", pero debo buscar algo en que trabajar y por ello me decido buscar con algunos contactos que indican cupos en sus inmobiliarias, mientras Giselle lo lleva a donde quiere. Me presento a una de ellas, pero no conozco toda la extensión de donde trabajan, me llevaría tiempo dificultando el que lo tome.

__ Se necesita un traductor si gustas, solo que se requiere que hable italiano, francés y al menos lo básico en turco. Ahí solo viajarías a lugares con otras personas, conocerás todo en poco tiempo

Esa es una buena opción.

__ Los dos primeros los manejo a la perfección, pero el tercero no tengo especialidad. - alego. - Quizá si tomo algunos cursos retome y pueda hacerlo.

__ Es suficiente con esos por ahora, aunque nos visitan más italianos, aún necesita el turco. - Italia me persigue. - La paga es...

Escribe en un block de notas que luego me entrega. Me parece bien, para empezar es suficiente para mantenernos cómodamente sin tocar el que tengo en mi cuenta.

Regreso a buscar a mi hijo a casa de Alana, encontrando una fila de autos oscuros y un sinnúmero de hombres fuertemente armados cubriendo cada lugar. No miro a ninguno, son asuntos del korol y no tengo porqué estar enterado de ellos.

Mi hijo viene saliendo con gran entusiasmo seguido del hombre que me hace frenar en seco. Sus ojos conectan a medio camino con los míos, este sonríe de medio lado y hasta diría que me atraviesa con esa mirada brillante, llena de maldad que me hela los huesos.

__ Papá, él me llevará a conocer un viñedo. - me dice Giulio logrando que lo vea. - Siempre he querido conocer uno, ahora lo voy a conocer gracias a... ¿Como era tu nombre?

Eleva la mirada sin dejar de lado a mi hijo, el cual se ve extremadamente ilusionado.

__ Francesco. - contesta él.

Estoy comenzando a odiar Italia.






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